Este documento habla sobre los 6 síntomas más comunes de enfermedad en los niños: fiebre, tos, mocos, vómitos, diarrea y dolor. Explica que estos síntomas son mecanismos del cuerpo para defenderse, pero que a veces es útil combatirlos para evitar agotamiento o reducir el sufrimiento. Luego se enfoca en explicar cada síntoma, empezando con la fiebre en niños, cómo medirla correctamente y los límites a partir de los cuales se considera fiebre.
4.
El
Autor
Jesús
Garrido
García
nació
en
Guadix,
provincia
de
Granada,
España.
Es
Licenciado
en
Medicina
por
la
Universidad
de
Granada.
Especializado
en
Pediatría
vía
MIR
en
el
Hospital
San
Cecilio
de
Granada.
Ejerce
como
Pediatra
privado
en
Granada.
5. Los
síntomas
más
frecuente
de
enfermedad
en
niños
Fiebre,
tos,
moco,
vómito,
diarrea
y
dolor.
Los
principales
motivos
por
los
que
los
niños
son
llevados
al
pediatra,
son
en
realidad,
mecanismos
que
el
cuerpo
usa
para
defenderse.
Puede
surgir
entonces
la
idea
de:
“Si
son
formas
del
cuerpo
para
defenderse,
dejémolas
actuar
libremente.
¿Para
qué
interferir
con
un
mecanismo
que
el
cuerpo
usa
para
sanar?”
Lo
que
sucede,
es
que
cuando
aparecen,
interpretamos
que
algo
marcha
mal
y
suelen
ir
relacionados
con
malestar
y
sensaciones
desagradables.
Cuando
las
detectamos,
son
un
signo
de
que
hay
una
causa
que
está
desencadenando
el
proceso.
Y
es
importante
averiguar
la
causa,
para
plantearse
si
hay
algo
que
podamos
hacer
para
mejorar
la
evolución
normal
del
problema.
Además,
el
problema
es
que
la
reacción,
que
en
sí
misma
está
diseñada
para
curar,
a
veces
puede
empeorar
mucho
la
evolución
de
una
enfermedad.
En
muchos
casos
es
útil
combatir
esos
mecanismos,
para
evitar
el
agotamiento
que
producen
y
para
reducir
el
sufrimiento
que
llevan
asociado.
En
este
manual
intentaré
explicar
en
qué
consisten
estos
mecanismos,
porqué
están
ahí,
como
ayudan
al
cuerpo
a
sanar
y
cómo
funcionan.
Es
la
falta
de
entendimiento
de
esto
lo
que
genera
inseguridad
en
muchos
padres.
6.
Además,
intentaré
explicar
cuándo
considero
que
el
mecanismo
funciona
bien
y
ayuda
al
cuerpo
a
curar.
En
esos
casos,
posiblemente,
no
será
necesario
que
hagamos
nada.
Pero
también
explicaré,
cuáles
son
los
criterios
que
me
hacen
recomendar
a
los
padres
que,
en
ocasiones,
tomen
medidas
para
contrarrestar
estos
síntomas.
Detallando
los
que
considero
mejores
métodos
para
conseguirlo.
7.
La
fiebre
en
niños
y
bebés
Ya
que
el
motivo
más
frecuente
de
enfermedad
en
niños
y
bebés
es
la
infección,
la
fiebre
es
también
causa
habitual
de
consulta.
A
veces
asociada
a
otros
síntomas.
Otras
veces
como
signo
de
alerta
de
que
algo
no
anda
bien.
No
hay
que
obsesionarse
por
controlar
totalmente
la
fiebre.
De
hecho
en
muchas
infecciones
durante
los
primeros
días
no
es
controlable.
La
fiebre
es,
en
realidad,
una
forma
del
cuerpo
de
activar
las
defensas
y
de
intentar
reducir
la
multiplicación
de
los
gérmenes.
Pero
la
posibilidad
de
convulsiones
febriles
(que
explicaré
más
adelante)
y
el
hecho
de
que
va
agotando
más
rápidamente
los
recursos
del
organismo
hacen
recomendable
intentar
mantenerla
bajo
ciertos
límites.
¿Qué
es
fiebre
en
niños
y
bebés?
Se
considera
febrícula
a
la
temperatura
medida
en
axila
(temperatura
periférica)
entre
37
y
38º
Centígrados,
y
fiebre
si
ésta
es
mayor
de
38º.
En
otras
localizaciones,
la
temperatura
tiene
valores
distintos.
Por
ejemplo
en
culete
(temperatura
central)
la
temperatura
suele
ser
más
alta
que
en
axila
(entre
medio
y
un
grado
más).
Medir
la
fiebre
Los
termómetros
digitales
tienen
el
problema
de
que
cuando
las
pilas
empiezan
a
gastarse
pueden
no
ser
fiables.
Y
dado
que
entre
uso
y
uso
a
veces
pasa
bastante
tiempo
no
podemos
saber
si
están
gastándose
o
no.
Por
eso
lo
mejor
es
ponerlo
en
dos
ocasiones
y
debe
darnos
el
8. mismo
valor.
Si
da
dos
valores
muy
distintos,
sospechad
que
no
es
fiable.
El
termómetro
de
oído
añaden
el
problema
de
que
una
infección
de
oído
puede
darnos
temperaturas
altas
que
en
realidad
corresponden
al
foco
de
la
infección
sin
que
en
muchos
casos
el
niño
tenga
fiebre
realmente.
Y
si
el
niño
tiene
tapones
de
cera
no
dan
temperaturas
inferiores.
Los
termómetros
de
la
frente
son
muy
sensibles
a
situaciones
en
las
que
estamos
calentando
o
enfriando
la
piel
(por
ejemplo
que
no
detecten
la
fiebre
si
nos
está
dando
un
aire
acondicionado
sobre
la
piel,
o
dar
temperaturas
altas
si
estamos
tomando
el
sol).
Por
lo
que
hay
que
evitar
la
exposición
a
focos
de
frío
o
calor
antes
de
tomar
la
temperatura.
Yo
suelo
preferir
el
termómetro
axilar,
porque
la
mayoría
de
la
gente
está
familiarizada
con
las
temperaturas
que
son
normales
midiéndolas
en
ese
punto.
Las
fases
de
la
fiebre
en
niños
y
bebés:
Cuando
la
fiebre
es
alta
pueden
diferenciarse
fácilmente
4
fases
en
niños
y
bebés:
1º
La
piel
se
pone
pálida
con
las
ojeras
más
marcadas
y
los
pies,
las
manos
y
los
labios
morados.
Las
manos
y
los
pies
están
fríos
y
la
cabeza
empieza
a
estar
caliente.
Todo
esto
ocurre
porque
para
subir
la
temperatura
el
cuerpo
retira
el
riego
de
sangre
de
la
piel,
acumulándola
en
el
interior
del
cuerpo
evitando
que
pierda
calor
por
contacto
con
el
aire.
9.
Si
tomamos
la
temperatura
en
este
momento
puede
ser
incluso
más
baja
de
lo
normal
(34-‐35º
en
la
axila
o
la
frente).
Y
el
niño
tiene
sensación
de
frío,
ya
que
al
reducir
el
riego
de
sangre
a
la
piel
baja
la
temperatura
en
su
superficie,
que
es
donde
tenemos
los
receptores
para
la
temperatura.
Si
es
pasajero
(viene
y
se
va
con
los
picos
de
fiebre)
no
hay
que
preocuparse.
Pero
si
la
palidez
de
piel
es
permanente
durante
varias
horas
seguidas
debe
ser
visto
por
un
pediatra
de
forma
inmediata.
2º
Empieza
a
temblar.
Hay
que
diferenciar
el
temblor
(como
cuando
uno
tiene
frío)
de
las
sacudidas
(movimientos
rítmicos
bruscos,
que
pueden
aparecer
en
las
convulsiones).
El
temblor
es
una
forma
de
producir
más
calor,
quemando
energía
en
los
músculos.
3º
La
piel
se
enrojece.
Esto
ocurre
cuando
el
cuerpo
quiere
eliminar
el
calor
acumulado.
Dilata
los
vasos
sanguíneos
de
la
piel
para
eliminar
calor
por
contacto
con
el
aire.
Aunque
en
este
momento
es
cuando
más
caliente
notamos
la
piel
y
el
niño
tiene
calor,
en
realidad
es
cuando
la
fiebre
está
empezando
a
bajar.
4º
Suda.
La
piel
desprende
agua
que,
al
evaporarse,
arrastra
con
ella
el
calor.
Cuando
el
sudor
ya
esta
frío,
la
fiebre
ha
bajado.
10. ¿Cuándo
merece
la
pena
combatir
la
fiebre
en
niños?
Hemos
explicado
que
la
fiebre
sirve
para
combatir
las
infecciones.
Pero
las
defensas
se
activan
igual
con
37,5º
que
con
40º.
Y
si
sube
mucho,
consume
demasiada
energía,
agotando
al
niño.
El
límite
a
partir
del
cual
yo
aconsejo
combatir
la
fiebre
es
doble:
-‐ Si
la
fiebre
sube
por
encima
de
38º
(en
la
axila)
-‐ Si
aunque
no
suba
mucho,
el
estado
general
del
niño
empeora
cuando
sube.
¿Cómo
controlar
la
fiebre
en
niños
y
bebés?
