Cartilla sismica 5

FGR
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www.gestiondelriesgo.org – www.rescateksar.org
egcortes@gestiondelriesgo.org
ACTION D’URGENCE
INTERNATIONALE
REPRESENTANTE
EN AMÉRICA
INTERNATIONAL
RESCUE DOG
ORGANISATION
MIEMBRO ASOCIADO
FUNDACIÓN PARA LA GESTIÓN DEL RIESGO, FGR
www.gestiondelriesgo.org
GRUPO ESPECIALIZADO RESCATE K-SAR
www.rescateksar.org
CONFERENCIA SOBRE EL TERREMOTO
EN BOGOTÁ Y PREPARATIVOS PARA
UNA EMERGENCIA SÍSMICA
Versión 2007/1
Engels Germán Cortés Trujillo – egcortes@gestiondelriesgo.org
Psicólogo, Consultor en prevención y atención de crisis, emergencias y
desastres con formación y experiencia desde 1986 en Alemania, Argentina, Austria,
Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Eslovenia, España, Estados Unidos,
Francia, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Suiza, Uruguay y Venezuela.
Revisión: Didier Ferney Pedreros Vega. – dpedreros@gestiondelriesgo.org
Administrador de Empresas, Especialista en Evaluación de Riesgos y
Prevención de Desastres, Consultor en prevención y atención de crisis,
emergencias y desastres con formación y experiencia desde el 2002 en
Colombia, España y Nicaragua.
PRESENTACIÓN:
La primera versión del presente escrito fue encargada al autor por la Dirección de
Prevención y Atención de Emergencias de Bogotá para su proyecto de
capacitación comunitaria sobre el tema en la ciudad desde 1999. Fue la base
conceptual de una amplia serie de conferencias públicas y del Plan Escolar de
Gestión de Riesgos realizados desde ese año, del entrenamiento de personal de
emergencias y de cientos de comunidades y miles de Brigadistas empresariales de
emergencias no solo en Bogotá sino también en otras ciudades y países donde han
desarrollado su labor los expertos de la FGR desde entonces.

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Una de sus bases iniciales fue el estudio de MICROZONIFICACIÓN SÍSMICA DE SANTAFÉ DE
BOGOTÁ realizado por el INGEOMINAS y la Universidad de Los Andes entre 1993 y 1997, que
fue fundamental para la promulgación de la norma de construcción sismorresistente NSR de 1998.
También recopiló textos y manuales publicados desde años atrás por autoridades colombianas y
extranjeras. Agregó aportes de un estudio similar desarrollado para la Sabana de Bogotá por una
misión de expertos japoneses financiada por JICA. Naturalmente actualiza periódicamente sus
contenidos, observa otros estudios y aportes responsables de otras agencias y personalidades
reconocidas, y le suma la formación y experiencia práctica y permanente del autor en grandes
emergencias, incluso sísmicas, en una veintena de países. La última de ellas fue el Terremoto de
Pisco, Sur del Perú, en agosto del 2007, en que el junto con más personal y perros de RESCATE
K-SAR participó como representante de la Action d’Urgence Internationale, AUI de Francia, en
los esfuerzos de búsqueda y rescate de personas sepultadas bajo los escombros.
Esta versión de la conferencia no es la oficial para Bogotá: las oficiales son las publicaciones de la
Dirección para la Prevención y Atención de Emergencias, de la Secretaría de Gobierno, que
tuvieron las primeras ediciones de este documento como una de sus fuentes y gozan de calidad
técnica y credibilidad. Esta conferencia no discute los contenidos oficiales sino que explora varios
puntos no contenidos en ellos, y amplía otros. No contiene fotografías ni gráficas, para hacerla un
documento electrónico más liviano y de más fácil distribución. El complemento gráfico y la
enseñanza de ejercicios prácticos de actuación en caso de terremoto son utilizados en las
conferencias presenciales por los expertos de la FGR.
INTRODUCCIÓN:
En los últimos años los bogotanos hemos experimentado un creciente interés respecto a los
sismos, gracias a varios hechos concretos: el terremoto del Eje Cafetero en 1999, otros
terremotos importantes en todo el mundo y particularmente en Latinoamérica, una serie de
rumores en torno al cambio de milenio y el cambio climático, que de manera insistente se refieren
al sismo y entre las que abundan las predicciones con fechas precisas y de destrucción de la
capital; también ha incidido el gradual pero todavía insuficiente y a veces deformado conocimiento
público del citado Estudio de Microzonificación Sísmica de la ciudad, financiado por la Dirección
de Prevención y Atención de Emergencias de Bogotá con apoyo de la Dirección Nacional para la
Prevención y Atención de Desastres.
A partir de estas fuentes los medios de información pública han estimulado la discusión al
respecto, no siempre con las mejores bases técnicas. Más importante aún, se ha generado una
impresionante dinámica del rumor a todo nivel social, en la que los estudios serios son mezclados
con creencias religiosas, afirmaciones esotéricas, tradiciones culturales, “investigaciones” pseudo-
científicas, supuestos secretos de estado e infinidad de especulaciones. En medio de tanta
información, es bien difícil para el ciudadano corriente dilucidar cuáles fuentes son las que más se
acercan a la realidad objetiva de Bogotá frente a un terremoto, y sobre todo, qué a la hora de la
verdad es lo que debe hacer para protegerse a sí mismo, a su familia, a sus propiedades y en
general su forma de vida.
Este texto, por lo tanto, pretende ayudar a la comprensión del fenómeno en su conjunto,
complementar los esfuerzos oficiales, bajar el tono simplemente alarmista de la mayoría de
rumores que están circulando, y aportar herramientas preventivas concretas, a la luz del estado
del arte y el conocimiento en la prevención y atención de emergencias y desastres. Está
redactado en términos coloquiales, de fácil comprensión y desarrollo de términos técnicos, e
intenta estimular acciones preventivas concretas en las comunidades y organizaciones bogotanas.

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PRIMERA PARTE: HABLEMOS DEL TERREMOTO
¿DE DÓNDE VIENEN LOS RUMORES?
Sí es cierto que es posible que suframos un fuerte movimiento sísmico en el corto plazo,
posibilidad que explicaré más adelante, pero nadie, científicamente hablando, tiene la capacidad
de predecir dónde y cuándo ocurrirá exactamente, ni anticipar con toda certeza sus efectos. Los
instrumentos de registro y medición geológica hacen justamente eso, registrar y medir los
temblores que suceden, pero no pueden predecirlos. Por eso es que, aparatos caseros que
venden en la calle (algunos similares a un Buscapersonas) para advertir que va a temblar, son
una estafa.
No existe todavía en ningún país un método técnico aceptado por la comunidad científica en el
mundo que pueda calcular con precisión de fecha el futuro movimiento geológico de un lugar. Hay
interesantes propuestas teóricas, incluso adelantos científicos importantes, pero no han logrado
demostrar su certeza más allá de la suerte, no han replicado sus resultados, y por lo tanto aún no
son científicamente creíbles. Sin embargo, después de los hechos cumplidos por lo general salen
a relucir, magnificadas por los medios. Siempre, después de un desastre, pululan los “expertos”
que afirman, a voz en cuello, que “¡yo lo predije!”.
Independientemente de la probable ocurrencia de un terremoto, las personas siempre abrigamos
dudas sobre nuestro futuro, y buscamos respuestas para esas dudas. Y más si la sociedad a la
que pertenecemos está en crisis. Es clara la difícil situación social, económica, de seguridad y
general que viven nuestro país y nuestra ciudad desde hace años, y por lo mismo estamos
buscando desesperadamente a quien sea capaz de orientarnos. Como desafortunadamente los
científicos no pueden darnos todas las respuestas que queremos, otras personas sí las dan,
aunque sepan menos del asunto pero tengan más imaginación. Por eso, y por dificultades
sociales de acceso a las fuentes profesionales, es que los colombianos consultamos más al tarot
que al Psicólogo, a los astrólogos que al estudioso social, al falso tegua que al médico, porque
alguna respuesta nos darán, y eso es lo que queremos.
Pasa igual respecto a los terremotos: como las más de 2 docenas de estaciones sismológicas que
opera INGEOMINAS en el país, enlazadas satelitalmente, con tecnología de punta y especialistas
de primer orden no nos predecir lugares y fechas exactas de ocurrencia de un sismo, ahora
resulta que saben menos que los señores y señoras que con un par de libros y cartas astrales
hacen predicciones, hablan de horóscopos, sexo y cocina en los programas matutinos de radio y
televisión.
Ellos sí pregonan conocer cuándo y dónde va a suceder, y hasta se atreven a afirmar que saben
cómo evitarlo. Tampoco diferenciamos entre los Astrónomos, que son los científicos que estudian
el movimiento de los planetas con aparatos y criterios técnicos, y los astrólogos, de formación
profesional indefinida y que suponen qué significan esos movimientos. Cuando el Astrónomo
informa que habrá una alineación planetaria en nuestro sistema solar puede hacerlo porque está
hablando de fenómenos físicos que se pueden observar, medir y por lo mismo se pueden
pronosticar, igual que nos dicen cada cuanto tiempo pasará un cometa o volveremos a ver un
eclipse. Pero el Astrónomo no dice qué significa ese movimiento para mi vida sentimental, mi
éxito económico o la ocurrencia de desastres en la Tierra. Eso lo inventa el astrólogo, que se
alimenta de información originalmente científica y la interpreta según sus creencias o sus
intereses, para indicarnos que encendamos velas, nos vistamos de un color o que nos vayamos
de Bogotá porque se va a destruir en un 70 %; casi todos ignoran que alineaciones planetarias
como la que esgrimen han sucedido más de media docena de veces en los últimos siglos, sin las

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cacareadas catástrofes. Pero continúan, sin evidencia real de lo que están afirmando y con la
misma credibilidad y autosuficiencia con que pronosticaron que Serpa le iba a ganar a Pastrana
en las lecciones presidenciales del 98, o que los planetas auguran que la Selección Colombia
ganará la Copa Mundial de Fútbol, si Neptuno no se interpone.
Cada diciembre, nuestros periódicos y noticieros se infestan de predicciones tan certeras como
“habrá una catástrofe, o una guerra” (no necesito regalarle mi dinero a un charlatán para saber
que todos los años las hay), “el Papa se va a enfermar”, “la señorita Colombia será una sorpresa”
(sin comentarios). En fin, profecías etéreas, que no se comprometen con nada y que por lo
general van a la fija. Por eso es más fácil ser astrólogo que Astrónomo, y, tristemente, más
rentable, porque siempre habrá crédulos que pagarán para que los envuelvan en misterios y les
endulcen el oído. Y si está de moda hablar de terremotos, y aumenta la audiencia, y de eso
pregunta la gente, y por eso va a pagar, pues predigamos terremotos.
El asunto se complicó con el inicio del nuevo siglo. Cada fin de siglo la historia humana ha
contenido afirmaciones apocalípticas que al parecer no se han cumplido. El cambio de milenio, y
de era para creyentes de muchos cultos, exacerbó estas predicciones. Sin tener en cuenta que
ese número, el 2000, nada significó para la naturaleza, para el planeta ni para el universo,
sencillamente porque es un punto de referencia de origen social, no natural y arbitrario. Si nos
fuéramos a acabar en el 2000, ya los chinos habrían desaparecido hace más de 3000 años (van
por el 5000), y los judíos y los árabes hace más de 1000 (ya pasaron el 3000). Y no sólo Bogotá
se esfumaría. Todas las grandes ciudades están hipotéticamente condenadas, como París para el
11 de Agosto del 99, según el crédulo y pobremente asesorado Sr. Rabanne, que como
desastrólogo es un excelente modisto. Si la cosa se quedara en folclor poco importaría, a no ser
por el deterioro en salud mental que la incertidumbre irracional y la desesperanza social causan
en nuestra comunidad, más los llamamientos de varios gurús a purificar las almas a través del
desprendimiento de los bienes. Los bienes de sus seguidores, por supuesto.
Ahora bien, ¿sí será que en los últimos años, tal vez porque estamos en el nuevo milenio, ha
habido más desastres naturales, o atacan más duro? Las estadísticas no muestran que esté
temblando más, ni que haya más huracanes o inundaciones, o que se estén haciendo más
fuertes. La respuesta tiene al menos 5 componentes: Primero, la población mundial está
creciendo, y ocupa más lugares en el planeta que antes. Si temblaba hace 200 años en el Eje
Cafetero, no afectaba poblaciones porque todavía no existían, y el resto del país ni se enteraba.
Hoy en día, con abundante población ya asentada en el área, las cosas fueron diferentes.
Segundo, ya podemos medir con buena certeza las fuerzas de la naturaleza. Colombia tiene
registros técnicos de sismos de la mitad del siglo XX hacia acá porque desde entonces comenzó a
equiparse para estudiarlos, pero eso no significa que antes no temblara. Los cronistas de la
conquista, la colonia y republicanos prueban lo contrario, pero la conciencia social no lo recuerda.
No está temblando más duro, sino que ahora sabemos qué tan duro está temblando o podría
temblar. Y si, el planeta se está calentando, pero no últimamente sino desde hace milenios, que
salimos de la última glaciación. Claro, la contaminación, la deforestación y el deterioro ambiental
aceleran el proceso, pero no lo originaron.
Tercero, ahora nos enteramos más de lo que acontece. ¿Sabía Ud. que Bogotá tuvo terremotos
en 1785, 1827 y 1917? Probablemente no. Lo mismo que el resto de los colombianos de
entonces y de ahora, pero eso no significa que no pasó. Hoy ya tenemos medios informativos,
que nos muestran cualquier desastre que sucede en el mundo, y lo sentimos cercano y
amenazante.

