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Tabla de contenido
El Machismo......................................................................................................................3
Concepto:.........................................................................................................................3
Actitudes machistas en diferentes ámbitos.................................................................4
Educación machista........................................................................................................4
¿Cómo afecta a las mujeres y a los mismos hombres ?............................................5
¿Cómo surge el machismo? ..........................................................................................6
El machismo y la relación en pareja .............................................................................8
El machismo no es genético ..........................................................................................9
El Machismo y sociedad...............................................................................................12
El machismo en la sociedad actual y la violencia de género. .................................14
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El Machismo
El machismo es una ideología que engloba el
conjunto de actitudes, conductas, prácticas
sociales y creencias destinadas a promover la
superioridad del hombre sobre la mujer. En
varios países, sobre todo conservadores y
tradicionalistas, sigue aún bastante arraigado
el concepto del machismo en la sociedad.
Algunos críticos consideran también machismo la discriminación contra
otros grupos sociales, como en el caso de varones homosexuales, como
no "masculino". Una definición de algunos movimientos feministas lo
define como "el conjunto de actitudes y prácticas aprendidas sexistas
llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que las
mujeres son sometidas o discriminadas.
Concepto:
Se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que
resultan ofensivos contra el sexo femenino. Por otro lado, se trata de un
conjunto de prácticas, comportamientos y dichos sobre la superioridad del
hombre por sobre la mujer en varios ámbitos de la vida.
Según el Diccionario ideológico feminista, el machismo es “el conjunto de
leyes, normas, actitudes y rasgos socioculturales del hombre cuya
finalidad, explícita y/o implícita, ha sido y es producir, mantener y perpetuar
la opresión y sumisión de la mujer a todos los niveles: sexual, procreativo,
laboral y afectivo.” El mismo señala que el concepto se usa como
sinónimo de «sexismo», aunque el de «machismo» perdura sobre todo en
el lenguaje coloquial y en las protestas, pintas, pancartas y pegatinas de la
calle.
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Actitudes machistas en diferentes ámbitos
Leyes discriminatorias hacia la mujer
• Diferencia de tratamiento en el caso del adulterio: en algunas
culturas, el adulterio, o el embarazo previo a la concertación del
matrimonio son castigadas con la pena capital.
• Necesidad del permiso del varón para realizar actividades
económicas.
• Negación del derecho a voto o de otros derechos civiles (véase
sufragista).
Educación machista
Desde las escuelas y la propia familia, por el cual el proceso de enculturación trata de
justificar y continuar el orden social existente. Eso incluye consideración de valores
positivos la sumisión al marido, el matrimonio y la procreación como una forma
preferente de autorrealización. Hasta los movimientos de emancipación femenina del
siglo XX las universidades yacademias de ciencias no admitían mujeres.No fue hasta
la segunda mitad del siglo XX que les fue permitido a las mujeres el uso de pantalones
en lugares públicos.
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El machismo:
¿Cómo afecta a las mujeres y a los mismos hombres ?
El machismo es una vertiente del
sexismo o prejuicio sexual, que se
expresa por lo regular, de manera
inconsciente en la mayoría de las
sociedades humanas. Este sistema de
creencias o ideología clasifica por
grados de superioridad e inferioridad a
los seres humanos según el grado en
que actúan; esta clasificación se hace de
acuerdo a las expectativas
supuestamente “esenciales”,
“naturales” o “biológicas” de lo que
representa ser un “verdadero hombre” o una “verdadera mujer”.
Las personas son vistas y juzgadas en base a las características del grupo
sexual al que pertenecen (hombres = masculinos o mujeres = femeninas),
sin tener en cuenta las diferencias que puedan darse entre ellos y dentro
de ellos.
Tambiénse le llama androcentrismo (el varón como centro), y se manifiesta
con una actitud de desprecio y discriminación hacia la mujer.
Ideológicamente sostiene que el varón es superior y la mujer debe estar
sometida al mundo masculino. No hay base sostenible para dicha idea; por
lo tanto, se trata de una construcción cultural.
