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'Una historia trepidante y muy imaginativa. Posee puntos en
común con el clásico de Michael Ende, La historia interminable, y
otros célebres títulos épicos de espada y brujería o de la
literatura fantástica juvenil como El Señor de los Anillos, Juego
de Tronos o Las crónicas de Narnia...Sin embargo esta novela
tiene personalidad propia y gran originalidad. La autora es capaz
de ofrecer tres historias en una sola compacta perfectamente
hilada, en universos propios paralelos, con sus normas, leyes y
mapas de los diferentes territorios’.
Josephb Macgregor (The bronkus), para el afamado sitio
(Anika entre libros)
'He aquí la evidencia de que hay savia nueva y de calidad'.
La Compañía.net (El Señor de los anillos)
Nota de la autora
Esta obra a través de su historia pretende fomentar la lectura
plasmando una nueva manera de transmisión de valores vista desde la
insignificancia de cada uno hasta el conjunto de todos; el Universo.
Procura reforzar la capacidad de soñar de los más pequeños y mayores,
y de pensar a través de su metáfora en un mejor futuro frente a cualquier
tipo de adversidades.
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7. La Vela Protegida Sonia Tomás
ÍNDICE
• Prólogo
LOS COMIENZOS
• I Parte
LA TIERRA Y ANTÁRTIK. EL OCASO
Ciudad y supervivencia.
La Vela Protegida.
La Cúpula, Akira y la cesión de poderes.
El Laberinto Cristalino.
Las casas Spin y el Portal del Imperio.
Growne.
Consternación en la Tierra. Níobe.
La oportunidad de Atrixa y la adquisición del mando.
• II Parte
DARKMON, EL BOSQUE DE VERSA Y ÁTULUS
Róculus. Urbe de Águilas.
La mujer mariposa.
Inmersión en Thân.
Darkmon. La milicia.
Murkcastle, el desfiladero y la Montaña del Edén.
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8. La Vela Protegida Sonia Tomás
Mortíferos. Una aparición oportuna.
Las Mazmorras de la Cripta
La llamada del Ortox.
Átulus.
• III Parte
LA CONTIENDA ENTRE RAZAS,
LOS ELEMENTOS Y EL NUEVO PROTOTIPO
Cielo sangriento.
El Valle de los Antártiks.
Lucha a tres bandas.
De la fuerza al coraje.
La hora del exterminio.
La fusión.
Un regalo para Wildfred.
La Urbe.
Descubre el Prototipo.
El Chacal.
Los Álamos; Laboratorio Nacional.
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9. La Vela Protegida Sonia Tomás
• IV Parte
ZAFIRÏA
Hudbinia. Diario de Allen Wildfred.
Vigilas del cielo.
La alcazaba de Thêon.
Ulanis y Gorwigart.
La Congregación de la Defensa.
La Rebelión.
• Mapas: Antártik, Hudbinia, Gorwigart y Sibenia.
• Agradecimiento de la autora.
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… Mirad al cielo sin descuidar la Tierra, y sed valientes, porque
sólo los que abran esta puerta, verán cumplidos sus sueños, aunque
puede que ya no sean dueños de su destino…
Proverbio de Rhan, Diosa de Mundos.
Todo el mundo sabía en Fantasía lo que significaba aquel medallón,
era el signo que llevaba quien estaba al servicio de la Emperatriz
Infantil y podía actuar en su nombre como si ella estuviera presente.
Michael Ende. La historia interminable.
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13. La Vela Protegida Sonia Tomás
Prólogo
LOS COMIENZOS
*RODHÁNYRA: Emblema que representa el equilibrio y la paz entre los
planetas del Unius Mundi (Mundos de Fuego y Agua), así como la
acogida en éste a los de reciente origen.
Los Mundos de fuego y agua, no corresponden con el mal y el
bien, ni respectivamente ni necesariamente. Su nombre
únicamente hace referencia al elemento predominante del planeta
en cuestión. Son los que antaño tomaron parte en las llamadas:
Sentenziatis; Guerras primeras del Universo.
