Una mirada hacia la pintura actual desde una perspectiva local, a través de la obra reciente de Graciela González Duque, quien en un ejercicio de apropiación estilística reitera movimientos pictóricos del siglo XX como un complemento conceptual de la idea de que el drama humano persiste a pesar de la era de la tecnología en la que habitamos.
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Analisis de la obra pictorica de graciela gonzalez duque
1. Una mirada hacia la pintura actual desde una perspectiva local, a través de la obra reciente
de Graciela González Duque, quien en un ejercicio de apropiación estilística reitera
movimientos pictóricos del siglo XX como un complemento conceptual de la idea de que
el drama humano persiste a pesar de la era de la tecnología en la que habitamos.
LA FANTASÍA, AISLADA DE LA RAZÓN, SÓLO PRODUCE MONSTRUOS
IMPOSIBLES. UNIDA A ELLA, EN CAMBIO, ES LA MADRE DEL ARTE Y
FUENTE DE SUS DESEOS.
Francisco de Goya y Lucientes
Conocer la obra pictórica de Graciela
González Duque invita a pensar en otra
Graciela, la de Lamartine. La bella y
elegante Graziella que da nombre y
protagoniza la narrativa romántica de la
novela de Alphonse de Lamartine en la que
nos provoca una percepción de la naturaleza
virgen y salvaje que favorecía el sano
progreso del hombre como un tema que ya
prefiguraba desde finales del siglo
dieciocho, y que tuvo un desarrollo más
pleno durante la literatura romántica.
La novela es profundamente evocativa,
desde sus primeras páginas, de paisajes
gloriosos que acogen, sin embargo, la idea
de que los seres humanos somos como los
árboles que necesitamos ser sacudidos para
soltar nuestros frutos; difícilmente nos
conmovemos si no es con la presencia de
lágrimas.
Y es que la pintura de Graciela suele utilizar
ese diálogo entre la naturaleza y sus
personajes. En su obra, sin embargo, la
pintora nacida en San Luis Potosí, México
(1957), alude a otro entorno menos
romántico; el de la vorágine posmoderna a la
que hemos sido arrojados los seres humanos
en pleno siglo veintiuno, y al torrente de
actos infortunados que ocurren a cada
momento de nuestras vidas cotidianas,
conmoviéndonos y orillándonos a la
introspección para enfrentar la
incertidumbre.
De ese titubeo constante, tan característico
de la actualidad, parece hablar Graciela
González Duque a través de sus telas
impregnadas de un lirismo sincero que nos
urge a cavilar en torno a las desventuras
personales en el contexto de una
posmodernidad que nos impone su impronta,
y nos hace preguntar con vehemencia,
Ensayos
arte & cultura 56
Teresa Beriguistain Cortez
Mayo 2020
2. parafraseando a Leonard Cohen, What
happens to the heart.
Hay una analogía entre la pintura de
González Duque y la novela de Alphonse
Lamartine. En ambas coexiste una suerte de
ritmo estético con representaciones de
tiranía y opresión, además de la falta de
libertad del individuo. La pintora potosina
nació, por una parte, en una época marcada
por el cambio profundo manifestado en las
ideas políticas locales, mientras que los
personajes de Graziella conviven en un
paraíso natural en el que el drama humano
ocurre por las acciones y se manifiesta a
través de las emociones.
Bajo ese tenor, los seres humanos somos
representados por los personajes que se
revelan tribulados en las telas de González
Duque: somos la personificación de esa
preocupación constante a la que hemos sido
sometidos en el tiempo, más allá del
romanticismo y después de la modernidad;
hemos sido empujados por el apuro y la
urgencia que nos obligan a hacerlo todo y
hacerlo ya, obligándonos a dejar atrás
ilusiones para dar paso al amor que carcome,
a los lamentos desoídos, a la fragilidad del ser,
a los hechos dolorosos del pasado…
Esa interpretación de la realidad es uno de los
méritos de esta autora, quien despierta en
nosotros, los espectadores, y a través de su
pintura, una imperiosa necesidad de
transformar lo que vivimos en códigos y
fragmentos mensurables; su obra es una
reinterpretación de lo cotidiano y una rebelión
total a nuestra circunstancia.