En los grupos sociales que han luchado por la discriminación contra la
mujer, el machismo se expresa en actitudes más sutiles, como pagar
mejores salarios a los varones por desempeñar funciones similares o
iguales a las de las mujeres, o concedera los hombres los mejores accesos
a puestos de responsabilidad gerencial, política o religiosa. También se
observa en mensajes publicitarios que de un modo u otro denigran a la
mujer o la relegan a funciones como el hogar y la familia.
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¿Cómo surge el machismo?
Desde una edad temprana, los varones son llevados a estar conscientes de
su conducta que puede hacer que otros sospechen que ellos no son
“hombres verdaderos”. Esta conciencia puede hacerse casi de una forma
paranoica hacia los adolescentes varones que no cumplen las normas. Esa
conciencia es producto de un proceso orientado hacia la construcción de
un varón dominante. Los padres temen fuertemente que sus hijos varones
eventualmente pudieran exhibir características consideradas femeninas e
indeseables para su propia imagen social. Por ello, la madre tiende a
conducirse como la guardiana de la sexualidad del hijo, probablemente
para evitar cualquier posible cuestionamiento de la misma masculinidad
del padre. De esta forma, los varones dominicanos son criados en un
ambiente fuertemente restrictivo y prohibitivo, que seguramente deteriora
su espontaneidad, autenticidad y alegría, produciendo mucha hipocresía y
neurosis.
Las conductas machistas no son producto de un solo factor, sino de una
combinación de situaciones que, mantenidas en el tiempo, promueven esta
situación como:
– Educación sexista: por mucho tiempo se “educó” sólo a varones, por
considerar que las mujeres no eran aptas para aprender. Sin embargo,
aunque hoy no se practica dicho modelo en la mayoría de los países, aún
se privilegian modelos de enseñanza donde el centro es el varón.
– Enseñanzas religiosas sexistas: la religión es uno de los aspectos
formativos y culturales más importantes a la hora de fomentar el
machismo. Muchas religiones promueven interpretaciones de la realidad
donde la mujer es vista como “la mala” o “la pecadora” que tienta al
hombre y contamina el universo, y otras expresiones que sólo sirven para
denigrarla.
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– Leyes discriminatorias: votar, tener propiedades, decidir sobre sus
propios cuerpos o su educación ha sido una lucha ardua, porque en
muchos sentidos las leyes han favorecido un entorno de discriminación
que beneficia a los varones. Por ejemplo, aún hay países donde la violación
de la mujer no es penada por ley.
-División del trabajo: históricamente se ha considerado que el trabajo de la
casa y los hijos pertenecen a la mujer y, por ende, el manejo del dinero y el
trabajo fuera del hogar son tareas del varón. En la práctica, este modelo
permite la discriminación y mantiene el machismo.
– Medios de comunicación: los medios de comunicación de masas (cine,
televisión, música y radio) contribuyen en gran medida a mantener algunos
de los estereotipos del machismo.
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El machismo y la relación en pareja
En general, las actitudes machistas tratan de justificar la mayor comodidad,
superioridad y bienestar de los hombres. Durante largo tiempo se pensó
que el machismo sólo tenía que ver con el trato diferente, discriminatorio,
prepotente y sobreprotector a la vez, de los hombres hacia las mujeres.
Ellos se definían como el “sexo fuerte” y a ellas las consideraban como el
“sexo débil”. Ellos estaban llamados a ser proveedores económicos, o a
mantener a las mujeres y a “los hijos de ellas”, mientras ellas debían ser
sumisas, obedientes, y dedicarse a tener y cuidar a los hijos, y satisfacer
al marido en todo; esa era la razón de ser de uno y otro sexo. No obstante,
en el fondo los hombres tenían que reconocer que dependían totalmente
de ellas como madres, esposas, y amantes. Entonces, más que rechazar a
la mujer, en las sociedades machistas, el hombre repudia “lo femenino” en
sí mismo, y tal vez, la mujer repudia “lo masculino” en sí misma.
