Entre el 7 y el 10 de agosto tuvo lugar en Brasilia, Brasil el segundo encuentro de comunidades afectadas por la minería en América Latina, que reunió a 35 representantes de nueve países, entre laicos, sacerdotes, misioneros, religiosas y, por supuesto, habitantes de comunidades afectadas. Todo esto como parte de las acciones acordadas en el primer encuentro realizado en Roma, en 2015.
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
Minería y comunidades en México
1. MINERIA: IMPLICACIONES PARA LA IGLESIA MEXICANA
2° Encuentro de comunidades afectadas por la minería en América Latina 2018
Entre el 7 y el 10 de agosto tuvo lugar en Brasilia, Brasil el segundo encuentro de comunidades
afectadas por la minería en América Latina, que reunió a 35 representantes de nueve países,entre
laicos, sacerdotes,misioneros, religiosas y, por supuesto, habitantes de comunidades afectadas. Todo
esto como parte de las acciones acordadas en el primer encuentro realizado en Roma, en 2015.
El Encuentro, coorganizado por la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil CNBB, el
Departamento de Justicia y Solidaridad de la Comisión Episcopal Latino Americana (DEJUSOL-
CELAM), Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad (CIDSE) y la red Iglesias
y Minería, tuvo como objetivo elaborar nuevas estrategias de solidaridad y acompañamiento de las
iglesias a las comunidades afectadas por la minería en América Latina.
Los diversas organizaciones, movimientos y familias religiosas de varios países de América Latina,
Estados Unidos y Alemania, convocados en Brasilia, promueven un nuevo tipo de iglesia y una nueva
forma de relación con el conjunto de la Creación, privilegiando la auténtica responsabilidad humana
y cristiana que promueve la justicia y la comunidad, en contraposición a una falsa responsabilidad
del mundo empresarial, el desentendimiento de los Estados y la comunidad internacional sobre las
graves violaciones a Derechos Humanos generados por el extractivismo minero y la acumulación
desmedida excluyente.
PRINCIPALES CONCLUSIONES:
1. Es necesario un mayor compromiso y acercamiento con quienes sufren las consecuencias de este
modelo económico de producción desenfrenada,consumismo voraz y depredación sin límites de
la naturaleza. Acorde a las orientaciones de la Encíclica Laudato SI y de la Carta Pastoral del
CELAM sobre Ecología Integral.
2. Se insistió en una iglesia que se abre, que no sólo está en salida por que va al encuentro de un
pueblo que está en la lucha, sino que también se deja afectar,que se deja conmover, se deja mover
y transformar por ese pueblo que entra y se adentra en sus salones cuando las puertas de hecho
están abiertas para esa acogida.
3. Se condenó la alarmante violación de los derechos humanos que ha dejado asesinatos de
defensores y líderes comunitarios, a causa del actual modelo minero extractivista, sostenido y
alimentado por el afán de enriquecimiento inmoral, inhumano y antinatural de las grandes
corporaciones mineras transnacionales y los países de origen.
4. Se buscó socializar las luchas, los gritos, los sueños y las victorias ya conseguidas con el empeño
de las iglesias, las asociaciones y las organizaciones populares que han conseguido la prohibición
de la minería como en El Salvador, por ejemplo, en América Latina, y otros países que están en
vista de prohibir la minería en sus territorios.
5. Se reconoció que los proyectos extractivistas no generan procesos de vida, como nos lo quieren
presentar, sino que, por lo contrario, todo lo que pasa por sus manos queda muerto, sin vida;
2. dejando miseria, dejando hambre, dejando dolor, dejando sufrimiento, enfermedad en muchas
comunidades y personas por donde pasa esta locomotora extractiva.
QUÉ NOS TOCA HACER COMO IGLESIA
En nuestro país experimentamos exactamente el mismo fenómeno. No podemos negar que hay una
discusión real entre el posible desarrollo que la industria minera pudiera generar en las comunidades
más pobres, creando controversia entre los gobiernos locales, federal y las comunidades. Sin
embargo, la reflexión de las mismas comunidades va en el sentido que el concepto de desarrollo entre
la industria minera y los habitantes donde se explota o pretende explotar, no es la misma.
La promesa de más trabajos directos e indirectos, escuelas y espacios de recreación, no son serios
porque realmente se generan trabajos precarios en condiciones de seguridad, higiene y salarios no
correspondientes al riesgo. La destrucción ambiental irrecuperable no la asumen las industrias
mineras, ya que al terminar de explotar la tierra abandonan la mina y las consecuencias la sufren las
comunidades.
El desarrollo debe estar en función de la igualdad social y el Buen Vivir, que no está en relación de
mayor riqueza por ingresos económicos solamente.
Como iglesia mexicana, nos toca acompañar las luchas de decenas de comunidades (muchas de ellas
indígenas) que, en defensa de su territorio, arriesgan hasta la propia vida. Si bien, de acuerdo al
Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina1
, reporta que en todo México hay por lo
menos 37 casos registrados de situaciones conflictivas en distintos estados y municipios del país a
causa de la minería, nos corresponde identificar cada rostro y cada esfuerzo de las personas que en
estas comunidades han decidido emprender por cuidar de nuestra Casa Común.
Para la dimensión de pastoral del trabajo donde se encuentra el eje de ecología integral, es
indispensable observar con una mirada de fe y de liberación, estos procesos sociales para generar las
estrategias que más convengan y acompañar estas luchas y estos esfuerzos por enaltecer los bienes
comunitarios y los valores culturales de los pueblos afectados por la minería. Acompañar haciendo y
animando a que muchos agentes de pastoral se sumen a estos esfuerzos de educación, transformación
del concepto de desarrollo y que no haya más indiferencia social a lo que ha sido un desastre
sociambiental para casi todas las comunidades.
Promoveremos en consecuencia, un observatorio de los conflictos mediambientales en nuestro país
que acompañe las luchas de decenas de sacerdotes, religiosos y laicos que están teniendo en las
diócesis y parroquias de México. Observar no se limita a ver, sino a identificar, las acciones que más
convengan a las comunidades de visibilización del problema, de organización, de formación y de
creación de medios de desarrollo que reduzca la vulnerabilidad que las empresas mineras aprovechan
para confundir y dividir.
Dimensión de Pastoral del Trabajo
Eje de ecología integral
1 http://mapa.conflictosmineros.net/ocmal_db/?page=lista&idpais=02024200