2. INTRODUCCIÓN
La fe católica es cristocéntrica.
Cristo es alfa y omega, el gran
pontífice que ha restablecido la
unión del hombre con Dios mediante
su encarnación, vida, pasión,
muerte, resurrección y ascensión a
los cielos.
A la vez, Cristo nos ha merecido una
elevación (por participación) a la
vida divina. ¿Qué es la vida divina?
3. La vida de la gracia, con las
virtudes sobrenaturales, los
dones y frutos del Espíritu
Santo. Esta vida es más
elevada que aquella de que
gozaron nuestros primeros
padres en el paraíso.
La salvación no es sólo
“rescate”, sino también
santificación. No se trata sólo
de salvarse sino de ser santos.
4. La Redención
El misterio de la Redención obrada por
Cristo, con la participación misteriosa de
su Madre, es el centro de la historia de la
salvación del género humano.
Si se niega la realidad demoniaca, se
niega el pecado original, se niega por
tanto la redención y sus efectos
sobrenaturales.
Con la redención se difunde sobre la
humanidad una luz nueva. Los retoños
de la nueva primavera despuntan por
todas partes.
5. Protoevangelio: Gén 3,15
La primera profecía referente a
María es Gén 3,15: “Pongo
perpetua enemistad entre ti y la
mujer, entre su descendencia y
la suya. Ella te aplastará la
cabeza, mientras tú le muerdes
el talón” (Gen 3, 15). En el texto
hebraico, quien pisa la cabeza
de la serpiente es la
descendencia de la mujer.
6. Nueva Eva,
Gén 3,15
Del linaje de la mujer, Él,
Cristo ( אוה , autos, ipsum)
vence la serpiente, pero así
como el pecado entró por
una mujer, Eva; por otra
mujer, María, llegó la
redención y por voluntad
divina llegará el reinado
definitivo de su Hijo. La
humillación para la serpiente,
es doble: debe humillarse
ante Cristo, el vencedor y
debe humillarse ante la mujer
אוה) , ipsa), a quien sedujo y
quien destrozará
definitivamente la serpiente.
7. Pío XII afirmó
“Si en un momento determinado la santísima
Virgen María hubiera quedado privada de la
gracia divina, por haber sido contaminada en
su concepción por la mancha hereditaria del
pecado, entre ella y la serpiente no habría ya
-al menos durante ese período de tiempo, por
más breve que fuera- la enemistad eterna, de
la que se habla desde la tradición primitiva
hasta la solemne definición de la Inmaculada
Concepción, sino más bien cierta
servidumbre” (Fulgens corona).
8. La misericordia divina resplandece en
la encarnación del Verbo y en toda su
obra salvífica y santificadora. Sólo
Cristo es mediador perfecto entre Dios
y los hombres. Pero Jesús no es un
“mediador solitario”, ha querido hacer
partícipes a los hombres de su
mediación, de su obra salvífica,
¿cómo ser corredentores? Luchando
por ser otros Cristos. ¿Cómo?
9. Cristo ha querido unir a la Virgen a
su ser y misión de hombre. La
Virgen tiene una presencia activa
en la salvación de sus hijos ella
encomendados.
San Juan Pablo II dijo: “Nadie en
la historia del mundo ha sido más
cristocéntrico, más cristóforo –
portador de Dios- que Ella. Nadie
ha sido más semejante a Cristo
que Ella” (8-XII-1980)
10. Dios podía salvarnos de diversas
maneras, pero quiso hacerlo de
un modo que seguramente es el
mejor de los posibles. Quiso
asumir nuestra condición
humana y nacer de mujer.
Piensa: ¿Qué es lo que más te
gusta de la creación?
11.
12. Lo que más le gusta a un ser
humano, es ¡otro ser humano!
Por eso Dios se hizo
hombre, para
facilitarnos el amor.
¡Qué inteligente es!
