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Sobre los trastornos alimentarios y el discurso
capitalista: análisis de un caso de Bulimia
Lic. Roberto Horacio Casanova
Psicólogo Clínico y Forense
1
Datos introductorios al caso. Primeros acercamientos diagnósticos.
La paciente observada se trata de una mujer de 56 años, la cual presenta episodios
mayormente de bulimia, aunque en momentos puntuales de su historia ha comportado conductas
anoréxicas. Ella no tiene hijos y es soltera, se la observa con un aparente buen estado de salud y
adecuado arreglo personal. Se encuentra realizando tratamiento psicológico hace dos años, ha ido
rotando por varios hospitales y centros, pero en este momento se encuentra asistiendo a una
clínica privada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí he estado a cargo de su tratamiento
durante 2 meses, con una frecuencia de un encuentro semanal. Suspende tratamiento por
cuestiones económicas y decide asistir a un hospital público. Se observa una fuerte transferencia
con la institución, por ejemplo, comenta que tiene un amigo que es adicto a ciertas drogas, al cual
le ha recomendado visitar la clínica, pero como condición le pide no la deje mal parada ya que ahí
la conocen los empleados y médicos.
Convive con su madre, en el barrio de Lugano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Su padre ha fallecido, y posee hermanos los cuales no habitan con ellas – y con quienes tiene una
mala relación, al igual que con la madre-. Según comenta en varias ocasiones, estando ambas en
su casa, a la paciente la llaman amigos por teléfono y la madre al notar esto si ella no está
presente no se lo comunica o directamente no atiende su celular. Por razones económicas, pérdida
de su anterior trabajo, la paciente ha regresado a vivir a la casa de su madre. Trabaja en un
remisería tomando los llamados y despachando viajes, situación con la que no está conforme y
dice no gustarle. – es notable saber que su padre fallecido era remisero -. En relación a su trabajo
y a su barrio, ella comenta que se trata de gente “chata”, con la cual no se identifica, sino más bien
ella se siente identificada con gente de barrios como Palermo o Caballito. Insiste en varias
ocasiones que la gente de Lugano es “grasa”, “chata”, al igual que sus padres, por lo contrario, ella
se describe como una mujer “fina”.
Aproximadamente al mes de tratamiento, comienza expresando que está contenta debido
a que asistió a un desfile de moda, en el rol de modelo – la hermana tiene un local de ropa y le
sugirió la idea -. Comenta que estaba ansiosa por contarlo, con lo cual se observa nuevamente
algo de lo transferencial tanto personal, como institucional - tomándome como profesional y como
representante del establecimiento-. Se destaca además, cierta posición infantil en sus expresiones
y discurso. Por otro lado, con este acontecimiento se observa que su cuadro depresivo aminoró
notablemente, pudiéndose ahora diagnosticar de un nivel leve.
Retomando el tema del desfile, ella dice encontrarse animada y contenta por el hecho.
Valora que fue en el barrio de Palermo, donde ella se encontraba a gusto entre gente “como ella”.
Esto lo ve como avances y mejoras personales, ya que se anima a mostrar su cuerpo, ya no tiene
tanta vergüenza, se siente mejor, se animó entro otras cosas a “Ir a Mar del Plata y usar malla”.
Por otro lado, en torno a este desfile le suceden cosas que la hacen enojar, invitó a una amiga a
2
que asista a observar el desfile, la cual le responde “Dale, así me voy a cagar de la risa un rato”.
Palabras que la paciente la toma como ofensa, y califica a su amiga y las mujeres de envidiosas.
Se observan factores de índole narcisistas en este caso frente a su amiga. A su vez, la paciente
comenta su desagrado y sorpresa al ver que en el desfile otras modelos eran demasiado gordas
según ella pensaba, y eso la molestaba estéticamente. No entendía como las pudieron haber
seleccionado, citando sus palabras: “me moriría si fuese así”. Menciona que por otro lado que
esta diferencia la hacía sentirse más linda que las demás, esto sumado a que el desfile fue un éxito
y la gente compro mucha ropa, por lo cual se siente reconocida y participe de este logro. Se deja
entrever en todo esto su necesidad de aceptación social, aprobación externa y su mecanismo de
sobrecompensación frente a su baja autoestima.
Aquí una observación en torno al cuadro: donde hay “chato” ella no se siente bien, y a
donde hay “gordas”, como en el desfile, ella es una reina”. Algo del orden de la imagen es muy
fuerte para ella. Paciente que justifica sus vómitos y restricciones en torno a mantener una imagen
y preocuparse por ello.
La paciente comentaba que estaba yendo al gimnasio y que su amiga transpira cuando
hace ejercicios, pero ella no, y ella quiere transpirar para adelgazar – probablemente debido a su
condición clínica sufra cuadros de deshidratación -. En relación a esto se observa que para la
paciente el tema de los líquidos, especialmente tomar agua, tiene una significación muy
representativa. Una de las posibles razones de que no transpire, es que no toma agua en esos
momentos de ejercicio físico. Sin embargo, en otras ocasiones quizás menos “esperables” lo hace,
como cuando se encuentra teniendo relaciones sexuales y detiene el acto para beber agua. En
torno a los hombres y estas situaciones, comenta que ella “hace esperar” a los hombres con los
que sale, también los hace esperar cuando la llama su madre por teléfono y la atiende aunque este
teniendo relaciones. – en torno a su sexualidad hay que comentar que ha decrecido en los últimos
años, a un encuentro o ninguno mensualmente. Refiere no estar interesada en el tema -.
Este hacer esperar hace eco ya que la paciente cuenta, hace 5 años su padre falleció
mientras estaba recostado en su cama, tenía una enfermedad coronaria. Ella en ese momento se
estaba duchando – “me baño mucho, el agua me hace bien” -, y su padre fallece sin estar ella
presente. Ella le reprocha que “no me esperó antes de morir”, lo que le parece injusto ya que ella
era quien se encargaba principalmente de sus cuidados de enfermo. Ella también se reprocha que
por bañarse quizás no pudo escuchar si la llamaba. Esto se conectó luego con sus conductas ante
los llamados telefónicos de su madre, donde deja de hacer lo que sea por contestar ese
requerimiento. Se observa un nudo muy grande en torno a un duelo por la muerte del padre que
parece inconcluso aún, no elaborado, lo que podría influir en sus relaciones. Se observa descarga
de enojo y rencor por lo sucedido, exclama en tiempo presente “mi padre es un pelotudo”, entre
otras cosas por no esperarla antes de fallecer. Luego de la muerte de su padre, la paciente refiere
un aumento en su preocupación por su cuerpo. Indagando sus conductas y síntomas durante esos
años se demuestra que su trastorno alimentario efectivamente se agrava marcadamente.
3
Se observó también una notable preocupación en torno al malestar en su cuerpo en
general, a enfermedades. Se puede pensar en somatización a través de un cáncer de mama del
cual se recuperó hace tiempo; nos habilita a pensar que pone en juego su cuerpo en las
intervenciones médicas que operan sobre ella. En cierta ocasión, la paciente inicia el encuentro
comentando que estuvo descompuesta, por un “ataque al hígado”, según ella informa. Menciona
que le quieren dar más medicación – sus médicos – y que ya actualmente está medicada con
Rivotril y vitaminas, lo cual le causa somnolencia. Luego menciona que se ve deformada, que
hace gimnasia y sigue teniendo grasa. Comenta que su madre “se mete” opinando sobre si asiste
al gimnasio o no. Según su percepción, ella siente que su madre se entromete al criticar cuando se
levanta temprano para ir a ejercitar. Se le pregunta: “¿Qué pasa que se mete en todo tu mamá?”, a
lo que responde: “Es que estoy hecha mierda, voy al gimnasio con 3 remeras para transpirar”.
Nuevamente la evitación como mecanismo de defensa que viene a ahorrar todo surgimiento
posible de angustia en un Yo lábil que nada quiere saber de la falta y se esfuerza por protegerse
de cualquier idea de amenaza externa.
En una sesión posterior, la paciente dice “Mi sobrina me prestó un vestido, que es de mi
hermana, pero me queda mal, yo soy más deforme”, por otro lado comenta: “Me pongo maquillaje,
pero la pintura se me resbala”. A continuación cuenta que comió una bolsa de “chisitos”, y que
luego le dio bronca que no pudo vomitar. Da cuenta, entre otros factores, de su trastorno bulímico
que en varias ocasiones comenta que intenta no comer, pero que cuando lo hace, lo hace en una
cantidad que según ella es exagerada, tragando la comida casi sin masticarla. Momento de
restricción de alimentos que llegado un punto se ven interrumpidos por escenas de ingestas de
alimentos de sobremanera y sin significación alguna – comúnmente llamado atracón -. Como ella
expresa, luego de estos cuadros siente remordimiento, culpa, y aquí es cuando intenta anular lo
hecho a través de vómitos inducidos, laxantes o gimnasia excesiva. Siempre de base existe un
temor que suele ser característico también de la anorexia: el miedo a engordar.
Por otro lado, menciona: “Soy responsable en mi trabajo, voy del trabajo al hospital, y acá
también vengo, sino me da culpa, y soy puntual siempre, siempre estoy antes de la hora que tengo
que estar”. Se trabajó a partir de esto que la responsabilidad también podría colocarse en otros
aspectos de su vida. Por último la paciente comenta que fue a comer un asado con amigas, con las
mujeres del desfile en el que participó. Cuenta que luego no tenía plata para volver en un remis, de
lo cual se queja y entre otras cosas dice: “ni eso me puedo permitir, ni una salida”. La queja como
postura ha sido contante a lo largo de las sesiones, por lo que se ha trabajado replantearse la
queja y realizar un pasaje al reclamo, a la protesta.
