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Por qué debemos alabar y adorar a Dios
1. ¿POR QUÉ ALABAR y ADORAR a
DIOS?
¿Por qué razón debemos exaltar a Dios?
Hay un millón de motivos para hacerlo, lo cual iremos viendo poco a poco. Pero en
este artículo me enfocaré en algunas de las razones por las cuales nos
corresponde y es nuestro deber rendirle exaltación a Dios.
Para empezar, la alabanza y la adoración es algo que
Dios demanda y espera de parte de cada uno de sus hijos, pues fuimos
concebidos y creados para adorarle.
Además, no solo Dios espera alabanza de sus hijos, sino también de toda
persona. Rendirle adoración al Señor es el ideal para el hombre; aunque en realidad,
el ser humano no lo cumpla a cabalidad.
En la palabra de Dios se nos exhorta repetidas veces a rendirle honor a Dios
por medio de nuestra alabanza y adoración. Pero en muchos otros pasajes no
solo se nos exhorta a hacerlo, sino que se nos presenta también como un mandato,
como una orden; como algo que tenemos que hacer. Así, la alabanza a Dios no es
una opción; es un mandato divino. Veamos más al respecto.
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Pero, ¿por qué Dios demanda y espera de nosotros alabanza y adoración
hacia él? Bueno, simplemente, porque le pertenecen. Por eso mismo: porque
le corresponden, porque son de él. Así de sencillo.
2. Un padre terrenal merece el respeto de sus hijos por el solo hecho de ser su
padre. Dios, por ser Quien es, merece toda gloria, honra, honor y loor. Y esto,
porque sí; y punto. Esto no es cuestionable; es algo inherente a él, a su
divinidad.
“…Para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecenla
gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
1 Pedro 4:11
Aquí se nos menciona que a Dios pertenece la gloria; es decir, que es suya, de
su sola propiedad. Es algo inherente a su persona y de nadie más. No es algo
que le damos o concedemos a él; es algo que es de él y nadie se lo puede
quitar.
”Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria ni mialabanza…”
Isaías 42:8
Además, no solo le pertenece la gloria al Señor, sino que únicamente él y
nadie más que él es digno de recibirla. Por eso mismo: porque la merece,
porque es digno de ella, es que el Señor está esperando, con todo derecho,
lo que a él le corresponde.
“Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado…”
Salmos 18:3
“Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado…”
Salmos 48:1
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste
todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”
Apocalipsis 4:11
3. En el verso anterior se nos indica además por qué razón Dios es digno de
recibir toda gloria: porque solo él creó todas las cosas y por él subsisten. Por
eso es que nadie más es digno de todo el honor.
Si hubiere alguna persona u otro ser que pudiese atribuirse a sí mismo esta
potestad de haber “creado todas las cosas y que por sí mismo es que todo existe”,
entonces éste también podría demandar que se le diese gloria y honra. Pero como
no es así, entonces, ninguno tiene derecho a exigir tal gloria, ¿no le parece? Esa
potestad es solo del Rey de reyes y Señor de señores; el único grande y
magnífico:
“He aquí que las naciones le son
como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le
son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano
bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas
las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que
4. nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le
compondréis?”
Isaías 40:15-18
También se nos dice en la palabra de Dios:
“Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos, dad a Jehová la gloria y el
poder. Dad a Jehová la honra debida a su nombre…”
Salmos 96:7,8
Se nos manda aquí a que le demos a Dios la honra debida a su Nombre. Esto
no nos indica solo el hecho de darle la gloria adecuada a su Nombre; sino más bien,
darle la gloria que le debemos, la gloria que le corresponde, la gloria que se
merece su Nombre.
En la versión “Dios Habla Hoy” este mismo versículo anterior dice: “Den al Señor
la honra que merece”. Y en la “Reina Valera Contemporánea” se nos dice también
en ese mismo pasaje: “¡Tributen al Señor la honra que merece su nombre!”
Me llama la atención las palabras que parecen aquí en este pasaje del Salmo
96:7-8 : las palabras tributar y dar, las cuales nos indican una "acción de
entregar a otro".
Analizando más a fondo el término tributar, éste es definido en diccionarios
como:“Pagar o entregar en obligación cierta cantidad o cuota, ya sea el vasallo
a su señor o el súbdito o ciudadano al Estado.” Significa además: “Dar muestras
de gratitud y veneración.”
