Bendeciré a Jehová en todo tiempo;
Su alabanza estará de continuo en mi boca.
(Salmo 34:1)
¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia aquellas personas que nos hacen daño, que nos hieren, nos hacen mal, nos maldicen, nos difaman, se portan injustamente con nosotros?
1. Ps. Rodolfo A. Martínez Ochoa
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LABIOS PARA BENDECIR
CUANDO USAMOS BIEN NUESTRAS PALABRAS
1 PEDRO 3:9-13
Devocional
Ps. RODOLFO MARTÍNEZ OCHOA
LLAMADOS A DECLARAR Y HEREDAR BENDICION
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Mensaje: “Usando nuestros labios para bendecir”
Texto Básico: 1 Pedro 3:9-13
“No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el
contrario, BENDICIENDO, sabiendo que fuisteis llamados para que
heredaseis bendición.
Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua
de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal y haga el bien;
busque la paz y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está
contra aquellos que hacen el mal.
¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?”
I. INTRODUCCIÓN
1. Me pregunto en esta mañana ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia
aquellas personas que nos hacen daño, que nos hieren, nos hacen
mal, nos maldicen, nos difaman, se portan injustamente con
nosotros?
2. Por otra parte, ¿cuál sería la mejor manera de expresarme con
relación a los que nos rodean que no siempre reacciono con lo
mejor de mí? ¿Cuándo nos adelanta una persona mientras manejo
y nos hace un gesto desagradable?, mi primer impulso es el de
responder de una forma descompuesta…? Maldecir, responder ojo
por ojo... pero me parece que eso no funciona con personas que aún
no han reconocido su necesidad de ser libertados en el nombre de
Jesús.
3. El uso de nuestros labios para bendecir o maldecir es cuestión de
rosar con otros en el día a día, y esto trae a mi mente esta reflexión.
4. ¿Cuál debe ser mi actitud? ¿Debo moverme en el terreno de las
lamentaciones y murmuraciones, reaccionar diciendo malas
palabras o groserías, etc? ¿Quizá debo quejarme a su mama, a
alguna autoridad, desahogar en la casa con los hijos y familia,
donde mi voz pueda ser escuchada? ¿O quizá debo controlarme
para no perder el gozo?
5. La respuesta que he encontrado en la Palabra de Dios, y que quiero
compartir con mis hermanos y hermanas en esta mañana, es que
mis labios no deben moverse en ningún territorio que no sea de
Dios.
6. Esto es fácil decirlo, pero no tan fácil hacerlo, intentemos por lo
menos reflexionar en este aspecto de nuestra santidad relacional.
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Salmo 17:3, “Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; me
has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; he resuelto que mi boca
no haga transgresión”.
II. LECCIONES DE LA PALABRA DE DIOS ACERCA DE LA NECESIDAD
DE USAR NUESTRA BOCA PARA BENDECIR
1. La primera enseñanza que encontré en la Palabra es que mi lengua
no debe ser utilizada para alabar a Dios y para maldecir a los
hombres.
Santiago 3:9, “Con ella (la lengua) bendecimos al Dios y Padre, y con ella
maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios”.
V. 10, “Hermanos míos, esto no debe ser así”.
2. Una segunda lección que he aprendido de la Escritura es que uno de
los frutos de los inicuos, o el que es malvado, y no tiene equidad es
el maldecir. Usar nuestros labios para hablar mal de una persona
(Chismes, murmuraciones, calumnias, criticas, denigrar, burlarse,
discriminar, etc). Esto, no solamente demuestra que el fruto del
Espíritu no está en nosotros, sino que nos pone en la misma
condición que aquellos que no conocen a Dios, siendo injustos e
instrumentos del daño y destrucción.
Salmo 109:28, “Maldigan ellos, pero bendice tú; levántense, más sean
avergonzados, Y regocíjese tu siervo”.
3. Una tercera lección que brota del Evangelio, y de los labios de mi
Señor Jesús, es que mi boca refleja lo que hay en mi corazón.
Nuestra boca es el mejor espejo para ver lo que hay dentro de
nuestra alma. Debemos saber ponerle freno a nuestros labios,
porque la Palabra declara que tendremos que dar cuenta a Dios de
toda palabra ociosa que salga de nuestros labios. Jesús les dijo a los
fariseos: Mateo 12:34-36, “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis
hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del
corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca
malas cosas.
