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ANO I, N 03 - TERCER CUATRIMESTRE DE 2013
SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2013
HUARI
BOLETÍN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y SOCIALES I 03
El Centro de Estudios Históricos Regionales Andinos (CEHRA) es
una institución, fundada en 2OO7 especializada en investigación y
difusión de los estudios históricos y sociales; asimismo, realiza
consultorios sobre temas de gestión cultural y desarrollo social
desde enfoques multidisciplinarios.
HUARI
BOLETÍN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y SOCIALES, AÑO I, N° 03 -
TERCER CUATRIMESTREDE 2013
Publicación académica del Centro de Estudios Históricos Regionales
Andinos - CEHRA
Correo-e: cehraperu@gmail.com
Director: RobertoAyala Huaytalla
Fotografía de portada: Esta foto corresponde a la llanura que esta delante del
atrio de Santa Clara. La foto debe haber sido tomada desde la torre de Santa
Clara y corresponde aladécada de 1930,pues ahíya está lapileta extraída dela
plaza mayor y reemplazada por el monumento a Sucre. (Archivo fotográfico
del INC)
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indicando su procedencia.
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La CuevadePikimachayy elHombre dePacaicasa: ¿Realmente existe?
Juan JoséYatacoCapcha
"Un ser de género dudoso". Imagen de la homosexualidad enAyacucho
del siglo XIX.
Julio César Heredia Pérez
Elclero ayacuchano enlaguerra conChile: 1879-1883.
JhoelA.Amiquero Prado
Por las rutas de Daniel Kirwayo: Recordando aun maestro de la guitarra
ayacuchana.
Diego FernándezStoll
El Quechuay lanueva generación urbanahuamanguina.
AmyFirestone
El silencioy laausencia sonvisibles:Arteypolíticapor los desaparecidos
delPerú.
Olga González
Sobre los autores
"UN SER DE GÉNERO DUDOSO". IMAGEN DE LA
HOMOSEXUALIDAD EN AYACUCHODEL SIGLO XIX
Julio César Heredia Pérez (UNSCH -AYACUCHO)
Las políticas públicas y sociales encaminadas a reconocer y defender la
diversidad e identidades degénero, y deproteger los derechos de los ciudadanos
con sexualidades y afectividades no hegemónicas, a pesar de todo el debate,
sigue siendouna agendapendiente.
La postergación de estereconocimiento social yjurídico se debeaun conjunto
de fobias enraizadas en diferentes ámbitos de nuestra sociedad. Por ello se sigue
distinguiendo a las sexualidades periféricas' como una trasgresión a los valores
tradicionales impuestos desde una heterosexualidad conservadora. Este
conservadurismo niega y teme a la libertad y a la diversidad de expresiones
afectivas. Comprendiéndose así lo conservador en "no tener una actitud activa
frente auno mismoen laconcienciade las diferencias deldeseo"2.
Estamos frente a políticas públicas y convivencias que patologizan y
estereotipan, desde prejuicios socialmente aprobados, todo lo considerado
extraño y escandaloso. Negando de este modo que las personas son diferentes
entre sí. En esta visión todo lo que altere la monótona hegemonía se induce,
mediante la vigilancia y el castigo, a lo calificado "moralmente correcto". De
este modo la violencia que se reproduce cotidianamente contra la comunidad
LGTB,3 resulta siendo "normal" y justificada por un inventado "pánico
homosexual"4 queanormaliza todas las expresiones corporalesno hegemónicas.
Sin embargo, cómo eran representadas estas afectividades en otros espacios y
tiempos. Qué connotaciones tenían y cuáles eran los valores o prejuicios que
orientaban lasconductas yafectividades delas personas.
En el presente trabajo hacemos una descripción histórica sobre la
representación de la homosexualidad en Ayacucho del siglo XIX. Veremos que
losestereotipos de lasconductasrespondían aunanormatividad heterosexualy a
principios circunscritoscomodecentesy urbanos. Estas prácticas interveníanen
el comportamiento público de las personas y especialmente en el control de sus
sensibilidades, gustos yprácticas.
Desde la lectura de datos encontrados en periódicos locales de la época,
podremos ver que muchasde lasnormas de antañose siguencircunscribiendo en
el presente.
I Son todas aquellas sexualidades "que traspasan la frontera de la sexualidad aceptada socialmente: heterosexual,
monógama, entrepersonasde lamisma edad y clase..." Fonseca y Quintero (2009)
2Ugarteche2006:l37.
3 LGTB: lesbianas, gays, trans y bisexuales. Para mayores detalles al respecto, ver Cosmeet al. 2007.
4Sedgwickl998:30-34.
/ 1S/Julio Cesar Heredia Pérez
Anotaciones generales sobre la ciudad
La ciudad de Ayacucho,ubicada a 2671 m.s.n.m. en los Andes del Perú, fue
fundada en 1540por los españoles. Suubicación respondió auna estrategia "para
proteger la ruta Jauja-Cusco de la incursión militar de los incas rebeldes de
Vilcabamba". Posteriormente la ciudad sería beneficiada por el "auge de las
minas de Huancavelica, los obrajes y haciendas". Asimismo, fue un centro
administrativo del Estado colonial y el principal centro residencial de mineros,
hacendados y obrajeros de entonces.5 En el siglo XIX siguió manteniendo las
estructuras y diseños coloniales: las casonas y templos son las edificacionesmás
notorias. Asimismo, según el censo de 1876, el 71.8% de la población
ayacuchana era indígena y el 92.2% era analfabeta.6 De este modo, habría que
esperar hasta los primeros años del siglo XX para identificar una nueva y
significativa expansión de la ciudad como producto del proyecto modernizador
deloncenio deLeguía.'
En este periodo,Ayacucho no mostraba un desarrollo urbanísticoimportante,
sino, la ciudad era carente deuna infraestructura urbanabásica. Era, casi, un área
rural habitado por terratenientes que vivían en grandes casonas en la zona
nuclear y campesinos que residían en los barrios periféricos. En este espacio los
individuos se relacionaban de manera jerárquica haciendo diferenciaciones
étnicas y de género, teniendo muy en cuenta los lugares que frecuentaban y la
ubicación de su residencia considerando que sus comportamientos estaban
orientados por valores sustentados en ladecenciay laurbanidad.