Es notable que ella interpele a la medicina constantemente con todo tipo de estudios por
sus desórdenes, medicina que no encuentra nada para ella. Con lo cual coloca a la falta, a la
castración del lado de la medicina y no en ella. Se observa que la medicina no efectuaba ningún
corte ni acotaba su goce en el cuerpo. Así podemos pensar en su cuerpo como pleno de goce,
donde no hay lugar para el Deseo, para la falta. No solo en la medicina coloca la falta, sino en la
4
institución, en el terapeuta, diciendo contantemente que sus intervenciones no surgen efecto, no
tienen sentido o que “eso ya lo sé, ya me lo dijeron”. La paciente no se indaga más allá, solo
remarca que no nada le sirve o alcanza.
Se observa así que la paciente no logra salir de su cuerpo, el cuerpo como organismo
puro, biológico, no como función inscripto y construido en lo simbólico. Paciente que huye cuando
se le hace referencia a aquello que no puede resolver, todo lo que gire en torno a la castración es
negado, es un todo o nada, no hay lugar para un “algo”.
Una paciente que ubica la lástima en su barrio, su trabajo, su madre – con la cual se lleva
mal y de la cual se queja constantemente -, y ella ubicándose en lugar y en término de víctima. Es
notable como pareciera que las intervenciones no parecen tocarla, le hacen agua las palabras. No
hablo aquí de la buena o mala eficacia de una intervención, sino más bien de una indiferencia a la
palabra del Otro que venga a cuestionar sobre todo aquello que la paciente esquiva. Pareciera que
va a quejarse y no buscar soluciones. Un arduo labor que se llevó a cabo el de hacer un corte de
lo que viene planteado. Fundar algún de límite, prohibición, algo del orden de la medida, que
permita la aparición de flujo deseante, de movimiento, de un sujeto de la falta. Se ha intentado
conmover ese lugar de víctima y convertirla en responsable, para pasar al orden de sujeto.
Trabajando su posición, correrla de lugar, de posición, pensar que la castración defectuosa no la
ubica en un plano de la responsabilidad con ella misma. Se infiere entonces que la castración se
juega sin simbolización quizás, y aparece más bien en el cuerpo a modo de invocación de este.
Sensación de que su cuerpo no es algo totalmente propio, si bien se han observado avances en la
posición histérica, es una histeria que niega la castración.
La paciente recalca sus avances a lo largo de los encuentros, y se interviene diciéndole
“todos los avances se dirigen al cuerpo” – dejando muchas otras cosas afuera, fuera de su interés-.
A lo que la paciente responde “Bueno, todo no se puede, ahora puedo tomar el colectivo, antes me
desmayaba, ahora al menos puedo ir y viajar y no estoy tan cansada” – suponemos por las
restricciones y las faltas de energías en su sistema-. De nuevo algo referido al cuerpo, de nuevo
más negación, intervenciones que parecen no traspasar – valga el término – su cuerpo. Toda una
dura labor de conmover al sujeto.
Se me ha ocurrido en cierto momento preguntarle a la paciente el para qué de seguir con el
tratamiento; una jugada peligrosa, ya que de suspenderse la terapia podría hacer
psicomatizaciònes complejas como ya lo había realizado (ver anexo). No he optado por este tipo
de intervención – mediante supervisión del caso – y se encaminó de otro modo, respetando los
tiempos de elaboración de la paciente y de la comprensión más profunda de sus síntomas. Una
paciente que se caracteriza por un sesgo de ansiedad constante, que en ciertas ocasiones actúa
de manera impulsiva debido a su baja tolerancia a la frustración. Se la nota prolija y rigurosa en
ciertos aspectos - como sus controles médicos, su higiene personal, cumplir con horarios-. En no
pocas ocasiones presenta recaídas en su afectividad – la cual posee un marcado monto de
5
inestabilidad -. También estos signos característicos del cuadro bulímico, junto con la constante
preocupación por la comida, por hacer gimnasia, por su peso.
El discurso capitalista: ¡Goza!
Estamos frente a una ilusión, ilusión sostenida por el discurso capitalista, un modelo de la
apariencia, en el cual se nos presenta un mercado donde todo está disponible para consumir,
instantáneamente, sin límites ni medidas. Producción constante de objetos y disposición
permanente para su consumo, góndolas infinitas que ofrecen en desmedida sin dejar lugar y
posibilidad para poder reflexionar que se desea realmente. Una arquitectura que pareciera
ahorrarle al sujeto todo lugar a la falta e inquietud por la misma. Este estado de cosas nos invita a
reflexionar si hoy en día queda un hueco para posponer el goce, si ya no podemos pensar en
ideales, frente a la oferta que nos invita al goce constante: “asignarle un sentido a la falta, a la
renuncia, se vuelve cada vez más dificultoso. El imperativo social se ha convertido en un
imperativo categórico: ¡Goza!”.
1
El discurso anoréxico - bulímico
Se hace presente en el discurso anoréxico - bulímico de la paciente, una constante
referencia al valor de un cuerpo digno de mostrar, delgado, que no sea deforme. Valores que
nuestra sociedad ejerce con presión sobre sus integrantes, moldeando un ideal que gira en torno a
las formas delgadas y a la imposición de lo delgado como lo bello, lo perfecto, lo que se considera
atractivo, lo que debe gustar a quien contempla. También se hace presente el uso y búsqueda de
dietas que la guíen hacia dicha delgadez, siempre a la par de sesiones de gimnasio que refuerzan
este fin. Sin embargo, esta constante búsqueda de deseabilidad se hace frente a una pérdida del
apetito sexual y la presencia de amenorrea (la paciente menciona problemas ginecológicos, sin
embargo en las observaciones no se mencionan directamente problemas en la menstruación, pero
se debería tener en cuenta su posibilidad.). Esta conflictiva se resuelve separando toda unión entre
lo corporal y su significado sexual, así de este modo poder continuar disminuyendo de peso,
camino hacia la delgadez extrema y constante. Situación que provoca toda pérdida del significado
sexual de lo que se presume atractivo, como nos explica Liliana Vázquez (2007): “De esta manera,
el adelgazamiento estaría persiguiendo un ideal corporal y una segunda meta, más novedosa: la
resolución del conflicto mental creado por la pérdida del interés sexual”
2
.
1
SLAVOJ, ¡Goza tu síntoma!, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994
2
DONGHI, A. Et. Al. (2007): Innovaciones de la práctica. Anorexias, bulimias y obesidad. JCE Ediciones,
Buenos Aires, 2007.
6
Entonces, ¿podemos pensar en una subjetividad actual que hace del cuerpo delgado el
modelo a seguir? Nos referimos al modelo que se anhela, el modelo que camina por las pasarelas
de los desfiles de moda – como el que protagonizó la paciente -, donde se observan cuerpos
flacos y demacrados como oferta de lo bello, de lo que se debe consumir, de lo ideal. En nuestro
caso, esta idea es vector de su cotidianeidad, es una búsqueda constante, donde su trastorno
alimentario nos habla de una subjetividad aplastada por una realidad que oprime al sujeto y le
impide encontrar otros modos de tramitación más saludables.
No debemos obviar ver como en ella se confunde la falta con el vacío – pensándolo desde
su fases restrictivas -, y por a la vez, un cuerpo que se puede llenar durante un atracón y luego
vaciar a través del vómito, el cual si no se logra efectuar produce molestias y bronca (como la
paciente nos comenta). Vómito que posee la función de poner coto al goce, frente a una boca que
ingiere desmedidamente con los atracones. Es a través de la expulsión del de los alimentos que la
paciente pone un límite, un coto al goce, en donde se logra observar la aparición de algo del sujeto
perdido, sobre esto se expide Edit Beatriz Tendlarz (2007): “el alimento deglutido se transforma en
vómito: único límite que pone un corte. Si comer implica que el sujeto se pierde como sujeto (…)
entonces el vomitar puede tener implicancia de acotamiento del goce”
3
No diremos nada nuevo al confirmar que el ideal estético de nuestra sociedad se ha
transformado en los últimos años. Como ya se dijo más arriba, la imagen de un cuerpo cada vez
más delgado fue tomando el podio de lo que se considera bello y atractivo. La paciente en cuestión
no ha sido la excepción a un proceso de subjetivación del cuerpo de la mujer, donde ya no sólo se
hace presión a los trajes y telas que deben cubrirla, sino que pareciera que esto queda de lado,
para tomar relevancia la mostración del cuerpo mismo. El cuerpo desnudo, libre de ocultamientos,
un cuerpo que es expuesto en todo momento a la mirada del otro y se reconoce a través de esa
mirada misma. Entonces, el cuerpo de la mujer es puesto en escena en todo el discurso social que
nos atraviesa, sus funciones, sus lugares, sus posibilidades, ya no posee casi secretos, es
mostrado a toda hora en propagandas, en los medios de comunicación. Y es la misma sociedad
quien no se olvida, en la búsqueda de ese cuerpo de la perfección, de poner a disposición las
herramientas para lograr esa meta, lo hace a través de incontables dietas, medicamentos,
psicofármacos, laxantes, diuréticos, gimnasias y una gran oferta de cirugías mal llamadas
“estéticas”. Retomando nuestro caso, observamos en sus palabras, este mismo interés por
consumir todo tipo de medicamentos que moldeen su cuerpo, que lo aseguren, que lo encaminen a
la perfección. Médicos con dietas milagrosas, sesiones de gimnasio extenuantes que lejos se
encuentran de la búsqueda de salud, sino más bien de un ideal social que hacen del cuerpo un
espectáculo.
3
DONGHI, A. Et. Al (2007). Op. Cit.
