2. Muchos alabaron la expansión del acceso y la gratuidad en los distintos
niveles, la infraestructura escolar construida o mejorada, el mejoramiento de
las condiciones de los docentes, la reforma universitaria y las becas “en las
mejores universidades del mundo”, las cuatro nuevas universidades creadas.
Gran parte de ciudadanos, sucumbieron a las estadísticas, los rankings, la
reiterada mención del Ecuador como referente para la educación en América
Latina e incluso en el mundo. Pocos, dentro y fuera del país, se hicieron
preguntas básicas y se ocuparon de verificar o complementar la información
provista por el gobierno.
3. La excesiva inversión educativa
Los países que más presupuesto destinan a la educación no son necesariamente los que tienen los mejores
sistemas educativos y los mejores aprendizajes. “Ecuador invierte el 2% de su PIB en la mejora de la educación
superior”, en lo que se refiere a la educación inicial, básica y bachillerato, y pese a la extraordinaria holgura
financiera del período, no se cumplió con el 6% del PIB estipulado en el Plan Decenal de Educación.
Sobre las prioridades de política y de inversión para el mejoramiento de la calidad educativa, el gobierno puso
las prioridades al revés:
1) infraestructura, 2) tecnologías y 3) docentes.
4. Infraestructura innecesaria
La infraestructura pasó a entenderse no como un componente de la calidad educativa sino como
sinónimo de calidad educativa. A 2016, se encontraban instaladas y equipadas 70 Unidades Educativas
del Milenio, El gobierno dio siempre el dato del número de UEM inauguradas; nunca el de estudiantes
beneficiados.
Miles de escuelas comunitarias se cerraron, lo que creó malestar y protesta en las comunidades. A
partir de 2016, la empresa china Riley, instalada en la provincia de Manabí, empezó a construir
escuelas prefabricadas, llamadas Unidades Siglo XXI, a fin de abaratar costos y acelerar los tiempos de
construcción.
5. La educación mas allá del sistema educativo
La educación no se agota en el sistema educativo. Empieza en la familia y se realiza en todo
espacio y a lo largo de la vida: en la comunidad, en el trabajo, en los medios, la participación
social, el ocio, la política, etc.
La pedagogía, el corazón de la educación, no se cambia fácilmente ni automáticamente a partir de la
infraestructura o de la tecnología. Implica cambios profundos en la cultura escolar y en la cultura docente
de manera específica, exige estrategias deliberadas y sistemáticas, y toma tiempo.
Analizar la educación durante la década correísta implica analizar también el contexto creado para el
pensamiento, la expresión, el aprendizaje, la creatividad, el intercambio de ideas, así como los valores y
las actitudes ejemplarizantes o anti-ejemplarizantes desplegados por la dirigencia política y el aparato
burocrático.