1. ARQUIDIÓCESIS DE CALABOZO
VICARÍA EPISCOPAL PARA LA PLANIFICACIÓN PASTORAL
INSTITUTO DE TEOLOGÍA PARA LAICOS
―MONSEÑOR RAMÓN DE JESÚS LORETO RODRÍGUEZ‖
SECRETARÍA ACADÉMICA
ITEL
Crecer en la fe para servir mejor
Teléfono: (0246)838.65.83 – Correo Electrónico: itel.secretaria@gmail.com
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CURSO NIVEL ASIGNATURA HORAS LAPSO CRITERIOS
Teología
Kerigmática
Introductorio
El kerigma en
las Sagradas
Escrituras
6 -
1. Conocimiento.
2. Comprensión.
3. Aplicación.
4. Análisis.
5. Síntesis.
6. Evaluación.
OBJETIVO GENERAL DE LA ASIGNATURA
Valorar la importancia del kerigma para el conocimiento de la fe
MÓDULO FECHA
CONTENIDO
PROGRAMÁTICO
ESTRATEGIA DE
EVALUACIÓN Y
PONDERACIÓN
1º -
1. Definición de
kerigma.
2. El kerigma en la
Sagrada Escritura.
1. Asistencia 25% (5 puntos).
2. Actividades 75% (15 puntos).
EL KERIGMA
DEFINICION: El término kerigma proviene del griego κήρυγμα («anuncio, proclamación») y significa
«proclamar como un emisario».
La palabra ―kerigma‖ etimológicamente significa ―proclama‖, ―declaración‖, promesa hecha por un
heraldo; y en el lenguaje eclesial ha sido incorporada para expresar la proclamación interpelante y
jubilosa que la Iglesia hace del acontecimiento salvífico. El kerigma es la proclamación de la noticia
de Dios, de la Buena Nueva, de la Palabra poderosa de Jesucristo que convierte y que salva.
Esta proclama, el kerigma, en su sentido original de ―clamor‖ o ―llamado‖, hay que entenderla como
una manera de decir, con convicción, con decisión, con seguridad, como una manera de anunciar
algo de valor máximo: el gran amor de Dios. Y precisamente, por anunciar la salvación, esta
proclamación interpela a la aceptación de la misma, es decir, a la conversión.
El kerigma no es palabra que ilustre, que explique o que desarrolle una doctrina, sino que es palabra
que habla y que da testimonio; es palabra que descubre, interpela e inquieta, hasta lograr que algo
ocurra en quien la escucha.
En sentido técnico el Kerigma es llamado « anuncio >, aquel mensaje particular que suscita la fe.
Juan Pablo II, en la encíclica Redemptoris missio, recuerda que «en la realidad tan compleja de la
misión el primer anuncio tiene un papel central e insustituible…
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La fe nace del anuncio, y toda comunidad eclesial saca su origen y su vida de la respuesta personal
de cada uno de los fieles a este anuncio» (n. 44). Este término está contenido en la misma palabra
«evangelio», que se deriva del griego euanghelion («buena noticia», «anuncio alegre»).
En cuanto a la Iglesia, tiene en el anuncio del evangelio su gracia y su vocación propia, su identidad
más profunda (Pablo VI). En el Nuevo Testamento, además de euanghelízo (anunciar un mensaje
alegre, evangelizar), los dos verbos con que se indica el anuncio son sobre todo anghello (anunciar),
con sus compuestos, y kerysso (proclamar). El euanghelion del Nuevo Testamento es siempre el
mensaje salvífico anunciado oralmente.
Para Jesús, el anuncio es la llegada del Reino de Dios (cf Mc 1,15). El verbo kerysso, de donde se
deriva también el término kerygma (mensaje, predicación), subraya el aspecto autoritativo del
mensaje, al que es preciso obedecer. Es el verbo que caracteriza a la proclamación del mensaje en
cada caso concreto. Va más allá del carácter de una simple enseñanza y encierra una valoración
cuva inobservancia equivale a un rechazo del mismo. El primer anuncio o kerygma se desarrolló en
la didaskalía o didaché (enseñanza, doctrina). Esta transmisión del anuncio se define también como
katechesis (instrucción). Es preciso poner de relieve el carácter eclesiológico del anuncio de la
salvación.
La 1glesia nace de la acción evangelizadora de Jesús. Después de los acontecimientos pascuales,
la acogida y la comunicación del anuncio son los acontecimientos en los que se constituye la
comunión eclesial (cf. 1 Jn 1,3). La 1glesia es la comunidad que se constituye en torno al Señor,
anunciado como el Crucificado Resucitado. La 1glesia, destinataria y depositaria del anuncio de la
salvación, ha sido enviada a llevar a todos los hombres el anuncio alegre de la salvación. El término
con que hoy se le indica preferentemente es el de «evangelización» un neologismo que se deriva del
verbo «evangelizar». Los destinatarios del anuncio son todos los hombres. Hoy se considera muy
importante poner de relieve la fuerza de liberación contenida en el anuncio cristiano y subrayar su
vinculación necesaria con la promoción humana. Se habla también del deber de encarnar el anuncio
del evangelio en las culturas de los pueblos. La tarea de llevar el anuncio del evangelio incumbe a
toda la 1glesia (cf. AG 35). El anuncio no es nunca un hecho individual, sino que es siempre un acto
eclesial, ya que se realiza siempre en unión con la misión de la Iglesia y en nombre suyo.