7
Se podría pensar, basándonos en conceptualizaciones de Liliana Vázquez (2007)
4
, que los
trastornos alimentarios presentes en esta mujer pueden estar dejando ver una instancia Yoica
lábil, con riesgos de fragmentación, situación en la que estos trastornos cumplen una función de
mecanismos de defensa. Como se mencionó más arriba, podríamos pensar en formas de evitar la
angustia frente a la imposibilidad de soportar la falta. Quisiera citar nuevamente las palabras de
Liliana Vázquez (2007): “Las sensaciones emergentes de esta situación consisten en aburrimiento,
vacío, debilidad y depresión. Hay poco entusiasmo y alegría de vivir (…) Tales vivencias impactan
negativamente, cuando estamos en presencia de una amenaza de fragmentación del Yo bajo la
forma de furia, ansiedad, vergüenza. (…) carecen de la capacidad de obtener placer; parecería que
al evitar ver sus propios cuerpos creyeran que eluden la fragmentación”.
5
Esta cita nos remite a lo
expresado por la paciente en torno su vida cotidiana, su constante aburrimiento, su tedio en todos
sus ámbitos, su monotonía familiar, laboral, su inexistencia de proyectos y anhelos. Un halo de
vacío y debilidad interior parece rodearla, donde no se encuentra justamente aquella alegría de
vivir. Una furia contenida, un ansiedad constante hace semblante de ella en sus relaciones
familiares, en el trato con sus amistades, en su ámbito laboral. Nos hace referencia a sensaciones
de vergüenza y desconfianza a la hora de exhibirse – aunque dice estar logrando avances en torno
a ello -. Da cuenta del ocultamiento de su cuerpo, evitar y rechazar ser observada, reconocida,
deseada por los hombres, rechazar sentirse y saberse un cuerpo con sexualidad, un cuerpo que
puede obtener placer – también un cuerpo que debiera tolerar el displacer -; en si, podemos pensar
que con estos modos podría estar evadiendo aquel peligro de fragmentación al que su subjetividad
se enfrenta.
La relación madre – hija. El estrago materno
En torno al caso de esta paciente, no podemos dejar de hacer alusión a la relación que
tiene con su madre, relación marcadamente conflictiva, en donde se nos informa de discusiones y
desencuentros. Una madre que parece aconsejarla y alentarla en cuanto a sus visitas médicas,
pero que nada refiere a su enfermedad y estado de salud, en palabras simples, no le pregunta qué
siente, qué le sucede como persona, no se cuestiona por sus afectos. Una madre que pareciera no
tolerar que su hija se vincule con personas del sexo opuesto, realizando ciertas artimañas para
evitar que la paciente tenga contactos con hombres. - ¿acaso permitir que su hija piense en otro
sujeto que no sea ella, habilitaría el peligro de la aparición su propia falta y consecuente angustia?
Debemos tener en cuenta la importancia existente, desde el nacimiento mismo, de la
ligazón madre – hija. Recordemos que esta relación es sustantivamente diferente a la relación del
varón con su madre. La niña continuará en una relación pre-edípica hasta una edad en que el niño
4
Ídem.
5
Ibídem
8
por su parte ya habrá atravesado el complejo de Edipo; el varoncito procederá a alejarse de su
madre, amenaza de castración por medio. Por otro lado, la pequeña aún mantiene una unión muy
fuerte con su madre, donde la figura paterna aún es excluida, hasta que en cierto momento, bajo el
complejo de castración, la pequeña hace responsable a su madre por saberse castrada, valga
decir, la falta de pene. Estamos frente a una situación de compleja afectividad y hostilidad, donde
la niña se verá en la labor de salir de la situación pre-edípica, y alejarse de su madre. Y en todo
esto es importante la aparición de la función paterna a fin de que se haga presente una terceridad
que imponga límites y marque el ingreso a la sociedad, a la cultura. De presentarse una función
paterna débil, la madre se tornará por demás exigente, aplastante, omnipotente. Situación
compleja que puede desembocar en una niña secuestrada por el deseo de su madre, donde su
cuerpo y palabra es absorbida por la necesidad de una madre pre-edípica que no se desplazará de
esa posición.
En relación a nuestro caso, se lee en sus comentarios a una mujer atrapada y con riegos
de ser aplastada totalmente por el deseo de su madre, una madre insaciable, insatisfecha,
asfixiante como la boca abierta de un cocodrilo, dentro del cual se encuentra esta niña en peligro
de ser devorada.
6
¿Qué se suponer teóricamente en torno a la paciente? Limitándose al material
obtenido en las entrevistas, se puede pensar que la figura paterna ha sido débil y defectuosa en su
acción de corte en la relación madre – hija. Muestras de esto pueden ser lo hechos ya mencionado
anteriormente: las peleas interminables, la constante hostilidad entre ellas, la queja constante y
cierto tinte de sometimiento; agresión y violencia que más bien son una esperanza e intento de
discriminación. Se observa una paciente que responsabiliza a su madre en todo momento, pero no
ocupa un lugar de responsabilidad en la trama. Podríamos decir que no cambia su posición de
queja y de reproche por saberse castrada, en falta, sujeto dividido, por ende con aparición de
angustia, angustia intolerable que, como ya se dijo, la evita taponando la misma con sus episodios
de atracones donde el goce parece invadir su cuerpo y ella perderse como sujeto. Nos
encontramos frente a una persona que sigue atrapada por el vínculo, con una subjetividad
arrasada, sin posibilidad de abandonar esa posición por presión de un Super Yo materno que no
habilita algún tipo de salida.
En la paciente se podría pensar que en sus momentos de posición anoréxica, que es no
comer nada, es realmente un deseo de nada; comiendo nada se estaría reforzando la metonimia
del deseo para no ser del todo ubicado en lo que ese Otro obliga a desear. Por etapas nuestra
paciente no desea alimentarse, así lo comenta ella en las entrevistas, a la par nos explica las
intromisiones – así lo siente ella – de su madre, la cual crítica que se despierte tan temprano para
asistir al gimnasio, o la presiona para que asista al hospital, pero no le pregunta cómo se siente,
qué le está sucediendo. Una madre que se focaliza pensando en ella como cuerpo que puede
enfermar, y no como sujeto que puede estar sufriendo, que precisa una mirada de amor. Estamos
6
RECALCATI, M.: La última cena: Anorexia y bulimia. Ediciones del cifrado, 2005
9
frente a una paciente que no desea ser colmada, aplastada con alimentos, parece cubierta y
saturada de esa “papilla asfixiante” de las que nos habla Jacques Lacan. Un Otro que confunde la
necesidad orgánica, cuidar el cuerpo, con la acción de amor, así la paciente comiendo nada, le
demuestra a ese Otro lo diferente entre la necesidad y el Deseo, un Deseo que justamente “nada”
podría colmarlo.
Se observa esta fusión asfixiante durante las entrevistas, en el momento que se la inquiere
a la paciente sobre qué piensa en torno de vivir sola, o más bien, no vivir con su madre. Pregunta
que le hace agua, cuestión que no responde, alega que no posee dinero, pero nada nos dice sobre
la simple posibilidad, plantearse otra realidad posible. En apariencia no cuenta con las
herramientas para poner en palabras estas posibilidades de separarse de su madre, de dejar de
ser una pequeña, su pequeña. En consecuencia, no es inevitable entrever la existencia de una
imposibilidad en ambas – por la doble relación del estrago – que las habilite a establecer una
discriminación de sus cuerpos, dividirse como sujetos, y encausar el deseo como sujetos divididos.
En la búsqueda de un tratamiento. Un dispositivo transdisciplinario
De lo que se ha podido observar en este caso y valiéndose de un cúmulo de datos
acotados – la paciente decide interrumpir tratamiento por cuestiones económicas -, se plantearán
aquí aquellos modos posibles de encarar la situación, teorizando en torno al material presente en
el historial de la paciente. Es por esto que sería conveniente comenzar este apartado, teniendo en
cuenta desde un inicio que un tratamiento representa la posibilidad de abrir la puerta a la aparición
de alguna pregunta en la paciente, algún monto de angustia. Desde una postura psicoanalítica,
bregar por construir una capacidad de decisión en torno al quehacer de su goce, una búsqueda de
libertad subjetiva que habilite a poder decidir con responsabilidad. Un trabajo de implicación
subjetiva, que permita al paciente un ingreso a la labor analítica, teniendo en cuenta que dentro de
esta teoría, se precisa la aparición de un sujeto dividido, un sujeto que se pregunte por su
enfermedad, y no que la desconozca y hago caso omiso de ello. Ardua labor se requiere en torno
a esta meta, donde con la aparición de estas nuevas problemáticas – en nuestro caso anorexia,
bulimia, pero podríamos agregar a las adicciones, hipocondrías y psicosis infantiles – se requiere
una puesta a punto no sólo del discurso psicoanalítico con el que venimos trabajando, también
invita a pensar en una implicación interdisciplinaria a la hora de abordar esta problemática social.
Será entonces de enorme importancia evitar apoyarse en teorías totalizadoras, verdades
absolutas, situación que no hace más que frenar aquella fuerza innovadora y creadora que los
autores originarios buscaron en un principio. Colocar a una teoría como única herramienta posible,
deja invisibilizados un sin fin de factores, problemas sin elaborar, que bloquean una lectura global
del hecho. Ser críticos con nuestra labor debiera invitarnos a pensar una problemática teniendo en
cuentas distintos vectores, distintos campos de saberes que elaboran esa realidad desde distintas
conceptualizaciones -con sus respectivas herramientas -. Pensar en prácticas como el
10
acompañamiento terapéutico, la atención médica – psiquiatras, nutricionistas, diagnósticos
endocrinológicos, ginecológicos, etcétera - , terapias familiares y grupales, sin olvidarnos de la
posibilidad de talleres artísticos y creativos; toda una labor interdisciplinaria que podría lograr armar
un plan de abordaje global que observe las transversalidades del caso. Para esto se debe contar
con un equipo de trabajo que logre y busque reunirse para intercambiar ideas, para comunicar sus
perspectivas y cuestionamientos del caso.
