Este documento describe las experiencias de una maestra novel enfrentándose a las familias. Relata las dificultades iniciales al relacionarse con las familias debido a su falta de experiencia y conocimiento de estrategias efectivas. También explica cómo ha ido mejorando la relación mediante el uso de estrategias como la participación de las familias en actividades del aula, reuniones informativas y escuchar a las familias.

1. Mª Del Carmen Díaz García
AFRONTAR A LAS FAMILIAS: VIVENCIAS DE UNA MAESTRA NOVEL
Institución: CEIP. “Virgen de la Paz” Puebla de Vicar Almeria
Resumen. Este escrito nos habla sobre mis primeros años como docente.
Estos años en los que tus propias emociones se enfrentan con la realidad
encontrada en un centro que desconoces, acudes supuestamente preparada
con un sinfín de recursos para trabajar con un grupo de niños/as con una edad
comprendida entre los 3 y 6 años, pero también para relacionarte con los
demás miembros de la comunidad educativa, como son tus compañeros y con
las familias.
En este relato nos vamos a encontrar con las dificultades en estos
primeros años de docencia en relación con las familias, las estrategias
utilizadas para superarlas y cómo no, las ganas y emociones con la que
afrontas cada día los retos que tiene este trabajo tan antiguo como es educar a
los más pequeños de la sociedad.
Donde comienza mi camino
Para comenzar quiero situaros en el contexto que me encuentro
trabajando. Estoy en Almería, ciudad andaluza que ha sufrido un incremento

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grandísimo de su población en los últimos años. Mi centro se encuentran
situados en el poniente almeriense el cual se caracteriza por su gran población
inmigrante y rural que subsisten de la economía agraria en su mayoría. Debido
a esto en nuestras aulas nos encontramos una diversidad de alumnado
difícilmente posible en otros contextos. Es por ello que la respuesta educativa
que debemos de ofrecer deberá de ser más diversificada para que todas las
necesidades de nuestro alumnado sean atendidas. Y ya no sólo de nuestro
alumnado sino también de toda la comunidad educativa que rodea al centro:
las familias, los vecinos, los servicios sociales,…
En mis primeros años como docente han sido varias las situaciones
difíciles con las que me he tenido que enfrentar. Para empezar el
desconocimiento de técnicas necesarias para responder a toda esa gran
diversidad de alumnado, segundo las distintas tareas académicas y
administrativas que se desempeñan en el centro y por último, la relación con
las familias. En este escrito me voy a centrar en una de las situaciones que me
ha suscitado interés, la cual ha sido el trabajo con las familias.
La mayoría de las veces cuando pensamos en nuestra función como
docentes lo primero que se nos viene a la mente son las caritas de nuestros
alumnos y alumnas mirándonos, algunos de ellos con cara angelical y otros con
caras de “bichillos”, porqué es lo que más nos gusta, pero al rato nos
acordamos de las familias, a veces de las que nos tratan con respeto y gratitud
pero otras veces nos acordamos de aquellas que nos vienen con enfados y
recriminaciones sobre nuestro trabajo.
¿Qué es lo que esta sucediendo con las familias? ¿Estamos realmente
preparados para enfrentarnos con ellas? ¿Qué es lo que estamos haciendo
mal? ¿O que es lo que no estamos haciendo?
Mi primera incursión como docente
En los inicios de cualquier trabajo la inseguridad profesional que se
siente se debe al desconocimiento de las técnicas más adecuadas para