Una sociedad urbanay decente
En el siglo decimonónico los valores se circunscribían al modo de actuar
públicamente y de conducirse de acuerdo a normas socialmente aceptadas y
reconocidas como buenas costumbres.8 En esta acepción la hegemonía de los
principios de urbanidad y decencia ejercieron un control sobre el modo de
conducirse de las personas jerarquizando las relaciones sociales en donde el
respeto y las deferencias dependían de cuan honorables eran reconocidos los
individuos.
De este modo, la urbanidad estaba representaba en el comportamiento
decoroso de varones y mujeres quienes se orientaban por reglas que debían ser
exclusividad de un sector o grupo de la población citadina. Asimismo, se
marcaba diferencias entre los espacios residenciales a partir del centro o núcleo
de la ciudad respecto a las zonas periféricas y rurales. En esta significación,
decente era aquella persona figurada como justa, honesta y mantenía una
limpieza de sus acciones y de sí mismo, además de ser miembro de una familia
distinguidaconelevadaposición socialoeconómica.
SBéjaryPereyra 2006:161.
6 Caldo 1992:99-100.
7 González, Gutiérrez y Urrutia 1995:149.
8 El Manual de urbanidad y buenas maneras... de Carreño, es todo un tratado de fórmulas y convencionalismos
sobre el comportamiento de las personasen la segunda mitad del siglo XIX.
Un ser degénero dudoso /19/
Sin embargo, en las escenas de la cotidianidad y en el modo de vida de las
personas las calumnias e injurias fueron el antónimo que ponían a prueba estos
valores. Los testimonios que sedescriben sobre agresiones físicas overbales dan
crédito de ello. En febrero de 1878, Melchora Sierralta denunciaba a Eduviges
Fernández por haber ofendido suhonra calificándolapúblicamente y agritoscon
"los epítetos denigrantes de puta, adultera, hechicera y de practicar actos
deshonestos con mi propia criada Josefa Quispe [...] Los calificativos de
adultera e inmoral aplicadas a una mujer casada son altamente graves y
ofensivos".'
En tal circunstancia, MarianoBautista, esposo de la agraviada, anotaba ante el
juez que los improperios de "rabona, ramera o prostituta, adultera y ladrona"
eran en concepto público afrentosas y que tales "palabras, señor juez, que
conculcan atrozmente no solo la fama y honra de mi esposa, sino también mi
fama y honra deesposo".10
Años después, los esposos Ignacio Beisaga y Guadalupe Jiménez, naturales y
vecinos de Bolivia, hospedados en la casa de Alejandra Peralta, calle del Sol,
presentaban contraquerella a Nicolasa Vallejos por haberles ofendido
públicamente. Los esposos consideraban que las "injurias [...] han dañado
nuestra honra, nuestro crédito, nuestra fama, nuestros intereses y todo lo demás
noble que conservamospara elrespeto denuestra personalidad"."
Seguidamente apuntaban:
"Las palabras injuriosas sonlas siguientes: puta oloseta quemedirigió amí
la segunda en el sentido de que yo había alumbrado hijos de diferentes
personas, que se hanhecho más graves en virtud de que se han preferido en
presencia de mi esposo, que hoy puede atentar hasta contra mi vida
considerándome adúltera; y a mí el primero me dijo que era maricón
sinónimo de hermafrodita, animal, bestia, bruto, ladrón, ben yo te sacaré
lastripas".12
Estas reyertas ponen en evidencia lo ofensivo y difamatorio que eran tales
enunciados en tanto la moral pública intervenía sobre el modo de actuar de las
personas y las relaciones sociales que estas mantenían. Por ello la moral actuaba
como un blindaje y permitía agredir o defenderse de alguna gresca. Demandaba
cuidar y mantener una categoría y unprestigio porque "la moralpública exige el
buen comportamiento y el orden de las familias"13. Los calificativosanotados se
orientaban hacia la decencia en el cuerpo y el comportamiento del sujeto
permitiendo, de este modo, ejercer autoridad y poder sobre aquél que no era
reconocido comotal.
9 Archivo Regional de Ayacucho (ARAy). Corte Superior de Justicia (CS.I). Causas Criminales (CCr). Leg. 237.
Cuaderno 13, fol. 1,1878. La cursiva es nuestra.
10 ídem:fol. 4.
11 ARAy. CSJ. CCr. Leg. 248.Cuaderno 1, fol. 3,1883.
12 ídem:fol. 4. La cursiva es nuestra.
13 ARAy, CSJ.CCr. Leg266.Cdno 18,fol. Ir., 1889.
/20/Julio Cesar Heredia Pérez
«Un ser degénero dudoso»
El cuerpo está sujeto a valores consuetudinarios, a experimentos y a políticas
educativas, de saludy,particularmente, de control.Los significadosque setienen
sobre él trascienden más allá de su estructura biológica. El tratamiento que se le
da y la percepción que se tiene sobre el cuerpo físico están relacionados con el
cuerpo social.14 Asimismo, "las relaciones espaciales de los cuerpos humanos
determinan en buena medida la manera en que las personas reaccionan una
respecto a otras, la forma en que se ven y escuchan, en si se tocan o están
distantes".15
De este modo, el cuerpono es una imagen estática enblancoy negro, sino esun
lienzo de coloridos matices y de diversos movimientos que responde y se
circunscribe en una trama de significados y representaciones culturales. Es el
centro de discursos y prácticas de poder tanto públicas como privadas. Su
tratamiento, también, responde a los gustos y prácticas sexuales que tienen los
individuos y las sociedades. Se lojuzga desde lohegemónicamente considerado
normal haciendo así quetoda práctica fuera de estos parámetros sea considerada
anormal oilegítimas.
