2. En un país muy lejano, en un lugar
encantado, en un momento mágico, nacieron
siete niñas, hijas de siete familias diferentes.
Había parado de llover y el arco iris se
mostraba con todo su esplendor, iluminado
por los últimos rayos de sol de ese día.
En el momento del nacimiento de estas
niñas una luz muy fuerte iluminó el atardecer
en todo el país, y la luna llena que brillaba en
ese momento, fue cambiando de colores,
pasando por todos los matices del arco iris.
-¡Es un presagio! - decían los pobladores.
- ¡Es una señal!- comentaban asombrados.
-¡Algo va a suceder!- se hablaban unos a
otros, muy preocupados.
3. La vecina más anciana del lugar,
que era algo así como una
curandera y adivina, susurró:
Alguien muy importante acaba de
llegar, siento su energía vital,
vibrar entre nosotros.
Sus palabras, siempre tan ciertas,
inquietaron, a quienes
consiguieron escucharlas.
Al otro día, buscaron en la región,
a algún desconocido, que pudiera
haber llegado durante la noche,
pero a nadie se encontró.
Buscaron en los días siguientes,
pero nadie llegó a ese lugar, y
poco a poco, se fueron olvidando
de las palabras de la curandera.
4. Pero algo extraño realmente pasó, y sólo
se dieron cuenta algún tiempo después.
Siempre que paraba de llover, esperaban
ver los lindos colores del arco iris, pero
éste nunca más apareció. Era como si en
aquel atardecer, la luna se lo hubiera
llevado.
Y así pasaron catorce años… Las niñas,
crecieron sanas y felices junto a sus
familias, sin haber visto jamás, al arco iris.
Sanas y felices, pero algo extrañas. A cada
una le gustaba un color en particular.
Tenían preferencia por ese color sobre los
demás. Siempre tenían que usar ese color,
aunque lo combinaran con otros. Si no le
ponían el color preferido, no se querían
vestir. Después de algún tiempo, las
familias se acostumbraron a ese extraño
ritual de las niñas.
5. En la víspera de cumplir los quince años, por
coincidencia, o por magia, las niñas salieron a
caminar y entraron en el bosque que había en
esa región. Ya lo conocían, pero un impulso
muy fuerte, las guiaba a la parte más oscura y
escondida, que los lugareños solían evitar.
Una a una, fueron llegando a un lugar en
donde habían extraños árboles, con ramas
retorcidas y hojas oscuras. Se miraron y se
reconocieron, pues ya se habían visto algunas
veces en el pueblo.
Estaban hablando y preguntando, cómo
habían llegado allí, cuando vieron una luz
blanca, pequeña y muy brillante, que se
acercaba a ellas. La luz se movió a su
alrededor, mientas las asombradas chicas, la
miraban sin pestañear. Una a una siguieron a
la encantada luz, como hipnotizadas.
6. Las llevó hasta una cueva, escondida entre los arbustos. La entrada era
pequeña, tuvieron que agacharse para poder entrar, pero su interior era
enorme, y en su centro había una mesa de roca maciza, iluminada por la luz
de la luna, que entraba por un agujero en el techo de la caverna.
Las jóvenes rodearon la mesa, mirando hacia arriba, hacia la luz que las guió
y que en ese momento subía hacia la luna. Luego, bajaron su mirada hacia la
mesa y allí vieron, asombradas, siete piedras ovaladas y muy lisas, con
matices de varios colores.
Las amigas, se miraron sorprendidas y cada una agarró una piedra para sí.
En ese momento, los colores de las piedras fueron cambiando, quedando
cada una con un color diferente: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y
violeta; por coincidencia, los colores preferidos por cada chica.
7. Las piedras movieron las manos de las
chicas hacia arriba y se juntaron en el
centro de la mesa, y de ellas salió una
luz del mismo color de cada piedra.
Juntas formaron un arco iris que se
dirigió hacia el cielo, saliendo por el
agujero que iluminaba la caverna.
De repente, las luces volvieron con
mayor intensidad envolviendo, cada
una, a una niña, obligándolas a cerrar
los ojos y apretar la piedra con la
mano. Cuando el momento pasó y
pudieron abrir los ojos, vieron que sus
ropas habían quedado totalmente del
color de la piedra que las iluminó.