El principio de las famosas contiendas interplanetarias tuvo su
causa en la progresiva desaparición de la composición de la
materia de algunos de estos astros por diversos factores, desde
cataclismos pretéritos naturales, a desastres por obra de los
propios pobladores, lo que les condujo a la necesaria evacuación e
invasión colonizadora de los más cercanos.
Pero los recursos y el espacio no fueron suficientes para todos, y
ello desembocó en la aniquilación de los más débiles…
En numerosas centurias atrás, las Sentenziatis se creyeron
zanjadas, sin embargo Rhan, Diosa de mundos, ya predijo guerras
futuras tras la posible invocación del elemento oscuro; La Esfera
de fuego.
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14. La Vela Protegida Sonia Tomás
El ente del mal tuvo su origen, en las almas de las criaturas
perecederas de dichos exterminios; Espíritus Aráctros. Y aunque
sea injusto el pago de inocentes por transgresores, las fuerzas
viles no distinguen entre las miserables criaturas del pasado de
sus no exculpados descendientes del presente.
Buscan venganza.
Atrixa, la hechicera inmortal de galaxias, fue elegida por los
resurgidos espíritus para hacerse con el intermediario que
invocara a la materia tenebrosa, ya que ésta no podía despertarla
por pertenecer a todos los mundos y al tiempo a ninguno.
Pero la reciente resurrección y escaso poder de las almas del
infierno, sólo sirvió para que la Esfera tuviese que ser arrojada al
azar, y su destino no fue otro que el planeta Antártik; hijo de la
Tierra.
En los inicios de Antártik, tres grandes sabios conocedores de la
nigromancia: Eisntórador, Isaácaris y Neoterón, fueron visitados
por Rhan con el fin de la creación de una materia divina; La Vela
Protegida, que buscase su antítesis en el Universo y se instalara
en el planeta donde creyese su ubicación.
El transcurso del tiempo convirtió en quimera dicha odisea…
En cuanto a la Tierra, aunque es conocida por los descendientes
de algunos planetas invasores, no está en su punto de mira, puesto
que en ese período no existíamos.
Actualmente no les aportamos nada, no podemos contactar con
ellos, nuestro progreso no es comparable, no somos para ellos
una amenaza.
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15. La Vela Protegida Sonia Tomás
Al menos por el momento…
Es quizás la razón de este estado desapercibido, la que condujo
a la elección de uno de sus jóvenes habitantes, Allen Wildfred.
En él, se depositan las esperanzas de que Rodhányra; emblema
de la unión de los planetas de fuego y agua, convierta su
representación en una realidad, rechazando toda sublevación por
el poder absoluto del Cosmos y la ejecución de las estirpes
consideradas como más débiles.
Puede que hoy sea el último día en la Tierra, y puede que no,
aunque eso también lo habían pensado sus habitantes dos días
antes al actual.
Desde la extraña aura blanca formada en el cielo hacía tres
lunas, junto a una nueva mañana más fría y siniestra ante los
ojos atónitos de la humanidad, se despertó la sospecha de que
el Apocalipsis había llegado, quedando en pié sólo las teorías de
los que se camuflan bajo sus férreos conocimientos científicos
acomodando en su boca fácilmente dos palabras;
‘técnicamente imposible’.
Desde su apartamento en Manhattan, el joven bibliotecario
Allen Wildfred, esperaba como todos una pronta respuesta al
extraño fenómeno, el cual podía divisar desde el gran ventanal de
su habitación orientado al norte. Sin embargo esa visión duró
escasos minutos tras una visita inesperada…
En poco tiempo, Allen adquiriría una gran responsabilidad en la
mayor aventura de su vida, ya que la decisión de la aceptación de
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16. La Vela Protegida Sonia Tomás
la propuesta llegada desde la lejana Galaxia Espiral de Gen, no
era opcional, sino sumamente necesaria.
Dentro de esta Galaxia el planeta Antártik llora el despertar de
la Profecía de la Traición, profecía antaño anunciada por Rhan;
deidad suprema de todos los Mundos, cuya leyenda se ha hecho
material provocando el surgimiento de una nueva tierra, La Tierra
Roja de Darkmon.
