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Biografía de María Blanchard
1. BIOGRAFÍA
María Blanchard
María Gutiérrez Blanchard nació en Santander el 8 de Marzo de 1881. Su familia
pudiente y culta, pertenecía a la burguesía que resurge en el Santander de aquella época.
Ya desde su nacimiento su vida estará marcada por una deformación física, una joroba.
Esta situación determinó, en gran medida su carácter, así como el ambiente culto y
refinado, su formación.
Su abuelo al igual que su padre, fundador de varias publicaciones, también influyeron
en su vida, puesto que le inician en el gusto por el Arte, al mismo tiempo que propician
su aprendizaje del dibujo y sus primeros bocetos.
En 1904 muere su padre y animada por los suyos, se traslada junto con su madre a
Madrid.
Allí inicia su primera etapa como artista, bajo las enseñanzas de Emilio Sala y Manuel
Benedito, costeándole los estudios su tío Domingo. Del primero adquiere la precisión
por el dibujo y la exuberancia en el color, y de Sotomayor el gusto por las
composiciones armoniosas y un cierto barroquismo.
Comenzó a trabajar en el taller de Manuel Benedito, adquiriendo una formación
academicista y reglada. Se presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes con la
obra “Los primeros pasos” por la que obtiene una 3ª medalla. Animada por ello, solicita
una beca a la Diputación y Ayuntamiento de Santander, cuyas Administraciones se la
conceden y es por esta circunstancia que se traslada a París.
En 1909 reside en dicha ciudad iniciando una nueva etapa en su vida. Asiste a la
Academia Vitti, en la que imparte clase el pintor Hermen Anglada Camarasa. Un
cambio de estilo en su pintura comienza a notarse, evolucionando hacia el
expresionismo y fauvismo, es lo que podríamos considerar como su primera etapa
estilística.
Se presenta de nuevo a la Exposición Nacional de Bellas Artes con la obra “Ninfas
encadenando a Sileno” donde obtiene una 2ª medalla, que reconoce de esta manera su
talento y valores artísticos. Después de una corta estancia en España, regresa a París con
una nueva beca de la Diputación de Santander. En la capital francesa, se constata un
cambio en su pintura, comenzando su segunda etapa. Contacta con los artistas más
vanguardistas del momento, sobretodo los cubistas, influyen de forma decisiva en su
estilo pictórico. Inicia una amistad que perdurará hasta su muerte con el pintor Juan
Gris, y Lipchtiz.
La Primera Guerra Mundial le hace volver de nuevo a España con su madre, que residía
en la misma calle que la escritora Concha Espina y con la que le unirá una gran amistad
y admiración. Acude con frecuencia a las tertulias de Pombo y se relaciona con
personajes de la vanguardia intelectual de ese momento como García Lorca, Gómez de
la Serna y el pintor mejicano Diego Rivera, entre otros. Tomó parte en una exposición
denominada “Pintores íntegros” que causó una gran indignación y conmoción, llegando
casi al escándalo, suscitando comentarios sarcásticos y burlescos.
Gana por oposición la cátedra de Dibujo en la Escuela Normal de Maestros de
Salamanca, pero su acogida, por parte de los alumnos, fue traumática debido a las
vejaciones y chanzas de que fue objeto, por lo que decidió volverse a París.
En 1916 se establece definitivamente en París, donde monta su estudio y se dedica
plenamente a la pintura y a su arte. Esta etapa estará marcada por la paz de espíritu y el
éxito profesional. Se reencuentra con Juan Gris y demás artistas. Expone sus obras en
2. una galería de Arte, donde también lo hacen Picasso, Braque, Gris etc. El marchante
Paul Rosemberg la solicita para que exponga en su sala.
El grupo “Ceux de Demain” invita a María Blanchard a que exponga en Bruselas,
logrando un gran éxito.
El final de la guerra mundial, le influirá al igual que a sus contemporáneos; abandona el
cubismo y vuelve a la figuración. Es su tercera etapa pictórica.
Su vida mejora sensiblemente en todos los aspectos, económicos, artísticos y sociales.
Con el paso del tiempo su salud se resiente y en 1926 muere su benefactor y amigo
Frank Flansch y poco después fallece también Juan Gris. Todos estos acontecimientos
dolorosos, añadidos a su precaria salud y a los baches económicos, la introducen en
períodos místicos, de gran religiosidad y sufrimiento personal, a pesar de los cuales no
deja de pintar, preferentemente la figura humana (jóvenes, maternidades y niños
imbuidos siempre del halo de tristeza de la artista).
Muere en París el 15 de abril de 1932.