3. (14:66) No debemos
exagerar la negación
de Pedro. Nadie diga
que Pedro fue un
hombre sin valor. Un
examen de los Evan-
gelios indica que él
fue el más atrevido.
Fue quien dijo, “Señor, si eres tú, manda que
yo vaya a ti sobre las aguas” (Mt 14:28).
(14:66-72) Negación de Pedro
4. (14:66-72) Negación de Pedro
Fue él quien enfrentó a la chusma que vino a
Getsemaní a prender a Jesús, sacó su espada
e hirió al siervo del sumo sacerdote (Mr 14:47).
Pedro demostró tener mucho valor, cuando
siguió a Jesús hasta el patio del sumo sacer-
dote, Caifás, donde se realizaba el juicio.
“Pedro lo siguió de lejos hasta el interior del
patio del sumo sacerdote. Allí se quedó,
sentado con los alguaciles y calentándose
junto al fuego” (Mr 14:54).
5. (14:66-72) Negación de Pedro
Sólo Pedro podría haber contado esta historia
y conservarla para todos los tiempos, pudo
bien ocultarla y nunca nadie se hubiera ente-
rado de su cobardía. Sin embargo su gratitud
por la gracia de Dios no debe haber tenido
límites.
La amargura de las lágrimas de Pedro, más
adelante, nos darán una indicación de cuán
serio consideraba su propia falta de valor y de
fe.
6. (14:66-72) Negación de Pedro
En un momento se dirigió a Pedro, que a la
luz del fuego donde se calentaba era clara-
mente visible.
(14:67) Cuando Juan lo-
gró que la portera le deja
ra entrar, consiguió tam-
bién el ingreso de Pedro.
La portera sospechó de
Pedro. Parecía ser un
discípulo de Jesús.
7. (14:66-72) Negación de Pedro
Ella le dijo: ¿No será que también eres discí-
pulos de este hombre, verdad? Estoy segura
de que estabas con Jesús el Nazareno. ¡Tú
eres uno de sus discípulos!
(14:68) Pedro lo negó, por primera vez res-
pondió: “No sé ni entiendo lo que dices”, y se
dirigió a la entrada; sintió que se desmorona-
ba. Tan atrevida fue la observación incrimina-
toria de la muchacha, que tomó a Pedro por
sorpresa.
8. (14:66-72) Negación de Pedro
En su frustración decide huir, así que busca la
salida, esperando escapar de aquella si-
tuación difícil.
A pesar de sus jactancio-
sas promesas de lealtad
incondicional, hechas
pocas horas antes, ahora
estaba muy asustado. Se
podría decir que estaba
en estado de pánico.
9. (14:66-72) Negación de Pedro
La portera, a punto de ter-
minar su turno, debió co-
municar lo que sabía de
Pedro a la muchacha que venía a reemplazarla
en la portería. Esta segunda muchacha, le dice
ahora a los que están allí alrededor:
(14:69) Pedro procuró
salir del palacio, pero la
portera no tenía intención
de dejarle salir.
10. (14:66-72) Negación de Pedro
Este es uno de ellos, de los que estaban con
Jesús el Nazareno.
(14:70) La segunda negación sigue de cerca a
la primera. Por segunda vez Pedro negó su
asociación con Jesús, temiendo que una
confesión podría llevarlo al arresto. Los que
le rodeaban, aceptaron la declaración de que
Pedro era uno de los seguidores del Señor. El
rústico acento de los galileos era prueba
suficiente para los de Judea.
11. (14:66-72) Negación de Pedro
Durante ese tiempo, una hora, las noticias
sobre Pedro se han diseminado.
Habiéndosele impedi-
do salir, Pedro regre-
sa al patio. Transcu-
rre una hora (Lc 22:59).
El primer juicio de
Jesús, ante el Sane-
drín casi ha termina-
do.
12. (14:66-72) Negación de Pedro
Ahora los siervos del palacio, los oficiales, y
los hombres que están alrededor del fuego
con Pedro, lo ven con sospecha, y se dan
cuenta de que efectivamente él es uno de los
discípulos de Cristo y su acento lo identifica
como galileo. ¡Pedro se puso nervioso, y
recién se preguntó por que estaba allí!
(14:71) Ahora, fuera de sí, con temor y ver-
güenza, comenzó a jurar y a maldecir, dicien-
do: No conozco al hombre de quien hablan.
13. (14:66-72) Negación de Pedro
Probablemente Pedro cayó
en el lenguaje vulgar pro-
pio de los pescadores gali-
leos. Al hablar como un
pueblerino alejaría las sos-
pechas sobre sí.
Otros afirman que Pedro di-
jo algo como: “Si no estoy
diciendo la verdad entonces que vengan
todas las maldiciones de Dios en mi contra …
14. (14:66-72) Negación de Pedro
… oh que se mueran los que mas amo”.
Lo que Pedro dijo fue tremendo, juró no co-
nocer a Jesús y sufrir las consecuencias si es
que esto no era cierto.
Enojado Pedro comenzó a lanzar maldicio-
nes, a aseverar que no conocía a Jesús. Allí
estaba, invocando sobre sí maldición tras
maldición, y mientras más fuerte hablaba, la
gente a su alrededor se daba cuenta de que…
15. (14:66-72) Negación de Pedro
… era un mentiroso. Al intentar distanciarse
de Jesús, todos se dieron cuenta que era uno
de los discípulos de Jesús, ¡negándolo!