13. Isaías 7,14: el Emmanuel
Tiglat-Pileser, rey de
Asiria
En el siglo VIII a.C. tuvo lugar un suceso entre el
rey de Judá y el profetas Isaías: Al comprobar
Ajaz, rey de Judá, que Pecaj, rey de Israel, y
Rasín, rey de Siria, que se han coaligado contra
él, pide ayuda al rey de Asiria. Isaías le dice que
deponga el miedo porque esa coalición no
vencerá. Pecaj y Rasín se apoyan en sus
ejércitos, que son simplemente “dos tizones
humeantes”. Los dos serán arruinados por las
fuerzas asirias. En prueba de su palabra Isaías le
propone a Ajaz elegir un signo en las honduras
de los abismos o en las alturas del cielo. El rey
desdeña la señal ofrecida.
14. Isaías 7, 1-17
Isaías le dice a Ajaz: “Pide al Señor, tu Dios, una señal,
o de abajo en lo profundo o de arriba en lo alto". Ajaz
responde con hipocresía: " No la pediré, no tentaré al
Señor", le dice así porque prefiere aliarse con Asiria.
¿Qué profetiza Isaías? "El Señor mismo os dará una
señal. He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz
un hijo, y será llamado Emmanuel.” Jesús, en realidad
no lleva el nombre de Emmanuel, sino que es el
Emmanuel. Él mismo es la permanencia de Dios con
los hombres (cfr. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, p.
54). La única señal que Dios da de su madre es que
va a ser virgen.
15. Otra profecía sobre María:
Miqueas 5,1-3
Pero tú, Belén Efratá, aunque
tan pequeña entre los clanes
de Judá, de ti saldrá el que ha
de ser dominador de Israel. Por
eso él los entregará hasta el
tiempo en que dé a luz… Él
estará firme, y apacentara con
la fuerza del Señor, con la
Majestad del nombre del
Señor… (repite un poco a Isaías 7,14).
16. La Santísima Trinidad y María
El Papa León XIII dice que para contemplar
este misterio han sido creados los ángeles en
el cielo y los hombres en la tierra.
A la Santísima Trinidad no la conocieron
Abraham, Moisés, David. La primera que la
conoció fue María, de manera explícita. No la
conocen los musulmanes ni los judíos.
Dios es familia, es un misterio de amor. El
hombre es imagen de Dios porque es un ser
para el amor.
17. Privilegios de la Virgen María
¿Cuáles son?
Su maternidad divina
Su concepción
inmaculada (incluye ser
llena de gracia)
Su perpetua virginidad
Su asunción en cuerpo y
alma a los cielos
18. Maternidad divina
Jesús nos la dio como
Madre cuando él estaba
en la Cruz (Juan 19,27). Le
dijo a Santa María:
He aquí a tu hijo.
Y a San Juan:
He aquí a tu Madre.
Y nos la dio como Madre
nuestra. Realizamos una
peregrinación bajo sus
cuidados maternos.
19. El Nuevo Testamento enseña
explícitamente el misterio
El ángel dice a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por eso el
hijo engendrado será santo, será llamado hijo de Dios”. Se
llamará Emmanuel, Dios con nosotros.
En Mt 1, 21, el ángel anuncia a José que Jesús “salvará a
su pueblo”, expresión que en el AT se reserva a Dios; y
que lo salvará “de sus pecados”, poder que se atribuye
sólo a Dios.
Orígenes (+ 253) es el primero que nos da noticia de la
fórmula “Theotókos” (Madre de Dios). Se encuentra luego
San Atanasio, San Dídimo, San Gregorio de Nisa, San Cirilo
de Jerusalén...
20. Santo Tomás de Aquino dice
“Por el hecho de ser Madre de Dios, la Virgen tiene una
dignidad en cierto modo infinita, a causa del bien infinito
que es Dios. Y en esa línea no puede imaginarse una dignidad
mayor, como no puede imaginarse una cosa mayor que Dios.
(S. Th I, q. 25 a 6 ad 2).
21. La Maternidad divina de María
A los cristianos del siglo V les resultaba familiar la palabra
Theotókos, que significa Madre de Dios.
Definición de un dogma
Nestorio: monje elevado a la sede patriarcal de
Constantinopla, en el año 428, comenzó a desasosegarse
cuando oyó que el pueblo aclamó a María como
Theotókos, Madre de Dios. No entendía que la Segunda
Persona Divina pudiese asumir una naturaleza humana sin
resultar, de la unión, dos sujetos (o dos personas) distintos.
Decía que a María se le podía llamar Cristotókos, pero no
Theotókos. El escándalo llega hasta Alejandría y Roma.