Para
controlar
la
fiebre
hay
dos
herramientas:
Los
medios
físicos
y
las
medicinas.
Medios
físicos:
Quitar
ropa,
baño
con
agua
templada,
dar
agua
con
frecuencia.
La
fiebre
da
sensación
de
frío
por
lo
que
se
tiene
tendencia
a
abrigarse.
Pero
al
hacerlo
dificultamos
la
eliminación
de
calor
por
la
piel
con
lo
que
sube
más
la
temperatura.
Por
tanto,
para
hacer
bajar
la
temperatura
debemos
quitar
ropa
al
enfermo.
No
es
bueno
bajar
la
temperatura
de
golpe.
La
convulsión
febril
puede
ocurrir
tanto
con
una
subida
como
con
una
bajada
brusca
de
la
temperatura.
Por
ello
los
métodos
para
bajarla
rápidamente
como
las
duchas
de
agua
fría
o
los
paños
de
alcohol
no
son
recomendables.
11. Una
forma
de
bajar
la
temperatura
poco
a
poco
en
fiebres
altas
es
meter
al
niño
en
la
bañera
con
agua
templada
(unos
5º
menos
que
la
temperatura
del
niño,
si
tiene
39º
el
agua
a
34º)
y
dejarlo
durante
15-‐20
minutos,
de
forma
que
conforme
se
enfría
el
agua
por
sí
sola,
va
bajando
gradualmente
la
temperatura.
La
forma
más
efectiva
del
cuerpo
para
eliminar
calor
es
sudar.
Cuando
estamos
deshidratados
tenemos
que
ahorrar
agua
con
lo
que
sudamos
menos,
por
lo
que
si
tenemos
fiebre
cuesta
más
bajarla.
Por
eso
cuando
alguien
tiene
fiebre
es
bueno
que
tome
líquidos
con
frecuencia
para
permitirle
al
cuerpo
que
pueda
eliminarla
sudando.
Medicinas
para
la
fiebre
en
niños
y
bebés:
En
pediatría
los
tres
medicamentos
usados
para
la
fiebre
con
más
frecuencia
son
Paracetamol,
Ibuprofeno
y
Metamizol.
Cualquiera
de
ellas
en
jarabe,
supositorios
o
pinchado
tarda
entre
media
hora
y
una
hora
en
empezar
a
hacer
efecto.
Podéis
mirar
las
dosis
en
el
prospecto
del
medicamento.
Se
ajustan
en
función
del
peso
del
niño.
Siempre
que
sea
posible
controlar
la
fiebre
con
uno
sólo
de
esos
medicamentos
es
mejor
usar
sólo
uno.
Pero
hay
ocasiones
en
que
los
picos
de
fiebre
son
tan
frecuente,
o
la
fiebre
tan
resistente,
que
es
muy
difícil
controlarla
sin
dar
medicamentos
cada
3
ó
4
horas.
Cuando
la
fiebre
vuelve
a
subir
antes
de
las
6
horas
hay
pediatras
que
adelantan
la
toma,
poniéndolas
hasta
cada
4
horas,
los
hay
que
usan
los
medios
físicos
y
los
hay
que
intercalan
las
tomas
de
Ibuprofeno
y
Paracetamol
cada
3
ó
4
horas.
Yo
soy
partidario
de
esto
último:
12. Se
da
por
ejemplo
paracetamol,
si
a
las
3-‐4
horas
sube
de
nuevo
la
fiebre
a
más
de
38º
se
da
Ibuprofeno
y
a
las
3-‐4
horas
de
nuevo
paracetamol...
Si
la
fiebre
es
muy
alta
(más
de
39º),
dado
que
el
medicamento
va
a
tardar
una
hora
en
empezar
a
hacerle
efecto,
mientras
tanto,
metemos
al
niño
en
agua
templada
durante
15-‐20
minutos
como
describí
más
arriba.
Aún
haciendo
todo
esto
a
veces
la
fiebre
no
puede
controlarse,
sobretodo
los
primeros
días
de
la
infección.
¿Es
grave
la
fiebre
que
tiene
un
niño?
Muchos
padres
pregunta
a
partir
de
qué
temperatura
deberían
llevar
al
niño
al
médico,
o
qué
temperatura
empieza
a
ser
peligrosa.
Lo
que
manda,
es
el
estado
general.
Si
es
bueno,
aunque
la
fiebre
sea
alta,
la
infección
no
es
grave
en
principio.
En
mi
experiencia,
hay
niños
que
tienen
mucha
facilidad
para
que
les
suba
la
fiebre,
pero
también
la
toleran
muy
bien.
Y
hay
niños
a
los
que
sube
poco,
pero
con
mucha
más
afectación.
Si
el
estado
general
es
malo
y
la
fiebre
muy
resistente,
debe
ser
visto
por
un
pediatra
lo
antes
posible
para
descartar
infecciones
graves.
Tomando
la
temperatura
en
la
axila:
Febrícula
entre
37
y
38º
Centígrados.
Fiebre
si
es
mayor
de
38º.
13.
Las
fases
de
la
fiebre:
1º
La
piel
se
pone
pálida.
2º
Empieza
a
temblar.
3º
La
piel
se
enrojece.
4º
Suda.
Para
controlar
la
fiebre:
Medios
físicos:
Quitar
ropa,
baño
con
agua
templada,
dar
agua
con
frecuencia.
Medicinas:
Cualquiera
de
ellas
tarda
en
torno
a
una
hora
en
empezar
a
hacer
efecto.
Convulsión
febril
en
niños
y
bebés.
Es
la
pérdida
de
conciencia
brusca
como
consecuencia
de
la
fiebre.
A
veces
se
acompaña
de
movimientos
raros,
como
sacudidas,
que
es
lo
que
la
mayoría
de
la
gente
interpreta
como
convulsión.
Aunque
puede
haber
convulsión
si
temblores.
Convulsión
febril
típica
(buen
pronóstico)
Las
convulsiones
febriles
típicas
aparecen
entre
los
6
meses
y
los
6
años,
suelen
coincidir
con
una
subida
o
bajada
brusca
de
la
fiebre,
generalmente
el
primer
día
de
14. la
infección
(no
suelen
repetir
en
la
misma
infección)
y
ceden
sin
necesidad
de
tratamiento
en
menos
de
15
minutos.
Aproximadamente
la
mitad
de
los
niños
que
sufren
una
convulsión
febril
no
vuelve
a
tener
otra
en
toda
su
vida.
Que
un
niño
tenga
una
convulsión
febril
no
quiere
decir
que
sea
epiléptico,
aunque
esta
repita
más
de
una
vez.
En
la
mayoría
de
los
casos,
cuando
es
típica,
no
precisa
estudio
alguno
ni
tratamiento
especial
si
es
la
primera
vez.
Si
tiene
alguna
característica
atípica,
como
que
dure
más
de
15
minutos,
que
mantenga
síntomas
de
alteración
nerviosa
tras
la
crisis,
que
repita
en
una
misma
infección
o
que
aparezca
en
niños
de
menores
de
6
meses
o
mayores
de
6
años
si
precisa
de
estudio
para
descartar
otras
enfermedades
asociadas.
En
cuanto
al
pronóstico,
muchos
padres
están
más
preocupados
por
si
la
convulsión
es
un
signo
de
una
enfermedad
cerebral
o
si
va
a
dejar
secuelas
al
niño
que
por
la
crisis
en
sí.
Si
una
convulsión
cumple
todos
los
criterios
descritos
anteriormente
para
considerarla
típica,
sobre
todo
el
hecho
de
que
dure
menos
de
15
minutos,
no
se
asocia
con
secuelas
de
ningún
tipo,
el
desarrollo
cerebral
del
niño
puede
ser
totalmente
normal.
Incluso
hay
estudios
según
los
cuales
los
niños
que
tuvieron
convulsiones
febriles
suelen
ser
mejores
estudiantes
y
tienen
una
capacidad
de
concentración
superior
a
los
que
no
las
tuvieron.
Aunque
pueda
sonar
presuntuoso,
a
modo
de
ejemplo:
Somos
7
hermanos,
los
dos
que
tuvimos
convulsiones
febriles
de
pequeños
(una
de
mis
hermanas
y
yo)
hemos
sido
los
que
hemos
tenido
mejores
calificaciones
en
los
estudios.
15. La
crisis
En
aquellos
niños
predispuestos
(se
ha
visto
por
ejemplo
que
los
niños
con
convulsiones
febriles
suelen
tener
antecedentes
familiares)
una
subida
o
bajada
brusca
de
la
temperatura
puede
alterar
los
impulsos
eléctricos
del
cerebro
dando
lugar
a
una
descarga.
Esa
descarga
que
puede
afectar
a
una
zona
del
cerebro
más
amplia
o
menos,
suele
provocar
la
pérdida
de
conciencia
del
niño
y
movimientos
desorganizados
que
son
más
evidentes
en
las
extremidades.
Se
puede
acompañar
de
piel
pálida
con
los
labios
morados
(cosa
que
de
por
sí
puede
aparecer
simplemente
con
la
fiebre).
Si
afecta
a
los
nervios
que
controlan
la
musculatura
de
la
cara
cerrará
la
boca
con
mucha
fuerza.
Al
respirar
con
los
dientes
encajados
y
no
tragar
la
saliva
durante
la
convulsión
puede
formarse
en
la
boca
espuma
con
la
saliva.