Más aún, sería conveniente pensar en un modo de trabajo transdisciplinario, donde se
trabaje con los saberes de cada disciplina a modo de caja de herramientas – valiéndonos de las
ideas de Michel Foucault
7
-, donde se tomen ideas, conceptos, desarrollos de cada campo de
conocimientos, no como totalidades teóricas absolutas; más bien captar y extraer aquellos recursos
relevantes para el caso. Recordemos que no existe una subjetividad igual a otra, por lo tanto nos
veremos en la necesidad de construir y deconstruir todo el plan de intervención – y nuestra caja de
herramientas – de forma constante. En otras palabras, acercase al problema, como problema, una
práctica del pensamiento, de elucidación crítica, como lo explica Juan Carlos De Brasi: “Elucidar es
una: labor propositiva, una exploración acerca de… inacabada, sujeta a revisiones y ajustes
provisorios, aunque no por eso menos rigurosos; se tratará de pensar sobre lo hecho mientras se
buscará conocer con mayor precisión eso que como hecho deberá ser deshecho, para entender su
irradiada composición, otorgando a la actividad de-constructiva un lugar central en la tarea de
elucidación.
8
Todo gira dentro de una sutileza de fondo: transformar el problema. Nuestra práctica
debiera ser planificada, se irá conformando como se mencionó más arriba, a través de cada
entrevista, cada sesión, cada medicamento, cada consejo del nutricionista, con toda la labor
vincular con la familia del paciente.
Operación de contención y la importancia del tratamiento preliminar.
Hoy en día se ofrece en torno a estos trastornos alimentarios, dispositivos de intervención
con orientaciones cognitivo – conductistas, donde el papel de la farmacología se deja ver a todas
luces. Sin embargo, no se puede dejar de observar que este marco se preocupa
predominantemente por rehabilitar y corregir al cuerpo en sus funciones alimenticias, quedando
las cuestiones del sujeto sin elaborar. Desde el campo del psicoanálisis, podemos pensar en
ciertos modos de tratamiento que permitan la aparición del sujeto y un progresivo cambio de
posición subjetiva.
En su libro, Massimo Recalcati
9
propone pensar en una terapia como una situación de
contención psico-afectiva-cognitiva de la paciente, donde su identidad esta notablemente
7
FERNANDEZ, A. M.: “Notas para un campo de problemas de la subjetividad” en Fernández, A. M. y otros,
Instituciones Estalladas, Buenos Aires, Eudeba, 1999, Cap. 8
8
DE BRASI, J.C. “Elucidaciones sobre el ECRO”, en Lo grupal 4, Búsqueda, Buenos Aires, 1986.
9
RECALCATI, M. Op. Cit.
11
trastocada, con un Yo perturbado teniendo en cuenta la relación estragante con el otro materno del
que no logra desprenderse totalmente del modo más conveniente. Esto habilita a pensar en
intervenciones que busquen crear nuevas formas de vínculo, creando un fondo de seguridad, que
ofrezca una ambiente bueno y estable, que le otorgue cierta sensación de continuidad a la
paciente. Se busca como se dijo, reparar y construir aquello que un Otro materno no pudo realizar
ni ha sabido ofrecer al sujeto a modo de sostén (utilizando el concepto Holding de Donald
Winnicott), un accionar contenedor. Podemos otorgar al sujeto una imagen menos asfixiante y
repulsiva, para más bien acogerlo, garantizando cuidados y protección a esta paciente que pone
en peligro de vida a su cuerpo.
Por otro lado, se observa en la paciente una falta de demanda real, más bien pareciera
asistir a los encuentros empujada por el consejo de familiares y amigos, o por prescripción médica.
Sería entonces aconsejable operar una rectificación para crear una demanda real, un demanda
subjetivada, que no esté invadida por la palabra del Otro. Estamos en una clínica que implica un
trabajo preliminar tanto sobre la demanda como sobre el goce, ya que como venimos tratando, la
posición anoréxica – bulímica de la paciente no está regulada por la metáfora sintomática –más
bien ella es objeto del goce del Otro, objeto del síntoma del Otro- , por ende, no se encuentra
disponible para la cura analítica. Es preciso entonces pensar en un tratamiento preliminar del goce
(aquí hablamos de tratar dentro de los límites de lo posible al Goce, hacer algo con el), para luego
poder así proceder a la rectificación subjetiva de la que nos habla Lacan, y entrar por la puerta del
análisis. Entonces, pensar en atenuar el goce de la paciente, introducir algo de la falta, crear un
agujero aunque sea mínimo en la identificación idealizada de sus aspectos anoréxicos restrictivos
o en la compulsión a la repetición de sus cuadros bulímicos. Explica M. Recalcati que para
comenzar un análisis: “Del lado de quien tiene el síntoma sin demanda, habrá que operar su
rectificación para producir una demanda que lo sea verdaderamente, es decir una demanda
subjetivada (…)”
10
, trabajo previo imprescindible para dar comienzo al análisis propiamente dicho.
Bibliografía de consulta
DE BRASI, J.C. “Elucidaciones sobre el ECRO”, en Lo grupal 4, Búsqueda, Buenos Aires, 1986.
DONGHI, A. y otros: Innovaciones de la práctica. Anorexias, bulimias y obesidad. JCE Ediciones,
Buenos Aires, 2007.
FERNANDEZ, A. M.: “Notas para un campo de problemas de la subjetividad” en Fernández, A. M.
y otros, Instituciones Estalladas, Buenos Aires, Eudeba, 1999, Cap. 8
FOUCAULT, M.: Obras Esenciales, Paidos Ibérica, Barcelona, 2010
10
Ídem
12
RECALCATI, M.: La última cena: Anorexia y bulimia. Ediciones del cifrado, 2005
SLAVOJ, ¡Goza tu síntoma!, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994
Anexo
A fin de graficar en mejor detalle el modo de interacción de la paciente, el despliegue de
sus mecanismos de defensa y el estilo de su discurso, a continuación se transcribirá un fragmento
de una de las sesiones:
- El jueves fui a la médica de cabecera, me mandó a hacer análisis por colesterol, tiroides. A
una amiga mía le salió problemas de tiroides.
- No tenés porque tener problemas de tiroides lo mismo que tu amiga
- Es que en el 98 tuve úlcera, me hincho mucho. Como verdura, cualquier cosa me hincha.
Voy al médico por esto o por lo otro, estoy con el hospital a full. Me falta el examen
ginecológico. Cada año me hago una endoscopía, soy muy miedosa .Me cuido con el
estomago
- ¿Sos muy cuidadosa con tu estómago?
- Si , bueno, no, pasa que fumo y tomo
- ¿Fumás mucho?
- No tendría que fumar tanto, trabajo, fumo y tomo agua
- ¿Solo eso?
- Voy al hospital haciéndome estudios y al gimnasio y eso.
- Vivís en el hospital parece.
- Ahora si, no hace tiempo. Mi amigo hace años tuvo un ACV, se olvida las cosas y me
aburre a veces, mi mamá también se olvida las cosas.
- ¿Qué te aburre?
- Todo, si no hago nada, solo voy al gimnasio. Soy una tarada, no me animo a ponerme
calzas. Mi mamá siempre me dice “no te pongas eso “No me queda bien. No tengo plata
para comprarme otro pantalón. Me lavo y me cambio el mismo, sin ropa ni plata, ¿Qué me
van a decir los que me vean las personas en la calle?
- ¿Quiénes te van a ver, la gente?
- No me interesa que me digan nada, rubia, nada, soy deformada, que los negros me digas
cosas me da una calentura los cagaría a trompadas. No me gusta que me digan nada, no
quiero que me mire nadie, yo me veo mal.
- ¿Qué hace falta para que te veas bien?
- Adelgazar, no sé, tener plata. Si no genero plata, no puedo hacer nada. No consigo
trabajo, me ofrecieron en otra remisería, pero me pagan 5 pesos la hora nada más, me
pago solo un paquete de cigarrillos, además serían 12 horas.
13
- Son más horas pero más plata
- Pero tengo que trabajar más horas, y por 5 pesos.
- Pero quizás estarías menos aburrida
- O más aburrida…Pensé en ir con mi amiga a un médico que tiene una dieta. Tenía que
venir a ver a Luciana, pero no está más a la mañana creo, tengo que venir a la tarde. (se
queda en silencio unos minutos)…. Ahora estoy más deshinchada
- Parece que todo gira alrededor de tu cuerpo, al gimnasio a tu malestar.
- Me dijeron que tenía que ir.
- ¿Conectaste tus factores personales en lo que haces, lo que hablamos antes?
- Que me voy a conectar, si estoy sola la plata y estar flaca, parece que es lo único que te
permite conectarte con otro. Pero ahora voy al gimnasio y tengo fuerza para venir al
hospital, para lo otro no. Yo no entiendo como la gente no hace los controles básicos.
Después de lo del estómago, lo que pase, como no voy a venir, no quedé bien para salir
- ¿Salir donde, a la calle, a la noche?
- Salir, no sé, salir.
- ¿Por qué crees que venís acá?
- Para mejorarme, creo que es necesario, sé que no estoy gorda, estoy chiflada, estoy re
heavy, contesto mal a mi vieja.
- ¿Por qué no hablas nunca de lo que sentís, siempre del hospital? ¿Y lo que te pasa a vos?
- Y porque me aburre hablar de ella, discuto, por cosas, el otro día estábamos limpiando y
no ayudó, yo ya baldee, y ella ni se puso las botas. Me enojé y me discutí y me quería ir.
- No hablas más de tu mamá parece, algo pasa entre ustedes, pero lo hablas como
superado.
- Pasa que antes yo no vivía tanto con ella, cuando no vivía con ella me llevaba mejor.
