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CREATIVIDAD DE FRONTERA: DE LOS PAISAJES
POSHUMANOS A LOS PAISAJES METAÓNTICOS
Félix Antonio Gómez-Hernández
La única manera de descubrir los límites de lo posible
es aventurarse un poco más allá de dichos límites,
en lo imposible.
arthur clarke, 20161
Introducción
Además de sus ocupaciones como científico y empresario, Adam Bly ha
tenido desde muy joven la inquietud por acercar la ciencia al ciudadano
del común. Pero para cumplir su cometido ha desechado el trajinado
rumbo de la divulgación científica y ha optado por buscar formas alter-
nativas e innovadoras para hacer que todas las personas puedan “ver la
ciencia de la forma que la ven los científicos” (Bly, 2010, p. 13). Un me-
canismo que ha empleado para cumplir sus objetivos es reunir en una
comunidad a artistas, diseñadores, científicos de las más diversas ramas
del saber, escritores, arquitectos, y una larga lista de especialistas, para
que dialoguen en torno a “temas de interés común a todos: las bases de
la moralidad, la naturaleza de la verdad, los límites fundamentales del
conocimiento” (Bly, 2010, p. 13).
El logro remarcable de su empresa ha sido dar a conocer los re-
sultados de esas conversaciones manteniendo su formato original: el del
diálogo entre personas expertas que, de manera comprometida y amena,
1
La cita es la segunda ley de Clarke publicada en el ensayo “Peligros de la profecía: la falta de
la imaginación” (Martin Rees y Stephen Hawking, 1997, p. 53).
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
158
contraponen ideas sobre materias de interés general, aportando desde
sus respectivas tradiciones, bien sean estas estéticas, científicas o po-
líticas. Esta pluralidad de tradiciones obliga, en muchas ocasiones, a
los interlocutores a buscar un lenguaje común, lo cual permite que el
ciudadano pueda participar también en el intercambio de ideas, sin
que por ello se rebaje la rigurosidad de los planteamientos puestos en
discusión2
. En resumen, Bly ha logrado aportar de forma eficaz al mo-
vimiento de ciencia ciudadana.
El trabajo de Bly se suma a otros proyectos que siguen la misma línea
y que han venido trabajando de tiempo atrás: verbigracia la Fundación
Edge, creada por John Brockman (s. f.) en su intento por impulsar la de-
nominada tercera cultura, que pretende unificar y superar el divorcio entre
las culturas humanística y científica, expuesto por S. Snow a finales de la
década de los cincuenta. Para ello sigue un camino similar al de Bly, po-
niendo a mentes brillantes a pensar acerca de temas que lleven a encontrar
y superar los límites del conocimiento actual3
.
Todo lo expuesto hasta ahora solo pretende establecer el ámbito —en
principio difuso— de las reflexiones que a continuación se presentan so-
bre el tema del Paisaje y la Creatividad4
. Es decir, un ámbito configurado
por distintas voces que convergen en su interés por un nuevo problema,
más que por recorrer caminos ya transitados.
2
Bly hizo posible, por ejemplo, que se entablara un diálogo entre la astronauta y pionera de
la astrobiología Jill Tarter y el famoso diseñador de juegos para ordenador Will Wright; di-
cha conversación suscitó interrogantes como: ¿Podemos modelar la realidad? ¿Es inevitable
la singularidad? ¿Cómo se pueden cuantificar las revoluciones científicas? Se puede mencio-
nar otro ejemplo más a manera de ilustración: Tom Wolfe, uno de los padres del nuevo
periodismo, y Michell Gazzaniga, uno de los padres de la neurociencia, intercambiaron
ideas sobre el libre albedrío y la condición humana. ¡Formidable! Estas y otras conversacio-
nes pueden encontrarse en el libro de Bly La ciencia es cultura. Conversaciones en la nueva
intersección entre ciencia y sociedad (2010).
3
En una especie de epígrafe que aparece en el sitio Web de Edge se lee: “To arrive at the edge
of the world’s knowledge, seek out the most complex and sophisticated minds, put them in
a room together, and have them ask each other the questions they are asking themselves”.
(Traducción libre: Para llegar al límite del conocimiento del mundo, busque las mentes más
complejas y sofisticadas, reúnalas en una sala y pídales que se hagan las preguntas que se ha-
cen) (Bruckman, s. f.).
4
Estas reflexiones hacen parte de la investigación que el autor adelanta como parte de su tesis
doctoral, en el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Jave-
riana, Bogotá, Colombia.
CREATIVIDAD DE FRONTERA
159
El tema central de estas reflexiones es explorar las posibilidades y
condiciones de emergencia de Paisajes donde el ser humano no se esté
presente, pero sí otros seres que, si se quiere, se pueden catalogar como
evolutivamente superiores, en tanto han vencido las limitaciones sensi-
tivas, intelectivas y orgánicas de los primeros, atendiendo a la metáfora
evolutiva acuñada por Daniel Dennett (1995) de la “torre de la genera-
ción y puesta a prueba” (p. 169).
Las reflexiones presentan la siguiente estructura, en su orden:
-
nes sobre problemas poco explorados.
“emergentista”.
Principios para aproximarse a nuevas formas de realizar
indagaciones sobre problemas poco explorados
La tradición que se ha esforzado por mantener en compartimentos estan-
cos los discursos sociales, científicos y estéticos, impidiendo así su pro-
pensión a encontrarse en torno a problemáticas que los interpelan. Lo
anterior ha derivado en una comprensión errónea de muchos temas y
problemas y ha entorpecido la búsqueda de respuestas; pero, además,
ha contribuido a asentar la seudodicotomía entre las humanidades y
las ciencias, creando comunidades de pensadores que, en el mejor de
los casos, comparten magros intereses investigativos o, en el peor, se
ignoran mutuamente.
Esfuerzos como los ejemplificados con Brockman y Bly apuntan en
la dirección de acabar con esa tradición. De los trabajos de estos autores y
de algunos otros se pueden derivar algunos principios que, por una parte,
pueden continuar socavándola y que, por otra, pueden servir a intereses
propios de la presente indagación, funcionando como guías para evitar
las viejas trampas en las que puede caer toda indagación que se aventure
con nuevos problemas.
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
160
Esos principios renovadores se pueden agrupar en tres grupos:
Principios que atañen a los resultados de la indagación
-
cuación entre un enunciado o conjuntos de enunciados y la rea-
lidad a la que se refiere. Por el contrario, la verdad es un modelo
que se construye sobre la realidad, sea esta última material, social
o subjetiva. Los modelos sirven para ser puestos a prueba y, en tal
sentido, son descartables, perfectibles, pero nunca completamente
acabados. Como bien lo ha señalado el físico Neil Gershenfeld
(2012), “[c]onstruir modelos es algo muy distinto a proclamar ver-
dades. Es un inacabable proceso de descubrimiento y perfeccio-
namiento, no un combate que haya de ganarse ni un destino final
que debamos alcanzar” (p. 123).
realidad es, a su vez, inacabado, en constante reelaboración. En
resumen, siguiendo las reflexiones del biólogo evolutivo Mark
Pagel (2012), todo conocimiento siempre es una hipótesis; por
tal motivo, “es extremadamente difícil de alcanzar” y siempre
“será proclive a los malentendidos y a las contradicciones” (p.
449). Que el conocimiento humano tenga esa propiedad de es-
tar en perpetua refundición y reestructuración y deba ser tratado
como conjetura y como posibilidad es uno de los mayores logros
evolutivos de la especie humana y no una caracterización episte-
mológica caprichosa. Como lo ha explicado muy bien Dennett
(1995) en su metáfora evolutiva de “torre de la generación y
puesta a prueba” (p. 169), los seres capaces de manejar sus repre-
sentaciones de la realidad como supuestos y no como certezas
absolutas poseen la ventaja de que esos supuestos o hipótesis
mueran en lugar de ellos mismos cuando tienen que tomar deci-
siones frente a un entorno hostil (p. 170).
su vez ha sido edificado con conocimientos que están siempre re-
elaborándose, es necesario admitir la inutilidad de la certeza como
fin último de toda indagación (Rovelli, 2012). La búsqueda de la
certeza construye cárceles que llevan el nombre “dogma”. Por el
CREATIVIDAD DE FRONTERA
161
contrario, la indagación auténtica, sea de carácter social, científica
o estética, pretende abrir puertas a la duda, la cual permita acceder
a nuevas formas de sensibilidad, comprensión y comunicación.
