Jesús se encuentra con una mujer samaritana junto a un pozo. A pesar de las barreras sociales y culturales entre judíos y samaritanos, Jesús le habla a la mujer y le ofrece "agua viva". Él demuestra conocer detalles privados de su vida, sorprendiéndola. La mujer reconoce a Jesús como un profeta y corre a contarles a otros sobre su encuentro.