Las sociedades, históricamente, no han sido ajenas a las prácticas sexuales
entre individuos del mismo sexo. Sin embargo tal práctica tenía diferentes
connotaciones y representaciones de acuerdo a las circunstancias, contextos,
valores y prejuicios. Las experiencias homosexuales "no eran solamente
comunes en algunas sociedades precolombinas, sino que eran aceptadas
abiertamente".16 Los Moche, por ejemplo, atribuían esta práctica a "ritos
religiosos, en los cuales participaban ampliamente sacerdotes e incluso los
propios gobernantes".17 Asimismo, la actitud que tuvieron los españoles sobre
esta sexualidad "fue igual a la de los incas. Públicamente, estas prácticas fueron
condenadas y fuertemente castigadas, pero en privado hubo cierta tolerancia".18
Ya en el virreinato, en Lima, "los maricones participaban y definían el espacio
social dela época".19 Yenel siglo XVIII, los esclavos y libertos que vivían enlos
"barrios más populares de Lima" practicaban la homosexualidad como "una
consecuencia de suscondiciones generales devida".20
No obstante, es en el siglo XIX que se presta atención científica seria a las
actividades sexuales. Es en este periodo que el homosexual "ha llegado a ser un
personaje: un pasado,unahistoria y una infancia, un carácter, una forma devida;
asimismo una morfología, con una anatomía indiscreta y quizás misteriosa
fisiología".21
I4Mannarellil996:75.
15Sennettl997:l9.
16 Stavigl996:31.
17Ugarteche!992:53.
18Stavigl996:37.
19 Campuzano 2009:85.
20 Macera 1977:348.
21Foucault2005:56.
Un serdegénero dudoso /2¡/
EnAyacuchola homosexualidad eraun asunto reservado y privado entanto el
comportamiento sexual y social de las personas era regido, además de los
principios anotados, por un discurso religioso católico22 y, particularmente, por
una normatividad heterosexual. La heteronormativización de las conductas de
las personas respondía a que la heterosexualidad era asignada como la identidad
predominante en tanto esta "excluye y subordina al resto de posibilidades
identitarias, condicionando su invisibilización y el recorte de sus derechos
ciudadanos".23
Las personas con sensaciones, gustos y prácticas no hegemónicas fueron
vigiladas para exteriorizar un comportamiento viril deacorde a losvalores quese
exigían públicamente y del reconocimiento, social y jurídico, de dos géneros
heterosexuales: masculino y femenino.Invisibilizando así la existencia de otras
identidades degénerojunto a susderechos y libertades.
El Código Civil de 1852, en su título segundo de los varones y mujeres
reconoce:
"9. Porelestado natural sontambiénlaspersonas varones o mujeres.
10. Bajo lapalabra hombre se comprende la mujer, y las disposiciones de la
ley abrazan a ambos sexos, siempre que ella no distingue
expresamente.
11. Los varones y las mujeres gozan de los derechos civiles, y están sujetos
a las obligaciones queestablece estecódigo."24
La prensa, en los casos conocidos, fue el principal medio que sojuzgó a las
personas con orientación homosexual. Y pese a las breves circunstancias de
"tolerancia"pública regularmente esta afectividaderacuestionada. Enla semana
santa de 1864, La Bandera deAyacucho, además de decir que "es muy indecente,
ridículo e impropio el que se ponga fuerza a la chusma y gente rotosa a que
alumbre la imagen del Salvador que sale de SantaAna", sarcásticamente alegaba
que "hasta los maricones y marimachos ya tienen vergüenza de acompañar
alumbrando en laprocesióndemiércoles santo".25
La conducta femenil de un varón y la figura varonil de una mujer estaban
representadas en los calificativosde"maricón"y "marimacho"respectivamente.
Estas calificaciones son las primeras formas de reprobación y denigración de las
personas con afectividades no hegemónicas. Sin embargo, el participar
públicamente de las procesiones y rituales litúrgicos, a pesar de las
humillaciones, constituyen una breve visibilización de su sexualidad y
resistencia a lo "normalmente" establecido. Las festividades se aprovecharon
como espacios liberadores, temporales, de la represión social, endonde también
las prácticas sexuales entre varones se dieron "bajo el disfraz de la fiesta y la
borrachera".26
22 Para una descripción de la evangelización de Huamanga revisar: Simposio sobre la evangelización de
Huamanga en los siglos XVI, XVII y XVIII.Ayacucho:Arzobispado de Ayacucho, 1992.
23Cosmeetal.2007:25.
24 Código Civil del Perú 1852:10.
25 La Bandera deAyacucho 30,19de marzo de 1864.Cursiva deloriginal.
26Ugartechel992:4l.
722/Julio Cesar Heredia Pérez
En 1875, Santiago Liborio27 acompañaba a laprocesión de Santa Rosa de Lima
que salió de la iglesia de La Merced. Su participación en este ritual por su modo
de actuar y vestir llamó la atención de un diario local. El Progreso describía su
conducta "comouna hermosa señorita,peinado ala furia, libro denácar y rosario
de concha-perla ostentando en mano y pegado a la más bonita seguía la
procesión"28. Ladescripción no queda allí, sino anota: "esta conducta es la misma
que observa D. Santiago en las iglesias, con la añadidura de ampolleta al lado
para hacer sus meditaciones. Preguntamos a las beatas: ¿si será D. Santiago
Liborio hombre o mujer?"29. En el siguiente párrafo, el redactor bajo el
seudónimo de"El Duende", decía:
"Así como somos amigos del recato y compostura en la casa de Dios, así
también somos enemigos de las mariconadas en las iglesias y en las
procesiones, que no solo fastidian a los de aquí, sino también a los
forasteros, perturban y distraen la atención delos fieles."30
Dos años después, El Republicano, se refería a Santiago Liborio como a "un
serdegénero dudoso"ylodescribía:
"No sabemos, hace tiempo, a que sexo pueda pertenecer un individuo, a
quien llamamos individuo, conocido con el nombre de S. Liborio. Unos
dicen que eshombre fundándose en el vestido que lleva este bicho, y otros
que es mujer, por la mucha familiaridad que usa con las bellas seductoras,
sus coqueterías, su peinado, los coloretes y otros que se barniza; la
inclinación que tiene por el sexo feo, el manual de piedad, su inseparable
rosario, su alfombrita, la costumbre de confesarse por las rejillas, sus
ocupaciones propias de mujer y en fin otras tantas cualidades femeniles
que sería largo enumerar. Padres, hermanos, mariditos mucho cuidado
éstepájaro novaya adescubrir sucondición."31
De este modo se personificaba una imagen considerada "anormal" y
"feminizada" que distorsionaba el cuerpo masculino heterosexual. Ante esta
afectividad la prensa, junto a los prejuicios y las humillaciones públicas,
funcionaba como un medio de vigilancia, de coercionamiento y de
invisibilización de los comportamientos, gestos y prácticas como las que
representaba Santiago Liborio. Por ello se le exigía que modificase su modo de
ser bajo la amenaza de que "como no seha podido definir hasta ahora a que sexo
pertenece [...] serepite el siguiente artículo y serepetirá 3,4,5,6y tantas veces,
cuantas sean necesarias para que el tal sujeto o sujeta, seahembra o macho, varíe
de conducta y costumbres"32. La descalificación de esta afectividad "se refiere a
la vez al tema de una inversión de las funciones sexuales y al principio de un
estigma natural de esta ofensa a la naturaleza"33. Este tipo de sexualidad se
27No hemos podidoubicar mayoresdetalles sobre él.