- Tenés que pensar que pasaría con vivir sola. Pensá que pasaba cuando vivías sola.
- Y no sé, con qué dinero.
- Siempre volvés a lo mismo, dinero, gimnasio y no otros temas. Podríamos pensar de hacer
y hablar de otras cosas. Pensar cómo podría ser.
- Si, puede ser, pero cuando este mejor y como yo quiero seguro pueda pensar mejor.
14

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Sobre los trastornos alimentarios y el discurso capitalista análisis de un caso de bulimia

  • 1. Sobre los trastornos alimentarios y el discurso capitalista: análisis de un caso de Bulimia Lic. Roberto Horacio Casanova Psicólogo Clínico y Forense 1
  • 2. Datos introductorios al caso. Primeros acercamientos diagnósticos. La paciente observada se trata de una mujer de 56 años, la cual presenta episodios mayormente de bulimia, aunque en momentos puntuales de su historia ha comportado conductas anoréxicas. Ella no tiene hijos y es soltera, se la observa con un aparente buen estado de salud y adecuado arreglo personal. Se encuentra realizando tratamiento psicológico hace dos años, ha ido rotando por varios hospitales y centros, pero en este momento se encuentra asistiendo a una clínica privada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí he estado a cargo de su tratamiento durante 2 meses, con una frecuencia de un encuentro semanal. Suspende tratamiento por cuestiones económicas y decide asistir a un hospital público. Se observa una fuerte transferencia con la institución, por ejemplo, comenta que tiene un amigo que es adicto a ciertas drogas, al cual le ha recomendado visitar la clínica, pero como condición le pide no la deje mal parada ya que ahí la conocen los empleados y médicos. Convive con su madre, en el barrio de Lugano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su padre ha fallecido, y posee hermanos los cuales no habitan con ellas – y con quienes tiene una mala relación, al igual que con la madre-. Según comenta en varias ocasiones, estando ambas en su casa, a la paciente la llaman amigos por teléfono y la madre al notar esto si ella no está presente no se lo comunica o directamente no atiende su celular. Por razones económicas, pérdida de su anterior trabajo, la paciente ha regresado a vivir a la casa de su madre. Trabaja en un remisería tomando los llamados y despachando viajes, situación con la que no está conforme y dice no gustarle. – es notable saber que su padre fallecido era remisero -. En relación a su trabajo y a su barrio, ella comenta que se trata de gente “chata”, con la cual no se identifica, sino más bien ella se siente identificada con gente de barrios como Palermo o Caballito. Insiste en varias ocasiones que la gente de Lugano es “grasa”, “chata”, al igual que sus padres, por lo contrario, ella se describe como una mujer “fina”. Aproximadamente al mes de tratamiento, comienza expresando que está contenta debido a que asistió a un desfile de moda, en el rol de modelo – la hermana tiene un local de ropa y le sugirió la idea -. Comenta que estaba ansiosa por contarlo, con lo cual se observa nuevamente algo de lo transferencial tanto personal, como institucional - tomándome como profesional y como representante del establecimiento-. Se destaca además, cierta posición infantil en sus expresiones y discurso. Por otro lado, con este acontecimiento se observa que su cuadro depresivo aminoró notablemente, pudiéndose ahora diagnosticar de un nivel leve. Retomando el tema del desfile, ella dice encontrarse animada y contenta por el hecho. Valora que fue en el barrio de Palermo, donde ella se encontraba a gusto entre gente “como ella”. Esto lo ve como avances y mejoras personales, ya que se anima a mostrar su cuerpo, ya no tiene tanta vergüenza, se siente mejor, se animó entro otras cosas a “Ir a Mar del Plata y usar malla”. Por otro lado, en torno a este desfile le suceden cosas que la hacen enojar, invitó a una amiga a 2
  • 3. que asista a observar el desfile, la cual le responde “Dale, así me voy a cagar de la risa un rato”. Palabras que la paciente la toma como ofensa, y califica a su amiga y las mujeres de envidiosas. Se observan factores de índole narcisistas en este caso frente a su amiga. A su vez, la paciente comenta su desagrado y sorpresa al ver que en el desfile otras modelos eran demasiado gordas según ella pensaba, y eso la molestaba estéticamente. No entendía como las pudieron haber seleccionado, citando sus palabras: “me moriría si fuese así”. Menciona que por otro lado que esta diferencia la hacía sentirse más linda que las demás, esto sumado a que el desfile fue un éxito y la gente compro mucha ropa, por lo cual se siente reconocida y participe de este logro. Se deja entrever en todo esto su necesidad de aceptación social, aprobación externa y su mecanismo de sobrecompensación frente a su baja autoestima. Aquí una observación en torno al cuadro: donde hay “chato” ella no se siente bien, y a donde hay “gordas”, como en el desfile, ella es una reina”. Algo del orden de la imagen es muy fuerte para ella. Paciente que justifica sus vómitos y restricciones en torno a mantener una imagen y preocuparse por ello. La paciente comentaba que estaba yendo al gimnasio y que su amiga transpira cuando hace ejercicios, pero ella no, y ella quiere transpirar para adelgazar – probablemente debido a su condición clínica sufra cuadros de deshidratación -. En relación a esto se observa que para la paciente el tema de los líquidos, especialmente tomar agua, tiene una significación muy representativa. Una de las posibles razones de que no transpire, es que no toma agua en esos momentos de ejercicio físico. Sin embargo, en otras ocasiones quizás menos “esperables” lo hace, como cuando se encuentra teniendo relaciones sexuales y detiene el acto para beber agua. En torno a los hombres y estas situaciones, comenta que ella “hace esperar” a los hombres con los que sale, también los hace esperar cuando la llama su madre por teléfono y la atiende aunque este teniendo relaciones. – en torno a su sexualidad hay que comentar que ha decrecido en los últimos años, a un encuentro o ninguno mensualmente. Refiere no estar interesada en el tema -. Este hacer esperar hace eco ya que la paciente cuenta, hace 5 años su padre falleció mientras estaba recostado en su cama, tenía una enfermedad coronaria. Ella en ese momento se estaba duchando – “me baño mucho, el agua me hace bien” -, y su padre fallece sin estar ella presente. Ella le reprocha que “no me esperó antes de morir”, lo que le parece injusto ya que ella era quien se encargaba principalmente de sus cuidados de enfermo. Ella también se reprocha que por bañarse quizás no pudo escuchar si la llamaba. Esto se conectó luego con sus conductas ante los llamados telefónicos de su madre, donde deja de hacer lo que sea por contestar ese requerimiento. Se observa un nudo muy grande en torno a un duelo por la muerte del padre que parece inconcluso aún, no elaborado, lo que podría influir en sus relaciones. Se observa descarga de enojo y rencor por lo sucedido, exclama en tiempo presente “mi padre es un pelotudo”, entre otras cosas por no esperarla antes de fallecer. Luego de la muerte de su padre, la paciente refiere un aumento en su preocupación por su cuerpo. Indagando sus conductas y síntomas durante esos años se demuestra que su trastorno alimentario efectivamente se agrava marcadamente. 3
  • 4. Se observó también una notable preocupación en torno al malestar en su cuerpo en general, a enfermedades. Se puede pensar en somatización a través de un cáncer de mama del cual se recuperó hace tiempo; nos habilita a pensar que pone en juego su cuerpo en las intervenciones médicas que operan sobre ella. En cierta ocasión, la paciente inicia el encuentro comentando que estuvo descompuesta, por un “ataque al hígado”, según ella informa. Menciona que le quieren dar más medicación – sus médicos – y que ya actualmente está medicada con Rivotril y vitaminas, lo cual le causa somnolencia. Luego menciona que se ve deformada, que hace gimnasia y sigue teniendo grasa. Comenta que su madre “se mete” opinando sobre si asiste al gimnasio o no. Según su percepción, ella siente que su madre se entromete al criticar cuando se levanta temprano para ir a ejercitar. Se le pregunta: “¿Qué pasa que se mete en todo tu mamá?”, a lo que responde: “Es que estoy hecha mierda, voy al gimnasio con 3 remeras para transpirar”. Nuevamente la evitación como mecanismo de defensa que viene a ahorrar todo surgimiento posible de angustia en un Yo lábil que nada quiere saber de la falta y se esfuerza por protegerse de cualquier idea de amenaza externa. En una sesión posterior, la paciente dice “Mi sobrina me prestó un vestido, que es de mi hermana, pero me queda mal, yo soy más deforme”, por otro lado comenta: “Me pongo maquillaje, pero la pintura se me resbala”. A continuación cuenta que comió una bolsa de “chisitos”, y que luego le dio bronca que no pudo vomitar. Da cuenta, entre otros factores, de su trastorno bulímico que en varias ocasiones comenta que intenta no comer, pero que cuando lo hace, lo hace en una cantidad que según ella es exagerada, tragando la comida casi sin masticarla. Momento de restricción de alimentos que llegado un punto se ven interrumpidos por escenas de ingestas de alimentos de sobremanera y sin significación alguna – comúnmente llamado atracón -. Como ella expresa, luego de estos cuadros siente remordimiento, culpa, y aquí es cuando intenta anular lo hecho a través de vómitos inducidos, laxantes o gimnasia excesiva. Siempre de base existe un temor que suele ser característico también de la anorexia: el miedo a engordar. Por otro lado, menciona: “Soy responsable en mi trabajo, voy del trabajo al hospital, y acá también vengo, sino me da culpa, y soy puntual siempre, siempre estoy antes de la hora que tengo que estar”. Se trabajó a partir de esto que la responsabilidad también podría colocarse en otros aspectos de su vida. Por último la paciente comenta que fue a comer un asado con amigas, con las mujeres del desfile en el que participó. Cuenta que luego no tenía plata para volver en un remis, de lo cual se queja y entre otras cosas dice: “ni eso me puedo permitir, ni una salida”. La queja como postura ha sido contante a lo largo de las sesiones, por lo que se ha trabajado replantearse la queja y realizar un pasaje al reclamo, a la protesta. Es notable que ella interpele a la medicina constantemente con todo tipo de estudios por sus desórdenes, medicina que no encuentra nada para ella. Con lo cual coloca a la falta, a la castración del lado de la medicina y no en ella. Se observa que la medicina no efectuaba ningún corte ni acotaba su goce en el cuerpo. Así podemos pensar en su cuerpo como pleno de goce, donde no hay lugar para el Deseo, para la falta. No solo en la medicina coloca la falta, sino en la 4