Se entiende hoy que el machismo atenta contra el desarrollo humano de
hombres y mujeres, reduciendo su espontaneidad y autenticidad. Este
impide la relación solidaria entre los hombres, de los hombres con las
mujeres, y de las mujeres entre sí. Las mujeres sometidas al trato machista
tienden a creer desde pequeñas que son inferiores. Tienen menos
oportunidades de acceso a la educación pública o superior. Más mujeres
son maltratadas en contextos machistas que en otros ambientes más
favorables a la integración de los sexos. Muchas religiones pueden validar
la discriminación y la poca importancia de la mujer. La mujer puede ser
tratada como objeto sexual para la exclusiva satisfacción del hombre,
atropellando así su dignidad y sus derechos.
Se llama “misoginia” al desprecio, la aversión o el odio a las mujeres por
ser mujeres, y a todo lo considerado como femenino. Consiste en pensar
que el hombre debe liberarse de cualquier tipo de dependencia del género
femenino. No sólo es practicada por hombres, sino también por mujeres
contra otras mujeres y contra ellas mismas.
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El machismo no es genético
Los rituales de masculinidad la idea de qué es ser un hombre son
elaborados, complejos y requieren esfuerzo para mantenerlos. No surgen,
como muchos piensan, de componentes biológicos. No. Están tan
arraigados porque diariamente son construidos y reiterados en nuestra
cultura.
La base sobre la que se construyen las masculinidades son relaciones de
poder históricamente cambiantes y contextuales. Las representaciones en
las que los hombres son más fuertes, dominantes se actualizan
constantemente para continuar legitimando formas de autoridad,
como por ejemplo en series de televisión, novelas, prensa, memes.
Las masculinidades usualmente incluyen alguna forma de deslegitimación
o desprecio al cuerpo considerado “femenino” independientemente de si
es un cuerpo cisgénero o transgénero. En un taller que dicté para guardias
de seguridad en Quito hablamos sobre qué significa “comportarse como
hombre”. La mayoría de respuestas fueron “firmeza”, “no mostrar dolor”,
y “ni un paso atrás”. Con esta audiencia como con tantas otras que he
trabajado abogados, líderes indígenas, profesores y estudiantes en
Ecuador y en Estados Unidos este mandato va de la mano de un tipo de
vigilancia sobre el cuerpo y su comportamiento.
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El femicidio de Karina del Pozo en
Quito también se desligitimó la
violencia porque ella tomó alcohol y
salió con sus amigos esa noche. No
se cuestionó a los asesinos en su
propio uso de alcohol, ni el uso de su
vehículo para violación y posterior
asesinato por parte de quien fuera su
exnovio.
Los familiares de los tres acusadosde
la reciente violación y tortura sexual a
Martha en Quito, aparecen con
pancartas con sus fotos con la leyenda de inocentes, mientras gritaban
“Martha la borracha”, “por eso las matan”. Los tres conocían a Martha.
Tomando en cuenta la tragedia absoluta de estas vidas perdidas, y su
revictimización post-muerte, es necesario hablar sobre cómo se define la
violencia, qué cuenta como violencia, cuál violencia cuenta como
suficientemente dolorosa para ser categorizada como tal. Culpar a la
biología de estas y otras violencias es bastante más simple que tomar
acciones concretas, por ejemplo, cambiando nuestros comportamientos.
En las manifestaciones de la violencia hay manifestaciones con el cuerpo
que crean imaginarios sociales que, muchas veces, están equivocados.
Por ejemplo: entre los Homosapiens, las hembras y machos tienen más
características en común que diferentes. Tampoco existe un cerebro
femenino y otro masculino, quienes lo piensan a pesar de la evidencia
científica que afirma lo contrario perpetúan el neurosexismo. Y finalmente,
la testosterona no es la causante de las violencias narradas, contrario a lo
que muchos neurocientistas argumentan como Joe Herbert. .
Entre los ritos de masculinidades, que son parte de prácticas hetero-
normadas (es decir donde el hombre debe ser macho, la mujer delicada; y
ambos tener una pareja del sexo opuesto) en Ecuador, Perú, y otros países,
es común que padres, tíos, abuelos, lleven a sus hijos, sobrinos, nietos a
un burdel para su iniciación sexual. Es un rito de paso hacia la virilidad y
para evitar que los niños sean “mandarinas”, o lo que sería peor desde esa
mirada, potenciales amantes de otros de su mismo sexo.
