3. (12:18-27) La Resurrección
Eran ricos, mundanos y arrogantes. Re-
chazaban los preceptos de los fariseos,
incluyendo la doctrina de la resurrección
y la creencia en ángeles.
(12:18) Vinieron los sa-
duceos a desafiar a Je-
sús; eran menos nume
rosos que los fariseos,
pero tenían más influ-
encia y poder.
“Y es que los
saduceos dicen que no hay resurrección,
ni ángeles, ni espíritus; pero los fariseos
sí creen en todo esto” (Hch 23:8).
4. (12:18-27) La Resurrección
Juan el Bautista ya los había denuncia-
do: “Cuando vio que muchos de los fari-
seos y de los saduceos venían a su bau-
tismo, les decía: ¡Generación de víboras!
¿Quién les enseñó a huir de la ira veni-
dera?” (Mt 3:7).
El materialismo de los saduceos era tan
repugnante para Jesús como el ceremo-
nialismo y legalismo de los fariseos.
Esta vez el ataque no era
emplazarle en una de dos alternativas del
dilema, sino más bien en poner en ridícu-
lo su creencia en la vida venidera.
5. (12:18-27) La Resurrección
Los saduceos, riéndose entre dientes,
pensaban que matarían dos pájaros de
un tiro: expondrían al ridículo tanto a
Jesús como a los fariseos respecto a su
creencia en la resurrección y la vida
venidera.
Los fariseos basaban su creencia en la
resurrección en los profetas del AT, a
quienes los saduceos no le daban auto-
ridad alguna. Lo curiosos es que paga-
nos, herejes y saduceos rechazaban la
idea de una resurrección corporal.
6. (12:18-27) La Resurrección
“Cuando dos hermanos vivan juntos, y
uno de ellos llega a morir sin haber pro-
creado hijos, la viuda no podrá casarse
con alguien ajeno a la familia, sino que…
(12:19) Los sadu-
ceos se acerca-
ron a Jesús con
una pregunta so-
bre la ‘ley del levi-
rato’ para perpe-
tuar la línea de un
hombre muerto.
7. (12:18-27) La Resurrección
Conforme a esta ley, si una mujer perdía
a su esposo antes de haber concebido
un niño, el cuñado o pariente más cerca-
no debía unirse a ella, para que el hijo na
cido fuese considerado hijo del difunto y
así no desaparecería su descendencia.
… su cuñado la tomará por esposa, se
allegará a ella, y cumplirá con ella su
deber de cuñado. El primer hijo que ella
dé a luz recibirá el nombre del hermano
muerto, para que su nombre no sea bo-
rrado de Israel” (Dt 25:5-6).
8. (12:18-27) La Resurrección
No sabemos con exactitud
como se obedecía esta ley en los días de
Jesús, pero es probable que haya caído
en desuso.
Los saduceos se valieron de esta ley pa-
ra mostrar lo absurdo que era la creen-
cia en la resurrección del cuerpo.
La desobediencia a esta ley era mal vis-
ta. Tal como en el caso de Onán, quien
no quiso engendrar descendencia a su
cuñada viuda (Gn 38:8). En el libro de Rut
hay una interesante aplicación de la ley
del levirato.
9. (12:18-27) La Resurrección
(12:20-23) Se trata de
una hipérbole, la idea
era exponer lo necio
de esta ley y mostrar
lo ridículo de creer en
la posibilidad de la re-
surrección.
Los saduceos simplemente no creían en
el concepto de la resurrección del cuer-
po y en la creencia de la existencia de la
vida después de la muerte.
¿A dónde van los muerto?
10. (12:18-27) La Resurrección
Creían haber puesto a Jesús en aprietos
y que Él no sabría como responder.
Ellos suponían que el matrimonio conti-
nuaba en la vida venidera. Dos maridos
bastaban para apoyar su argumento, pe-
ro siete maridos hacían que la creencia
en la resurrección resultara ridícula. Ima
gínense cuando los muertos resuciten,
esta mujer, matamaridos, tendría siete
esposos. Este supuesto era absurdo; lo
lógico es que se le permita tener sólo
uno, ¿pero cuál de ellos sería?
11. (12:18-27) La Resurrección
suadir o manipular a los oyentes, otras
se cometen sin intención o ignorancia.
Este razonamiento era una falacia, el ar-
gumento parecía valido pero no lo era.
La segunda premisa, de la validez del …
(12:24) En lógica, u-
na falacia es un ar-
gumento que pare-
ce válido, pero no lo
es. Algunas falacias
se hacen intencio-
nalmente para per-
12. (12:18-27) La Resurrección
Jesús fue al corazón del problema: su
ignorancia de las Escrituras, y del poder
de Dios.
matrimonio después de la muerte era
falsa.
Los saduceos decían creer solo en la
Torá, la ley de Dios o Pentateuco, pero
siendo sacerdotes ignoraban lo que esta
en realidad decía, poco les interesaba
conocerla. Tampoco creían en la existen-
cia de un Dios sobrenatural, sino en uno
que creo el mundo y lo abandonó.