  • 5. institución, en el terapeuta, diciendo contantemente que sus intervenciones no surgen efecto, no tienen sentido o que “eso ya lo sé, ya me lo dijeron”. La paciente no se indaga más allá, solo remarca que no nada le sirve o alcanza. Se observa así que la paciente no logra salir de su cuerpo, el cuerpo como organismo puro, biológico, no como función inscripto y construido en lo simbólico. Paciente que huye cuando se le hace referencia a aquello que no puede resolver, todo lo que gire en torno a la castración es negado, es un todo o nada, no hay lugar para un “algo”. Una paciente que ubica la lástima en su barrio, su trabajo, su madre – con la cual se lleva mal y de la cual se queja constantemente -, y ella ubicándose en lugar y en término de víctima. Es notable como pareciera que las intervenciones no parecen tocarla, le hacen agua las palabras. No hablo aquí de la buena o mala eficacia de una intervención, sino más bien de una indiferencia a la palabra del Otro que venga a cuestionar sobre todo aquello que la paciente esquiva. Pareciera que va a quejarse y no buscar soluciones. Un arduo labor que se llevó a cabo el de hacer un corte de lo que viene planteado. Fundar algún de límite, prohibición, algo del orden de la medida, que permita la aparición de flujo deseante, de movimiento, de un sujeto de la falta. Se ha intentado conmover ese lugar de víctima y convertirla en responsable, para pasar al orden de sujeto. Trabajando su posición, correrla de lugar, de posición, pensar que la castración defectuosa no la ubica en un plano de la responsabilidad con ella misma. Se infiere entonces que la castración se juega sin simbolización quizás, y aparece más bien en el cuerpo a modo de invocación de este. Sensación de que su cuerpo no es algo totalmente propio, si bien se han observado avances en la posición histérica, es una histeria que niega la castración. La paciente recalca sus avances a lo largo de los encuentros, y se interviene diciéndole “todos los avances se dirigen al cuerpo” – dejando muchas otras cosas afuera, fuera de su interés-. A lo que la paciente responde “Bueno, todo no se puede, ahora puedo tomar el colectivo, antes me desmayaba, ahora al menos puedo ir y viajar y no estoy tan cansada” – suponemos por las restricciones y las faltas de energías en su sistema-. De nuevo algo referido al cuerpo, de nuevo más negación, intervenciones que parecen no traspasar – valga el término – su cuerpo. Toda una dura labor de conmover al sujeto. Se me ha ocurrido en cierto momento preguntarle a la paciente el para qué de seguir con el tratamiento; una jugada peligrosa, ya que de suspenderse la terapia podría hacer psicomatizaciònes complejas como ya lo había realizado (ver anexo). No he optado por este tipo de intervención – mediante supervisión del caso – y se encaminó de otro modo, respetando los tiempos de elaboración de la paciente y de la comprensión más profunda de sus síntomas. Una paciente que se caracteriza por un sesgo de ansiedad constante, que en ciertas ocasiones actúa de manera impulsiva debido a su baja tolerancia a la frustración. Se la nota prolija y rigurosa en ciertos aspectos - como sus controles médicos, su higiene personal, cumplir con horarios-. En no pocas ocasiones presenta recaídas en su afectividad – la cual posee un marcado monto de 5
  • 6. inestabilidad -. También estos signos característicos del cuadro bulímico, junto con la constante preocupación por la comida, por hacer gimnasia, por su peso. El discurso capitalista: ¡Goza! Estamos frente a una ilusión, ilusión sostenida por el discurso capitalista, un modelo de la apariencia, en el cual se nos presenta un mercado donde todo está disponible para consumir, instantáneamente, sin límites ni medidas. Producción constante de objetos y disposición permanente para su consumo, góndolas infinitas que ofrecen en desmedida sin dejar lugar y posibilidad para poder reflexionar que se desea realmente. Una arquitectura que pareciera ahorrarle al sujeto todo lugar a la falta e inquietud por la misma. Este estado de cosas nos invita a reflexionar si hoy en día queda un hueco para posponer el goce, si ya no podemos pensar en ideales, frente a la oferta que nos invita al goce constante: “asignarle un sentido a la falta, a la renuncia, se vuelve cada vez más dificultoso. El imperativo social se ha convertido en un imperativo categórico: ¡Goza!”. 1 El discurso anoréxico - bulímico Se hace presente en el discurso anoréxico - bulímico de la paciente, una constante referencia al valor de un cuerpo digno de mostrar, delgado, que no sea deforme. Valores que nuestra sociedad ejerce con presión sobre sus integrantes, moldeando un ideal que gira en torno a las formas delgadas y a la imposición de lo delgado como lo bello, lo perfecto, lo que se considera atractivo, lo que debe gustar a quien contempla. También se hace presente el uso y búsqueda de dietas que la guíen hacia dicha delgadez, siempre a la par de sesiones de gimnasio que refuerzan este fin. Sin embargo, esta constante búsqueda de deseabilidad se hace frente a una pérdida del apetito sexual y la presencia de amenorrea (la paciente menciona problemas ginecológicos, sin embargo en las observaciones no se mencionan directamente problemas en la menstruación, pero se debería tener en cuenta su posibilidad.). Esta conflictiva se resuelve separando toda unión entre lo corporal y su significado sexual, así de este modo poder continuar disminuyendo de peso, camino hacia la delgadez extrema y constante. Situación que provoca toda pérdida del significado sexual de lo que se presume atractivo, como nos explica Liliana Vázquez (2007): “De esta manera, el adelgazamiento estaría persiguiendo un ideal corporal y una segunda meta, más novedosa: la resolución del conflicto mental creado por la pérdida del interés sexual” 2 . 1 SLAVOJ, ¡Goza tu síntoma!, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994 2 DONGHI, A. Et. Al. (2007): Innovaciones de la práctica. Anorexias, bulimias y obesidad. JCE Ediciones, Buenos Aires, 2007. 6
  • 7. Entonces, ¿podemos pensar en una subjetividad actual que hace del cuerpo delgado el modelo a seguir? Nos referimos al modelo que se anhela, el modelo que camina por las pasarelas de los desfiles de moda – como el que protagonizó la paciente -, donde se observan cuerpos flacos y demacrados como oferta de lo bello, de lo que se debe consumir, de lo ideal. En nuestro caso, esta idea es vector de su cotidianeidad, es una búsqueda constante, donde su trastorno alimentario nos habla de una subjetividad aplastada por una realidad que oprime al sujeto y le impide encontrar otros modos de tramitación más saludables. No debemos obviar ver como en ella se confunde la falta con el vacío – pensándolo desde su fases restrictivas -, y por a la vez, un cuerpo que se puede llenar durante un atracón y luego vaciar a través del vómito, el cual si no se logra efectuar produce molestias y bronca (como la paciente nos comenta). Vómito que posee la función de poner coto al goce, frente a una boca que ingiere desmedidamente con los atracones. Es a través de la expulsión del de los alimentos que la paciente pone un límite, un coto al goce, en donde se logra observar la aparición de algo del sujeto perdido, sobre esto se expide Edit Beatriz Tendlarz (2007): “el alimento deglutido se transforma en vómito: único límite que pone un corte. Si comer implica que el sujeto se pierde como sujeto (…) entonces el vomitar puede tener implicancia de acotamiento del goce” 3 No diremos nada nuevo al confirmar que el ideal estético de nuestra sociedad se ha transformado en los últimos años. Como ya se dijo más arriba, la imagen de un cuerpo cada vez más delgado fue tomando el podio de lo que se considera bello y atractivo. La paciente en cuestión no ha sido la excepción a un proceso de subjetivación del cuerpo de la mujer, donde ya no sólo se hace presión a los trajes y telas que deben cubrirla, sino que pareciera que esto queda de lado, para tomar relevancia la mostración del cuerpo mismo. El cuerpo desnudo, libre de ocultamientos, un cuerpo que es expuesto en todo momento a la mirada del otro y se reconoce a través de esa mirada misma. Entonces, el cuerpo de la mujer es puesto en escena en todo el discurso social que nos atraviesa, sus funciones, sus lugares, sus posibilidades, ya no posee casi secretos, es mostrado a toda hora en propagandas, en los medios de comunicación. Y es la misma sociedad quien no se olvida, en la búsqueda de ese cuerpo de la perfección, de poner a disposición las herramientas para lograr esa meta, lo hace a través de incontables dietas, medicamentos, psicofármacos, laxantes, diuréticos, gimnasias y una gran oferta de cirugías mal llamadas “estéticas”. Retomando nuestro caso, observamos en sus palabras, este mismo interés por consumir todo tipo de medicamentos que moldeen su cuerpo, que lo aseguren, que lo encaminen a la perfección. Médicos con dietas milagrosas, sesiones de gimnasio extenuantes que lejos se encuentran de la búsqueda de salud, sino más bien de un ideal social que hacen del cuerpo un espectáculo. 3 DONGHI, A. Et. Al (2007). Op. Cit. 7
