1. LOS ROMANOS
Para los romanos la historia significaba hechos “res gestae” lo que quería decir
cosas hechas, a través de su historia los romanos creían en una “fuerza” ajena al
hombre creían que el hombre necesitaba subordinarse a algo. Si se rehusaba
provocaría desastre si se sometiera en contra de su voluntad se convertía en
víctima de una fuerza superior, si lo hacía de forma voluntaria se volvía un
cooperador por medio de esta podía vislumbrar una dirección o una finalidad de
esta fuerza.
La mentalidad romana es de campesino y de soldado, no por separado si no
juntas campesino-soldado por una parte el destino del campesino es el trabajo
“inaplazable" porque las estaciones no esperan al hombre. El vigor y la tenacidad
del campesino son necesarios al soldado; su habilidad práctica contribuye a hacer
de él lo que el soldado romano debe ser: albañil, zapador, abridor de caminos y
constructor de balates.
El estudio de la historia romana es, en primer lugar, el estudio del proceso por el
que Roma, siempre consciente de su misión, se convirtió penosamente, de la
ciudad-estado sobre las Siete Colinas, en la dueña del mundo; en segundo lugar,
el estudio de los medios por los cuales adquirió y mantuvo su dominio “estos
medios son la capacidad de convertir enemigos en amigos” : Es Cicerón quien
dice que el origen del poder de Roma, su desarrollo y su conservación se debían a
la religión romana; Horacio declara que la sumisión a los dioses dio al romano su
imperio. En los primeros tiempos, el caudillo del pueblo romano, para descubrir si
el acto que el Estado se proponía realizar coincidía con la voluntad de los dioses
que regían el mundo, tomaba los "auspicios" fijándose en los signos revelados
ritualmente.
Puede muy bien decirse, con palabras del griego Polibio (20~l23 a. c.), que por lo
demás era escéptico:
"Lo que distingue al Estado romano y lo que le coloca sobre todos los otros es su
actitud hacia los dioses. “
LAS VIEJAS COSTUMBRES
La religión romana fue primero la religión de la familia y, luego, de su extensión, el
Estado. La familia estaba consagrada y, por tanto, también el Estado. El
paterfamilias, que era el sacerdote, conocía las palabras y los ritos apropiados.
Cuando éstas se unieron para formar una comunidad, el culto y el ritual de la
familia formaron la base del culto del Estado. El principal colegio era el de los
pontífices, que conservaba el saber acumulado, dictaba reglas, registraba las
fiestas y los principales acontecimientos de significación religiosa para el Estado.
A medida que el horizonte de los romanos se ensanchaba, nuevos dioses
2. atrajeron su atención, e incluyeron en el Calendario deidades de las ciudades
etruscas y de las ciudades griegas de Italia. Más tarde veremos cómo el alud de
ideas religiosas griegas y orientales irrumpió sobre Roma y como se adoptaron los
mitos y las leyendas pare proporcionar el carácter pintoresco del que carecía la
religión nativa. Pero la influencia de esas ideas nunca llegó hasta el corazón de la
antigua religión romana, inmutable en su naturaleza esencial. Lo que le interesaba
al individuo era establecer relaciones adecuadas con los dioses, no especular
acerca de su naturaleza,
Quizás el concepto que mejor demuestra el punto de vista romano es el de genius.
La idea del “genio” empieza por el pater familias, que al engendrar hijos se
convierte en cabeza de familia. Se aísla su carácter esencial y se le atribuye una
existencia espiritual aparte; dirige la familia, que le debe su continuidad y busca su
protección. Así, como un eslabón en ese misterioso encadenamiento de hijo-
padre-hijo-padre, el individuo adquiere un nuevo significado; se sitúa contra un
fondo que, en lugar de una superficie continua, está formado por fragmentos
dotados de forma, teniendo uno de ellos la suya propia. Su “genio”, por tanto, es lo
que le coloca en una relación especial respecto a la familia que existió antes que
el y que ha perecido, y respecto a la familia que ha de nacer de sus hijos. Una
cadena de misterioso poder une la familia de generación en generación. A su
“genio” se debe que él, un hombre de carne y hueso, pueda ser un eslabón en esa
de cadena invisible.
Recuérdese la costumbre, en realidad el derecho, según el cual las familias nobles
instalaban en un nicho, en la sala principal de la casa, máscaras de cera al
principio y, más tarde, bustos de los antepasados merecedores del agradecimiento
de su familia o del Estado. Estos bustos se asociaban a los ritos domésticos más
solemnes del hogar No se trataba de un culto de los antepasados ni de apaciguar
a los desaparecidos; sino más bien de una prueba de que ellos y todo lo que
representaban vivían aún y alimentaban la vida espiritual de la familia.
Fue un paso insignificante en el desarrollo de la idea de “genio” el atribuir a cada
hombre, que es un pater familias en potencia, un genio, y a cada mujer, una Juno;
ya de esto existían precedentes entre los griegos. Pero el concepto primitivo de
genius era susceptible de expansión. Así como el genio de una familia expresaba
la unidad y la continuidad a través de generaciones sucesivas, más tarde se
atribuyó el genio a un grupo de hombres unidos, no por lazos de consanguinidad,
sino por una comunidad de propósitos e intereses durante etapas sucesivas.
En el hogar del campesino la esposa ocupa un lugar de autoridad y
responsabilidad. Entre los romanos la mujer estaba, teóricamente, bajo la tutela
del marido, y según la ley no disfrutaba de derechos. Pero no se la mantenía en
3. reclusión como en el hogar griego. Compartía la vida de su marido y, como esposa
y madre, creó un modelo de virtudes envidiado en edades posteriores. La
autoridad paterna era estricta, por no decir severa, y los padres recibían el respeto
de sus hijos, que participaban en las diversas ocupaciones en el campo, en la
aldea y en la casa. Los padres se encargaban de 1a educación de los hijos,
siendo ésta de tipo “práctico”; incluso las viejas leyendas apuntaban hacia una
moraleja, y la ley de las Doce Tablas se aprendía de memoria.