28 ElProgreso35, año II, 31 de agostode 1875.
29Ibíd.
30Ibid.
31 El Republicano 5, año 1,10 de abril de 1877.
32 Ídem6,14deabril de 1877.
33Foucault2003:20.
Un ser degénero dudoso /2i/
comprendía como deshonrosa para las familias, para los varonesy particularmente
para una hombría pública machista que solo reconocía la afectividad heterosexual.
Su forma de ser era considerada como escandalosa y específicamente su no
definición en ninguno de los sexos alteraba la heterosexualidad como imagen y
gestos corporales sustentados enlohonorabley decente.
Finalmente, en esta trama compleja de valores y prejuicios, también estuvo en
juego el uso y la forma de vestir. El vestido a pesar de que "no define ni la identidad
de las personas ni la orientación sexual que puedan tener dentro de su identidad"34,
los estereotipos de la vestimenta y sus ornamentos en Ayacucho eran únicos para
varones ymujeres.Ningunodeellos podía transferirlos modosyusos delas prendas
ya que distorsionaban la imagen y la exclusividad de la vestimenta de acorde a su
sexo.
En 1895, en elperiódico ElDebate seseñalaba que sehabíaobservado
"una grosera pantomima, que pudo haber tenido gracia y oportunidad en
carnavales: un jovencito vestido de mujer y con ella, mejor dicho, con él de
bracero un mocito de lahebra. Que no serepitan estos mamarrachosque dicen
mucho encontra delaeducación de loshombres demañana".35
El exhibir el cuerpo de varones vestidos de mujer fue objeto derechazo acausa de
que personificaban a travestís.36 Esta actitud exhibicionista se apreciaba como
riesgosa para la educación de las generaciones venideras. De este modo la
transferencia del uso de las ropas de un sexo a otro en situaciones no admitidas
generaba escándalo porque se figuraba como una negación a la identidad
heterosexual de género.
Amodo de conclusión
En Ayacucho del ochocientos la heteronormatividad de las conductas rigió las
sensaciones, los gustos y las prácticas de las personas. De ahí lahomosexualidad fue
vista como una afectividad "anormal" que tuvo que lidiar con una moral machista
rígida que consideraba a esta sensibilidad como una transgresión de la hombría
pública al feminizar la imagen del varón. La práctica de esta sexualidad era
considerada "indecente" y subalterna a una heterosexualidad que estereotipaba y
humillabapúblicamenteatodo aquelloquenorespondía aloscánones establecidos.
Lo heterosexual, junto a la decencia y urbanidad, imponía formalidades sobre el
comportamiento de los individuos. Varones y mujeres debían de actuar
públicamente de manera decorosa guardando las distancias y deferencias de acorde
a su reconocimiento social. De este modo lasrelaciones sociales sedaban demanera
jerárquica yexcluyente.
34Ugartechel996:24.
35 El Debate 137, añoVII, ódejuliode 1895.
36 Estas restriccioneso controles las encontramosa inicios del siglo XIX, en la visita que hizo el intendente41
Demetrio O'Higgins quien "prohibía los cantos y bailes indecentes, el travestismo,el adulterio, las apuestas y la
ebriedad"(Ruiz 1990: 128) Elsubrayadoes nuestro.
/24/ Julio Cesar Heredia Pérez
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Imagen homosexualidad Ayacucho siglo XIX

  • 1. ANO I, N 03 - TERCER CUATRIMESTRE DE 2013 SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2013 HUARI BOLETÍN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y SOCIALES I 03 El Centro de Estudios Históricos Regionales Andinos (CEHRA) es una institución, fundada en 2OO7 especializada en investigación y difusión de los estudios históricos y sociales; asimismo, realiza consultorios sobre temas de gestión cultural y desarrollo social desde enfoques multidisciplinarios.
  • 2. HUARI BOLETÍN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y SOCIALES, AÑO I, N° 03 - TERCER CUATRIMESTREDE 2013 Publicación académica del Centro de Estudios Históricos Regionales Andinos - CEHRA Correo-e: cehraperu@gmail.com Director: RobertoAyala Huaytalla Fotografía de portada: Esta foto corresponde a la llanura que esta delante del atrio de Santa Clara. La foto debe haber sido tomada desde la torre de Santa Clara y corresponde aladécada de 1930,pues ahíya está lapileta extraída dela plaza mayor y reemplazada por el monumento a Sucre. (Archivo fotográfico del INC) Tiraje: 1000 ejemplares Impresión: Imprenta Multiservicios Publigraf Jr. Arequipa N° 170 — Ayacucho Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014-03335 Impreso enPerú - Printed inPerú - Perú llaqtapi ruwasqa Derechos reservados. Los artículos pueden reproducirse total o parcialmente indicando su procedencia. Los artículos son de responsabilidad de los autores.