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desempeñarlo lo mejor posible. En nuestro caso, como docentes, sólo te
acuerdas de los momentos en los que desempeñaste tus prácticas de
enseñanza en Magisterio, pero siempre estaba alguien a tu lado que guiaba tu
camino. ¿Y ahora? ¿Quién te conduce?
Es muy común que los últimos que llegan a un centro escolar, es decir
los “recién llegados” sean los últimos en elegir una clase, asignándoles los
grupos que nadie quiere por conflictivos o por bajo nivel de rendimiento. Si un
aula es difícil de llevar por un docente con experiencia, otro que acaba de llegar
¿sabrá hacerlo?. En la universidad te muestran cientos de técnicas y
metodologías de enseñanza y cuando las estudias te parecen perfectas, pero
al ponerlas en práctica te surgen bastantes dificultades que no sabes cómo
afrontar.
Cuando superas unas pruebas de acceso al puesto docente, se supone
que te reconocen que estas dotado de unos conocimientos y unas técnicas
adecuadas para ponerlas en práctica pero parece que todo lo estudiado y
aprendido, al llegar a un clase de casi 30 alumnos/as se te han olvidado o te
parece desorbitado llevarlos a la práctica. Y ya no es sólo trabajar con 30
alumnos/as sino que también tienes a otros tantos padres y madres con los que
también tienes que tratar y muchas veces no sabes como.
Poco a poco la experiencia te va llevando por camino cada vez más
adecuados pero cada año encuentras unas dificultades nuevas que debes de
afrontarlas y superarlas con fuerzas.
La difícil relación con las familias
Hoy en día estamos viviendo un desencuentro con las familias que esta
llevando a varios problemas en la educación de nuestro alumnado. La familia y
la escuela están cada vez más distanciadas, lo cual dificulta el desarrollo global
de los niños/as que acuden día a día a nuestras aulas. ¿Qué es lo que está
sucediendo?

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Varias son las ideas que responden a estas preguntas. Una de ellas es
que está muy generalizada la idea de que las familias deben de participar en el
centro y para ello está la AMPA, los consejos escolares y demás mecanismos
democráticos. En esto cometemos un craso error. Está claro que su
participación en estos mecanismos es muy importante, pero no es menos
relevante su implicación en la acción educativa realizada en el centro.
Otra de las situaciones que generan este conflicto es que muchos
docentes tienen la idea de que “cuantos más alejados a las familias de las
aulas mejor”, ya que si les abres las puertas al aula no habrá manera de
echarlos. Si no damos a conocer lo que hacemos en el aula, lo que
enseñamos y cómo lo hacemos, esto generará en las familias una
desconfianza en nosotros los docentes ya que desconocen que están haciendo
sus hijos/as en el aula.
Las estructuras familiares están cambiando, por lo que la respuesta
educativa debe de ser lo más diversificada posible. Las familias están viviendo
una presión económica que les lleva a trabajar tantas horas al día que es casi
imposible hacer compatible el horario primero con el de sus hijos/as, lo cual
lleva consigo que las horas atención a sus hijos/as no sean las necesarias, y
segundo con el horario escolar, por lo que su participación en la vida escolar
del centro se hace más difícil. Los docentes tenemos claro que una buena
atención a los niños/as por parte de sus padres y madres favorecerá su
desarrollo global. Si seguimos a Clark (1983), éste subraya como indicador del
rendimiento académico los hábitos, apoyos y afecto que las famitas ofrecen a
sus hijos.
Participación de las familias en la escuela
Muchas veces pensamos que el relacionarnos con los padres y madres
de los niños de nuestra clase es una tarea fácil, que no exige preparación. En
esto estamos cayendo en una equivocación; debemos tener una predisposición
para escucharles, para atender a sus necesidades y entender sus puntos de
vista.

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Ante todas las dificultades que he ido encontrando en mi camino, he
tenido que buscar estrategias más o menos adecuadas para ir superándolas.
Como anteriormente he comentado, cuando accedes a un centro y en mi caso
sin experiencia previa con niños/as, las vivencias diarias son las que,
verdaderamente, te hacen aprender a mejorar. Las dificultades con el
aprendizaje y el comportamiento de tus alumnos/as, los problemas con las
familias y las diferentes formas de trabajar entre los compañeros/as van siendo
superadas a medida que vas conociéndolos, a medida de que vas poniendo en
práctica diferentes estrategias y recursos que hacen que dejen de existir estos
problemas.
Las estrategias que empecé utilizando fueron las que todos conocemos,
es decir, una entrevista inicial en la que te das a conocer a cada familia de
forma particular y ellos a ti; una reunión al comienzo de curso para contar cómo
va a ser el desarrollo del año educativo y cuales son los objetivos que te
marcas y ¡cómo no! La hora de tutoría que todos los lunes (en mi caso)
tenemos dedicada a las familias que deseen hablar contigo. ¿Cuándo me di
cuenta de que estas cosas por sí solas no funcionaban? Pues cuando empecé
a encontrarme problemas con las familias. Veía desconfianza de ellos hacia mí
y llegué a la conclusión de que lo que estaba pasando era que las familias de
los niños/as de mi aula no participaban en la vida diaria de la misma.
Como antes he comentado el desconocimiento de los métodos de
enseñanzas que llevas a cabo en el aula, de las actividades que realizas en pro
del desarrollo de sus hijos/as crea en las familias una incertidumbre que lleva a
esa desconfianza en ti.
Varias han sido las estrategias que he utilizado para que esta relación
haya mejorado. Estas han sido las siguientes:
• Realización de actividades que impliquen su
colaboración: es decir, la realización de actividades que puedan
llevar a cabo los padres y madres como pueden ser la realización
de un libro viajero en el que todas las semanas algún familiar

