1. CONSIDERACIONES SOBRE LA ANEMIA INFECCIOSA EQUINA EN COLOMBIA.
EL DISEÑO DE LAS ESTRAGIAS DE CONTROL APROPIADAS PARA NUESTRA
REALIDAD
Autores: Rafael M. Villalobos Álvarez, Efraín Benavides Ortiz
Introducción
La Anemia Infecciosa Equina (AIE) es una enfermedad transmisible de origen viral,
que sólo afecta a los équidos (asnos, mulas y caballos), la cual se desarrolla con un
curso crónico, generalmente presentándose de manera insidiosa luego de un ataque
agudo inicial. Es decir, la enfermedad llega a tornarse grave a pesar de su apariencia
benigna. En los animales afectados se caracteriza por fiebre intermitente, depresión,
emaciación (pérdida de condición) y edema (acumulación de líquidos) en las porciones
ventrales del cuerpo.
El síndrome se presenta como brotes recurrentes, lo cual generalmente conduce a la
muerte de los animales. La anemia, que le da su nombre a la enfermedad, no es un
signo muy marcado, generalmente se desarrolla de manera progresiva o puede ser
pasajera.
La enfermedad se ha reportado en todos los continentes. El porcentaje de animales
positivos al virus (prevalencia) es mayor en Centro y Suramérica. Areas pantanosas
bajas y áreas de pastoreo con cobertura de bosque tropical (matas de monte)
favorecen la transmisión y perpetuación de la enfermedad en un ecosistema. Por esto
en algunas regiones la enfermedad se conoce bajo el nombre genérico de "Fiebre de
los pantanos". Sin embargo, se ha sugerido que la enfermedad presenta mayores
repercusiones en poblaciones equinas de alta densidad, tales como escuelas de
caballería, clubes hípicos, hipódromos, etc.
Esta corta revisión busca ilustrar a los médicos veterinarios, zootecnistas, caballistas y
otros gremios relacionados con la industria equina, sobre aspectos relacionados con el
origen, evolución y transmisión de esta importante enfermedad; con el fin de que las
medidas de control y prevención que proponen las instituciones gubernamentales,
reciban un soporte adecuado, el cual es imprescindible si se quiere tener éxito en
estas acciones. Sólo así de manera conjunta, podremos liberar a la industria equina de
las pérdidas económicas que implica la presencia de esta enfermedad en nuestro país.
Etiología de la enfermedad y caracterísiticas epidemiológicas
El virus causante de la enfermedad es un lentivirus (virus lentos) de la familia
Retroviridae. A esta misma familia pertenecen el virus del Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) de los humanos y el virus de la Leucosis
Enzoótica Bovina. Entonces, estos tres virus comparten características
epidemiológicas, a saber: Se alojan preferencialmente en las células de la sangre y del
sistema inmune de los animales (el que es conocido como sistema retículo-endotelial);
su curso es lento e insidioso, el animal manifiesta los síntomas varios meses y aún
años luego de la infección inicial; y tarde o temprano conduce a la muerte del
individuo, generalmente acompañado de un lento deterioro del animal
2. (enflaquecimiento, anemia, etc). La AIE está ampliamente diseminada en el mundo y
es causa de pérdidas económicas importantes para la industria equina de todos los
continentes, particularmente en Centro y Suramérica.
En los animales infectados, el virus está presente en todos los tejidos y fluidos
tisulares. Por lo tanto, la infección es introducida a regiones y caballadas sin infección,
cuando se importan caballos infectados, aparentemente sanos (portadores sanos). Por
esta razón los países que se consideran libres de esta enfermedad imponen estrictas
barreras sanitarias para prevenir la entrada de animales portadores a sus territorios. El
virus es transmitido entre animales mediante la picadura de insectos hematófagos
(tábanos, moscas picadoras, zancudos y jejenes), pero también las agujas
hipodérmicas contaminadas y otros enseres utilizados en el manejo de los animales,
pueden jugar un papel importante en la transmisión. Diversos estudios han
demostrado que el virus sobrevive en agujas hipodérmicas hasta 120 horas luego de
haber sido contaminadas con sangre de un animal infectado. Además el virus presenta
considerable resistencia a la putrefacción y a los desinfectantes y puede permanecer
activo por varios meses en sangre desecada, heces, orina o suero. Los principales
medios de transmisión de la AIE se ilustran en la figura 1.
