En su libro El ángel literario, durante una reunión que tuvo con el escritor Andrés Trapiello, en Madrid, Eduardo Halfon narra ya los primeros anuncios de un misterioso boxeador polaco.
"Tu apellido, Eduardo, ¿de dónde proviene? Líbano, le dije, mi abuelo era un judío libanés igualito a Alfred Hitchcock. ¿Y tu abuelo materno? Polaco. ¿Judío también? Sí, judío también, y le hable un poco de Lódz, de Sachsenhausen, de Auschwitz, del boxeador. Mira, hombre, exclamó levantándose a contestar el teléfono, eso o lo escribes tú o lo escribo yo. Espero que lo escriba él."
Desde entonces, y a través de otros personajes y de otras historias -la de un poeta indígena inmerso en un mundo distante y ajeno; la de una seductora hippie israelí viajando por Centroamérica; la de un académico norteamericano experto en la obra y las bromas de Mark Twain; la secreta, inconclusa, untada de jazz, de un pianista serbio; o la de un discurso lusitano de quince minutos sobre la literatura y la realidad y el cine de Bergman-, a través de todas ellas, la historia de ese boxeador polaco empezaba ya lentamente a gestarse, a imponerse, a pedir ser escrita por un nieto, quien a su vez pedí no escribirla, aunque también, de alguna manera, sabía que debía hacerlo.
"Ustedes, los judíos, nacen con una novela ya escrita bajo el brazo, me dijo Andrés al sentarse."
Eduardo Halfon nació en Guatemala en 1971. Estudió Ingeniería Industrial en North Carolina State University y trabajó como profesor de Literatura en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Ha publicado los libros Esto no es una pipa, Saturno (Alfaguara, Guatemala, 2003), De cabo roto (Littera, Barcelona, 2003), El ángel literario (Anagrama, Barcelona, 2004, Semifinalista para el Premio Herralde de Novela), y las colecciones de cuentos Siete minutos de desasosiego (Panamericana, Bogotá, 2007) y Clases de hebreo (AMG, Logroño, 2008). Su obra ha sido traducida al serbio y al portugués. En el año 2007 fue nombrado uno de los mejores jóvenes escritores latinoamericanos por el Hay Festival de Bogotá.
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1. 69752. Que era su númerode teléfono.Que loteníatatuadoallí,sobre su antebrazoizquierdo,para
no olvidarlo.Esome decíami abuelo.Y esocreí mientrascrecía. En losaños setenta,losnúmeros
telefónicosdel paíserande cincodígitos.
Yo le decía Oitze,porque él me decíaOitze,que enyiddishsignificaalgunacursilería.Me gustabasu
acentopolaco.Me gustaba mojarel meñique (únicorasgofísicoque le heredé:ese parde meñiques
cada día más combados) ensuvasitode whisky.Me gustabapedirle que me hicieradibujos,aunque
enrealidadsólosabíahacer un dibujo,trazadovertiginosamente,siempreidéntico,de unsinuosoy
desfiguradosombrero.Me gustabael colorremolachade la salsa(jrein,enyiddish) que él vertía
encimade su bolablancade pescado(guefiltefish,enyiddish).Me gustabaacompañarloensus
caminataspor el barrio,ese mismobarriodonde algunanoche,enmediode uninmensoterreno
baldío,se había estrelladounaviónllenode vacas.Perosobre todome gustabaaquel número.Su
número.
2. No tardé tanto,sinembargo,encomprendersubroma telefónica,ylaimportanciapsicológicade
esabroma, y eventualmente,aunque nuncanadie loadmitía,el origenhistóricode ese número.