Los casos existen en diferentes contextos. Por ejemplo, dentro de lo que
se conoce como masculinidades coloniales está la práctica
institucionalizada de canjear un abuso sexual con una vaca, sin que el
perpetrador siquiera abandone la comunidad.
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La violencia es siempre contextual: existen variaciones individuales y un
contexto histórico. Conestas premisas, las investigaciones antropológicas
contemporáneas desde sus cuatro campos de estudio cultural, biológica,
lingüística, arqueológica) ratifican que:
• Los hombres no tienen una propensión a violar
• Los hombres no tienen un impulso “natural” de violadores
• Lo masculino no debe ser equiparado automáticamente con violento
• Los hombres aprenden a violar en sus contextos socio-culturales.
La mayoría de asesinos son hombres pero la mayoría de hombres no son
asesinos
Quizás un ejemplo para entender cómo las masculinidades mal planteadas
pueden manifestarse de las formas más violentas, son los incels. Los
incels son hombres blancos y heterosexuales que forman parte de un
grupo digital que se autodefine como “célibes involuntarios” porque han
fracasado en su búsqueda de encontrar una pareja romántica o sexual. En
su discurso culpan a las mujeres a quienes buscan castigar por
rechazarlos. Hombres que han perpetrado masacres como la de Nueva
Zelanda y Toronto se han declarado “incels” públicamente. Ellos son un
ejemplo de cómo no hay tal orden biológico o naturaleza humana de los
hombres que los vuelve violentos.
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El Machismo y sociedad
Los géneros probablemente tuvieron cierto equilibrio en las precarias
circunstancias del paleolítico inferior y medio; quizá ya en el paleolítico
superior, tras haberse desarrollado las posibilidades de usar el lenguaje
para aproximarse al pasado y al futuro hace unos 70.000 años, haya
comenzado a formarse un ordenamiento social apropiado a frío extremo
que terminó en el neolítico, hace unos 10.000 años. Desde entonces se
establecieron cultivos, lo cual permitió acumular energía, construir urbes y
establecer institucionalidad política y religiosa. Ya era evidente la
superioridad de los varones en las estructuras de poder, con el respaldo
de la fuerza bruta. Esta condición se ha mantenido hasta hoy, con toda
suerte de argumentos falaces;
se adujo que el hombre tiene
más capacidad intelectual para
los procesos ordenados de la
ciencia y la matemática, tesis
desvirtuada, pues está claro
que estas disciplinas tienen
importantes componentes
intuitivos, por un lado, y que no
hay diferencia práctica en
procesos racionales entre
hombres y mujeres.
La fisiología hoy reconoce las diferencias entre los géneros pero no
adjudica superioridad en capacidad de aporte a uno u otro; sin embargo,
esto no se traduce todavía en el criterio de equidad aplicado a la vida
cotidiana en sociedad. Incluso todavía credos religiosos muy importantes
aceptan la pluralidad de esposas para un varón, pero ni siquiera consideran
la posibilidad de que una mujer tenga varios esposos. En esta situación
muchos varones no logran construir relaciones significativas con una
mujer por la escasez residual, y muchas mujeres solo son vehículo de
placer de sus cónyuges. Se ha avanzado en el reconocimiento de los
derechos de la mujer, pero en el machismo es aún evidente: muchas
mujeres trabajan para aportar al sostenimiento del hogar en una relación
de pareja, pero deben además hacer las tareas domésticas, pues su
cónyuge se declara exento de esta responsabilidad.
Se aduce incluso que la separación radical de responsabilidades trae
dignidad a la mujer, encargada del ámbito doméstico, donde su
sensibilidad estética impera y neutraliza la tosquedad del varón. También
abundan las evidencias de violencia intrafamiliar a raíz de la manifestación
de interés vocacional de la mujer. Todo esto trae frustraciones, conflictos
ulteriores y pérdida de potencial para la sociedad desde todas las
perspectivas.
