2. Pero cuando él venga, el
Espíritu de la Verdad,
os guiará hacia la
verdad completa, pues
no hablará de sí, sino
que dirá todas las cosas
que habrá oído y os
anunciará las venideras.
Él me glorificará…
Todo lo que tiene el
Padre, es mío.
Juan 16, 12-15
3. Dios no es un ser
solitario ni aislado.
El primer mal es la
soledad. Dice el
Génesis: «No es
bueno que el hombre
esté solo».
Tampoco Dios está
solo: es una familia
de tres personas
estrechamente
unidas.
4. La primera persona es el Padre, Creador.
Nos regala la vida, el universo.
Podemos adivinarlo en la belleza de la creación.
El Padre vuelca todo su amor en su criatura predilecta,
hecha a su imagen y semejanza: el ser humano.
5. La segunda persona es
el Hijo, Palabra
encarnada.
En Jesús el amor de
Dios se hace humano y
se manifiesta.
Cristo ama como el
Padre ama, y nos
enseña que Dios no
está alejado de la
humanidad: viene a
habitar entre nosotros.
6. La tercera persona es
el Espíritu Santo, el
aliento sagrado de
Dios.
Es la fuerza, el beso, el
amor de Dios que se
extiende a toda la
humanidad.
Lo llevamos dentro:
somos templo del
Espíritu Santo.
7. El cristiano está llamado a ser trinitario y a
cultivar su devoción a esta esencia sublime
de Dios, que es relación y comunicación.
8. ¿Cómo ser trinitarios?
Aprendamos a ser creadores como Dios
Padre. Podemos crear belleza a nuestro
alrededor, constructores de paz y bien.
9. Seamos como Cristo: imitemos su vida. Seamos
buenos predicadores y atendamos a los pobres y
a los enfermos, aliviando su dolor. Imitar a Cristo
significa abrirse a la voluntad de Dios Padre y darlo
todo, hasta la vida, por amor.
10. ¿Cómo imitar al Espíritu Santo?
Siendo dulzura y bálsamo; y a la vez soplo
potente, fuerza, empuje.
Estamos llamados a ser fuego en medio del
mundo, propagadores de la Verdad.