Ya
que
los
movimientos
de
las
extremidades
pueden
ser
muy
violentos,
a
veces
conviene
retener
al
niño,
no
impidiendo
los
movimientos
por
completo,
pero
si
para
impedir
que
se
golpee
con
objetos
cercanos.
Cuando
la
crisis
ceda
lo
notaremos
inicialmente
porque
se
relaja,
ceden
los
espasmos
y
al
final
se
despierta.
No
es
raro
que
se
relajen
los
esfínteres
escapando
orina
y
heces.
Y
tras
la
convulsión
es
frecuente
también
que
queden
con
algo
de
somnolencia
por
el
agotamiento.
Cuando
un
niño
tiene
una
convulsión
casi
siempre
va
a
urgencias
donde
se
suele
poner
medicación
para
que
ceda
16. la
convulsión
(si
no
ha
cedido
aún)
y
oxígeno
mientras
cede.
En
la
mayoría
de
los
casos,
al
llegar
a
urgencias
ya
no
convulsiona.
Una
de
las
cosas
que
debe
hacerse
cuando
cualquier
niño
tiene
una
convulsión
febril
es
explicar
a
los
padres
como
actuar
si
algún
día
vuelve
a
aparecer.
¿Qué
hacer
en
una
convulsión
febril
de
un
niño
o
bebé?
Hay
una
medicación
que
suele
recomendarse
que
tengan
en
casa
todos
los
padres
de
niños
que
han
tenido
alguna
vez
una
convulsión:
Diazepam
rectal
de
5mg
(Stesolid).
Es
un
enema
pequeño,
fácil
de
poner
en
las
convulsiones
cuyo
efecto
como
relajante
muscular
hace
que
ceda.
Aunque
su
absorción
es
muy
irregular
(su
principal
defecto)
suele
cortar
la
convulsión
en
menos
de
5
minutos,
por
lo
que
en
niños
de
más
de
10
kilos
de
peso
se
puede
repetir
pasados
los
5
minutos
si
no
cede.
Ante
una
convulsión
con
fiebre,
si
se
tiene
el
Stesolid,
es
lo
primero
que
debemos
ponerle.
Debemos
evitar
que
con
los
espasmos
se
golpee
contra
objetos
próximos
retirándolos
de
su
alcance.
Procurar
que
pueda
respirar
bien,
eliminando
cualquier
objeto
de
la
boca
(por
ejemplo
si
estaba
comiendo)
y
procurando
que
haya
aire
(abrir
las
ventanas
y
que
no
se
agolpe
la
gente
a
su
alrededor).
17. Una
vez
que
cede
la
convulsión,
si
la
fiebre
es
alta
dar
algo
para
que
ceda.
Si
está
consciente
se
puede
dar
en
jarabe,
pero
si
sigue
somnoliento
ponerlo
en
supositorio.
Como
cualquier
tratamiento
para
la
fiebre,
tarda
en
torno
a
una
hora
en
empezar
a
hacer
efecto,
mientras,
se
puede
ir
bajando
la
temperatura
por
medios
físicos
(meter
en
la
bañera
con
agua
templada,
o
liar
al
niño
en
una
toalla
húmeda
templada).
Tras
todo
esto,
y
aunque
se
recupere
bien
de
la
convulsión,
debe
ser
valorado
por
un
pediatra
para
cerciorarse
que
la
crisis
ha
cedido
sin
complicaciones
y
tratar
la
infección
desencadenante
de
la
fiebre.
18.
Mocos
en
bebés
y
niños.
Mocos
claros,
espesos,
verdes
o
blancos.
Pero
siempre
mocos.
Los
diferentes
tipos
de
moco
de
niños
y
bebés
y
cómo
actuar
en
cada
caso.
Si
a
los
niños
los
vendieran
con
certificado
de
garantía,
lo
primero
y
más
fácil
de
cumplir
sería:
"Se
garantiza
que
no
dejará
de
tener
mocos
hasta
los
6
ó
7
años."
De
hecho
¿cuál
es
el
apelativo
despectivo
más
frecuente
para
referirse
a
un
niño
antes
de
esa
edad?
"Mocoso."
Dicho
de
otra
manera,
que
preocuparse
porque
siempre
tiene
mocos
es
como
hacerlo
porque
el
cielo
sea
azul.
Es
lo
normal,
y
no
implica
que
esté
enfermo
ni
que
precise
tratamiento.
Dar
medicamentos
a
un
bebé
o
un
niño
cuya
única
molestia
es
que
se
le
cae
el
moco
es
tener
ganas
de
no
dejar
de
darle
medicamentos
en
al
menos
3
ó
4
años.
Entre
otras
cosas
porque
aun
dando
medicamentos
no
va
a
estar
sin
moco
ni
dos
días
en
cuanto
dejemos
de
dárselos.
Y
eso
suponiendo
que
lleguen
a
quitarse
en
algún
momento.
19. La
razón
de
esto,
es
que
cuando
un
bebé
nace,
tiene
las
defensas
que
su
madre
le
ha
pasado
a
través
de
la
placenta.
Esas
defensas
contra
todas
las
infecciones
que
ha
pasado
la
madre
en
su
vida
se
mantienen
hasta
aproximadamente
los
4
meses
de
vida.
A
partir
de
ahí
el
bebé
queda
a
merced
del
primer
bicho
que
pase
por
su
lado.
Son
cientos
los
virus
y
bacterias
que
pueden
infectar
a
un
ser
humano.
La
mayoría
entran
por
la
nariz
y
la
garganta
con
el
aire
y
al
irritar
la
mucosa
estimulan
la
producción
de
moco.
Los
primeros
años
estas
infecciones
son
muy
frecuentes,
ya
que
no
tenemos
defensas
nada
más
que
frente
a
aquellos
con
los
que
ya
hemos
pasado
el
catarro.
Conforme
pasa
el
tiempo,
cada
vez
son
más
los
que
conocemos
y
menos
los
nuevos
y
las
infecciones
pasan
a
ser
cada
vez
menos
frecuentes.
A
esas
alturas
el
niño
ha
cumplido
generalmente
los
6-‐7
años.
Antes,
si
ha
tenido
muchos
hermanos
o
va
a
guardería
y
después
si
es
hijo
único
y
lo
tenemos
híper-‐
controlado.
Asumido
que
va
a
seguir
con
mocos,
hay
mocos
y
mocos:
20.
Rinitis
seca
del
lactante
La
primera
vez
que
los
padres
piensan
que
su
bebé
está
resfriado
suele
ser
muy
pronto.
La
mayoría,
ya
desde
el
primer
día
de
vida
y
durante
las
primeras
semanas:
Notan
que
el
bebé
no
puede
respirar
bien.
Hace
ruido
como
si
tuviese
la
nariz
taponada.
Pero
el
moco
no
cae
de
la
nariz
y
si
le
hacen
un
lavado
nasal
suele
salir
poca
cosa.
El
bebé
come
bien
aunque
haciendo
ruido
y
estornuda
más
que
tose.
No
tiene
fiebre
y
por
lo
demás
está
bien.
Ese
bebé
no
está
resfriado.
Lo
único
que
le
sucede
es
que
durante
el
embarazo
la
nariz
estaba
siempre
mojada
(estaba
sumergido
en
líquido)
y
desde
que
ha
nacido
está
en
un
ambiente
más
seco.
Al
resecarse,
la
mucosa
de
la
nariz
se
congestiona,
se
hincha,
dificultando
el
paso
de
aire,
pero
con
poco
moco.
En
este
caso
lo
único
que
hay
que
hacer
es
humedecer
la
mucosa
con
frecuencia
echándole
un
par
de
gotas
de
suero
fisiológico
en
la
nariz
de
vez
en
cuando
y
aspirándolo
a
los
pocos
segundos,
sólo
si
vemos
el
moco
asomar.
Si
no
vemos
moco,
no
se
aspira.
Porque
si
aspiramos
con
frecuencia
le
da
más
congestión.
Por
lo
tanto:
Si
tu
bebé
tiene
la
nariz
atascada,
hace
ruido
al
respirar,
pero
no
se
le
cae
el
moco,
lo
único
que
hay
que
hacer
es
echarle
un
par
de
gotas
de
suero
fisiológico
en
la
nariz
cuando
lo
veamos
más
atascado.
Verás
que
a
los
cinco
minutos
respira
mejor.
22. Mocos
claros
en
niños
y
bebés
Cuando
a
un
niño
o
bebé
le
cae
moco
claro
continuo
de
nariz
es
que
hay
algo
que
está
irritando
la
mucosa
nasal.
Suele
acompañarse
de
estornudos
y
su
causa
suele
ser
una
infección
viral
o
una
alergia.
La
diferencia
entre
la
infección
viral
y
la
alergia
es
que
los
virus
suelen
ceder
en
menos
de
una
semana,
mientras
la
alergia
puede
durar
mucho
más.
Se
puede
reducir
la
congestión
nasal
y
la
producción
de
moco
con
antihistamínicos.
Yo
suelo
recomendárselo
a
los
padres
cuando
el
moco
es
tan
abundante
que
irrita
la
nariz,
impide
que
el
niño
duerma
o
coma
bien.
En
cuanto
a
qué
antihistamínico
y
su
dosis,
te
recomiendo
que
consultes
a
tu
pediatra,
que
te
lo
indicará
en
función
de
su
edad
y
peso.
