1. ¿Cristianos y musulmanes tienen la misma idea de Dios? ¿Las diferencias son solo distintos modos de
presentar el mismo Dios? Un documento que acaba de publicar la comisión doctrinal del episcopado
francés señala los puntos en común, pero destaca las divergencias que hacen que “nuestra percepción del
misterio de Dios no es la misma”.
El documento comienza afirmando los puntos de convergencia entre cristianismo e islam como religiones
monoteístas. Recuerda que el concilio Vaticano II declara que “la Iglesia mira con estima a los
musulmanes que adoran al Dios único, vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, creador del
cielo y de la tierra, que habló a los hombres” (Nostra aetate, n. 3).
Señala que al hablar de Dios, “cristianismo e islam pueden reconocerse sin demasiada dificultad si se trata
del Dios con el que la criatura humana puede estar en relación mediante el acto de fe, la oración, el deseo
de cumplir su voluntad, de agradarle e incluso de amarle (lo que es verdad en la corriente mística del
islam), en tanto que entidad eterna, creadora y benevolente.... Igualmente un enfoque metafísico revela
numerosas similitudes”. Pero esto “no puede dejar en la sombra las diferencias e incluso las radicales
oposiciones. La manera en que cristianos y musulmanes hablan de Dios es muy diferente”.
A continuación hace una muestra de estas diferencias.
“El islam insiste fuertemente en la unicidad de Dios y no puede aceptar la revelación del cristianismo
sobre el hecho de que Dios es Padre, Hijo y Espíritu. No se entiende la noción de Trinidad”, que se
impugna en nombre del rechazo del politeísmo.
Tampoco puede haber Encarnación. “Esta es, para el islam, un atentado a la trascendencia de Dios”. “Los
musulmanes rehúsan asociar toda criatura a Dios. No es posible ni serio afirmar que un ser pueda ser
verdadero Dios y verdadero hombre”.
El documento episcopal advierte que para un cristiano “la impresión que emana de una lectura del Corán
es que su información sobre el cristianismo es muy pobre y muy a menudo inexacta”.
Respecto a Jesús, “el Corán niega su muerte en la cruz. En realidad, la crucifixión de Jesús habría sido
para los testigos de la escena una apariencia o una ilusión”. “La salvación no viene de Jesucristo. Este fue
solo un gran profeta, que vino a traer a los hombres el Evangelio, un mensaje proveniente realmente de
Dios, pero que ha sido deformado por los cristianos. Jesús es, pues, un simple hombre”. Para el islam, “al
ser Jesús un profeta, sufrió normalmente pruebas, pero como era verdaderamente un enviado de Dios, no
pudo experimentar un fracaso final”.
“El islam ignora toda mediación y rechaza lo que le parece ser un obstáculo entre Dios y los hombres,
mientras que para el cristianismo la salvación viene por Jesucristo, el único mediador entre Dios y los
hombres”, añade el texto.
Tanto para el islam como para el cristianismo, Dios habla a los hombres, y existen escrituras santas, “pero
las concepciones de las revelaciones son muy diferentes: el Corán es fruto de un dictado de Dios a
Mahoma, es la palabra de Dios tal como la expresa y pronuncia Dios mismo”. El documento aclara que
esta posición mayoritaria es hoy objeto de debate entre los sabios musulmanes, y algunos no dudan en
hablar de interpretación del Corán. “Para los cristianos, Dios ha inspirado a los autores bíblicos que han
redactado los libros de la Biblia sirviéndose de las palabras y formas literarias de su tiempo”.
Como para los musulmanes las afirmaciones del Corán tienen la autoridad de la palabra de Dios, “el
diálogo dogmático es muy difícil sobre las cuestiones esenciales”. En cambio, es posible sobre otras
cuestiones de la fe, “como la oración, la vida moral, la creación, el sentido del hombre...”
En conclusión, el documento afirma que para cristianos y musulmanes “la percepción del misterio de
Dios no es la misma. Para los cristianos, la Encarnación del Hijo de Dios ha transformado las cosas”.
Finalmente, cita la alocución que Juan Pablo II dirigió a jóvenes musulmanes en Casablanca (19-08-
1985), en la que señaló los valores religiosos que cristianos y musulmanes tienen en común: “Unos y
otros creemos en un Dios, el Dios único, que es la misma justicia y misericordia; creemos en la
2. importancia de la oración, del ayuno y de la limosna, de la penitencia y del perdón; creemos que Dios
será para nosotros un juez misericordioso al fin de los tiempos y esperamos que después de la
resurrección Él se complacerá en nosotros y nosotros seremos felices con Él.”
Pero también indicó lealmente las diferencias. “La más fundamental es evidentemente nuestra mirada
sobre la persona y la obra de Jesús de Nazaret. Sabéis que, para los cristianos, ese Jesús les hace entrar en
un conocimiento íntimo del misterio de Dios y en una comunión filial con sus dones, de tal manera que le
reconocen y proclaman Señor y Salvador”.