Entonces,cuandocaminábamosjuntosocuando él se ponía a dibujarme unaserie de sombreros,yo
me quedabaviendoaquelloscincodígitosy,extrañamente feliz,jugabaainventarme laescena
secretade cómo loshabía conseguido.Mi abuelobocaarriba enuna camillade hospital mientras,
sentadoa horcajadassobre él,uninmensocomandante alemán(vestidode cueronegro) le gritaba
númeropornúmeroa una anémicaenfermeraalemana(tambiénvestidade cueronegro) yella
entoncesle ibaentregandoaél,unoporuno, loshierroscalientes.Omi abuelosentadoenun
banquitode maderafrente auna medialunade alemanesenbatasblancasy guantesblancosyluces
blancasatadas alrededorde suscabezas,comode mineros,cuandode repente unode losalemanes
balbucíaun númeroy entrabaun payasoenmonociclo ytodas laslucesblancasloiluminabande
blancomientrasel payaso –con ungran marcador cuyamágica tintaverde jamásse borraba–
escribíaese númerosobre el antebrazode mi abuelo,ytodosloscientíficosalemanesaplaudían.O
mi abuelo,de pie ante unataquillade cine,insertandoel brazoizquierdoatravésde la redonda
aperturaen el vidriopordonde se pasanlosbilletes,yentonces,del otroladode laventanilla,una
alemanagorday peludase ponía a ajustarlos cincodígitosenuno de esosselladorescomode fecha
variable que usanlosbancos(losmismosselladoresque mi papámanteníasobre el escritoriode su
oficinaycon losque tanto me gustaba jugar),yluego,comosi fuese unafechaimportantísima,
estampabaellaconímpetuy para siempre el antebrazode mi abuelo.
Así jugabayo con su número.Clandestinamente.Hipnotizadoporaquelloscincodígitosverdesy
misteriososque,muchomásque enel antebrazo,me parecía que él llevabatatuadosenalguna
parte del alma.
Verdesymisteriosos hastahace poco.
A mediatarde,sentadossobre suviejosofáde cuerocolormanteca,estabatomándome unwhisky
con mi abuelo.
Noté que el verde yano era verde,sinoungrisáceodiluidoypálidoque me hizopensarenalgo
pudriéndose.El 7 se había casi amalgamadoconel 5. El 6 yel 9, irreconocibles,eranahorados
masas hinchadas,deformes,fuerade foco.El 2, enplenahuida,dabalaimpresiónde haberse
separadounoscuantosmilímetrosde todoslosdemás.Observé el rostrode mi abueloyde pronto
caí enla cuentade que enaquel juegode niño,encadauna de aquellasfantasíasde niño,me lo
había imaginadoyaviejo,yaabuelo.Comosi hubiesenacidounabueloocomosi hubiese envejecido
para siempre enel momentomismoque recibióaquelnúmeroque yoahoraexaminabacontanta
meticulosidad.
Fue enAuschwitz.
3. Al principionoestabasegurode haberloescuchado.Subílamirada.Él estabatapándose el número
con la manoderecha.Lloviznaronroneabasobre lastejas.
Esto, dijofrotándose suave el antebrazo.Fue enAuschwitz,dijo.Fue conel boxeador,dijosin
mirarme y sinemociónalgunayempleandounacentoque yano erael suyo.
Me hubiese gustadopreguntarle qué sintiócuandofinalmente,trascasi sesentaañosde silencio,
dijoalgoverídicosobre el origende ese número.Preguntarle porqué me lohabía dichoa mí.
Preguntarle si soltarpalabrasalmacenadasdurante tantotiempoprovocaalgúnefectoliberador.
Preguntarle si palabrasalmacenadasdurante tantotiempotienenel mismosaborcilloal deslizarse
ásperassobre la lengua.Perome quedé callado,impaciente,escuchandolalluvia,temiéndoleaalgo,
quizása la violentatrascendenciadel momento,quizásaque yano me dijeranada más,quizása que
la verdaderahistoriadetrásde esoscincodígitosnofueratan fantásticacomotodas misversiones
de niño.
Écheme undedomás, eh,Oitze,me dijoentregándome suvasito.
