AFICHE EL MANIERISMO HISTORIA DE LA ARQUITECTURA II
Toscano
1. TOSCANO-MÉNDEZ, Manuel.- Nacionalismo y
pluralismo cultural (Algunas consideraciones)
Volubilis 3, 1996, págs. 69-83.
Este artículo se ocupa de la importancia que han adquirido
nuevos problemas que tienen que ver con minorías culturales
o nacionales, con procesos de integración y segregación, y que
plantean las cuestiones más difíciles sobre la ciudadanía
porque afectan, a veces dramáticamente, a nuestro sentido de
identidad y pertenencia. Los filósofos políticos,
especialmente liberales, deben prestar más atención a estos
nuevos problemas, que son tanto más espinosos cuanto que
amenazan el equilibrio sutil entre contratoy cultura que define
a la sociedad moderna. Dado que los conflictos entre grupos
étnicos y nacionales son la principal causa de
desestabilización y violencia política en el mundo, no estaría
de más reformular en un sentido más radical la cuestión a la
que pretende responder el liberalismo político de Rawls:
¿cómo es posible una sociedad justa y libre bajo las
condiciones de graves diferencias comunitarias, bajo las
condiciones de un profundo conflicto etnocultural?
TOSCANO-MÉNDEZ, Manuel.- Democracia de los
ciudadanos o democracia de las nacionalidades, J. RUBIO-
CARRACEDO y J. M. ROSALES (eds.), La democracia de
los ciudadanos
Contrastes, Suplemento 1, 1996, págs. 165-194.
2. El trabajo trata de las tensiones que surgen en una sociedad
democrática cuando no coinciden ciudadanía y nacionalidad.
A pesar de que, a muchos efectos, aún se las toma como
sinónimos, la creciente diversidad de nuestras sociedades
pone de relieve las dificultades con las que dicha
identificación tropieza. Y se ocupa de dichas tensiones con el
propósito de evitar ciertas simplificaciones: por una parte,
para señalar que se trata de un problema que no se resuelve
con la mera apelación a los principios liberales y
democráticos; y, por otra, que es un problema mucho más
complicado de lo que algunos defensores del pluralismo
cultural tienden a pensar. Para lo primero se revisa el juicio,
tan severo como genérico, de muchos liberales sobre el
nacionalismo, al que contemplan como antiliberal y como una
seria amenaza para la convivencia democrática. Pero, en
segundo, también conviene advertir que la separación de
ciudadanía y nacionalidad plantea más dificultades de las que
suelen considerar los abogados del multiculturalismo. Es
necesario distinguir diferentes situaciones de pluralismo
cultural y, en particular, considerar el reto cualitativamente
diferente que suponen las minorías nacionales. Para calibrar
ese reto conviene clarificar conceptualmente lo que
entendemos por nacionalismo y establecer el significado
político de la nacionalidad, cuya justificación se hace en dos
pasos: primero, mostrando la relación del nacionalismo con el
estado moderno; y, segundo, analizando sus relaciones, no
exentas de ambigüedad, con la democracia.