Aunque Wildfred es humano, pronto le serán cedidos los
poderes de Akira; Guardián de la Vela, quien quedará indefenso
en sacrificio de sus semejantes Antarktianos y por orden de la
Soberana de estos; Níobe.
Su cometido crucial será conseguir el elemento oscuro, ente
material del que la Leyenda de la traición se pronuncia, y
enfrentarlo a la Vela Protegida, corazón universal, fuerte y
transparente de Antártik, antes de que ésta se apague, la cual
pierde energía con el paso de los días y con ella su pueblo.
Pero Atrixa, la hechicera sirvienta en tiempos remotos de las
fuerzas del mal, intentará procurarse a un intermediario que
imponga ataque y resistencia desde la Tierra Roja hasta los
confines de Antártik, creando su propio ejército hasta que la Vela
perezca definitivamente para tomar posesión y sometimiento
absoluto de todos los universos a través del elemento de las
magias oscuras; la Esfera de fuego.
Allen Wildfred tendrá que comenzar un viaje diferente e
inesperado por las tierras desconocidas del recóndito Antártik
junto a seres increíbles y dispares. A través del Laberinto
Cristalino será conducido a uno de los Mundos de Fuego y Agua,
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mundos de los que estamos rodeados, mundos conectados entre sí,
mundos que se dejan ver si es su voluntad o si son llamados por
otros. Mundos como el nuestro donde ahora sólo prima la
supervivencia.
El valor de esta ardua travesía reside en el valor que se le da a la
vida, a todo lo existente conocido y por conocer, a las decisiones
de su principal peregrino y a las de sus acompañantes, al
sacrificio, a la amistad, y al coraje de los lectores que se
embarquen con ellos.
Un sendero extraordinario en el que todos comprenderemos que
La vida nunca nos depara lo que queremos en el momento
apropiado y que las aventuras ocurren.
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I Parte.
LA TIERRA Y ANTÁRTIK. EL OCASO
Manhattan año 2730.
Los encumbrados rascacielos de las metrópolis gobernaban las
alturas. Hace ya tres días que un aura blanca de razonables
dimensiones inundaba el cielo sin mostrar claramente el día o la
noche. La Luna estaba continuamente presente. Las horas diurnas
parecían haberse esfumado y el Sol se divisaba escasamente a lo
lejos sin actuar como tal.
Ante esta situación, el pánico se apodera de la ciudad cada vez
más. Muchos ya prevén el fin de los días, por la incertidumbre y
el desconcierto de que, al parecer, la naturaleza ha enloquecido.
Establecimientos de todo tipo se encontraban totalmente
desiertos y tampoco se huía hacia otras ciudades, ya que tal y
como los medios de comunicación mostraban, cualquier parte del
mundo presentaba el mismo aspecto. La situación era
estremecedora a expensas de que pasara cualquier cosa. Ni los
más eruditos científicos lograban comprender, qué efecto
meteorológico se estaba produciendo sobre esta monumental urbe
de aspecto futurista, donde las adversidades del incognoscible
multiverso parecían acaecer sus inicios.
Como cada mañana, el joven bibliotecario del establecimiento
Libros en Espectro, Allen Wildfred, debía salir de su casa en
dirección a éste, sin embargo desde la insólita especie de nebulosa
discontinua que se formó en la atmósfera terrestre, los comercios
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22. La Vela Protegida Sonia Tomás
del centro ya no se abrían. Nadie salía de sus hogares salvo
urgente necesidad.
De rubia cabellera, ojos verdes y parentela humilde, Wildfred,
siempre tuvo claro que su futuro de cualquier modo,
necesariamente tenía que estar ligado a los libros, su perdición
desde niño. Parece que literalmente lo consiguió. Vaya si así fue.
En su infancia se estableció una cierta indiferencia respecto a
los pasatiempos propios de sus cortas primaveras, excepto hacia
sus amados textos osados e ilusorios, siempre responsables de sus
momentos más jubilosos, asiduamente culpables de sus
fantásticas fugas ultramundanas.