Principios que atañen a la forma cómo se realiza la indagación
-
cial o subjetivo que hacen inviable su resolución acudiendo a la
manipulación de variables o condiciones externas al investigador.
Por ejemplo, “no hay forma humana de efectuar un experimento
real destinado a averiguar el modo de recuperar la información que
es absorbida por un agujero negro” (Segre, 2012, p. 73). En tales
casos, es necesario recurrir a la realización de experimentos menta-
les, a través de los cuales, con auxilio de la imaginación, se crean
escenarios hipotéticos que ayudan a comprender un determinado
fenómeno o aspecto de la realidad, o a examinar una forma especial
de razonamiento, para derivar nueva información u operar men-
talmente variables que en el mundo físico o social sería imposible
llevar a cabo. Actualmente, gracias a la simulación con ordenadores,
los experimentos mentales han logrado ampliar su rango de acción.
En el caso de las presentes reflexiones, el experimento mental será
uno de los principales recursos a emplear. A pesar de lo dicho, el
experimento mental no es exclusivo de la reflexión filosófica o cien-
tífica, sino que es propio de la actividad cognitiva cotidiana de cual-
quier persona, por lo cual el físico Gino Segre (2012) considera que
[…]sería útil que fuésemos más conscientes de la manera en los que
lo llevamos a cabo y de cuáles son sus aplicaciones prácticas. Cuando
nos enfrentamos a una situación desconcertante podríamos, por tan-
to, preguntarnos lo siguiente: “¿cómo podría efectuar un experimento
mental que me permitiera resolver la situación?”. (p. 74)5
5
Los experimentos mentales o Gedankenexperiment han tenido un papel crucial en la física
teórica (Segre, 2012, p. 73), pero también en áreas como la matemática y la filosofía. Desde
mediados del siglo XX hasta hoy, estos son un recurso esencial en las Ciencias Cognitivas,
debido a la naturaleza elusiva de ciertos temas que deben abordar. Un ejemplo clásico de un
experimento mental en ciencias cognitivas es el de la habitación china” propuesto por John
Searle para refutar la idea de que algún día las máquinas puedan pensar como los seres humanos.
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
162
que el pensamiento humano, probablemente por razones evolu-
tivas, “presenta una fuerte tendencia conservadora” (p. 59), razón
por la cual a lo largo de la historia las mentes creativas no han
gozado siempre de la aceptación de las comunidades en las que
han vivido. Con lucidez recuerda Gardner:
Honramos el recuerdo de científicos innovadores como Galileo Gali-
lei, pero debemos recordar que Galileo fue denunciado y encarcelado
y que Giordano Bruno, su predecesor, fue quemado en la hoguera.
Ni Johann Sebastian Bach, ni Vincent van Gogh ni Gregor Mendel
vieron reconocida su obra en vida. (p. 59)
Si bien, desde el siglo pasado, las innovaciones son abrazadas con
mayor entusiasmo y rapidez, el conservadurismo aún pervive. Linda
Stone (2012) recuerda, por ejemplo, como los trabajos de científicos
como Barbara McClintock o Stanley Prusiner —antes de que ambos
ganaran el Nobel en Fisiología y Medicina, la una en 1983 y el otro
1997— fueron ridiculizados y rechazados por la comunidad científi-
ca. Stone considera este conservadurismo del pensamiento como una
“utilización crítica y reactiva de nuestras facultades intelectuales [que]
reduce nuestro campo de visión” (p. 325), por lo cual opone a este la
actitud abierta y generativa denominada por Edward de Bono como
“pensamiento proyectivo”. Este pensamiento posee a diferencia del con-
servador “[…] un carácter expansivo, ‘abierto’ y especulativo, circuns-
tancia que exige a su vez que el pensador se convierta en el creador del
contexto, de los conceptos y de los objetivos” (p. 325). Estas cualidades
del pensamiento proyectivo, como se verá más adelante, son cruciales
para el ejercicio de las reflexiones que aquí se exponen.
Principios que atañen a quien realiza la indagación
-
sariamente enfrentar el miedo a lo desconocido. Bien sea que ese
miedo sea promovido por la empresa que implica la exploración
Este experimento mental ha sido refutado por otros experimentos mentales como “la habita-
ción coreana” propuesto por William Rapaport (Martínez-Freire, 1995).
CREATIVIDAD DE FRONTERA
163
de nuevos territorios o por la opinión del público que conocerá
los resultados de dicha exploración. En este sentido, quien inda-
ga debería aceptar el miedo a lo desconocido y transmutarlo por
el tener “precaución con” (De Grey, 2012), es decir, ser cuidado-
so con los resultados de su reflexión para no presentarlos como
verdades inamovibles o tener presente que el camino que empleó
para su reflexión pudo estar errado.
-
les y de los logros que estos le han permitido alcanzar. Sin embar-
go, es posible recordar que también esas capacidades le han llevado
a incurrir en grandes errores con resultados desastrosos. Además,
gracias a las ciencias cognitivas, se conoce más acerca de los límites
que pueden tener sus facultades mentales. Como lo señala acerta-
damente Gary Marcus (2012)
[p]uede que Hamlet elogiase lo noble que es la razón de los seres huma-
nos y la infinitud de dones que estos poseen pero en realidad —como
han venido a demostrar cuatro décadas de experimentación en psico-
logía cognitiva— nuestras mentes no solo son finitas sino que además
distan mucho de calificar de nobles. (p. 86)
Por tal motivo, es necesario acoger cierta “humildad cognitiva” cuan-
do reflexionamos, especialmente cuando esa reflexión se aventura por
nuevos espacios poco o nada explorados. Después de esta exposición su-
maria de los principios que podrían guiar la realización de indagaciones
sobre problemas poco explorados, se perfila con mayor claridad el ámbito
que acoge el objeto de reflexión (el paisaje y la creatividad); ámbito que,
por razones ahora entendibles, se calificó como difuso en la introducción
de este texto. Es necesario tener en cuenta que estos principios, para no
traicionar el espíritu que los anima, deben considerarse en todo momento
como abiertos y sujetos a revisión.
Antes de entrar de lleno en la reflexión sobre el paisaje y la creatividad,
conviene resumir los principios enunciados, para tener una vista panorámica
y armónica. Lo primero que hay que recalcar es que estas reflexiones buscan
crear modelos que den cuenta sobre las probables condiciones de existencia
de paisajes donde la figura del ser humano no se halla presente. Para ello, se
apoya en el diálogo de conocimientos ––provenientes de diversos ámbitos y
disciplinas–– que deben en todo lugar y momento ser considerados como hi-
pótesis. Esta medida, los modelos construidos sobre esas hipótesis abandonan
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
164
la pretensión de certezas y buscan convertirse en heurísticas que hacen posible
formular nuevos interrogantes y hallazgos. El camino que se emprende para
lograrlo es el del pensamiento proyectivo que con su carácter especulativo y
abierto emplea como herramienta esencial el experimento mental. Finalmente,
todo lo anterior solo es posible si se transfigura el miedo a lo desconocido a una
forma de ser cuidadoso con, bajo la égida de la humildad cognitiva que recuerda
siempre los límites de quien emprende la tarea.
El paisaje: de una comprensión reduccionista a una
comprensión emergentista
El encuentro auspiciado por Adam Bly (2011) entre Joan Fontcuberta,
artista y fotógrafo, y Ariel Ruiz i Altaba, artista y biólogo inicia con la
intervención de Fontcuberta, quien afirma:
Tuvimos la oportunidad de encontrarnos en Paris gracias a Paris Photo,
donde los dos estábamos exponiendo. Tú presentabas algunas muestras
de tu reciente obra Paisajes mínimos y yo presentaba unas fotografías de
mi serie Orogénesis. Y yo pensé que el hecho de que ambos estuviéramos
centrándonos en el paisaje era interesante. Por ejemplo, cuando hablamos
de paisaje, ¿estamos hablando del mismo concepto? (p. 84)
Es notorio que la conversación entre dos artistas dedicados al tema del
paisaje inicie con el interrogante de si los dos interlocutores están hablando de
lo mismo al referirse a este concepto. Esta situación pone de relieve un hecho
interesante: aún entre expertos, el significado de los conceptos no tiene que
ser necesariamente idéntico. Como lo ha demostrado la psicología cognitiva,
los significados de los conceptos se construyen, deconstruyen y co-constru-
yen con la ayuda de los signos y los códigos que se ponen en juego en medio
de los universos culturales (Arcila, Mendoza, Jaramillo y Cañón, 2010).
