Luisa de Marillac y la educación de las niñas pobres
Y nosotros ¿estamos cambiando?
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Cambio climático
Y nosotros: ¿estamos cambiando?
Reunión de Alto Nivel
(05 de diciembre de 2014)
Muy queridos hermanos y hermanas, que buena oportunidad nos regala el Señor para
encontrarnos y compartir nuestras inquietudes.
Como Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, les hemos convocado hoy a esta
reunión de alto nivel entre representantes de los gobiernos y nosotros, representantes de la
Iglesia Católica para alcanzarles nuestras preocupaciones y propuestas sobre el tema que ha
concitado la atención de todo el mundo durante estos días, y cuyo centro ha sido nuestro país
para hablar desde aquí del cambio climático y su impacto en las poblaciones más
empobrecidas, marginadas y sin duda para hablar de la justicia climática y acordar, cómo
cuidar los bienes de la Creación.
Hoy nos acompañan distinguidos representantes de nuestro gobierno peruano, representantes
de otros países y también, los representantes del Symposium de las Conferencias Episcopales
del África y Madagascar, de la Federación de Conferencias Episcopales del Asia, de la
Conferencia Episcopal de Francia, del Consejo Episcopal Latinoamericano, de la Conferencia
Episcopal Peruana y representantes de las Comunidades de Fé, de las redes de Caritas
Internacional y CIDSE, que es una alianza católica internacional de agencias de desarrollo y
miembros de la sociedad civil.
Quiero empezar este saludo recordando que si la Iglesia está comprometida con el cuidado
del ambiente, es porque en las Sagradas Escrituras, desde el primer libro del Génesis (2,15) se
afirma que Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra, para que la cuidaran y cultivaran. La
Iglesia quiere ser fiel a esa misión y por ello es especialmente sensible a la situación de los
más pobres, porque son ellos los más afectados por el cambio climático y las consecuencias
de no cuidar adecuadamente a la tierra y sus habitantes.
Hace unos días, el Papa Francisco en su discurso a los participantes de la II Conferencia
Internacional sobre Nutrición que organizó la FAO en Roma, les dijo:
2. “…Pienso en nuestra hermana y madre tierra, en el planeta, si somos libres de presiones
políticas y económicas para cuidarla, para evitar que se autodestruya. Tenemos adelante
Perú y Francia, dos conferencias que nos desafían cuidar el planeta. Recuerdo una frase que
escuché de un anciano hace muchos años, Dios siempre perdona… las ofensas, los maltratos,
Dios siempre perdona, los hombres perdonamos a veces, la tierra no perdona nunca. Cuidar
a la hermana tierra, la madre tierra para que no responda con la destrucción”. (Papa
Francisco, discurso en la FAO, 20 de noviembre, 2014)
Compartimos la preocupación de nuestro Papa Francisco y con sus palabras los animo a este
diálogo.
Tengo muchas inquietudes compartidas con mis hermanos obispos y con los laicos que hoy
nos acompañan. Lo que voy a decir se sustenta en las reuniones previas que hemos tenido
entre las diferentes instituciones nacionales e internacionales para expresar lo siguiente.
1.- Nuestra realidad: los pobres son los más afectados por el cambio climático
Me inspira esta noche lo que nuestro querido Papa Francisco viene diciendo al mundo en sus
intervenciones. “No se entiende que el amor a los pobres está al centro del Evangelio. Tierra,
techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados. Reclamar esto no es
nada raro, es la doctrina social de la Iglesia” (Encuentro Mundial del Papa con los
Movimientos Populares, 28 de octubre de 2014)
Trabajamos día a día, “hombro con hombro”, con las comunidades más pobres y vulnerables,
y vemos las situaciones en las que viven, así como el impacto del cambio climático en su vida
diaria y en sus esfuerzos por sobrevivir.
Hay una relación directa entre cambio climático y desarrollo sostenible, ésto porque el
cambio climático limita el desarrollo humano integral. El daño ocasionado a los recursos
naturales y a la biodiversidad representa una amenaza directa a la supervivencia de nuestro
planeta.
