2. Otra vez París va a ser el centro de origen de una nueva corriente del arte. André
Bretón será el iniciador, y su objetivo, la búsqueda de la expresión de la verdadera
función del pensamiento.
EL MANIFIESTO SURREALISTA
En 1924 el escritor francés André Bretón (1896-1966) lanza en París el primer
manifiesto del surrealismo, donde este se define como “puro automatismo psíquico
por el cual se intenta expresar, bien verbalmente o por escrito, la verdadera función
del pensamiento. Dictado verdadero en ausencia de todo control ejercido por la razón,
y fuera de toda preocupación estética o moral”.
En ese deseo de descubrir otro mundo, se encierra una dimensión revolucionaria: el
deseo de transformar radicalmente las bases en las que se sustenta la vida de cada
uno y las relaciones con los demás.
Diversas publicaciones difundieron el pensamiento, que aparece como una vanguardia
muy consolidada durante los años veinte y treinta. Su trascendencia posterior, en la
posguerra, fue también enorme.
Bases conceptuales
3. CLAVES FUNDAMENTALES
Hubieron dos claves fundamentales sobre las que se asientan las obras
artísticas nacidas del surrealismo, en primer lugar, la negación de la moral
tradicional, especialmente en lo que se refiere al sexo y a la violencia, de
manera que, por ejemplo, la exploración de las más reprimidas pulsiones
eróticas constituye una forma de liberación; y, en segundo lugar, la
reivindicación de la dimensión irracional e instintiva de la condición humana,
herencia del dadaísmo, que altera de forma inesperada y sorprendente la
aparente lógica por la que fluye el mundo.
Ambos aspectos afectan a la creación artística, pues la belleza se hace
relativa, ya que no puede ser definida de manera previa, sino que nace de la
casualidad o del absurdo, fruto de un descubrimiento inesperado que tiene
algo de juego maravilloso.
Bases conceptuales
4. LA FASE AUTOMÁTICA
Originalmente, los surrealistas se fascinaron por los procedimientos de
creación automática, sin control, de la razón, que producían resultados
fascinantes. En muchos casos hacía aflorar imágenes inesperadas, fruto de la
asociación inmediata de palabras dispares, que emanaban del pensamiento
sin el control de la mente.
Aparecen obras compuestas de líneas que parecen fluir y formar formas y
figuras imprecisas que no habían sido pensadas previamente. No obstante, los
surrealistas suelen moverse entre el puro azar y un cierto control de sus
resultados.
Se introduce también en algunas obras el efecto del relieve por un grabado
que luego el artista completa y el uso de collage, que yuxtapone formas de
motivos di versos que una vez armada la composición va produciendo
imágenes nuevas, de extraña significación e inquietante efecto poético.
Bases conceptuales
5. LA MATERIALIZACIÓN DEL SUEÑO
Un buen número de surrealistas orientaron su creatividad a hacer nítida la visión
interior, generalmente en relación con la extrañeza que producen los sueños, tanto por
su contenido como por las sensaciones ilógicas qiue se establecen entre los espacios y
el impreciso significado de las cosas.
Las pinturas de Yves Tanguy (1900-1955) recrean espacios visionarios que tanto
parecen desoladas llanuras o inciertos océanos como remotos lugares siderales, donde
hay elementos indefinidos, de carácter biomórfico, a veces con alusiones sexuales
difíciles de explicar, como si fueran metafóricas inmersiones en el interior del
subconsciente.
También están las visiones de artistas como Paul Delvaux (1897-1994) que asocian el
amor y la muerte, formulada como la visión de una pesadilla. Además están Miró, Dalí
y uno de los más populares del surrealismo, el belga René Magritte (1898-1967). A
menudo explora las contradicciones de la visión, como una subversión mental de
aquello que, en principio, debemos contemplar con una determinada lógica. Sus obras
están ejecutadas con una técnica pulida, casi industrial, con objeto de aludir al carácter
conceptual de la representación.
