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LA MASACRE DE LOS
SASTRES
16
de
marzo
de
1919
16 de marzo. Para protestar contra un decreto presidencial que autorizaba la compra en el
extranjero de uniformes y botas militares, para la conmemoración del primer centenario de
la Batalla de Boyacá, dirigentes socialistas organizan una manifestación en Bogotá. Después
de que los líderes conferencian con el presidente Marco Fidel Suárez, quien les informa la
derogatoria del decreto, al intentar un grupo de manifestantes penetrar al Palacio
Presidencial violentamente, se produce un enfrentamiento con una patrulla militar que
causa la muerte a 7 manifestantes y heridas a 15 más. Son las primeras víctimas socialistas
de represión oficial, proclaman los líderes de ese partido recién fundado. El presidente
Suárez destituye al Comandante de la Guardia Presidencial, general Pedro Sicard Briceño,
acusado de haber dado la orden de disparar y lo pone a disposición de la justicia.
19 de marzo. El ministro de Gobierno, Marcelino Arango, denuncia por calumnia a los
directores de El Espectador de Bogotá, Luis Cano y Luis Eduardo Nieto Caballero, por la
publicación de un artículo en el que afirmaban que el funcionario Suárez había dado la orden
de la matanza del 16 de marzo.
29 de marzo. Aparecen en el Diario Oficial los partes rendidos al Ministerio de Guerra por los
militares que participaron en los hechos del 16, en los cuales concluyen que no se sabe
quién dio la orden de tirar a matar.
7 de Agosto. Se conmemora el primer Centenario de la batalla de Boyacá que dio la libertad
a Colombia, con alocución del presidente Suárez a los colombianos y al Ejército, en
ceremonia celebrada en el puente sobre el río Teatinos, su escenario.
19 de noviembre. El presidente Suárez sanciona la ley 78 que legaliza y regula el derecho de
huelga en el país, la primera dictada en Colombia sobre este tema.
1919
En agosto de 1919 se celebraba el centenario de la batalla de Boyacá. El gobierno, por
medio de su ministro de Guerra, General Roa, se dispone a aperar al ejército de uniformes
y calzado. Los miembros de la Sociedad Comercial del gremio de zapateros, el 26 de
febrero, dirigen un memorial protestando por la firma del contrato para la confección de
2000 pares de botas con un individuo ajeno a la profesión, se quejan de que este contrato
desplaza a sus asociados y agrega que los artículos estarán mal confeccionados dado que
el contratista no conoce su oficio. Dice así dicho memorial:
“La Comercial de Zapateros ha determinado hacer presente al Sr. ministro, de la manera
más respetuosa, que ella está en capacidad de suministrar toda clase de calzado para la
tropa.”
Ese mismo día la Gaceta Republicana, órgano periodístico del partido demócrata, dice en
su editorial:
Nada más oportuno, justo y prudente que el anterior memorial que la Sociedad Comercial
de Zapateros acaba de dirigir al señor ministro de Guerra, quien haciendo caso omiso del
justo clamor del pueblo que carece de trabajo y de pan, pretende obtener por medio de
agentes extranjeros y compinches, los materiales, artículos y elementos que necesita el
ejército y que nuestros trabajadores y fabricantes están en capacidad de producir.
GACETA REPUBLICANA
República de Colombia.
Bogotá, viernes 14 de marzo de 1919.
UN ENEMIGO DEL PUEBLO
En el Diario Oficial del miércoles está publicado el decreto del Sr. Suárez y del Sr. Roa, su
ministro de Guerra, por el cual se nombra dos oficiales favoritos de este último, para que se
dirijan al exterior a comprar allá el vestuario y el equipo del ejército. En los últimos tiempos no
se ha dictado medida alguna más perjudicial para las clases trabajadoras.
Sin pretexto, sin razón alguna, por el sólo placer de ver sumidos en la miseria a sus
conciudadanos, el ministro de Guerra se resuelve a dar un paso que condena al hambre a
numerosas familias y que dejará sin trabajo a muchísimos obreros.
Nada más natural que encargar la confección del vestuario del ejército a una multitud de
infelices señoras que no cuentan para vivir sino el exiguo producido de una labor fatigosísima,
en la que consumen largas vigilias con la aguja entre los dedos, mientras la tisis y la anemia
corroen el organismo enflaquecido de la pobre madre, que no tiene con qué poner a sus hijos
en la escuela y para la que no ha habido un momento de descanso ni felicidad.
Nada más justo que encomendar a los obreros de zapatería -tan numerosos y hábiles- que en
la ciudad se encuentran, la manufactura del calzado de la tropa en momentos en que muchos
miembros del gremio carecen de ocupación.