  • 3. Contenido La CuevadePikimachayy elHombre dePacaicasa: ¿Realmente existe? Juan JoséYatacoCapcha "Un ser de género dudoso". Imagen de la homosexualidad enAyacucho del siglo XIX. Julio César Heredia Pérez Elclero ayacuchano enlaguerra conChile: 1879-1883. JhoelA.Amiquero Prado Por las rutas de Daniel Kirwayo: Recordando aun maestro de la guitarra ayacuchana. Diego FernándezStoll El Quechuay lanueva generación urbanahuamanguina. AmyFirestone El silencioy laausencia sonvisibles:Arteypolíticapor los desaparecidos delPerú. Olga González Sobre los autores
  • 4. "UN SER DE GÉNERO DUDOSO". IMAGEN DE LA HOMOSEXUALIDAD EN AYACUCHODEL SIGLO XIX Julio César Heredia Pérez (UNSCH -AYACUCHO) Las políticas públicas y sociales encaminadas a reconocer y defender la diversidad e identidades degénero, y deproteger los derechos de los ciudadanos con sexualidades y afectividades no hegemónicas, a pesar de todo el debate, sigue siendouna agendapendiente. La postergación de estereconocimiento social yjurídico se debeaun conjunto de fobias enraizadas en diferentes ámbitos de nuestra sociedad. Por ello se sigue distinguiendo a las sexualidades periféricas' como una trasgresión a los valores tradicionales impuestos desde una heterosexualidad conservadora. Este conservadurismo niega y teme a la libertad y a la diversidad de expresiones afectivas. Comprendiéndose así lo conservador en "no tener una actitud activa frente auno mismoen laconcienciade las diferencias deldeseo"2. Estamos frente a políticas públicas y convivencias que patologizan y estereotipan, desde prejuicios socialmente aprobados, todo lo considerado extraño y escandaloso. Negando de este modo que las personas son diferentes entre sí. En esta visión todo lo que altere la monótona hegemonía se induce, mediante la vigilancia y el castigo, a lo calificado "moralmente correcto". De este modo la violencia que se reproduce cotidianamente contra la comunidad LGTB,3 resulta siendo "normal" y justificada por un inventado "pánico homosexual"4 queanormaliza todas las expresiones corporalesno hegemónicas. Sin embargo, cómo eran representadas estas afectividades en otros espacios y tiempos. Qué connotaciones tenían y cuáles eran los valores o prejuicios que orientaban lasconductas yafectividades delas personas. En el presente trabajo hacemos una descripción histórica sobre la representación de la homosexualidad en Ayacucho del siglo XIX. Veremos que losestereotipos de lasconductasrespondían aunanormatividad heterosexualy a principios circunscritoscomodecentesy urbanos. Estas prácticas interveníanen el comportamiento público de las personas y especialmente en el control de sus sensibilidades, gustos yprácticas. Desde la lectura de datos encontrados en periódicos locales de la época, podremos ver que muchasde lasnormas de antañose siguencircunscribiendo en el presente. I Son todas aquellas sexualidades "que traspasan la frontera de la sexualidad aceptada socialmente: heterosexual, monógama, entrepersonasde lamisma edad y clase..." Fonseca y Quintero (2009) 2Ugarteche2006:l37. 3 LGTB: lesbianas, gays, trans y bisexuales. Para mayores detalles al respecto, ver Cosmeet al. 2007. 4Sedgwickl998:30-34.
  • 5. / 1S/Julio Cesar Heredia Pérez Anotaciones generales sobre la ciudad La ciudad de Ayacucho,ubicada a 2671 m.s.n.m. en los Andes del Perú, fue fundada en 1540por los españoles. Suubicación respondió auna estrategia "para proteger la ruta Jauja-Cusco de la incursión militar de los incas rebeldes de Vilcabamba". Posteriormente la ciudad sería beneficiada por el "auge de las minas de Huancavelica, los obrajes y haciendas". Asimismo, fue un centro administrativo del Estado colonial y el principal centro residencial de mineros, hacendados y obrajeros de entonces.5 En el siglo XIX siguió manteniendo las estructuras y diseños coloniales: las casonas y templos son las edificacionesmás notorias. Asimismo, según el censo de 1876, el 71.8% de la población ayacuchana era indígena y el 92.2% era analfabeta.6 De este modo, habría que esperar hasta los primeros años del siglo XX para identificar una nueva y significativa expansión de la ciudad como producto del proyecto modernizador deloncenio deLeguía.' En este periodo,Ayacucho no mostraba un desarrollo urbanísticoimportante, sino, la ciudad era carente deuna infraestructura urbanabásica. Era, casi, un área rural habitado por terratenientes que vivían en grandes casonas en la zona nuclear y campesinos que residían en los barrios periféricos. En este espacio los individuos se relacionaban de manera jerárquica haciendo diferenciaciones étnicas y de género, teniendo muy en cuenta los lugares que frecuentaban y la ubicación de su residencia considerando que sus comportamientos estaban orientados por valores sustentados en ladecenciay laurbanidad. Una sociedad urbanay decente En el siglo decimonónico los valores se circunscribían al modo de actuar públicamente y de conducirse de acuerdo a normas socialmente aceptadas y reconocidas como buenas costumbres.8 En esta acepción la hegemonía de los principios de urbanidad y decencia ejercieron un control sobre el modo de conducirse de las personas jerarquizando las relaciones sociales en donde el respeto y las deferencias dependían de cuan honorables eran reconocidos los individuos. De este modo, la urbanidad estaba representaba en el comportamiento decoroso de varones y mujeres quienes se orientaban por reglas que debían ser exclusividad de un sector o grupo de la población citadina. Asimismo, se marcaba diferencias entre los espacios residenciales a partir del centro o núcleo de la ciudad respecto a las zonas periféricas y rurales. En esta significación, decente era aquella persona figurada como justa, honesta y mantenía una limpieza de sus acciones y de sí mismo, además de ser miembro de una familia distinguidaconelevadaposición socialoeconómica. SBéjaryPereyra 2006:161. 