Segundo capítulo de una serie de investigación sobre la historia de la transición español realizada por www.plataformaliberal.cz.cc, que podreis encontrar en este mismo sitio web.
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La transición de papel 2
1. LA TRANSICIÓN DE PAPEL: 2<br />“DE LA AGONÍA A LA MONARQUÍA”<br />“De la agonía a la monarquía” es el título de la segunda parte de la investigación acerca de la transición española que analizaremos en plataforma liberal. Pretendemos, y más concretamente un servidor, resaltar algunos de los puntos más importantes de este período así como aportar, en la medida de lo posible, datos y documentos inéditos sacados a la luz recientemente por un periodista español (Alfonso Basallo) en un diario regional aragonés el 21 de Noviembre de 2010.<br />915035topEl Príncipe de Asturias con el generalísimo.<br />Periodistas de guardia<br />El desenlace se esperaba de un momento a otro. Los periodistas montaban guardia en el hospital de La Paz y hacían turnos de madrugada en las redacciones, con un ojo puesto en el naipe y otro en el teléfono. El historiador Ricardo de la Cierva asegura, en uno de sus libros, que se enteró de la muerte del general un día antes de que muriera. Había quedado el 19 de noviembre en el Hotel Velázquez con el ministro José Solís, entre otras personas, y éste les comunicó que desde las siete de esa tarde el encefalograma de Franco era plano, pero que se le mantenía la respiración artificialmente. Antonio Piga, el único superviviente de los cuatro forenses de Franco, ha revelado recientemente que el doctor Pozuelo le avisó para que preparase el embalsamamiento a las 11 de la noche del 19. Y deduce que, a esas horas, Franco estaba desenchufado y en muerte cerebral.<br />Funeral por José Antonio Primo de Rivera en el Valle de los Caídos.<br />El famoso teletipo “Franco ha muerto. Franco ha muerto. Franco ha muerto” lo dio Europa Press a las 4.58 de la madrugada. Dos horas antes, un redactor de la agencia apostado en La Paz había hecho saltar la liebre al ver que llegaban más familiares de lo habitual. Telefoneó al redactor jefe, y éste consultó a cinco fuentes diferentes. Todas se lo ratificaron. A las seis de la mañana, Radio Nacional confirmaba oficialmente la noticia. Las Casas Civil y Militar de Franco señalaron que el general había fallecido por paro cardíaco, como final del curso de su shock tóxico por peritonitis”. A las 10, el presidente Arias Navarro comparecía en TVE para declarar, con lágrimas en los ojos: “Españoles, Franco ha muerto”. A media mañana, los restos mortales del jefe de Estado eran trasladados al Palacio de El Pardo, en cuya iglesia se celebró una misa corpore insepulto. A las ocho de la mañana del viernes 21, media España comenzaba a desfilar ante el Salón de Columnas del Palacio Real, donde se instala la capilla ardiente. En los dos días que permanecieron allí los restos mortales antes de ser enterrados en el Valle de los Caídos, unas 300.000 personas le rindieron su tributo. Fue la foto finish del Régimen. Decían su último adiós al personaje que había regido los destinos de la nación durante cuatro décadas, uno de los mandatos más largos de un gobernante en España, sólo comparable a los de Carlos V, Felipe II y Felipe V.<br />El joven monarca sentó las bases de la transición en el discurso del 22 de Noviembre.<br />Don Juan Carlos, mientras tanto, ultima el discurso del acto de proclamación que deberá pronunciar al día siguiente en las Cortes. Se trataba de su tarjeta de presentación como nuevo jefe del Estado, y a la vez, de su programa para el futuro de España. Nadie, ni siquiera los elementos más franquistas del Régimen (Arias, Solís, Valcárcel), podía creerse que dejaría las cosas como estaban, pero tampoco se sabía exactamente hasta dónde llegaría con sus reformas, y si tendría la determinación y la suerte suficientes para llevarlas a cabo. Las incógnitas se multiplicaban durante esas escasas 24 horas, antes de estrenarse como Rey, mientras Madrid se llenaba de mandatarios extranjeros y se decretaban 30 días de luto nacional.<br />¿Qué pensaría el casi inminente Juan Carlos I de España durante aquellas horas decisivas? Lo que sí hemos sabido es lo que pensaban los franquistas radicales (no estaban dispuestos a una metamorfosis de España a la democracia) y la izquierda (consideraban a Juan Carlos un acólito de Franco y desconfiaban de sus intenciones y su capacidad); y sólo la oposición moderada albergaba alguna esperanza de cambio tranquilo que se tradujese en concordia y estabilidad. De ahí la importancia del discurso de proclamación. “Todo dependerá de vuestro primer discurso. Es preciso decir a los españoles lo que queréis hacer y cómo lo vais a hacer”, le había aconsejado horas antes un personaje que, como presidente del Banco de Crédito Local, estaba entonces alejado de la escena pública. Pero ese personaje, Torcuato Fernández Miranda, al frente de las Cortes y del Consejo del Reino, formaría –junto con Adolfo Suárez y el teniente general Gutiérrez Mellado– la troika en la que se apoyaría el joven Rey para impulsar el harakiri institucional del antiguo Régimen y el advenimiento del nuevo.<br />Rey de todos los españoles<br />De forma esquemática, pero inequívoca, entre los elogios fúnebres al “soldado y estadista” que le había precedido, aparecían trazadas en aquel histórico discurso las notas de la nueva partitura. Tres fragmentos para la Historia: primero, “la institución que personifico integra a todos los españoles”; segundo “el Rey quiere serlo de todos”; tercero, “que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional”. Faltaba la música, pero España tenía la letra. Faltaba que la habilidad del Rey completara la sinfonía y llevara al país a la democracia, burlando el fantasma del enfrentamiento civil, sorteando a los rupturistas por un lado y a los nostálgicos por otro. Aún quedaban tres pasos esenciales. En primer lugar, remover al gran obstáculo, Carlos Arias Navarro. El Rey provocó una crisis de Gobierno, en julio de 1976, tras un viaje a Estados Unidos, en cuyo Congreso defendió los principios democráticos. En segundo lugar, apostar por un nuevo presidente de Gobierno. De la terna elaborada por el Consejo de la Corona, Don Juan Carlos eligió a Adolfo Suárez, el ex ministro del Movimiento, el gran artífice del consenso. En tercer lugar, impulsar la reforma política, que dirigió Suárez y fue aprobada por las Cortes en noviembre y ratificada en referéndum en diciembre. Con ello, quedaba expedito el paso a las primeras elecciones democráticas en 40 años, que se celebraron en junio de 1977, sólo año y medio después de la muerte de Franco. <br />La última piedra del edificio institucional de la Transición se pondría en diciembre de 1978 con la Constitución. Pero nada de eso hubiera sido posible sin aquel decisivo discurso de proclamación en el palacio de la madrileña carrera de San Jerónimo. Cuando a las 12.30 de la mañana del sábado 22 de noviembre Juan Carlos de Borbón, acompañado por Doña Sofía y sus hijos Elena, Cristina y Felipe, se dirigió a los procuradores en Cortes, después de ser proclamado Rey por el presidente del Consejo de Regencia, dijo: “Hoy comienza una nueva etapa de la Historia de España”.<br />Carlos.<br />