23. El concilio de Éfeso (431) declaró
que la Virgen es Theotókos
El patriarca de Constantinopla, Nestorio (428), afirmaba
que Cristo era un sujeto humano, unido pero distinto al
Verbo: un hombre extraordinario, pero no verdadero Dios.
La Virgen sería entonces Madre de Cristo, pero no Madre
de Dios.
La cuestión se dirime en el Concilio de Éfeso (año 431).
Este concilio declaró que la Segunda Persona de la
Santísima Trinidad, consubstancial al Padre, ha asumido
una naturaleza humana, de modo que la única persona
en Cristo es esta Persona divina. Así la Virgen es Madre de
esta Persona divina, y por eso verdadera Madre de Dios.
24. El Concilio de Éfeso define que la Virgen es
Theotókos, Madre de Dios, en el año 431
25. Cuando se define el dogma de la maternidad
divina, cuenta San Cirilo de Alejandría,
“el pueblo entero de la ciudad de Éfeso, desde
las primeras horas de la mañana hasta la noche,
permaneció ansioso en espera de la resolución...
Cuando se supo que el autor de las blasfemias
había sido depuesto, todos a una voz
comenzaron a glorificar a Dios y a aclamar al
Sínodo, porque había caído el enemigo de la fe.
Apenas salidos de la iglesia, fuimos acompañados
con antorchas a nuestras casas. Era de noche:
toda la ciudad estaba alegre e iluminada”. San Cirilo de
Alejandría, Epistolae, 24 (PG 77, 138).
26. Maternidad espiritual de María
La Virgen es Madre de la Iglesia, es decir, de todos los que
pertenecen a la Iglesia con bautismo de agua, de deseo o de
sangre. Dice San Agustín: La Virgen “es verdadera madre de los
miembros (de Cristo)... por haber cooperado con su amor a que
naciesen en la Iglesia los fieles que son miembros de aquella
Cabeza” (citado en Lumen gentium n. 53).
La maternidad espiritual de la Virgen se concreta también en los
títulos:
Madre de los hombres (en orden a su salvación y
perfeccionamiento).
Madre de la Iglesia (militante, purgante y triunfante).
San Agustín, De s. virginitate 6; PL 40. 399.
27. Gálatas 4,4: “nacido de Mujer”
San Pablo introduce la Encarnación:
“Pero al llegar la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido
de mujer, nacido bajo la Ley, a fin
de que recibiésemos la adopción de
hijos” (4,4)… “De manera que ya no
eres siervo, sino hijo; y como hijo,
también heredero por gracia de
Dios” (Gal, 4,6).
28. Gálatas 4,4: “plenitud de los
tiempos”
San Pablo habla de “la plenitud de los
tiempos”. El tiempo se ha cumplido por el
hecho de que Dios se ha introducido en la
Historia. “La eternidad ha entrado en el
tiempo: ¿qué cumplimiento es mayor que
éste? (JP II, Tertio milenio adveniente, n. 9).
Las palabras “nacido de mujer” (v. 4)
subrayan la verdadera humanidad de
Jesús y enseñan el papel de la Virgen
María, la Nueva Eva, en la obra de la
redención.
30. La Encarnación
Nadie entiende con plenitud lo que significa “el Verbo se hizo
carne”, excepto la Virgen María.
La Encarnación del Hijo hay que entenderla en el marco de una
creación de Dios en el seno de Santa María. “El Verbo se hizo
carne” (Juan 1,14). La naturaleza divina, que era pura y santa –
Cristo-, entró como principio renovador en la línea corrompida de
la raza de Adán.
Jesucristo es el enigma más grande de la
historia.
La anunciación fue la petición que Dios hizo a una criatura para
que le diera su libre consentimiento de ayudarle a incorporarse a la
humanidad.
31. La Encarnación
“El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios –señaló
Juan Pablo II- centro del cosmos y de la historia,
constituye el verdadero horizonte del ser y del actuar
del hombre. A los interrogantes religiosos y morales de
la humanidad, Jesucristo no sólo da una respuesta
sabia, sino que Él en persona se pone como
respuesta decisiva, porque en su misterio de Verbo
Encarnado encuentra luz verdadera el misterio de la
persona humana (...). En el misterio pascual y en el
misterio de nuestra adopción filial, surge, de hecho,
en todo su esplendor la dignidad originaria de la
humanidad”.