6 Caldo 1992:99-100. 7 González, Gutiérrez y Urrutia 1995:149. 8 El Manual de urbanidad y buenas maneras... de Carreño, es todo un tratado de fórmulas y convencionalismos sobre el comportamiento de las personasen la segunda mitad del siglo XIX. Un ser degénero dudoso /19/ Sin embargo, en las escenas de la cotidianidad y en el modo de vida de las personas las calumnias e injurias fueron el antónimo que ponían a prueba estos valores. Los testimonios que sedescriben sobre agresiones físicas overbales dan crédito de ello. En febrero de 1878, Melchora Sierralta denunciaba a Eduviges Fernández por haber ofendido suhonra calificándolapúblicamente y agritoscon "los epítetos denigrantes de puta, adultera, hechicera y de practicar actos deshonestos con mi propia criada Josefa Quispe [...] Los calificativos de adultera e inmoral aplicadas a una mujer casada son altamente graves y ofensivos".' En tal circunstancia, MarianoBautista, esposo de la agraviada, anotaba ante el juez que los improperios de "rabona, ramera o prostituta, adultera y ladrona" eran en concepto público afrentosas y que tales "palabras, señor juez, que conculcan atrozmente no solo la fama y honra de mi esposa, sino también mi fama y honra deesposo".10 Años después, los esposos Ignacio Beisaga y Guadalupe Jiménez, naturales y vecinos de Bolivia, hospedados en la casa de Alejandra Peralta, calle del Sol, presentaban contraquerella a Nicolasa Vallejos por haberles ofendido públicamente. Los esposos consideraban que las "injurias [...] han dañado nuestra honra, nuestro crédito, nuestra fama, nuestros intereses y todo lo demás noble que conservamospara elrespeto denuestra personalidad"." Seguidamente apuntaban: "Las palabras injuriosas sonlas siguientes: puta oloseta quemedirigió amí la segunda en el sentido de que yo había alumbrado hijos de diferentes personas, que se hanhecho más graves en virtud de que se han preferido en presencia de mi esposo, que hoy puede atentar hasta contra mi vida considerándome adúltera; y a mí el primero me dijo que era maricón sinónimo de hermafrodita, animal, bestia, bruto, ladrón, ben yo te sacaré lastripas".12 Estas reyertas ponen en evidencia lo ofensivo y difamatorio que eran tales enunciados en tanto la moral pública intervenía sobre el modo de actuar de las personas y las relaciones sociales que estas mantenían. Por ello la moral actuaba como un blindaje y permitía agredir o defenderse de alguna gresca. Demandaba cuidar y mantener una categoría y unprestigio porque "la moralpública exige el buen comportamiento y el orden de las familias"13. Los calificativosanotados se orientaban hacia la decencia en el cuerpo y el comportamiento del sujeto permitiendo, de este modo, ejercer autoridad y poder sobre aquél que no era reconocido comotal. 9 Archivo Regional de Ayacucho (ARAy). Corte Superior de Justicia (CS.I). Causas Criminales (CCr). Leg. 237. Cuaderno 13, fol. 1,1878. La cursiva es nuestra. 10 ídem:fol. 4. 11 ARAy. CSJ. CCr. Leg. 248.Cuaderno 1, fol. 3,1883. 12 ídem:fol. 4. La cursiva es nuestra. 13 ARAy, CSJ.CCr. Leg266.Cdno 18,fol. Ir., 1889.
  • 6. /20/Julio Cesar Heredia Pérez «Un ser degénero dudoso» El cuerpo está sujeto a valores consuetudinarios, a experimentos y a políticas educativas, de saludy,particularmente, de control.Los significadosque setienen sobre él trascienden más allá de su estructura biológica. El tratamiento que se le da y la percepción que se tiene sobre el cuerpo físico están relacionados con el cuerpo social.14 Asimismo, "las relaciones espaciales de los cuerpos humanos determinan en buena medida la manera en que las personas reaccionan una respecto a otras, la forma en que se ven y escuchan, en si se tocan o están distantes".15 De este modo, el cuerpono es una imagen estática enblancoy negro, sino esun lienzo de coloridos matices y de diversos movimientos que responde y se circunscribe en una trama de significados y representaciones culturales. Es el centro de discursos y prácticas de poder tanto públicas como privadas. Su tratamiento, también, responde a los gustos y prácticas sexuales que tienen los individuos y las sociedades. Se lojuzga desde lohegemónicamente considerado normal haciendo así quetoda práctica fuera de estos parámetros sea considerada anormal oilegítimas. Las sociedades, históricamente, no han sido ajenas a las prácticas sexuales entre individuos del mismo sexo. Sin embargo tal práctica tenía diferentes connotaciones y representaciones de acuerdo a las circunstancias, contextos, valores y prejuicios. Las experiencias homosexuales "no eran solamente comunes en algunas sociedades precolombinas, sino que eran aceptadas abiertamente".16 Los Moche, por ejemplo, atribuían esta práctica a "ritos religiosos, en los cuales participaban ampliamente sacerdotes e incluso los propios gobernantes".17 Asimismo, la actitud que tuvieron los españoles sobre esta sexualidad "fue igual a la de los incas. Públicamente, estas prácticas fueron condenadas y fuertemente castigadas, pero en privado hubo cierta tolerancia".18 Ya en el virreinato, en Lima, "los maricones participaban y definían el espacio social dela época".19 Yenel siglo XVIII, los esclavos y libertos que vivían enlos "barrios más populares de Lima" practicaban la homosexualidad como "una consecuencia de suscondiciones generales devida".20 No obstante, es en el siglo XIX que se presta atención científica seria a las actividades sexuales. Es en este periodo que el homosexual "ha llegado a ser un personaje: un pasado,unahistoria y una infancia, un carácter, una forma devida; asimismo una morfología, con una anatomía indiscreta y quizás misteriosa fisiología".21 I4Mannarellil996:75. 