El principio básico es Amar a Dios sobre todas las cosas; pero para que sea completo tiene que
continuar: Y a tu prójimo como a ti mismo, por amor a Dios. Como resultado de la creencia en
Dios y en la fraternidad de los seres humanos, la humanidad deberá, necesariamente, vivir una
vida de amor, concordia, cooperación y paz. Todas las leyes de Dios fueron reveladas con el
objetivo de hacer énfasis en este tema. Los profetas de Dios, en épocas diferentes, mostraron a la
humanidad que la religión de Dios es siempre la misma, que los hombres son hermanos, sin
ninguna enemistad o conflicto entre ellos, que el ánimo de su mensaje es siempre el mismo; que
Quien los elevó fue Uno y que el fundamento de su religión es sólo uno, sin posibilidad de
contradicción o diferencia entre ellos. …El Corán dice: "Él ha ordenado para vosotros la religión
que encomendó a Noé, la que te reveló a ti (Muhammad), la que le ordenó a Abraham, Moisés y
Jesús, diciendo: 'Estableced la religión y no os dividáis en ella". (Sagrado Corán 42:13)
Este texto, sin duda alguna, es un testimonio de que la religión de Dios es la misma, en todos los
tiempos En el Corán hay muchos ejemplos a este respecto, como: "Es verdad que te hemos
inspirado al igual que inspiramos a Noé y a los profetas anteriores a él. Y también inspiramos a
Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus, a Jesús, Job, Jonás, Aarón y Salomón. Y a David al
que le dimos los Salmos" (Sagrado Corán 4:163).
"Decid: 'Creemos en Dios, y en lo que se hizo descender a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las
Tribus, y lo que se le dio a Moisés y a Jesús y en lo que le fue dado a todos los profetas
procedente de su Señor. No hacemos distinciones entre ellos y sólo nos postramos ante Dios"
(Sagrado Corán 2:136)…
Cualquiera que lea el Corán, podrá ver que las Suras (capítulos) más largos del Corán
ennoblecen y dignifican a Jesús y a la Virgen María. El Corán también menciona y clarifica
algunos de los milagros de Jesús y narra otros milagros que no se encuentran en el Evangelio
mismo, como por ejemplo pájaros hechos de barro a los que dio vida a través de un soplo, con el
permiso de Dios, y también menciona el hecho de que Jesús hablaba a la gente desde la cuna.
Otros dos largos capítulos en el Corán se refieren a Jesús: el primero es "María" y el segundo es
"La familia de Imran", que era la familia de María. En estos capítulos se nos cuenta como María
quien era inmaculada dio a luz a Jesús y cómo fue también, una concepción inmaculada: "Y
cuando dijeron los ángeles: '¡María! Dios te ha elegido, te ha purificado y te ha escogido entre
todas las mujeres de la creación'…. '¡María! Dios te anuncia una palabra procedente de Él, cuyo
nombre será el Ungido (Mesías), Jesús, hijo de María; tendrá un alto rango en esta vida y en la
Última; y será de los que tengan proximidad. El hablará a la humanidad desde su cuna y en su
madurez, y será de los rectos'" (Sagrado Corán 3:42-46).
3. El Corán se dirige a los musulmanes para mostrar con claridad el alto rango que ocupa Jesús
ante Dios: "Ciertamente, el Mesías, hijo de María, es el mensajero de Dios, Su palabra
depositada en María y un espíritu procedente de Él" (Sagrado Corán 4:171). Estas creencias que
a los musulmanes les es ordenado creer con respecto a Jesús, les abren los corazones a sus
enseñanzas y facilitan la convergencia y la cooperación entre musulmanes y cristianos.
El Corán muestra con claridad que los cristianos son los más cercanos a los musulmanes debido
a la moral y a las virtudes que comparten con ellos, dice: "Encontrarás que los que están más
próximos en afecto a los que creen son los que dicen: 'Somos cristianos'. Eso es porque entre
ellos hay sacerdotes y monjes y no son soberbios.
El Profeta Muhammad dijo: "¡Musulmanes!, conquistaréis Egipto; cuando lo hagáis, sed
amables con los cristianos". El cuarto califa, Ali, les solía decir a los cristianos "Nosotros no
queremos evitar que creáis en el cristianismo, sino que de hecho, os ordenamos obedecerlo" y
hay incontables ejemplos como estos. El propio Muhammad hizo de su mezquita en Medina, un
lugar de adoración para sus invitados cristianos? O cuando los musulmanes hicieron de la gran
mezquita Omeya, en Damasco, un templo común para musulmanes y cristianos, quienes
entraban por la misma puerta, pero tenían la mezquita dividida en dos y solían hacer las
oraciones juntos.
Este fue el resultado inevitable del entendimiento, la proximidad y el respeto que existía entre
estas dos religiones reveladas en aquellos tiempos. Coincidían en propósitos y objetivos, y no
había oposición en su esencia y origen. Es bien sabido, a este respecto, que Omar, el segundo
Califa, cuando entró en Jerusalén, rechazó la oferta de hacer la plegaria en el Santo Sepulcro,
para evitar que los musulmanes, en el futuro, se tentaran en convertir la iglesia o parte de ella en
una Mezquita. Muhammad ordenó a los musulmanes ser amables con los judíos y cristianos,
pues eran seguidores de las dos religiones reveladas anteriores.
Dijo: "Quien le cause mal a un cristiano o a un judío será mi enemigo en el día del Juicio y
pagará por ello" y dijo: "Sed amables con los cristianos”. Si la humanidad en general no es capaz
de librarse de sus prejuicios y trabajar por la tolerancia religiosa, la situación será espantosa y
Dios nos reprenderá en el Más Allá por cada uno de nuestros errores, por nuestro fanatismo y
discordia, pues son estas las que incrementan la devastación, la agonía y el derramamiento de
sangre.