De lo anterior, se infiere que el concepto de paisaje también está cir-
cunscrito a estos cambios y que su significado puede depender de variados
factores como, por ejemplo, el contexto discursivo en el que se lo emplee,
las connotaciones que se le impriman, los factores diacrónicos que afectan
a los términos, entre otros.
Sería una tarea dispendiosa intentar enumerar los significados del
concepto de paisaje que abarcasen la mayoría de sus usos posibles, en
cuanto, como bien lo señala Ross Cameron —miembro del departamen-
to de Paisajismo de la Universidad de Sheffield, Inglaterra—, “[e]l paisaje
CREATIVIDAD DE FRONTERA
165
es, obviamente, un término muy abierto e indefinido” (Redacción BBC
Mundo, 2016).
En relación con las intenciones que guían estas reflexiones se contra-
pondrán únicamente dos conceptos de paisaje, en tanto representan dos
polos extremos, entre los que se establece un continuo entre el criterio de
cierre y el criterio de apertura, el cual es tanto comprensivo como discur-
sivo del concepto. Se está hablando entonces de un significado reduccio-
nista para el primer caso y de un significado emergentista para el segundo.
Esta imposibilidad de establecer límites cerrados para definir un con-
cepto no es propia únicamente del vocablo “paisaje”. Por el contrario, exis-
te un gran número de conceptos que poseen la misma particularidad, los
cuales se denominan, dentro de las teorías de la lingüística y la psicología
cognitiva como “conceptos prototípicos”. Un concepto prototípico es aquel
que no puede ser definido por una serie de criterios necesarios y suficientes,
por lo cual sus ejemplares se agrupan de acuerdo con algunos rasgos más
o menos compartidos. En términos de Wittgenstein, se afirmaría que los
ejemplares tienen entre sí un “parecido de familia” (Pozo, 2002, p. 94).
El paisaje desde una visión reduccionista
El uso cotidiano del término paisaje contempla dos elementos: un sujeto
observador y lo observado. El primer elemento tiene como rasgo funda-
mental la capacidad de percibir; el segundo, el de la espacialidad, el cual
reúne una diversidad de seres u objetos. En otros términos, el observador
está dotado de facultades que le permiten convertir en información tanto
el espacio que observa como lo que contiene dicho espacio. En palabras
de Fermín Villarroya (2011):
Quizá la definición más acertada sea ésta: “Paisaje es la percepción de
un territorio por parte de una persona”. El paisaje como tal no existe si
no hay una persona visionándolo, percibiéndolo. La percepción es la
aprehensión intelectual, el acto del entendimiento por el que se capta
el paisaje sin apenas reflexionar sobre él. Me sobrecoge pensar que sin
personas no hay paisaje: solo territorio, rocas, agua, elementos antró-
picos… Un pájaro es una realidad en sí misma, es un ser vivo con en-
tidad propia, lo observe una persona o no. El paisaje existe en cuanto
hay una persona contemplándolo. (p. 39)
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
166
Esta definición, por completa que parezca, presenta, en un primer
momento, algunos inconvenientes:
a) Establece una división irreductible entre el observador y lo observado.
b) La principal dimensión que concibe como configurativa del paisa-
je es el “espacio”.
c) El único tipo de sujeto que puede fungir como observador perte-
nece a la clase humana (“persona”).
Las anteriores restricciones derivan de una concepción epistemológica
que asume que la comprensión de una determinada parcela de la realidad
puede ser alcanzada examinando sus componentes de forma aislada. Según
lo anterior, las propiedades de esa porción de la realidad (sea cual sea) re-
sultan de la suma de las propiedades de los elementos que la componen. Y,
simultáneamente, el análisis de la totalidad no añade nada a la comprensión
de las características de las partes.
Desde este horizonte comprensivo, la realidad se muestra como explica-
ble fácilmente y predecible, debido a que los factores y las relaciones que la
constituyen se presentan como claramente identificables y perdurables. Esta
actitud frente al mundo es la que adopta la persona en su vida cotidiana como
un producto de la economía cognitiva requerida para ejecutar acciones y to-
mar decisiones que casi siempre se realizan en contextos conocidos.
En oposición a la visión reduccionista, existe un paradigma filosófi-
co que considera que todo cuanto existe, así como sus propiedades, no
se derivan de forma mecánica de la suma de sus componentes, sino que
cualquier sistema posee unas cualidades que no pueden reducirse a las de
las partes que lo constituyen.
El paisaje desde una visión emergentista
Según el paradigma emergentista, el todo es más que la suma de sus partes,
debido a que existen propiedades del todo que no pueden hallarse en ningu-
no de los elementos que lo componen y, por lo tanto, las cualidades de las
partes parecen transmutarse o desaparecer cuando están integradas al todo.
La vida y la conciencia son dos fenómenos excelentes para compren-
der lo enunciado. Siguiendo a Nicholas Christakis (2012), se pueden
mencionar como elementos constituyentes de la esencia de la vida al car-
bono, el fósforo, el nitrógeno, el azufre, el oxígeno, el hidrógeno y el
hierro, entre otros. No obstante,
CREATIVIDAD DE FRONTERA
167
[…] la vida posee una serie de propiedades emergentes que no solo no
se hallan presentes en ningunos de los elementos o partes que la inte-
gran, sino que surgen de una forma que tampoco resulta predecible.
Hay una especie de maravillosa sinergia entre las distintas partes que
la componen. (p. 134)
Con respecto a la conciencia, se puede afirmar que “[p]ese a tener en
el cerebro su correlato neuronal, […] no puede explicarse en un plano
neurológico. Podemos saber qué están haciendo todas las neuronas, pero
[la conciencia] seguirá envuelta en el misterio” (Alonso, 2014, p. 96).
Los siguientes son dos ejemplos suficientes para ilustrar la distancia
entre el paradigma reduccionista y el emergentista.
Examinado el paisaje desde el emergentismo, este no se puede com-
prender recurriendo al examen de sus componentes básicos y a la forma
como se relacionan. Es necesario contemplar, entonces, las propiedades
que emergen de este sustrato básico.
En este sentido, la relación entre el observador y lo observado obli-
ga a considerar las cualidades que emergen de dicha relación, esto es, la
manera cómo está constituido el sistema mental del observador en el mo-
mento de la observación (percepción, memoria, razonamiento, emoción
y volición), el lapso de la observación, las relaciones entre los factores que
configuran lo observado, etcétera. Asimismo, obliga a tener presente la
introducción de instrumentos de observación, los cuales median entre
los sentidos del observador y lo observado. Como se puede observar, la
relación es mucho más compleja de lo que se deriva de la visión reduccio-
nista, en tanto a lo mencionado anteriormente se podría seguir sumando
factores de diversa índole que alterarían el paisaje.
Un sencillo experimento mental puede ayudar a comprender mejor
lo expresado: un sujeto X contempla un escenario, cuyas características se
mantendrán, pero no el estado funcional del sistema mental del sujeto X:
Escenario: una llanura verde se extiende en el horizonte, el clima es
cálido y la luz del sol ilumina el arroyo que la traviesa, cuyas aguas apenas
producen un ligero murmullo.
El sujeto X (en un estado mental sin alteraciones) describe este esce-
nario probablemente con palabras que aludan a conceptos relacionados
con placidez, calma, belleza, etcétera.
El mismo sujeto X (en un estado de despersonalización) afirmaría lo
siguiente frente al mismo escenario: “[t]odo me resulta embotado e irreal.
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
168
Los colores del paisaje, el cielo azul y los rayos del sol me dejan indiferen-
te. No los puedo sentir” (Canterino y Michal, 2013, p. 45).
Si bien el escenario es el mismo, no se puede decir que el paisaje, enten-
dido como las propiedades que emergen del observador, el acto de observar
y lo observado, sea el mismo paisaje, debido a que sus propiedades no lo son.
Ahora bien, es pertinente recurrir a un segundo experimento: si un pai-
saje se ve alterado por factores externos a los observadores, ¿qué consecuencias
trae esto sobre ellos y cómo un tercer observador interpreta lo acaecido? Este
experimento está basado en un hecho real:
Observadores: una población conformada por un grupo reducido de
habitantes.
Escenario original: el ambiente natural ha sido escasamente modifica-
do por los habitantes de la comunidad. Este ha sido alterado solamente
para acoger sencillas viviendas y para la realización de actividades que
permitan su supervivencia, cuidando de la naturaleza. La relación entre el
escenario y los habitantes puede catalogarse como simbiótico.
