se realiza una breve reflexión sobre el papel del docente en Colombia, de como se ha perdido la autonomía sobre la cátedra y la enseñanza en las instituciones educativas publicas.
Breve Reflexión sobre el papel docente en Colombia
1. ¿SOY DOCENTE?...
-No puedo descartar la idea de un negocio que me dé estabilidad para renunciar a
esto…-, fue la última frase que escuché de un colega que se ha destacado por ser
un gran maestro antes de despedirse de una de muchas jornadas académicas; se
trata de un querido y ovacionado docente que se ha ganado la admiración y respeto
de su equipo homólogo de trabajo, y por supuesto, de sus estudiantes, quienes lo
admiran por su gran habilidad para explicar la biología de la manera más sencilla y
lúdica posible desde lo experimental. Sin embargo, no puedo dejar de cavilar en sus
palabras, más aún cuando se trata de un profesional de vocación, quien en muchas
conversaciones de tipo informal afirma sin ningún rodeo que ama ser un educador,
que le encanta ser consiente de aquello que aprenden sus estudiantes y que, de
ninguna manera, podría ejercer cualquier otro tipo de trabajo, sin embargo, algo está
cambiando en sus pretensiones futuras, algo desestabiliza enormemente su
motivación por continuar tan loable labor y por supuesto, se trata de algo que
coloquialmente podríamos mencionar como “grave”, porque si un docente de este
calibre piensa en ello, ni siquiera me gustaría imaginar que piensan aquellos
docentes que pertenecen al magisterio por causas diferentes al mérito.
No tuve la oportunidad de tocar el tema nuevamente, al menos con este maestro
quien generalmente permanece en el laboratorio preparando las herramientas para
su próxima clase, sin embargo, pude sondear el mismo sentir de varios colegas de
mi institución y otras en las cuales tengo conocidos y amigos; el resultado no podría
ser otro, la estabilidad laboral obliga literalmente a “aguantar” toda la parafernalia
que viene del estado, y por parafernalia me refiero a todo tipo de reestructuración
legal, jurídica y administrativa con la que nos está bombardeando día por día el
mismo ministerio de educación.
Hace muy poco, el estado emitió el decreto 490 que reglamenta el decreto 1278 de
la profesionalización docente, antes, y no por mucho tiempo, el ministerio de
educación promovió como una directriz obligatoria la jornada llamada “día E” o de
la excelencia educativa, al mismo tiempo, y sin discusión alguna, llegan a cada
institución educativa los “derechos básicos de aprendizaje”, los cuales
implícitamente obligan a cada área, al menos de lenguaje y matemáticas en
principio, a reestructurar los planes de área, y en consecuencia, los planes de aula
y la misma planeación diaria de clase. Por otra parte y no siendo suficiente, el estado
crea unos créditos con el Icetex llamados créditos condonables con el
fantasmagórico nombre de “becas: ser pilo paga”, lo cual a ciencia cierta, ni es beca
y mucho menos se trata de pagarles a los “pilos” cuando ni siquiera se ha pensado
en este concepto. Siguiendo esta cadena de responsabilidades, el ministerio de
TIC´S se ha “metido” en el cuento de la educación con la equivocada concepción
de que –todo hoy en día debe ser tecnificado y digitalizado- dándole una importancia
absurda a las herramientas tecnológicas creando erróneamente un imaginario
colectivo de responsabilidad directa del docente respecto a éstas, originando del
mismo una perturbada visión expresando que “si no se está usando estas
2. tecnologías, pasamos por atrasados o fuera de la vanguardia digital” aún a
sabiendas que la internet y la web es una necesidad artificial creada y que, como
humanos, tenemos la libertad de tomarlas o dejarlas según la conveniencia.