En
el
moco
claro
abundante,
suele
ser
poco
efectivo
el
lavado
nasal.
Ya
que
a
los
dos
minutos
de
hacerlo
es
frecuente
que
ya
esté
cayendo
el
moco
de
nuevo.
Especialmente
aconsejo
no
hacerle
lavados
si
tiene
la
piel
de
la
nariz
irritada
o
le
duelen
los
oídos.
Generalmente
cuando
se
corta
el
goteo
de
moco,
éste
se
espesa:
23.
Mocos
espesos
en
niños
y
bebés
Lo
habitual
es
que
los
mocos
espesos
aparezcan
en
niños
y
bebés,
cuando
los
mocos
claros
se
espesan.
Eso
ocurre
con
más
frecuencia
por
las
mañanas
o
al
final
del
catarro.
Por
las
noches
el
niño
o
bebé
está
tumbado,
con
lo
que
el
moco
se
queda
en
la
nariz
(en
lugar
de
ir
cayendo)
y
se
espesa.
Luego,
durante
el
día,
como
va
saliendo
suele
aclararse.
Al
final
del
catarro,
la
producción
de
se
hace
menos
abundante,
no
sale
con
tanta
velocidad
y
le
da
tiempo
a
espesarse
cada
vez
más.
¿Cómo
podemos
tratar
el
moco
espeso
en
niños
y
bebés?
El
moco
claro
se
puede
tratar
con
antihistamínicos.
Al
dárselo
reducimos
su
producción.
Para
el
moco
espeso
se
suelen
recomendar
los
mucolíticos.
Yo
no
suelo
mandarlos,
porque
en
la
mayoría
de
los
casos,
lo
que
hacen
es
transformarlo
en
claro,
ahora
tomas
tratamiento
para
el
moco
claro
y
se
espesa....
Vamos,
que
es
marear
mocos.
Lo
más
efectivo
para
eliminar
moco
espeso
de
la
nariz
en
niños
y
bebés
es
el
lavado
nasal
y
aspirar:
24. Lavado
nasal.
Tumbamos
al
niño
o
bebé
de
lado
y
aplicamos
por
el
orificio
nasal
que
queda
arriba
suero
fisiológico
o
agua
marina
en
Spray
(Prefiero
los
sprays
a
la
jeringuilla,
porque
los
sprays
están
clasificados
por
edades,
de
forma
que
para
los
pequeños
tienen
menos
presión,
evitando
así
hacer
daño.
Con
la
jeringuilla
podemos
pasarnos.).
Luego
lo
tumbamos
del
otro
lado
y
repetimos.
Aspiración
nasal.
Tras
el
lavado,
si
vemos
moco
asomando,
podemos
aspirar
para
sacarlo.
Sólo
os
recomiendo
aspirar
si
veis
el
moco.
No
es
bueno
aspirar
mucho,
ya
que
la
presión,
puede
producir
más
congestión.
Por
lo
tanto
aspira
para
sacar
lo
que
ves,
no
lo
que
oyes.
Ni
por
ver
si
casas
algo
más.
Casos
en
los
que
no
recomiendo
hacer
lavados
de
nariz
en
niños
y
bebés
Cuando
un
niño
se
suena
bien
la
nariz
no
tiene
sentido
aspirar.
Echar
suero
si
puede
ayudar
incluso
en
adultos.
En
algunos
casos
notamos
el
moco
cuando
respira.
Tiene
moco
en
la
garganta
y
al
estornudar
le
sale
moco
espeso.
Pero
si
hacemos
un
lavado
no
sale
casi
nada
y
sigue
igual
de
atascado.
Suelen
ser
las
vegetaciones.
Y
en
la
vegetaciones
no
sirven
de
nada
los
lavados
de
nariz.
Otro
caso
en
el
que
no
sirven
los
lavados
de
nariz
en
niños
y
bebés
es
cuando
el
moco
es
claro.
El
problema
en
este
caso
es
que
le
hacemos
el
lavado.
El
niño
pasa
un
mal
rato,
y
un
minuto
después
vuelve
a
estar
igual,
pero
más
cabreado.
Cuando
el
moco
es
claro,
la
producción
de
moco
25. es
tan
rápida
que
el
lavado
no
es
una
solución.
En
ese
caso
van
mejor
los
antihistamínicos.
Por
último,
cuando
a
un
niño
o
bebé
le
duelen
los
oídos
no
recomiendo
hacerle
lavados,
ya
que
es
frecuente
que
en
ese
caso
les
resulten
especialmente
molestos
o
hasta
dolorosos.
26.
Las
vegetaciones
¿Porqué
siempre
está
con
mocos
y
tos?
Mi
hijo
lleva
semanas
con
moco
que
no
echa
y
tos
de
noche.
Y
ningún
jarabe
le
hace
nada.
Las
vegetaciones
aumentan
de
tamaño
cada
vez
que
tenemos
una
infección
en
la
nariz
o
la
garganta..
Si
estas
infecciones
no
son
frecuentes,
una
vez
que
cede,
las
vegetaciones
se
van
reduciendo
a
su
tamaño
normal.
Cuando
son
muy
seguidas,
cosa
habitual
en
los
preescolares,
no
da
tiempo
a
que
vuelvan
a
reducirse
entre
catarro
y
catarro.
Por
lo
que
van
creciendo
y
estorbando
cada
vez
más.
El
resultado
es
que
casi
todos
los
preescolares
entre
catarro
y
catarro
mantienen
los
síntomas
siguientes.
Hipertrofia
de
adenoides
o
vegetaciones
en
niños
El
moco
es
espeso.
Se
nota
cuando
tose
que
tiene
moco
pero
no
lo
hecha.
Ronca
por
la
noche.
La
tos
es
más
intensa
de
noche
y
al
levantarse.
Sufre
ataques
de
tos
entre
los
cuales
está
normal.
Respira
con
la
boca
abierta.
Sobretodo
cuando
se
tumba.
27. Con
lavados
nasales,
sale
poco
o
nada,
y
se
le
sigue
oyendo
el
moco
en
la
garganta,
igual
que
antes
del
lavado.
Viendo
el
dibujo
se
puede
entender
mejor.
Las
vegetaciones
están
donde
señala
la
flecha.
Mientras
está
de
pie
el
moco
cae
continuamente
por
la
garganta
y
se
lo
va
tragando.
Si
en
algún
momento
ese
moco
se
intenta
ir
hacia
los
pulmones
tose,
pero
esto
durante
el
día
es
esporádico.
Sólo
tose
con
cambios
bruscos
de
postura,
si
corre
o
al
reír
o
llorar.
Al
hacer
lavados
de
nariz
no
sale
nada,
porque
el
moco
no
va
a
subir
hacia
la
nariz,
lo
más
fácil
para
él
es
ir
escurriendo
hacia
abajo.
En
la
nariz
casi
no
hay
moco.
Cuando
se
tumba,
las
anginas
caen
hacia
atrás,
al
igual
que
la
campanilla,
con
lo
que
el
poco
espacio
que
quedaba
para
el
paso
de
aire
casi
desaparece.
28. Como
resultado,
el
niño
hace
ruido
al
respirar
(ronca).
Además,
cuando
está
tumbado,
el
moco,
en
lugar
de
ir
escurriendo
hacia
abajo,
se
acumula
en
la
garganta
y
escurre
por
el
conducto
de
Eustaquio,
que
va
hacia
el
oído.
Por
eso
de
noche
suelen
doler
más
los
oídos.
Tras
un
rato
de
estar
acostado,
la
garganta
está
totalmente
ocupada
de
moco,
de
forma
que
ya
no
puede
respirar
ni
por
la
nariz
ni
por
la
boca.
En
ese
momento
el
niño
se
despierta
tosiendo
como
si
se
ahogase.
Da
varios
golpes
de
tos
seguidos,
hasta
que
en
uno
de
ellos
notamos
que
quita
el
moco
de
en
medio.
Y
entonces
se
vuelve
a
dormir.
Al
rato
vuelve
a
despertarse
con
la
misma
tos.
Ese
rato,
hasta
que
se
despierta
con
la
tos,
dura
lo
que
tarde
en
volver
a
llenar
de
moco
la
garganta.
Tratamiento
de
las
vegetaciones
Lo
bueno
de
las
vegetaciones
grandes,
es
que
esto
no
es
grave,
aunque
si
muy
latazo.
Lo
malo
es
que
no
se
cura
con
jarabes.
Es
frecuente
ver
a
niños
con
las
vegetaciones
grandes
que
llevan
semanas
tomando
mucolíticos,
antihistamínicos
o
anti-‐tusivos
sin
ningún
resultado.
No
está
peor,
pero
sigue
igual.
Si
las
vegetaciones
se
curasen
con
jarabes
no
se
operaría
a
los
niños,
y
cuando
están
muy
grandes,
la
única
solución
real
es
a
veces
la
operación.
29. La
decisión
de
operar
las
vegetaciones
o
no
depende
de
la
intensidad
de
los
síntomas:
Si
empiezan
a
deformarse
dientes
y
paladar.
Si
hay
infecciones
de
oído
de
repetición.
Suelen
acompañar
a
la
hipertrofia
de
vegetaciones
porque
están
justo
en
la
salida
del
moco
de
los
oídos
hacia
la
garganta
y
cuando
crecen
hasta
taponar
la
salida
retienen
el
moco
en
el
oído
y
favorecen
las
infecciones.
Si
duerme
muy
mal.
Apnea
del
sueño:
ronca
hasta
interrumpir
la
respiración
más
de
10
segundos
seguidos.
Son
niños
que
durante
el
día
no
pueden
tirar
de
su
alma
por
el
cansancio.
Si
en
la
radiografía
lateral
del
cuello
dejan
menos
de
medio
centímetro
de
paso
de
aire.
Este
sería
el
criterio
cuantificable
cuando
no
tenemos
claros
los
anteriores.
No
suelen
operarse
antes
de
los
2
años.
Porque
cuanto
antes
se
operan,
más
fácilmente
se
reproducen,
con
lo
que
nos
encontraríamos
de
nuevo
en
la
misma
situación.
Si
vuestro
hijo
es
de
los
que
cumplen
estos
criterios
descritos
antes
y
estáis
hartos
de
darle
medicinas
sin
mejoría
alguna,
sed
inteligentes
y
no
le
deis
más
medicinas.
Si
está
tan
mal
que
precisa
operarlo,
hacedlo.
Si
no
está
para
operarlo,
dejad
de
darle
jarabes
que
no
van
a
servirle.
30. ¿Cómo
sé
que
mi
hijo
tiene
algo
más,
además
de
sus
vegetaciones?
Si
en
algún
momento:
La
tos
se
hace
mucho
más
frecuente.
Se
le
cae
continuamente
el
moco.
O
tiene
fiebre.
Es
que
ha
pillado
algo
nuevo
aparte
de
sus
vegetaciones.
En
esos
casos
debes
llevarlo
al
Pediatra.
31.
¿Cuándo
merece
la
pena
tratar
los
mocos?
El
moco
ayuda
al
niño
a
defenderse.
Pero
hay
casos
en
los
que
tratar
el
moco
es
importante.
Tos,
mocos
y
fiebre,
son
en
realidad
mecanismos
de
defensa
del
cuerpo.
Entender
que
estos
mecanismos
nos
ayudan,
puede
ser
útil.
No
pretender
eliminarlos
del
todo
(cosa
imposible),
también.
Pero
en
algunos
casos
es
útil
luchar
contra
el
moco
en
sí.
El
moco
es
producido
por
las
mucosas
(por
eso
ese
nombre
tan
"original")
siempre
que
algo
las
irrita.
Su
función
es
bloquear
y
arrastrar
al
irritante,
para
defenderse.
El
problema
es
que
todo
mecanismo
defensivo
es
susceptible
de
crear
alteraciones
si
se
pasa.
Centrándonos
en
los
mocos:
En
un
catarro,
el
moco
nos
ayuda
a
curarnos.
Pero
cuando
la
cantidad
de
moco
es
tal,
que
el
bebé
come
o
duerme
mal,
claramente
eso
no
ayuda
a
curarse.
Cuando
el
moco
cae
con
tal
frecuencia
que
la
piel
de
la
nariz
se
irrita
y
limpiarle
“la
vela”
es
un
suplicio,
el
moco
pasa
a
ser
más
problema
que
el
virus
contra
el
que
se
produjo.
32. Cuando
uno
está
molesto,
respirando
fatal,
el
moco
produce
más
alteración
del
bienestar
que
estaba
causando
la
infección.
En
todos
esos
casos,
yo
creo
útil
hacer
algo
que
alivie.
"Nadie
se
muere
por
tener
mocos",
pero
en
muchas
ocasiones,
tratar
o
no
tratar
el
moco,
es
una
diferencia
importante
en
el
bienestar
del
niño.
Y
no
todo
es
curar.
Parte
de
la
labor
del
médico,
es
aliviar.
Yo,
además
de
pediatra,
soy
padre.
Y
no
trato
continuamente
a
mi
hijo,
pese
a
que
siempre
tiene
algo
de
tos
y
moco
(como
todos).
Pero
desde
luego,
si
respira
mal,
no
come
bien
o
duerme
peor
por
culpa
del
moco...
El
moco
pasa
a
ser
algo
contra
lo
que
merece
la
pena
luchar.
33.
La
tos
en
niños
La
tos
es
un
mecanismo
que
tiene
el
cuerpo
para
garantizar
que
la
vía
aérea
quede
libre.
Cuando
algo
se
interpone
impidiendo
el
paso
del
aire,
irrita
la
mucosa
y
tosemos
para
expulsarlo
y
no
ahogarnos.
Pero
a
veces
se
produce
irritación
en
la
mucosa,
que
desencadena
el
reflejo
de
la
tos,
sin
que
nada
obstruya
el
paso
de
aire.
Esa
es
la
diferencia
entre
la
tos
productiva
y
la
seca.
La
primera
es
buena,
nos
protege
de
ahogarnos
y
hay
que
ayudarle.
La
segunda
sólo
irrita
sin
ningún
objetivo
y
hay
que
combatirla.
Tos
productiva
La
tos
productiva
es
por
ejemplo
la
de
la
bronquitis.
Por
un
irritante
alérgico
o
infeccioso,
los
bronquios
se
han
cerrado
y
producen
mucosidad
en
exceso.
Si
le
damos
algún
jarabe
para
cortar
la
tos
a
un
niño
con
bronquitis,
lo
único
que
conseguiremos
cortando
la
tos
es
que
el
moco
se
acumule
y
tenga
más
ahogo.
34. En
estos
casos,
lo
que
interesa
es
abrir
los
bronquios
y
ayudar
a
que
salga
el
moco.
Para
ello
se
suelen
usar
Salbutamol,
Terbutalina
o
Mepifilina
por
ejemplo.
Tos
irritativa
o
seca
En
la
tos
irritativa
influye
mucho
lo
nervioso
que
sea
el
niño.
De
hecho,
gran
parte
del
mecanismo
que
hace
que
se
mantenga
esta
tos,
es
la
propia
irritación
que
se
produce
al
toser.
Y
cuanto
más
nervioso
es,
más
se
provoca
la
tos.
Son
toses
en
las
que
pica
la
garganta
y
se
puede
apreciar
que
coge
aire
antes
de
toser,
para
hacerlo
con
más
fuerza
en
un
intento
de
arrancar
algo
de
la
mucosa.
Algo
que
como
decimos
en
la
tos
irritativa
no
existe.
Lo
único
que
conseguimos
tosiendo
es
irritar
más
la
mucosa,
creciendo
la
sensación
de
tener
algo
cada
vez
más
molesto
que
se
clava
en
la
garganta.
Todos
hemos
tenido
alguna
vez
esa
sensación.
Y
difícilmente
se
elimina
sólo
con
medicinas.
La
mejor
forma
de
hacer
que
ceda
antes,
es
aguantarse
la
tos
y
beber
agua
cuando
nos
pica
la
garganta.
Generalmente
con
aguantar
un
día
la
tos
cede,
al
romper
el
círculo
vicioso
de
picor-‐tos-‐más
picor-‐más
tos…
En
los
niños
más
pequeños,
o
aquellos
que
no
colaboran
porque
son
más
nerviosos
y
no
pueden
aguantar
el
picor
35. se
les
puede
ayudar
con
Antitusígenos
y
Antihistamínicos.
Lo
fundamental
en
la
tos,
es
diferenciar
aquella
que
hay
que
tratar
de
la
que
no.
Para
ello
se
debe
tener
en
cuenta
que
todos
los
niños
menores
de
6
años
tosen
todo
el
año.
Más
en
invierno
que
en
verano,
a
veces
con
moco
y
a
veces
sin
él.
No
tiene
sentido
dar
continuamente
medicinas
a
un
niño
cada
vez
que
tose,
porque
estaría
prácticamente
todo
el
año
tomándolas
sin
estar
realmente
enfermo.
¿Y
si
no
está
enfermo,
porqué
tose?
La
razón
es
que
los
niños
tienen
que
pasar
infecciones.
Es
la
única
forma
de
desarrollar
su
sistema
de
defensas.
Desde
que
nace,
bicho
que
pasa
por
su
lado,
bicho
que
le
da
su
tarjeta
de
presentación:
Ahí
te
va
un
resfriado,
una
infección
de
barriga...
Pero
el
niño
toma
nota.
Produce
anticuerpos
contra
el
agente
infeccioso
y
la
próxima
vez
que
se
cruce
con
él,
éste
ya
no
podrá
afectarle.
Incluso
cuando
no
está
con
el
catarro,
siguen
con
moco,
más
espeso
y
que
no
echa.
36. Es
el
moco
que
producen
unas
vegetaciones
que
a
fuerza
de
pasar
un
resfriado
tras
otro
han
ido
creciendo.
Cuando
ese
moco
cae
por
la
garganta,
para
evitar
que
pase
hacia
el
pecho
el
niño
tose.
Pero
es
una
tos
esporádica.
Puede
toser
5
ó
6
veces
seguidas
como
si
se
ahogara
pero
en
cuanto
quita
el
moco
de
en
medio
(sea
porque
se
lo
traga
o
sea
porque
lo
echa)
cesa
la
tos
durante
horas
hasta
que
vuelve
a
acumularse
el
moco.
Con
el
paso
del
tiempo,
será
cada
vez
mayor
el
número
de
microbios
contra
los
que
tiene
defensas,
pero
mientras
llegamos
a
ese
punto:
niño
+
invierno
=
mocos
+
tos.
Así,
si
tose
de
vez
en
cuando
y
no
está
molesto,
la
mejor
medicina
que
puede
tomar
es
ninguna.