Yo lo hice,sabiendoque si mi abuelaregresabaprontode hacersuscompras me lo habría
reprochado.Desde que empezóconproblemascardíacos,mi abuelose tomabadosonzas de whisky
a mediodíay otrasdos onzasantesde lacena. Nomás. Salvoenocasionesespeciales,claro,como
algunafiestaoboda o partidode fútbol oaparicióntelevisivade IsabelPantoja.Peropensé que
estabaagarrando fuerzapara aquelloque queríacontarme.Luegopensé que,bebiendomásde la
cuentaen suactual estadofísico,aquelloque queríacontarme podríaalterarlo,posiblemente
demasiado.Se acomodósobre el viejosofáyse gozóese primersorbodulzónyyorecordé una vez
que,de niño,loescuché diciéndole ami abuelaque yanecesitabacomprarmásEtiquetaRoja,el
únicowhiskyque él tomaba,cuandoyoreciénhabía descubiertomásde treintabotellasguardadas
enla despensa.Nuevitas.Yasí se lo dije.Y mi abuelome respondióconunasonrisallenade
misterio,conunasabiduríallenade algúntipode dolorque yo jamásentendería:Porsi hay guerra,
Oitze.
Estaba él como alejado.Teníalamiradaopaca y fijaenun gran ventanal pordonde se podían
contemplarlascrestasde lluviadescendiendosobre casi todalainmensidaddelverde barrancode la
ColoniaElgin.Nodejabade masticaralgo,algunasemillaobasuritao algoasí. Entoncesme percaté
de que llevabaél desabrochadoel pantalónde gabardinayabiertaamediaslabragueta.
Estuve enel campo de concentraciónde Sachsenhausen.Cercade Berlín.Desde noviembre del
treintay nueve.
Y se lamióloslabios,bastante,comosi loque acababade decirfuese comestible.Seguía
cubriéndose el númeroconlamano derechamientras,conlaizquierda,sosteníael vasitosinwhisky.
4. Tomé la botellayle pregunté si deseabaque le sirvieraunpocomás,perono me respondióoquizás
no me escuchó.
En Sachsenhausen,cercade Berlín,continuó,habíadosbloquesde judíosymuchosbloquesde
alemanes,tal vezcincuentabloquesde alemanes,muchosprisionerosalemanes,ladronesalemanes
y asesinosalemanesyalemanesque se habíancasadocon mujeresjudías.Rassenschande,lesdecían
enalemán.La vergüenzade laraza.
Callóde nuevoyme parecióque sudiscursoera comoun sosegadooleaje.A lomejorporque la
memoriaestambiénpendular.A lomejorporque el dolorúnicamentese toleradosificado.Quería
pedirle que me hablarade Łódźy de sus hermanosyde suspadres(conservabaunafotofamiliar,
una sola,que había conseguidomuchosañosmástarde a través de un tío emigradoantesde estallar
la guerra,y que manteníacolgadajuntoa sucama, y que a mí no me hacía sentirnada,comosi
aquellospálidosrostrosnofuesende personasrealessinode personajesgrisesyanónimos
arrancados de algúnlibroescolarde historia),pedirleque me hablarade todoaquelloque le había
sucedidoantesdel treintaynueve,antesde Sachsenhausen.
Amainóunpoco la lluviayde lasentrañasdel barranco empezóatreparuna nube blancay saturada.
Yo era el stubendienstde nuestrobloque.El encargadode nuestrobloque.Trescientoshombres.