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Cuarto, sí hay una mayor incidencia de desastres antrópicos (provocados por el hombre, como
las guerras, y los accidentes tecnológicos), que sí engrosan el panorama general de desastres,
aunque el monto de fenómenos de origen natural se mantenga estable. He ahí otra percepción de
más abundantes y fuertes catástrofes.
Quinto, en muchos aspectos somos más vulnerables: las ciudades de siglos pasados no tenían la
densidad de habitantes, la concentración de materias peligrosas, la complejidad urbana que hoy
se estremecen con un sismo. Por esa razón sus efectos pueden ser más devastadores hoy.
Otro impulsor de desinformación en estos temas acecha en los estudios aparentemente serios
maquillados con algunos toques científicos, cuyo ejemplo más palpable entre nosotros en los
últimos años son los especiales de televisión con las predicciones de los Mayas. Carezco de la
talla necesaria para cuestionar a los Mayas, pero pregunto: si todo eso lo afirmaron hace tanto
tiempo, ¿por qué justo ahora, alrededor del 2000, les dio por recordarlo? Si Ud. quiere más
información, bien puede adquirir la serie de videos, cada uno a un precio considerable. ¿Y quien
los promocionó lanzando al aire algunos fragmentos en medio de un halo sobrenatural que
estimuló nuestra necesidad de respuestas metafísicas? Una de las empresas más ambiciosas en
televisión y mercadotecnia de este país.
Es un negocio, en el que se le siembran unas dudas al público y se le venden unas respuestas,
sin importar que sean ciertas o falsas sino que sean un buen producto comercial. Para alcanzar el
éxito, aplican una hábil estrategia publicitaria de expectativa, más aún cuando las
“investigaciones” presentan, como si nada, referencias no muy claras a entidades respetables
como la NASA y similares. Eso se llama pseudo-ciencia, no resiste con éxito un examen científico
y no tiene credibilidad entre los especialistas, pero sí un profundo calado entre el gran público, que
poco comprende la diferencia entre los trabajos que siguen el método científico, y por lo tanto son
válidos, y los que no.
Algo parecido está ocurriendo con la variedad de interpretaciones equivocadas o parciales que
algunas personas le han dado al Estudio de Microzonificación Sísmica realizado por Ingeominas-
Uniandes. Pese a la reiterada solicitud de cautela y evitación de exageraciones que hacen
siempre sus exponentes, hemos encontrado versiones indirectas deformadas del mismo, en las
que se utiliza el prestigioso nombre de las entidades que lo hicieron para avalar catástrofes que el
estudio nunca menciona, por lo general aumentando o corrigiendo sus estimaciones, dándolas por
predicciones absolutas o igualándolas a las especulaciones populares. Con un agravante: se
afirma que “esta es una información secreta que me dieron en la Presidencia, o la Gobernación, o
la Alcaldía, o Ingeominas, o el Agustín Codazzi”, lo que les adjudica cierta credibilidad. Ya hasta
me han informado “confidencialmente” de “refugios subterráneos que el gobierno está
construyendo en un municipio aledaño a Bogotá”. Es interesante ver cómo el chisme y la
especulación logran mayor flujo y penetración social que las mismas campañas formales de
divulgación. Tanto, que aún tenemos presente como muchas entidades oficiales y privadas de
Bogotá realizaron evacuaciones masivas en agosto ante la predicción por Internet de un terremoto
en una fecha y hora definidas.
Adicionalmente están las tradiciones santafereñas como las profecías del Padre Margallo, la
creencia popular de que Monserrate y Guadalupe son volcanes, la existencia o el paulatino
“acercamiento” de fallas geológicas activas bajo el suelo bogotano y muchas otras. Una a una,
dan valiosa información sobre nuestra esencia cultural, pero una vez más no tienen evidencia
científica: para cuando el Padre Margallo lanzó su maldición la sismología estaba en pañales, así
que su sustento es cuestionable.

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Monserrate y Guadalupe NO son volcanes, entre otras porque están en la Cordillera Oriental
Colombiana, que no los tiene. En Colombia los volcanes están solamente en la cordillera Central.
Sí hay fallas geológicas activas bajo el suelo bogotano, como en cualquier lugar del mundo, pero
no hay evidencias significativas de que su actividad nos genere riesgos sísmicos importantes, y
mucho menos hay fallas que se nos estén acercando: las fallas no caminan. Ningún brazo marino
se está metiendo debajo de la ciudad. Tal vez éstas son interpretaciones erradas del fenómeno
de subducción de la placa tectónica de Nazca, bajo el Océano Pacífico, que desde hace millones
de años, no últimamente, está entrando bajo la placa tectónica de Suramérica, proceso natural
que entre otros efectos originó la Cordillera de Los Andes y la actividad sísmica y vulcanológica en
la vertiente Occidental del continente, que forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico. Esta es
la zona con más actividad sísmica y vulcanológica del mundo.
Atención: no decimos que no puede temblar. Afirmarlo sería tan irresponsable como las
especulaciones que ofrecen fecha y lugar. Sí puede suceder, y lo que sigue es una explicación
sencilla de lo que en Bogotá, estrictamente en términos científicos, sabemos al respecto.
APRENDAMOS SOBRE LOS TERREMOTOS:
Antes de adentrarnos en indicaciones concretas sobre qué podría suceder, es conveniente ver un
par de conceptos y hechos prácticos que pueden presentarse alrededor de los terremotos.
Conocerlos previamente atenuará nuestra sorpresa, evitará que nos sigan enredando con
especulaciones y mejorará las posibilidades de respuesta:
LAS PLACAS TECTÓNICAS: la corteza terrestre no está estática, sino que flota sobre el centro
líquido y caliente de la tierra. A lo largo de 5 o 6 mil millones de años de existencia de La Tierra,
ese flotamiento ha generado movimientos y presiones permanentes que rompieron la corteza en
diversas placas, sobre las que se asientan los continentes y el fondo del mar. Al continuar en
movimiento, estas placas entran en constante conflicto entre ellas, rozándose, separándose,
oponiéndose mutuamente o deslizándose una debajo de la otra (subducción).
Esto acumula mucha energía, presión y temperatura varios kilómetros bajo el suelo, hasta que
algún punto en el borde entre 2 placas no la tolera y se colapsa. Allí nace un terremoto o un
volcán. Otro efecto son las cordilleras, producto del plegamiento de las placas por la inmensa
presión que ejercen unas contra otras. Por esto es que las zonas montañosas tienen más
actividad geológica.
Colombia se encuentra sobre la placa tectónica de Suramérica, que está presionada en la costa
pacífica por la placa de Nazca, que se desliza lenta y continuamente bajo nuestro continente. De
allí proviene buena parte de nuestra actividad geológica.
LAS FALLAS GEOLÓGICAS: son rompimientos de la corteza terrestre, a causa de la enorme
presión entre y a lo largo de las placas. A través de ellas se libera paulatina o súbitamente la
presión acumulada. Las liberaciones súbitas de energía suelen producir terremotos. Todo el
planeta está surcado con fallas geológicas, en las cuales puede producirse un sismo. La pregunta
no solo es si tenemos una cerca, sino también si está activa, es decir, si los geólogos le han
detectado potencial de liberación de energía, generalmente expresada por más rompimientos.
FOCO O HIPOCENTRO: es el lugar donde nace el terremoto, por debajo de la superficie terrestre,
al interior de una falla geológica activa. En el terremoto de 1999 en el Eje Cafetero, se calculó que
la profundidad del foco fue de cerca de 30 Km. Desde allí las ondas sísmicas comienzan a viajar

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en forma concéntrica, como cuando se tira una piedra al agua, pero en 3 dimensiones. Es decir,
viajan al mismo tiempo hacia los lados y hacia la superficie, en donde estamos nosotros.
EPICENTRO: es el punto exactamente encima del foco, sobre la superficie terrestre. Como es el
lugar más cercano al origen del sismo sobre la tierra, es donde las ondas sísmicas se sienten con
más fuerza. A medida que las ondas se van alejando del foco y el epicentro, van perdiendo
energía. Por eso es que los temblores casi siempre se sienten más duro entre más cerca
estemos del foco y el epicentro.
LAS RÉPLICAS: por lo general los movimientos sísmicos importantes son seguidos por las
réplicas, que son reacomodaciones de las fallas geológicas que iniciaron el primer sismo, y
también producen ondas sísmicas. Es posible que después de un terremoto haya réplicas tan
fuertes como el sismo original, pero luego tienden a disminuir en intensidad y frecuencia, hasta
que la corteza terrestre recupera su equilibrio algunos meses después, y ya no se sienten. No
obstante, nunca se descarta la ocurrencia de réplicas fuertes semanas o meses luego del sismo
original.
El peligro de las réplicas radica en que actúan sobre los edificios que el primer sismo pudo
desestabilizar, lo que los hace más vulnerables al colapso. Por esa razón es que nadie debe
reingresar a las construcciones afectadas por un sismo importante, hasta que sean evaluadas
nuevamente, y el concepto de los especialistas permita rehabitarlas u ordene su reforzamiento o
demolición. Otra consecuencia de las réplicas es que mantienen un estado permanente de
zozobra entre las personas que no saben por qué se producen y cuál es su desarrollo.
UN TERREMOTO PUEDE ESCUCHARSE: cuando se está hasta a unos 50 Km. de distancia del
epicentro, o cuando las ondas sísmicas vienen con mucha energía, producen un ruido profundo,
grave, parecido a un trueno pero menos explosivo y más continuo. Esto, sumado a la caída de
objetos y los sonidos que hacen las construcciones al moverse, puede resultar aterrador para las
personas que ignoran que puede suceder. No tanto si ya lo saben.
LAS ONDAS PRIMARIAS: Un terremoto produce diferentes clases de ondas. Entre ellas resaltan
las primarias, también llamadas ondas de presión, que llegan unos pocos segundos después del
sonido desde el foco y el epicentro, porque se mueven rápido. El movimiento que causan es una
vibración vertical (de arriba hacia abajo), como si el suelo saltara o nos fallara y nos empujara,
sucesivamente. No provocan daños importantes, pero avisan que después de algunos segundos,
dependiendo de la distancia del epicentro, vendrán las ondas secundarias, que son las más
perjudiciales.
LAS ONDAS SECUNDARIAS: estas liberan más energía y son más lentas que las primarias, y
por eso llegan unos pocos segundos más tarde. El movimiento que causan es horizontal (de lado
a lado, que hace que también las denominen ondas cortantes), que es el que provoca que las
personas, las cosas y las edificaciones pierdan el equilibrio. Por eso son más peligrosas.
Los miembros de algunos grupos de rescate usamos este conocimiento durante nuestras labores
para el salvamento de vida en los escombros tras los terremotos: en las primeras réplicas
registramos el lapso de diferencia de llegada entre las ondas primarias y las secundarias, y así
sabemos con cuánto tiempo contamos para salir de un escenario de riesgo durante las siguientes
réplicas. Entonces, cuando los encargados de la seguridad operativa detectan las ondas
primarias de las réplicas, ordenan la evacuación inmediata y perentoria de todo el personal que
está en zonas de riesgo. Ese personal sabe cuantos segundos tiene para ponerse a salvo antes
de que lleguen las ondas secundarias, que son las que pueden tumbar lo que aún está en pie y
sepultar a quienes estén debajo.