15Sennettl997:l9. 16 Stavigl996:31. 17Ugarteche!992:53. 18Stavigl996:37. 19 Campuzano 2009:85. 20 Macera 1977:348. 21Foucault2005:56. Un serdegénero dudoso /2¡/ EnAyacuchola homosexualidad eraun asunto reservado y privado entanto el comportamiento sexual y social de las personas era regido, además de los principios anotados, por un discurso religioso católico22 y, particularmente, por una normatividad heterosexual. La heteronormativización de las conductas de las personas respondía a que la heterosexualidad era asignada como la identidad predominante en tanto esta "excluye y subordina al resto de posibilidades identitarias, condicionando su invisibilización y el recorte de sus derechos ciudadanos".23 Las personas con sensaciones, gustos y prácticas no hegemónicas fueron vigiladas para exteriorizar un comportamiento viril deacorde a losvalores quese exigían públicamente y del reconocimiento, social y jurídico, de dos géneros heterosexuales: masculino y femenino.Invisibilizando así la existencia de otras identidades degénerojunto a susderechos y libertades. El Código Civil de 1852, en su título segundo de los varones y mujeres reconoce: "9. Porelestado natural sontambiénlaspersonas varones o mujeres. 10. Bajo lapalabra hombre se comprende la mujer, y las disposiciones de la ley abrazan a ambos sexos, siempre que ella no distingue expresamente. 11. Los varones y las mujeres gozan de los derechos civiles, y están sujetos a las obligaciones queestablece estecódigo."24 La prensa, en los casos conocidos, fue el principal medio que sojuzgó a las personas con orientación homosexual. Y pese a las breves circunstancias de "tolerancia"pública regularmente esta afectividaderacuestionada. Enla semana santa de 1864, La Bandera deAyacucho, además de decir que "es muy indecente, ridículo e impropio el que se ponga fuerza a la chusma y gente rotosa a que alumbre la imagen del Salvador que sale de SantaAna", sarcásticamente alegaba que "hasta los maricones y marimachos ya tienen vergüenza de acompañar alumbrando en laprocesióndemiércoles santo".25 La conducta femenil de un varón y la figura varonil de una mujer estaban representadas en los calificativosde"maricón"y "marimacho"respectivamente. Estas calificaciones son las primeras formas de reprobación y denigración de las personas con afectividades no hegemónicas. Sin embargo, el participar públicamente de las procesiones y rituales litúrgicos, a pesar de las humillaciones, constituyen una breve visibilización de su sexualidad y resistencia a lo "normalmente" establecido. Las festividades se aprovecharon como espacios liberadores, temporales, de la represión social, endonde también las prácticas sexuales entre varones se dieron "bajo el disfraz de la fiesta y la borrachera".26 22 Para una descripción de la evangelización de Huamanga revisar: Simposio sobre la evangelización de Huamanga en los siglos XVI, XVII y XVIII.Ayacucho:Arzobispado de Ayacucho, 1992. 23Cosmeetal.2007:25. 24 Código Civil del Perú 1852:10. 25 La Bandera deAyacucho 30,19de marzo de 1864.Cursiva deloriginal. 26Ugartechel992:4l.
  • 7. 722/Julio Cesar Heredia Pérez En 1875, Santiago Liborio27 acompañaba a laprocesión de Santa Rosa de Lima que salió de la iglesia de La Merced. Su participación en este ritual por su modo de actuar y vestir llamó la atención de un diario local. El Progreso describía su conducta "comouna hermosa señorita,peinado ala furia, libro denácar y rosario de concha-perla ostentando en mano y pegado a la más bonita seguía la procesión"28. Ladescripción no queda allí, sino anota: "esta conducta es la misma que observa D. Santiago en las iglesias, con la añadidura de ampolleta al lado para hacer sus meditaciones. Preguntamos a las beatas: ¿si será D. Santiago Liborio hombre o mujer?"29. En el siguiente párrafo, el redactor bajo el seudónimo de"El Duende", decía: "Así como somos amigos del recato y compostura en la casa de Dios, así también somos enemigos de las mariconadas en las iglesias y en las procesiones, que no solo fastidian a los de aquí, sino también a los forasteros, perturban y distraen la atención delos fieles."30 Dos años después, El Republicano, se refería a Santiago Liborio como a "un serdegénero dudoso"ylodescribía: "No sabemos, hace tiempo, a que sexo pueda pertenecer un individuo, a quien llamamos individuo, conocido con el nombre de S. Liborio. Unos dicen que eshombre fundándose en el vestido que lleva este bicho, y otros que es mujer, por la mucha familiaridad que usa con las bellas seductoras, sus coqueterías, su peinado, los coloretes y otros que se barniza; la inclinación que tiene por el sexo feo, el manual de piedad, su inseparable rosario, su alfombrita, la costumbre de confesarse por las rejillas, sus ocupaciones propias de mujer y en fin otras tantas cualidades femeniles que sería largo enumerar. Padres, hermanos, mariditos mucho cuidado éstepájaro novaya adescubrir sucondición."31 De este modo se personificaba una imagen considerada "anormal" y "feminizada" que distorsionaba el cuerpo masculino heterosexual. Ante esta afectividad la prensa, junto a los prejuicios y las humillaciones públicas, funcionaba como un medio de vigilancia, de coercionamiento y de invisibilización de los comportamientos, gestos y prácticas como las que representaba Santiago Liborio. Por ello se le exigía que modificase su modo de ser bajo la amenaza de que "como no seha podido definir hasta ahora a que sexo pertenece [...] serepite el siguiente artículo y serepetirá 3,4,5,6y tantas veces, cuantas sean necesarias para que el tal sujeto o sujeta, seahembra o macho, varíe de conducta y costumbres"32. La descalificación de esta afectividad "se refiere a la vez al tema de una inversión de las funciones sexuales y al principio de un estigma natural de esta ofensa a la naturaleza"33. Este tipo de sexualidad se 27No hemos podidoubicar mayoresdetalles sobre él. 28 ElProgreso35, año II, 31 de agostode 1875. 