El viernes, 14 de marzo, la Gaceta Republicana
publica un editorial firmado por “Un
trabajador”. Este trae la aclaración de que es la
firma de “Un obrero honorable”.
Nada más razonable que emplear en el equipo del ejército, en cuanto sea posible, telas, pieles
y materias primas producidas en el país, para que ampliadas las fábricas tenga el pueblo
donde acudir a ganar honradamente con qué comer.
Pero se hace todo lo contrario: a infelices señoras, que en la costura ganan escasamente un
pan amargo y duro, a los obreros que tienen derecho a que se les prefiera en el encargo de
productos que se van a pagar con el dinero del pueblo contribuyente, a los industriales y
obreros de las fábricas que esperan un estímulo a su labor patrióticas, el Sr. Roa arranca de
las manos el trabajo, y los condena a la inacción y por lo tanto al hambre.
Y no es que la manufactura extranjera sea mejor. Es que por ese medio se pueden hacer
pingües negocios. Hace poco se hizo un contrato para comprar calzado extranjero el cual
resultó con suela de cartón. Seguramente tienen ahora entre manos otra especulación
ignominiosa como tantas anteriores.
Pero ha llegado la hora en que el pueblo impida, consciente de su fuerza, que se especule con
su dinero y su trabajo, y que se castigue a sus enemigos.
El domingo el gremio obrero de Bogotá va a hacer al presidente de la República las mismas
justas peticiones: que se le permita trabajar. Que no se le impida ganarse el pan porque el
pueblo tiene derecho a vivir y está dispuesto a hacer valer sus derechos por encima de las
instituciones y propósitos de un ministro que está acusado de carecer de probidad personal y
que quiere especular con las necesidades nacionales.
¡Obreros, empieza la hora de nuestra justicia!
¡Ay de nuestros cobardes enemigos! UN
TRABAJADOR
(Hay firma responsable de un obrero honorable)
El sábado 15 aparecen las paredes de la ciudad empapeladas con
invitaciones a la manifestación del día siguiente. Se invita a todos los obreros
a reunirse en la Plaza de los Mártires para de allí iniciar una marcha pacífica
hacia el Palacio Presidencial.
Ese mismo día, víspera de la manifestación, el gobierno deroga el decreto.
Dice Urrutia (2015):
“Los Socialistas de ‘La Gaceta’, claro está, pasaron por alto la derogación del
decreto, pues tenían necesidad de una excusa para hacer un despliegue de
fuerza. Cuando el domingo más de 3000 trabajadores y estudiantes llegaron
al Palacio Presidencial, con una irresponsabilidad característica los oradores
actuaron como si el decreto todavía estuviera vigente. (p. 58)”
Una gran cantidad de personas se reunió en la Plaza de Bolívar. Vino un
grupo muy caudaloso del Parque de los Mártires, sitio escogido por los
organizadores para su reunión. El Capitán Manrique Páramo se dirigió a la
multitud con palabras vehementísimas, hizo violentos ataques a los
directorios políticos de los partidos tradicionales, al ministro de guerra y al
gobierno del presidente Suárez. También, sugirió el Capitán Páramo que la
derogación del decreto se debía al miedo que le producía esta poderosa
manifestación de obreros colombianos. El Capitán terminó su arenga y la
manifestación se dirigió al palacio de la Carrera. Entre tanto, El señor
Suárez salió a uno de los balcones, pero la manifestación ya “estaba fuera
del control”. (Urrutia, 2015)
El presidente oyó el discurso del representante de la Asamblea de Obreros
Marco Tulio Amorocho y empezó a leer su contestación: “Debido al
alboroto callejero, al ruido de la lluvia que cae en esos momentos y a la
débil voz del señor Suárez, las palabras de este no alcanzan a ser oídas por
los manifestantes”. (Galvis, 1974, p.215)
“Debido al alboroto callejero, al ruido de la lluvia que cae en esos momentos y a la débil
voz del señor Suárez, las palabras de este no alcanzan a ser oídas por los manifestantes”
16 de marzo de 1919
La muchedumbre comenzó a lanzar piedras y a gritar vivas al socialismo. Manrique
Páramo ya no pudo explicarles a los obreros que la causa aparente de su
manifestación había sido removida. El señor Suárez resolvió suspender la lectura de
su discurso, entrar al salón principal y leer allí su comunicado a los líderes del
movimiento, quienes salieron al balcón para tratar de explicar la situación, pero
esto ya no era posible. De los gritos y pedradas los manifestantes pasaron a la
violencia, trataron de penetrar al Palacio, forzando la guardia presidencial, que