Escenario alterado: el ambiente natural en el que vive la población se
ve rápidamente transformado por las acciones de los miembros de una
compañía minera dedicada a la extracción a cielo abierto de carbón mine-
ral. Los observadores-habitantes empiezan a padecer trastornos emocio-
nales, caracterizados por un sentimiento de pérdida similar, aunque no de
la misma intensidad, que el sufrido en caso de muerte de un ser querido.
Para un observador en tercera persona, conocedor tanto de los esta-
dos emocionales de los habitantes como del escenario, se trataría en reali-
dad de dos paisajes distintos, no debido únicamente a la modificación del
escenario, sino también por los cambios actitudinales de los habitantes.
Como se mencionó anteriormente, este experimento mental está basa-
do en un hecho real, que acaeció en dos casos de poblaciones aborígenes de
Australia y que llevó al filósofo ambiental Glenn Albrecht a crear el neolo-
gismo “solastalgia”, el cual significa dolor por pérdida del hogar (Corraliza,
2012, entrevistado por Buchholz). Esta palabra fue acuñada a partir de la
fusión de los vocablos en latín solacium o consuelo y algia o dolor.
El experimento anterior sirve para señalar que, si se introduce un ob-
servador en tercera persona, el paisaje se transforma con respecto al primer
grupo de observadores; en este caso, los pobladores. El observador en terce-
ra persona ve los estados emocionales de los habitantes como propiedades
emergentes que, a manera de síntomas, padecen los pobladores, quienes,
CREATIVIDAD DE FRONTERA
169
a su vez, contemplan los cambios de escenario desde el cristal de su alte-
ración emocional. Entonces, es pertinente preguntarse, ¿cuántos paisajes
existen en este experimento?
Esta pluralidad de ambientes y connotaciones paisajísticas también se
podría sustentar con otro ejemplo: para quienes habitan los centros de una
gran ciudad en donde se concentran las actividades comerciales de la urbe,
el paisaje se transforma dependiendo de los días de la semana. Se puede
suponer que las actividades mercantiles se llevan a cabo de lunes a viernes,
días en los que las tiendas y oficinas permanecen abiertas y el tránsito de
personas y autos por las calles es incesante, con todo lo que ello comporta:
ruido, movimiento agitado, desorden, etcétera. Esta situación cambia los
fines de semana: los inmuebles se desocupan, los sonidos son escasos y la
soledad campea en las vías antes atiborradas. Los edificios, las calles y los
lugares de encuentro son los mismos, pero, para una persona que se acerque
a conocer el lugar por primera y única vez, el registro que quedará grabado
en su memoria será distinto dependiendo de si su encuentro con el paisaje
sucede en un día laboral o en uno de descanso. Por tanto, el espacio tempo-
ral, por breve que sea, también transforma de manera sustantiva el paisaje.
Hasta aquí se han ofrecido algunos ejemplos, empleando como vía el
experimento mental, para señalar el carácter complejo del paisaje y sub-
rayar la distancia que media entre una visión reduccionista del mismo y
una emergentista. La primera simplifica la cuestión, a expensas de cerrar
el universo de entendimiento y de acción; la segunda, lo complejiza, pero
abre el horizonte a nuevos sentidos y aproximaciones comprensivas y de
actuación. Sin embargo, este ejercicio está incompleto si no se vuelven a
retomar las objeciones que en el apartado anterior se formularon al para-
digma reduccionista. Algunas ya se han resuelto, pero otras no.
En este punto es necesario retomarlas. Según se expuso anteriormen-
te, la visión reduccionista presenta los siguientes inconvenientes:
a) Establece una división irreductible entre el observador y lo observado.
b) La principal dimensión que concibe como configurativa del paisa-
je es el “espacio”.
c) El único tipo de sujeto que puede fungir como observador perte-
nece a la clase humana (“persona”).
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
170
Las dos primeras cuestiones pueden considerarse suficiente explica-
das con lo analizado hasta aquí. No se puede sostener una relación pu-
ramente mecanicista entre observador y observado, así como tampoco
se puede aceptar un distanciamiento entre ambos que impida la mutua
interacción y modificación recíprocas.
De igual manera, no se puede seguir sosteniendo que solo el espacio
sea configurativo del paisaje, debido a que el tiempo viene a constituirse en
factor esencial y reformador. Es necesario hablar de espacio-tiempo, como
una dupla inseparable en la “maravillosa sinergia” de elementos que cons-
tituyen el paisaje. Además de la realidad “objetiva”, pueden presentarse
como modelos de esta relación espacio-temporal escenarios mediáticos
como en las películas (Davenport, 2001), las cuales hacen pasar frente
a los ojos del espectador escenarios que, por un lado, solo son posibles
gracias a la interacción entre imágenes de espacios representados que se
despliegan en una línea temporal y, por el otro lado, solo son inteligibles
gracias al recurso de trastrocamientos entre el tiempo de la historia narra-
da y el tiempo del relato (prolepsis, analepsis, elipsis, etcétera) (Contursi
y Ferro, 2000). Otros escenarios mediáticos que refuerzan esta idea de la
dupla espacio-tiempo, como factor indisoluble de los paisajes, lo consti-
tuyen los escenarios creados a través de la realidad virtual que hacen parte
actualmente de un gran número de elementos de la vida cotidiana de las
personas como, por ejemplo, juegos, museos virtuales, simulaciones de
entornos naturales, etcétera.
La tercera cuestión —la cual se refiere a que solo el ser humano pue-
de considerarse como observador de escenarios o como afirma Fermín
Villarroya (2011) que sin personas no hay paisaje— será analizada en
los siguientes apartados, en cuanto es parte de la cuestión medular de las
presentes reflexiones. Para ello, se examinará brevemente el tema de la
naturaleza de lo humano y cómo los avances en ciertas ramas de la tecno-
ciencia han abierto nuevas fronteras para su comprensión.
La creatividad y la naturaleza de lo humano
Un tema recurrente en las tradiciones de pensamiento tanto de Occiden-
te como de Oriente ha sido determinar si los seres humanos poseen una
esencia o naturaleza que les sea propia y, en tal sentido, los distinga de
manera radical de los demás seres vivos (Ferrater, 2002). A pesar del gran
CREATIVIDAD DE FRONTERA
171
número de respuestas que se han dado a este interrogante, estas pueden
ser agrupadas en dos grandes conjuntos. El primero que reúne las posi-
ciones que consideran que el ser humano ostenta una o varias propieda-
des que le pertenecen de forma exclusiva y que conforman su “esencia”.
El segundo recoge las posiciones que afirman lo contrario. Este segundo
conjunto se puede dividir en dos de acuerdo con la manera como niegan
la existencia de una naturaleza privativa del ser humano. Por un lado,
se hallan las posturas que afirman que, si bien existen diferencias entre
el hombre y los animales, estas son de grado y no de “esencia” y, por el
otro lado, las que consideran que no existe en modo alguno algo a lo cual
denominar “naturaleza humana”, en cuanto el hombre es un ser que está
en constante estado de apertura y reconstrucción. Al primer subconjunto
pertenecen las respuestas que se pueden considerar naturalistas y, al se-
gundo, las historicistas o existencialistas (Ferrater, 2002).
Las respuestas dadas en uno u otro sentido a lo largo de la historia
han provenido de diversos ámbitos como la religión, la filosofía, las cien-
cias, etcétera. Incluso, muchas de esas respuestas proceden de la intersec-
ción de algunos de esos ámbitos.
Con el nacimiento de las ciencias cognitivas, a mediados del siglo XX y
su posterior desarrollo, la respuesta a la pregunta ¿qué significa ser humano?
ha tomado un nuevo rumbo. Si bien los hallazgos de estas disciplinas no
son concluyentes ni homogéneos, sí permiten observar la aparición de un
tercer conjunto de respuestas, en donde se entrecruzan las posturas antagó-
nicas enunciadas al inicio de este apartado. Se acepta que un grupo de pro-
piedades del ser humano es exclusivo de este, concretamente algunas de sus
facultades cognitivas, pero que han surgido de una combinación, tanto “de
capacidades básicas, algunas comunes a muchas especies […]” (Bickerton,
citado por Villarroya, 2007, p. 2) como de otras propias de los humanos.
Esta combinación ha tenido lugar a lo largo del proceso evolutivo.