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de
ella darán cuenta en el día del juicio”.
4. Una cuarta enseñanza que obtuve, muy útil y provechosa, es que
mis labios no se deben mover para bendecir sólo porque la Biblia
lo dice, para quedar bien con Dios o para ser visto de los hombres.
La Palabra me enseña que no debo ser de los que con su boca
bendicen, pero maldicen en su corazón.
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Salmo 62:3-4, “¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre,
tratando todos vosotros de aplastarle como pared desplomada y como
cerca derribada? Solamente consultan para arrojarle de su grandeza.
Aman la mentira; Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón”.
5. Nosotros los cristianos debemos cuidarnos de no hablar de mas o
mal de otros pastores o hermanos en el ministerio de la Palabra. El
Apóstol Pablo, defendiendo su ministerio de las murmuraciones e
incomprensiones de los propios cristianos, tuvo que decirle a los
corintios:
1 Corintios 4:11-12, “Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos
sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada
fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos
maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos”.
6. Aprendemos también, la lección de usar nuestra boca para bendecir;
cuando aplicamos la paciencia que nos premia frente a los ataques y
burlas de otros. A propósito de las persecuciones y, en general, de todos
aquellos que se burlan, nos hacen pasar vergüenzas o nos toman mala
voluntad por causa de Cristo, el Señor Jesús nos enseñó a “bendecir a
los que nos maldicen” (Mateo 5:44), y Pablo declara: “Bendecid a los
que os persiguen; bendecid y no maldigáis” (Romanos 12:14).
III. EL SENTIDO BÍBLICO DE LA PALABRA “BENDECIR”
1. En el Antiguo Testamento se utiliza la palabra hebrea “beraká” y
significa “el otorgamiento de un bien, ya sea material o espiritual”.
Se contrasta con la maldición, que es exactamente lo opuesto: la
ausencia de bendición, sacarnos de esa protección divina de amor y
cuidado.
2. En el Nuevo Testamento se utiliza la palabra griega “eulogía”, que
denota tanto el bien espiritual que se recibe a través del Evangelio,
como las bendiciones materiales en un sentido general.
3. El verbo griego “eulogéo” significa varias cosas: (1) Reconocer la
bondad de Dios y celebrarla con alabanzas; (2) Invocar bendición
sobre una persona. Por ejemplo: “Bendecid a los que os maldicen y
orad por los que os calumnian”, (Lucas 6:28); (3) Consagrar algo
para Dios, pedir la bendición de Dios sobre una persona o cosa. Por
ejemplo: “Y tomando los cinco panes y los dos pescados,
levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a sus
discípulos para que los pusiesen delante de la gente”, (Lucas 9:16);
(4) Hacer prosperar, hacer feliz, derramar bendiciones sobre algo o
alguien. Por ejemplo: “A vosotros primeramente, Dios, habiendo
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levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que
cada uno se convierta de su maldad”, (Hechos 3:26).
4. Quiero recalcar que bendecir, según la Biblia, es desear el bien
material y espiritual de una persona, es pedir la bendición de Dios
sobre una persona o cosa, es consagrar algo para Dios, es invocar a
Dios para que Él obre sobre esa persona de tal manera que traiga a
su vida propósito plenos.
IV. LA ENSEÑANZA FINAL DEL TEXTO DE 1 PEDRO 3:9-13
1. La Palabra de Dios nos convoca a no devolver mal por mal. En Cristo
se terminó la era del “ojo por ojo y diente por diente”. No es un
proceder cristiano el “pagar con la misma moneda” al que nos hace
mal.
2. En esto, el mismo Señor nos dio el ejemplo. Como Pedro nos
recuerda:
1 Pedro 2:21-23, “Pues para esto fuisteis llamados; porque también
Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no
amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”
3. Pedro nos invita a usar nuestros labios para bendecir. Y para
argumentarlo, Pedro recuerda unas palabras del Salmo 34: el que
quiera ver días buenos, refrene su lengua del mal y que sus labios no
hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien. Busque la paz y
sígala.
4. Y este texto concluye con una pregunta que encierra una verdad
muy grande: ¿Quién les podrá hacer daño, si Uds. se proponen
hacerle bien?
V. CONCLUSIÓN
1. Proverbios 11:11, “Por la bendición de los rectos la ciudad será
engrandecida”
APLICACIÓN PERSONAL