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venga a contarnos algún viaje o alguna receta. También pueden
participar trayendo información sobre cosas que trabajamos en
clase.
• Reuniones informativas y como no participativas
para la realización de actividades extraescolares: se realizan
reuniones para pedirles opinión y participación a los padres y a
las madres en la realización de excursiones y otro tipo de
actividades realizadas en el centro.
• Escucharles ya no sólo en el momento de la tutoría
sino también en los momentos de entrada y de salida del
alumnado al centro.
Como antes he comentado debemos de tener una predisposición para la
mejora de la relación de las familias con la escuela.
Siguiendo a Carles Parellada Enrich (2008), varias son las actitudes que
van a favorecer la comunicación y participación de la familia en la escuela:
• La escucha: para comunicarnos necesitamos hablar, pero
también necesitamos escuchar, ya que si lo hacemos nos ayudará a
comprender muchos de los acontecimientos en el desarrollo de
nuestros alumnos/as.
• El reconocimiento, tanto de su labor como padres y madres
que no es nada fácil, como el reconocimiento a nuestra labor como
docentes por su parte, ya que muchas veces no lo sentimos.
• La confianza. Cuando muchas veces no vemos soluciones
a problemas que se presentan en el aula debemos de depositar
confianza en las familias ya que ellas pueden ayudarnos a afrontar
éstos.
• La gratitud. Nosotros como docentes debemos de dar las
gracias a las familias por depositar la confianza en nosotros dejándonos
a sus hijos/as en la escuela y ellos por su parte, también deben de

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agradecernos toda la dedicación que ponemos a nuestro trabajo, el cual
es la educación de sus hijos/as.
• La esperanza y el asentir profundamente en lo que hay y
en cómo son las cosas.
Nuevas puertas que se abren
En consecuencia con lo narrado, debo de señalar que, a pesar de las
dificultades que he encontrado, cada día me gusta más esto de trabajar en la
educación. La idea de que hacemos siempre lo mismo está totalmente
equivocada; cada mañana, es un reto más a superar y por ello no debemos
quedarnos con los brazos cruzados. Estamos viendo que la sociedad está en
continuo cambio, que cada año los alumnos que llegan a nuestras aulas son
diferentes, con distintas vivencias e intereses. Es por ello que la escuela
también tiene que cambiar y por sí sola no lo puede hacer.
He de decir que estoy en los primeros años de docencia en los que las
ganas y el optimismo son los principales acicates que guían mi trabajo. Y que
no me encuentro sola. En estos tres años he conocido a maestras que
compartes las mismas inquietudes e intereses, que llevamos pocos años en
esto de ser maestras y hemos decido unirnos para trabajar juntas. Es curioso,
porque no estamos en el mismo centro escolar, pero nuestra unión a través de
grupos de trabajo y de la participación en proyectos de investigación educativa
ha hecho que sigamos con ganas y fuerzas para luchar por una enseñanza
mejor.
Espero que este afán por trabajar y por aprender cada día más de
nuestro trabajo no se termine, ya que en palabras de Freire:
“No hay un compartir que no conlleve un sueño,
no hay un proyecto que no conlleve un sueño,
no hay un sueño..... que no se pueda realizar sin esperanzas”.

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Bibliografia
Marchesi, A. (2007): “Sobre el bienestar de los docentes: competencias,
emociones y valores”. Madrid. Alianza Editorial.
Jares, X (2006) Pedagogía de la convivencia. Barcelona. Editorial GRAO
Susan Golombok (2006): “Modelos de familia ¿qué es lo que de verdad
cuenta?”. Barcelona. Editorial GRAO.
Vicens Arnaiz (2005): “Día a día. El oficio de crecer”. Barcelona. Editorial
GRAO.
Parellada, C. (2008): “Familia y escuela: ¿se enviden o se necesitan?.
Cuadernos de Pedagogía nº378.