La transmisión se realiza por la transferencia de células sanguíneas desde un caballo
infectado. La inserción y retiro de una aguja contaminada es suficiente para que la
transmisión se realice. De otro lado, se ha demostrado que la transmisión puede
ocurrir a través del coito (transmisión venérea) y vía intrauterina (de la madre al feto en
formación). Sin embargo, el hecho de que la enfermedad se presente en mayor
cantidad en áreas pantanosas y de bosque, y en las épocas cálidas y húmedas del
año, sugiere que la transmisión por insectos es el principal método de diseminación de
la enfermedad. En Colombia se ha demostrado que la transmisión es más frecuente
en áreas con una altitud inferior a 1.500 m.s.n.m.
Por otra parte, el uso de agujas e instrumental contaminado es una muy importante
fuente de diseminación del virus a partir de un portador, particularmente cuando se
utiliza una sola aguja para inyectar grupos de animales, lo que puede conducir a
brotes serios de la enfermedad. La práctica frecuente en nuestro medio de aplicar
inyecciones a los animales por personal no veterinario, particularmente en caballerizas
y eventos ecuestres, incrementa de manera notable la posibilidad de transmisión de la
enfermedad, debido a que se desechan las recomendaciones de asepsia y esterilidad
del material para el manejo y tratamiento de la caballada.
Múltiples investigadores sobre esta enfermedad han determinado que una vez
infectado un animal, a los pocos días desarrolla anticuerpos contra el virus tornándose
positivo a la prueba serológica de laboratorio. Coinciden en afirmar que un animal
infectado se debe considerar como un portador (y fuente potencial de virus para otros
animales) de por vida, al tiempo que siempre este animal producirá resultados
positivos en la prueba de laboratorio. Sobre este hecho se basan los programas de
control de la AIE que poseen la mayoría de países en el mundo.
3. Historia de la enfermedad en Colombia
En el país la AIE fue reportada por primera vez en 1948, en el departamento de la
Guajira. En 1965 el ICA inicia estudios para desarrollar herramientas para el
diagnóstico, tendientes a discernir el estado de esta enfermedad en el país. El primer
aislamiento del virus y reproducción experimental de la enfermedad en el país, datan
de esta época.
Así, en un estudio preliminar realizado por el ICA (Drs Ramírez e Hincapié) en 1973,
sobre 1000 sueros de equinos, se encontraron mayores niveles de reactores a la
prueba de laboratorio en los departamentos de Santander (33%), Meta (25%),
Cundinamarca (19%), Valle (13%) y Antioquia (12%). Con base en estos resultados,
en 1974 la División de Sanidad Animal del ICA estimó que en promedio el 17% de la
población equina del país era portadora del virus. Sin embargo, los sueros utilizados
en este estudio no fueron recolectados mediante ningún esquema formal de muestreo,
que garantizara su representatividad por departamento.
Posteriormente, el ICA y algunas universidades han realizado estudios
epidemiológicos tendientes a discernir el comportamiento de esta enfermedad en
nuestros ecosistemas. Así a finales de los setenta, se realizó un estudio intensivo en la
escuela de carabineros de Manizales (Orrego y colaboradores), donde el porcentaje
de reactores en la prueba de laboratorio era tan alto como el 44%. Este estudio
4. concluyó que la propagación de la enfermedad está en relación directa con la
densidad de la población y los sistemas de manejo de los animales.