De acuerdo con lo expuesto, lo característico de lo humano es el re-
sultado de un conjunto de propiedades emergentes surgidas de la com-
binación de capacidades elementales, algunas de las cuales comparte con
otros seres vivos y algunas otras no. Ni las primeras ni las segundas serían
suficientes para que el humano se distinguiera de manera radical de las
demás especies. En otras palabras, el hecho de que el humano pueda, por
ejemplo, formular la pregunta de ¿qué significa ser humano? es un atributo
que no comparte con ningún otro animal. Sin embargo, esto solo es posible
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
172
gracias a ese fantástico telar de elementos básicos que hacen emerger niveles
superiores de organización cuyas cualidades hacen del humano lo que es.
En este punto surge la pregunta sobre qué propiedades son exclu-
sivamente humanas y no compartimos con ninguna otra especie. La
conciencia, el pensamiento, la capacidad para formar conceptos son,
por regla general, los ejemplos a los que se alude para caracterizar las
capacidades que son exclusivas de los humanos. Sin embargo, trabajos
como los de William H. Calvin y Derek Bickerton (2001) han demos-
trado que estas capacidades las comparte en algún grado el humano con
otros animales. Para estos autores, y otros científicos cognitivos, lo que
caracteriza al hombre es su sintaxis mental, la cual le permite combinar
largas cadenas de signos para representar y comunicar significados. En
esta medida, la sintaxis mental sería la responsable del refinamiento de
esas capacidades compartidas hasta un grado tal que parecieran exclu-
sivas del humano.
Esta facultad mental —a la que ambos investigadores llaman propia-
mente como el Lenguaje— se encontraría en la base y haría posible la exis-
tencia de las demás capacidades cognitivas exclusivas del homo sapiens. En la
cúspide de esas capacidades que emergen de la sintaxis mental estaría la “ge-
neralizada creatividad de los humanos” (Calvin y Bickerton, 2001, p. 230).
A pesar de que durante mucho tiempo se consideró a la creatividad
como una característica propia solo de ciertas mentes iluminadas, se sabe
contemporáneamente que es una cualidad que todo ser humano posee.
Como lo afirma Gardner (2005),
las primeras nociones de la creatividad destacaban el papel de la divinidad
o del azar. Quienes formulaban teorías sobre la creatividad suponían que
ciertas personas estaban tocadas por la genialidad, aunque algún que otro
rebelde (como Edgar Allan Poe) afirmaban que la creatividad seguía una
forma lógica accesible a todo el mundo. (p. 61)
En la actualidad, los trabajos en ciencias cognitivas han demostrado
que la creatividad debe ser entendida como un tipo especial de procesa-
miento mental resultado de la interacción de diversos mecanismos cog-
nitivos y del conocimiento experto que posee el sujeto (Boden, 1994;
Finke, Ward y Smith, 1992). De acuerdo con esto, todos los seres hu-
manos son creativos, aunque depende de la manera cómo empleen sus
facultades cognitivas y el conocimiento que han adquirido, por lo cual
se han reconocido “varios niveles de creatividad, desde la creatividad
CREATIVIDAD DE FRONTERA
173
«con c minúscula» que interviene en un nuevo arreglo floral, hasta la
Creatividad «con C mayúscula capaz de producir la teoría de la relativi-
dad” (Gardner, 2005, p. 61).
Volviendo a la pregunta ¿qué significa ser humano?, podría contes-
tarse que la cualidad radical que lo distingue es su maravillosa capacidad
creadora; capacidad que lo llevó a la cúspide evolutiva de los seres vivos,
y que tuvo como punto de inflexión la aparición de la sintaxis mental
humana hace aproximadamente 100000 años. En palabras de Bickerton
(citado por Peiró, 2006):
Hasta hace 100000 años apenas había cultura humana. Durante casi dos
millones de años, las herramientas y útiles que utilizaban no cambiaron.
Lo que distingue al Homo Sapiens del resto es precisamente la creatividad.
Constantemente estamos creando cosas nuevas, no podemos parar. Pen-
samos que esto puede ser mejor que lo que conocemos y experimentamos
para ver si sacamos algo diferente. Nunca estamos satisfechos con lo que
ya existe y antes de nosotros no ocurría esto. (párr. 6)
Siguiendo las reflexiones de Calvin y Bickerton, se podría afirmar
que la evolución biológica del ser humano ha finalizado para dar paso
a la evolución cultural. Esta última es la responsable no solo de la apa-
rición y desarrollo de la ciencia, la tecnología, el arte, las nuevas formas
de organización social y de producción económica, sino también de la
transformación radical del planeta que habita: la Tierra. El ejemplo más
agudo de esta transformación es el que el ganador del Premio Nobel Paul
Crutzen ha denominado Antropoceno, término con el cual designa una
nueva época geológica producto del impacto que la actividad del ser hu-
mano ha tenido sobre los ecosistemas terrestres. El Antropoceno sucede
al Holoceno, la última y actual época del periodo cuaternario (Zalasiewicz,
2016). Según Kate Peek (Citada por Zalasiewicz, 2016):
Los científicos acumulan cada vez más datos que apoyan la idea de que la
actividad humana ha conducido al planeta a una nueva época geológica,
el Antropoceno. Se cree que este podrá distinguirse con claridad del Ho-
loceno (que comenzó cuando los glaciares se retiraron hace 11700 años) y
que el año 1950 podría representar un umbral lógico entre ambas épocas.
Según Colin Waters, del Servicio Geológico Británico, los marcadores del
Antropoceno […] se han extendido por todo el globo: “Efectivamente,
nos hemos convertido en una nueva fuerza geológica”. (p. 28)
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
174
Si bien entre la comunidad científica se discute todavía sobre la acepta-
ción o no del Antropoceno como una auténtica época geológica, es innega-
ble, sin embargo, que la mano del hombre ha alterado de manera sustancial
los sistemas terrestres; alteración resultante de su actividad creadora.
Al contrario de lo que hasta aquí se podría inferir, la actividad creadora
humana no ha llegado al límite de las transformaciones que puede produ-
cir, debido a que, desde mediados del siglo XX, otro objeto de intervención
ha aparecido en su horizonte: el mismo ser humano, así como la creación
de seres con capacidades cognitivas similares o superiores a las que este po-
see. Esta circunstancia lleva a examinar la posibilidad de la alteración de las
facultades humanas en función de su optimización y la aparición de nue-
vos seres dotados de inteligencia, conciencia y emoción. Lo que supondría
contemplar no solamente la posibilidad de una nueva época geológica, sino
la emergencia de una nueva etapa en la historia evolutiva, jalonada esta vez
por los avances tecnocientíficos y no por cambios biológicos. Este será el
tema que se abordará en el siguiente apartado.
De los paisajes poshumanos a los paisajes metaónticos
Michael Gazzaniga, fundador del Centro de Neurociencias Cognitivas en la
Universidad de California, ha expresado con claridad que “nuestra capacidad
de desear o imaginar que podemos ser mejores es notable. Ninguna otra es-
pecie aspirará a ser más de lo que es” (citado por Stalman, 2018, p. 95). A lo
largo de la historia humana, esta aspiración se ha expresado a través de la crea-
ción de artefactos, tanto físicos como simbólicos, que han buscado ampliar
las funciones de los órganos del hombre al igual que sus facultades mentales.
En la actualidad, esa aspiración está cobrando forma a través de dos
búsquedas particulares:
a) la mejora de las capacidades mentales de los humanos, a través de
diversos medios, y
b) la creación de máquinas que posean inteligencia y conciencia si-
milar a la humana. (Gardner, 2005)
Junto a la búsqueda mencionada, es posible añadir una búsqueda
más, la cual ya no tiene al ser humano como centro de indagación y mejo-
ra, sino que pretenden ampliar el horizonte para acoger la posibilidad de
CREATIVIDAD DE FRONTERA
175
vida extraterrestre o de formas de existencia en otras dimensiones (Rees y
Hawking, 1997).
A continuación, se analizan estas búsquedas por separado, teniendo
presente la premisa que ha guiado estas reflexiones: la relación entre creati-
vidad y la posibilidad de existencia de paisajes sin la presencia del humano.
Creatividad y paisajes poshumanos
El futuro de la creatividad lo condiciona Howard Gardner (2005) al avan-
ce en tres tecnociencias: “[l]as tecnologías del cerebro, de los genes y del
silicio” (p. 72). Para este autor, el conocimiento y las aplicaciones que se
alcancen en estas tres áreas repercutirán en un nivel superior de desarrollo
de la capacidad creadora del humano, junto con las consecuencias que se
deriven de tal situación6
.
En otras palabras, Gardner vislumbra un futuro cercano, en donde
el ser humano llegaría a rendimientos más altos de producción creativa,
bien sea alterando su biología (cerebro y genes), empleando máquinas in-
teligentes a manera de prótesis intelectuales o en una circunstancia donde
se presente una mezcla de las dos posibilidades anteriores.