Doscientosochentahombres.Trescientosdiezhombres.Cadadíaunoscuantos más,cada día unos
cuantosmenos.Entiende,Oitze,me dijoamanerade afirmación,node pregunta,yyo pensé que
estabacerciorándose de mi presencia,de mi compañía,comopara no quedarse solitoconlas
palabras.Dijo,yse llevócomidainvisiblealoslabios:Yoera el encargadode conseguirlesel café por
lasmañanas y después,porlastardes,lasopade papay el trozo de pan. Dijo,yabanicóel aire con la
mano:Yo erael encargadode lalimpieza,de barrer,de limpiarloscatres.Dijo,ycontinuó
abanicandoel aire con lamano: Yo era el encargadode sacar loscuerposde aquelloshombresque
amanecíanmuertos.Dijo,casi brindando:Perotambiénerael encargadode recibir alosjudíos
nuevoscuandollegabanami bloque,cuandogritabanenalemánjudeneintreffen,judeneintreffen,
y yo salía a recibirlosyme dabacuentade que casi todos losjudíosque llegabanami bloque traían
escondidoalgúnobjetovalioso.Algunacadenitaoreloj oanilloodiamante.Algo.Bienguardado.
Bienocultoenalgunaparte.A veceshastase lohabían tragado,y entoncesunosdías despuésles
salía enla mierda.
Me ofreciósuvasitoy yo le servíotro chorro de whisky.Erala primeravezque escuchabaa mi
abuelodecirmierda,ylapalabra,enese momento,enese contexto,me parecióhermosa.
¿Por qué usted,Oitze?,le pregunté,aprovechandounbreve silencio.Él fruncióel entrecejoycerró
un poquitolosojosyse quedómirándome comosi de repente hablásemoslenguajesdistintos.¿Por
qué lonombrarona ustedencargado?
5. Y en su viejorostro,ensuviejamanoque había terminadoyade gesticularyahora se estaba
tapandode nuevoel número,comprendítodaslasimplicacionesde esapregunta.Comprendíla
preguntadisfrazadaadentrode esapregunta:¿qué tuvoque hacerustedpara que lonombraran
encargado?Comprendílapreguntaque jamásse pregunta:¿qué tuvoque hacerustedpara
sobrevivir?
Sonrió,encogiéndosede hombros.
Un día, nuestrolagerleiter,nuestrodirector,sólome anuncióque yoseríael encargado,yya.
Comosi se pudiese decirloindecible.
Aunque muchoantes,prosiguiótrastomaruntrago, enel treintay nueve,cuandoreciénhabía
llegadoyoa Sachsenhausen,cercade Berlín,nuestrolagerleiterme descubrióunamañana
escondidodebajodel catre.Yonoquería ira trabajar,entiende,ypensé que podíaquedarmetodo
el día escondidodebajodel catre.Nosé cómo,el lagerleiterme encontróescondidodebajodel catre
y me arrastró hacia fueray empezóagolpearme aquí,enel cóccix,con una varillade maderaotal
vezde hierro.Nosé cuántasveces.Hasta que perdíel conocimiento.Estuve diezodoce días en
cama, sinpodercaminar.Desde entoncesel lagerleitercambiósutrato para conmigo.Me decía
buenosdíasy buenasnoches.Me decía que le gustaba cómomantenía mi catre de limpio.Yun día
me dijoque yo sería el stubendienst,el encargadode limpiarmi bloque.Asínomás.
Se quedópensativo,sacudiendolacabeza.
No recuerdosunombre,ni sucara, dijo,masticóalgounpar de veces,loescupióhaciaunladoy,
como si esolo absolviera,comosi esofuese suficiente,añadió:Susmanoseranmuybonitas.
Ni modo.Mi abuelomanteníasuspropiasmanosimpecables.Semanalmente,sentadosfrente aun
televisorcadavezmás recio,mi abuelale arrancaba lascutículas con una pequeñapinza,le cortaba
lasuñas y se las limabaydespués,mientrashacíalo mismoconla otra mano,se lasdejaba
remojandoenunapequeñabacinicallenade unlíquidoviscosoytransparente yconolor a barniz.Al
terminarambasmanos,tomaba unbote azul de Niveayle ibauntandoy masajeandolapomada
blanquecinaencadadedo,lento,tierno,hastaque ambasmanosla absorbíanpor completoymi
abueloentoncesse volvíaacolocar el anillode piedranegraque usabaenel meñique derecho,
desde hacía casi sesentaaños,enformade luto.