No esta demás recordar que, quienes somos docentes del nuevo decreto estamos
condicionados por una evaluación periódica y anual de desempeño, la cual tiene en
cuenta los desempeños del docente evidenciados en documentos, fotografías,
testimonios, encuestas, entre otras fuentes que supeditan un puntaje final
dependiendo de la calidad de las muestras; además, para ascender debemos
someter nuestra “libertad de catedra” a una serie de parámetros subjetivos
propuestos unilateralmente por el estado a través de un video de nuestras clases,
algo tan paradójico como “evaluar tu libertad, pero a cuestas y con tu cadena”, y tan
absurdo como mencionar que –solo demostrarás tu propio trabajo-, y corroboro lo
absurdo porque ¿de qué otro modo podrían atrofiar tan cobardemente el
pensamiento crítico de los estudiantes?.
En fin, entiendo muy claramente a mi colega quien es docente de vocación y por
ende, a todos aquellos que expresaron su sentir: la incomodidad tan abrupta con
toda la arremetida de proyectos y pilotos que degeneran y decrecen la educación
con una extraordinaria e impresionante absurda convicción de que todo es por
mejorar la calidad de la educación de la nación. Por otra parte, cada docente tiene
que preocuparse simultáneamente por cumplir en un comité de gestión, uno o dos
proyectos transversales, un proyecto de aula, planes de área y aula, evidencias para
dominio curricular, planeación y organización, evaluación del aprendizaje y su
competencia en pedagogía y didáctica; además, debe asumir papeles para cumplir
con el uso de recursos educativos y evidenciar de alguna manera algún tipo de
proyecto o actividad asumiendo relación y participación con la comunidad donde se
encuentre la institución sin dejar de lado que debe, obligatoriamente, evidenciar al
menos tres competencias comportamentales entre las que tiene como
responsabilidad directa el liderazgo, trabajo en equipo, compromiso social e
institucional, iniciativa, negociación y mediación, solución de conflictos, etcétera;
debe cumplir con la asignación de un comité, remisiones y planes de aula alternos
para estudiantes con necesidades especiales, ser parte de un comité de riesgos,
director de grado, recaudador de fondos cuando se trata de aportes y dineros, entre
otros que no menciono para no hacer muy larga esta lista.
Como se puede notar a “grosso modo”, es verdad lo que mi colega menciona, la
responsabilidad de educar el día de hoy tan solo está en función de la supuesta
calidad educativa del estado que mide la misma con los puntajes de las pruebas
saber en general y la eficiencia cuyo concepto aún no logro comprender, en
consecuencia, la educación integral se ha convertido ya en una quimera, una utopía
de antaño que quizá no renazca jamás, y es verdad que entiendo claramente el
sentir de mi colega, por supuesto que yo buscaría una alternativa de trabajo con
mayor libertad, mayor autonomía, mas motivación y compromiso; ser docente se ha
convertido prácticamente en un trabajo de “marcar tarjeta” después de pulir un poco
3. más el encargo, un trabajo de cientos de responsabilidad, una profesión que ha
perdido su magia, que esta intervenida, “chuzada” como dirían los espías, un
cumplimiento cabal e incesante de instrucciones mecanizadas y robotizadas, una
exagerada lluvia de formatos, de capacitaciones y diplomados inútiles, una
avalancha incontrolada de reformas y un concepto muy “devaluado” de educación.
Las instituciones educativas no se preocupan por ello, nadie escribe su descontento
y prefiere vivir el estrés con pastillas y medicamentos para no entrar en “conflicto
con el rector o rectora” por miedo a la evaluación, se cumple mediocremente lo que
debería ser el núcleo del quehacer, porque es más importante entregar el proyecto,
el formato, la asignación de la capacitación o diplomado, la evidencia, el anexo, la
plataforma, el oficio, el ICFES, etc. Y se ha olvidado ya la clase, la academia, la
libertad de cátedra, el pensamiento, la criticidad, la creatividad, la investigación, la
participación, la disciplina, la curiosidad y en sí, el estudio y el desarrollo de la
pedagogía como tal.
Este texto es solo una reflexión, un sentir, pero si de verdad queremos hacer de
nuestra profesión una verdadera vocación hay que empezar por donde se debe
empezar, planeando en principio para los estudiantes, no para la institución.
Martin Rivera Mora