  • 8. Se podría pensar, basándonos en conceptualizaciones de Liliana Vázquez (2007) 4 , que los trastornos alimentarios presentes en esta mujer pueden estar dejando ver una instancia Yoica lábil, con riesgos de fragmentación, situación en la que estos trastornos cumplen una función de mecanismos de defensa. Como se mencionó más arriba, podríamos pensar en formas de evitar la angustia frente a la imposibilidad de soportar la falta. Quisiera citar nuevamente las palabras de Liliana Vázquez (2007): “Las sensaciones emergentes de esta situación consisten en aburrimiento, vacío, debilidad y depresión. Hay poco entusiasmo y alegría de vivir (…) Tales vivencias impactan negativamente, cuando estamos en presencia de una amenaza de fragmentación del Yo bajo la forma de furia, ansiedad, vergüenza. (…) carecen de la capacidad de obtener placer; parecería que al evitar ver sus propios cuerpos creyeran que eluden la fragmentación”. 5 Esta cita nos remite a lo expresado por la paciente en torno su vida cotidiana, su constante aburrimiento, su tedio en todos sus ámbitos, su monotonía familiar, laboral, su inexistencia de proyectos y anhelos. Un halo de vacío y debilidad interior parece rodearla, donde no se encuentra justamente aquella alegría de vivir. Una furia contenida, un ansiedad constante hace semblante de ella en sus relaciones familiares, en el trato con sus amistades, en su ámbito laboral. Nos hace referencia a sensaciones de vergüenza y desconfianza a la hora de exhibirse – aunque dice estar logrando avances en torno a ello -. Da cuenta del ocultamiento de su cuerpo, evitar y rechazar ser observada, reconocida, deseada por los hombres, rechazar sentirse y saberse un cuerpo con sexualidad, un cuerpo que puede obtener placer – también un cuerpo que debiera tolerar el displacer -; en si, podemos pensar que con estos modos podría estar evadiendo aquel peligro de fragmentación al que su subjetividad se enfrenta. La relación madre – hija. El estrago materno En torno al caso de esta paciente, no podemos dejar de hacer alusión a la relación que tiene con su madre, relación marcadamente conflictiva, en donde se nos informa de discusiones y desencuentros. Una madre que parece aconsejarla y alentarla en cuanto a sus visitas médicas, pero que nada refiere a su enfermedad y estado de salud, en palabras simples, no le pregunta qué siente, qué le sucede como persona, no se cuestiona por sus afectos. Una madre que pareciera no tolerar que su hija se vincule con personas del sexo opuesto, realizando ciertas artimañas para evitar que la paciente tenga contactos con hombres. - ¿acaso permitir que su hija piense en otro sujeto que no sea ella, habilitaría el peligro de la aparición su propia falta y consecuente angustia? Debemos tener en cuenta la importancia existente, desde el nacimiento mismo, de la ligazón madre – hija. Recordemos que esta relación es sustantivamente diferente a la relación del varón con su madre. La niña continuará en una relación pre-edípica hasta una edad en que el niño 4 Ídem. 5 Ibídem 8
  • 9. por su parte ya habrá atravesado el complejo de Edipo; el varoncito procederá a alejarse de su madre, amenaza de castración por medio. Por otro lado, la pequeña aún mantiene una unión muy fuerte con su madre, donde la figura paterna aún es excluida, hasta que en cierto momento, bajo el complejo de castración, la pequeña hace responsable a su madre por saberse castrada, valga decir, la falta de pene. Estamos frente a una situación de compleja afectividad y hostilidad, donde la niña se verá en la labor de salir de la situación pre-edípica, y alejarse de su madre. Y en todo esto es importante la aparición de la función paterna a fin de que se haga presente una terceridad que imponga límites y marque el ingreso a la sociedad, a la cultura. De presentarse una función paterna débil, la madre se tornará por demás exigente, aplastante, omnipotente. Situación compleja que puede desembocar en una niña secuestrada por el deseo de su madre, donde su cuerpo y palabra es absorbida por la necesidad de una madre pre-edípica que no se desplazará de esa posición. En relación a nuestro caso, se lee en sus comentarios a una mujer atrapada y con riegos de ser aplastada totalmente por el deseo de su madre, una madre insaciable, insatisfecha, asfixiante como la boca abierta de un cocodrilo, dentro del cual se encuentra esta niña en peligro de ser devorada. 6 ¿Qué se suponer teóricamente en torno a la paciente? Limitándose al material obtenido en las entrevistas, se puede pensar que la figura paterna ha sido débil y defectuosa en su acción de corte en la relación madre – hija. Muestras de esto pueden ser lo hechos ya mencionado anteriormente: las peleas interminables, la constante hostilidad entre ellas, la queja constante y cierto tinte de sometimiento; agresión y violencia que más bien son una esperanza e intento de discriminación. Se observa una paciente que responsabiliza a su madre en todo momento, pero no ocupa un lugar de responsabilidad en la trama. Podríamos decir que no cambia su posición de queja y de reproche por saberse castrada, en falta, sujeto dividido, por ende con aparición de angustia, angustia intolerable que, como ya se dijo, la evita taponando la misma con sus episodios de atracones donde el goce parece invadir su cuerpo y ella perderse como sujeto. Nos encontramos frente a una persona que sigue atrapada por el vínculo, con una subjetividad arrasada, sin posibilidad de abandonar esa posición por presión de un Super Yo materno que no habilita algún tipo de salida. En la paciente se podría pensar que en sus momentos de posición anoréxica, que es no comer nada, es realmente un deseo de nada; comiendo nada se estaría reforzando la metonimia del deseo para no ser del todo ubicado en lo que ese Otro obliga a desear. Por etapas nuestra paciente no desea alimentarse, así lo comenta ella en las entrevistas, a la par nos explica las intromisiones – así lo siente ella – de su madre, la cual crítica que se despierte tan temprano para asistir al gimnasio, o la presiona para que asista al hospital, pero no le pregunta cómo se siente, qué le está sucediendo. Una madre que se focaliza pensando en ella como cuerpo que puede enfermar, y no como sujeto que puede estar sufriendo, que precisa una mirada de amor. Estamos 6 RECALCATI, M.: La última cena: Anorexia y bulimia. Ediciones del cifrado, 2005 9
  • 10. frente a una paciente que no desea ser colmada, aplastada con alimentos, parece cubierta y saturada de esa “papilla asfixiante” de las que nos habla Jacques Lacan. Un Otro que confunde la necesidad orgánica, cuidar el cuerpo, con la acción de amor, así la paciente comiendo nada, le demuestra a ese Otro lo diferente entre la necesidad y el Deseo, un Deseo que justamente “nada” podría colmarlo. Se observa esta fusión asfixiante durante las entrevistas, en el momento que se la inquiere a la paciente sobre qué piensa en torno de vivir sola, o más bien, no vivir con su madre. Pregunta que le hace agua, cuestión que no responde, alega que no posee dinero, pero nada nos dice sobre la simple posibilidad, plantearse otra realidad posible. En apariencia no cuenta con las herramientas para poner en palabras estas posibilidades de separarse de su madre, de dejar de ser una pequeña, su pequeña. En consecuencia, no es inevitable entrever la existencia de una imposibilidad en ambas – por la doble relación del estrago – que las habilite a establecer una discriminación de sus cuerpos, dividirse como sujetos, y encausar el deseo como sujetos divididos. En la búsqueda de un tratamiento. Un dispositivo transdisciplinario De lo que se ha podido observar en este caso y valiéndose de un cúmulo de datos acotados – la paciente decide interrumpir tratamiento por cuestiones económicas -, se plantearán aquí aquellos modos posibles de encarar la situación, teorizando en torno al material presente en el historial de la paciente. Es por esto que sería conveniente comenzar este apartado, teniendo en cuenta desde un inicio que un tratamiento representa la posibilidad de abrir la puerta a la aparición de alguna pregunta en la paciente, algún monto de angustia. Desde una postura psicoanalítica, bregar por construir una capacidad de decisión en torno al quehacer de su goce, una búsqueda de libertad subjetiva que habilite a poder decidir con responsabilidad. Un trabajo de implicación subjetiva, que permita al paciente un ingreso a la labor analítica, teniendo en cuenta que dentro de esta teoría, se precisa la aparición de un sujeto dividido, un sujeto que se pregunte por su enfermedad, y no que la desconozca y hago caso omiso de ello. Ardua labor se requiere en torno a esta meta, donde con la aparición de estas nuevas problemáticas – en nuestro caso anorexia, bulimia, pero podríamos agregar a las adicciones, hipocondrías y psicosis infantiles – se requiere una puesta a punto no sólo del discurso psicoanalítico con el que venimos trabajando, también invita a pensar en una implicación interdisciplinaria a la hora de abordar esta problemática social. Será entonces de enorme importancia evitar apoyarse en teorías totalizadoras, verdades absolutas, situación que no hace más que frenar aquella fuerza innovadora y creadora que los autores originarios buscaron en un principio. Colocar a una teoría como única herramienta posible, deja invisibilizados un sin fin de factores, problemas sin elaborar, que bloquean una lectura global del hecho. Ser críticos con nuestra labor debiera invitarnos a pensar una problemática teniendo en cuentas distintos vectores, distintos campos de saberes que elaboran esa realidad desde distintas conceptualizaciones -con sus respectivas herramientas -. Pensar en prácticas como el 10