Más de 800 millones de personas no tienen acceso a suficientes alimentos para sobrevivir en
el mundo, y el cambio climático está amenazando con tener aún más impactos negativos
sobre la producción de alimentos y sobre todos los aspectos de la seguridad alimentaria.
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3. Los más pobres, especialmente mujeres, niños y personas con habilidades diferentes en áreas
rurales, que son quienes menos han contribuido al calentamiento del planeta, son
injustamente los más afectados por el cambio climático. Son los menos equipados para
resistir los efectos negativos del cambio climático y carecen de voz o representación en la
toma de decisiones políticas. De acuerdo con la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, el
40 por ciento de los más pobres sufren los mayores impactos.
Los impactos se están sintiendo en todo el mundo. La región pan-amazónica, en especial, se
enfrenta a numerosos y complejos desafíos. Es un bioma en donde la vida se manifiesta en
toda su diversidad, es un regalo de Dios para todos. No obstante, se sigue devastando a un
ritmo acelerado: inversiones extractivas a gran escala, extensos monocultivos y el cambio
climático amenazan su entorno y socavan la dignidad y el derecho de los pueblos a la
autodeterminación, dejando de lado el Convenio 169 de la OIT y en general, vejando al rostro
de Cristo encarnado en los miembros de las comunidades indígenas, costeras, rurales y
urbanas y en la gente de ascendencia africana.
2.- ¿Qué está pasando en nuestro mundo?, se habla de un patrón de extracción de
recursos naturales que ocasiona daños ecológicos y acelera el cambio climático, me
pregunto: ¿Este modelo no debería de cambiar?
Observamos que la deforestación, la degradación del suelo, el agotamiento de los recursos naturales y
los asentamientos humanos en tierras vulnerables al desastre, son ejemplos claros de prácticas que
afectan la calidad de la vida y aceleran el cambio climático. La transformación descontrolada de la
tierra por determinada actividad humana que, por encima de todo, exacerba la vulnerabilidad de las
sociedades, golpeando más fuertemente a los grupos más pobres y excluidos. El problema del cambio
climático es, ante todo, un problema de sostenibilidad.
Perú es uno de los diez países más afectados por el cambio climático a nivel mundial, lo que se
manifiesta, por ejemplo, en la pérdida del volumen de los glaciares andinos, el Fenómeno de “El
Niño”, los cambios en los regímenes de las lluvias, entre otros, que afectan principalmente a las
poblaciones más débiles de las zonas rurales y a todos los sectores de la población. Miles de hectáreas
de cultivos principales de la canasta alimentaria se han ido perdiendo y campañas agrícolas presentan
pérdidas significativas.
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4. ¿No les parece que debería haber una mayor la responsabilidad ecológica y social entre las empresas,
elaborando para ello políticas públicas sectoriales, para prácticas comerciales responsables y
sostenibles?
Considero también que se deben establecer requisitos obligatorios para que las empresas intensifiquen
sus buenas prácticas con respecto a sus impactos sociales y ecológicos, especialmente en el territorio
de los países anfitriones. Por ejemplo, se debe obligar a las empresas a reconocer y respetar la
propiedad consuetudinaria de las comunidades indígenas respecto de tierras y recursos naturales. Lo
decimos desde aquí, donde los conflictos socio-ambientales son los que más se dan, felizmente
nosotros como Iglesia, acompañamos muchas experiencias para transformar estos conflictos en
oportunidades de desarrollo y paz.
Me siento comprometido a decir que se debe introducir la obligación de informar al público sobre los
impactos medioambientales de las operaciones de las empresas, a fin de ayudar a la gente a entender
las consecuencias de sus decisiones de consumo y promover el cambio sociocultural, para que tanto
individuos como comunidades adopten una conducta que sea social y ecológicamente responsable.
3. ¿Qué podemos hacer ante esta realidad?
Creo que es de suma importancia que los acuerdos de esta COP 20 se puedan afirmar en Francia 2015,
en la COP 21. ¡Cuánto valdría tener un acuerdo jurídico internacional que sea aplicable a todos los
Estados!, ¡que sea relevante y vinculante!