EL KERYGMA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS
http://www.cenacat.org/uploads/el_kerigma_desde_la_biblia.pdf
Entre los elementos dinámicos de la acción misionera de la Iglesia juega un papel de primer orden la
realidad teológica y pastoral que nombramos con este vocablo griego y no traducido de "kerigma".
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En su sentido más amplio puede entenderse como abarcador de todo el ámbito pastoral de la
palabra: evangelización, misión, catequesis, catecumenado, testimonio, diálogo y compromiso
caerían bajo su amplio arco (así C. Floristán Teología práctica, Salamanca 1993, pp. 359-419).
Limitamos sin embargo el concepto a esta dimensión o momento de la acción misionera en el que se
manifiesta el núcleo mismo del misterio cristiano: la persona de Jesucristo muerto y resucitado.
Subrayamos desde el principio su condición de elemento dinámico no de fase o periodo superable,
como si fuese una etapa o circunstancia inicial que progresando se hubiera de abandonar. Surgido
en el ámbito de la Palabra, sin embargo, es inconcebible sin el Espíritu, sin el testimonio y sin la fe.
Por tanto, entra en la zona de los acontecimientos más que de los anuncios. De modo que su
acontecer acompaña todos los estadios o procesos de la acción pastoral, y está, de hecho, presente
en todos los ámbitos y sectores de la evangelización.
"La evangelización también debe contener siempre -como base, centro y a la vez culmen de su
dinamismo- una clara proclamación (esto es kerigma) de que en Jesucristo, se ofrece la salvación a
todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios" (RM 44).
ASPECTOS BÍBLICOS
Kerigma se puede traducir por proclamación, anuncio o predicación, pero estas palabras no llegan a
recubrir el contenido denso de esta realidad transida de brillante novedad cristiana, genuinamente
cristiana. Su alta concentración de sentido y su difusión en la teología y en la catequesis posconciliar
impiden su traducción.
En el NT que emplea mucho más el verbo (kerysso) que el sustantivo —ya en esto se atisba su
condición de concepto dinámico— significa ordinaria y simultáneamente el acto de proclamar y el
contenido mismo del mensaje proclamado. Sujeto de esta acción es siempre un mensajero
cualificado, autorizado y deputado para ese fin. No todos pueden "proclamar" este mensaje.
De hecho el verbo, que en el NT únicamente se aplica a los apóstoles, no significa propiamente
"predicar", exponer una doctrina, enseñar o hacer una exhortación, sino "proclamar un hecho".
El objeto directo del verbo proclamar o el contenido del sustantivo kerigma no es otro que "el
evangelio" en 1Tes 2, 9; Gal, 2,2; Mc 1, 14; 13,10; 14,9; Mt 4, 23; 9, 35; 24,14; 26, 13; o Cristo Jesús
en 1Cor 1, 23; 15,12; 2Cor, 1,19; 11, 4; en Lc preferentemente es el reino de Dios, (Lc 8,1; 9,2; Hch
20,25, 28,31; también en Mt 4,23; 9,35; 24,14) la vida, pasión muerte y resurrección de Cristo. Una
llamada que se dirige a los oyentes comprometiéndoles y urgiéndoles.
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Está su realidad presente ya en la vida terrena del Salvador, que aparece "proclamando" el reino de
Dios, y se prolonga en la vida y trabajo de los apóstoles y de la entera comunidad cristiana: el núcleo
mismo de la comunidad cristiana y por tanto el sentido y el fin primordial de su acción y de su
presencia en el mundo es el acto de proclamar el kerigma, valga la redundancia. En cuanto acto o
acontecimiento y en cuanto contenido el kerigma hace presente a los hombres que lo reciben la
salvación misma.
En la forma que se presenta en el NT ordinariamente contiene un esquemático compendio de la
vida, muerte y exaltación de Cristo. Tiene por tanto un componente de relato histórico, inserta a
Jesús en la historia, partiendo de su humillación y preexistencia, y llegando a su resurrección y
exaltación lo anuncia como el acontecimiento definitivo y escatológico. Los discursos de Pedro en
Hechos pueden ser las mejores muestras de la forma de presentar el kerigma como proclamación de
la irrupción del señorío o el reinado de Dios en la resurrección de Cristo, proclamación que se
acompaña con signos, sucesos y acciones que lo manifiestan como algo nuevo, un nuevo orden,
una situación distinta llena de abiertas posibilidades sorprendente.
Kerigma es pues un acto, una intervención viva y actual de Dios presente por la palabra del
mensajero que no se guarda nada de lo que le han dicho, (Hch 24,12) y cuya palabra es mediadora
de la oferta de salvación presente en ese acontecimiento.