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MAGNITUD: la magnitud mide la cantidad de energía liberada por un sismo, y utiliza la escala de
Richter, que va creciendo logarítmicamente. Mejor dicho, un sismo libera 1 a 3 veces más
energía por cada decimal que crece la puntuación. Así mismo, cada unidad hacia arriba significa
entre 10 y 30 veces más energía liberada que la unidad anterior. En números, eso significa que
un sismo con magnitud 5,5 en la escala de Richter es 2 veces más fuerte que un 5,3; 10 veces
más fuerte que un 4,3; 100 más que un 3,3; 1000 más que un 2,3, y así sucesivamente. Como
referencias, el del Eje Cafetero tuvo un Richter de 6,2; Bogotá podría sufrir hasta un 7,2, o sea, 10
veces más fuerte.
INTENSIDAD: la intensidad mide los daños que causó el sismo, y utiliza la escala modificada de
Mercalli, indicando ascendentemente de I a XII, en la que I significa que no pasó nada, y XII que
no dejó nada. Así la registra el Manual de Construcciones Menores Sismo Resistentes editado
por el SENA:
I - El sismo es detectado por instrumentos muy sensibles.
II - Lo sienten personas en reposo en edificios altos.
III - Se asemeja a la trepidación causada en el suelo por un camión.
IV - Es advertido por las personas que se encuentran en el interior de las casas. Los carros
detenidos se balancean.
V - Es advertido por la mayoría de las personas y la gente nota la dirección del movimiento.
VI - Lo sienten todas las personas, es difícil caminar y se desprenden los pañetes.
VII - Angustia, la gente corre al exterior de las edificaciones; se pierde el equilibrio, los
conductores de vehículos en marcha lo notan y las construcciones de mala calidad
comienzan a afectarse.
VIII - Hay dificultad en la conducción de vehículos automotores, se caen las chimeneas, muros y
monumentos.
IX - Pánico total; algunas edificaciones se desplazan de sus fundaciones, se agrietan y se
desploman.
X - Destrucción casi total de las construcciones de albañilería, afecta seriamente edificios,
puentes, represas y diques. Se desliza la tierra.
XI - Los rieles ferroviarios se tuercen, las tuberías subterráneas quedan fuera de servicio.
XII - El daño es casi total, hay desplazamiento de grandes rocas, los objetos saltan al aire y las
perspectivas sufren grandes distorsiones.
La intensidad depende de la magnitud, de la cercanía al epicentro, de la profundidad del mismo,
del tipo de suelos, de la calidad de las construcciones y de otras variables físicas, pero también de
si el sismo se presenta en un lugar que esté habitado y por lo tanto donde pueda causar daños, y
si ese lugar es vulnerable a ser dañado. Puede ocurrir un movimiento con una gran magnitud,
pero en un área desierta, así que su intensidad será mínima. O de magnitud media pero en un
área poblada y vulnerable, lo que aumentará su intensidad. A modo de ejemplo, Armenia tuvo
intensidades entre VIII y X, mientras que el mismo sismo, ya más lejos, en Bogotá, provocó
intensidades entre II y III. Además, aunque su magnitud fue de 6.2, considerada moderada por
algunos estudiosos, tuvo una fuerte intensidad por su poca profundidad (aproximadamente 30
Km., superficial para los Geólogos).
Pero recordemos que los terremotos que sufrió Bogotá en 1785, 1827 y 1917 tuvieron una
intensidad estimada en VIII, que podemos conocer por la descripción de los daños hecha en
diversos escritos de la época. Dañó las edificaciones bien hechas, y tumbó las mal hechas.
Como podemos ver, hay que tomar las cosas en serio.

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LAS GRIETAS EN EL SUELO: esta es otra preocupación común. No se gaste tanto con ella: sí
habrá, pero no se lo van a tragar. En terreno plano no se abrirán de una manera tan súbita como
para que lo devoren, y raras veces alcanzan el metro de profundidad. Tampoco vuelven a
cerrarse para aplastar a quienes cayeron en ellas. Claro que son un problema serio para las vías,
las tuberías y las construcciones. Eso sí, si las observa en laderas de tierras altas o en los bordes
superiores de las pendientes, evacue inmediatamente la montaña y su borde inferior, y avise a las
autoridades: pueden estar precediendo un derrumbe.
1.3. ¿PUEDE HABER UN TERREMOTO EN BOGOTA?
Esa pregunta, y si lo hay, cómo nos afectaría y cómo podemos disminuir esa afectación, fueron el
objeto central del Estudio de Microzonificación Sísmica. El estudio adelantó varias etapas, desde
un barrido de la historia bogotana al respecto, incluso la precolombina, de la que Omar Darío
Cardona, una de las cabezas de la investigación, resalta magistralmente una leyenda muisca que
intentaba explicar los temblores en la Sabana de Bogotá: luego de que Bochica la desinundó
dando origen al Salto de Tequendama, castigó a Chibchacué, el dios culpable del estropicio, con
la tarea a cargar el mundo sobre su hombro, de forma similar que Atlas en la mitología griega.
Pero de vez en cuando éste se cansa, y debe cambiar de hombro, lo que causa que tiemble.
Es curioso ver cómo diferentes culturas en diversos lugares y momentos, que no tuvieron contacto
unas con otras, tuvieron la creencia de que el mundo descansa sobre un animal, un dios o una
persona, y que cuando éste se mueve, tiembla. Antropológicamente, los pueblos tratan de
explicar con mitos los fenómenos naturales que no pueden explicar. Para la Sabana de Bogotá, lo
central es que la simple existencia de la leyenda nos dice que sí temblaba, y que ocurría con
alguna regularidad. Con la llegada de los españoles ya hay registros escritos de temblores, con
especial atención en los de 1785, 1827 y 1917, ya considerados terremotos. Aunque en ese
tiempo no podían calcular la magnitud, sí describieron los daños, lo que nos da indicios de las
intensidades que se presentaron, de VIII en los 3 casos. Y ya en nuestros días, cualquier persona
con algunos años en Bogotá ha sentido algún temblor, lo que demuestra que estamos en una
zona de actividad sísmica.
LA AMENAZA: la definición técnica de amenaza es el factor externo de riesgo, en relación con
una persona, una comunidad o un lugar expuestos, por la potencial ocurrencia de un suceso de
origen natural, tecnológico o antropogénico que pueda manifestarse en un lugar específico, con
una duración y una intensidad determinada. En pocas palabras, es cualquier evento que puede
causarnos daño, y todo lo que nos rodea tiene su factor de amenaza.
Los ejemplos aclaran las cosas: un automóvil es de origen tecnológico porque fue hecho por el
hombre y su tecnología, y puede mejorar mi calidad de vida por cuanto me lleva más rápido de un
lugar a otro, con más comodidad, protegiéndome de la intemperie y con algunas ventajas sociales.
Pero dadas ciertas circunstancias también puede perjudicar mi seguridad en un accidente. Por
eso contiene un componente de amenaza. O la comida, sin la que no puedo vivir, pero bajo
determinadas circunstancias hasta me puede matar. A lo que voy es que todo lo que nos rodea,
incluso el sitio en el que vivimos, conlleva ese componente que se expresa de diferentes maneras,
como la actividad sísmica.
En el caso de la amenaza sísmica no podemos impedir que suceda, sino simplemente conocerla y
aprender a convivir con ella, del mismo modo que no podemos impedir la erupción de un volcán o
el paso de un huracán. Las amenazas están ahí, y no podemos desconocerlas. Así no van a
dejar de existir.

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LA AMENAZA SISMICA: es de origen natural, y la segunda etapa del estudio ya se sumergió en
lo geológico para estimarla para Bogotá, es decir, en dónde aproximadamente y cómo podría
originarse un sismo que alcanzara a afectar a la ciudad. Lo que prosigue es un intento de mi parte
para socializar los hallazgos del estudio, que por supuesto están mejor descritos en sus memorias
originales, resumidas para el público en una cartilla del Estudio de Microzonificación Sísmica de
Bogotá, a la venta en Ingeominas en la Avenida 30 con calle 53. Aunque no es barata, es
excelente como material de consulta para que Ud. averigüe el estado de la amenaza sísmica para
los lugares donde vive, trabaja, estudian sus hijos, en fin, en donde están sus afectos y sus
intereses.
Con la base de que Bogotá está en una zona intermedia de amenaza sísmica, por la información
recolectada desde hace 40 años en diversidad de estudios geológicos, se identificaron al menos 3
probables orígenes de terremotos para la ciudad, todos con probable epicentro fuera del Distrito
Capital: el borde entre las placas tectónicas de Nazca y Suramérica, en la costa pacífica; la Falla
Frontal de la Cordillera Oriental, en el piedemonte entre los Llanos Orientales y la Cordillera
Oriental, a unos 60 Km. al Nororiente de la ciudad, causante de los ya citados sismos capitalinos,
y la Falla de La Cajita, aproximadamente a 30 Km. al Suroriente, en el Páramo de Sumapaz.
Existen otros, pero estos 3 son los que más llamaron la atención de los geólogos por sus
características y su potencial de actividad.
También estimaron sus periodos de recurrencia (o de retorno), que son los lapsos aproximados en
los que las fallas pueden volver a moverse. La naturaleza tiende a comportarse de manera
cíclica, más no exacta, y este conocimiento permite estimar, no predecir, a partir de cuándo es
válido esperar que haya otro movimiento originado en cada falla. Y para las últimas 2 andamos
rondando sus periodos, lo cual sugiere que a cada día aumentan las posibilidades de que se
reacomoden. Por eso es cierto que es posible que suframos un fuerte movimiento sísmico en el
corto plazo, pero no podemos asegurar si será hoy o dentro de 20 años, lapso casi despreciable
en términos geológicos.
La tercera etapa se concentró en el estudio de los suelos de nuestra ciudad, para estimar cómo se
comportarán cuando lleguen las ondas sísmicas. Esta preocupación resultó de conocer que en
Ciudad de México el terremoto de 1985 tuvo efectos más negativos debido al tipo de suelo en el
que parte de la ciudad estaba asentado, que había sido un lago hace mucho tiempo. Grandes
zonas de Bogotá también fueron lagos, y la ciudad es tan grande que no tiene un solo tipo de
suelo, sino al menos 5 zonas con suelos diferentes, a saber:
ZONA 1: Cerros orientales, cerros de Suba y del Sur de la ciudad (aproximadamente Ciudad
Bolívar), con suelos rocosos, duros, que ofrecen buena capacidad de soporte para edificaciones
bien construidas. Hay algún peligro en sectores desestabilizados por actividad humana
antitécnica (canteras, deforestación, erosión, filtración de aguas no canalizadas), en donde la
vibración sísmica podría ocasionar algunos deslizamientos. Y eventualmente, en las cuchillas de
los cerros podría presentarse un efecto local de magnificación de las ondas, que amenaza las
construcciones allí ubicadas. Por eso los santuarios de Monserrate y Guadalupe han sido
seriamente dañados en los sismos del pasado, y tal vez de ahí nació la creencia de que esas
montañas son volcanes, recordando también que en el altiplano cundiboyacense se habla de
volcán para referirse a un derrumbe o un deslizamiento, y esto aumenta la confusión. Hay que
considerar también la dudosa calidad de la construcción en algunas áreas, densamente pobladas.
ZONA 2: de transición entre los cerros y la Sabana, en donde la pendiente comienza a
suavizarse. Allí los suelos ya no son tan duros, sino más sueltos, conformados por los materiales
que han rodado durante miles de años de las montañas por efecto de la gravedad, las corrientes