Graciela González Duque nació en la Ciudad
de San Luis Potosí (San Luis Potosí, México,
1957) en una época singular, marcada por la
efervescencia política ante la proximidad de
las elecciones federales para la presidencia de
la república -en las que triunfaría Adolfo
López Mateos- y las elecciones locales para
las presidencias municipales en San Luis
Potosí, al tiempo en que diversos grupos
políticos locales comenzaron a congregarse
para distanciarse de Gonzalo N. Santos y
desmantelar su cacicazgo, en un movimiento
inspirado en el respeto a la autonomía
universitaria y que, en perspectiva, puede
considerarse precursor del Navismo, con la
figura principal de Salvador Nava Martínez1
.
Otro hecho que cobijó el entorno en el que
creció la artista potosina fue la modernización
urbana en su ciudad natal, iniciada a finales de
los años cincuenta y que tuvo su mayor auge
durante las siguientes dos décadas, debido a
las crecientes necesidades de desarrollos
habitacionales, hacia el norte y el oriente de la
urbe, así como la descentralización del
comercio desde el centro hacia varios puntos
de la misma, entre ellos el poniente de la
capital, con la correspondiente renovación de
la estructura vial. Tal progreso trajo consigo
un nuevo rostro a la arquitectura de la capital
potosina y a la correspondiente percepción
estética de sus habitantes durante esas
décadas que: “quedaron marcadas por la
producción de obra arquitectónica pública y
privada de corte moderno y funcional. El
gobierno fue el principal promotor, y aun bajo
la consigna del nacionalismo, se promovió un
urbanismo y arquitectura con cierta
identidad. La urbe prehispánica, los
materiales de la región y la idealización del
fenotipo mexicano les otorgaron acento
propio a la arquitectura y al urbanismo de ese
momento”2
.
El drama político de su ciudad natal y el
desarrollo urbanizador concurrente indujeron
a Graciela a la observación detallada de su
entorno, siendo éste el contexto en el que
creció y desarrolló para sí misma una suerte
de conciencia social que más tarde aplicaría
en su pintura, esbozando temas
existencialistas en torno a la vida interior de
los seres humanos que, aun cuando ignoramos
de manera consciente, la experimentamos de
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arte & cultura 57
3. manera cotidiana.
En consecuencia, la pintora logra sus
representaciones mediante una paleta
cromática de atributos umbrosos y trazos
gestuales que privilegian el desconsuelo de
los rostros y cuerpos que habitan su obra, en
una suerte de definición del sentido
conceptual de su trabajo pictórico que se
apropia del expresionismo a través de las
pinceladas que configuran entornos
impresionistas con un cierto halo surrealista.
Tal es el caso de la obra titulada Hombre
pulpo realizada al óleo sobre tela de lino, de
115 centímetros de altura por 180 centímetros
de anchura. En esta pieza, realizada en el año
2019, Graciela González prescinde de
hermosismos: los rasgos preciosistas como
cualidades de la pintura de caballete ceden su
lugar a la exaltación anímica de siete rostros
cuya expresividad resulta del caminar
opresivo y avasallador de un personaje que se
alza por encima de ellos.
Es ese personaje, el hombre pulpo, la
personificación del desasosiego psíquico y
emocional que apresa tentacularmente a la
septena de semblantes desencajados
(representación de la humanidad) que se
muestran impotentes ante un presente y un
devenir plagado de peligros que nos exaltan
emocionalmente de manera cotidiana.
Esos rostros, representados en el horizonte
inferior del cuadro, es decir, bajo la opresión
amenazante, carecen de torso como una forma
de enfatizar el agobio en las expresiones
faciales de los personajes que adquieren su
experiencia de manera inconsciente dentro de
los límites de su habitus, en el sentido
expresado por Pierre Bourdieu.
Para ello, González Duque infunde una suerte
de angustia en sus personajes cuya
contemplación nos permite conocer su mundo
interior para replicarlo en el nuestro, en el de
todos nosotros que aún nos atrevemos a echar
un vistazo a una pintura heredera del
expresionismo de principios del siglo XX, y
que se circunscribe en la actualidad
contemporánea por su carácter trágico y
existencialista.