En el primer caso, se puede imaginar cómo la vida mental humana se
alteraría si se modifican cualquiera o todas sus facultades de procesamien-
to de la información (percepción, memoria, pensamiento o volición) o
su conciencia. En esta situación tendríamos un observador capaz de con-
templar y manipular los escenarios presentes en el paisaje que distarían
de la forma en que lo hace el ser humano que no ha sido modificado. Un
ejemplo puede ser la suposición de lo que significaría el poder percibir
nuevos sonidos o colores que, por el momento, están fuera del rango de
percepción de los ojos u oídos del hombre del común. Probablemente, los
nuevos datos proporcionados por sus órganos optimizados harían posible
disfrutar de nuevas sensaciones o divisar cualidades que hasta el momen-
to no hubiera descubierto como molestas. En todo caso, de la relación
con los escenarios, emergerían cualidades que hasta ahora habrían pasado
inadvertidas para el hombre tal y como está constituido en la actualidad.
6
En realidad, Gardner enuncia de forma taquigráfica el desarrollo de múltiples tecnociencias: la
nanobiotecnología, la nanomedicina, las ciencias cognitivas, la biología artificial, entre otras.
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
176
En el segundo caso, con la ayuda de máquinas inteligentes a manera
de prótesis también podría manipular información emergente de los esce-
narios existentes o crear escenarios hasta ahora insospechados. Un ejemplo
de esto son las experiencias con gafas que ofrecen visión de “realidad mixta
(RM)” —como, por ejemplo, las Hololens de Microsoft®— que permiten
al usuario interactuar con realidades virtuales que se superponen a la reali-
dad objetiva, posibilitando el acceso a nueva información que toma cuerpo
en escenarios donde la línea entre lo material y lo virtual se diluye (Bolter
y Engberg, 2016).
Para el tercer caso, la relación entre las capacidades mentales poten-
ciadas mediante la manipulación biológica y la ayuda de máquinas inteli-
gentes abriría el espectro de posibilidades a una gama de experiencias
impensadas. Un ejemplo extremo de esta relación sería lo que Calvin
(2001) denomina “la máquina de la inmortalidad”, la cual sería “el cere-
bro de un individuo cargado en un ordenador que funciona de manera
similar” (p. 216). Aquí, comienza a prefigurarse un universo de paisajes
que por el momento estarían fuera de la competencia imaginativa del
ser humano. Tal y como lo afirma Joseph Paradiso —titular de la cátedra
Alexander W. Dreyfoosen de Artes y Ciencias Multimedia del MIT—:
En el futuro, cuando vivamos y aprendamos en un mundo profunda-
mente surcado por redes de dispositivos ponibles y, en última instancia,
implantables, la manera en que nuestra esencia e individualidad se repar-
tirá entre las neuronas orgánicas y aquello en lo que se haya convertido el
ecosistema de información planteará una frontera fascinante que promete
redefinir la humanidad. (BBVA, 2016, p. 71)
Con lo expuesto por Paradiso, se lleva a un punto extremo la relación
entre creatividad y las tecnociencias señaladas por Gardner al inicio de
este apartado. Mientras Gardner considera la intervención biológica del
humano o el empleo de máquinas inteligentes únicamente como una vía
para potenciar su creatividad, Paradiso, por otro lado, advierte cómo este
camino puede conducir a resignificar aquello que se considera como lo
propiamente humano. Se está delante, entonces, de lo que algunos auto-
res han denominado el poshumanismo. Si bien este término está siendo
empleado con diversos sentidos por distintos autores, aquí se emplea para
denominar a la condición del ser humano que ha sido trasformada para
optimizar sus capacidades cognitivas. En este sentido, el humano mejo-
rado no compartiría la misma naturaleza que el homo sapiens, en cuanto
CREATIVIDAD DE FRONTERA
177
se estaría ante un ser cuyas características distarían en gran medida de las
del hombre actual.
Asimismo, la condición poshumana continúa desplazando la visión
antropocéntrica del universo hacia márgenes cada vez más alejados de
la posición privilegiada que se había concedido al ser humano a lo largo
de varios siglos. No obstante, no se trata ahora de poner en el centro al
poshumano (o todas las posibles versiones que pueden surgir de tal con-
dición), sino, por el contrario, de señalar la imposibilidad de encumbrar a
un ser como punto de referencia ontológica, epistemológica y metodoló-
gica. En tal medida, se entra en una época de exocentrismo, caracterizada
por la posibilidad de pasar de uno a múltiples centros de referencia.
Creatividad y paisajes metaónticos
Aceptada la posibilidad de la existencia de humanos mejorados (poshuma-
nos) y de la emergencia de nuevos paisajes, producto tanto de la transfor-
mación de la naturaleza humana como de la intervención de tecnologías
inteligentes, es posible explorar ahora la posibilidad de paisajes en ausencia
de los humanos y los poshumanos.
Se ha mencionado la búsqueda de nuevas formas de vida inteligen-
tes fuera de la Tierra o como seres que habitan otras dimensiones (Rees
y Hawking, 1997). Al respecto, Dimitar Sasselov (2012) —profesor de
astronomía de la Universidad de Harvard y director de la iniciativa Orí-
genes de la Vida, de la misma institución— afirma que
[t]anto la astronomía como las ciencias del espacio están intensifican-
do la búsqueda de vida en otros planetas […]. Las posibilidades de
éxito podrían depender de nuestra capacidad para comprender la po-
sible diversidad que pueden presentar los fundamentos químicos de
la propia vida, esto es, de lo bien o lo mal que alcancemos a entender
la “alteridad” que correspondería no ya a las especies que codifican su
información genética en forma de secuencias de ADN sino a aquellas
formas de vida que utilizan moléculas distintas para codificar sus ca-
racterísticas. (pp. 390-391)
Pero entender la alteridad, además de lo expuesto por el autor búlga-
ro, implica que, en caso de encontrar vida inteligente, se tenga también,
de una parte, un modo de identificarla como poseedora de inteligencia
y, de otra parte, un sistema para entablar una comunicación con ella. De
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
178
estas dos exigencias, la primera es esencial, la segunda no. Como resul-
tado, aparece una distinción clave: una cosa es encontrar formas de vida
primitivas y otra distinta es hallar vida inteligente, en el sentido en que se
aplica este adjetivo a lo humano, incluyendo la creatividad (Rees y Hawk-
ing, 1997). Si se lograse obtener cualquier indicio de vida extraterrestre, a
través de la recepción de una señal claramente artificial, advierte, el cos-
mólogo y astrofísico británico, Martin (Rees y Hawking, 1997):
No sabríamos, por supuesto, si la transmisión proviene de cierto ser cons-
ciente, o de un artefacto abandonado por una especie que se hubiera ex-
tinguido mucho tiempo antes de que el mensaje fuera emitido. Ese primer
contacto, sin embargo, confirmaría que los conceptos de lógica y física
habrían aparecido en algún lugar fuera de la mente humana. (pp. 41-42)
Habría que agregar a lo dicho por Rees que también la facultad crea-
tiva, tan distintiva de lo humano, pudo aparecer en otras mentes: las
extraterrestres, en cuanto estas serían las que habrían producido —a par-
tir de la creación de códigos y artefactos— la señal artificial que con an-
helo buscan un buen número de astrofísicos, cosmólogos y exobiólogos.
La posibilidad de que existan mentes dotadas de inteligencia y crea-
tividad, que habiten planetas distintos a la Tierra, permite suponer que
tales criaturas entablarían relaciones con sus entornos similares, aunque
sea en una forma estructural básica a la señalada anteriormente para el
humano y los escenarios. En otras palabras, existirían paisajes que serían
el resultado de las propiedades emergentes del vínculo establecido entre
esas mentes extraterrestres y el escenario o conjunto de escenarios que
fueran capaces de observar o habitar.
De acuerdo con lo expuesto, podrían existir paisajes en ausencia del
humano; donde el lugar de éste estaría ocupado por esas formas de vida
extraterrestres y los escenarios podrían, a su vez, estar ocupados por en-
tes distintos a cualquier forma conocida por el hombre. Se llega, de esta
forma, a un estado de cosas que cabría denominar como metaóntico.