intentaba rechazarlos a culatazos. El furor aumentaba y el general Sicard Briceño,
más adelante acusado de la agresión al pueblo, explicaba así su situación:
Serían las cuatro de la tarde cuando se me avisó que las manifestantes atacaban a
pedradas y a balazos el Palacios Presidencial. Salí al atrio para observar qué ocurría
y en ese momento se oyeron disparos en la Calle de la Carrera. Lo que me dio a
entender que la guardia de honor del Excelentísimo Señor presidente de la
República había cumplido con el deber de defender la mansión presidencial…
…Momentos después un grupo de unos ochenta o ciento de estos revoltosos invadió al atrio
del Capitolio y se me dirigió para reclamarme orden para que la tropa no abaleara al
pueblo. A lo cual contesté que yo no era el comandante militar de la Plaza, a quién
corresponde estas funciones, que sentía lo ocurrido, pero que ellos tenían la culpa por haber
atacado el Palacio. En ese momento se me llamó por teléfono y al volver la espalda para
entrar al Capitolio fui atacado a pedradas y amenazado con bastones. Regresé en el acto
sobre el grupo y en medio de ellos y para amedrentarlos saqué mi pistola e hice un disparo
al suelo. Con lo cual el grupo se disipó en todas direcciones (…)
(…) A eso de las cuatro y media, varios grupos de manifestantes se dieron a la tarea de
romper las puertas del almacén de los señores Vergara Hermanos en la acera Norte. Mandé
una escolta a impedirlo…” Un individuo de apellido Criales, quién hacía parte de un grupo de
manifestantes, gritaba a otros diciéndoles que fueran a los Bancos y a los Almacenes, donde
encontrarían la plata que necesitaban… En estos momentos atravesaban la plaza a caballo
los Mayores Luis Ramírez, Félix Restrepo y el Capitán Carlos F. Buitrago. La turba se lanzó
sobre ellos repitiendo las pedradas. Ellos se detuvieron y se mandó otra escolta para
protegerlos. Al regresar esa a su puesto el populacho se vino encima y lanzó una lluvia de
piedras hiriendo a un sargento y a un soldado a lo cual los soldados volvieron caras
disparando sobre el motín (…) (Gaceta Republicana, 1919).
En la misma edición hay una réplica al General Sicard Briceño, hecha por el Capitán Manrique
Páramo en el que solamente hace una descripción de su propio valor, dejando sin
contestación el verdadero argumento: “Los soldados estaban armados de fusiles y los
manifestantes de piedras. Y a las puertas del Palacio han quedado siete obreros muertos y
quince heridos, algunos de ellos muy graves.”
La prensa liberal reseña así el asunto:
Los líderes tratan de calmarlos, pero la agitación continúa. Llovía. Empezó a disgregarse la
manifestación. Los últimos en dispersarse lanzan piedra contra el Palacio. Entonces se saca
una ametralladora que se había alistado desde antes. La tropa y la policía disparan contra la
multitud. La orden, parece, la dio el ministro de gobierno, General Arango y el jefe de la
división, Francisco Urdaneta. Suárez, parece, no fue consultado. Después hubo intentos de
saqueos frustrados. Solo se saqueó un almacén de San Victorino, en busca de armas.
(…) Los detalles de la tragedia de ayer.
(El Tiempo, 17 de marzo de 1919)
Los dirigentes del partido liberal capitalizaron la situación, visitando al presidente esa
misma tarde para saber cuál sería la actitud del Gobierno respecto de los graves
sucesos, pues “ellos como partido liberal ‘natural protector del pueblo’ quieren prestar
su cooperación para evitar un conflicto (…)”
En el Sueño de la Ingratitud, años más tarde, dice Suárez:
Así se cumplió la acción del Gobierno dentro de los límites del derecho y del deber, sin
que la Ley Humana fuese quebrantada y sin que la Ley de Conciencia se desatendiera,
porque qué hubiera dicho La República si el encargado de defender los fueros de la
autoridad se hubiera plegado ruinmente a complacer las exigencias del odio gratuito,
poniendo mansamente la cerviz bajo la bota de los que proclaman la libertad y preparan
la violencia, de los que se dicen partidarios del orden y la justicia cuando en la historia
dejan rastros indelebles de insubordinación y de irrespeto?
(Suárez, Los Sueños Tomo II, p. 203)
Dice Urrutia (2015):
Después de los hechos, tanto el presidente como su ministro de Guerra sostuvieron no
haber dado la orden de abrir fuego, pero esta declaración no hizo nada para mejorar el
prestigio del Gobierno. Pero la verdad es que los líderes socialistas tuvieron mucha de la
culpa de la matanza. Sacrificaron siete vidas sin razón alguna.