Con dieciséis años, no sólo empezó a trabajar como catalogador
de manuscritos, sino que tenían muy claro que sus inquietudes
estudiantiles se dirigían hacia la astronomía. La escala de lo
cósmico era la única que le otorgaba la tregua de poder
conectar algún día con una fantasía real, y ese era su dogma,
mientras nadie demostrase lo contrario.
A penas había pasado un año, desde que la más horrible de las
tragedias se instalara en la vida de Allen.
Un injusto accidente de tráfico le arrebató a sus padres, lo que le
condujo a iniciar tempranas andaduras en el mundo laboral e
irremediablemente comenzar una nueva vida. Su memoria todavía
recuerda con claridad, la vez que se despidió de ellos en el umbral
de la puerta de su casa, sin saber que sería la última. Aquellas
esperadas vacaciones a las que por primera vez, el único hijo de
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23. La Vela Protegida Sonia Tomás
los Wildfred dejaba de ir, por temas de razón adolescente,
depararon un coste de valor incalculable que todavía hoy salda
cuentas en su memoria, con forma de crueles pesadillas junto a su
almohada.
Su primera e importante decisión la tomó al marcharse a vivir
con su amigo Mark Conover, tres años mayor que él, el único al
que realmente podía considerar amigo, quizás hermano, al
menos de corazón. Sus familiares más cercanos no lo eran en la
distancia, y tampoco en su apego, ya que la herencia de sus
modestos progenitores no pareció suficiente para que sus
consanguíneos se responsabilizaran de él.
Pero no le importó. Siguió adelante.
Ahora su única familia eran Conover y sus inseparables libros
de biblioteca.
Mark Conover, moreno, presumido y repeinado ejecutivo de
ventas compartía con Wildfred un vanguardista y pequeño piso
tipo loft, dotado de la domótica propia de la época.
La persistencia de las extrañas composiciones de gases
atmosféricos en el cielo, repercutió en el estado de ánimo de
ambos, y esa noche, tras la cena, sentados en sus auto-oscilantes
ciber sillas, digirieron la escasa comida engullida en silencio, con
semblante bajo y casi sin mediar palabra entre ellos. Tanto el uno
como el otro eran conscientes de que sus reservas de comida
empezaban a limitarse tras el cierre de los supermercados y que el
tiempo les consagraría su fin, sino en sus estómagos, en su
caduque.
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Wildfred, inquieto, se levantó de la silla y acercándose a su
tecnológica nevera, pulsó unos dígitos que activaron la
reproducción de unas palabras:
—Lo siento, no hay provisiones disponibles bajo pedido a
domicilio —emitió la máquina refrigerante.
—Estupendo, lo que nos faltaba, mañana saldré a por comida
yo mismo, tiene que haber algún sitio todavía abierto —afirmó
con rotundidad el rubio adolescente.
—¿Estás loco? —dijo Conover —ahí fuera no sabemos lo que
está pasando, las calles están despobladas y cada día que pasa, el
cielo evidencia sus funestos presagios ¿No has escuchado las
noticias? Las temperaturas varían lentamente pero en progresivo
ascenso y se ha recomendado el refugio en los hogares hasta
próximas declaraciones de las autoridades. Seamos cautelosos
Allen, podemos aguantar con lo que tenemos unos días más.
—Sí amigo Mark, si no te importa comer aceite y sal los
días venideros. Es lo único que nos queda —replicó Wildfred al
tiempo que chasqueaba los dedos para abrir la despensa de los
supuestos víveres que se encontraba frente a él y en la que sólo se
acumulaban dichas migajas —por otra parte… no me extrañaría
que lo hicieses sólo por mantener el tipo —ironizó.
Conover lo miró de reojo sin dejar de balancearse en su
cibersilla.
Saltó.
—¡Tienes razón! —refunfuñó al tener que admitir una
imperiosa y necesaria sensatez a alguien de menor edad a la suya
—saldremos mañana e intentaremos conseguir algo de comida
¡Iremos donde haga falta…! —después, se tiró un mechón de pelo
engominado hacia atrás retomando asiento y cruzando las piernas,
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25. La Vela Protegida Sonia Tomás
mientras giraba la cabeza hacia la ventana cambiando la expresión
de su rostro a un semblante asustadizo.