No salían de su asombro y no
comprendían lo que pasaba, cuando
de repente, escucharon una voz, que
les habló muy suavemente:
8. -Siete colores, siete niñas. Le devuelvo, a cada una un color que robé. No estaba
conforme con mi color siempre blanco y sentía envidia de los bellos colores del arco
iris. Tanta envidia, que decidí traérmelos. Pero su belleza, en mí, duró solo un
momento y luego al color blanco volví.
-¿Quién eres? – preguntaban asombradas las chicas.
-La luna- contestó con voz triste.
-No es posible.
-Si, lo es, pero la naturaleza es sabia y en el momento en que yo robaba los colores
del arco iris, una estrella fugaz pasó delante de mí y escondió los colores en las
piedras que ustedes tienen en la mano. Lo único que quedó en mí, fue su reflejo, que
enseguida se fue.
9. -¿Por qué nos entregas las piedras a nosotras?
-Porque me gustaba mirar los colores del arco iris, bañados por los rayos del sol,
y desde aquel día, nunca más se formó.
-Pero ¿por qué nosotras? ¿Qué tenemos de especial?
-Ustedes, todas, nacieron en el momento que la estrella pasó, y les entregó a
cada una, el poder de controlar una piedra. Ese poder creció con ustedes, y este
es el momento, en que juntas, pueden volver a formar el arco iris y devolverlo a la
naturaleza.
10. - ¿Y cómo lo hacemos?
- Deben esperar que llueva nuevamente y cuando la lluvia se calme, salir a un
claro del bosque y juntas, levantar las manos con las piedras. Deben desear que el
arco iris se forme nuevamente y concentrarse mucho para que la energía de las
piedras las envuelva y las eleve, solo así, podrán volar.
- ¿Vamos a volar?- preguntó asombrada la niña de rojo.
- Sí, siempre que estén en sintonía con la naturaleza y la respeten, tendrán poderes
especiales, para eso, deben aprender a concentrarse, para obtener lo que deseen.
- ¿Después, que hacemos? ¿A dónde vamos?- preguntó la de verde.
11. - Las piedras las guiarán hacia el otro lado del bosque, trazando un arco,
formando nuevamente, el arco iris de colores.
- ¡Es increíble, formaremos el arco iris y lo veremos por primera vez!-
exclamó la niña de amarillo.
- Sí, yo también soy responsable por eso, les robé a los niños que nacieron
después de aquella noche, el derecho de conocer el arco iris.
- ¿Y después, que pasará?- Preguntó la de añil.
12. - Deben repetir la acción seis veces más, una acción, después de cada lluvia. Así
fortalecerán los siete colores del arco iris. Notarán que las piedras irán perdiendo los
colores y quedarán totalmente blancas. Luego deberán traer las piedras aquí, donde
yo las cuidaré.
- ¿Después qué debemos hacer? ¿Perderemos los poderes?- se atrevió a preguntar
la de color anaranjado.
- No, por el contrario, sus poderes quedarán más fuertes, con lo cual deberán ser más
responsable que nunca. Se estarán transformando en brujas buenas, guardianas del
arco iris y de la naturaleza, pero deben estar siempre juntas y ser siempre amigas,
esa es la condición. Y cuando llegue el momento, les pasarán sus poderes a otras
niñas que buscarán, en toda la región. Deben tener todas, la misma edad, haber
nacido el mismo día y demostrar preferencia por un color, como ustedes lo tuvieron.
Las traerán aquí, y haremos el mismo ritual. ¿Aceptan?
- ¡Sí, acepto!- Exclamaron con entusiasmo todas las chicas.
Y así, quedó sellado el pacto, entre las brujitas y la luna.
13. Las chicas volvieron a sus hogares a esperar la primera
lluvia. Cumplieron con todo lo prometido a la luna, siguiendo
paso a paso sus consejos; formaron nuevamente el arco
iris, llevaron las piedras a la caverna y continuaron siempre
juntas, siempre amigas.
Pero no fueron siempre brujas, porque cuando llegó el
momento de buscar a sus sucesoras y entregarles las
piedras, ellas les pasaron también sus poderes, quedando
como mujeres normales.
Y las niñas que recibieron las piedras, se transformaron en
brujitas, protectoras de la naturaleza. Pero esa, es otra
historia…