13. (12:18-27) La Resurrección
La ‘palabra es-
crita’ vinculada a la ‘Palabra Viviente’ es
la que nos transforma y da esperanza.
Dios, es un Dios de milagros, tiene la ha-
bilidad de crear un “nuevo orden de exis
tencia”, muy distinto al que conocemos.
Es interesante notar la correlación: ‘las
Escrituras y el poder de Dios’. El conoci-
miento intelectual de la Biblia no sirve de
nada. Pues la Biblia sin la influencia del
Espíritu de Dios está exenta de vida espi
ritual, “porque la letra mata, pero el Espí-
ritu vivifica” (2 Cor 3:6c).
14. (12:18-27) La Resurrección
(12:25) Los saduce-
os estaban equivoca
dos al rechazar la re
surrección, pero los
fariseos (como los
musulmanes hoy)
erraban al suponer
que el cuerpo resucitado realizaría fun-
ciones sexuales.“Los que sean conside-
rados dignos de alcanzar el mundo veni-
dero y la resurrección de entre los muer-
tos, no se casarán ni se darán en …”
15. (12:18-27) La Resurrección
… casamiento porque ya no podrán mo-
rir, sino que serán semejantes a los ánge
les” (Lc 20:35-36).
El cuerpo resucitado será inmortal. Dado
que no habrá muerte, el género humano
no necesitará reproducirse. Al no casar-
se, los redimidos nos asemejaremos a
los ángeles, quienes tampoco se casan.
Seremos como los ángeles que los sadu-
ceos negaban, y la Torá los citaba. Esto
demuestra que los saduceos no cono-
cían las Escrituras.
16. (12:18-27) La Resurrección
(12:26) Usando el Éxo
do Jesús demuestra
la doctrina de la resu-
rrección. No dice: “Yo
fui el Dios de Abra-
ham, de Isaac y el de
Jacob”. Ni tampoco:
“Yo soy el Dios de quien fue Abraham,
Isaac y Jacob” (Ex 3.6). La conclusión
era que Abraham, Isaac y Jacob vivían y
esperaban su resurrección. Jesús extrae
de la Torá el argumento contra ellos.
17. (12:18-27) La Resurrección
(12:27) Noten lo con-
tundente que es Je-
sús al señalarles la
única conclusión po-
sible: “Ustedes están
completamente equi-
vocados”.
El argumento de Jesús a favor de la vida
después de la muerte no está basado en
el análisis filosóficos. Si Abraham, Isaac
y Jacob estaban entre los vivos en los
días de Moisés, nosotros “podemos …
18. (12:18-27) La Resurrección
A los escépticos de cualquier época, a
los saduceos modernos, Jesús les diría:
¡Qué equivocados están! Cuando se a-
partan de las Escrituras yerran.
Que errados estaban los saduceos al ne-
gar la vida después de la muerte.
“Algunos de los escribas le respondie-
ron: Maestro, has dicho bien. Y no se a-
trevieron a preguntarle nada más” (Lc
20:39-40).
… confiar que Dios también nos hará par
ticipar de la bienaventuranza final.
19. Conclusión
Jesús afirmó, ustedes se equivocan por-
que no conocen las Escrituras. No pase-
mos por alto la Biblia para no caer en al-
gún error; más bien leámosla y convirtá-
mosla en nuestra regla de fe y conducta.
Cuanto más conocida sea la Biblia, me-
jor será este mundo. Enseñemos a nues-
tros seres queridos a valorar la Biblia. Lo
mejor que podemos darles es un conoci-
miento de las Escrituras. Hay dudas res-
pecto a la vida en el más allá, es un mun-
do desconocido para nosotros.
20. Conclusión
Basta con saber que nuestros cuerpos
resucitarán y serán como nuestros cuer
pos terrenales; de manera que quienes
nos conocieron nos reconocerán.
En la existencia futura no habrá hambre
ni sed, no habrá necesidad de comida.
No habrá más cansancio ni fatiga, no
habrá necesidad de dormir. Ya no habrá
muerte, no habrá necesidad de nacimien
tos para ocupar el lugar de los que llega-
ran a desaparecer, pues nadie lo hará.
Todos viviremos por siempre.
21. Conclusión
Todo esto proporciona consuelo al cre-
yente. El cuerpo que tenemos ahora, a
menudo “gime con angustia” por un
sentimiento diario de debilidad e imper-
fección. ¡No estamos satisfechos!
“Los que estamos en esta tienda, que
es nuestro cuerpo, gemimos con angus
tia; porque no quisiéramos ser desves-
tidos, sino revestidos, para que lo mor-
tal sea absorbido por la vida” (2 Cor 5:4).
22. Conclusión
En el mundo futuro todo cambiará. No
faltará nada que haga que nuestra felici-
dad sea incompleta.
Para el creyente, la resurrección será la
mayor de las bendiciones. Para el no cre
yente, la resurrección será una desgra-
cia y una maldición.
“Los que hicieron lo bueno, saldrán a
resurrección de vida; pero los que
hicieron lo malo, a resurrección de
condenación” (Jn 5:29).