Todoslos judíosal entrar me daban a mí esosobjetosque traían ensecretoa Sachsenhausen,cerca
de Berlín.Entiende.Comoyoerael encargado.Y yo lesrecibíaesosobjetosylosnegociabatambién
ensecretocon loscocinerospolacosylesconseguíaa los judíosque entrabanalgoaún másvalioso.
6. Cambiabaunreloj por untrozo adicional de pan.Una cadenade oro por unpoco más de café.Un
diamante porel últimocucharónde la ollade sopa,el cucharón más deseadode laollade sopa,
donde siempre estabanhundidaslasúnicasdosotrespapas.
Inicióotra vezel murmullosobre lastejasyyome puse a pensarenesasdoso trespapasinsípidasy
sobrecocidasy,adentrode unmundodemarcadopor alambre de púas,tanto más valiosasque
cualquierlúcidodiamante.
Un día, decidídarle al lagerleiterunamonedade veinte dólaresenoro.
Saqué miscigarrosy me quedé jugando conuno.Podríadecirque nolo encendíporpena,por
respetoami abuelo,porpleitesíaaesa monedade veinte dólaresenoroque de inmediatome
imaginé negrayoxidada.Peromejornolodigo.
Decidídarle una monedade veinte dólaresenoroal lagerleiter.Tal vezcreíque ya había logradola
confianzadel lagerleiterotal vezdeseabaquedarbienconel lagerleiter.Undía,en el grupode
judíosque entraba,llegóunucranianoy me pasóuna monedade veinte dólaresenoro.El ucraniano
la había escondidodebajode lalengua.Díasydías con una monedade veinte dólaresenoro
escondidadebajode lalengua,yel ucranianome laentregó,yyo esperé aque todossalierandel
bloque yse fuerana trabajar al campoy entoncesllegué conel lagerleiteryse la di.El lagerleiterno
me dijonada.Sólola guardó enla bolsasuperiorde suchaqueta,diomediavueltayse marchó.
Algunosdíasdespués,me despertaronamedianoche conunapatadaen el estómago.Me
empujaronhaciafuerayallí estabade pie el lagerleiter,vestidoenunimpermeable negroyconlas
manosdetrásde laespalda,yentoncesreaccioné yentendíporqué me seguíangolpeandoy
pateando.Había nieve enel suelo.Ningunohablaba.Me echaronenlaparte traserade uncamión y
cerraron laportezuelayyome quedé mediodormidoytemblandodurante todoel trayecto.Eraya
de día cuandoel camiónfinalmentese detuvo.Porunarendijaenlamaderapude verel gran rótulo
sobre el portónde metal.ArbeitMacht Frei,decía.El trabajolibera.Escuché risas.Perorisascínicas,
entiende,risassucias,comoburlándose de mía travésde ese estúpidorótulo.Abrieronla
portezuela.Me ordenaronque bajara.Había nieve portodaspartes.Vi el Muro Negro.Despuésvi el
Bloque Once de Auschwitz.Eraya el año cuarentay dosy todoshabíamos oído hablardel Bloque
Once de Auschwitz.Sabíamosque lagente que se ibaal Bloque Once de Auschwitznuncaregresaba.
Me dejarontiradoenel suelode uncalabozodel Bloque Once de Auschwitz.
En un gestoinútil perode algunamaneranecesario,mi abuelose llevóaloslabiossuvasitoya sin
nada de whisky.
Era uncalabozooscuro. Muy húmedo.De techobajo.Casi no había nada de luz.Ni aire.Sólo
humedad.Ypersonasamontonadas.Muchaspersonasamontonadas.Algunaspersonasllorando.
Otras personasrezandoensusurrosel Kaddish.