Bases conceptuales
6. LA ESCULTURA Y EL SURREALISMO
Perteneciente al grupo surrealista de París, destaca el escultor suizo Alberto Giacometti
(1901-1966), quien realiza “construcciones” con formas orgánicas filiformes, que aluden
a obseciones del subconsciente. No obstante, sus obras más conocidas, ya de la
posguerra, representan figuras alargadas que parecen haber iniciado un proceso
imparable de torturadora disolución hacia la nada, en alusión a la angustia existencial.
Las obras de Alexander Calder (1898-1976) también tienen un componente surrealista;
conocidas con el término de “móviles”, aportan a la historia de la escultura un elemento
nuevo, cual es la percepción ingrávida y azarosa del objeto, puesto que el cambio de
posición de las piezas no es predecible, lo que nos introduce en un universo imaginario.
Un componente surrealista sobrevive también en las esculturas del británico Henry
Moore (1898-1986), muy populares en la posguerra, que reproducen formas humanas
muy estilizadas, próximas a una abstracción orgánica.
En las obras de los años treinta se nota una preferencia hacia las formas orgánicas,
redondeadas, próximas a la abstracción, en las que se juega con valores táctiles, que se
han interpretado como afines al surrealismo.
Bases conceptuales
7. El clan surrealista de París, con André Bretón a la cabeza, siempre consideró a
Picasso uno de los suyos, aunque más como una referencia, en virtud de la
riqueza de su obra, donde el subconsciente actúa como un motor de la
creación. La relación con Olga Koklova, cuya mentalidad burguesa chocaba
con el carácter de Picasso, generó una agresividad que, enseguida, se tradujo
en su pintura.
Bases conceptuales PICASSO EN LA ÓRBITA DEL SURREALISMO
8. SURREALISMO ESPAÑOL
Dos son las grandes figuras de talla internacional que destacan entre los artistas
españoles que participaron del surrealismo: Joan Miró y Salvador Dalí.
JOAN MIRÓ
Nacido en Barcelona, que fue una ciudad muy receptiva a los movimientos de vanguardia
en fechas relativamente tempranas, Joan Miró (1893-1983) aprendió, desde joven, a
interpretar los motivos figurativos de su entorno como si fueran signos vivos,
autónomos, con un universo propio. No necesitan parecerse del todo a lo que ve quien
los mira, sino que, como en un juego imaginativo, se sueñan distorsionados, estilizados,
como un eco subjetivo de la forma que proceden. El resultado se sitúa entre la vaga
referencia a una realidad, convertida en mágica, y la más desbordada fantasía, nacida del
inconsciente.
En el parís de los años veinte madura su personalidad artística. Es entonces cuando
sienta las bases de su estilo definitivo, que se reconoce ya en una obra capital de su
producción, El carnaval del arlequín: allí, la miseria del mundo que le rodea se
transforma, como por encanto, en otro universo de seres vivos y cosas nuevas,
maravillosas, que flotan por un espacio todavía casi renacentista, pero ya ingrávido, que
en la obra posterior se convertirá en sideral.
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9. SALVADOR DALÍ
Salvador Dalí (1904-1989) sigue la senda surrealista de la
materialización figurativa del sueño como una forma de
liberación de sus traumas. En la gestión de este mecanismo
estuvo influido por las teorías del psicoanálisis de Sigmund
Freud. Dalí concibió un método, llamado paranóico-crítico, que
convirtió en una fuente inagotable de creación artística. Por
medio de este método, trató de descubrir las relaciones ocultas
que, a la luz de su subconsciente, existen entre las cosas.
Ello lo llevó a pintar asociaciones figurativas delirantes, que, en sí
mismas, poseen una gran intensidad poética. Utiliza el recurso de
la anamorfis, es decir, la representación de figuras que se
pueden interpretar de más de una forma.
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