La película In Time predice una sociedad futura donde el tiempo es dinero y las personas compiten por un estatus social determinado por su capacidad económica. Actualmente, las ciudades muestran marcadas diferencias entre barrios ricos y pobres, con mejores servicios e infraestructura para los sectores privilegiados. El documento argumenta que se debe priorizar el espacio público y mantener los pocos parques existentes para fomentar la interacción social entre todos los ciudadanos, en vez de seguir ampliando las brechas.
1. ANÁLISIS DE LA PELÍCULA
IN TIME
Rosario E. Camacho M.
La película In Time a más de ser una película de ciencia ficción, como algunas otras se
adelanta a pronosticar lo que posiblemente sucederá en el futuro con nuestra sociedad y
por ende en nuestras ciudades, atrapadas por el tiempo y la urgencia que tenemos de no
perderlo.
Es así que la ciudad se convierte en una gran máquina que explotamos y no damos
mantenimiento, esperando que sea eterna y mientras más la usamos, más ganancias
queremos que nos de por menos inversión, ya que sólo tenemos que inyectar combustible
cada vez que lo requiera. Así es la ciudad, envuelta en el embotellamiento vehicular
característico en horas pico, donde el peatón lucha por llegar a salvo a su destino y donde
el espacio para el ciclista es una mera fantasía.
Actualmente las personas de todo el mundo compiten por un estatus económico y una
posición social dada por dicho estatus. A tal punto es esta carrera contra el tiempo, que la
ley del más fuerte es la que prevalece y se impone para subyugar a los débiles. Son las
reglas del juego con las que vivimos actualmente, y que en algunos lugares evidenciamos
de manera espacial.
Quien tiene una capacidad económica superior puede costear un arquitecto de prestigio
que diseñe una casa amplia con espacios verdes y jardines, en un barrio residencial
exclusivo, retirada de la línea de fábrica no tan sólo 5 m que corresponden a la ordenanza,
sino 10, 20 y los metros que sean necesarios para exhibir su jardín o sus autos
cómodamente parqueados. Parece una crítica socialista al libre crecimiento económico del
sistema capitalista que nos rige, sin embargo es la realidad que marca diferencias sociales y
aleja a los más pobres a barrios periféricos sin servicios básicos, educación, salud, mucho
menos cultura y espacios de recreación.
Luego de evidenciar la realidad urbana de la mayoría de ciudades de nuestro país donde el
espacio público de los pobres es la calle y algunos pequeños parques descuidados y el de
los más acaudalados el club campestre o el club de tenis, podemos ampliar nuestra visión,
entonces nos daremos cuenta de que existen marcadas diferencias entre barrios de una
misma ciudad, diferencias auspiciadas por los gobiernos de turno que dotan de
infraestructura sanitaria, vial y áreas verdes a ciertos barrios y sectores privilegiados, de
donde muchos de ellos provienen. Por supuesto que se debe dotar de estos servicios y su
mantenimiento a dichos barrios, para al parecer existen otras prioridades emergentes en
barrios más alejados, donde la salubridad no interesa si no la vemos, y muchas autoridades
no la ven, pues no forma parte de su cotidianidad o de su entorno.
Es así que la sociedad pierde esa interrelación que unifica y da identidad, extendiendo la
brecha social entre “clases”, reduciendo el espacio público y si aún existe algo de aquello,
dejándolo sin mantenimiento, escenario de la delincuencia y la expresión “artística” de
grupos sociales marginados. En Ambato tenemos algunos pequeños parques dispersos,
pero que no son utilizados por inseguridad o porque ya no son útiles debido al deterioro de
su mobiliario urbano. Siendo que en nuestra ciudad existe déficit de espacios públicos, al
menos deberíamos tomar cuidado de los pocos que tenemos, dotándoles de
2. infraestructura, mobiliario, jardines, circulaciones e iluminación, haciendo de ellos
espacios de socialización, de sano esparcimiento y de orgullo para quienes los usan.
La película no hace otra cosa que magnificar la realidad, que si bien parece una
exageración, es el límite hacia el cual estamos caminando. En realidad gastaremos menos
tiempo si hoy nos tomamos un rato para revitalizar esos sitios de encuentro olvidados y
recuperamos la sencillez de compartir las calles y plazas con el resto de ciudadanos,
priorizando el espacio público, para no tener que gastar el tiempo de nuestra generación y
las futuras en tratar de remediar los daños ya causados.