1. Al referirnos a la asignatura de historia, nos envuelve un sentimiento de aburrimiento, tal vez por la manera en que nosotros la aprendimos , y ese mismo sentimiento lo reflejamos hacia los alumnos, aún sin tener plena conciencia de lo anterior (recordemos que las emociones las reflejamos en el rostro) y el alumno lo percibe. A decir verdad, yo no recuerdo las clases de historia que mis maestros me impartieron, tal vez por los años que han pasado (30 años apróx.), aunque esto no quiere decir que mis maestros fueron deficientes en ello. Cuando desarrollamos una clase, en ocasiones, presentamos a los alumnos las mismas situaciones sin enriquecerlas con técnicas afianzadoras de los contenidos. Otro aspecto importante es la no inclusión de cultura general para despertar el interés del alumno a indagar más allá del tema a tratar. Pero para que lo anterior cambie, maestros, es necesario que nosotros cambiemos nuestra perspectiva del papel que nos corresponde desempeñar. Aquí no se trata de si se han cambiado los libros de texto gratuito o los planes y programas. Las asignaturas serán siempre las mismas y el objetivo siempre tendrá la misma meta: que el alumno (a) obtenga información, analice, razone, reflexione, concluya y aplique o utilice la anterior en cualquier situación de su vida. REFLEXIÓN