En 1983 en el departamento de Córdoba, investigadores del ICA (Navarrete y
colaboradores) realizaron un estudio epidemiológico (utilizando un muestreo
estadísticamente aceptable) para esta enfermedad y se demostró que 14% de los
animales era positivo a AIE en el departamento, sin hallar diferencias en cuanto a su
distribución en las diferentes zonas geográficas estudiadas. En el caso de la Orinoquía
Colombiana, un estudio realizado en 1988 en Casanare que evaluó sueros de 300
équidos (caballos, mulas y asnos), reveló un 37% de positividad.
Fuera de los estudios epidemiológicos, otra manera de poder realizar inferencias sobre
la situación de la enfermedad en el país, es acudir a los reportes rutinarios de los
centros de diagnóstico veterinario del país. Sin embargo, es necesario aclarar al lector,
que debido a la naturaleza de estos datos, su extrapolación a la población debe
realizarse con cautela. Es decir, los resultados de positividad a la AIE obtenidos en
pruebas llevadas a los laboratorios de diagnóstico, no necesariamente corresponden
con la realidad del campo. Esto porque los animales que son muestreados no son
representativos de todos los equinos del país y en ocasiones muchos son
muestreados repetidamente. Generalmente bajo este esquema se examina "una élite"
de animales que tienen acceso a cuidado veterinario, pero, por ejemplo, los caballos
de trabajo en las fincas o los de zorreros en las ciudades, raramente son examinados,
aunque pueden jugar un rol importante en la cadena epidemiológica de muchas
enfermedades.
Ante lo anterior, los resultados de los laboratorios de diagnóstico se presentan como
una información complementaria sobre la situación de la enfermedad en el país,
basados en muestras traidas al laboratorio voluntariamente por los caballistas; El
número de muestras analizadas se incrementó a partir de 1993, cuando las
autoridades sanitarias impusieron el requisito de negatividad a la prueba para
participar en eventos ecuestres en el país. Algunos datos por departamento, se
presentan únicamente como peculiaridades, pero esto no implica que corresponda a la
realidad de cada región.
En 1991, la red de centros de diagnóstico veterinario del ICA examinó 1486 animales,
de 261 predios en todo el país. De estos resultaron 132 animales (8.9%) y 52 predios
(20%) positivos. En este año los departamentos con mayor positividad fueron Cesar
(23% animales, 47% predios) y Tolima (19% animales, 45% predios). En 1992 se
examinaron en el país, 1613 muestras procedentes de 253 predios. De estos se
demostró positividad en 287 (18%) de los animales y 79 (31%) de los predios. En
1992, el mayor número de muestras analizadas y positivas (los datos se presentan
como positivos/total analizados) se registró en los departamentos de Caldas (20/236),
Cundinamarca (28/341), Tolima (118/218) y Valle (88/607). Se destaca el resultado de
positividad obtenido en el Tolima, donde 54% de los animales y 66% de los predios
resultó positivo.
Desde 1993 el número de muestras analizadas se incrementó. Este año llegaron a los
laboratorios de la red muestras correspondientes a 2590 animales ubicados en 378
predios en todo el país; 223 (8.6%) animales y 61 (16%) predios, resultaron positivos a
la prueba de laboratorio. El mayor número de muestras analizadas continuó
correspondiendo a los departamentos de Valle (88/895) y Cundinamarca (19/708). Sin
5. embargo se recibió una cantidad apreciable de muestras de los Santanderes (Norte
22/281, Sur 8/222), Viejo Caldas (Caldas 1/108, Risaralda 3/156, Quindío 0/8) y Tolima
(61/138). Para 1993, sigue siendo notoria la situación del Tolima (44% de los animales
y 62% de los predios resultaron positivos) y del Valle (se demostró positividad en 10%
de los animales y 24% de los predios). En lo corrido de 1994 (hasta finales de junio),
sólo en el Centro de Diagnóstico de Bogotá se han examinado muestras de 1155
animales de los cuales 14 (1.2%) ha resultado positivo.