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de agua, la erosión y otras causas. El lecho rocoso que ofrece sustentación a los edificios
pesados está hasta a unos 40 m. de profundidad de la superficie, y es por eso que necesitan
pilotes y bases tan profundos. Puede moverse más que la zona 1, también con la posibilidad de
algunos deslizamientos.
Esta zona presenta otro problema: al igual que las ondas en un charco rebotan cuando chocan
con el andén, las ondas sísmicas que van por los suelos blandos de la Sabana también pueden
chocar y rebotar con los suelos duros de los cerros. Al rebotar pueden montarse sobre las ondas
que vienen detrás, generando un efecto de redundancia en los puntos donde las ondas se
superponen. En esos puntos las vibraciones pueden ser más fuertes.
ZONA 3: desde alrededor de la calle 6ª hacia el Norte, con una entrada de la zona 4 hacia el
sector del Lago. Son suelos arcillosos blandos, con una profundidad hasta el lecho rocoso de
unos 200 m. Presentan un potencial de amplificación de las ondas sísmicas en un factor entre 3 y
10, como una gelatina puesta sobre un plato de porcelana: si golpeamos el plato, éste vibrará
imperceptiblemente, pero la gelatina temblará ante nuestros ojos porque amplifica las vibraciones.
Nuestras construcciones del Norte de la ciudad están sobre esa gelatina. Son terrenos
compuestos por sedimentos que cayeron al fondo del mar interior que había aquí hace millones de
años, y se compactaron con el peso del agua, que después se fue. De hecho, parte del sector
era hasta hace pocas décadas humedales y pantanos que fueron desecados para urbanizar,
preocupantemente parecidos a la ciudad de México, de características geomorfológicas paralelas
a las bogotanas. Ellos tienen suelos comparables, y sufrieron su último terremoto en 1985, con
algo más de 10.000 muertos. Su terremoto también nació en la costa pacífica, aproximadamente a
los mismos 450 Km. que nuestra Costa Pacifica de Bogotá.
ZONA 4: desde el Lago y sus alrededores hacia el Occidente, abriéndose a ambos lados del eje
de la Avenida 80. Suelos también arcillosos pero duros, lacustres como la zona 3, con una
profundidad promedio hasta el lecho rocoso de 400 m. También presentan potencial de
amplificación de las ondas sísmicas, pero en menor proporción que la zona 3. También
densamente poblada con construcciones de dudosa calidad, como el sector de Quirigua y
aledaños.
ZONA 5: el centro y el Sur plano de la ciudad. Suelos de conos y terrazas, de buena capacidad
de sustentación y con bajo potencial de amplificación. La preocupación aquí no se centra en los
suelos, sino en la antigüedad, la calidad y la densidad de las construcciones, que podrían
comportarse de manera parecida al centro de Popayán, de Armenia o Pisco, que resultaron
seriamente afectados con sus respectivos sismos. Otro sector de la zona 5 corresponde a las
riberas de los ríos Bogotá y Tunjuelito, y el Suroccidente de la ciudad (más o menos Ciudad
Kennedy), en donde los suelos son arenosos, sin potencial de amplificación pero con la posibilidad
de licuefacción. Es decir, el piso de algunos sectores, sometido prolongadamente a una fuerte
vibración sísmica podría comportarse como un líquido espeso, provocando el hundimiento súbito o
el colapsamiento de algunas construcciones pesadas mal fundamentadas. Igual que ocurriría con
una piedra sobre una taza de azúcar, que se hundiría si sacudimos la taza porque el azúcar, que
es un sólido, se comporta como un líquido durante las vibraciones. Algunas construcciones
pesadas y mal hechas podrían hundirse, no toda Ciudad Kennedy.
Eventualmente, la Dirección de Prevención y Atención de Emergencias de Bogotá puede realizar
evaluaciones de amenazas para barrios, comunidades e instalaciones de beneficio público. Para
las empresas privadas, la responsabilidad es del propietario de la construcción, que tiene
obligaciones legales ineludibles respecto a la evaluación y disminución del riesgo, y debe invertir
un presupuesto definido en consecuencia.

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LA VULNERABILIDAD: la definición técnica dice que es el factor interno de riesgo de una
persona, una comunidad o un lugar expuestos a una amenaza, que corresponde a su disposición
intrínseca a ser dañado. Es la condición en la que nos encontramos para enfrentar una amenaza.
A diferencia de la amenaza, sí podemos intervenirla disminuyéndola a nuestro favor, haciéndonos
menos vulnerables ante amenazas específicas. Frente a la amenaza sísmica no podemos impedir
que tiemble, pero sí podemos lograr que cuando tiemble, no nos haga daño.
Hay ejemplos simples de disminución de la vulnerabilidad: si una persona usa el cinturón de
seguridad al viajar en un automóvil, reduce su vulnerabilidad a ser dañado en un accidente. Por el
contrario, si decido construir mi casa justo a la orilla de un río, aumento mi vulnerabilidad frente a
una inundación. Al ubicarla en tierras altas, la reduzco frente a la inundación. Veamos ahora la
vulnerabilidad bogotana frente a un evento sísmico.
LA VULNERABILIDAD FISICA FRENTE A UN TERREMOTO: una vez caracterizada la amenaza
sísmica, había que encontrar en qué forma la ciudad podría resistirla. Para esto un amplio de
número de ingenieros, arquitectos y profesionales afines se regó por la ciudad observando los
tipos de construcción de cada zona, y cruzaron esos datos con información catastral y de
planeación, aerofotografías, la revisión del crecimiento histórico y el desarrollo de las tecnologías y
materiales de construcción a lo largo del tiempo y de acuerdo a la estratificación económica. Este
gran cúmulo de información fue analizado con la ayuda de programas de sistemas especializados,
que arrojaron importantes conclusiones respecto a la vulnerabilidad física de nuestra ciudad, es
decir, de nuestras construcciones, redes de servicios públicos domiciliarios, vial y general. La
vulnerabilidad física tiene varias categorías, en su orden:
VULNERABILIDAD ESTRUCTURAL: referente a la estructura, que son las bases y el esqueleto
que sostiene la edificación. Aquí lanzo una afirmación, ya una ley en la prevención ante
terremotos, que es uno de los puntos centrales de todo este escrito:
LA MEJOR MEDIDA DE PREVENCION ANTE LOS SISMOS ES LA
CONSTRUCCION SISMORRESISTENTE.
Existen otras medidas valiosas, pero son accesorias: una persona o una familia puede saber
mucho, estar bien equipada y organizada, pero si se le cae la casa encima, de poco le sirvió.
Exactamente lo que le ocurrió al cuerpo de Bomberos de Armenia, cuya estación central se
derrumbó sobre la mayor parte del personal, las máquinas y los equipos con el terremoto, del
mismo modo que la mitad del Comando de Policía. Aparte de la invaluable pérdida, Armenia no
contó con buena parte de sus servicios de socorro y control justo cuando más los necesitaba. Por
eso insistiré en esta premisa a lo largo de la exposición. Si queda alguna duda, presento otro
ejemplo: la única ala evaluada y reforzada del Hospital de San José, también en Armenia, fue
justamente la única disponible para la atención de heridos después del temblor.
Desafortunadamente, el panorama bogotano en este aspecto es complicado, por varias razones,
la primera de ellas la ausencia de un Código de Construcción Sismorresistente hasta 1984, año de
publicación del primero oficial en el país a raíz del terremoto de Popayán. Antes de este, las
facultades de Ingeniería Civil y Arquitectura enseñaban lo que cada cual consideraba correcto,
especialmente el de California en Estados Unidos, muy bueno y todavía usado en nuestro medio,
pero sin una regulación estatal sobre su cumplimiento, y pensado para condiciones sísmicas y de
suelos de California, no de Bogotá.

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Seguramente muchas de las construcciones anteriores a ese año tienen especificaciones ante
sismos, están bien hechas y podrían resistir un sismo como los estimados para Bogotá, para
habrá otras que no, y el problema radica en que ignoramos cuáles sí y cuáles no. Por eso y por
naturales procesos de deterioro con el tiempo todas las edificaciones levantadas antes de 1984
merecen una evaluación de sismorresistencia estructural para las condiciones bogotanas. Hasta
tanto, en la práctica se considera que NO son sismorresistentes.
Además, más del 65 % de las casas capitalinas, más o menos hasta el estrato 3, no fueron
hechas por Ingenieros ni Arquitectos sino por personal sin calificación garantizada, como maestros
y oficiales de obra empíricos, o por métodos artesanales, de autoconstrucción e informales, en los
que son frecuentes las bases y estructuras insuficientes y hasta ausentes, y otros errores
garrafales que hacen más vulnerables las construcciones como columnas de concreto con alma
de madera, estructuras atravesadas por ductos que rompen su continuidad y generan puntos de
quiebre, techos y tanques de agua demasiado pesados, o igual de peligroso, la utilización y
mezcla desordenada de formas irregulares, materiales y tecnologías de construcción. Todos los
terremotos demuestran que esos sectores, abundantes en Bogotá, son precisamente los más
destruidos. Razón de más para la evaluación estructural.
Después del 84 ya esperamos la construcción bajo código, pero el problema de la informalidad
subsistió, y nacieron otros 2: la deshonestidad de algunos constructores, cuyos planos muestran
aceros estructurales con calibres superiores o más resistentes que los realmente utilizados, o
columnas, vigas de amarre, flejes, zapatas y demás procedimientos que no levantaron: el plano es
sismorresistente, pero la construcción real no.
Por otro lado, el Estudio de Microzonificación Sísmica demostró que las especificaciones del
Código del 84 son insuficientes para tolerar con éxito las magnitudes sísmicas que podrían llegar
a la ciudad, teniendo en cuenta sus tipos de suelos. Tanto así que se redactó, oficializó y un
publicó un nuevo Código de Construcción Sismorresistente, la Norma NSR de 1998. Las
construcciones hechas desde entonces sí esperan resistir con éxito el evento, pero son muy
pocas, dada la crisis económica que deprimió el sector justamente por esa época. En síntesis, las
construcciones posteriores a 1984 también ameritan la evaluación estructural, con las reglas del
código del 98.
No quiere decir lo anterior que el Código del 84 es inútil. El citado derrumbe de parte del
Comando de Policía en Armenia ofreció un claro ejemplo de su valor: constaba de 2 edificios
adyacentes, uno anterior y otro posterior al 84. El viejo, igual que el de Bomberos, se colapsó
inmediatamente ante el terremoto, matando a sus ocupantes. El nuevo resultó tan averiado que
después hubo que demolerlo, pero no se cayó instantáneamente, y permitió la evacuación del
personal. Ese es uno de los objetivos de la sismorresistencia.
La evaluación estructural de edificios mayores de 2 pisos puede ser realizada por un Ingeniero
Civil que certifique su conocimiento del Código del 98, especialmente un Especialista Estructural,
ojaklá no relacionado con el constructor. Existen bases de datos de éstos al menos en 2
instituciones serias, la Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica y la Sociedad Colombiana de
Arquitectos. Para revisar edificaciones pequeñas y sencillas, puede hacerlo un Arquitecto o un
Maestro de obra certificado por el SENA, entidad que editó un valioso manual para
“Construcciones Menores Sismorresistentes”. Los costos de la evaluación, y los de los
reforzamientos estructurales que la ésta de a lugar, pueden reducirse mediante la organización
comunitaria y la contratación colectiva de los profesionales a nivel de cuadra, conjunto, edificio o
barrio.