Si
la
tos
es
más
persistente,
el
niño
está
molesto,
tiene
ahogo
o
vomita
por
la
tos
con
frecuencia,
sí
debe
ser
visto
por
el
pediatra.
37.
Los
vómitos
en
niños
Los
vómitos
son
un
signo
de
enfermedad
muy
alarmante.
Alarman,
porque
resultan
inesperados
y
porque
se
acompañan
de
síntomas
vagales
(palidez,
ojeras,
decaimiento...).
Además
son
a
veces
signo
de
enfermedad
grave.
Y
si
se
dan
en
niños
pequeños
o
son
persistentes
pueden
deshidratar
a
un
niño
en
pocas
horas.
Lo
primero
que
hay
que
diferenciar
hablando
de
vómitos
y
niños
es:
¿Vómitos
o
bocanadas?
El
vómito
es
echar
el
contenido
del
estómago
por
la
boca
de
forma
brusca
y
con
fuerza.
Vacían
el
estómago
casi
por
completo.
Es
como
si
el
propio
estómago
se
exprimiera
hasta
la
última
gota.
La
bocanada
es
como
si
escurriese
el
contenido
del
estómago
poco
a
poco
hacia
fuera.
38. Vacía
sólo
parte.
Parece
como
si
dejásemos
abierta
una
bolsa
de
agua
caliente,
según
la
postura
o
si
se
le
aprieta
desde
fuera
derrama
parte
de
su
contenido.
En
los
lactantes
las
bocanadas
son
muy
frecuentes.
Debido
a
que
el
cierre
superior
del
estómago
en
los
primeros
meses
puede
ser
muy
débil,
con
lo
que
cuando
llenan
mucho
la
barriga
pueden
echar,
se
va
escapando
su
contenido
como
si
rebosara.
Suele
coincidir
con
momentos
en
los
que
movemos
al
niño,
de
tal
modo
que
si
apretamos
la
barriga
lo
suficiente
puede
salir
con
fuerza
como
en
los
vómitos.
Pero
nunca
vaciará
del
todo
el
estómago.
Ya
que
el
vómito
vacía
el
estómago
y
la
bocanada
sólo
echa
parte
del
contenido,
con
el
vómito
puede
deshidratarse
el
niño,
con
las
bocanadas
(y
a
veces
muchas
más
en
número)
queda
contenido
que
pasa
al
intestino
y
se
absorbe
siendo
más
difícil
que
se
deshidrate.
En
las
bocanadas
el
tema
es
cuánto
echa
y
sobretodo
cuánto
queda,
de
modo
que:
Si
un
niño
echa
20
bocanadas
al
día,
pero
gana
el
peso
que
debe,
es
que
echa
lo
que
le
sobra.
Pero
si
no
gana
o
incluso
pierde
peso
(lo
cual
sólo
se
comprueba
pesándolo),
es
que
está
echando
más
de
la
cuenta.
En
el
primer
caso
(si
gana
peso)
la
razón
de
que
eche
es
que
come
más
de
lo
que
debe
y
punto.
39. En
el
segundo
es
que
hay
un
cierre
del
estómago
excesivamente
débil
(Reflujo
Gastroesofágico),
está
enfermo
(Infección
de
orina
por
ejemplo),
hay
algo
que
impide
que
el
alimento
pase
hacia
el
intestino
(Estenosis
hipertrófica
de
Píloro)
o
no
tolera
el
alimento
que
se
le
da
(Intolerancias
a
las
proteínas
de
la
leche
de
vaca
o
a
la
lactosa).
Por
tanto,
si
pierden
peso,
sí
hay
que
averiguar
la
causa
y
tratarla.
Si
gana
peso,
puede
darse
las
tomas
más
frecuentes
pero
con
menos
cantidad
y
si
aun
así
echa
pero
sigue
ganando
peso,
pues
se
gasta
más
en
leche
y
lavadora
pero
no
pasa
nada.
Todo
lo
anterior
se
refiere
al
lactante,
ya
que
conforme
crecen
es
cada
vez
más
rara
la
bocanada.
El
vómito
en
preescolares
y
escolares
atiende
a
dos
causas
fundamentalmente:
Casi
siempre
a
una
enfermedad,
pero
hay
niños
que
se
lo
provocan,
bien
porque
les
gusta
(mericismo)
o
porque
les
sirve
como
arma
de
chantaje.
Lo
más
difícil
de
tratar
es
el
mericismo.
Se
pueden
usar
antieméticos
como
la
Domperidona
pero
la
mayoría
de
las
veces
la
única
solución
es
psicológica.
En
cuanto
a
los
que
vomitan
como
forma
de
chantaje,
la
clave
es
que
el
niño
llegue
a
la
conclusión
de
que
no
consigue
nada
vomitando.
Para
ello
hay
que
ser
inflexible,
de
modo
que
si
pide
algo
y
como
forma
de
presión
si
no
se
le
da
vomita,
nunca
debe
cederse.
40.
Se
le
limpia
con
las
mínimas
manifestaciones
posibles
de
que
nos
moleste
(nada
de
enfados)
y
se
le
explica
porqué
no
se
lo
damos,
se
confirma
que
no
se
le
va
a
dar
y
que
nunca
se
le
dará
nada
que
pida
con
pataletas
o
vómitos.
Tratamiento
de
los
vómitos
Los
vómitos
de
verdad,
los
que
pueden
deshidratar
al
niño
se
tratan
desde
3
puntos
de
vista:
Dieta:
Cuando
sólo
hay
vómitos
sin
diarrea
no
tiene
sentido
poner
dieta
astringente
(arroz,
zanahoria...).
En
estos
casos
solo
hay
que
evitar
las
grasas,
que
son
lo
que
más
irrita
la
mucosa
del
estómago.
Es
decir,
se
evitaran
fritos,
bollería,
pastelería
y
embutidos
curados.
En
cuanto
a
cantidad,
se
dará
de
comer
más
veces
al
día
pero
menos
cantidad
en
cada
toma.
De
este
modo
llenamos
menos
el
estómago,
lo
que
hace
el
vómito
menos
probable.
No
debemos
insistir
con
la
comida
en
el
niño
con
nauseas.
Si
toma
2
cucharadas
y
no
quiere
la
tercera
es
mejor
aguantar
dos
que
echar
tres.
41. Reponer
lo
que
se
pierde
con
el
vómito
para
evitar
la
deshidratación.
Se
pierde
agua
pero
también
sales
por
lo
que
para
reponer
las
pérdidas
no
vale
el
agua
ni
la
manzanilla
solas.
Se
deben
tomar
sueros
de
rehidratación
oral
en
pequeños
sorbos
para
que
lo
tolere
mejor.
En
los
últimos
años
ha
habido
un
esfuerzo
por
parte
de
los
laboratorios
por
ajustarlos
a
las
necesidades
reales
de
los
niños
y
a
sus
gustos.
Depende
de
las
preferencias
en
sabor
de
unos
niños
y
otros
la
elección
entre
ellos.
Los
hay
ya
preparados
y
con
sabor
a
cola,
plátano
y
mango,
naranja,
caldo
de
gallina,
yogur…
Por
sabores
no
será.
En
cualquier
caso
guardándolo
en
el
frigorífico
cualquiera
de
ellos
mejora
sensiblemente
su
sabor.
El
Aquarius
y
demás
bebidas
para
después
de
hacer
deporte,
no
sirven
y
pueden
ser
peligrosas.
Medicaciones
Hay
muchas.
Cuando
los
vómitos
son
seguidos
y
muy
frecuentes
la
medicación
hay
que
darla
en
supositorio
o
pinchada.
Si
además
tiene
diarrea,
queda
sólo
la
opción
de
pincharla.
42. Tras
el
pinchazo,
se
deja
al
niño
una
hora
sin
que
tome
nada
y
a
partir
de
ahí
empieza
con
sueros
de
rehidratación
a
pequeños
sorbos
durante
2
horas
y
si
lo
tolera
ya
puede
empezar
a
comer
(sin
grasas
y
sin
forzar)
dando
20-‐30
minutos
antes
de
desayuno,
comida
y
cena
un
jarabe
para
los
vómitos.
Dieta
y
jarabe
se
mantienen
hasta
que
pasa
un
día
entero
sin
nauseas
ni
vómitos.
En
ese
momento
se
retira
el
jarabe
y
se
vuelve
a
su
dieta
normal.
Si
haciendo
todo
lo
anterior
en
cualquier
momento
vuelve
a
vomitar
hay
que
dejarlo
una
hora
sin
tomar
nada
y
empezar
de
nuevo
poco
a
poco
con
los
sueros
de
rehidratación
y
después
con
la
dieta.
Si
aún
así
sigue
vomitando
todo
lo
que
toma,
debe
rehidratarse
por
vena
(es
decir
en
el
hospital)
y
dejarlo
a
dieta
absoluta
(sin
tomar
nada
por
boca).
Tanto
en
los
vómitos
como
en
la
diarrea,
el
problema
principal
es
la
deshidratación.
Cuando
un
niño
se
deshidrata
se
nota
en:
La
boca
está
seca.
Si
a
un
niño
se
le
cae
la
baba,
aunque
halla
vomitado
10
veces
o
hecho
diarrea
otras
tantas,
no
está
deshidratado.
