Jesús le dio a sus discípulos el mandamiento nuevo de amarse los unos a los otros como él los amó. Este mandamiento no debe ser entendido como una imposición sino como la respuesta más auténtica al amor dado por Dios. Nos amamos unos a otros según el modelo de entrega de Jesús, no según nuestras propias necesidades. La señal del amor es un signo público que permite a creyentes y no creyentes exigirnos fidelidad a nuestros principios de amor.