El machismo es el mayor obstáculo para lograr soluciones de convivencia
más armónicas, eficientes y creativas. Es obvio que induce el desperdicio
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de la mitad de los recursos de la sociedad, pues el número de mujeres y
hombres es bastante similar. Valorar la diferencia de géneros no significa
legitimar la subordinación de la mujer; y es necesario para enfrentar los
retos de esta época. Llama la atención el especial interés desde hace varios
años por acabar con la discriminación de la mujer en Japón, quizá una de
las sociedades con más tradición machista, tras tres décadas de
estancamiento económico. Se ha entendido lo evidente, como camino para
salir del atolladero: la mujer y el hombre deben cooperar en el trabajo, en
la vida doméstica y en la vida social y política. Ojalá Latinoamérica
reflexione en esta materia, pues los avances de la mujer en estos países
son fruto de luchas contra la corriente, y son insuficientes. El equilibrio
como propósito sería el comienzo de una nueva era.
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El machismo en la sociedad actual y la violencia de
género.
Aunque existe un avance indudable, la mujer sigue formando parte de una
sociedad que por cultura de la forma de entender el género, la ha relevado
desde siempre a una situación de desigualdad.
Para abordar este tema hay que diferenciar que el género y el sexo.
Nacemos con una características biológicas que determinan nuestro sexo
y que según la OMS (Organización Mundial de la Salud) se refiere a las
características biológicas y fisiológicas que definen a hombres y mujeres,
por lo que «Macho» y «hembra» son categorías sexuales.
En cuanto al género, la OMS lo refiere a los roles socialmente construidos,
los comportamientos, actividades y atributos que una sociedad dada
considera apropiados para los hombres y las mujeres. «Masculino» y
«femenino» son categorías de género. Es por ello que decir violencia de
género quizás no resulte del todo lo más acertado textualmente dicho.
Podríamos por tanto decir que nacemos con un sexo y que lo que nos
envuelve socialmente nos convierte en hombres y mujeres y en base a ello,
si bien es cierto que existen diferencias biológicas entre ambos sexos, la
desigualdad se produce cuando las diferencias son entre ambos géneros.
La publicidad o propiamente en sí el contenido televisivo es una
herramienta que nos bombardea constantemente con roles sociales y
comportamientos, claro que hoy en día además todos tenemos acceso a
una red ilimitada de información como es Internet, un arma de doble filo
donde una mente desarrollada debe saber separar el grano de la paja. Pero
no solo podríamos hablar de esa vía, pues la propia educación -en su
conjunto- que recibimos tiene a grandes rasgos una connotaciónmachista.
El hombre se impone como un símbolo de fortaleza, desde tiempos
inmemorables, esto lo escuchamos constantemente en frases como “hay
que tirar para adelante”, “hay que ser fuerte”, “sé un hombre”, “compórtate
como un hombre” o sin ir más lejos la conocida frase de “los hombres no
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lloran”, que en mayor o menor medida está instaurada socialmente. Si
buscamos hombría en el diccionario tendremos la definición de “Cualidad
buena y destacada del hombre, especialmente la entereza o el valor.“, por
lo tanto es algo reconocido en parte oficialmente.
Esto puede tener situaciones adversas en nuestros sentimientos, pues
intentar reprimirlos puede derivar en problemas internos. Las personas
necesitan demostrar sus sentimientos o exteriorizarse y no ocultarlos para
pretender aparentar lo que socialmente es más correcto.
Las personas cuando están solas dentro de su intimidad más absoluta
hacen cosas que no harían en presencia de otras personas, entonces en el
fondo somos lo que somos cuando estamos solos y luego, ya en sociedad,
nos comportamos en parte como se espera de nosotros.
¿Qué se le inculca a la mujer? Y no tiene que ser directamente por lo tanto
más difícil de detectar pues como decíamos hay un avance evidente en la
sociedad pero no deja de ser un avance, lo que significa que no se ha
alcanzado la igualdad de género. Pero veamos unos ejemplos de ello: