Este documento discute un nuevo trastorno llamado déficit de atención por uso de Internet. El extenso uso de Internet causa dificultades para concentrarse en otras actividades debido a la naturaleza fragmentada y distractor de navegar en la web. Investigaciones muestran que el cerebro se adapta a procesar información de forma rápida y superficial en la web, lo que dificulta la concentración y retención de información a largo plazo. Los internautas frecuentes tienden a mantener estos hábitos de pensamiento distraído
CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
Descubren trastornos por uso de internet
1. Descubren trastorno por uso de Internet1
La utilización extendida de la web llevó a que muchos sufran un déficit de
atención importante a la hora de realizar otras actividades. Cómo cambió
la mente desde que las personas se convirtieron en internautas.
La hiperactividad improductiva es un trastorno de la conducta que se caracteriza por una
intensa actividad motora sin un objetivo aparente. Este problema suele vincularse, muchas
veces a otro: el déficit de atención. Entonces, quien padece ambos encuentra que le es muy
difícil concentrarse para realizar tareas que incluyen funciones cognitivas, incluso las tan
"sencillas" escribir y leer manteniendo un argumento coherente.
Este trastorno es asociado, en los últimos tiempos, a la extensión del uso de Internet. La
ruptura de la linealidad de la lectura, la síntesis de contenidos y la simplicidad de las palabras
chocan contra una actividad de reflexión profunda que incluya argumentaciones, palabras
largas y construcciones complejas. Dado que el cibernauta se encuentra siempre atosigado por
distracciones (publicidades, colores, música, novedades informativas al instante, etcétera) le es
imposible concentrarse frente a la pantalla, y arrastra este inconveniente a cualquier otra
actividad de lectoescritura que desee encarar por fuera de la web.
Hace algún tiempo, el escritor argentino Alberto Manguel opinó sobre lo que ofrece la lectura en
Internet -a la que calificó de "superficial"- y cómo ésta afecta la concentración al acercarse a un
libro tradicional.
"No es una lectura de ingestión, entendemos lo que hay en el texto pero no permanece de la
misma forma" que lo que se lee en un libro, sostuvo el ensayista en una entrevista al diario
romano Il Messaggero.
Nicholas Carr, experto en Literatura y Lenguaje de la Universidad de Harvard, fue uno de los
primeros en notar este déficit de atención consecuencia de largas horas navegando en la red.
"Perdía el hilo (de lo que estaba haciendo) y quería iniciar otra actividad como ver mi correo, un
blog o escribir un `e-mail`", plasmó en su libro The Shallows: what Internet is doing to our brain
(Los superficiales: lo que Internet le está haciendo a nuestro cerebro), lanzado en los Estados
Unidos en junio pasado.
Según su hipótesis, la web volvió "livianas y dispersas" a las personas de pensamiento.
Estimaba que su cerebro se había "adaptado" al estilo de procesamiento de la red, por lo que
siempre "pedía" por información acotada, nueva, en partículas y sintetizada, situación que
impedía que la mente retuviera información y no se consolidara la memoria a largo plazo.
Concluyó que los internautas son más rápidos y automáticos mentalmente, pero menos
rigurosos y profundos en sus pensamientos.
El sustento científico de este trabajo está en las investigaciones de Gary Small, especialista de
la Universidad de California. Small estudió el comportamiento de personas asiduas a internet y
el de otras menos afectas, y descubrió que en sólo cinco días de práctica en la web éstas
últimas lograban crear nuevos caminos neuronales en la mente, aunque las nuevas habilidades
del cerebro nacían de quitar capacidad a otras áreas cognitivas.
1
Artículo del Diario La Mañana de Córdoba – Argentina el día 31/08/2010
2. En tanto, para Michael Merzenich, pionero en el área de neuroplasticidad, los internautas
mantienen sus hábitos de navegación fuera de la red.
"Estamos adoptando los mismos hábitos de pensamiento: distraídos, apurados y superficiales",
finalizó Carr, según se publicó en el blog Desequilibrios. Lectura y Cultura.