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La ciudad de Manizales está dando una lección única en la reducción de la vulnerabilidad
estructural de sus construcciones: está condonando el pago del impuesto predial, hasta por 15
años, a los propietarios que inviertan en el reforzamiento sismorresistente de sus edificaciones.
Esta excelente medida conviene a todas las partes porque los propietarios están calculando que
les es más rentable esa inversión que el pago del impuesto durante ese periodo; están
valorizando y haciendo seguros sus inmuebles; generan empleo; el municipio está reduciendo la
complejidad de una eventual emergencia sísmica, con lo que reduce sus pérdidas en caso de
terremoto, y las empresas aseguradoras están haciendo un gran negocio. Como si fuera poco,
entre todos están integrando prácticas preventivas concretas a la cultura cotidiana. Sería muy
deseable que nuestras autoridades distritales llegaran a ese nivel de visión.
VULNERABILIDAD NO ESTRUCTURAL: se refiere básicamente a todo aquello que no es la
estructura de la edificación, y entre ellas tenemos:
MAMPOSTERIA: es lo que forra la edificación para hacerla habitable. Muros, fachadas,
enchapes, acabados, ventanas, techos, tejas, cielos rasos, marquesinas, rejas, rejillas, ornatos,
etc. Si se caen quizá no comprometan la estabilidad del edificio, pero pueden herir a alguien (hay
que recordar que el 46 % de los 1.168 muertos del Eje Cafetero sufrieron trauma cráneo-
encefálico: objetos que les cayeron en la cabeza), dañar sus bienes o depreciar el valor de su
propiedad. Ideal si se cuenta con el profesional, pero cualquier persona con sentido común puede
hacer la evaluación: se trata de observar si hay hundimientos, grietas, humedades,
desplazamientos, abombamientos y demás irregularidades en los mismos, así como ver si las
ventanas, los tejados, las rejas y todo lo que se le agrega a la construcción está en buen estado y
firme en su lugar. Si no lo está, hay que corregir el problema. Cubra toda la superficie de los
vidrios cercanos a camas, vías de evacuación y lugares claves con una película adhesiva, para
que no proyecten astillas al romperse. Atención: poner simplemente un par de cintas en equis
sobre los vidrios no elimina ese riesgo, esa es una medida de falsa seguridad.
AMOBLAMIENTO: son los objetos que están dentro o alrededor de la construcción: bibliotecas,
archivos, armarios, lámparas, materas, cuadros, electrodomésticos, equipos de oficina, adornos,
estanterías, vitrinas, tableros, elementos de cocina, vajillas, calentadores de agua, muebles y todo
lo que puede caerse o proyectarse en caso de una sacudida sísmica, y averiarse o afectar a
alguien. Es bueno que Ud. y las personas que frecuentan el lugar observen la situación, y
apliquen correctivos como fijar en su lugar, empotrar contra la pared, asegurar, bajar de nivel o
eliminar lo necesario.
ENTORNO Y REDES VITALES: ya no se trata de evaluar solo su lugar, sino también lo que lo
rodea. De poco sirve que su casa esté reforzada, si la de su vecino se le recuesta, o una fábrica
en la manzana se incendia y arrasa con la cuadra. Aquí es necesario el ejercicio comunitario de
organización y acción, para construir una comunidad más segura que proteja su calidad de vida y
valorice su propiedad. También es útil revisar la seguridad de las redes de servicios públicos
domiciliarios, que aunque no me pertenecen sí podrían perjudicarme o ayudarme a recuperarme
luego de un terremoto, dependiendo de su estado. Tenemos un excelente ejemplo en Bogotá,
con las redes de distribución de gas natural: las acometidas domiciliarias fueron hechas con
mangueras flexibles, menos vulnerables a fracturarse que las viejas tuberías rígidas ante las
sacudidas sísmicas, y por ende menos propensas a escapes. También, además de válvulas de
seguridad en las redes centrales, que cortarán el flujo en caso de fugas, se está usando gas
metano, que por supuesto es incendiario y explosivo, pero en menor proporción que el propano,
que es el que se acumula en los tanques y cilindros repartidos por camiones. De hecho,
esperamos tener más incendios por causa del propano, que por el metano. Para todo esto,
muéstreles este escrito a sus familiares, a sus vecinos, a los directivos y la asociación de padres

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del colegio de sus hijos, a sus jefes y compañeros de trabajo, y discútalo, arme un plan de
trabajo, organice un equipo.
LA VULNERABILIDAD FUNCIONAL: esta ya no se refiere a los lugares, sino a las personas. Se
define respondiendo las siguientes preguntas:
¿ESTAMOS INFORMADOS? Ud. está leyendo está documento, ¿pero sus allegados conocen
bien la amenaza sísmica que pesa sobre Bogotá? Si la ignoran, ¿son más o menos vulnerables?
¿ESTAMOS ORGANIZADOS? ¿Sabemos cómo proceder? ¿Tenemos un método definido de
toma y ejecución de decisiones? ¿Hemos planeado lugares de encuentro? ¿Ya definimos cómo
nos vamos a coordinar a nivel de familia, de cuadra, de barrio, con las autoridades? ¿Tenemos
un plan de contingencia contra terremoto?
¿ESTAMOS ENTRENADOS? ¿Ud. y sus allegados saben primeros auxilios, evacuación en
emergencias, control de incendios, apuntalamiento de estructuras inestables, campamentación,
cocina de campamento, manejo de desechos domésticos líquidos y sólidos, o tantas otras cosas
necesarias para superar con éxito una emergencia sísmica? Si no, ¿son más o menos
vulnerables a sufrir los efectos de un terremoto?
¿ESTAMOS EQUIPADOS? Tal vez alguien sabe primeros auxilios, pero ¿tiene botiquín? El del
carro, con 1 alcohol, 2 curitas y 3 aspirinas pasadas me evita el parte de tránsito, pero no es un
botiquín. ¿De qué herramientas dispongo? ¿Con qué voy a cocinar? ¿En dóndé vamos a dormir
si la casa se cayó? ¿Con qué voy a atender las necesidades básicas de mi familia? ¿Tengo un
centro familiar de reserva?
A diferencia de anteriores emergencias, en esta oportunidad no podemos alegar que “a mí no me
habían dicho nada”. Sí hay información disponible, y sí hay entidades y personas que pueden
orientarnos, si estamos dispuestos a dar respuesta positiva a las anteriores preguntas, y disminuir
nuestra vulnerabilidad, si es que nuestras vidas, las de nuestros seres queridos, nuestros bienes,
nuestro bienestar y nuestro futuro nos importan.
RIESGO Y DESASTRE:
Si tenemos una comunidad amenazada por un evento específico, por ejemplo el sísmico, y esa
comunidad es vulnerable ante esa amenaza, decimos que está en riesgo. El riesgo es la
probabilidad de exceder un valor “aceptable” de daños sociales, ambientales o económicos en un
lugar y un tiempo dados. Cuando se materializan esas condiciones desfavorables en hechos y
pérdidas reales ya tenemos un desastre. En síntesis, un riesgo no manejado es un desastre.
En Bogotá la amenaza sísmica es intermedia, pero la vulnerabilidad es alta, y por ende el riesgo
sísmico también tiende a ser alto, no porque nos den fechas definidas de hipotéticos sismos, que
ya sabemos que no son ciertas, sino porque cuando suceda un sismo todavía no estamos lo
suficientemente preparados para enfrentarlo con éxito. La forma de reducir nuestro riesgo sísmico
de alto a medio o bajo es reduciendo nuestra vulnerabilidad. Así ya no tendremos un desastre
sino una simple emergencia que nos causará una afectación pero a la que podremos superar sin
mayores traumatismos. Eso se llama prevención, y es otro de los puntos centrales de este
escrito.

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SEGUNDA PARTE: PREPARATIVOS PARA UNA EMERGENCIA
SÍSMICA:
Este segmento sugiere lo que podemos hacer preventivamente, además de las indicaciones ya
dadas, para reducir nuestra vulnerabilidad, especialmente la funcional. Los preparativos son el
conjunto de medidas y acciones que intentan reducir al mínimo la pérdida de vidas humanas y
otros daños, organizando efectivamente la respuesta y la rehabilitación. Una vez se han
contestado las preguntas arriba enunciadas, ya se conocen las fortalezas y los flancos débiles del
grupo humano que estamos evaluando.
En otras palabras, ya tenemos nuestro panorama de riesgos, y podemos decidir en qué vamos a
invertir tiempo, esfuerzos y recursos, y con qué prioridades. El proceso general se llama Gestión
Del Riesgo, y se fundamenta en la claridad conceptual de lo que se está haciendo, y una
estrategia planificadora que veremos a continuación:
LA MITIGACION:
Antes que nada, se trata de disminuir o eliminar la posibilidad de que las funestas consecuencias
del desastre se presenten. Como no podemos desaparecer la amenaza (el terremoto), hay que
disminuir la vulnerabilidad. En una palabra, insisto en el valor de la SISMORRESISTENCIA en la
construcción de nuevas edificaciones, y en la evaluación y el reforzamiento de las viejas, de
acuerdo a las normas para cada zona de Bogotá detalladas en el Código de Construcción
Sismorresistente de 1998.
No sobra sin embargo recordar otras medidas: no construir ni habitar en, bajo o sobre pendientes
pronunciadas que pueden estar sometidas a la amenaza de un deslizamiento producido por el
temblor; no construir o habitar sobre antiguos humedales, rellenos o escombreras, que ofrecen
pobres condiciones de soporte de las edificaciones y magnificarán las ondas sísmicas. Al
construir en el borde superior o la cima de una colina o montaña, recordar que allí las ondas
sísmicas también pueden amplificarse, lo que exigirá especificaciones y costos más exigentes; las
rondas de los ríos, además de las amenazas de inundación y avalancha, también tienen la de
licuefacción, por lo que tampoco son buenos lugares para vivir. En fin, se trata simplemente de
seguir las normas de planeación de la ciudad, que no fueron diseñadas para limitar la actividad
constructiva, sino precisamente para hacerla más segura y organizada.
Una urbanización pirata, levantada sin la autorización de Planeación Distrital, casi siempre está
hecha sobre suelos como los que describí en el anterior párrafo. Justamente por eso, por malos,
son tan baratos, y parecen ofrecer una solución aparentemente económica de vivienda. A la hora
de la verdad resultan bien caros porque la vivienda, los enseres y tal vez la vida de los ocupantes,
resultan perdidas cuando la amenaza finalmente se manifiesta en un fenómeno como inundación,
deslizamiento o terremoto. Eso lo sabe el urbanizador pirata, pero no lo dice, porque su propósito
es el de enriquecerse por cuenta de sus compradores y dejarles el problemita para que ellos, el
gobierno o la sociedad lo solucionen. Eso se llama estafa, es un delito, y el urbanizador pirata es
un criminal al que no le importa la pérdida de la vida de sus víctimas.

