Jesús se presenta como el pan vivo bajado del cielo que da vida eterna. Explica que para tener vida se debe comer su carne y beber su sangre, lo cual genera confusión entre los judíos. Jesús aclara que no se refiere al pan físico, sino a creer en él para recibir la vida que Dios da. Su discurso hace referencia a la eucaristía como un encuentro con su persona que nutre la vida sobrenatural del creyente.