Se echa de ver que esta manifestación adolecía de varios defectos. De un lado, la
inmadurez política de los manifestantes que se dejaban llevar por la pasión y la
emotividad, sin saber a ciencia cierta para dónde iban y quién los conducía. Del otro, la
inmadurez de los dirigentes, que no supieron calcular la reacción de sus propias palabras y
lanzaban editoriales y consignas llenas de fuego, pero cuando la violencia de un pueblo
inculto se les salía de las manos, la culpa del “Domingo Sangriento” la tenía forzosamente
aquel a quien llamaron “el presidente asesino”. Cosa semejante ocurría con el ejército,
armado para defender y entrenado para lo mismo, no era capaz de resistir la provocación
sin disparar.
Amarga realidad y muy actual es la forma en que el pueblo aprovecha el desorden para
saquear y robar. El gobierno tenía la experiencia de las huelgas en la costa que habían
degenerado en motín y pillaje. Los gremios, que hubieran podido establecer una base
para negociaciones más serias, perderían sus energías en mera agitación y atrajeron la
hostilidad del gobierno y de la burguesía que veía amenazadas sus propiedades.
Aunque no parece que el acuerdo con los socialistas trajera a los sindicatos una fuerza
concreta en sus reclamos, la alianza de los obreros con un grupo que tenía una cierta
ideología y una cierta cultura los hacía más respetables. Esto favoreció la imagen de la
clase obrera. Los liberales, ansiosos de recuperar las votaciones urbanas tuvieron que
replantear sus postulados y defender los intereses de los obreros.
Para tener una idea clara del pensamiento de Marco Fidel Suárez sobre el Socialismo, es
preciso leer su mensaje al Congreso en 1919. Dice así:
Este punto exige la expedición de una ley que conozca el derecho a la suspensión del
trabajo y a la demanda de mejores condiciones en el salario y en las horas, pero que
impida al mismo tiempo que la suspensión vaya acompañada de sediciones o motines
contra las autoridades, los empresario o los particulares, de los que aspiran a la mejora
de su condición puede hacerse efectivo por medio de representaciones pacíficas, sin que
sea lícito recurrir a medios incompatibles con la tranquilidad social, ocasionados a delitos
o dirigidos a impedir la competencia de otros trabajadores. Este es tanto más justo,
cuanto más sencillos son aquí de resolver los conflictos entre el obrero y el empresario,
una vez que la reducida oferta de trabajo, la demanda creciente de brazos, y el prospecto
que ofrecen la agricultura, las fábricas y las empresas de transporte, para asegurar el
bienestar del operario si, junto con el trabajo andan el ahorro y la moralidad.
No existiendo aquí el proletariado, puede afirmarse que los desórdenes que afligen a
otras naciones en estas materias carecen en Colombia de razón de ser. Por esto conviene
que legisléis, si lo estimáis conveniente reconociendo el derecho y el deber que me he
atrevido a exponeros.
Y más adelante, en el “Sueño de los Gitanos”, escrito en febrero de 1927, dos meses antes
de morir, dice:
Pero también es artículo esencial de esta materia el ilustrar en forma concienzuda y franca
a los obreros, a fin de que disciernan enemigos de amigos, no considerando tales a los
advenedizos que en los que menos piensan es en el bienestar de sus semejantes. Hay que
procurar que los trabajadores, guiados por el amor patrio y la hombría de bien, procuren
su propia mejora, pero por medios pacíficos, sin alterar la actividad del trabajo y de la
industria”. (p. 542)
Fuente:
https://marcofidelsuarez.co/la-huelga-de-1919/
Moreno, D. (2018) Marco Fidel Suárez y el Huila.
Días después de la masacre, los sastres de Bogotá se reunieron.
De ese encuentro quedó esta foto.
General
Pedro Sicard Briceño
Información adicional en la web (opcional):
http://www.andresospina.com/masacre/nuevotiempo.pdf
En esta página se observan algunos periódicos de la época
escaneados, cubriendo la información de lo sucedido.
https://telesantander.com/colombia-bogota-la-masacre-de-los-
sastres-el-16-de-marzo-de-1919/
En esta página se amplía la información con algunos datos
históricos.
https://www.youtube.com/watch?v=aow0zb4_9bA&list=PLnxVF
Va6L3kua9zMr-kNWXUrw4O-
HqwRj&index=2&t=0s&app=desktop
Video de una charla dada por Andrés Ospina en agosto de 2019,
y titulada: La masacre de los sastres: cubrimiento periodístico y
protestas en Colombia.
https://www.eltiempo.com/
archivo/documento/CMS-
7464896
marzo de 2010
Algunos artículos posteriores
https://www.elespectador.com/opinion
/glosas-la-historia-sobre-la-masacre-de-
los-sastres-columna-847348/
El Espectador. Marzo 2019.