7. Encendími cigarro.
Me solía decirmi abueloque yotenía laedadde lossemáforos,porque el primersemáforodel país
se había instaladoennosé qué interseccióndel centroel mismodíaen que yo nací. Tambiénestaba
vibrandoante unsemáforocuandole pregunté ami mamácómo llegabanlosbebésalaspanzasde
lasmujeres.Yoseguíamediohincadosobre el asientotraserode unVolvoinmensoycolorjade que,
por algunarazón,vibrabaal detenerse enlossemáforos.Callé que unamigo(Hasbun) noshabía
secreteadodurante el recreoque unamujerresultabaembarazadacuandounhombre le dabaun
besoenla boca, yque otroamigo(Asturias) habíaargumentado,conmuchamás audacia,que un
hombre y unamujerteníanque desnudarse juntosyluegobañarse juntosyluegohastadormir
juntosenla mismacama, sintenerque tocarse.Me puse de pie enese maravillosoespacioubicado
entre el asientotraseroylosdos asientosde enfrente,yaguardé unarespuesta.El Volvovibrando
ante un semáfororojodel bulevarVistaHermosa,el cieloenteramente azul,el oloratabacoy chicle
de anís, la miradanegra yazucarada de un campesinoencaitesque se acercóa pedirnoslimosna,la
vergüenzasilenciosade mi mamátratando de encontraralgunaspalabras,lassiguientespalabras:
Puescuandouna mujerquiere unbebé,vaal doctory éste le da una pastillacelestesi ellaquiere un
niñitoole da una pastillarosadasi ellaquiere unaniñita,yentonceslamujerse tomaesapastillay
ya está,quedaembarazada.El semáforocambióa verde.El Volvodejóde vibraryyo,aún de pie y
sosteniéndomede cualquiercosapara nosalirvolando,me imaginé amí mismometidoenun
pequeñofrascode vidrio,bienrevueltoentre unmontónde niñitoscelestesyniñitasrosadas,mi
nombre grabadoenbajorrelieve(igualque lapalabraBayerenlas aspirinasque me tomabade vez
encuando y que tantome sabían a yeso),inmóvil ycalladitomientrasesperabaque algunaseñora
llegase alaclínica del doctor(la observé anchaydeforme atravésdel cristal,como enunode esos
espejosonduladosde circo) yme tragara con unpoquitode agua (ypercibí,con la percepción
ingenuade unniño,porsupuesto,lacrueldaddel azar,la violenciacasual que me tumbaríasobre la
mano abiertade algunaseñora,cualquierseñora,esamanogrande ysudaday fortuitaque luegome
lanzaría haciauna boca igualmente grande ysudadayfortuita),paraasí, por fin,introducirme en
una panzadesconocidaypoder nacer.Jamás he logradosacudirme lasensaciónde soledady
abandonoque sentímetidoenaquel frascode vidrio.A veceslaolvidooquizásdecidoolvidarlao
quizás,absurdamente,me aseguroamí mismoque ya la he olvidadoporcompleto.Hastaque algo,
cualquiercosa,lamás mínimacosa, me vuelve ameterenaquel frascode vidrio.Porejemplo:mi
primerencuentrosexual,alosquince años,conuna prostitutade unburdel de cinco pesosllamado
El Puente.Porejemplo:unaequivocadahabitaciónal final de unviaje balcánico.Porejemplo:un
canario amarilloque,amediaplazade Tecpán,escogióunaprofecíasecretay rosadita.Porejemplo:
la manoheladade un amigotartamudo,estrechadaporúltimavez.Porejemplo:laimagen
claustrofóbicadel calabozooscuroyhúmedoyapretadoy harto de susurrosdonde estuvo
encerradomi abuelo,sesentaañosatrás,en el Bloque Once,enAuschwitz.
Personasllorabanypersonasrezabanel Kaddish.Acerqué el cenicero.Me sentíaya unpoco
mareado,peroigual nosservílo que restabadel whisky.
