2. Cultura occidental: el
concepto de persona y
dignidad son inseparables.
La dignidad pertenece a todo
ser humano sin importar la
clase social, etnia, color,
raza, sino por quien es:
persona.
La persona es y se realiza.
Históricamente, la palabra
persona establece la
demarcación entre cultura
pagana y cristiana.
3. Por la llegada del
cristianismo aparece el
termino persona.
La cultura clásica hacía
depender el de la persona
por su prominencia, censo
y raza.
La afirmación de que el
individuo fuera persona,
única e irrepetible,
pertenece al cristianismo
que contrastaba
fuertemente con la visión
clásica griega.
4. El pensamiento griego daba
valor a lo universal, a lo
abstracto, considerando al
individuo un momento transitorio
del ciclo omnicomprensivo de la
historia.
La dignidad humana no puede
ser entendida como una
conquista ya que muchos no la
alcanzarían.
A nivel universal, todos los seres
humanos son personas y por
tanto con igual dignidad.
Este echo es frecuentemente
olvidado e incluso violado.
5. El hombre moderno vive obsesionado
por alcanzar la comprensión, la
expresión y la realización de si mismo.
Hombre y persona no son conceptos
equivalentes, pero son inseparables,
se dan de la mano, el uno ayuda a la
comprensión del otro.
La verdad sobre el ser personal debe
tender a ser la verdad integral.
6. La verdad de la persona humana
implica la verdad sobre la persona
como tal.
El pensamiento moderno exalta al
sujeto humano como sujeto puro,
ignorando su finitud.
El origen divino del tema del ser
personal le ha dejado una huella
imborrable: la de su dignidad.
7. El concepto de dignidad
parece claro en el espíritu
de todos, pero existen
aquellos que se esfuerzan
por negarles a otros su
dignidad. Por ejemplo, la
discriminación a etnias de
color y de la mujer en la
mayoría de las culturas
musulmanas.
La dignidad le es intrínseca
a la persona humana, no se
la puede dar él a si mismo,
ni se la puede dar el Estado
o la sociedad aunque a
8. Reflexiones como: “morir
en forma digna”, “morir con
dignidad”, “sentido y valor
de la vejez”, “estatuto y
dignidad del embrión”.
¿Qué sentido tiene el
esfuerzo que hace la
sociedad, la familia, la
medicina por conseguir un
muerte digna; si la misma
medicina, familia y
sociedad no reconoce la
dignidad del embrión que
se acaba de formar?