32. Ninguna mente mundana podría
haber sospechado jamás que
aquel que hizo al sol necesitara
que lo arroparan; que la Palabra
eterna estaría muda; que la
omnipotencia se vería envuelta
en pañales... nadie habría
sospechado que al venir Dios a
esta tierra se hallara hasta tal
punto desvalido. Y ésta es la
razón por la que muchos no
quieren creer en Él.
33. La Inmaculada Concepción
San Agustín se atrevió a decir: De nada hubiera
servido a María la maternidad corporal si no
hubiera concebido primero a Cristo, de manera
más dichosa, en su corazón y sólo después en su
cuerpo.
Entre los privilegios de la Virgen María destaca el
de su Inmaculada Concepción. La palabra
inmaculada viene del latín:
In = sin; mácula = mancha. No tiene la mancha
del pecado original.
34. La concepción es el momento en el cual Dios crea el alma
y la infunde en la materia orgánica procedente de los
dos padres. Es el momento en que comienza la
vida humana.
María es la “llena de gracia” desde su concepción.
Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no se
trata de la concepción de Jesús quien, claro está, también
fue concebido sin pecado.
Es aquel misterio de María por el que reconocemos que
fue preservada inmune de toda mancha de la culpa
original, desde el primer instante de su concepción, por
singular gracia y privilegio de Dios.
35. ¿Qué significa inmaculada
concepción?
Que María no tiene el pecado original, que nunca lo ha tenido,
que ha sido pura desde que su madre la concibió. ¿Por qué? En
previsión de los méritos de Cristo. En su amor eterno, Dios eligió ese
momento desde la eternidad. Ni el pecado original, ni todas las
culpas personales han podido disuadir al Padre Eterno de este plan
de amor. Eligió a su Madre del pueblo al que, desde siglos, había
confiado particularmente sus misterios y promesas. La eligió de la
estirpe de David. La eligió de estirpe real y al mismo tiempo de
entre la gente pobre.
El privilegio de la Inmaculada Concepción fue reconocido por la
Iglesia desde sus comienzos, pero fue definido como dogma de fe
el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX en ala Bula Ineffabilis
Deus.
36. Angelus: “Y habitó entre nosotros”.
Él sigue habitando entre nosotros. “Ya ves la
casa en que habito: el Tabernáculo. Aquí os
espero. La gente del mundo tiene sus días para
recibir; para Mí, todos los días son días de
recepción... Y conmigo, nada falta: ni el
banquete, ni el espíritu, ni el afecto, ni los regalos
de mi gracia. Os recibo sin haceros esperar,
pues soy Yo el que os espera... Yo tengo otra
casa: vuestra alma, cuando vivís en gracia, pues
la gracia soy Yo... ¿Te imaginas lo que es
‘sentirse en su propia casa’ en un alma?” (Él y yo,
Gabriela Bossis, n. 8, Cuaderno 5).
37. San Luis María Grignon de Montfort,
escribió:
Dios Padre reunió en un
depósito todas las
aguas, y las llamó mar,
y reunió en otro
depósito todas las
Gracias y todas las
bendiciones y las llamó
María.
38. Privilegios incluidos en la plenitud
de gracia
Los Padres descartan no sólo cualquier
especie de pecado en la Madre de Dios,
también la juzgan ajena a toda imperfección
voluntaria, hasta el punto de negar en Ella
cualquier acto imperfecto o remiso de
caridad. Entienden que, en modo alguno, ha
estado inclinada al mal.
La Virgen María estuvo sujeta al dolor,
partícipe de la kénosis (abajamiento) de su
Hijo. Una espada atravesó su alma (anuncio
de Simeón). María poseía una gran
capacidad de sufrimiento.
39. Anunciación, Lc 1, 28:
“La expresión ‘llena de gracia’ traduce la
palabra griega ‘kexaritomene’, la cual es
un participio pasivo. Así pues, para
expresar con más exactitud el matiz del
término griego, no se debería decir
simplemente ‘llena de gracia’, sino
‘hecha llena de gracia’ o ‘colmada de
gracia’, lo cual indicaría claramente que
se trata de un don hecho por Dios a la
Virgen. El término expresa la imagen de
una gracia perfecta y duradera que
implica plenitud” (Juan Pablo II, Audiencia
general, 08.05.1996).