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PLANES DE EMERGENCIA, CONTINGENCIA Y EVACUACION:
PLAN DE EMERGENCIA: es un documento que contiene todo lo que necesito saber, hacer y
tener para responder exitosamente ante cualquier emergencia. Es amplio, general, cobijando
todos los eventos posibles. De él forman parte los planes de contingencia y evacuación.
PLAN DE CONTINGENCIA: como pueden ocurrir diferentes tipos de emergencia (un terremoto,
una inundación, un incendio, etc.), necesito planes específicos para eventos definidos. Eso son
los planes de contingencia, que ya se enfocan en las particularidades de la situación. Por
ejemplo, necesito distintos recursos y conocimientos para atender un incendio, una inundación o
un terremoto, y por eso requiero un plan de contingencia para cada uno. Entre todos ellos se
consideran las necesidades de la comunidad o el lugar en el que estoy trabajando. En este
documento descubriremos algunos lineamientos básicos del plan de contingencia contra
terremotos, que Ud. debe adaptar a las condiciones de las instalaciones o los grupos que le
interesan.
PLAN DE EVACUACION: es un componente puntual de todo plan de contingencia, que responde
las pregunta de ¿cómo nos pondremos a salvo durante la emergencia, en el menor tiempo y con
la mayor seguridad posibles? En principio, todo lugar y toda situación deben prever planes y rutas
de evacuación. A este respecto, considero pertinentes otros interrogantes:
¿Está seguro de que las rutas de evacuación de su casa, trabajo o institución educativa están
siempre abiertas, o no van a ser obstaculizadas por objetos que caigan de arriba? La mayoría de
escaleras en el centro de Bogotá tienen una reja con candado entre el primer y el segundo piso
por seguridad física. ¿Quién tiene la llave? ¿Si aparecerá el celador? A veces la seguridad física
y la prevención y atención de emergencias entran en conflicto, y ya que ambas son importantes,
es preciso conciliar soluciones que satisfagan ambas necesidades.
Ocasionalmente, las puertas cerradas se traban con el desajuste de las construcciones. ¿De
verdad se puede evacuar? ¿Está seguro de que las personas que están evacuando no serán
bombardeadas por vidrios, pedazos de fachadas, ladrillos, tejas y demás escombros? No basta
con tener la ruta: también hay que asegurarla, fijando, alterando o eliminando los objetos que la
amenazan. ¿Las vías de evacuación están señalizadas? ¿Todos los ocupantes del lugar las
conocen? ¿Hay un sistema efectivo de alerta y alarma, que todos reconozcan? ¿Quién lo activa?
¿Con qué criterios? ¿Tiene previsto en dónde atenderá a los heridos? ¿Dónde tiene su centro de
mando?
Muy bien, ¿y sabemos evacuar? Entre los casos que atendimos en el terremoto de Armenia,
recuerdo el de un taller de soldadura en el que trabajaban 4 operarios. Cuando tembló, en medio
de la conmoción simplemente atinaron a salir a la calle, en donde después del susto inicial se
encontraron 3 de ellos y el motor de soldadura, que es un aparato muy pesado que alguien sacó
en una carretilla. Los 3 afirman que ninguno sacó el motor, y al levantar los escombros
encontramos al cuarto operario aplastado bajo un muro. Lo que sucedió fue que él salió con el
motor, y regresó a rescatar más elementos. Eso le costó la vida, a pesar de que ya se había
salvado en su primera salida. Murió porque no estaba entrenado en evacuaciones, e ignoraba
que en estos casos jamás se regresa, por 2 razones: la primera porque al regresar uno se expone
al peligro que le hizo salir, y la segunda es que quien regresa está obstaculizando la salida de los
demás. Solo reingresan las Brigadas de Seguridad Industrial, los grupos de socorro y las
autoridades por razones muy concretas y con protocolos de seguridad muy precisos. ¿Ud. lo
sabía? ¿Su familia/amigos/compañeros/vecinos lo saben? Espero que esa muerte sirva para
salvar sus vidas en el futuro.

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LA SEGURIDAD FISICA:
Aunque los robos, saqueos y desórdenes no son tan graves ni tan generalizados como los
muestran los medios, sí se presentan. Los delincuentes aprovechan el desorden para su
beneficio, así como pueden aumentar los delitos contra las personas como asaltos, violaciones y
similares. Las comunidades con más opciones de protegerse al respecto son las que están
previamente organizadas en frentes de seguridad ciudadana, porque se conocen, han generado
una confianza entre sus integrantes, detectan rápidamente a los sujetos peligrosos y ya saben qué
hacer si necesitan defenderse. Organice su gente desde ya y solicite apoyo a la Policía para
conformar el Frente de Seguridad Ciudadana de su comunidad, e intégrelo a su plan de
emergencias.
¿COMO ORGANIZARNOS?
Los planes de emergencia, contingencia y evacuación han de ser claramente discutidos, definidos
y conocidos por todos los que frecuentan el lugar, y disponibles por escrito para las autoridades y
toda la comunidad, anticipándose lo antes posible a la emergencia. Deben existir siempre, y
actualizarse anualmente. Empero, para que tengan más opciones de éxito, es prudente organizar
los responsables y sus funciones en 3 niveles, así:
NIVEL ESTRATEGICO: que define políticas, asigna recursos, designa responsables y responde
legalmente. Son pocas personas, de los niveles más altos de la organización, con liderazgo
positivo y amplitud de visión. Fuera intereses políticos y particulares.
NIVEL TACTICO: ya es un perfil técnico que diseña métodos de acuerdo a las políticas
estratégicas y misiones específicas, administra los recursos asignados a su misión, coordina y
controla. Son los jefes de equipos de trabajo con tareas concretas, y por lo tanto deben demostrar
o adquirir capacidad en ellas.
NIVEL OPERATIVO O DE TAREA: ejecuta, de acuerdo a la capacitación y a la dotación recibidas
y las instrucciones dadas por el nivel táctico.
Las Brigadas de Seguridad Industrial aportan un buen ejemplo al respecto: el nivel estratégico
está conformado por la alta gerencia, que define las políticas preventivas institucionales, designa
quién las ejecuta y asigna los recursos para alcanzarlas. La cabeza estratégica domina el
panorama completo de la emergencia y coordina las diferencias instancias tácticas. El nivel
táctico corresponde a los jefes de los equipos de la Brigada, que administran esos recursos en el
cumplimiento de funciones específicas, usualmente con misiones concretas como evacuación,
primeros auxilios y control de incendios. Cada uno de ellos domina y responde por su
competencia, y se articula con los otros equipos bajo la coordinación del nivel estratégico. El nivel
de tarea u operativo es la fuerza de trabajo de cada equipo, que domina sus funciones particulares
y es coordinado por el jefe táctico de su equipo.
¿Y QUIEN ME PUEDE AYUDAR? Igual que para estimar la amenaza y la vulnerabilidad, se
puede obtener capacitación de los Comités Locales de Emergencia (CLEs), y algunos grupos y
consultores particulares. Un recurso adicional de capacitación proviene de las personas que
forman parte de las Brigadas de Seguridad Industrial, siempre y cuando sean activas y con buen
nivel técnico. La Dirección de Prevención y Atención de Emergencias de Bogotá siempre tiene
programas de orientación comunitaria, generalmente gratuitos, por los que Ud. puede preguntar.

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OTROS PREPARATIVOS:
La pregunta que más se hacen las personas en relación con un terremoto es si sobrevivirán. Es
válida, pero no es la única importante, teniendo en cuenta que según las estadísticas en estos
eventos muere solo alrededor de 1 de cada 1000 habitantes. Eso es grave, pero los muertos no
generan el cúmulo de necesidades que sí conservan los vivos. Es más probable que Ud. quede
con vida, pero su calidad de vida puede deteriorarse seriamente. Por lo anterior es importante ver
más allá que la sola supervivencia, y meditar sobre algunos detalles:
INFORMACION RACIONAL: el primer paso para reducir la vulnerabilidad frente a cualquier
amenaza es conocerla. Reproduzca este documento, facilítelo a sus familiares, amigos, vecinos,
compañeros; discútalo, corríjalo y mejórelo con otras fuentes, para introducirse en el tema.
¿SU CASA ESTA ASEGURADA? Cuando uno adquiere su vivienda, normalmente mediante un
crédito hipotecario, le hacen firmar y le cobran por la derecha un seguro hipotecario. Valga el
siguiente juego de palabras: ¿Ud. está seguro de que ese seguro le asegura su propiedad? Si lee
la letra menuda, encontrará que no: la que está asegurada es la deuda, y si se cae la casa, el
banco o la corporación son los beneficiarios. Ud. quedará sin deuda, y sin casa; lo que estuvo
haciendo fue pagar arriendo, a precio de UPAC. Es mejor que tome un seguro real, independiente
del hipotecario, del que le sorprenderán lo barato de las primas anuales, generalmente de 1 por
1000, dependiendo del monto asegurado. Si, es un costo adicional, pero está salvaguardando sus
intereses. Escoja, eso sí, la entidad que le garantice solidez, rapidez de desembolsos y le ponga
menos cascaritas con los deducibles.
Si ya pagó su propiedad, igual asegúrese. Entérese de que en el Eje Cafetero los propietarios de
vivienda recibieron un auxilio de hasta 8 millones de pesos para reconstruir cada casa, y si
quedaron en zona de riesgo y por lo tanto deben irse a otro lugar, hasta 4 millones adicionales por
el lote. Hay que reconocer que es un esfuerzo inmenso que hizo el Estado para que miles de
familias tuvieran con qué volver a comenzar, pero seamos realistas: ¿Será que con la cantidad
muchas veces mayor de posibles damnificados que puede producir Bogotá, habrá tantos recursos
para todos? Y en el caso remoto de que los hubiera, ¿qué vivienda consigue Ud. aquí con 12
millones? Más bien asegúrese.
SI ES ARRENDATARIO: Ud. está pagando por un servicio, lo que le da el derecho de exigir
calidad. Demande que el arrendador le demuestre la sismorresistencia del inmueble. Puede
sonar extraño entre nosotros, que no hemos fabricado una cultura de exigencia de la calidad por
los bienes y servicios, pero no es irracional. Todavía la ley no cobija esta pretensión, pero es
buen momento para generar la presión social que rija el mercado inmobiliario y mejore su marco
legal. ¿Que no se la demuestran? En los próximos meses se vencerá el contrato; busque un
lugar y unas condiciones que sí protejan su vida, la de su familia, y sus bienes. Con el tiempo la
oferta de sismorresistencia será una ventaja para los inmuebles en oferta.
MEDIDAS SANITARIAS PREVENTIVAS: toda la familia, especialmente los niños, deben contar
permanentemente con las vacunas completas contra las enfermedades comunes, y las típicas de
su entorno, teniendo en cuenta las mayores posibilidades de contagio que trae este tipo de
situaciones, y la baja de defensas corporales a causa del estrés. Lo mismo para las mascotas.
Guarde una lista de tipos y Rh sanguíneos de todos los miembros de la familia, enfermedades,
alergias y datos médicos relevantes; es buena idea que cada cual porte esta información entre sus
documentos personales, o incluso en una medalla metálica tipo militar.

