Es importante reconocer que la organización establece mecanismos para crear, mantener y modificar el clima y su cultura organizacional como elementos para contribuir a su gestión y al logro de los objetivos deseados. Conocer este tema permitirá comprender la incidencia de estos componentes sobre la actividad diaria, afectado a veces de manera positiva y otras tantas de manera negativa sobre los resultados de la gestión. Al incorporar nuevos conocimientos y técnicas, podemos tener un comportamiento activo al ser capaces de seleccionar los mecanismos adecuados para actuar sobre ellos haciendo más eficaz, eficiente y efectiva la propia labor y la del equipo de trabajo. Con los cambios que se producen a partir de las décadas del ´60 y ´70, aparecen nuevas demandas hacia los administradores de distinto nivel en las organizaciones. Uno de los grandes cambios en el pensamiento directivo durante los últimos años ha sido la modificación en el rol de los recursos humanos en la organización. Tan es así, que para caracterizar la forma de pensar de la era de la información, se destaca que responde a una nueva filosofía de gestión que revaloriza la forma en que el personal contribuye a la organización. Es cada vez más evidente que para que una organización pueda mantenerse y crecer, debe mejorar continuamente. Es esperable entonces que las ideas para mejorar los procesos y la actuación frente a los clientes o terceros relacionados, provengan cada vez más, de los integrantes que están cerca de los procesos internos y de los mismos clientes de la organización. Este cambio demanda una capacitación de los empleados, para que sus mentes y sus habilidades puedan ser movilizadas a favor de la consecución de los objetivos de la organización. En consonancia con esto, los esfuerzos para mejorar la vida laboral constituyen actividades sistemáticas que llevan a cabo las organizaciones para proporcionar a sus integrantes una oportunidad de mejorar sus puestos y su contribución a la empresa, en un ambiente de mayor confianza y respeto. Está claro que para lograr mejoras a largo plazo en la productividad, es indispensable mejorar la calidad del entorno laboral. De acuerdo a muchos estudios e investigaciones realizados, se ha comprobado que una gestión autocrática no puede mantener progresos significativos en los niveles de productividad porque el deterioro en el entorno laboral lleva no solamente a mayores niveles de ausentismo, de rotación y renuncias, sino también a la lentitud, el desgano y la indiferencia; el personal se retira psicológicamente de sus labores y predomina la actitud de cumplir exactamente con el mínimo requerido. Actuando en consecuencia con estos hallazgos, tanto los directivos de la organización como los profesionales de la administración de los recursos humanos, se unen en la necesidad de crear en su organización un clima en el que verdaderamente se trate a las personas como expertos responsables en sus puestos.