40. Visitación
Los Padres advierten que las palabras
de Isabel a María, en la Visitación -
“bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre”-, dan a
entender que María fue la sede de
todas las gracias divinas y que fue
adornada con todos los carismas del
Espíritu Santo, al extremo de no haber
estado nunca bajo el poder del mal.
41. Los “hermanos” de Jesús en los
Evangelios
En hebreo “hermano” significa pariente. El
hebreo y el arameo carecen de términos
distintos para designar grados diversos de
parentesco. EJEMPLOS: Lot llamado “hermano”
de Abraham (en Gn 13, 8 y 14, 14.16), y
“sobrino” en Gn 12, 5 y 14, 12. Labán llamado
“hermano” de Jacob en Gn 29, 15, cuando
era hermano de su madre (Gn 29, 10). Marcos
da una lista de hermanos de Jesús, entre ellos
Santiago y José (6, 3), quienes por Marcos 15,
40 y Juan 19, 25 sabemos que eran hijos de
María de Cleofás.
42. Virginidad de María
La virginidad de María consiste en tres principios:
a) Concibió a su Hijo por obra del Espíritu Santo, conservando
íntegra su virginidad;
b) dio a luz conservando íntegra su virginidad;
c) después del nacimiento de Cristo permaneció
perpetuamente virgen.
El concepto de virginidad tiene 3 aspectos:
a) simple integridad somática;
b) su voluntaria conservación;
c) las razones o sentido que se da a esa conservación.
43. Santa María fue siempre virgen
María dio a luz a su Hijo sin
menoscabo de su integridad
corporal. Además, el parto fue sin
dolor. El alumbramiento del Señor
fue semejante a un rayo de sol que
traspasa un cristal sin romperlo ni
mancharlo.
44. Santa María Virgen
“María es virgen porque su virginidad es el
signo de su fe no adulterada por duda
alguna y de su entrega total a la voluntad
de Dios. Su fe es la que le hace llegar a ser
la madre del Salvador:
‘Más bienaventurada es María al recibir a
Cristo por la fe que al concebir en su seno
la carne de Cristo’ (San Agustín, De sancta
virginitate 3, 3)” (CCE 506).
45. Virginidad
Se ha pensado también negar la virginidad
de María porque Jesucristo es llamado
“primogénito”, en Lc 2, 7. Pero esta palabra
significa “hijo no precedido por otro”, y
prescinde de la existencia de otros hijos. El
primogénito estaba también vinculado con
prescripciones de la ley judaica, y a cada
hijo único se aplicaban estas
prescripciones para el “primogénito”.
46. Sentido de este privilegio
No era conveniente que Cristo
tuviera un padre humano, puesto
que ya tenía un Padre Divino.
Siendo el que nace el Verbo de Dios,
era conveniente que su nacimiento
temporal imitase la incorruptibilidad
de su nacimiento eterno. El Verbo
que venía a curar todos nuestros
males no podía, al nacer, lesionar a
su Madre.
47. Cooperación de María
María no fue un instrumento pasivo, sino que al abrazar de
todo corazón y sin entorpecimiento de pecado, la voluntad
salvífica de Dios, se consagró totalmente como Esclava del
Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, para servir con
diligencia al Misterio de la redención. La concepción de
Cristo se realizó en el instante en que se realiza la unión
hipostática. “La Virgen María, que al anuncio del ángel
recibió al Verbo de Dios en su alma y en su cuerpo y dio la
Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera
Madre de Dios y del Redentor” (Constitución “Lumen
gentium”, n. 53). Está unida a Dios con vínculo estrecho e
indisoluble. “Pero también está unida, en la estirpe de Adán,
con todos los hombres, que necesitan de la salvación”.
48. ¿Muerte o dormición de María?
San Juan Damasceno describe así el tránsito de la Virgen: “La
Madre de Dios no murió de enfermedad ni de ancianidad (...) Ella
murió de amor. Era tanto el deseo de irse al cielo donde estaba su
Hijo, que este amor la hizo morir.