Pedro no hizo caso a las advertencias que
Jesús le hizo. No fue obediente a su palabra.
Él se buscó lo que le pasó. ¿Qué hacia Pedro
calentándose en ese fuego? ¿Qué hacía allí?
Pedro no debió de estar en ese lugar, todo por
lo que se propuso defender y luchar, lo
destruyó debido a su arrogancia.
16. (14:66-72) Negación de Pedro
“La noche está avanzada, y se acerca el día.
Por tanto, desechemos las obras de las
tinieblas, y vistámonos de las armas de la luz.
Vivamos con honestidad, como a la luz del
día, y no andemos en desenfreno ni en
borracheras ni en inmoralidad sexual y
libertinaje ni en pleitos y envidias. Más bien,
revistámonos del Señor Jesucristo, y no se
preocupen por satisfacer los deseos de la
carne” (Rom 13:12-14).
17. (14:66-72) Negación de Pedro
Dios no quiere que tengas
confianza en tu carne, o en
tus habilidades. No se trata
de lo que tú puedas hacer o
lograr con tus fuerzas, sino
de lo que Dios quiere hacer.
(14:72) Inmediatamente, el Señor salió a su
rescate e intervino: el gallo cantó por según-
da vez; Pedro quedó sacudido al recordar lo
dicho por Jesús, que lo negaría tres veces …
18. (14:66-72) Negación de Pedro
… antes de que el gallo cante dos veces.
Aquí es bueno ir al pasaje paralelo en Lucas:
“Pedro le dijo: ¡Hombre, no sé de qué hablas.
Y en ese momento, mientras Pedro aún habla-
ba, el gallo cantó. En ese mismo instante el
Señor se volvió a ver a Pedro, y entonces Pe-
dro se acordó de las palabras del Señor, cuan
do le dijo: Antes de que el gallo cante, me ne-
garás tres veces. Enseguida, Pedro salió de
allí y lloró amargamente” (Lc 22:60-62).
19. (14:66-72) Negación de Pedro
En el mismo momento
en que el gallo cantó,
alguien lo miró directo a
los ojos. ¡Era Jesús! Su
rostro estaba amora
tado a causa de los gol-
pes que había recibido.
Terminado el juicio del Sanedrín, llevaban a
Jesús a través del patio a una celda, donde
luego sería llevado ante los romanos.
20. (14:66-72) Negación de Pedro
Sus ojos se cruzaron en
ese instante. Pedro rom
pió a llorar, consciente
de la cobardía de su co-
razón. Jamás olvidaría
este incidente ni volve-
ría a negar a su Señor.
Si Pedro no hubiese mirado a Jesús en ese
instante, la mirada de Jesús a Pedro se habría
perdido. ¿Te miró Jesús, le viste a los ojos?
21. Conclusión
El eco de las palabras de Pedro aun resona-
ban cuando el gallo cantó por segunda vez.
Recordó las palabras de la predicción en las
que el Señor le advirtió que lo iba a negar. Se
escuchó abrir la puerta del palacio de Caifás,
Pedro miró atrás y en aquel instante el Señor
le miró; ¡sí, de entre toda la gente reunida allí,
Jesús miró a Pedro! Sus ojos hablaban; ha-
bían escudriñado lo más profundo del cora-
zón de Pedro.
22. Habían penetrado a través de
su orgullo, su vergüenza, su
temor; habían alcanzado al
hombre, al discípulo que
amaba a Jesús. De sus ojos
brotaron las lagrimas de …
… arrepentimiento, la verdadera vergüenza, el
dolor, la aflicción, y la agonía. No fue capaz
de sostener aquella mirada que había
quemado su corazón.
Conclusión
23. Conclusión
Allí en aquel lugar donde se fraguó la muerte
de Jesús; de allí salió el discípulo quebrado,
había llegado al fondo de sí mismo. La mira-
da de Jesús fue de compasión, de pena, al ver
la fragilidad del corazón humano.
La conclusión del pasaje es conmovedora:
“Pedro se acordó de las palabras que Jesús
le había dicho: “Antes que el gallo cante dos
veces, me negarás tres veces”. ¿Quién pue-
de describir los sentimientos que cruzaron …
24. Conclusión
… por su mente?
¿Quién puede concebir la vergüenza, la con-
fusión, y los amargos remordimientos que
debieron de invadir su alma? ¡Haber caído de
esa forma, tantas veces! ¡Haber caído a pesar
de las claras advertencias! Hay algo muy
profundo en las últimas palabras del
versículo 72: “Y pensando en esto, lloraba”.
La experiencia de Pedro es la experiencia de
todos los creyentes que han sucumbido …
25. Conclusión
… como Pedro, se equivocaron gravemente,
pero se arrepintieron verdaderamente. Como
Pedro, descubrieron que recogían una amar-
ga cosecha en este mundo y al igual que él,
fueron perdonados gratuitamente. Sin embar-
go, como él, derramaron muchas lágrimas.
Del relato extraemos la siguiente lección: Pe-
dro se metió al campamento enemigo y creyó
que saldría indemne; mas Jesús estuvo allí y
en su hora mas oscura lo sostuvo.