Estos paisajes metaónticos, en tanto posibilidad, quedan por definición
fuera del alcance de la imaginación humana, debido a que no podrían
describirse hasta no se identifique alguna forma de vida extraterrestre
junto con el entorno o entornos que habitan. El neologismo “metaónti-
co”, aquí acuñado, pretende abrir el horizonte comprensivo a la existen-
cia plausible de seres, los cuales, tanto por su constitución como por la
relación que establecen con sus entornos, no puedan ser identificados ni
CREATIVIDAD DE FRONTERA
179
entendidos con el lente proporcionado por las categorías con las cuales
hasta ahora se ha querido explicar la realidad en la tradición occidental.
En tal medida, se refuerza la idea, ya expuesta en al apartado anterior,
de seguir abandonando la posición antropocéntrica por una excocén-
trica que contemple la coexistencia de múltiples centros de referencia
tanto epistemológicos como metodológicos.
Volviendo a los trabajos de Rees y Hawking (1997), este autor no
solo considera la posibilidad de vida extraterrestre, sino también la exis-
tencia de un multiverso o de universos paralelos, que surgen de las teorías
de investigadores como Hugh Ewerett, John Wheeler, Alan Guth y Lee
Smolin (Rees y Hawking, 1997). Si bien estos autores advierten que estas
teorías están basadas “en suposiciones bien definidas, aunque, a fin de cuen-
tas, especulativas” (p. 43). Por el momento, solo se puede aventurar ante
tales especulaciones la existencia de seres y paisajes, donde nuevamente el
hombre no tiene cabida.
Conclusiones
Recuérdese que el tema que condujo estas reflexiones fue la exploración
de las posibilidades y condiciones de emergencia de paisajes donde el ser
humano no se hallara presente, pero sí otros seres que pudieran ocupar su
posición. Considerados en conjunto los análisis realizados, se pueden preci-
sar ahora dos circunstancias en las que esto puede tener lugar, a la primera
se la denominó la condición poshumana y a la segunda, la metaontológica.
Con el advenimiento de las nuevas tecnociencias, se ha abierto la po-
sibilidad de que en un futuro no lejano puedan existir seres humanos modi-
ficados —bien sea biológicamente, empleando máquinas inteligentes como
prótesis de sus capacidades mentales o en una combinación de ambas even-
tualidades—, quienes posean capacidades mentales optimizadas que obli-
gue a redefinir en qué consiste su naturaleza. De acuerdo con lo anterior,
estos humanos mejorados poseerían unas facultades mentales, en particular
las referidas a su capacidad creativa, que los distanciarían cualitativamente
del hombre actual de la misma manera en que este lo está de su antecesor
el homo habilis. A estos humanos mejorados, de los que podría existir más
de una versión, se los ha denominado como poshumanos. Los poshuma-
nos entablarían una relación con los escenarios que habitan o perciben que
sería cualitativamente distinta a la que en la actualidad puede establecer
PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS
180
cualquier ser humano con su entorno. Como consecuencia de esta relación,
emergerían también paisajes cualitativamente distintos. Se puede entonces
inferir la primera posibilidad de existencia de paisajes sin humanos, pues el
poshumano poseería una naturaleza distinta que llevaría a la emergencia de
paisajes imposibles de configurar con un observador humano.
Una derivación de la condición poshumana es la probable apari-
ción y conformación de escenarios habitados únicamente por entidades
robóticas o por “cuerpos virtuales que habitan de una manera autóno-
ma realidades virtuales” (Iglesias, 2016, p. 188), lo cual es resultado de
avances tecnocientíficos que acontecerían por la autogestión de entida-
des maquínicas o virtuales capaces de autorreplicarse y mejorarse sin la
intervención humana.
El segundo escenario, el metaóntico, contemplando la posibilidad de
existencia de vida exoterrestre —sea porque habitan planetas diferentes a
la Tierra o porque se hallan en un universo paralelo— pero con cualidades
similares a la inteligencia y la creatividad humana, aunque su conformación
química podría emplear moléculas distintas a las de la secuencia del ADN
para codificar sus características. Estos seres muy posiblemente manipula-
rían la información de maneras distintas a la humana, haciendo que, de su
relación con los entornos que habitan, emergieran paisajes que los huma-
nos no tomaran como tales o, por lo menos, que estos percibieran solamen-
te unas cualidades emergentes de dichos paisajes, pero no otras.
Pese a que la posibilidad de vida exoterrrestre —en especial la que
contempla la existencia de un multiuniverso o de universos paralelos—
parece más un tema propio de la ciencia ficción que de la reflexión cien-
tífica, social o estética, lo cierto es que, como lo afirman Martin Rees y
Stephen Hawking (1997), muchas de las teorías que se han formulado
sobre esa posibilidad “pueden rebatirse, como debe suceder con cualquier
buena hipótesis científica” (p. 50). En tal medida, siguiendo a este autor,
no deberían descartarse de plano, en cuanto “[p]uede que otros universos
pasen a formar parte del discurso científico del mismo modo que lo ha
hecho la noción de ‘otros mundos’ durante siglos” (p. 51).
Las reflexiones que hasta aquí han permitido prefigurar las condicio-
nes poshumana y metaontológica se han enmarcado en una aproximación
transdisciplinar, en el sentido propuesto por la tercera cultura de Brock-
man. Para ello, fue necesario establecer, con el apoyo de ciertos autores,
una serie de principios epistemológicos y metodológicos que orientaran
CREATIVIDAD DE FRONTERA
181
las indagaciones en términos de los resultados que se pretendían alcanzar,
la manera de lograrlo y la actitud a adoptar por quien indaga.
En consecuencia, las reflexiones llevadas a cabo no son un mero ejer-
cicio intelectual, debido a que han obligado a redefinir conceptos como el
de paisaje o naturaleza humana, contemplar aspectos como el de la facul-
tad creativa en relación con los anteriores y a postular nuevos conceptos
como el de exocentrismo o condición metaóntica.
Parafraseando el epígrafe que aparece al inicio de este documento: la
única manera de descubrir los límites de nuestro conocimiento es aventu-
rarse un poco más allá de dichos límites, en lo que ontológica, epistemo-
lógica y metodológicamente resultaría imposible o, por lo menos, poco
probable (Rees, 2016).
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CREATIVIDAD DE FRONTERA: DE LOS PAISAJES POSHUMANOS A LOS PAISAJES METAÓNTICOS

  • 1. 157 CREATIVIDAD DE FRONTERA: DE LOS PAISAJES POSHUMANOS A LOS PAISAJES METAÓNTICOS Félix Antonio Gómez-Hernández La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de dichos límites, en lo imposible. arthur clarke, 20161 Introducción Además de sus ocupaciones como científico y empresario, Adam Bly ha tenido desde muy joven la inquietud por acercar la ciencia al ciudadano del común. Pero para cumplir su cometido ha desechado el trajinado rumbo de la divulgación científica y ha optado por buscar formas alter- nativas e innovadoras para hacer que todas las personas puedan “ver la ciencia de la forma que la ven los científicos” (Bly, 2010, p. 13). Un me- canismo que ha empleado para cumplir sus objetivos es reunir en una comunidad a artistas, diseñadores, científicos de las más diversas ramas del saber, escritores, arquitectos, y una larga lista de especialistas, para que dialoguen en torno a “temas de interés común a todos: las bases de la moralidad, la naturaleza de la verdad, los límites fundamentales del conocimiento” (Bly, 2010, p. 13). El logro remarcable de su empresa ha sido dar a conocer los re- sultados de esas conversaciones manteniendo su formato original: el del diálogo entre personas expertas que, de manera comprometida y amena, 1 La cita es la segunda ley de Clarke publicada en el ensayo “Peligros de la profecía: la falta de la imaginación” (Martin Rees y Stephen Hawking, 1997, p. 53).