Unos catorce años después de la muerte de Jesús, cuando ya
había empleado todo su tiempo en enseñar la religión del Salvador
a pequeños y grandes, cuando había consolado tantas personas
tristes y había ayudado a tantos enfermos y moribundos, hizo saber
a los Apóstoles que ya se aproximaba la fecha de partir de este
mundo para la eternidad.
Los Apóstoles la amaban como a la más bondadosa de todas las
madres y se apresuraron a viajar para recibir de sus maternales
labios sus últimos consejos, y de sus sacrosantas manos su última
bendición.
49. La Asunción de María
San Juan Damasceno (siglo VII) fue un Padre de la Iglesia que
amaba tanto las Escrituras que se trasladó a Jerusalén, para vivir en
el ambiente en que se escribieron. Este santo dice: “Convenía que
aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad,
conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte;
convenía que aquella que había llevado en su seno al Creador,
hecho niño, habitara en la morada celeste (...): Convenía que
aquella que había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su
corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo
contemplase sentado a la diestra del Padre; convenía que la
madre de Dios poseyera lo que corresponde a su hijo y que fuera
honrada como Madre y esclava de Dios por todas las criaturas”.
(Homilía en la dormición de la Virgen: PG 96,742).
50. Su entierro más parecía una procesión de Pascua que un
funeral. Todos cantaban el Aleluya con la más firme
esperanza de que ahora tenían una poderosísima
Protectora en el cielo, para interceder por cada uno de los
discípulos de Jesús.
En el aire se sentían suavísimos aromas, y parecía escuchar
cada uno armonías de músicas muy suaves.
Pero Tomás, Apóstol, no había alcanzado a llegar a tiempo.
-Pedro -dijo Tomás- no me puedes negar el gran favor de
poder ir a la tumba de mi madre amabilísima y darle un
último beso a esas manos santas que tantas veces me
bendijeron. Y Pedro aceptó.
Se fueron todos hacia su santo sepulcro, y cuando ya
estaban cerca empezaron a sentir de nuevo, suavísimos
aromas en el ambiente y armoniosas músicas en el aire.
Abrieron el sepulcro y en vez de cadáver encontraron una
cantidad grande de hermosas flores (San Juan Damasceno).
52. El término “Asunción”
En Mariología la palabra asunción tiene un significado exclusivamente
pasivo y se dice sólo de María, que es la asunta, y no así de Dios que
es el asumente. También podría decirse sin error en un sentido activo
de María, puesto que Ella es asunta al Cielo en virtud de su alma
gloriosa unida a su cuerpo. Pero no es menos cierto que la virtud del
alma gloriosa de María es donación y gracia de Dios.
Asunción de María
Al término de su vida terrena, María Santísima, por singular privilegio,
fue llevada en cuerpo y alma a los cielos por el poder de Dios, a
diferencia de la Ascensión del Señor que lo hizo por su propio poder.
En la Bula Munificentissimus Deus (Noviembre 1, 1950), Pío XII lo definió
como dogma de fe revelado: “Proclamamos, declaramos y definimos
ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios,
siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta
en cuerpo y alma a la gloria celeste.” (Dz 2333). ((Antonio Orozco,
Madre de Dios y Madre nuestra, Nostras ediciones, p. 54)).
53. De esta definición pontificia conviene
destacar dos aspectos:
1º Que la Asunción de María ocurre
inmediatamente después del término de su
vida mortal.
2º Se hace hincapié en la glorificación de su
cuerpo más que en la gloria de su alma.
La Virgen fue llevada al Cielo en cuerpo y
alma, con todas las cualidades y dotes
propias del alma de los bienaventurados e
igualmente con todas las cualidades propias
de los cuerpos gloriosos. Se trata de la
glorificación de María en cuerpo y alma.
54. Asunción
Es indudable que el amor de Dios por su
Madre dispondría con su omnipotencia
todos los detalles para que el tránsito
de la que había ya “casi muerto”
místicamente, en el Calvario,
corredimiendo con Cristo, fuese exento
de cualquier dolor y vivido con toda
felicidad.
Desde el momento en que nuestro
Redentor era Hijo de María, no podía
menos de honrar, a su Madre
queridísima.