—Así que… ¿Has decidido acompañarme? Ya veo… ten en
cuenta que tendrás que ponerte zapatillas de deporte para ir y
volver rápidamente, olvídate del traje y los zapatos por un día —
aclaró Wildfred con una obvia sonrisa en el rostro.
Tras la provocadora puntualización, Mark le lanzó un cojín del
sofá y Allen lo esquivó entre carcajadas.
—Me voy a la cama. Me reconforta saber que al menos aún nos
queda sentido del humor. Hasta mañana.
Esa noche, al igual que las anteriores, Allen Wildfred no pudo
conciliar el sueño y la madrugada le acompañó en sus
perturbadores e incesantes pensamientos. Con los ojos achicados,
signo de su estado de vigilia, flexionó sus piernas hacia arriba y
acomodó los brazos en cruz tras su cabeza. En silencio, mientras
se le aclaraba la vista, dirigió la mirada hacia la ventana de su
habitación, cuya ubicación frontal respecto a su cama, le permitía
divisar sin esfuerzo parte del cielo que un día más continuaba con
su eclipsada fachada.
Cuando logró despejarse casi por completo, bostezó, y estiró sus
brazos desperezándose. Fue entonces cuando de repente, vio algo
extraño que suscitó sospechas en su mente. Rápidamente se
incorporó, olvidando desactivar la cristalera de abertura opcional
que cubría su cama y que, supuestamente, emitía un oxígeno más
puro ( al menos respecto al que en esa actualidad se respiraba,
debido a la polución acumulada de procesos industriales y
biológicos que la inconsciencia del hombre dejó en libertad años
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atrás). Este despiste hizo que Wildfred se propinara un buen golpe
en la cabeza con la luna auto-deslizante de su catre.
—¡Ah! —enojado, presionó el botón para su apertura —.Pero…
¿Qué está pasando? —se preguntó acercándose hasta la ventana
dirigiendo la vista hacia el cielo.
Los ínfimos rayos de Sol que a duras penas iluminaban su
mundo, se habían concentrado en un único haz de luz, que poco a
poco comenzó a desviar su trayectoria entrando por la ventana de
su habitación e incidiendo sobre la totalidad de ésta, dejando a la
ciudad en la plena oscuridad.
Transcurrieron varios segundos.
Después un silencio previo gritos de pavor.
Los sensores del alumbrado de las calles identificaron la
ausencia total de luz, activando automáticamente el encendido de
la mayoría de sus focos de emergencia.
En dicho trance, el clamor de la muchedumbre fue incesante
hasta ser apaciguado en el tiempo por sí sólo, mientras no
aconteciesen problemas mayores.
Wildfred se ocultó a toda prisa bajo su cama intentando que la
luz no le apuntara, pero no la pudo esquivar, ya que ésta se
apoderó de la estancia sin dejar esquina alguna en penumbra. La
rauda acústica del tic-tac de su reloj le obligó a dirigir la mirada
hacia su muñeca, observando cómo las agujas de éste avanzaban
tres horas hasta el momento en que supuestamente debía
amanecer.
Conover, a quien el tumulto del gentío tampoco le concedió un
provechoso descanso, se acababa de levantar con el propósito de
adquirir comestibles, tal y como resolvieron el día anterior.
Su inherente aspecto presumido, pese a ataviarse con su no
traje, se impuso a querer fijar su peinado con brillantina. Pero no
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27. La Vela Protegida Sonia Tomás
sólo los alimentos empezaban a escasear, también sus enseres
personales, en este caso la dichosa cera para el cabello.
—Esto de no poder ir a comprar las cosas importantes me está
sacando de quicio—susurró Mark por el pasillo estrujando la
última gota de su bote mientras se dirigía hacia la habitación de
Wildfred con la intención de pedirle cualquier tipo de fijador.