Con base en la información presentada arriba, es posible concluir, que un porcentaje
apreciable de animales de la caballada nacional está a riesgo de contraer la
enfermedad, particularmente en aquellos ubicados en regiones tropicales del país. Por
esto es importante que el gremio de caballistas esté consciente de los signos clínicos,
los métodos de diagnóstico y las estrategias de control y prevención de esta
enfermedad, para prevenir la mayor difusión de esta enfermedad en el hato equino
nacional. A particular riesgo se encuentran los caballos de paso y de deporte, debido a
su gran movilidad por el territorio nacional y a su contacto potencial con caballos
portadores en las congregaciones ecuestres.
Signos clínicos
La enfermedad presenta un período de incubación (tiempo transcurrido entre el
contacto con el animal enfermo y el desarrollo de síntomas en el susceptible) de 2-4
semanas y en condiciones naturales los brotes generalmente siguen un patrón de
lenta diseminación a los animales susceptibles, luego de la introducción de un animal
infectado a la caballada. El primer contacto con el virus produce una reacción variable
en intensidad y duración, la cual puede variar desde una fiebre leve por tres o cuatro
días, pero que puede extenderse por varias semanas, a la presencia de depresión,
debilidad y en ocasiones incoordinación de los animales. Esto puede ir acompañado
de lagrimación, secreciones nasales y mucosas congestionadas. Los animales
generalmente se recuperan temporalmente de esta reacción inicial, aunque algunos
pueden transcurrir por una debilidad progresiva que los conduce a postración y muerte
luego de un proceso de 10-14 días de enfermedad.
Luego de un aparente período normal de duración variable, los animales presentan
recaídas a intervalos que varían de pocos días a varias semanas. En ocasiones el
período de mejoría aparente dura más de un año. Las recaídas, que se caracterizan
por fiebre acompañada de depresión, anemia y edema ventral en los animales,
generalmente coinciden con períodos de estrés de los animales. Estos ataques
generalmente pasan en tres o cinco días, pero ocasionalmente se prolongan hasta dos
semanas. Con el paso del tiempo estos episodios febriles se vuelven más frecuentes
acompañados de emaciación, debilidad de los animales y palidez de las mucosas. La
muerte generalmente llega en un ataque febril. Generalmente hasta el 50% de los
animales enfermos muere invariablemente.
Algunos animales sobreviven la infección viral y se tornan portadores inaparentes.
Estos permanecen en buena condición y no presentan fiebre ni anemia. Sin embargo
los investigadores sugieren que estos animales sufrirán recaídas algunos años más
tarde. Además se ha demostrado que estos animales pueden tener un desempeño
físico inferior al de animales no infectados.
6. Diagnóstico de la enfermedad
El diagnóstico clínico de la enfermedad es difícil, independientemente que se trate de
fases agudas o crónicas de la enfermedad. Se requiere generalmente de
observaciones continuas del animal debido a las crisis febriles recurrentes. La
enfermedad puede confundirse con otras causas de anemia y debilidad en equinos,
como lo son la babesiosis y tripanosomiasis, así como la púrpura hemorrágica
(consecuencia tardía de infecciones del tracto respiratorio). Por esto es imprescindible
el apoyo del laboratorio de diagnóstico veterinario.
Existen pruebas de laboratorio satisfactorias para la confirmación de esta enfermedad
en las caballadas. En Colombia desde el inicio de la década del setenta se utiliza la
Prueba de Coggins, la cual aún es utilizada en la mayoría de países del mundo como
la prueba estandar para AIE, donde ha demostrado su gran utilidad como herramienta
para el control de esta enfermedad. La prueba de Coggins es fiable y es rara la
producción de resultados falsos positivos (animales que resultan positivos en la
prueba, pero que en realidad no poseen la enfermedad). En el mercado internacional
ya existen nuevas y más sofisticadas pruebas de laboratorio, las cuales están basadas
en técnicas colorimétricas que utilizan enzimas (conocidas como pruebas ELISA). Sin
embargo su costo es mayor y requieren de mayor sofisticación para su desarrollo en
los laboratorios de diagnóstico.