El estilo expresionista de la obra de Graciela
es complementada con el tratamiento
pleinarista (en el mismo sentido que se
aplicaría a los pintores impresionistas) con el
que aborda el paisaje que sirve de fondo a la
escena y en el que el cielo de tonos rojizos,
acentúa el simbolismo del Hombre pulpo,
anunciando tiempos borrascosos.
Soñando es otra de las obras de González
Duque en las que el paisaje enmarca la
presencia de cinco personajes con los que
logra una composición triangular equilibrada.
En la estructura destaca, en primer plano, uno
de los personajes en actitud desfalleciente
mientras tres más lo observan impasibles, a
corta distancia y en actitud contemplativa. El
quinto personaje, casi imperceptible,
permanece ajeno a lo que ocurre con las
cuatro figuras más cercanas al primer plano,
aunque es útil dentro de la composición para
lograr el equilibrio.
Los cinco personajes se encuentran dentro de
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Hombre pulpo
Óleo sobre lino
2019
4. un sendero sinuoso que se aleja en perspectiva
central, bordeado por un océano azulado y
tranquilo. Al fondo del cuadro se percibe una
masa de tierra firme, a la que eventualmente
se dirigen las ondulaciones del sendero.
En Soñando, González Duque hace
prevalecer las tonalidades frías para reforzar,
seguramente, la idea de la ensoñación tranquila,
la búsqueda de la libertad, los obstáculos del
espíritu aventurero que va tras la promesa de
prosperidad y plenitud.
En comparación con las dos obras anteriores,
Mariposa negra es un ejemplo atípico el gusto
pleinarista de la autora.
En esta pieza observamos a un personaje, cuyo
género no nos es posible conocer; su cuerpo es
arropado completamente por una capa negra de
la que únicamente asoma una mano robusta y
tensa que reposa sobre la rodilla izquierda en
tanto la postura del personaje sugiere que está en
posición de sentado, posición propicia para la
reflexión.
Una mariposa, representación del alma en
proceso de transformación y la evolución vital,
permanece en el hombro derecho de nuestro
personaje, integrándose a la capa negra dada la
similitud de los valores cromáticos que
encontramos en ambos elementos.
La totalidad del conjunto, capa, mariposa y
mano, destacan en un plano diferenciado del
fondo, de color violáceo que simboliza la
dualidad masculino-femenino y
sensualidad-espiritualidad. Tal diferenciación
viene dada por los valores tonales de la capa y el
fondo, aunque también ocurre una integración
entre ambos elementos cuando un cierto
resplandor violeta baña las áreas luminosas de la
capa, logradas a base de pinceladas cremosas,
largas y continuas, con aire gestual que
confiesan el carácter sosegado de la autora en el
momento de ejecutar esta pieza.
Mariposa negra es una pieza en la que los
Ensayos
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Soñando
Óleo sobre lino
2019
Mariposa negra
Óleo sobre lino
2019
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arte & cultura 60
elementos de su estructura compositiva y su
paleta cromática son economizados para
referirnos rápidamente, desde una interpretación
simbólica, al proceso de transformación como
una necesidad vital y como resultado de la
reflexión, proceso ineludible frente a los retos de
la vida cotidiana.
La obra de Graciela González Duque es, pues,
una muestra que evoca las vanguardias del siglo
XX para reiterar la persistencia del drama
humano y ofrecernos a los espectadores una
sensación voyeurista que nos hace percatarnos
que -como en el minicuento de Gabriel García
Márquez, El drama del desencantado- nadie es
ajeno a las circunstancias trágicas de la
cotidianeidad:
“…el drama del desencantado que se arrojó a la
calle desde el décimo piso, y a medida que caía
iba viendo a través de las ventanas la intimidad
de sus vecinos, las pequeñas tragedias
domésticas, los amores furtivos, los breves
instantes de felicidad, cuyas noticias no habían
llegado nunca hasta la escalera común, de modo
que en el instante de reventarse contra el
pavimento de la calle había cambiado por
completo su concepción del mundo, y había
llegado a la conclusión de que aquella vida que
abandonaba para siempre por la puerta falsa
valía la pena de ser vivida.”