En
los
lactantes
pequeños
que
aún
tienen
abierta
la
fontanela,
si
está
hundida
cuando
el
niño
está
tumbado
(que
se
hunda
un
poco
cuando
está
de
pie
es
normal)
es
signo
de
que
anda
escaso
de
líquido.
Cuando
se
van
deshidratando,
las
ojeras
se
van
marcando
cada
vez
más.
43.
El
niño
está
más
decaído
y
más
pálido.
Si
apretamos
las
uñas,
al
soltarlas
el
lecho
de
la
uña
se
ha
quedado
pálido,
pero
recupera
su
color
rápidamente.
Si
tarda
más
de
3
segundos
es
que
el
riego
de
sangre
es
escaso
lo
que
entre
otras
puede
ser
signo
de
deshidratación
(a
veces
ocurre
con
la
fiebre
o
con
la
anemia
por
ejemplo).
Si
aparecen
estos
signos
es
recomendable
que
sea
valorado
por
un
pediatra
lo
antes
posible.
44.
Diarrea
en
niños
y
bebés
¿Qué
es
diarrea
de
verdad
y
qué
no
lo
es?
Diarrea
es
hacer
deposiciones
muchas
veces,
mucha
cantidad
y
muy
líquida.
Si
falta
cualquiera
de
esas
condiciones
no
es
diarrea,
ni
va
a
causar
los
problemas
que
ésta
tiene:
Deshidratación
y
pérdida
de
peso.
Una
de
las
consultas
más
frecuentes
en
los
padres
novatos
son
las
falsas
diarreas:
Reflejo
gastro-‐cólico
en
bebés:
Hace
caca
cada
vez
que
come
La
primera
es
el
reflejo
gastro-‐cólico.
Los
lactantes
tienen
un
reflejo
por
el
cual,
cada
vez
que
se
llena
el
estómago
,se
estimula
el
movimiento
del
intestino.
Por
lo
que
no
es
raro
que
hagan
una
deposición
cada
vez
que
comen
y
además
suele
ser
líquida
o
casi.
Pero
no
son
abundantes
(tiene
dos
de
las
tres
condiciones),
por
lo
que
no
deshidrata
al
bebé
ni
le
impedirá
ganar
peso.
Otra
cosa
que
lo
diferencia
de
la
diarrea
es
que
come
bien
(si
fuese
diarrea
cada
vez
que
come
le
darían
retortijones,
por
lo
que
rechazaría
el
alimento)
y
no
se
le
irrita
el
culete
(la
diarrea
es
más
irritante
que
las
deposiciones
normales).
45.
Color
y
olor
extraños
en
la
caca
Cuando
nacen,
las
primeras
cacas
(meconio)
son
de
un
verde
negruzco
y
muy
pegajoso
(como
petróleo).
El
contenido
de
esas
primeras
cacas
es
sólo
de
secreciones
del
intestino,
una
de
las
cuales
(la
bilis,
que
produce
el
hígado)
es
la
que
le
da
el
color
verde
oscuro
(casi
negro).
En
cuanto
el
bebé
nace,
tiene
contacto
con
una
serie
de
microbios
que
hay
a
nuestro
alrededor
y
empiezan
a
colonizarlo.
Entrando
por
la
boca,
crecen
en
todo
el
tubo
digestivo.
Hay
algunos
de
estos
microbios
que
digieren
la
bilis
y
otros
que
no
y
hay
microbios
que
al
digerir
alimentos
los
fermentan
liberando
unos
gases
distintos
de
otros.
Según
los
microbios
que
hay
en
el
intestino
el
color
y
el
olor
de
las
heces
son
distintos
sin
que
eso
suponga
ningún
problema.
Así
por
ejemplo
sin
estar
enfermo,
un
niño
hará
las
deposiciones
verdes,
si
en
su
intestino
no
hay
microbios
que
digieran
la
bilis.
Y
si
los
hay,
será
entre
amarillenta
y
marrón.
Del
mismo
modo,
si
hay
muchos
microbios
anaerobios
(son
microbios
que
viven
y
digieren
los
nutrientes
sin
usar
oxígeno,
fermentando)
la
caca
huele
peor
que
si
no
los
hay
y
los
gases
que
expulsa
(pedos)
huelen
"como
los
de
un
adulto".
46.
Por
tanto,
como
hemos
dicho,
la
auténtica
diarrea
es
líquida,
frecuente
y
abundante,
quita
las
ganas
de
comer,
produce
dolor
de
barriga
e
irritación
del
culete.
La
diarrea
de
verdad
El
tratamiento
consiste
en:
Reponer
lo
que
pierde.
Evitar
la
deshidratación
es
el
primer
objetivo
en
el
tratamiento
de
la
diarrea.
Para
ello
no
vasta
con
dar
agua
porque
también
se
pierden
sales
y
hay
que
reponer
ambas
cosas
al
mismo
ritmo.
La
principal
causa
de
mortalidad
infantil
han
sido
siempre
las
deshidrataciones
por
diarrea.
En
los
países
desarrollados
han
descendido
en
picado
desde
que
se
usan
los
sueros
de
rehidratación
oral.
Hasta
el
punto,
de
que
la
Organización
Mundial
de
la
Salud
considera
que
los
sueros
de
rehidratación
oral,
siendo
uno
de
los
recursos
médicos
más
baratos,
son
el
medicamento
que
más
vidas
ha
salvado
en
todo
el
mundo.
Cuando
sólo
damos
agua
o
manzanilla
(que
tampoco
lleva
sales)
el
niño
cada
vez
tiene
menos
sales
en
el
cuerpo.
Éstas
sales
retienen
al
agua,
y
si
bajan,
cada
vez
se
pierde
agua
con
más
facilidad
y
cuesta
más
absorberla.
47. También
hay
gente
que
da
zumos,
sin
saber
que
aligeran
aún
más
la
barriga.
Y
hay
quien
da
agua
de
arroz.
Pero
ésta
tiene
el
defecto
de
que
hay
que
hacerla
a
la
concentración
justa,
ya
que
muchas
veces,
pensando
que
cuanto
más
espesa
más
retiene,
se
hace
demasiado
concentrada,
lo
que
da
más
diarrea
aún.
Otra
solución
usada
a
veces
pero
que
conlleva
un
riesgo
importante
son
las
limonadas
alcalinas
caseras.
Su
peligro
está
en
que
si
nos
pasamos
en
la
concentración
al
prepararlas
pueden
provocar
una
deshidratación
con
exceso
de
sal
que
es
mucho
más
peligrosa.
Por
tanto
la
mejor
solución
son
los
sueros
de
rehidratación
oral.
La
resistencia
a
usar
estos
sueros
cuando
claramente
son
lo
indicado
se
ha
basado
siempre
en
que
los
niños
los
rechazan
por
no
tener
un
sabor
agradable.
Por
ello
el
esfuerzo
fundamental
de
los
laboratorios
que
los
producen
en
los
últimos
años
se
ha
centrado
en
la
mejora
de
ese
sabor.
Y
lo
están
consiguiendo.
En
la
actualidad
existen
en
el
mercado
sueros
de
rehidratación
oral
ajustados
a
las
necesidades
de
los
niños
y
con
sabores
muy
aceptables,
que
mejoran
además
si
se
mantienen
frescos
en
el
frigorífico.
No
se
debe
dar
Aquarius
ni
otros
sueros
para
deportistas
en
la
diarrea.
48. Reponer
la
flora
normal
del
intestino:
En
el
intestino
tenemos
millones
de
microbios
no
agresivos
con
los
que
convivimos.
Ellos
se
alimentan
de
nuestra
comida,
pero
al
hacerlo
nos
ayudan
a
digerirla
mejor
para
absorber
algunos
nutrientes
y
además,
ocupan
un
espacio,
que
si
no
llenasen
ellos,
sería
cubierto
por
otros
gérmenes
más
agresivos.
De
hecho,
siempre
que
hay
una
infección
intestinal,
es
porque
parte
de
esta
flora
normal
ha
sido
desplazada
por
microbios
más
dañinos.
Por
eso,
una
de
las
armas
para
luchar
contra
las
infecciones
intestinales
que
producen
diarrea,
es
reponer
la
flora
normal
del
intestino.
Para
ello
usamos
productos
que
llamamos
pro
bióticos.
Contienen
el
mismo
tipo
de
microorganismos
protectores
que
el
“Actimel”
pero
mucho
más
abundantes
y
con
menos
azúcar.
(No
dar
Actimel)
Al
introducirlos
en
el
intestino
lo
que
hacen
es
multiplicarse
y
ocupar
espacio,
dejando
menos
sitio
para
los
"bichos
malos".
De
ese
modo
nos
ayudan
a
curar
la
diarrea.
Dieta
astringente:
Consiste
en
evitar
aquellos
alimentos
que
estimulan
el
movimiento
intestinal
y
aportar
aquellos
que
favorecen
la
absorción
de
líquido.
49.
En
la
práctica:
Los
lactantes
que
toman
sólo
pecho
pueden
continuar
con
él
pero
tomando
menos
cantidad
en
cada
toma
y
con
más
frecuencia.
En
los
que
toman
leche
artificial,
si
la
diarrea
es
abundante
y
dura
varios
días,
se
recomienda
sustituir
su
leche
normal
por
leches
bajas
en
lactosa,
hasta
que
ceda
la
diarrea.