Desde tiempos inmemoriales los tributos han sido y son una manera en que el
vasallo o el ciudadano retribuye a su señor o al Estado una parte de lo que recibe de
éste. En nuestros tiempos actuales se les llama impuestos. Dentro del sistema social
humano, el propósito o justificación del tributo es proporcionarle al Estado o
gobernantes los recursos para actuar de manera tangible en beneficio de sus
afiliados. Lamentablemente, no siempre quien recibe el tributo cumple a cabalidad
con ese fin para el cual se le entregó. Pero, independientemente de lo anterior, los
tributos son obligatorios, ineludibles e inapelables.
5. Si debemos pagar tributo al hombre, ¿cuánto más no debemos
tributarle a Dios el honor que le pertenece y se merece?
Si aún de los tributos humanos no se puede escapar y quien hace evasión de los
mismos está expuesto a una sanción e incluso, a la cárcel; cuánto más, el
tributarle honor y gloria a Dios es algo que no se puede refutar ni eludir. Más
que eso, es nuestro deber hacerlo, porque es algo que le debemos a Dios.
“Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y (dad) a Dios lo
que es de Dios…”
Marcos 12:17
En este versículo anterior el Señor Jesús hace una comparación entre la
obligación humana de entregar al gobernante lo que se le adeuda, y la
obligación o deber del hombre para con Dios, de entregarle lo que le
debemos y que Dios se merece. También se nos dice en otro pasaje:
“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto;
al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada…”
Romanos 13:7,8
Y si esto nos lo dice el apóstol Pablo en lo referente a la relación con
nuestro prójimo, ¡cuánto más es aplicable a nuestra relación con Dios!
Ahora bien, aunque los estados terrenales necesiten de los tributos o impuestos
para poder actuar en pro de su nación, nuestro Señor no necesita de nosotros
para nada.
Tengamos también en claro que aunque el
Señor demanda y espera alabanza y adoración (porque, obviamente, le
6. pertenecen y es merecedor de ellas), Dios no necesita ni en lo más mínimo de
nuestra alabanza ni adoración. Él no es un ser incompleto que necesite de un
elemento externo para sentirse completo. Tampoco es inseguro ni tiene problemas
de autoestima, como para andar "pidiendo" que le adoremos, porque si no, "le hace
falta". ¡No! Él sabe Quién es. No necesita recibir gloria de nadie para sentirse bien o
seguro de sí mismo; ni tampoco, para ser más grande o poderoso. Absolutamente
no.
Cuando adoramos a Dios nos alineamos con
el propósito divino que él concibió
para nosotros.
Dios quiere que le exaltemos porque al alabarle y adorarle, somos nosotros
quienes recibimos bendición.
CUANDO LE RENDIMOS GLORIA Y HONOR AL SEÑOR, NOS ALINEAMOS CON
EL PROPÓSITO DIVINO QUE ÉL CONCIBIÓ PARA NOSOTROS.
Y entonces, eso desencadena toda una serie de beneficios y bendiciones de
parte de Dios hacia nuestras vidas.
7. Por eso es que él insta a todos a honrarle: porque él sabe que es para nuestro
propio bien.
Pero para aquellos que se resisten a aceptar y reconocer a Dios como lo que es: el
solo Soberano, Rey de reyes y Señor de señores (1 Timoteo
6:15,16 , Apocalipsis 17:14), de todas maneras tendrán que reconocerlo un día
(a las buenas o a las malas), al final de los tiempos, porque la Biblia así lo dice:
"Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda
rodilla, y toda lengua confesará a Dios."
Romanos 14:11
"Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo (a Cristo Jesús), y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y
toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre."
Filipenses 2:9-11
Todos tendrán un día que doblegarse ante Dios y reconocer que Jesús es el Señor.
El apóstol Juan también cuenta en el Apocalipsis:
"Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la
tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está
8. sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por
los siglos de los siglos."
Apocalipsis 5:13
Quienes hoy le reconocemos como Dios y Señor y le rendimos gloria, lo
hacemos con deleite aquí en esta tierra y lo seguiremos haciendo con deleite
durante toda la eternidad en la vida eterna.
Adora a Dios con deleite, y recibirás gran bendición.
Pero aquellos que se rehúsan a hacerlo aquí en esta vida terrenal, de todos
modos tendrán que doblegarse un día ante el Rey Supremo para declarar
con su propia lengua que él es el Señor. Pero entonces ya será muy tarde, pues
será al fin de los tiempos para condenación. Hasta el diablo mismo y todos sus
demonios tendrán que postrarse y reconocer que Jesús es el Señor, antes de ser
lanzados para siempre al lago de fuego. Tal es la magnitud de la grandeza de
Dios, a quien debemos dar gloria, honra y honor.
