1. La Opinión, Año I, No. 31, 1 de Marzo de 1925, p. 1.
LAS DIFICULTADES CON QUE TROPIEZA LA INDUSTRIA
CARBONÍFERA
En las últimas semanas se ha notado un sensible aumento de las
dificultades que debe vencer el carbón nacional, y de las cuales se ha tratado en
este periódico en varias ocasiones.
Las canchas de los diversos establecimientos mineros están llenándose de
carbón, sin que sea posible darle salida en proporción a lo que se puede producir
cada día. Esto ha obligado a anticipar en este mes el pago de los salarios por
unos pocos días, a fin de que sea posible desocupar las canchas durante los días
siguientes al pago, en los cuales no se extrae carbón en las minas. En esos días,
se tratará de activar cuanto sea posible el embarque de carbón para desocupar las
canchas: pero, esto podrá hacerse solo en caso de que haya vapores o carros de
Ferrocarril listos para ser cargados, lo que es dudoso por varias circunstancias.
Por una parte, el equipo de los ferrocarriles tiene que destinarse con
preferencia al acarreo de las cosechas; y, por otra parte, han sido escasos los
vapores que últimamente han llegado a los puertos carboníferos. Varios de ellos
demoran mucho tiempo en regresar porque no encuentran facilidad para
descargar en los puertos del norte el carbón que llevan. Algunos buques de la
Compañía Minera han tenido que esperar hasta 15 días o más en el Puerto de
San Antonio antes de conseguir que se les reciba su carga. Es indudable que
corresponde al Gobierno adoptar algunas medidas para mejorar los elementos de
descarga de estos puertos. Mientras esto no se remedie, sufrirán perjuicios las
empresas carboníferas y los obreros ocupados en ellas.
Además se hace necesario, como lo hemos dicho en otras ocasiones, que
se haga lo posible por consumir el carbón nacional en las salitreras en vez del
petróleo y del carbón extranjero que actualmente se usa allí. Si estas medidas no
se adoptan con la rapidez que la situación exige, tendremos que lamentar con
frecuencia la disminución de las horas de trabajo que ahora experimentan las
minas de carbón, a pesar de todos los esfuerzos que la compañía hace para
2. mantener una producción normal, mediante la mejora de sus instalaciones en
todo sentido, como maquinarias, habitaciones, etc.
3. Composición a la mina
Aquí vengo a cantarle nuevamente,
para entregarle este pequeño aporte,
vengo mandado del pique nuevo,
del primer turno de as 480 norte.
Adelante, minero, minerito,
no te canses nunca de trabajar,
que así vamos caminando día y noche
hacia la isla, por allá debajo del mar.
Los mineros, toditos muy unidos
trabajamos y golpeamos con tesón
para sacar todito todo el oro negro,
para darle producto a la nación.
Los mineros toditos muy alegres,
en sus labores trabajando entusiasmados,
de repente, el cerro se le enoja
y allí mismo, los deja sepultados,
a la mina su vida fue a entregar,
cuando llega el aviso hasta su casa,
madre e hijo, dislocada en ese hogar,
adelante minero, minerito,
no te canses nunca tú de trabajar,
que así vamos, caminando día y noche,
hacia la isla, por allá debajo del mar.
4. Pedro Alejandro Toro, Don Yuco. Folclor del Carbón en la zona de Lota, 1991,
Pág. 56.
El relato pertenece a don Pedro Toledo Romero, 81 años, ex minero de Piques
Nuevos (Lota) y residente en Coronel. Esta persona describe cómo fue arrastrado
por el Diablo mientras efectuaba su turno durante la noche en un sector de la mina
conocido como “Corriente Patagonia”.
“I: El Corriente Patagonia. Ese era el sector. Ya, fui arriba, trabajé como un mes.
Todos los días, claro, estar como 12 horas ahí sentado, porque yo tenía que ver
con la bomba (…) ¿A quién no le da sueño en la noche? Ya, me quedaba
dormido. Traía mi banco (…) Y un güen día empieza… Claro, uno dice: ‘(es)toy
soñando’. No es na(da) sueño. Yo cómo pataleaba con el diablo. Me pescó de ahí
y me arrastró. Fuera de eso, no iba a decir que en sueños iba a hacer yo la
cuestión que pasó. Me sacó del banco, me arrastró y yo pare(ce) que estaba
despierto y le decía… ¡Uy!, para qué voy a hablar lo que hablaba yo ahí.
E: Los insultos y garabatos que le echaba.
I: Claro, pues. Tanto fue de que ya se aburrió, me arrastró 8 metros.
E: ¿Desde el lugar en que se encontraba usted sentado?
I: ¡Claro! 8 metros. Yo estaba con winche (…)
I: Esa vez, como le digo yo, ya me largó (d)onde me iba arrastrando, porque yo iba
peleando con él (…). Hasta que se aburrió, me largó. Me encontré botado,
desperté, tuve que sacarme todo el barro que tenía (d)onde me había arrastrado.
Ya, me senté, iba a salir pa(ra) arriba: ‘a ver si te encuentro pa(ra) arriba’, así le
dije yo.
E: ¿No le tuvo miedo?
I: No.
E: ¿Qué edad tenía usted más o menos en esa época?
I: Eso fue el 60. Han pasado más de 40 años. Al que no le ha pasado, puede decir
que son inventos. ¿Para qué iba a inventar yo esas cosas?”.
5. Héctor Vergara (ya mencionado más arriba), quien trabajó hasta el 2008 como
barretero en la mina “Fortuna”, en el sector conocido como “Estocada 18”, situado
a 120 metros de profundidad bajo el nivel del mar.
“Cuando me mandaron a trabajar como barretero a ‘Estocada 18’, le dije al jefe:
‘Por fin me echaron a trabajar al Chiflón del Diablo’. Daba miedo trabajar de
barretero. Era un terreno muy inestable, que en cualquier momento se caía. De
repente estábamos trabajando y caía un cerro. Antes que cerraran la mina, el año
2008, a las 12:30 había terminado la pega y se derrumbó la mina. Arrancamos
todos y nadie vio que un amigo quedó atrapado.
Se veían cosas raras en la ‘Estocada 18’. Alguien alumbraba, donde no había
nadie. Se escuchaban movimientos de carros, la gente le tenía terror. Hubo
muchos accidentes en ese lugar. En una ocasión explotó el gas grisú y murieron
cuatro personas”.
Juan Bahamonde Catín, Las manifestaciones míticas en la memoria de los
mineros de la cuenca del carbón, Revista Humanidades, 2010.