1. ¿Qué mitos conoces?
Tras haber leído la información facilitada y pararme a reflexionar, me doy cuenta
de las muchas creencias y mitos sobre la alimentación que he oído a lo largo de
mi vida.
Desde que era bien pequeña, recuerdo a mi abuela diciéndome siempre que
tenía que comer más (a pesar de tener un peso adecuado para mi edad, altura
y constitución). Para ella ver a una niña delgada, aunque esa fuera su
constitución, era sinónimo de enfermedad.
Insistía en que terminara todo lo que me servía, me llenaba el plato aun cuando
no tenía tanto apetito (siempre primer plato, segundo y postre). La comida era
“sagrada”.
La verdad es que éste, ha sido siempre un tema recurrente tanto para ella como
para mi madre. Su preocupación excesiva porque comiéramos y no perdiéramos
peso supongo que podía ser una consecuencia de las experiencias que ambas
vivieron: momentos en los que había grandes carencias nutricionales en las
dietas (por la situación del país entonces). Para ellas, comer “bien” era ingerir
platos “consistentes”, es decir, además de las legumbres que para ellas eran
alimentos de referencia (y eso es algo que comparto todavía, siempre y cuando
estén cocinadas de forma adecuada y saludable), también solían cocinar casi
todas las carnes rebozadas o empanadas ya que para ellas eso era “más
alimento”.
Quizás por estar refiriéndome al apartado de mitos, esté solamente
mencionando aquellas ideas, creencias o costumbres que considero erróneas.
Pero, además de todo eso, hay muchas otras cosas positivas que he aprendido
de ellas en cuanto a alimentación saludable y recetas que seguirán pasando de
generación en generación gracias a ellas y su buen hacer.
Tras esta introducción, me gustaría hacer referencia a uno de los mitos que más
veces he escuchado cuando hablo con personas que están intentando perder
peso o siguen algún tipo de dieta: “La fruta engorda si la tomas de postre”.
2. Lo cierto es que esta afirmación tiene poco fundamento científico. Si partimos de
la base de que una dieta equilibrada debe incluir 5 piezas de frutas y/o verdura
al día, no deja de ser saludable hacerlo en un momento del día u otro. Al finalizar
las comidas, tomar una pieza de fruta puede ser, precisamente, la opción ideal
para no caer en la tentación de tomar un postre más dulce o con menos
aportación nutritiva.
Por otro lado, no hay ninguna evidencia que indique que el aporte calórico de la
fruta varíe dependiendo del momento del día en que se ingiera. Las frutas son
alimentos ricos en fibra, agua, vitaminas y minerales y se recomiendan para
mejorar nuestra salud. No hay, además, ninguna evidencia que relacione el
consumo de fruta en el postre con el aumento de peso. Es más, la fruta es
saciante, por lo que puede ayudar a controlarla ingesta calórica en la comida.
(Puede ser por esa característica saciante, algunas personas decidan ingerirla
antes de comer, pero eso no quiere decir que hacerlo al final engorde).
Otra creencia que es muy común escuchar es la de “beber agua durante las
comidas engorda”.
Beber agua siempre es bueno, especialmente si nuestro propio organismo nos
pide agua para saciar la sed. No influye si el agua se toma antes, durante o
después aunque sí es cierto que mucha gente decide tomar agua antes de
comenzar a comer porque puede resultar saciante, y de esta manera, se controla
la cantidad de alimentos que después se ingiere ya que la persona puede
sentirse un poco más “llena”.
Es conveniente recordar que el aporte calórico del agua es nulo: no aporta
calorías a la dieta por lo que afirmar que el agua en las comidas engorda, es
falso. Que se pueda preferir tomarla en un momento concreto u otro, es elección
personal pero decir que es perjudicial o que dificulta perder peso hacerlo
mientras comemos es otro de esas falsas creencias muy instauradas en el
pensamiento de muchas personas que están convencidas de estar en lo cierto y
así transmiten, como “expertos” a todo aquel que quiera seguir sus consejos
cuando decide seguir algún tipo de dieta para bajar su peso.