2. “En busca del destino”
l día que nací no lo sé, tengo a penas un recuerdo de mi papá
contándome, después de haberse acabado su cerveza de desayu-
no. Sé que era algo así como un buen día, esos sin mucho calor
ni frio, mis padres se encontraban en casa así que creo era un fin de semana,
mi mamá llego al hospital y la internaron en seguida, no se mucho más por-
que mi papá lloraba cada vez que trataba de seguir, pero entiendo que re-
gresó a casa sin una esposa y con un bebé llorando. Vivíamos solos y no ten-
go idea de cómo se las arreglo pero logré crecer, mientras él trabajaba de lo
que podía, sin una familia para apoyarlo, y la mitad del día borracho para
ahogar su pena.
Ellos tenían una especie de sueño, no me habían esperado, pero venía
en camino y querían darme un hogar, así que se llenaron de cuentas com-
prando una casa, cosas de bebé y alimentos, para poder pagarlo todo debie-
ron hipotecar la casa, el plan era seguir trabajando juntos, después de que
viniera al mundo y así pagar las cuentas. Ese plan nunca funciono, mi papá
quedo destruido y tampoco llego a trabajar para poder pagar alguna cuenta,
así que mientras crecía veía como llegaban sobres y sobres que solo hacían
molestar aún más a mi papá con la vida.
La vida me enseño todo lo que sé, no conocí otra persona de mi edad
hasta hace poco, nunca fui a un colegio o algo parecido, desde chico muy
independiente, y poco a poco comprendí algunas circunstancias de la vida.
Muchas veces me tocaba ser el adulto y cargar a mi papá hasta su cama, y
desvestirlo, yo sabía lo que era dormir con ropa incomoda y no quería que él
lo pase, también entendía que él no sabía nada de mí, ni cómo cuidarme o
enseñarme, así que en vez de enojarme con él lo ayude, la única persona en
mi mundo era este hombre que no podía estar más de unas 8 horas sin to-
mar.
Con el tiempo aprendí que su “trabajo” como él lo llamaba era ir y
apostar lo que podía y a costa de lo que podía para seguir sus vicios, tenía
más de los que conocía. Así una noche un viejo, gordo y con ropa cara, bajo
de una camioneta, a su lado iban dos hombres altos y fuertes, que rompieron
la puerta y entraron. Yo me desperté y me choque con ellos, corrí llamando a
mi papá pero me encontré con él desmayado como siempre en su cama. Los
hombres trataron de despertarlos pero él no se movió, lo golpearon hasta
que sus sabanas se tiñeron y cansados se fueron. Mi cuerpo estaba frio no
podía moverme, no sabía que me pasaba, solo pude quedarme y ver lo que le
hacían a la única persona que me cuido. Finalmente mi cuerpo se cayó al
piso y lloré sin hacer ruido porque no quería despertarlo. La mañana si-
guiente me desperté tirado donde me había caído la noche anterior, el hom-
bre en la cama no se movía y no sé cómo pero me levante y lo fui a desper-
tar, el estaba frío y grite.
E
3. “En busca del destino”
Yo me quede ahí a su lado, llorando y gritando tanto como pude, hasta
que me quede sin voz y lágrimas, un hombre de azul entro a mi casa con ca-
ra de enojado, me vio y se asustó, fue hasta mi me alzo y me llevo fuera,
donde había otro hombre en un auto, el entro mientras el primero me metía
en el auto, ya no tenía voz ni fuerzas para gritar que me dejaran con mi
papá. Me llevo donde había más de ellos, me dieron ropa y comida, yo acepte
porque no aguantaba más y ellos parecían preocuparse por mí, me tuvieron
todo el día en lo parecía donde hacían la comida, y se turnaban para cui-
darme. A la noche llego un hombre con traje el me llevo de la mano a un
cuarto que tenía una mesa y dos sillas, me pregunto cosas que no sabía y me
miro mucho tiempo entre pregunta y pregunta. Después uno de los que me
había cuidado le trajo unos papeles, él los miró y me dijo que entendía y que
me iba a llevar donde me iban a cuidar y educar.
Termine en una casa grande, con muchos chicos que me vinieron a
ver cuando llegué de la mano del hombre de traje, y una señora me sonrió y
me llevo dentro. Todo parecía viejo, y había muchos chicos que me miraban,
me dejó en un cuarto y me dijo que me acostara y descansara. Yo no sabía
qué hacer, así que agarré la almohada y me tire en el piso. A la otra mañana
cuando la señora entro me llevo a la ellos llamaban cama, que para mí no
era segura, no estaba en el piso y se hundía cuando me acostaba. Pero me
dormí otra vez estaba muy cansado y no podía levantarme. La señora me
volvió a levantar y me llevo a lo me dijo que era el comedor, me dio de co-
mer y me acompaño a donde papá me llevaba y me mojaba, y de después me
ponía otra ropa. Ella me acompaño todo el tiempo desde que me levanto, y
después me dejo en un lugar donde todos jugaban. Los chicos me miraban y
me tiraban cosas, yo seguía ahí parado sin saber qué hacer, uno se acerco y
me dijo que jugara con ellos, yo no sabía qué era eso pero y se rieron, yo
también reí pensé que así se quedaban conmigo y no iba a estar otra vez sin
nadie. No quería pensar en mi papá y lo que le había pasado no podía hacer-
lo, pero tampoco quería estar sin nadie, la señora que me ayudaba iba y ven-
ía y ellos parecían estar bien conmigo ahí.