Diego Ernesto Villamizar Cajiao

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  • 2. 16 de marzo. Para protestar contra un decreto presidencial que autorizaba la compra en el extranjero de uniformes y botas militares, para la conmemoración del primer centenario de la Batalla de Boyacá, dirigentes socialistas organizan una manifestación en Bogotá. Después de que los líderes conferencian con el presidente Marco Fidel Suárez, quien les informa la derogatoria del decreto, al intentar un grupo de manifestantes penetrar al Palacio Presidencial violentamente, se produce un enfrentamiento con una patrulla militar que causa la muerte a 7 manifestantes y heridas a 15 más. Son las primeras víctimas socialistas de represión oficial, proclaman los líderes de ese partido recién fundado. El presidente Suárez destituye al Comandante de la Guardia Presidencial, general Pedro Sicard Briceño, acusado de haber dado la orden de disparar y lo pone a disposición de la justicia. 19 de marzo. El ministro de Gobierno, Marcelino Arango, denuncia por calumnia a los directores de El Espectador de Bogotá, Luis Cano y Luis Eduardo Nieto Caballero, por la publicación de un artículo en el que afirmaban que el funcionario Suárez había dado la orden de la matanza del 16 de marzo. 29 de marzo. Aparecen en el Diario Oficial los partes rendidos al Ministerio de Guerra por los militares que participaron en los hechos del 16, en los cuales concluyen que no se sabe quién dio la orden de tirar a matar. 7 de Agosto. Se conmemora el primer Centenario de la batalla de Boyacá que dio la libertad a Colombia, con alocución del presidente Suárez a los colombianos y al Ejército, en ceremonia celebrada en el puente sobre el río Teatinos, su escenario. 19 de noviembre. El presidente Suárez sanciona la ley 78 que legaliza y regula el derecho de huelga en el país, la primera dictada en Colombia sobre este tema. 1919
  • 3. En agosto de 1919 se celebraba el centenario de la batalla de Boyacá. El gobierno, por medio de su ministro de Guerra, General Roa, se dispone a aperar al ejército de uniformes y calzado. Los miembros de la Sociedad Comercial del gremio de zapateros, el 26 de febrero, dirigen un memorial protestando por la firma del contrato para la confección de 2000 pares de botas con un individuo ajeno a la profesión, se quejan de que este contrato desplaza a sus asociados y agrega que los artículos estarán mal confeccionados dado que el contratista no conoce su oficio. Dice así dicho memorial: “La Comercial de Zapateros ha determinado hacer presente al Sr. ministro, de la manera más respetuosa, que ella está en capacidad de suministrar toda clase de calzado para la tropa.” Ese mismo día la Gaceta Republicana, órgano periodístico del partido demócrata, dice en su editorial: Nada más oportuno, justo y prudente que el anterior memorial que la Sociedad Comercial de Zapateros acaba de dirigir al señor ministro de Guerra, quien haciendo caso omiso del justo clamor del pueblo que carece de trabajo y de pan, pretende obtener por medio de agentes extranjeros y compinches, los materiales, artículos y elementos que necesita el ejército y que nuestros trabajadores y fabricantes están en capacidad de producir.
  • 4. GACETA REPUBLICANA República de Colombia. Bogotá, viernes 14 de marzo de 1919. UN ENEMIGO DEL PUEBLO En el Diario Oficial del miércoles está publicado el decreto del Sr. Suárez y del Sr. Roa, su ministro de Guerra, por el cual se nombra dos oficiales favoritos de este último, para que se dirijan al exterior a comprar allá el vestuario y el equipo del ejército. En los últimos tiempos no se ha dictado medida alguna más perjudicial para las clases trabajadoras. Sin pretexto, sin razón alguna, por el sólo placer de ver sumidos en la miseria a sus conciudadanos, el ministro de Guerra se resuelve a dar un paso que condena al hambre a numerosas familias y que dejará sin trabajo a muchísimos obreros. Nada más natural que encargar la confección del vestuario del ejército a una multitud de infelices señoras que no cuentan para vivir sino el exiguo producido de una labor fatigosísima, en la que consumen largas vigilias con la aguja entre los dedos, mientras la tisis y la anemia corroen el organismo enflaquecido de la pobre madre, que no tiene con qué poner a sus hijos en la escuela y para la que no ha habido un momento de descanso ni felicidad. Nada más justo que encomendar a los obreros de zapatería -tan numerosos y hábiles- que en la ciudad se encuentran, la manufactura del calzado de la tropa en momentos en que muchos miembros del gremio carecen de ocupación. El viernes, 14 de marzo, la Gaceta Republicana publica un editorial firmado por “Un trabajador”. Este trae la aclaración de que es la firma de “Un obrero honorable”.