Dios es el gran YO SOY (Éxodo 3:14); él está en su trono y todo lo que quiso ha
hecho (Salmo 115:3); él es todopoderoso (Génesis 17:1) y omnipotente (Éxodo 6:3);
siempre ha existido y existirá (Apocalipsis 1:8); su grandeza es inescrutable (Salmo
145:3) y no hay nadie semejante a él (Éxodo 15:11).
Así que Dios nunca ha dependido ni dependerá jamás de nuestra alabanza
y adoración como algo que él necesite, como algo que le hiciese falta para
ser Quien es. Sin importar si usted decide o no alabarle y adorarle, él
9. continuará reinando en su trono y permanecerá siendo Dios. Y gústele o no,
él seguirá siendo siempre digno de toda alabanza y adoración. Si usted decide no
honrarle, el problema es suyo, y quien se pierde las bendiciones es simplemente
usted, no Dios.
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y
de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por
manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos
vida y aliento y todas las cosas.”
Hechos 17:24-25
Usted y yo desapareceremos un día:
“Cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se
desvanece.”
Santiago 4:14
Pero solo Dios permanecerá eternamente:
“Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre…”
Salmo 45:6
“el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de
los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio
sempiterno. Amén.
1 Timoteo 6:16
El tributar honor a Dios viene siendo una pequeña, ínfima y minúscula
manera en que podemos (si fuera válido el término en este
caso) “retribuirle” a Dios algo de lo mucho y lo tanto que él ha hecho, hace
y hará por nosotros. Y utilizo la palabra “retribuir” solo como una figura
comparativa, ya que nunca jamás nada de lo que hagamos podrá devolver, pagar o
compensar (ni siquiera en lo más mínimo) ninguna de las cosas que Dios hace por
nosotros. Más bien, creo que la expresión correcta sería que el tributar honor y
gloria a Dios es una manera en la que podemos mostrarlenuestra devoción,
amor y gratitud a él.
10. PIÉNSELO BIEN:
¡QUÉ FÁCIL NOS LO PONE EL SEÑOR, CUANDO,
SIN TENER CÓMO PAGARLE,
LO ÚNICO QUE ÉL ESPERA DE NOSOTROS
ES NUESTRA GRATITUD, ALABANZA Y ADORACIÓN!
“Sacrifica a Dios alabanza y paga tus votos al Altísimo. El que sacrifica
alabanza me honrará…”
Salmo 50:14,23
Eso es lo único valedero que podemos darle, pues ninguna de nuestras obras
le impresiona a él. Aún lo mejor o más bueno de nosotros es como nada,
delante de Dios:
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como
trapo de inmundicia…”
Isaías 64:6
11. Los tributos humanos
son gravosos. Pero tributar
a Dios es deleitoso.
Dios nos insta a rendirle loor, porque como mencionamos hace poco, ello
redunda en nuestra propia bendición. Existen incontables razones por las cuales
recibimos bendición a nuestras vidas cuando le alabamos y adoramos, así como
también se rompen cadenas y penetramos en el mundo espiritual, obrándose
maravillas. (Acerca de las bendiciones que la alabanza a Dios trae consigo, veremos
más adelante, en el capítulo intitulado “Hay poder en la alabanza y adoración”).
El tributar honor a Dios, aunque es nuestra obligación, no es algo
gravoso(como lo es el caso de los tributos terrenales); sino, todo lo contrario: ha
de brotar espontáneamente como fruto de un corazón agradecido con su
Señor y podemos hallar sumo deleite en exaltarle.
Cuando le alabamos y le adoramos estamos reconociendo su señorío sobre
nuestras vidas y sobre todo el universo; aceptamosque él es inmensamente
superior a nosotros y nos rendimos voluntariamente ante su incomparable
deidad. En otras palabras, aceptamos y reconocemos que él es digno y merecedor
de toda la gloria, y por eso se la damos; movidos también por nuestro amor y
gratitud hacia él.
En resumidas cuentas, Dios demanda y espera de nosotros alabanza y
adoración porque, por derecho propio, le pertenece y la merece; pero no
necesita de ella. Más bien, nosotros necesitamos de Dios, y el rendirle honor
12. a él redunda en nuestro propio beneficio y bendición. Aquel que
voluntariamente exalta a Dios está reconociendo su señorío sobre su
vida, le ama y está agradecido con él.