Me enseñaron a jugar y algunas palabras, pero nos tuvimos que ir y
mojarnos otra vez, me dijeron que se llamaba bañar pero yo sabía que el ba-
ño es donde iba a hacer pis, no me iban a engañar. Nos cambiamos y esta vez
la señora me dijo que durmiera con ellos si quería, ellos me agarraron y me
llevaron, y me hicieron ir a una de esas camas, esa noche dormí más. A la
mañana el día se repitió y todo fue igual, pero con el tiempo los juegos que
ellos me enseñaban me hacían dolor y me dejaban el cuerpo de colores, la
señora nos retaba porque no nos portábamos bien pero no entendía que yo
no quería, ellos me llevaban y yo no quería que me dejen.
Al tiempo me dieron algo que dijeron era una torta, me cantaron y me
dijeron que a pesar de que era chiquito y flaco yo ya tenía trece años, me tu-
4. “En busca del destino”
vieron que explicar muchas, muchas cosas y me enseñaron palabras nuevas.
Parece que edad significaba cuanto yo llevaba acá en este lugar llamado
mundo y que había un hombre que nos mandaba al mundo y que después
cuando nos íbamos nos esperaba. Paso el tiempo y yo fui aprendiendo más y
más, hasta que puede entender que me trataban mal, que los chicos no juga-
ban conmigo sino que se divertían tratándome mal por todo lo que no en-
tendía, se burlaron mucho de mí pero quería seguir con ellos, porque me
enseñaban y no quería que nadie más desapareciera.
Un día me levante después de un día de juegos, con mucho dolor me
fui a ver a la señora que nos cuidaba y me dijo que no tenía tiempo para mí
que había otro nene que había llegado y que necesitaba su ayuda. Le dije a
los chicos que me dolía y me dijeron que si no salía a jugar hoy no jugaría
más con ellos, así que me fui por donde los chicos más grandes de iban y no
volví jamás.
No supe más de ellos, nadie me busco, aunque sabían que estaba solo,
que no sabía mucho y que no me había llevado nada. Entonces caminé y ca-
miné la gente me gritaba cuando pasaba con sus coches y termine en un
banco, me senté y estaba tan cansado que me quede dormido, pensando en
donde ir, con los hombres que me sacaron de casa no porque no sabía dónde
estaban y si aparecía ese hombre y me llevaba otra vez, yo no quería volver
ahí, los chicos me pegaban mucho. Así que me quede y fui de acá para ella
día y noche, cuando me acordaba comía, pero para eso tenía que pedirle a la
gente que me miraba mucho, así que prefería buscar en la basura. Y en-
contré muchas cosas ahí, ropa, sabanas, frazadas, juguetes a veces rotos,
otras veces casi bien solo viejos pero yo me los quedaba, ellos estaban como
yo solos, nadie los quería y los dejaba de lado por no ser como los demás, na-
die se preocupaba si ellos necesitaban cuidado o si podían hacer algo por
ellos.
Fui caminando por el día y por la noche
dormía donde podía, me bañaba solo cuando
hacía calor, cuando hacía frío trataba de que-
darme en un lugar donde con mis frazadas
me alcanzara, sabía que si me acostaba en los
bancos como siempre no podía dormir del
frío, así que terminaba en casas abandonadas,
en lugares entre edificios al lado de la basura
donde no pasaba tanto el viento o en lugares
donde la gente se sentaba a esperar el tren y
el colectivo, a veces tenían donde lavarse las
manos así que aprovechaba y me bañaba.
Ya pasaron dos años, desde que me die-
ron la torta y me cantaron, ya comprendí lo
5. “En busca del destino”
que era eso, y lo extraño, pero prefiero seguir solo que volver, no quiero que
me peguen o me ignoren, no me gustan las miradas de la gente, pero ellos no
saben lo que me paso y no se interesan en mí, así que los dejo y sigo cami-
nando, les agradezco si me dan algo, sé que no me puedo quedar con nadie
porque no van a cuidarme, o tal vez es porque nadie se ofreció todavía. Ca-
mino de día sin saber donde, busco en la tarde alguien que me acompañe
pero los que encuentro me miran y pelean conmigo, porque piensan que voy
a quitarles algo, no encontré nadie de mi edad, y sigo caminando.
¿Alguna vez encontraré donde ir?, ¿Alguien me va a cuidar?, ¿Alguien
se preocupa por mi?, ¿Alguien me va a acompañar?, ¿Por qué el que me tra-
jo me dejo sin papá, ni mamá y ahora no me lleva con él y me cuida como
me dijeron que hace cuando uno se va de acá?
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• Gomez Joaquin
• Flores Tatiana