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LOS CENTROS FAMILIARES DE RESERVA:
En una ciudad grande que sufre un terremoto, las redes de servicios públicos domiciliarios, las
líneas de distribución de bienes y servicios básicos para la supervivencia y el bienestar de las
personas, tienden a funcionar mal o no funcionar durante las primeras semanas después del
impacto, aunque hablemos de sociedades con buenos recursos financieros y económicos. Con
mayor razón, esto pasa en ciudades socialmente vulnerables.
Por eso, y por deficiencias en los preparativos, es que súbitamente miles de seres humanos
quedan en la condición de damnificados, sin posibilidad de superar la crisis con sus propios
medios, y se ven abocados a recurrir a las colas eternas para recibir un pequeño mercado, a
hacinarse en alojamientos temporales en los que compiten por los escasos espacio y recursos con
muchas otras personas, a veces desconocidas, en un ambiente difícil. Esto acontece en todos los
estratos sociales, al menos inicialmente, y favorece expresiones de violencia que pueden nacer en
la desesperación. También se ha descubierto que las bodegas centrales de alimentos presentan
graves problemas de seguridad y distribución para dar cobertura a toda la población necesitada,
para no hablar de la capacidad hospitalaria, fácilmente desbordable.
Para disminuir este cuadro oscuro muchas sociedades recurren a la figura de los centros de
reserva familiares, en los que las familias almacenan todo lo que necesitan para sobrevivir
autónomamente durante 1 mes, sin el apoyo externo que difícilmente llegará. Nuestros abuelos,
que tenían periodos de abundancia y escasez más marcados que los nuestros, los llamaban
alacenas. A continuación encontrará una guía que podrá acomodar a sus condiciones familiares:
ALIMENTOS: no perecederos, con fechas de vencimiento lejanas. Haga una planilla con las
fechas de expiración, para renovar existencias cada 4 meses. Ojalá que sean comidas a las que
su familia esté acostumbrada, para disminuir la posibilidad de afecciones gastrointestinales,
diarreas y similares. Si va a guardar latas, guarde abrelatas. Los granos son no perecederos y
alimenticios, pero consumen demasiada energía para ser cocinados. Sin embargo no los
descarte. Ya existen en el mercado alimentos precocidos o concentrados. En general, busque el
equilibrio entre balance nutricional, economía y facilidad de cocción. No olvide el alimento para
sus mascotas.
MENAJE DE COCINA: ¿En qué va a cocinar y consumir sus alimentos? Recuerde que
probablemente no contará con servicios públicos domiciliarios. Adquiera, de acuerdo a sus gustos
y a sus posibilidades, una estufa portátil de gasolina, gas, carbón o lo que prefiera, más una
provisión razonable de combustible guardando las precauciones del caso, como almacenarlos en
un lugar aireado, sin contacto con calor, electricidad y agentes detonantes. Luego apréndala a
usar, y cocine con ella una vez al mes para mantenerla en funcionamiento y practicar la técnica.
Recuerde que un mechero de alcohol tal vez sirva para calentar una bebida, pero jamás podrá
preparar con él un arroz. ¿Tiene una vajilla de combate?
AGUA: mantenga una provisión de al menos 2 litros diarios para el consumo de cada persona,
para 30 días. Los franceses hablan de 10 litros por persona, pero el volumen sería difícil de
manejar. El primer paso consiste en asegurar los reservorios domésticos durante el reforzamiento
de la edificación, protegiéndolos de aplastamientos, contaminación y caídas. Estoy hablando del
tanque, las cisternas de los baños, el calentador eléctrico y la alberca. Adquiera garrafones o
bidones con agua potable, y una buena provisión de recipientes y pastillas purificadoras para que
pueda acumular y potabilizar aguas lluvias. Ahora, tampoco necesita tratar toda el agua que
recoja. Parte de ella, sin potabilizar, servirá para lavar y para resolver una que otra demanda
sanitaria.

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VESTIDO: guarde al menos una muda completa por persona, incluyendo ropa interior, calzado y
protección contra el frío y la humedad de Bogotá. Chaquetas impermeables con capucha, en el
centro de reserva o siempre al lado de su cama, junto con calzado fácil de ponerse, por si necesita
salir abruptamente en la noche. Gorros, bufandas, guantes.
ASEO PERSONAL: jabones, champús, talcos, desodorantes, toallas higiénicas, pañales, papel
higiénico, cremas hidratantes, protectores solares, cepillos y cremas de dientes, y todo lo que sea
importante para conservar su salud, comodidad y dignidad personal.
BOTIQUÍN: uno de verdad, con elementos y materiales para detener hemorragias, inmovilizar el
cuello o una fractura o limpiar heridas. Asesórese con un profesional de la salud. Al ser completo,
requiere de varias personas en la familia que lo sepan manejar. Así que a aprender primeros
auxilios, en cursos serios con prácticas suficientes. Incluya una reserva para 1 mes de los
medicamentos que estén consumiendo sus familiares, y una planilla de control de vencimiento de
los insumos.
ALOJAMIENTO: como Ud. va a reforzar su vivienda, no se le va a caer. Pero si sucediera,
¿dónde va a dormir? ¿En una carpa, bajo un plástico? ¿Los tiene? Si no, trate de comprarlos al
día siguiente del terremoto, a ver si los consigue y cuánto le cobran. Tenga catres plegables,
colchonetas o aislantes térmicos para no dormir directamente sobre el piso. Mejor disponga de
ellos desde ya. ¿Los sabe usar? Aprenda: váyase de campamento con su familia y con los
elementos del centro de reserva, para descubrir su manejo, qué le falta, qué hay que mejorar. O
revise otra opción, el autoalojamiento: se trata de que desde ahora se ponga de acuerdo con otras
familias de su confianza (familiares, amigos, vecinos, compañeros), que vivan en otros lugares,
para que en caso necesario ellos se refugien en su casa o ustedes en la de ellos. Puede resultar
incómodo, pero mucho menos que un alojamiento temporal, con la incertidumbre de cuánto
tiempo va a estar ahí. Es más fácil superar este tipo de crisis cuando se cuenta con el soporte
social y moral de las personas que conozco y en quienes confío. De paso, estoy haciendo menos
compleja la labor estatal de recuperación. Prevea dónde y cómo va a alojar a sus mascotas, que
no deberán andar sueltas durante ni tras la emergencia.
DOCUMENTOS Y DINERO: conserve copias físicas de documentos importantes como registros
civiles y generales de identidad, carnés de salud y seguridad social, escrituras de propiedad,
pólizas de seguros, cuentas bancarias, contratos vigentes, recibos de pago, tarjetas de propiedad
de vehículos, permisos de porte de armas y equipos de comunicación, listas de teléfonos
importantes para Ud. y todos aquellos que considere de utilidad. En cuanto al dinero, pese a la
inflación trate de guardar un poco, mejor aún si una parte es en los tacos de monedas que
entregan en los bancos, que no son vulnerables al fuego ni al agua. Incluya esta guía.
HERRAMIENTAS Y VARIOS: ¿Con cuáles utensilios voy a mover escombros, cavar letrinas y
basureros, proteger mi cabeza, mis pies y mis manos, alumbrarme, armar o desarmar artefactos,
cortar alambres, etc.? Sea creativo: por ejemplo, si guarda linterna, guarde también pilas y
bombillos de repuesto. Batería adicional, cargada, del celular. Radio portátil, también con doble
juego de baterías. En lugar de fósforos, que se mojan y se pierden, varios encendedores
desechables. Velas. Extintor tipo ABC. Muchas bolsas plásticas de diferentes tamaños. Papel
periódico limpio (¿con qué va a limpiar la loza, si no hay agua?). Cuadernos nuevos, lápices y
esferos. Pasatiempos. Pitos. Un buen cuchillo. Machete con funda. Cuerdas. ¿Tiene un juego
de llaves de repuesto, cada una marcada para cada cerradura de su entorno?
¿DONDE UBICO EL CENTRO DE RESERVA? La evaluación y el reforzamiento estructural de mi
vivienda me dirán cuáles son los lugares más seguros para protegerme, y para mi centro de
reserva. O si tengo un patio, en el que no caerá nada pesado de arriba, es un buen sitio,

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cubriendo el centro de reserva de la intemperie, la acumulación de humedad y el rayo directo
del sol. Otros especialistas proponen una maleta, un morral o una tula en la ruta de evacuación,
para sacarla en la huida.
¿Pero si vivo en un piso alto, o no tengo el patio y se cae la construcción, de qué me sirvió la
reserva? Por eso hablo de varios centros, invitando a la idea de hacer no solo uno, sino una red
de alrededor de 5 con familias conocidas que vivan en otros lugares, ojalá los mismos del
autoalojamiento, cada una con el suyo, pero apoyándonos mutuamente. En el peor de los casos,
se caerán 2. Y esas familias me van a servir también para ayudarnos mutuamente en tareas
como el cuidado conjunto de los niños, cocinas comunitarias, seguridad, reparación de daños, y
tantas otras cosas.
RENOVACION DE EXISTENCIAS: para renovar alimentos, agua, medicamentos y combustibles,
la equivocación más común estriba en consumir el centro y renovarlo nuevamente. Esto resulta
más costoso y nos arriesga a estar bajos de inventario. El método correcto es el de adquirir el
insumo de repuesto, agregarlo al centro y consumir el elemento que esté a punto de vencerse.
Como la carga de los extintores también expira, no la pierda: aprovéchela antes de su caducidad
para hacer prácticas de extinción de fuegos, de acuerdo con los procedimientos técnicos que
averiguará en la estación de Bomberos más próxima. Después si renueve, que le van a cobrar lo
mismo por recargar un extintor vacío que uno lleno.
MEDIDAS DE APOYO AL CENTRO DE RESERVA: acostúmbrese a mantener una buena
cantidad de hielo en su refrigerador, que le será útil, además de sus cocteles, para conservar por
unos días extras los alimentos perecederos de su mercado normal, en caso de que falle el fluido
eléctrico. De todas formas, esos abarrotes son los que primero debe consumir, antes de tocar los
centros de reserva.
Desde el principio, o una vez tomada la decisión de comenzar a utilizar el centro, haga un
inventario escrito de lo que tiene, y a partir de éste un menú de las 3 comidas diarias para todos
los beneficiarios del centro, teniendo en cuenta la provisión de combustible. Así sabrá por cuánto
tiempo está aprovisionado, optimizará el consumo y descubrirá anticipadamente qué le hará falta
primero, y qué debe conseguir con prioridad. Si sobre la marcha cambian las circunstancias,
como más o menos usuarios del centro, pérdidas o ganancias de reservas y demás, actualice sus
datos. Sea pesimista: si calcula poseer provisiones para un número determinado de días, cuente
con ellas para 3 días menos de los calculados.
Si le es posible, planee la evacuación de las personas especialmente vulnerables (niños,
ancianos, enfermos, mujeres embarazadas, personas con discapacidades o particularmente
nerviosas) a una finca o a otra localidad, dotada previamente con su propia organización y su
propio centro de reserva, durante las primeras semanas. Esto les disminuirá a ellos las tensiones
propias de la emergencia y a Ud. las demandas logísticas y preocupaciones en el sitio del sismo.
¿POR CUÁNTO TIEMPO DEBO MANTENER EL CENTRO DE RESERVA? Indefinidamente.
Recuerde que no sabemos cuando puede suceder un terremoto, para no mencionar otros tipos de
emergencia de los que tampoco estamos exentos. La dificultad, especialmente económica, está
en iniciarlo, como el resto de preparativos, pero no hay que reunirlo todo en un momento, sino que
se puede hacer gradualmente, en un plazo de 3 meses. Luego solo se trata de mantener el
hábito, lo mismo que la renovación de capacitación, los simulacros y todos los esfuerzos
relacionados. Ecuador nos brindó un ejemplo de la vigencia permanente de las reservas, a raíz
de los volcanes Tungurahua y Guagua Pichincha que amenazaron con hacer erupción. La ciudad
de Quito y otras localidades adelantaron sus preparativos, y aunque los volcanes finalmente no
provocaron su uso, varias familias los mantuvieron. Después, con los desórdenes sociales que se