  • 11. acompañamiento terapéutico, la atención médica – psiquiatras, nutricionistas, diagnósticos endocrinológicos, ginecológicos, etcétera - , terapias familiares y grupales, sin olvidarnos de la posibilidad de talleres artísticos y creativos; toda una labor interdisciplinaria que podría lograr armar un plan de abordaje global que observe las transversalidades del caso. Para esto se debe contar con un equipo de trabajo que logre y busque reunirse para intercambiar ideas, para comunicar sus perspectivas y cuestionamientos del caso. Más aún, sería conveniente pensar en un modo de trabajo transdisciplinario, donde se trabaje con los saberes de cada disciplina a modo de caja de herramientas – valiéndonos de las ideas de Michel Foucault 7 -, donde se tomen ideas, conceptos, desarrollos de cada campo de conocimientos, no como totalidades teóricas absolutas; más bien captar y extraer aquellos recursos relevantes para el caso. Recordemos que no existe una subjetividad igual a otra, por lo tanto nos veremos en la necesidad de construir y deconstruir todo el plan de intervención – y nuestra caja de herramientas – de forma constante. En otras palabras, acercase al problema, como problema, una práctica del pensamiento, de elucidación crítica, como lo explica Juan Carlos De Brasi: “Elucidar es una: labor propositiva, una exploración acerca de… inacabada, sujeta a revisiones y ajustes provisorios, aunque no por eso menos rigurosos; se tratará de pensar sobre lo hecho mientras se buscará conocer con mayor precisión eso que como hecho deberá ser deshecho, para entender su irradiada composición, otorgando a la actividad de-constructiva un lugar central en la tarea de elucidación. 8 Todo gira dentro de una sutileza de fondo: transformar el problema. Nuestra práctica debiera ser planificada, se irá conformando como se mencionó más arriba, a través de cada entrevista, cada sesión, cada medicamento, cada consejo del nutricionista, con toda la labor vincular con la familia del paciente. Operación de contención y la importancia del tratamiento preliminar. Hoy en día se ofrece en torno a estos trastornos alimentarios, dispositivos de intervención con orientaciones cognitivo – conductistas, donde el papel de la farmacología se deja ver a todas luces. Sin embargo, no se puede dejar de observar que este marco se preocupa predominantemente por rehabilitar y corregir al cuerpo en sus funciones alimenticias, quedando las cuestiones del sujeto sin elaborar. Desde el campo del psicoanálisis, podemos pensar en ciertos modos de tratamiento que permitan la aparición del sujeto y un progresivo cambio de posición subjetiva. En su libro, Massimo Recalcati 9 propone pensar en una terapia como una situación de contención psico-afectiva-cognitiva de la paciente, donde su identidad esta notablemente 7 FERNANDEZ, A. M.: “Notas para un campo de problemas de la subjetividad” en Fernández, A. M. y otros, Instituciones Estalladas, Buenos Aires, Eudeba, 1999, Cap. 8 8 DE BRASI, J.C. “Elucidaciones sobre el ECRO”, en Lo grupal 4, Búsqueda, Buenos Aires, 1986. 9 RECALCATI, M. Op. Cit. 11
  • 12. trastocada, con un Yo perturbado teniendo en cuenta la relación estragante con el otro materno del que no logra desprenderse totalmente del modo más conveniente. Esto habilita a pensar en intervenciones que busquen crear nuevas formas de vínculo, creando un fondo de seguridad, que ofrezca una ambiente bueno y estable, que le otorgue cierta sensación de continuidad a la paciente. Se busca como se dijo, reparar y construir aquello que un Otro materno no pudo realizar ni ha sabido ofrecer al sujeto a modo de sostén (utilizando el concepto Holding de Donald Winnicott), un accionar contenedor. Podemos otorgar al sujeto una imagen menos asfixiante y repulsiva, para más bien acogerlo, garantizando cuidados y protección a esta paciente que pone en peligro de vida a su cuerpo. Por otro lado, se observa en la paciente una falta de demanda real, más bien pareciera asistir a los encuentros empujada por el consejo de familiares y amigos, o por prescripción médica. Sería entonces aconsejable operar una rectificación para crear una demanda real, un demanda subjetivada, que no esté invadida por la palabra del Otro. Estamos en una clínica que implica un trabajo preliminar tanto sobre la demanda como sobre el goce, ya que como venimos tratando, la posición anoréxica – bulímica de la paciente no está regulada por la metáfora sintomática –más bien ella es objeto del goce del Otro, objeto del síntoma del Otro- , por ende, no se encuentra disponible para la cura analítica. Es preciso entonces pensar en un tratamiento preliminar del goce (aquí hablamos de tratar dentro de los límites de lo posible al Goce, hacer algo con el), para luego poder así proceder a la rectificación subjetiva de la que nos habla Lacan, y entrar por la puerta del análisis. Entonces, pensar en atenuar el goce de la paciente, introducir algo de la falta, crear un agujero aunque sea mínimo en la identificación idealizada de sus aspectos anoréxicos restrictivos o en la compulsión a la repetición de sus cuadros bulímicos. Explica M. Recalcati que para comenzar un análisis: “Del lado de quien tiene el síntoma sin demanda, habrá que operar su rectificación para producir una demanda que lo sea verdaderamente, es decir una demanda subjetivada (…)” 10 , trabajo previo imprescindible para dar comienzo al análisis propiamente dicho. Bibliografía de consulta DE BRASI, J.C. “Elucidaciones sobre el ECRO”, en Lo grupal 4, Búsqueda, Buenos Aires, 1986. DONGHI, A. y otros: Innovaciones de la práctica. Anorexias, bulimias y obesidad. JCE Ediciones, Buenos Aires, 2007. FERNANDEZ, A. M.: “Notas para un campo de problemas de la subjetividad” en Fernández, A. M. y otros, Instituciones Estalladas, Buenos Aires, Eudeba, 1999, Cap. 8 FOUCAULT, M.: Obras Esenciales, Paidos Ibérica, Barcelona, 2010 10 Ídem 12
  • 13. RECALCATI, M.: La última cena: Anorexia y bulimia. Ediciones del cifrado, 2005 SLAVOJ, ¡Goza tu síntoma!, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994 Anexo A fin de graficar en mejor detalle el modo de interacción de la paciente, el despliegue de sus mecanismos de defensa y el estilo de su discurso, a continuación se transcribirá un fragmento de una de las sesiones: - El jueves fui a la médica de cabecera, me mandó a hacer análisis por colesterol, tiroides. A una amiga mía le salió problemas de tiroides. - No tenés porque tener problemas de tiroides lo mismo que tu amiga - Es que en el 98 tuve úlcera, me hincho mucho. Como verdura, cualquier cosa me hincha. Voy al médico por esto o por lo otro, estoy con el hospital a full. Me falta el examen ginecológico. Cada año me hago una endoscopía, soy muy miedosa .Me cuido con el estomago - ¿Sos muy cuidadosa con tu estómago? - Si , bueno, no, pasa que fumo y tomo - ¿Fumás mucho? - No tendría que fumar tanto, trabajo, fumo y tomo agua - ¿Solo eso? - Voy al hospital haciéndome estudios y al gimnasio y eso. - Vivís en el hospital parece. - Ahora si, no hace tiempo. Mi amigo hace años tuvo un ACV, se olvida las cosas y me aburre a veces, mi mamá también se olvida las cosas. - ¿Qué te aburre? - Todo, si no hago nada, solo voy al gimnasio. Soy una tarada, no me animo a ponerme calzas. Mi mamá siempre me dice “no te pongas eso “No me queda bien. No tengo plata para comprarme otro pantalón. Me lavo y me cambio el mismo, sin ropa ni plata, ¿Qué me van a decir los que me vean las personas en la calle? - ¿Quiénes te van a ver, la gente? - No me interesa que me digan nada, rubia, nada, soy deformada, que los negros me digas cosas me da una calentura los cagaría a trompadas. No me gusta que me digan nada, no quiero que me mire nadie, yo me veo mal. - ¿Qué hace falta para que te veas bien? - Adelgazar, no sé, tener plata. Si no genero plata, no puedo hacer nada. No consigo trabajo, me ofrecieron en otra remisería, pero me pagan 5 pesos la hora nada más, me pago solo un paquete de cigarrillos, además serían 12 horas. 13
  • 14. - Son más horas pero más plata - Pero tengo que trabajar más horas, y por 5 pesos. - Pero quizás estarías menos aburrida - O más aburrida…Pensé en ir con mi amiga a un médico que tiene una dieta. Tenía que venir a ver a Luciana, pero no está más a la mañana creo, tengo que venir a la tarde. (se queda en silencio unos minutos)…. Ahora estoy más deshinchada - Parece que todo gira alrededor de tu cuerpo, al gimnasio a tu malestar. - Me dijeron que tenía que ir. - ¿Conectaste tus factores personales en lo que haces, lo que hablamos antes? - Que me voy a conectar, si estoy sola la plata y estar flaca, parece que es lo único que te permite conectarte con otro. Pero ahora voy al gimnasio y tengo fuerza para venir al hospital, para lo otro no. Yo no entiendo como la gente no hace los controles básicos. Después de lo del estómago, lo que pase, como no voy a venir, no quedé bien para salir - ¿Salir donde, a la calle, a la noche? - Salir, no sé, salir. - ¿Por qué crees que venís acá? - Para mejorarme, creo que es necesario, sé que no estoy gorda, estoy chiflada, estoy re heavy, contesto mal a mi vieja. - ¿Por qué no hablas nunca de lo que sentís, siempre del hospital? ¿Y lo que te pasa a vos? - Y porque me aburre hablar de ella, discuto, por cosas, el otro día estábamos limpiando y no ayudó, yo ya baldee, y ella ni se puso las botas. Me enojé y me discutí y me quería ir. - No hablas más de tu mamá parece, algo pasa entre ustedes, pero lo hablas como superado. - Pasa que antes yo no vivía tanto con ella, cuando no vivía con ella me llevaba mejor. - Tenés que pensar que pasaría con vivir sola. Pensá que pasaba cuando vivías sola. - Y no sé, con qué dinero. - Siempre volvés a lo mismo, dinero, gimnasio y no otros temas. Podríamos pensar de hacer y hablar de otras cosas. Pensar cómo podría ser. - Si, puede ser, pero cuando este mejor y como yo quiero seguro pueda pensar mejor. 14