Conover accionó la apertura de la puerta de su amigo, y la hoja
de aleación metálica de la que ésta se componía, empezó a
deslizarse quedando al descubierto un vivo resplandor que
impactó sobre las pupilas de éste, sufriendo la luz casi cegadora
que se había instalado en la estancia.
—¡Dios mío!—exclamó Mark asustado. Palpó la puerta con los
ojos cerrados en búsqueda del interruptor, la selló de nuevo y se
alejó corriendo.
Al cabo de unos instantes volvió aproximándose muy despacio,
con las gafas de sol puestas, increíble pero cierto, con sus chics
anteojos, que sin duda le otorgaban un aspecto más pijo dentro de
su ya perfil refinado.
—¿Wildfred? ¿Estás bien? ¡Abre la puerta por favor!
Pero Allen Wildfred no contestaba…
La luz de intensidad desmesurada junto a un silencio sepulcral,
creó paradójicamente en el muchacho una sensación de calma y
sosiego, convirtiendo poco a poco aquel resplandor deslumbrante
en la imagen de un amanecer infinitamente bello que se descubrió
ante sus ojos, haciendo desaparecer por completo todo el
contenido de la habitación.
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28. La Vela Protegida Sonia Tomás
LA VELA PROTEGIDA
¿Dónde se encontraba?, tal vez siguiese dormido, o quizás
soñase despierto…
En principio, y ciertamente desconcertado de la realidad, el
joven Allen Wildfred no pensaba en nada. Le resultaba imposible
apartar la mirada de esa puesta diurna, que le fascinó hasta tal
punto, que parecía manifestarse en él, el efecto del hipnotismo.
La placentera sensación de ver un acontecimiento de la
naturaleza tan pulcro le encandiló durante varios segundos, hasta
que una acción involuntaria de su cuerpo le hizo retroceder un
paso hacia atrás. Fruto de dicha pisada una tenue agitación
acústica retumbó en sus oídos, muy parecido al efecto de ajetrear
agua, cuya sonoridad le desencantó de inmediato.
Después retornó el silencio.
Dirigió la vista hacia abajo y miró a su alrededor.
El pavimento de la habitación se había transfigurado. Del parejo
y grisáceo suelo de aleación super-aislante, nada quedaba. En su
nueva materialidad se revelaba la apariencia de un mar llano y
consistente, como si de asfalto se tratara, en el que poco pudo
indagar, pues de inmediato una voz aguda y con cierto eco, se
dirigió a él…
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29. La Vela Protegida Sonia Tomás
Las leyes de los mundos ya no son válidas.
Las fronteras entre lo posible e imposible se
han eliminado. En la lejana Galaxia Espiral
de Gen existe un mundo en el que la Tierra
Roja de Darkmon se ha despertado.
La inminente traición en el planeta Antártik
puede cambiar el destino del Universo y
requiere con urgencia y sin inseguridades,
una eficaz intervención. Mientras en la
Tierra muchos ya prevén el fin de los días,
por la incertidumbre de que al parecer, la naturaleza haya enloquecido.
El joven bibliotecario Allen Wildfred esperaba como todos una pronta
respuesta al extraño fenómeno, el cual podía divisar desde la ventana de
su habitación. Sin embargo, esa visión duró escasos minutos tras una
visita inesperada. Pronto le serían cedidos los poderes del Guardián de
la Vela Protegida; corazón universal, fuerte y transparente del planeta
Antártik, que bombea sin descanso desde los ancestros de éste, para
enfrentarse al intermediario de la leyenda de la traición despertada
por la hechicera Atrixa. Allen será conducido a uno de los Mundos de
Fuego y Agua. Mundos de los que estamos rodeados, mundos
conectados entre sí, mundos que se dejan ver si es su voluntad o si son
llamados por otros. Mundos como el nuestro donde ahora sólo
prima la supervivencia. El valor de esta ardua travesía reside en el que
se le da a la vida, a todo lo existente conocido y por conocer,
a las decisiones de su principal peregrino y a las de sus acompañantes,
al sacrificio, a la amistad y al coraje de los lectores que se embarquen
con ellos.
‘La historia interminable del siglo XXI’
Los lectores
Crown
Rodhányra
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