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generalizaron por razones políticas, el comercio cerró y no se pudo salir a la calle por días.
Adivine cómo sobrevivieron esas familias. Incluso es una buena medida para sortear periodos
económicos difíciles.
RESPECTO A SU VEHICULO: el baúl puede servir de centro satélite de reserva, para
herramientas y algunos elementos en una pequeña sección del maletero. No es buena idea para
los alimentos, por los continuos movimientos y cambios de temperatura a los que estarían
expuestos. En cuanto al combustible, desde hoy adquiera la costumbre de tanquear su carro
siempre que el indicador llegue a la mitad. Así elimina el riesgo de quedarse sin gasolina justo
cuando será difícil conseguirla. Parquee siempre en reversa, de modo que pueda salir
rápidamente y sin causar congestiones. ¿Ya lo aseguró?
LEVANTE UN CENSO DE SU COMUNIDAD: y actualícelo cada 6 meses. Antes de la
emergencia le servirá para saber con certeza de cuántas personas está hablando, sus
características y conocer mejor los recursos disponibles. El proceso ayudará también a afirmar la
confianza al interior de la vecindad. Después de la emergencia, el censo será invaluable para
calcular las pérdidas, planificar ordenadamente las acciones a seguir e identificar a los avivatos
que no pertenecen a su comunidad pero que siempre aparecen para aprovechar la vulnerabilidad
de la comunidad tras el impacto y competir por los escasos recursos de la reconstrucción.
¿EL COLEGIO, O LA GUARDERÍA DE SUS HIJOS, YA TIENE SU PLAN? Además de las
acciones preventivas y de respuesta inmediata al impacto, ¿qué van a hacer con los niños?
¿Quién velará por ellos mientras los recogen? ¿Y si por cualquier razón las familias no los
pueden recoger en las primeras horas de la emergencia? Ahora bien, sepa que existe una
Directiva Ministerial de Educación, la No. 13, y su correspondiente decreto distrital, que obligan
legalmente a las entidades educativas a la adopción de un plan integral de prevención y atención
de desastres. ¿Qué papel tienen los padres? Bogotá tiene su propio Plan Escolar de Gestión de
Riesgos, que entrena gratuitamente a los educadores oficiales y privados para desarrollarlo en sus
instituciones. Las inscripciones son en la Dirección de Prevención y Atención de Emergencias, de
la Secretaría de Gobierno.
PREVISIÓN DEL MANEJO DE DESECHOS: quizá después del sismo no se puedan usar los
desagües de aguas negras y alcantarillado, y haya problemas en la recolección de basuras. Este
es uno de los problemas que causan más incomodidad, postración psicológica y propensión a
enfermedades entre las comunidades afectadas, y es bien importante. Desde luego, hay que
preverlo: designe previamente un lugar para cavar un depósito de desechos orgánicos, lo más
separado posible de donde tendrá los alimentos y dormirán las personas, que no quede al aire
libre ni pueda contaminar el resto de áreas. Conserve 15 Kg. de cal por familia para mezclarla con
tierra y cubrir el material que deseche a diario. Así disminuirá los malos olores y las plagas, hasta
que la recolección de basuras y escombros se normalice y pueda evacuar lo que acumuló. No
eche en el depósito los materiales que no se descomponen para no rebosarlo, ya que no causarán
olores ni plagas, y acumúlelos en otro lugar mientras son evacuados en la recolección de
escombros.
Piense en un lugar para una letrina, siguiendo las mismas indicaciones, con al menos 2 m. de
profundidad. Como será difícil lavarse las manos, disponga de una buena cantidad de bolsas
plásticas antes de la entrada a la letrina, que el usuario debe ponerse en las manos siempre antes
de entrar, para que haga lo necesario, eche una delgada capa de cal-tierra con una pala
exclusivamente destinada a este servicio y deseche las bolsas al terminar, sin tocar nada más
durante y al salir. Además de la cal, la solución de agua no potable con creolina tiene un buen
efecto desinfectante. Asegúrese de que todos conocen las reglas de la letrina, con un instructivo
escrito y plastificado que fijará de manera visible en la entrada.

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TERCERA PARTE: ¿Y QUE HACER DURANTE EL TERREMOTO?
En primer lugar, la respuesta exacta solo puede darse a partir de la evaluación física y las
características funcionales del lugar. Es decir, si la construcción es SISMORRESISTENTE, esa
característica es casi suficiente para garantizar la seguridad de las personas que la ocupan. Si no
lo es, esa seguridad está en riesgo. Con todo, existen las siguientes consideraciones generales,
que le invito a revisar teniendo en mente los lugares donde Ud. y sus seres queridos pasan la
mayor parte del tiempo:
MANTENER LA CALMA: es la actitud adecuada. No es fácil conservarla, pero el pánico lleva a
tomar decisiones peligrosas e inútiles. Entre más practique, haga simulacros y ejercite sus
medidas preventivas, una persona o un grupo son más propensos a actuar con cabeza fría y
conservar su seguridad a la hora de la verdad.
¿SALGO O NO SALGO? Eso depende del lugar en el que se encuentre. Si ya evaluó y reforzó
su construcción, y siguió aunque sea parte de los pasos hasta ahora sugeridos, tiene más
posibilidades de supervivencia adentro. La salida tiene sus riesgos, especialmente si desconoce
las vías de escape o no están aseguradas. O si está más arriba de un primer piso, es difícil que
logre evacuar antes de que termine el sismo, por la distancia y el movimiento de todo lo que le
rodea, variable muy riesgosa en una escalera, y porque durante un terremoto es realmente difícil
controlar el propio desplazamiento. Descarte los ascensores, que se pueden trabar. Así que
regrese a la necesidad del reforzamiento sismorresistente previo al terremoto, y más vale que el
lugar lo sea. Otro peligro se esconde en el caos que se puede producir en una evacuación
espontánea, no técnica, que puede lesionar más personas que el mismo terremoto.
Si las prácticas de evacuación demuestran que hay posibilidades de salir de forma controlada, en
un tiempo razonable, y las vías están aseguradas, no sobran pequeñas medidas adicionales como
cubrirse la cabeza con objetos duros (cascos, portafolios, bandejas metálicas, sillas), mientras
sale. Un buen cojín protege menos, pero es mejor que nada. El destino de la evacuación será un
área abierta, predefinida y conocida por todos, en donde se puede contar al personal y verificar
que todos están bien, y afuera. Solo después de ese conteo se debe permitir la retirada del lugar.
Además, el plan de evacuación debe designar previamente responsables con nombre propio para
apoyar a las personas especialmente vulnerables (niños, ancianos, enfermos, mujeres
embarazadas, discapacitados, personas nerviosas).
Finalmente, aunque no sea viable lograr la evacuación del lugar durante el terremoto, siempre hay
que salir tan pronto sea posible, para verificar el bienestar de los habitantes, por los deterioros que
la construcción halla podido sufrir, y por la inminencia de las réplicas. Además, es preciso reunir a
los presentes para organizar las labores que la situación demande.
QUÉ NO HACER DURANTE UNA EVACUACIÓN DE EMERGENCIA: no correr, no gritar, no
empujar, no devolverse, no llevar objetos grandes ni pesados, no resistirse a la evacuación, no
entrar en conflicto con los responsables del procedimiento.
NO SE UBIQUE BAJO EL MARCO DE LAS PUERTAS: DEFINITIVAMENTE NO. Esta es una
tradición cultural que salvó vidas en el pasado, pero está matando gente en el presente. Resulta
que las casas antiguas, de estilo colonial, tenían sobre la puerta una viga de madera muy gruesa
llamada dintel. Es tan pesado, que necesita un buen par de fuertes columnas también de madera
a lado y lado para sostenerse en su lugar, y eso hace el marco un sitio seguro ante terremotos,
pero en las construcciones viejas. De hecho todavía se ven ruinas de estas casas, en las que lo
único que se sostiene en pie es el marco de la puerta. Pero la mayoría de personas vive y trabaja

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ahora en construcciones modernas, en las que el marco es simplemente un hueco en la pared,
y si el edificio no es sismorresistente, quizá sea un punto vulnerable en la estructura. En el
terremoto de Pereira de 1995 tuvimos que rescatar los cadáveres abrazados de una familia
completa, que murió buscando protección debajo del marco de la puerta. Los aplastó la viga.
Tristemente, en Armenia presenciamos muchas veces la misma situación, como por ejemplo 17
víctimas en un solo edificio de 6 pisos en el centro, casi todos bajo marcos de puertas.
Desafortunadamente, la mayoría de manuales y listas de sugerencias ante terremotos siguen
insistiendo en el marco, desconociendo la evolución de las construcciones. También ignoran que
ese dintel podía soportar el colapsamiento de las construcciones, porque éstas casi siempre
tenían un solo piso, o máximo llegaban a 3. Hoy en día son más altas y pesadas, y el endeble
marco no les ofrece ninguna resistencia. De manera que a menos que los marcos de sus puertas
estén integrados estructuralmente a la construcción, y ésta sea sismorresistente conforme al
Código del 98, o Ud. viva en una casa antigua bien mantenida, ese lugar no le garantiza nada,
aunque Ud. crea que se está protegiendo.
Otra razón para no ubicarse bajo el marco de la puerta es que obstaculizará la salida de las
demás personas. O si está en un lugar con varios ocupantes, éstos le pasarán por encima y lo
lesionarán si les está obstaculizando la salida.
¿DEBAJO DE LAS VIGAS, O AL LADO DE LAS COLUMNAS? Es lo mismo que el marco de la
puerta: de poco sirve si la construcción no es sismorresistente. Es verdad que algunas personas
se han salvado allí porque el colapsamiento no fue completo, y esas estructuras, más duras que la
mampostería, a veces caen de últimas u ofrecen pequeños espacios de supervivencia. Pero igual
podrían haber caído sobre las personas, constituyendo esta opción en algo así como una lotería.
Si quiere ganarse el premio gordo, consistente en salvar su vida o no sufrir heridas
discapacitantes hacia el futuro, compre el tiquete ganador evaluando y reforzando su construcción
con el concepto de un Ingeniero. Vaya a la fija.
DEBAJO DE MUEBLES SOLIDOS: es una buena opción para protegerse de elementos
relativamente livianos que le pueden caer de encima, como pedazos de techo y cielo raso,
lámparas, vidrios, ladrillos e infinidad de objetos que le pueden hacer daño. Pero de poco le va a
servir si el edificio completo se cae, así que, una vez más, verifique la sismorresistencia.
En todo caso, es útil: en el municipio de Córdoba, el más cercano al epicentro del Eje Cafetero,
una religiosa me relató que en el terremoto se metió debajo del lavadero. Le cayó un muro
encima, que arruinó completamente el mueble, porque fue el que absorbió el impacto, y no la
religiosa: se salvó la religiosa. Recuerdo de Armero un señor que al sentir el rumor de la
avalancha se le ocurrió meterse en la nevera. La avalancha arrastró y revolcó el mueble por
muchos metros, pero no logró aplastar ni sofocar al hombre. No estoy afirmando que hay que
meterse en la nevera, sino reforzando el concepto de buscar protección bajo objetos resistentes.
En Armenia, en el edificio de las 17 víctimas, el único superviviente fue un pequeño perro del
tercer piso que se metió debajo de una cama, que se quebró con el peso de las planchas
superiores, pero resistió lo suficiente para dejar un breve espacio de supervivencia al animal. Por
supuesto, lo rescatamos vivo.
La paradoja aquí es que los muebles modernos tienden a ser menos resistentes. Ya sabe qué es
bueno mirar la próxima vez que compre uno. Adicionalmente, debe haber varios lugares donde
protegerse en la casa o la oficina, que ofrezcan resguardo inmediato a todos los ocupantes, en las
diferentes áreas del inmueble.

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