55. Asunción
Al sentimiento cristiano le repugna
admitir que la carne de la Virgen
María, de la que vino la carne de
Cristo, pudiera ser sometida a la
corrupción del sepulcro. Repugna a
su dignidad todo lo que sea
desdoro. Por su maternidad divina
fue asunta al cielo y glorificada en
cuerpo y alma.
En la Bula no se especifica si hubo
muerte o tránsito (dormición).
56. En la Asunción se nos manifiesta el destino y el sentido del cuerpo,
santificado por la gracia. María llevada al cielo es la integridad
humana, cuerpo y alma, que ahora reina intercediendo por nosotros,
peregrinos en la historia. En el cuerpo glorioso de María comienza la
creación material a tener parte en la gloria del cuerpo glorioso y
resucitado de Cristo. Estas verdades iluminan un continente donde la
dignidad humana es despreciada muy frecuentemente
57. Escribía Paulo VI:
“Nuestra aspiración a la vida eterna parece cobrar
alas y remontarse a cimas maravillosas, al
reflexionar que nuestra Madre celeste está allá
arriba, nos ve y nos contempla con su mirada llena
de ternura”.
Finalmente, la Asunción de María nos recuerda su
poder de intercesión y nos invita a un culto de
plegaria. María, glorificada anticipadamente, vive
con una solicitud intercesora por cada uno de sus
hijos. La piedad popular y el arte mariano han
representado el misterio de la Asunción en el que
aparece la Virgen llevada por los ángeles y
aureolada de nubes.
58. Realeza de María y asunta al Cielo
La Lumen gentium así lo declara: “la
Virgen Inmaculada, preservada
inmune de toda mancha de culpa
original, terminado el curso de la
vida terrena, en alma y cuerpo fue
asunta a la gloria celestial y
enaltecida por el Señor como Reina
del Universo, para que se asemejara
más plenamente a su Hijo, Señor de
los que dominan y vencedor del
pecado y de la muerte”.
59. La Redemptoris Mater insiste en
que
La Madre de Cristo es glorificada como “Reina
Universal”. La que en la anunciación se definió como
“esclava del Señor” fue durante toda su vida terrena
fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así
que era una verdadera “discípula” de Cristo, el cual
subraya intensamente el carácter de servicio de su
propia misión: el Hijo del hombre “no ha venido a ser
servido, sino a servir” (Mateo 20, 28). Por eso María
ha sido la primera en conseguir plenamente la
libertad de los hijos de Dios, propia de los discípulos
de Cristo: servir quiere decir reinar.
60. La realeza de María
consiste en un
primado de
excelencia y
dominio sobre todo
lo creado, y en una
potestad de regir las
almas redimidas,
mediante la
distribución de la
gracia en orden a
conducirlas al reino
de Dios.
61. Realeza de María
San Juan Damasceno escribe: “María es Reina asociada
del reino de Cristo y, por ser Madre del Creador, posee
dominio, cual Omnipotencia Suplicante sobre la creación
entera”.
Tanto los Padres de la Iglesia como los autores
medievales presentan la realeza de María íntimamente
asociada a la Asunción, en la que tiene su comienzo.
El tema de la realeza de Cristo y María no es otro que el
de la “recapitulación” en Cristo de todas las cosas. La
Bienaventurada Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de
Dios, sino también porque, como nueva Eva, fue asociada
al nuevo Adán.
62. Es también señora del tiempo y de
la Historia
Regir, en sentido propio, implica iniciativa y hasta
capacidad decisoria. Esto se ve en las Bodas de
Caná donde, cuando se acaba el vino, María
discurre por su cuenta. Y decide que es llegada “la
hora”, y aunque no había llegado “la hora”, según el
plan de Jesús, se cumple lo que María ha discurrido y
sugerido.
No faltan acontecimientos que, para quien conoce
las revelaciones privadas de la Virgen en Fátima,
presentan todas las características de una
intervención directa de María, rectificando el rumbo
de la historia.
63. La mediación universal de María
San Luis María Grignion de Montfort escribía: “Todo se
reduce a hallar un medio con que consigamos de Dios
la gracia necesaria para ser santos. Para hallar esta
gracia de Dios hay que hallar a María”. ¿Por qué María
nos es necesaria? Se pregunta, y contesta: “Dios la ha
escogido por tesorera, administradora y dispensadora
de todas las gracias, de suerte que todas las gracias y
dones pasan por sus manos y conforme al poder que ha
recibido reparte ella a quien quiere, como quiere,
cuando quiere y cuanto quiere las gracias del Eterno
Padre, las virtudes de Jesucristo y los dones del Espíritu
Santo” (El secreto de María).