Como se describió arriba, en Colombia desde mediados de la década del sesenta se
han desarrollado esfuerzos de laboratorio para proveer a los caballistas de una
adecuada prueba para el diagnóstico de la enfermedad. Actualmente la prueba de
Coggins se ofrece a un precio módico para los productores en varios de los Centros de
la red de Diagnóstico Veterinario del país (El manejo de la red de centros de
diagnóstico veterinario del ICA, está actualmente siendo transferido a CORPOICA). La
prueba está disponible en los Centros de Diagnóstico de Bogotá (CEISA), Montería,
Medellín, Cali, Tuluá, Neiva, Bucaramanga, Cúcuta, Villavicencio y Manizales.
La prueba de Coggins aunque confiable, presenta algunas limitaciones debido a su
incapacidad para detectar bajos niveles de anticuerpos, los que ocurren en algunos
animales, bien en las fases iniciales o en las terminales de la enfermedad, cuando el
sistema inmune del animal está tan deprimido, que ya no es capaz de mantener una
producción adecuada de anticuerpos. Otro problema que presenta esta prueba es la
rapidez de los resultados. Bajo condiciones normales de laboratorio se requieren 72
horas para completar la prueba y generalmente, debido a problemas de economía de
escala, es necesario esperar a reunir 5 ó más muestras para correr una prueba. Es por
esto que la nueva prueba (ELISA) se ha recomendado para ser usada en situaciones
donde se requieren resultados rápidos, como podría ser la certificación de animales en
puestos de frontera por las autoridades sanitarias o en chequeos realizados al inicio de
eventos ecuestres. Mientras la nueva prueba no sea introducida y validada en nuestro
país, es conveniente que los potenciales usuarios de la prueba recuerden este factor
intrínseco del laboratorio y programen la recolección y proceso de las muestras con
suficiente anterioridad a eventos y ferias ecuestres.
Control y prevención de la AIE
Mucho se ha discutido acerca de cual es la más adecuada estrategia de control para
esta enfermedad en un país tropical como Colombia. Las recomendaciones que
7. generalmente se encuentran en la literatura corresponden a la situación de países
templados y generalmente desarrollados, donde la enfermedad no es de alta difusión
entre los animales y presenta características estacionales. En la mayoría de países del
mundo el control de la AIE se basa en la erradicación de la enfermedad, mediante la
identificación de animales infectados (enfermos o sanos, positivos a la prueba de
laboratorio) y su inmediato sacrificio. Aunque el esquema varía de país en país
(algunos tienen esquemas de examen obligatorio, otros poseen programas
voluntarios), los animales positivos a la prueba de Coggins son sometidos a
cuarentena, los équidos en contacto son examinados y se recomienda el sacrificio
para los positivos. En estos esquemas los dueños son compensados por las pérdidas
de sus animales.
Los programas de control basados en una política de "prueba-sacrificio" no son muy
populares entre los caballistas, debido a su percepción de que muchos caballos
asintomáticos, serían destruidos innecesariamente, ya que son animales aún útiles y
que tienen baja capacidad de transmitir la infección. Una decisión sobre el particular
dependerá de conocer cual es el objetivo final que se quiere lograr con un programa
de control; si la erradicación o la contención y si es esta última, a qué nivel.
La pregunta de sí un plan de control de este tipo (prueba-sacrificio) es aplicable en
nuestro país, no es fácil de responder. En primera instancia, se podría pensar en una
campaña oficial con compensación económica para los dueños de caballos positivos.
Sin embargo, debido a la escasez de recursos para este tipo de campañas, las
autoridades sanitarias pueden tener otras prioridades para el control de enfermedades
en la ganadería nacional. Además un programa de este tipo sería de difícil aplicación
en algunas regiones del país, donde entre 14 y 40% del hato equino se ha
demostrado, está infectado y donde la continua presencia de vectores puede interferir
con los resultados del programa. Entonces es posible que sea más viable un programa
de participación voluntaria con estrategias diferenciales para las variadas regiones y
tipos de équidos del país.
Una pregunta frecuente que surge en los laboratorios de diagnóstico es; ¿Que hacer
con los caballos valiosos que resultan positivos a la prueba, si aún no se demuestran
enfermos? Este tema ha sido causa de importantes polémicas a nivel internacional.
Tal caso se dio en la India, donde algunos investigadores (ver Ramachandran &
Sakkubai, 1988b) discutían cómo, no todos los caballos positivos en la prueba
serológica, aunque infectados, son necesariamente fuente de contaminación para
otros caballos. Estos investigadores afirmaban que los estudios de laboratorio
demostraban que la cantidad de virus en la sangre de caballos portadores sanos era lo
suficientemente baja, para considerarlo un riesgo de transmisión a través de insectos.
Este comentario causó una interesante ola de cartas, en pro y en contra de estas
afirmaciones, al editor de la revista donde se publicó el artículo. Como conclusión de
esta polémica se puede afirmar, que sí el objetivo es la erradicación de la enfermedad,
se debe asumir el costo de sacrificar todos los portadores, así algunos de estos sean
caballos atléticamente competitivos y buenos reproductores. La mejor definición de
esta situación bajo nuestra realidad depende de esfuerzos de investigación en nuestro
medio, sobre las relaciones entre positividad a la prueba serológica y la viremia o
infectividad de los animales; los que deben realizarse cooperativamente con los
gremios, las universidades, CORPOICA como instituto de investigación y el ICA como
responsable de la sanidad animal en el país.
8. De otro lado, si el objetivo es controlar la difusión de la enfermedad y prevenir su
entrada a caballerizas donde no existe, se puede pensar en otro tipo de estrategias.
Estas incluyen: el examen de animales antes de su introducción a áreas ¨"limpias"
permitiendo sólo la entrada de animales negativos; segregar los caballos confirmados
positivos, evitando su contacto con otros animales en las caballerizas; mantener un
adecuado control de insectos picadores y mejorar el manejo higiénico de agujas y todo
tipo de instrumental veterinario que se use para el tratamiento y manejo de los
animales, para minimizar el riesgo de transmisión. Se sugiere sacrificar los portadores
inmediatamente empiecen a presentar algún tipo de alteración clínica. No se
recomienda su tratamiento por ningún motivo, ya que estos animales durante las fases
de enfermedad clínica, son excelentes fuentes de contaminación para los vectores, los
utensilios de manejo de los animales, y el ambiente.
En áreas pantanosas de algunos países se ha intentado el uso de drenajes para
disminuir la capacidad de multiplicación de los vectores. También es importante
realizar un adecuado manejo de las excretas, ya que en ellas se multiplican las
moscas picadoras. En regiones de muy alta actividad de vectores se puede intentar el
uso de anjeo y aplicaciones periódicas de insecticidas. Sin embargo, la estrategia más
sana es contar sólo con caballos negativos. Por esto la medida sanitaria de requerir un
resultado negativo para participar en ferias y eventos ecuestres, es una medida
sensata que busca proteger a los caballos que están libres de la infección.
Es factible que en el próximo futuro se disponga de una vacuna para el control de esta
enfermedad. Ya investigadores Chinos reclaman haber obtenido una vacuna exitosa y
si la comunidad científica internacional la acepta, es factible que en pocos años se
encuentre disponible en el mercado. Sin embargo, uno de los problemas es que todo
animal vacunado se vuelve positivo en la prueba serológica, haciendo imposible
diferenciar entre los animales portadores (infectados) y los protegidos (vacunados). Ya
se están reportando los primeros resultados de pruebas complejas de laboratorio que
permiten diferenciar entre una y otra situación, pero pasará al menos una década para
que la aplicación de este tipo de pruebas sea factible de manera rutinaria en Colombia.
Conclusión
La prevención y control de la Anemia Infecciosa Equina en Colombia depende en gran
medida de la colaboración que presten para su control, los diferentes gremios e
instituciones interesados en la producción equina; caballistas, universidades e
institutos de investigación y el estado como regulador de la sanidad animal en el país.
La adecuada identificación de los animales portadores, mediante pruebas de
laboratorio es imprescindible en esta tarea. Se recomienda a los caballistas, sólo
permitir la entrada de animales probados negativos a sus predios, siendo deseable
que la muestra para estos propósitos, sea recolectada por su asistente técnico o
personal de confianza. Además es importante continuar con la exigencia de resultados
negativos en la prueba serológica, para permitir la participación de animales en
eventos ecuestres. Se debe recordar que para asegurar un diagnóstico seguro, la
muestra debe ser recolectada por personal de su confianza y procesada en un
laboratorio confiable.
El incremento de las medidas de higiene, tales como adecuada desinfección de agujas
y enseres de manejo, el adecuado manejo de las excretas y un control de vectores
ayudarán a disminuir la difusión de esta importante enfermedad. En el caso de que en
9. sus predios se presenten animales enfermos con síntomas similares a los aquí
descritos, acuda a su médico veterinario para lograr un diagnóstico certero, antes que
iniciar tratamientos indiscriminados. Si en estos casos de enfermedad clínica de los
animales, se comprueba que se trata de Anemia infecciosa, sacrifique el animal a la
mayor brevedad posible.
Finalmente, sería deseable lograr la unión de los entes interesados en la producción
equina en el país, para definir aspectos, tales como; la investigación de soporte
requerida para tomar adecuadas decisiones en el diseño de planes de control de esta
enfermedad; si es deseable y factible la realización de una campaña nacional para su
erradicación y buscar las estrategias para financiar conjuntamente estas actividades.
Bibliografía
BLOOD, D.C.; RADOSTITS, O.M. & HENDERSON, J.A. (1983). Veterinary Medicine.
Bailliere & Tindall, Sixth edition. 1310p.
HINCAPIE, O.; SANCHEZ, O.; MANRIQUE, G. & MATEUS, G. (1979). Anemia
Infecciosa Equina. Boletin técnico Nº 30. División de Ciencias Veterinarias. Instituto
Colombiano Agropecuario, ICA. Tercera Edición. 27p.
ISSEL, C.J. & COOK, R.F. (1993). A review of techniques for the serologic diagnosis of
equine infectious anemia.
Journal of Veterinary Diagnostic Investigation, 5, 137-141.
JIMENEZ, R. (1988). Prevalencia de la Anemia Infecciosa Equina mediante la prueba
de Coggins en el municipio de Yopal, Casanare. Tesis de Grado. Facultad de Medicina
Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional de Colombia. 101p.
JINGLIANG, L; XIANGANG, K.; BINDONG, L. & XIDE, N. (1993). Tests for
differentiation of EIA infected horses from attenuated EIA vaccine imnunized horses
and their evaluation. Equine Veterinary Science, 13(3), 167-168.
NAVARRETE, M.; GUZMAN, L.M. & RINCON A.A. (1982). Prevalencia de la Anemia
Infecciosa Equina en el departamento de Córdoba. Revista ICA, 17 (3), 133-140.
ORREGO, U. (1986). Diagnóstico, prevención y control de la Anemia Infecciosa
Equina. Revista ICA, 21, 132-135.
RAMACHANDRAN, S. & SAKKUBAI, P.R. (1988a). Diagnosis of Equine Infectious
Anaemia. Centaur, 5(1), 11-14. RAMACHANDRAN, S. & SAKKUBAI, P.R. (1988b).
Accuracy of Coggins test in the serological diagnosis of Equine Infectious Anaemia.
Centaur, 5(2), 34-37.
RAMACHANDRAN, S. & SAKKUBAI, P.R. (1989). Transmission in Equine Infectious
Anaemia: Current insights. Centaur, 6(1), 1-8.
RAMIREZ J., J & HINCAPIE, O. (1976). Diagnóstico de la Anemia Infecciosa Equina
en Colombia por la prueba de inmunodifusión de Coggins. Revista ICA, 11(2), 173-179