1. “BEST PLACES TO JUMP” Joan Roma i Vergés
A partir de ahora los directivos de France-Telecom recibirán una prima
variable que representará un tercio de su salario. El trato que den a sus
empleados será, según parece, el indicador para evaluar una parte
significativa de su desempeño como jefes.
Parecería la medida tomada por una dirección modélica de una empresa
practicante de la tan publicitada “responsabilidad social”, como
correspondería a una France-Telecom emblemática de la empresa nacional
francesa. Sino fuese porque ha sido una medida del Gobierno, temeroso de
las repercusiones políticas internas y del deterioro de la imagen del país en el
exterior cuando una buena proporción de técnicos empleados han empezado
a saltar por las ventanas como forma extrema de expresar el malestar
laboral, convertido dramáticamente en personal.
Estos sí que son resultados y no la revalorización bursátil si lo que se
pretende es reducir el personal sobrante y adelgazar el grueso de la
estructura en unos tiempos ya tan magros en consideración del bien
soberano de la supervivencia empresarial.
Pero no nos preocupemos más de la cuenta, los suicidas no son mas que
efectos no deseados, víctimas colaterales de campañas de emergencia frente
a la necesidad imperiosa del eficientismo –la eficiencia reducida a la
jaculatoria “siempre más con menos por siempre”- que reclaman los
abstractos mercados representados por la magia del rating.
Que otra fortaleza no muestran financieros de verdad como Maddox; éstos
no se suicidan, se transforman y se convierten en sabios como Conde. ¿No
les parece que los ahora renacidos deberían convertirse en “coachers”
(etimológicamente “cocheros”) de estos jóvenes técnicos tan sensibles para
enseñarles de que va el mundo organizativo o cualquier otro, y hacerlos
darse cuenta de cuan perjudicial les resulta la ingenuidad?
Sí, ingenuidad, inocencia de creer que solamente es necesario hacer bien el
trabajo (determinados anuncios se deberían de emitir únicamente en horario
adulto), de que la virtud es premiada, y el mal castigado... Vaya aquello que
Joan Roma i Vergés – Vilaweb 23 de marzo de 2010 1
2. la mayoría de nosotros creímos sólo durante un breve período de tiempo de
la juventud y olvidamos acto seguido convertidos en “realistas”.
Este realismo práctico quiere decir que nos hemos familiarizado con guiones
como el siguiente: Por una razón muy justificada, los mercados, los
accionistas, la competencia o las crisis –el consejo de administración manda
al consejero delegado y éste al director general que cierren centros de
producción o que reduzcan costes o todo a la vez. Y éstos mandan a toda la
línea de jefes intermedios que lo hagan, y cuando preguntan “cómo”, les
responden “usted mismo para eso le pago”. Esta es la última moda en
management: desentenderse de los medios que los subordinados (sin
eufemismos) supuestamente deberían emplear para lograr los resultados
exigidos.
Quién puede, puede. El más refinado nivel del poder consiste en traspasar la
ansiedad y la angustia a los de abajo, que tendrán que llevar a cabo acciones
en las que no creen o que contradicen sus valores más preciados.
Este logro propio de quienes han cursado los M.B.A.´s de Sala de Juntas, se
aliña mejor con la introducción de cambios frecuentes de estructura, de
funciones, de sistemas, de despachos.... todo justificado con los efectos de la
globalización, por el clamor de la innovación sin la cuál dejaríamos de ser
competitivos....
No les digo nada nuevo sobre los efectos que producen la combinación de
ambos en los empleados de primera línea. La novedad consiste en estimular
económicamente a los jefes hacia el buen trato a los empleados. Si no es por
valores que sea por dinero.
Con esta política, France-Telecom como una madre que cuida de sus hijitos,
señala implícitamente a los culpables del desconcierto anterior, los
maltratadores mandos intermedios que tendrán que convertirse en líderes
modélicos, calmantes y pacificadores de su equipo, de esponja de la ansiedad
producida por los dictados que seguro seguirán bajando de las alturas.
Y se producirá el conocido efecto “jamón del bocadillo” tan familiar para los
situados en estos niveles de la escala jerárquica. ¿También saltarán?
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3. Como los hechos crean tendencia propongo ser prácticos y aprovecharla. Así
como se ha establecido el ranking “Best places to work”, (en castellano
suena demasiado ingenuo) tendríamos que crear otro con “Best places to
jump” y tratar a los que salten como héroes sacrificados de las más altas
jestas empresariales. De esta manera puede ser que hasta se animara algún
presidente o director general de gran empresa. Los de las pequeñas
empresas sencillamente tienen que cerrar sin espectáculo.
Seamos serios. Suerte que en nuestro país tenemos pocas torres y que los
parados, que pronto serán el grueso de la población, son tratados a pie de
calle con antidepresivos. De otra forma, las aseguradoras siempre prudentes,
ya introducen una cláusula en las pólizas donde se exige que no se pueda
abrir ninguna ventana. La gente tendrá que buscarse otros lugares de donde
saltar. Estas muertes en el lugar de trabajo siempre causan muy mal efecto.
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