El
motivo
es,
que
cuando
la
diarrea
va
desgastando
la
pared
del
intestino,
las
células
más
superficiales,
que
son
las
que
digieren
la
lactosa
(el
azúcar
de
la
leche)
se
pierden
y
el
niño
no
puede
temporalmente
digerirla,
lo
que
aumenta
la
diarrea
si
sigue
tomando
lactosa.
En
lactantes
más
grandes,
además
pueden
tomar
(si
ya
lo
tomaban
previamente),
yogur
natural
azucarado,
cereales
de
crema
de
arroz
(el
arroz
es
un
cereal
sin
gluten
por
lo
que
si
ya
había
tomado
antes
cereales
sin
gluten
puede
tomar
los
de
crema
de
arroz)
y
Pollo
o
Pescado
cocido
con
arroz
y
zanahorias.
Insisto,
cualquiera
de
estos
alimentos,
si
los
había
probado
previamente.
En
ningún
caso
debe
introducirse
un
alimento
nuevo
mientras
está
con
diarrea.
En
niños
a
los
que
ya
se
había
introducido
toda
la
alimentación,
se
puede
dar
yogur
natural
azucarado,
puré
de
patatas
y
zanahoria,
pollo
o
pescado
blanco
tanto
a
la
plancha
como
cocido
con
arroz
y
zanahoria,
manzana
sin
cáscara
o
plátano
maduro.
50. Respecto
a
la
dieta
es
importante
tener
claro
que
cualquier
alimento
fuera
de
la
lista
anterior
puede
hacer
daño.
Es
preferible
no
comer,
a
comer
algo
que
le
siente
mal,
ya
que
al
no
absorberse
no
le
va
a
alimentar,
pero
si
va
a
dañar
el
intestino
haciendo
que
tarde
más
en
curarse.
Y
es
importante
mantenerla
hasta
que
lleve
un
día
completo
sin
diarrea.
Es
decir,
cuando
lleve
un
día
completo
sin
deposiciones
o
con
ellas
normales
debe
volver
a
su
comida
normal.
Cuando
empiezan
a
mejorar,
a
veces
recuperan
el
apetito
y
piden
comer
otras
cosas
y
en
muchos
casos,
si
toma
alimentos
difíciles
de
digerir,
reaparece
la
diarrea.
Tampoco
está
indicado
mantener
la
dieta
más
tiempo,
porque
es
frecuente
que
se
estriñan
inmediatamente
después
de
una
diarrea.
Protección
de
la
región
perianal:
Como
dije
al
principio
una
de
las
cosas
que
pasa
en
la
diarrea
es
que
la
caca
suele
ser
más
irritante
para
la
piel
alrededor
del
ano.
Tanto
porque
cambia
su
acidez
haciéndose
más
corrosiva,
como
por
la
mayor
frecuencia
con
la
que
moja
la
piel
y
por
la
presencia
de
gérmenes
más
agresivos.
Por
eso,
es
necesario
proteger
esa
zona,
cuya
irritación
es
a
veces
la
parte
más
molesta
de
la
diarrea.
Para
evitar
dañar
más
la
piel
y
ya
que
la
caca
es
líquida
y
se
limpia
con
facilidad,
no
deben
usarse
toallitas
mientras
tenga
irritado
el
culete,
se
lava
sólo
con
agua.
51. Hay
que
secar
empapando,
sin
frotar
para
no
hacer
más
daño.
Y
después,
aplicar
una
capa
protectora
impermeable,
de
forma
que
cuando
vuelva
a
hacer
no
queme
de
nuevo
la
piel.
Para
esto
último
lo
mejor
son
las
pastas
al
agua,
que
dejan
una
capa
protectora
impermeable,
de
modo
que
cuando
haga
una
deposición,
no
llegue
siquiera
a
tocar
la
piel.
A
veces,
la
irritación
favorece
que
la
piel
se
infecte
con
los
microbios
de
la
caca
y
aparecen
en
la
piel
úlceras.
En
esos
casos
antes
de
aplicar
la
pasta
al
agua,
se
debe
aplicar
una
pomada
antibiótica
y
encima,
la
Pasta
al
agua.
Otras
medicaciones:
Existen
otros
medicamentos
que
a
veces
se
mandan
para
cortar
la
diarrea
.
Yo
no
suelo
usarlos.
Porque
mi
experiencia
es
que
no
aportan
gran
cosa.
De
hecho,
como
la
diarrea
es
una
forma
del
cuerpo
de
eliminar
algo
que
hay
en
el
intestino
y
que
le
daña,
a
veces,
si
cortamos
la
diarrea,
el
niño
empeora.
He
visto
a
veces
también,
dar
medicamentos
para
tratar
el
dolor
de
la
diarrea.
Este
dolor
es
debido
a
los
retortijones,
que
no
es
otra
cosa
que
contracciones
bruscas
y
periódicas
del
intestino
que
duelen
por
lo
intensas
que
son.
Esto
no
cede
con
anti-‐inflamatorios
como
el
Ibuprofeno.
Mientras
siga
teniendo
retortijones
sigue
doliendo.
52. Hay
quien
sabiendo
esto,
indica
medicamentos
que
reducen
la
movilidad
del
intestino,
para
reducir
esos
espasmos.
Pero,
como
dijimos
antes,
si
retenemos
las
heces
retenemos
los
"bichos"
causantes
de
la
infección
con
lo
que
empeora.
Tanto
en
los
vómitos
como
en
la
diarrea,
el
problema
principal
es
la
deshidratación.
Cuando
un
niño
se
deshidrata
se
nota
en:
La
boca
está
seca.
Si
a
un
niño
se
le
cae
la
baba,
aunque
halla
vomitado
10
veces
o
hecho
diarrea
otras
tantas,
no
está
deshidratado.
En
los
lactantes
pequeños
que
aún
tienen
abierta
la
fontanela
(el
hueco
que
dejan
sobre
la
frente
los
huesos
del
cráneo),
si
está
hundida
cuando
el
niño
está
tumbado
(que
se
hunda
un
poco
cuando
está
de
pie
es
normal)
es
signo
de
que
anda
escaso
de
líquido.
Cuando
se
van
deshidratando
las
ojeras
se
van
marcando
cada
vez
más.
El
niño
está
más
decaído
y
más
pálido.
Si
apretamos
las
uñas,
al
soltarlas
el
lecho
de
la
uña
se
ha
quedado
pálido,
pero
recupera
su
color
rápidamente.
Si
tarda
más
de
3
segundos
es
que
el
riego
de
sangre
es
escaso
lo
que
entre
otras
puede
ser
signo
de
deshidratación
(a
veces
ocurre
con
la
fiebre
o
con
la
anemia
por
ejemplo).
Si
aparecen
estos
signos
es
recomendable
que
sea
valorado
por
un
pediatra
lo
antes
posible.
53.
El
dolor
en
niños
El
dolor
es
el
mecanismo
de
alarma
del
cuerpo.
Avisa
de
que
se
le
está
haciendo
daño
o
de
que
algo
no
funciona
bien.
En
los
niños
más
pequeños
su
única
manifestación
es
el
llanto.
Conforme
crecen
y
desarrollan
la
capacidad
de
comunicarse,
ya
van
definiéndolo
y
localizándolo
mejor.
El
llanto
en
el
niño
que
no
habla
Me
dicen
muy
a
menudo
que
un
pediatra
es
más
médico
que
los
demás,
porque
averiguar
el
motivo
por
el
que
llora
un
lactante
es
complicado.
Sólo
llora,
no
dice
nada.
Eso
es
algo
que
unido
a
la
pena
que
produce
en
los
que
le
rodean,
que
les
limita
la
capacidad
de
pensar
de
forma
lógica,
hace
que
en
la
mayor
parte
de
los
casos
cuando
el
pediatra
dice
la
causa
los
padres
manifiesten
su
asombro,
y
en
muchos
casos
su
incredulidad
hasta
que
el
llanto
cede
siguiendo
sus
indicaciones
(cuando
acertamos).
Para
averiguar
la
gran
mayoría
de
causas
que
hacen
llorar
a
tu
hijo
los
primeros
meses
puedes
seguir
el
esquema
siguiente:
54.
La
pauta
para
"adivinar"
la
causa
del
llanto
en
un
lactante
podría
ser
la
siguiente:
¿Al
cogerlo
se
calla?
55. Si
es
así,
al
niño
no
le
duele
nada,
sólo
quiere
que
lo
cojan.
No
hay
ningún
dolor
que
ceda
al
cogerlo.
Si
no
cede
cogiéndolo
seguimos.
Tócale
con
el
dedo
en
las
mejillas.
¿Desvía
la
cabeza
buscando
el
dedo
con
la
boca?
Si
es
así
tiene
hambre,
el
llanto
debería
ceder
en
cuanto
se
le
ofrezca
comida.
Si
no,
seguimos.
Mira
el
pañal
y
si
está
lleno
cámbialo.
Si
hay
irritación
de
la
piel
el
niño
llorará
cada
vez
que
haga
caca,
orine
o
tenga
el
pañal
sucio
más
de
la
cuenta.
Si
no,
sigue.
Dolor
de
oídos
Tócale
delante
de
los
oídos
y
bajo
ellos.
Si
el
llanto
se
aumenta
al
tocarle
posiblemente
le
duelen.
Muchas
veces
los
padres
sospechan
que
al
niño
le
duele
el
oído
cuando
él
se
lo
toca
con
frecuencia.