Estas intenciones se deben traducir con urgencia en acción concreta mediante un compromiso serio,
respaldado de inmediato por financiación adecuada vía el Fondo Verde para el clima, que implique un
firme cambio en los patrones de producción y consumo, a fin de promover cadenas alimentarias más
cortas, reconociendo el papel fundamental de los pequeños agricultores y un enfoque adecuado para
evitar que se adopten soluciones falsas al cambio climático. Es también tan necesaria la reducción de
riesgos de desastres e incentivar la resiliencia de las comunidades. Pero se necesita más decisión de
los países para garantizar los recursos que se han establecido para el Fondo Verde.
Siendo que está por cumplirse el plazo dado para las mestas de desarrollo del milenio (MCG), es muy
urgente un nuevo acuerdo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) después de 2015,
acuerdo enfocado en luchar contra la pobreza e incentivar un desarrollo verdaderamente sostenible,
que incorpore acciones muy relevantes para combatir el cambio climático.
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5. La degradación medioambiental está directamente ligada a la pobreza y la exclusión social, lo que
demuestra que la pobreza y la "miseria ecológica" son inseparables, como lo han dicho mis hermanos
del episcopado filipino. No puede existir armonía ecológica en un mundo caracterizado por
estructuras sociales injustas; asimismo, las desigualdades sociales extremas no pueden coexistir con la
sostenibilidad ambiental. La raíz de la crisis ecológica no es simplemente un problema económico y
medioambiental. Es también un problema moral.
Y lo digo porque nosotros trabajamos en la promoción, la defensa y el respeto constante de la vida
humana, que se extiende al respeto por toda la Creación, desde una visión mundial que afirma la
importancia ética de la interdependencia mundial y el bien común.
Porque queremos vivir una ética de solidaridad que promueve la cooperación en una estructura justa
de compartir con la comunidad mundial toda.
Porque partimos de un entendimiento del propósito universal de la creación que requiere el uso
responsable y equitativo de los recursos del planeta, desde una opción por los pobres, que le da pasión
a la búsqueda de un mundo equitativo y sostenible.
La Doctrina Social de la Iglesia Católica se preocupa porque esté presente en la política
medioambiental las auténticas soluciones a los problemas ecológicos que hoy enfrentamos. El
legítimo desarrollo respeta la dignidad humana y los límites de nuestro planeta.
La respuesta al cambio climático debe involucrar a toda la humanidad: todos tenemos un papel
indispensable que desempeñar. Además de los argumentos científicos, técnicos y económicos, las
soluciones deben incluir inquietudes éticas y morales. Se debe adoptar un enfoque que considere el
impacto del cambio climático sobre una amplia variedad de derechos humanos, incluyendo el derecho
universal a una alimentación adecuada.
Enfrentar el cambio climático, reduciendo drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero
y ayudando a las comunidades más pobres a adaptarse de una forma sostenible a los efectos de dicho
cambio que ya están padeciendo, es una tarea que requiere acciones inmediatas así como de corto,
mediano y largo plazo. No es posible que la temperatura del planeta aumente más de 2 grados
centígrados en el próximo quinquenio; por el contrario, la temperatura del planeta debe empezar a
bajar antes del 2020. Para el año 2050 debería lograrse una reducción de las emisiones de gases de
efecto invernadero no menor del 90%. Ello significa llegar a compromisos muy firmes y relevantes de
conformidad con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
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6. Si le hacemos frente a este desafío ecológico, las importantes decisiones políticas que se tomarán en
los próximos meses, representarán una verdadera oportunidad para que los encargados de la toma de
decisiones a nivel mundial coloquen a los pobres y al cuidado de la creación en el centro de nuestros
procesos globales, tomando conciencia que a nivel de los países del mundo existen responsabilidades
compartidas y también diferenciadas.
Pido al Dios de la vida nos acompañe en estos tiempos difíciles, para no bajar la intensidad de nuestro
compromiso. Si hay algo que no debe perder su ardor es nuestro corazón para que abrigue la
esperanza de la gente por un mundo limpio, sano, fraterno y justo.
No hay tiempo para dudar, el compromiso es ahora.
Muchas gracias.
Monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana.
Diciembre de 2014
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