Es algo nuevo en su contenido: no una nueva doctrina, ni una nueva visión de Dios, ni un nuevo
culto. Lo decisivo del kerigma es la acción, la proclamación. Por la proclamación del hecho viene
actualmente el Reino de Dios, se hace real el evangelio. Cristo se hace presente, la Palabra de Dios
se pronuncia y actúa. "El kerigma apostólico era algo más que la simple prelación de un mensaje.
Pablo fue a Corinto a llevar el mensaje; pero lo específico suyo, lo que lo contradistinguiría de los
demás filósofos, no era precisamente lo que había de logos en el kerigma, sino lo que había de
pneuma y de dínamis". Esto que tiene de fuerza y poder del Espíritu es lo que distingue al kerigma
de otros actos de palabra también presentes y necesarios en la acción pastoral y evangelizadora: la
confesión de fe, la didascalía cristiana, la catequesis o la profecía carismática, el himno litúrgico, etc.
En el Nuevo Testamento se emplea mucho más el verbo ―kerysso‖ (acción de proclamar‖) que el
sustantivo – kerigma, que es el contenido o mensaje – dando a entender su condición de concepto
dinámico — significa ordinaria y simultáneamente el acto de proclamar y el contenido mismo del
mensaje proclamado. Sujeto de esta acción es siempre un mensajero cualificado, autorizado y
preparado para ese fin. No todos pueden "proclamar" este mensaje. De hecho el verbo, que en el
Nuevo Testamento únicamente se aplica a los apóstoles, no significa propiamente "predicar",
exponer una doctrina, enseñar o hacer una exhortación, sino "proclamar un hecho o acontecimiento".
En el Nuevo Testamento encontramos que el kerigma es el acto de proclamar y el contenido o del
mensaje proclamado, que es la persona de Cristo, Muerto y Resucitado. En el kerigma según el
Nuevo Testamento, encontramos tres elementos:
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- El acto de comunicar en nombre de Jesús (por parte del heraldo, que puede ser un apóstol,
profeta, maestro, evangelizador).
- Un mensaje o contenido (proclamar el nombre de Jesús)
- Que se hace acontecimiento de salvación, por el nombre de Jesús, en todo aquel que lo
acoge con fe y conversión.
Además, el objeto directo del verbo "proclamar" no es otro que:
1. El Evangelio (ver 1 Tes 2,9; Gál 2,2; Mc 1,14; Mt 4,23).
2. La persona de Cristo Jesús (1 Cor 1,23; 2 Cor20, 25).
3. El Reino de Dios (Lc 8,1; Hech 20,25).
4. La vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo (Mt 4,23; 9,35).
En estas cuatro expresiones encontramos un mismo contenido y una llamada que se dirige a todos
los destinatarios u oyentes, comprometiéndoles y urgiéndoles. Ahora bien, el kerigma se encuentra
ya presente:
- En la vida terrena del Señor Jesucristo, que proclama el Reino de Dios.
- Se prolonga en la vida y en el trabajo de los apóstoles y de la entera comunidad cristiana.
- La comunidad cristiana encuentra el sentido y el fin primordial de su acción y presencia en el
mundo, en el acto mismo de proclamar el kerigma.
En la forma como el kerigma es presentado en el Nuevo Testamento, contiene un esquemático
compendio de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Esto lo podemos comprobar en forma bastante sencilla, si analizamos los que podrían considerarse
los textos sustancialmente coincidentes que contienen el primitivo kerigma cristiano, y que
encontramos en los Hechos de los Apóstoles así:
En la forma como el kerigma es presentado en el Nuevo Testamento, contiene un esquemático
compendio de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Esto lo podemos comprobar en forma bastante sencilla, si analizamos los que podrían considerarse
los textos sustancialmente coincidentes que contienen el primitivo kerigma cristiano, y que
encontramos en los Hechos de los Apóstoles así:
- El discurso de Pedro el día de Pentecostés (Hech 2,14-40).
- El discurso de Pedro en el pórtico del templo (Hech 3,13 - 26).
- El discurso de Pedro en la casa de Cornelio (Hech 10,34-43).
- El discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hech13, 16-41).
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Tiene, por lo tanto, un componente de relato histórico, presentando a Cristo en la historia, partiendo
de su humillación y preexistencia y, llegando a su resurrección y exaltación, lo anuncia como el
acontecimiento definitivo y escatológico para sus destinatarios.
De esta idea, concluimos que el kerigma es una intervención viva y actual de Dios presente por la
palabra del mensajero, que no se guarda nada de lo que le han dicho (ver Hech 24, 12) y cuya
palabra es mediadora de la oferta de salvación, presente en este acontecimiento.
Lo decisivo del kerigma es la acción, la proclamación. Por la proclamación del hecho viene:
o El Reino de Dios en la vida de la comunidad.
o Se hace real el Evangelio.
o Jesucristo se hace presente.
o La Palabra de Dios se pronuncia y actúa.