29Ibíd. 30Ibid. 31 El Republicano 5, año 1,10 de abril de 1877. 32 Ídem6,14deabril de 1877. 33Foucault2003:20. Un ser degénero dudoso /2i/ comprendía como deshonrosa para las familias, para los varonesy particularmente para una hombría pública machista que solo reconocía la afectividad heterosexual. Su forma de ser era considerada como escandalosa y específicamente su no definición en ninguno de los sexos alteraba la heterosexualidad como imagen y gestos corporales sustentados enlohonorabley decente. Finalmente, en esta trama compleja de valores y prejuicios, también estuvo en juego el uso y la forma de vestir. El vestido a pesar de que "no define ni la identidad de las personas ni la orientación sexual que puedan tener dentro de su identidad"34, los estereotipos de la vestimenta y sus ornamentos en Ayacucho eran únicos para varones ymujeres.Ningunodeellos podía transferirlos modosyusos delas prendas ya que distorsionaban la imagen y la exclusividad de la vestimenta de acorde a su sexo. En 1895, en elperiódico ElDebate seseñalaba que sehabíaobservado "una grosera pantomima, que pudo haber tenido gracia y oportunidad en carnavales: un jovencito vestido de mujer y con ella, mejor dicho, con él de bracero un mocito de lahebra. Que no serepitan estos mamarrachosque dicen mucho encontra delaeducación de loshombres demañana".35 El exhibir el cuerpo de varones vestidos de mujer fue objeto derechazo acausa de que personificaban a travestís.36 Esta actitud exhibicionista se apreciaba como riesgosa para la educación de las generaciones venideras. De este modo la transferencia del uso de las ropas de un sexo a otro en situaciones no admitidas generaba escándalo porque se figuraba como una negación a la identidad heterosexual de género. Amodo de conclusión En Ayacucho del ochocientos la heteronormatividad de las conductas rigió las sensaciones, los gustos y las prácticas de las personas. De ahí lahomosexualidad fue vista como una afectividad "anormal" que tuvo que lidiar con una moral machista rígida que consideraba a esta sensibilidad como una transgresión de la hombría pública al feminizar la imagen del varón. La práctica de esta sexualidad era considerada "indecente" y subalterna a una heterosexualidad que estereotipaba y humillabapúblicamenteatodo aquelloquenorespondía aloscánones establecidos. Lo heterosexual, junto a la decencia y urbanidad, imponía formalidades sobre el comportamiento de los individuos. Varones y mujeres debían de actuar públicamente de manera decorosa guardando las distancias y deferencias de acorde a su reconocimiento social. De este modo lasrelaciones sociales sedaban demanera jerárquica yexcluyente. 34Ugartechel996:24. 35 El Debate 137, añoVII, ódejuliode 1895. 36 Estas restriccioneso controles las encontramosa inicios del siglo XIX, en la visita que hizo el intendente41 Demetrio O'Higgins quien "prohibía los cantos y bailes indecentes, el travestismo,el adulterio, las apuestas y la ebriedad"(Ruiz 1990: 128) Elsubrayadoes nuestro.
  • 8. /24/ Julio Cesar Heredia Pérez Bibliografía BÉJAR, Pilar y Nelson Pereyra [2006], "La imagen de la ciudad de Ayacucho: tres coyunturas de expansión". En Dialogía Revista de lingüística, literatura y cultura.Ayacucho,número l,pp. 159-183. CARREÑO, Manuel [1869], Manual deurbanidadybuenas maneras parausode lajuventud deambos sexos. Lima. CAMPUZANO, Giuseppe [2009], "Andróginos, hombres vestidos de mujer, maricones... el Museo Travestí del Perú". En Bagoas, número 4, pp. 79-93. http://www.cchla.ufrn.brA)agoas/v03n04art04_campuzano.pdf CÓDIGO CIVIL DELPERÚ [1852],Lima, imprenta delgobierno. COSME, Carlos, Martin Jaime, Alejandro Merino y José Luis Rosales [2007], La Imagen In/Decente. Diversidad sexual, prejuicio y discriminación en la prensa escrita peruana. Lima: IEP. GALDO G., Virgilio [1992], Ayacucho: conflicto y pobreza. Historia regional (siglos XVI-XIX). Ayacucho: Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. FONSECA, Carlos y María Luisa Quintero [2009],) "La Teoría Queer. La de- construcción de las sexualidades periféricas". En Sociología. México, año 24, número 69,pp.43-60. FOUCAULT, Michel [2005], Historia de la sexualidad: I. La voluntad del saber. México: Siglo XXI Editores. [2003], Historia de la sexualidad: 2. El uso de los placeres. México: Siglo XXI Editores. MACERA, Pablo [1977], "Sexo y coloniaje". En Trabajos de Historia. Lima: InstitutoNacional deCultura,tomo III, pp.297-351. MANNARELLI, María Emma [1996], "Cuerpo femenino y discurso médico". EnRevista Márgenes.Lima, año IX,número 15,pp. 73-99. RUIZ CÁRDENAS,Gamaniel [1990], LaIntendencia de Huamanga SEDGWICK, Eve Kosofsky [1998], Epistemología del armario. Barcelona: Ediciones delaTempestad. SENNETT, Richard [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid:Alianzaeditorial. Un ier degénero dudoso/25 / STAVIG, Ward [1996], Amor y violencia sexual. Valores indígenas en la sociedad colonial. Lima: lEP-Universidad del Surde Florida. UGARTECHE, Osear [2006], "En tomo a la Historia de la sexualidad.Apuntes sobre el deseo". En VELARDE, Giséle et al. Después de Michel Foucault. El poder, el saber, elcuerpo.Lima: SUR-CEIP,pp. 127-139. [1996], "Amor sin barreras: la construcción social de la identidad Gay". En Revista Márgenes.Lima: añoIX,número 15,pp. 23-34. [1992], "Historia, sexo y culturaen el Perú". En Revista Márgenes. Lima,añoV, número 9,pp. 19-64.