Sanidad Interior y Liberacion libro de ayuda espiritual y emocional
12 Domingo Ordinario - B
1. Lo antiguo pasó, comienza lo nuevo
12º domingo ordinario – ciclo B
Las lecturas de hoy, con la poderosa imagen del agua, nos transmiten una idea
de renovación, de nacimiento de algo nuevo.
En el libro de Job, leemos un fragmento del discurso de Dios. Aparece aquí la
imagen del Dios terrible e inabarcable, tan inmenso que jamás podremos
comprenderlo del todo ni encajarlo en nuestros esquemas. Ni siquiera la teología
ni la religión pueden encerrar a Dios. Si la creación es inmensa y poderosa,
¿cuánto más lo será su creador?
El salmo y el evangelio nos vuelven a mostrar la naturaleza en toda su potencia,
cuando se desatan los elementos y ruge la tempestad. En el mar de Galilea, Jesús
increpa a las olas y calma la tormenta. ¿Quién es este?, se preguntan los
discípulos, asombrados. ¡Hasta el mar y los vientos le obedecen!
En el lenguaje bíblico, el mar y la tempestad son muchas veces una metáfora de
las tribulaciones humanas. Las olas son imagen de los problemas y angustias que
nos ahogan, que nos hacen vivir “con el agua al cuello”, perdidos y sin ver
solución. El miedo de los discípulos a zozobrar, en la barca zarandeada por las
olas, es el pánico que todos hemos sufrido alguna vez, cuando parece que los
desastres llueven sobre nosotros. ¿Qué será de nosotros? ¿Vamos a hundirnos y
a perecer?
Jesús, con su gesto, nos recuerda a ese Dios poderoso de Job. Por un lado, es más
poderoso que la naturaleza, pues puede dominarla. Este gesto es el que
demuestra a los discípulos que Jesús es algo más que un hombre. ¿Quién si no
Dios puede alterar el curso natural de las cosas? Pero, además, Jesús también
nos enseña que él puede más que todas nuestras dificultades humanas. Jesús es
más grande que nuestros problemas. ¡No tengáis miedo! Estoy con vosotros,
aunque parezca dormir. Tened fe. Confiad y no dejéis que el miedo os venza. En
otro pasaje Jesús dirá: En este mundo tendréis muchas luchas y batallas. Pero no
temáis, porque yo he vencido al mundo.
San Pablo, que recoge la tradición bíblica y la experiencia renovadora de sentirse
amado por Jesús, escribe a los corintios: Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha
comenzado. En la antigüedad, Dios podía ser visto como un Dios temible al que
adorar y obedecer. Pero, con Cristo, todo ha cambiado. El Dios temible de las
alturas baja a la tierra y se hace humano y cálido. Convive con nosotros, ríe y
goza, sufre y pasa hambre, llora con nosotros. Y finalmente muere por todos. Nos
acompaña en todos nuestros pasos por la vida, incluso los más dolorosos. Pasa
por todos ellos. Y resucita. Del mismo modo que él murió por todos,
2. solidarizándose con los hombres en la muerte, ahora los hombres podemos
compartir también su destino, que es la resurrección y la vida eterna.
Esta es la novedad, que supera toda promesa y expectativa antigua. Que Dios no
nos exige, sino que nos lo da todo, hasta su vida.
Cuando el apóstol dice que no valoramos a nadie según la carne, ni tampoco a
Cristo, ¿a qué se refiere? Valorar según la carne es juzgar con los criterios
antiguos, viejos y caducos. Es valorar las cosas según baremos humanos —tener,
hacer, triunfar… Pablo nos invita a ver a las personas con ojos nuevos, a ver en
ellas el alma, la semilla de Dios que poseen. Y nos invita a ver a Jesús también
con ojos limpios y nuevos. No como a un hombre bueno y justo, que murió, sino
como el Hijo de Dios encarnado. No como a un simple profeta, sino como la
misma palabra de Dios. No como a un mártir fracasado, sino como al que triunfa
sobre la muerte porque es el autor de la vida.
El que es de Cristo es una criatura nueva. Seguir a Jesús resucitado nos hace vivir
de otro modo, rompe nuestros esquemas y nos da luz y esperanza incluso en
medio de la peor tormenta. Nuestra vida, desde ahora, ya está empezando a
resucitar. No podemos vivir ansiosos y abrumados como antes. Ya tenemos un
pie en el cielo. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.