64. El Nican Mopohua relata
en la cuarta aparición en el Tepeyac a Juan
Diego, la Virgen de Guadalupe le dice: “Escucha,
ponlo en tu corazón, hijo mío el menor, que es
nada lo que te espanta, lo que te aflige; que no
se turbe tu rostro, tu corazón. No temas esta
enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa
punzante, aflictiva. ¿No estoy yo aquí que soy tu
madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?
¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en
el hueco de mi manto, en el cruce de mis
brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?
(vv. 118-119).
65. San Bernardo decía: “Dios quiso que nada consiguiéramos que no nos
viniera por manos de María” (Sermo in Nativitate, 3.10).
El Santo Cura de Ars afirmó: “El demonio rompió la escalera que conducía
al cielo. Nuestro Señor, por su Pasión, ha construido otra para nosotros. La
Santísima Virgen está en lo alto de la escalera y la sostiene con sus manos
(...). Pienso que en el fin del mundo la Santa Virgen estará tranquila; pero
mientras este mundo dure, Ella está como inquieta, pendiente de todo. La
Santa Virgen es como una madre que tiene muchos hijos, y
continuamente vela por ellos”.
66. ¿Cómo es la mediación de la
Virgen María?
Su mediación es subordinada, no coordinada
con el Salvador, depende enteramente de los
méritos de Cristo. No es necesaria pues la
mediación de Cristo es superabundante y no
necesita complemento. Pero ha sido querida
por la providencia, y es la más excelente de
todas. Es eficaz para alcanzar la santidad y la
salvación (caso de sacerdote tibio
accidentado: déjalo). Su mediación es
perpetua en cuanto se extiende a todos los
hombres y a todas las gracias.
67. Madre y mediadora
María es Madre de los bienaventurados del
Cielo de modo excelente. Es Madre de las
personas en gracia de modo perfecto. Es
Madre de los cristianos en pecado mortal
de modo imperfecto, porque estos no
tienen vida sobrenatural completa, sino
sólo la fe. Es Madre de los no bautizados
de modo potencial o de derecho, ya que
está destinada a engendrarlos en la vida
sobrenatural.
68. San Ireneo (año 202) dice:
“Al modo como Eva, por su desobediencia, vino
a ser causa de perdición para sí y para todo el
género humano; así también María, por su
obediencia, vino a ser causa de salvación para sí
y para todo el género humano”. A partir del siglo
IV los Padres de la Iglesia, comúnmente afirman
que todos los bienes espirituales nos vienen por
ella, y que es medianera entre Dios y los hombres.
San Jerónimo sintetiza, que vino “la muerte por
Eva, la vida por María”.
69. María Medianera
San Bernardo decía:
“Dios quiso que nada
consiguiéramos que
no nos viniera por
manos de María”
(Sermo in Nativitate,
3.10).
70. En una homilía sobre la Virgen, San Bernardo decía:
“Cuando se levanten los vientos de las tentaciones, si
tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella,
llama a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la
ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si
la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la
nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la memoria de
tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia,
temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la
sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la
desesperación, piensa en María. En los peligros, en las
angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.(...)
No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si le ruegas,
no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiene de su mano,
no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te
fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te
ampara.”
71. Santidad de María
La gracia en María no es sólo la
preservación del pecado (algo negativo),
sino una gracia positiva y plena. Nunca
existió sin gracia. Esta gracia informó todo
su ser, que no sólo impidió todas las
consecuencias del pecado original, sino
que realizó en Ella aquella rectitud de
justicia verdaderamente original de
nuestros primeros padres. Por eso se le
llama la nueva Eva.
72. La gracia de la Inmaculada
corresponde a la gracia de
la maternidad. La gracia de
Corredentora exige la de la
Inmaculada Concepción.
Magnificat es la más bella
oración dirigida a Dios por el
más humilde de los laicos y
también es la que
personifica a la Iglesia.