  • 5. Nada más razonable que emplear en el equipo del ejército, en cuanto sea posible, telas, pieles y materias primas producidas en el país, para que ampliadas las fábricas tenga el pueblo donde acudir a ganar honradamente con qué comer. Pero se hace todo lo contrario: a infelices señoras, que en la costura ganan escasamente un pan amargo y duro, a los obreros que tienen derecho a que se les prefiera en el encargo de productos que se van a pagar con el dinero del pueblo contribuyente, a los industriales y obreros de las fábricas que esperan un estímulo a su labor patrióticas, el Sr. Roa arranca de las manos el trabajo, y los condena a la inacción y por lo tanto al hambre. Y no es que la manufactura extranjera sea mejor. Es que por ese medio se pueden hacer pingües negocios. Hace poco se hizo un contrato para comprar calzado extranjero el cual resultó con suela de cartón. Seguramente tienen ahora entre manos otra especulación ignominiosa como tantas anteriores. Pero ha llegado la hora en que el pueblo impida, consciente de su fuerza, que se especule con su dinero y su trabajo, y que se castigue a sus enemigos. El domingo el gremio obrero de Bogotá va a hacer al presidente de la República las mismas justas peticiones: que se le permita trabajar. Que no se le impida ganarse el pan porque el pueblo tiene derecho a vivir y está dispuesto a hacer valer sus derechos por encima de las instituciones y propósitos de un ministro que está acusado de carecer de probidad personal y que quiere especular con las necesidades nacionales. ¡Obreros, empieza la hora de nuestra justicia! ¡Ay de nuestros cobardes enemigos! UN TRABAJADOR (Hay firma responsable de un obrero honorable)
  • 6. El sábado 15 aparecen las paredes de la ciudad empapeladas con invitaciones a la manifestación del día siguiente. Se invita a todos los obreros a reunirse en la Plaza de los Mártires para de allí iniciar una marcha pacífica hacia el Palacio Presidencial. Ese mismo día, víspera de la manifestación, el gobierno deroga el decreto. Dice Urrutia (2015): “Los Socialistas de ‘La Gaceta’, claro está, pasaron por alto la derogación del decreto, pues tenían necesidad de una excusa para hacer un despliegue de fuerza. Cuando el domingo más de 3000 trabajadores y estudiantes llegaron al Palacio Presidencial, con una irresponsabilidad característica los oradores actuaron como si el decreto todavía estuviera vigente. (p. 58)”
  • 7.
  • 8. Una gran cantidad de personas se reunió en la Plaza de Bolívar. Vino un grupo muy caudaloso del Parque de los Mártires, sitio escogido por los organizadores para su reunión. El Capitán Manrique Páramo se dirigió a la multitud con palabras vehementísimas, hizo violentos ataques a los directorios políticos de los partidos tradicionales, al ministro de guerra y al gobierno del presidente Suárez. También, sugirió el Capitán Páramo que la derogación del decreto se debía al miedo que le producía esta poderosa manifestación de obreros colombianos. El Capitán terminó su arenga y la manifestación se dirigió al palacio de la Carrera. Entre tanto, El señor Suárez salió a uno de los balcones, pero la manifestación ya “estaba fuera del control”. (Urrutia, 2015) El presidente oyó el discurso del representante de la Asamblea de Obreros Marco Tulio Amorocho y empezó a leer su contestación: “Debido al alboroto callejero, al ruido de la lluvia que cae en esos momentos y a la débil voz del señor Suárez, las palabras de este no alcanzan a ser oídas por los manifestantes”. (Galvis, 1974, p.215)
  • 9. “Debido al alboroto callejero, al ruido de la lluvia que cae en esos momentos y a la débil voz del señor Suárez, las palabras de este no alcanzan a ser oídas por los manifestantes” 16 de marzo de 1919
  • 10. La muchedumbre comenzó a lanzar piedras y a gritar vivas al socialismo. Manrique Páramo ya no pudo explicarles a los obreros que la causa aparente de su manifestación había sido removida. El señor Suárez resolvió suspender la lectura de su discurso, entrar al salón principal y leer allí su comunicado a los líderes del movimiento, quienes salieron al balcón para tratar de explicar la situación, pero esto ya no era posible. De los gritos y pedradas los manifestantes pasaron a la violencia, trataron de penetrar al Palacio, forzando la guardia presidencial, que intentaba rechazarlos a culatazos. El furor aumentaba y el general Sicard Briceño, más adelante acusado de la agresión al pueblo, explicaba así su situación: Serían las cuatro de la tarde cuando se me avisó que las manifestantes atacaban a pedradas y a balazos el Palacios Presidencial. Salí al atrio para observar qué ocurría y en ese momento se oyeron disparos en la Calle de la Carrera. Lo que me dio a entender que la guardia de honor del Excelentísimo Señor presidente de la República había cumplido con el deber de defender la mansión presidencial…