1
María Isabel Monroy Castillo y Tomás Calvillo Unna,
Historia Breve de San Luis Potosí. México. Fondo de
Cultura Económica, 1997. ISBN 968-16-5324-6.
2
Angélica Castrejón Paniagua. Urbanismo moderno en
México: el Plan Regulador de San Luis Potosí en los
años sesenta y la creación de lugares en los años setenta.
Revista de Arquitectura. Universidad de Los Andes,
Colombia. 2013. ISSN: 2011-3188
Graciela González Duque es originaria de la
Ciudad de San Luis Potosí (San Luis Potosí,
México, el 22 de septiembre de 1957) donde
vivió su infancia y su adolescencia.
Fue durante su educación secundaria cuando
tuvo uno de sus primeros contactos con el
quehacer artístico, en el taller de pintura del
maestro Fernando Domínguez. Esos primeros
acercamientos a las artes visuales le
permitieron, más tarde, a los dieciséis años,
descubrir la posibilidad de expresarse a través
del color y del pincel, y la impulsaron a
estudiar en el Instituto Potosino de Bellas
Artes, en la ciudad de San Luis Potosí, bajo la
tutela de la maestra Cristina Newman.
Eventualmente realizó estudios de
Odontología en la Escuela de Estomatología
de la Universidad Autónoma de San Luis
Potosí donde el estudio de la Anatomía del
cuerpo humano, la Fisiología, la Histología y
la Embriología entre otras áreas de estudio la
acercaron al dibujo del cuerpo humano y sus
diferentes elementos, realizando ilustraciones
con diferentes técnicas a lápiz y a color.
Su gusto por la representación pictórica la
estimuló para profundizar sus estudios en
pintura, al lado de diversos maestros con los
que ha realizado estudios de pintura y
grabado, principalmente; entre ellos:
2007 Taller de pintura al óleo. Maestro
Armando Belmontes Ruiz. Instituto Potosino
de Bellas Artes. San Luis Potosí, SLP.,
México.
2011 Taller de Tipografía en Linóleo. Maestro
Artemio Rodríguez. Centro de las Artes de
San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí,
SLP., México.
2015 Taller de Pintura. Maestro José Ángel
Robles. Instituto Potosino de Bellas Artes.
San Luis Potosí, SLP., México.
2016-2017 Taller de pintura al óleo. Maestro
Jesús Ramos Frías. Centro de las Artes de San
Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí,
SLP., México.
2018 Taller de pintura al óleo. Maestro Jorge
Cabrera. Centro de las Artes de San Luis
Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP.,
México.
2019 Taller de grabado. Maestra Verónica
Gómez. Centro de las Artes de San Luis
Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP.,
México.
Graciela González Duque ha presentado su
obra de manera colectiva e individual en
varias exposiciones en diversos espacios
expositivos de la ciudad de San Luis Potosí;
entre ellas (selección):
2016 Séptima Muestra Colectiva Anual de
Artes Visuales del Centro de las Artes.
Galería del Centro de las Artes de San Luis
Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP.,
México.
2017 Octava Muestra Colectiva Anual de
Artes Visuales del Centro de las Artes.
Galería del Centro de las Artes de San Luis
Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP.,
México.
2018 Novena Muestra Colectiva Anual de
Artes Visuales del Centro de las Artes.
Galería del Centro de las Artes de San Luis
Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP.,
México.
2019 Décima Muestra Colectiva Anual de
Artes Visuales del Centro de las Artes.
Galería del Centro de las Artes de San Luis
Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP.,
México.
2019 Improntas del Ser. Muestra individual
de Pintura. Caja Blanca del Centro de las
Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis
Potosí, SLP., México.
2020 Psicopatologías de la Expresión.
Muestra colectiva de Pintura. Instituto
Temazcalli. San Luis Potosí, SLP., México.
Actualmente vive en su ciudad natal, donde se
desempeña como profesional de la
Odontología y se dedica a la práctica artística,
con énfasis en la pintura.