Qué más le quedaa uno cuandosabe que al día siguiente lovanafusilar,eh.Nadamás.O se tiraa
lloraro se tira a rezarel Kaddish.Yono sabía el Kaddish.Peroesanoche,porprimeravezenmi vida,
tambiénrecé el Kaddish. Recé el Kaddishpensandoenmispadresyrecé el Kaddishpensandoque al
8. día siguiente me fusilaríanhincadode frente al MuroNegrode Auschwitz.Eraya el año cuarentay
dos ytodos habíamosoído hablardel Muro Negrode Auschwitzyyo mismohabía visto ese Muro
Negrode Auschwitzal bajarme del camiónybiensabía que era donde fusilaban.Gnadenschuss,un
solotiroen lanuca. Peroel Muro Negrode Auschwitznome pareciótangrande como lo había
supuesto.Tampocome pareciótannegro.Era negrocon manchitasblancas.Portodas partestenía
manchitasblancas,dijomi abuelomientraspresionabateclasaéreasconel índice yyo, fumando,me
imaginabauncieloestrellado.Dijo:Salpicadurasblancas.Dijo:Hechasquizásporlasmismasbalas
despuésde atravesartantasnucas.
Estaba muyoscuro enel calabozo,continuórápidamente,comoparano perderse enesamisma
oscuridad.Y un hombre sentadoami lado empezóahablarme enpolaco.Nosé por qué empezóa
hablarme enpolaco.Tal vezme oyórezandoel Kaddish yreconociómi acento.Él eraun judíode
Łódź. Los doséramosjudíosde Łódź, peroyo de la calle Zeromskiego,cercadel mercadoZelony
Rinek,yél del ladoopuesto,cercadel parque Poniatowski.Él eraunboxeadorde Łódź.Un boxeador
polaco.Y hablamos todala noche enpolaco.Más bienél me hablótodala noche enpolaco.Me dijo
enpolacoque llevabamuchotiempoallí,enel Bloque Once,yque losalemaneslomanteníanvivo
porque lesgustabaverloboxear.Me dijoenpolacoque al día siguienteme haríanun juicioyme dijo
enpolacoqué cosas sí decirdurante ese juicioyqué cosasno decirdurante ese juicio.Yasí pasó.Al
día siguiente,dosalemanesme sacarondel calabozo,me llevaronconunjovenjudíoque me tatuó
este númeroenel brazoy despuésme dejaronenunaoficinadonde se llevóacabo mi juicio,ante
una señorita,yyome salvé diciéndolealaseñoritatodoloque el boxeadorpolacome había dicho
que dijerayno diciéndolealaseñoritatodoloque el boxeadorpolacome había dichoque no dijera.
Entiende.Usé suspalabrasysus palabrasme salvaronla viday yojamás supe el nombre del
boxeadorpolaconi le conocí el rostro.A lomejormuriófusilado.
Machaqué mi cigarro enel ceniceroyme empiné el últimotraguitode whisky.Queríapreguntarle
algosobre el númeroo sobre aquel jovenjudíoque se lotatuó.Perosólole pregunté qué le había
dichoel boxeadorpolaco.Él pareciónoentendermi pregunta yentoncesse larepetí,unpoco más
ansioso,unpocomás recio.¿Qué cosas,Oitze,le dijoel boxeadorque dijeraynodijeradurante
aquel juicio?
Mi abuelose rióaún confundidoyse echópara atrás y yo recordé que él se negabaa hablaren
polaco,que él llevabasesentaañosnegándose adecirunasolapalabraen sulenguamaterna,enla
lenguamaternade aquellosque,ennoviembre del treintaynueve,decíaél,lohabíantraicionado.
Nuncasupe si mi abuelonorecordabalas palabrasdel boxeadorpolaco,osi eligiónodecírmelas,o
si sencillamente yanoimportaban,si habíancumplidoyasupropósitocomopalabrasy entonces
habían desaparecidoparasiempre juntoconel boxeadorpolacoque algunanoche oscuralas
pronunció.
Una vez más,me quedé viendoel númerode mi abuelo,69752, tatuado una mañanadel invierno
del cuarentay dos,por un jovenjudío,enAuschwitz.Intenté imaginarmeel rostrodel boxeador