  • 11. …Momentos después un grupo de unos ochenta o ciento de estos revoltosos invadió al atrio del Capitolio y se me dirigió para reclamarme orden para que la tropa no abaleara al pueblo. A lo cual contesté que yo no era el comandante militar de la Plaza, a quién corresponde estas funciones, que sentía lo ocurrido, pero que ellos tenían la culpa por haber atacado el Palacio. En ese momento se me llamó por teléfono y al volver la espalda para entrar al Capitolio fui atacado a pedradas y amenazado con bastones. Regresé en el acto sobre el grupo y en medio de ellos y para amedrentarlos saqué mi pistola e hice un disparo al suelo. Con lo cual el grupo se disipó en todas direcciones (…) (…) A eso de las cuatro y media, varios grupos de manifestantes se dieron a la tarea de romper las puertas del almacén de los señores Vergara Hermanos en la acera Norte. Mandé una escolta a impedirlo…” Un individuo de apellido Criales, quién hacía parte de un grupo de manifestantes, gritaba a otros diciéndoles que fueran a los Bancos y a los Almacenes, donde encontrarían la plata que necesitaban… En estos momentos atravesaban la plaza a caballo los Mayores Luis Ramírez, Félix Restrepo y el Capitán Carlos F. Buitrago. La turba se lanzó sobre ellos repitiendo las pedradas. Ellos se detuvieron y se mandó otra escolta para protegerlos. Al regresar esa a su puesto el populacho se vino encima y lanzó una lluvia de piedras hiriendo a un sargento y a un soldado a lo cual los soldados volvieron caras disparando sobre el motín (…) (Gaceta Republicana, 1919).
  • 12. En la misma edición hay una réplica al General Sicard Briceño, hecha por el Capitán Manrique Páramo en el que solamente hace una descripción de su propio valor, dejando sin contestación el verdadero argumento: “Los soldados estaban armados de fusiles y los manifestantes de piedras. Y a las puertas del Palacio han quedado siete obreros muertos y quince heridos, algunos de ellos muy graves.” La prensa liberal reseña así el asunto: Los líderes tratan de calmarlos, pero la agitación continúa. Llovía. Empezó a disgregarse la manifestación. Los últimos en dispersarse lanzan piedra contra el Palacio. Entonces se saca una ametralladora que se había alistado desde antes. La tropa y la policía disparan contra la multitud. La orden, parece, la dio el ministro de gobierno, General Arango y el jefe de la división, Francisco Urdaneta. Suárez, parece, no fue consultado. Después hubo intentos de saqueos frustrados. Solo se saqueó un almacén de San Victorino, en busca de armas. (…) Los detalles de la tragedia de ayer. (El Tiempo, 17 de marzo de 1919)
  • 13. Los dirigentes del partido liberal capitalizaron la situación, visitando al presidente esa misma tarde para saber cuál sería la actitud del Gobierno respecto de los graves sucesos, pues “ellos como partido liberal ‘natural protector del pueblo’ quieren prestar su cooperación para evitar un conflicto (…)” En el Sueño de la Ingratitud, años más tarde, dice Suárez: Así se cumplió la acción del Gobierno dentro de los límites del derecho y del deber, sin que la Ley Humana fuese quebrantada y sin que la Ley de Conciencia se desatendiera, porque qué hubiera dicho La República si el encargado de defender los fueros de la autoridad se hubiera plegado ruinmente a complacer las exigencias del odio gratuito, poniendo mansamente la cerviz bajo la bota de los que proclaman la libertad y preparan la violencia, de los que se dicen partidarios del orden y la justicia cuando en la historia dejan rastros indelebles de insubordinación y de irrespeto? (Suárez, Los Sueños Tomo II, p. 203)
  • 14. Dice Urrutia (2015): Después de los hechos, tanto el presidente como su ministro de Guerra sostuvieron no haber dado la orden de abrir fuego, pero esta declaración no hizo nada para mejorar el prestigio del Gobierno. Pero la verdad es que los líderes socialistas tuvieron mucha de la culpa de la matanza. Sacrificaron siete vidas sin razón alguna. Se echa de ver que esta manifestación adolecía de varios defectos. De un lado, la inmadurez política de los manifestantes que se dejaban llevar por la pasión y la emotividad, sin saber a ciencia cierta para dónde iban y quién los conducía. Del otro, la inmadurez de los dirigentes, que no supieron calcular la reacción de sus propias palabras y lanzaban editoriales y consignas llenas de fuego, pero cuando la violencia de un pueblo inculto se les salía de las manos, la culpa del “Domingo Sangriento” la tenía forzosamente aquel a quien llamaron “el presidente asesino”. Cosa semejante ocurría con el ejército, armado para defender y entrenado para lo mismo, no era capaz de resistir la provocación sin disparar. Amarga realidad y muy actual es la forma en que el pueblo aprovecha el desorden para saquear y robar. El gobierno tenía la experiencia de las huelgas en la costa que habían degenerado en motín y pillaje. Los gremios, que hubieran podido establecer una base para negociaciones más serias, perderían sus energías en mera agitación y atrajeron la hostilidad del gobierno y de la burguesía que veía amenazadas sus propiedades.
  • 15. Aunque no parece que el acuerdo con los socialistas trajera a los sindicatos una fuerza concreta en sus reclamos, la alianza de los obreros con un grupo que tenía una cierta ideología y una cierta cultura los hacía más respetables. Esto favoreció la imagen de la clase obrera. Los liberales, ansiosos de recuperar las votaciones urbanas tuvieron que replantear sus postulados y defender los intereses de los obreros. Para tener una idea clara del pensamiento de Marco Fidel Suárez sobre el Socialismo, es preciso leer su mensaje al Congreso en 1919. Dice así: Este punto exige la expedición de una ley que conozca el derecho a la suspensión del trabajo y a la demanda de mejores condiciones en el salario y en las horas, pero que impida al mismo tiempo que la suspensión vaya acompañada de sediciones o motines contra las autoridades, los empresario o los particulares, de los que aspiran a la mejora de su condición puede hacerse efectivo por medio de representaciones pacíficas, sin que sea lícito recurrir a medios incompatibles con la tranquilidad social, ocasionados a delitos o dirigidos a impedir la competencia de otros trabajadores. Este es tanto más justo, cuanto más sencillos son aquí de resolver los conflictos entre el obrero y el empresario, una vez que la reducida oferta de trabajo, la demanda creciente de brazos, y el prospecto que ofrecen la agricultura, las fábricas y las empresas de transporte, para asegurar el bienestar del operario si, junto con el trabajo andan el ahorro y la moralidad.
  • 16. No existiendo aquí el proletariado, puede afirmarse que los desórdenes que afligen a otras naciones en estas materias carecen en Colombia de razón de ser. Por esto conviene que legisléis, si lo estimáis conveniente reconociendo el derecho y el deber que me he atrevido a exponeros. Y más adelante, en el “Sueño de los Gitanos”, escrito en febrero de 1927, dos meses antes de morir, dice: Pero también es artículo esencial de esta materia el ilustrar en forma concienzuda y franca a los obreros, a fin de que disciernan enemigos de amigos, no considerando tales a los advenedizos que en los que menos piensan es en el bienestar de sus semejantes. Hay que procurar que los trabajadores, guiados por el amor patrio y la hombría de bien, procuren su propia mejora, pero por medios pacíficos, sin alterar la actividad del trabajo y de la industria”. (p. 542) Fuente: https://marcofidelsuarez.co/la-huelga-de-1919/ Moreno, D. (2018) Marco Fidel Suárez y el Huila.
  • 17. Días después de la masacre, los sastres de Bogotá se reunieron. De ese encuentro quedó esta foto.
  • 19. Información adicional en la web (opcional): http://www.andresospina.com/masacre/nuevotiempo.pdf En esta página se observan algunos periódicos de la época escaneados, cubriendo la información de lo sucedido. https://telesantander.com/colombia-bogota-la-masacre-de-los- sastres-el-16-de-marzo-de-1919/ En esta página se amplía la información con algunos datos históricos. https://www.youtube.com/watch?v=aow0zb4_9bA&list=PLnxVF Va6L3kua9zMr-kNWXUrw4O- HqwRj&index=2&t=0s&app=desktop Video de una charla dada por Andrés Ospina en agosto de 2019, y titulada: La masacre de los sastres: cubrimiento periodístico y protestas en Colombia.
  • 22. El Espectador. Marzo 2019. Diego Ernesto Villamizar Cajiao