  • 2. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 158 contraponen ideas sobre materias de interés general, aportando desde sus respectivas tradiciones, bien sean estas estéticas, científicas o po- líticas. Esta pluralidad de tradiciones obliga, en muchas ocasiones, a los interlocutores a buscar un lenguaje común, lo cual permite que el ciudadano pueda participar también en el intercambio de ideas, sin que por ello se rebaje la rigurosidad de los planteamientos puestos en discusión2 . En resumen, Bly ha logrado aportar de forma eficaz al mo- vimiento de ciencia ciudadana. El trabajo de Bly se suma a otros proyectos que siguen la misma línea y que han venido trabajando de tiempo atrás: verbigracia la Fundación Edge, creada por John Brockman (s. f.) en su intento por impulsar la de- nominada tercera cultura, que pretende unificar y superar el divorcio entre las culturas humanística y científica, expuesto por S. Snow a finales de la década de los cincuenta. Para ello sigue un camino similar al de Bly, po- niendo a mentes brillantes a pensar acerca de temas que lleven a encontrar y superar los límites del conocimiento actual3 . Todo lo expuesto hasta ahora solo pretende establecer el ámbito —en principio difuso— de las reflexiones que a continuación se presentan so- bre el tema del Paisaje y la Creatividad4 . Es decir, un ámbito configurado por distintas voces que convergen en su interés por un nuevo problema, más que por recorrer caminos ya transitados. 2 Bly hizo posible, por ejemplo, que se entablara un diálogo entre la astronauta y pionera de la astrobiología Jill Tarter y el famoso diseñador de juegos para ordenador Will Wright; di- cha conversación suscitó interrogantes como: ¿Podemos modelar la realidad? ¿Es inevitable la singularidad? ¿Cómo se pueden cuantificar las revoluciones científicas? Se puede mencio- nar otro ejemplo más a manera de ilustración: Tom Wolfe, uno de los padres del nuevo periodismo, y Michell Gazzaniga, uno de los padres de la neurociencia, intercambiaron ideas sobre el libre albedrío y la condición humana. ¡Formidable! Estas y otras conversacio- nes pueden encontrarse en el libro de Bly La ciencia es cultura. Conversaciones en la nueva intersección entre ciencia y sociedad (2010). 3 En una especie de epígrafe que aparece en el sitio Web de Edge se lee: “To arrive at the edge of the world’s knowledge, seek out the most complex and sophisticated minds, put them in a room together, and have them ask each other the questions they are asking themselves”. (Traducción libre: Para llegar al límite del conocimiento del mundo, busque las mentes más complejas y sofisticadas, reúnalas en una sala y pídales que se hagan las preguntas que se ha- cen) (Bruckman, s. f.). 4 Estas reflexiones hacen parte de la investigación que el autor adelanta como parte de su tesis doctoral, en el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Jave- riana, Bogotá, Colombia.
  • 3. CREATIVIDAD DE FRONTERA 159 El tema central de estas reflexiones es explorar las posibilidades y condiciones de emergencia de Paisajes donde el ser humano no se esté presente, pero sí otros seres que, si se quiere, se pueden catalogar como evolutivamente superiores, en tanto han vencido las limitaciones sensi- tivas, intelectivas y orgánicas de los primeros, atendiendo a la metáfora evolutiva acuñada por Daniel Dennett (1995) de la “torre de la genera- ción y puesta a prueba” (p. 169). Las reflexiones presentan la siguiente estructura, en su orden: - nes sobre problemas poco explorados. “emergentista”. Principios para aproximarse a nuevas formas de realizar indagaciones sobre problemas poco explorados La tradición que se ha esforzado por mantener en compartimentos estan- cos los discursos sociales, científicos y estéticos, impidiendo así su pro- pensión a encontrarse en torno a problemáticas que los interpelan. Lo anterior ha derivado en una comprensión errónea de muchos temas y problemas y ha entorpecido la búsqueda de respuestas; pero, además, ha contribuido a asentar la seudodicotomía entre las humanidades y las ciencias, creando comunidades de pensadores que, en el mejor de los casos, comparten magros intereses investigativos o, en el peor, se ignoran mutuamente. Esfuerzos como los ejemplificados con Brockman y Bly apuntan en la dirección de acabar con esa tradición. De los trabajos de estos autores y de algunos otros se pueden derivar algunos principios que, por una parte, pueden continuar socavándola y que, por otra, pueden servir a intereses propios de la presente indagación, funcionando como guías para evitar las viejas trampas en las que puede caer toda indagación que se aventure con nuevos problemas.
  • 4. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 160 Esos principios renovadores se pueden agrupar en tres grupos: Principios que atañen a los resultados de la indagación - cuación entre un enunciado o conjuntos de enunciados y la rea- lidad a la que se refiere. Por el contrario, la verdad es un modelo que se construye sobre la realidad, sea esta última material, social o subjetiva. Los modelos sirven para ser puestos a prueba y, en tal sentido, son descartables, perfectibles, pero nunca completamente acabados. Como bien lo ha señalado el físico Neil Gershenfeld (2012), “[c]onstruir modelos es algo muy distinto a proclamar ver- dades. Es un inacabable proceso de descubrimiento y perfeccio- namiento, no un combate que haya de ganarse ni un destino final que debamos alcanzar” (p. 123). realidad es, a su vez, inacabado, en constante reelaboración. En resumen, siguiendo las reflexiones del biólogo evolutivo Mark Pagel (2012), todo conocimiento siempre es una hipótesis; por tal motivo, “es extremadamente difícil de alcanzar” y siempre “será proclive a los malentendidos y a las contradicciones” (p. 449). Que el conocimiento humano tenga esa propiedad de es- tar en perpetua refundición y reestructuración y deba ser tratado como conjetura y como posibilidad es uno de los mayores logros evolutivos de la especie humana y no una caracterización episte- mológica caprichosa. Como lo ha explicado muy bien Dennett (1995) en su metáfora evolutiva de “torre de la generación y puesta a prueba” (p. 169), los seres capaces de manejar sus repre- sentaciones de la realidad como supuestos y no como certezas absolutas poseen la ventaja de que esos supuestos o hipótesis mueran en lugar de ellos mismos cuando tienen que tomar deci- siones frente a un entorno hostil (p. 170). su vez ha sido edificado con conocimientos que están siempre re- elaborándose, es necesario admitir la inutilidad de la certeza como fin último de toda indagación (Rovelli, 2012). La búsqueda de la certeza construye cárceles que llevan el nombre “dogma”. Por el
  • 5. CREATIVIDAD DE FRONTERA 161 contrario, la indagación auténtica, sea de carácter social, científica o estética, pretende abrir puertas a la duda, la cual permita acceder a nuevas formas de sensibilidad, comprensión y comunicación. Principios que atañen a la forma cómo se realiza la indagación - cial o subjetivo que hacen inviable su resolución acudiendo a la manipulación de variables o condiciones externas al investigador. Por ejemplo, “no hay forma humana de efectuar un experimento real destinado a averiguar el modo de recuperar la información que es absorbida por un agujero negro” (Segre, 2012, p. 73). En tales casos, es necesario recurrir a la realización de experimentos menta- les, a través de los cuales, con auxilio de la imaginación, se crean escenarios hipotéticos que ayudan a comprender un determinado fenómeno o aspecto de la realidad, o a examinar una forma especial de razonamiento, para derivar nueva información u operar men- talmente variables que en el mundo físico o social sería imposible llevar a cabo. Actualmente, gracias a la simulación con ordenadores, los experimentos mentales han logrado ampliar su rango de acción. En el caso de las presentes reflexiones, el experimento mental será uno de los principales recursos a emplear. A pesar de lo dicho, el experimento mental no es exclusivo de la reflexión filosófica o cien- tífica, sino que es propio de la actividad cognitiva cotidiana de cual- quier persona, por lo cual el físico Gino Segre (2012) considera que […]sería útil que fuésemos más conscientes de la manera en los que lo llevamos a cabo y de cuáles son sus aplicaciones prácticas. Cuando nos enfrentamos a una situación desconcertante podríamos, por tan- to, preguntarnos lo siguiente: “¿cómo podría efectuar un experimento mental que me permitiera resolver la situación?”. (p. 74)5 5 Los experimentos mentales o Gedankenexperiment han tenido un papel crucial en la física teórica (Segre, 2012, p. 73), pero también en áreas como la matemática y la filosofía. Desde mediados del siglo XX hasta hoy, estos son un recurso esencial en las Ciencias Cognitivas, debido a la naturaleza elusiva de ciertos temas que deben abordar. Un ejemplo clásico de un experimento mental en ciencias cognitivas es el de la habitación china” propuesto por John Searle para refutar la idea de que algún día las máquinas puedan pensar como los seres humanos.
  • 6. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 162 que el pensamiento humano, probablemente por razones evolu- tivas, “presenta una fuerte tendencia conservadora” (p. 59), razón por la cual a lo largo de la historia las mentes creativas no han gozado siempre de la aceptación de las comunidades en las que han vivido. Con lucidez recuerda Gardner: Honramos el recuerdo de científicos innovadores como Galileo Gali- lei, pero debemos recordar que Galileo fue denunciado y encarcelado y que Giordano Bruno, su predecesor, fue quemado en la hoguera. Ni Johann Sebastian Bach, ni Vincent van Gogh ni Gregor Mendel vieron reconocida su obra en vida. (p. 59) Si bien, desde el siglo pasado, las innovaciones son abrazadas con mayor entusiasmo y rapidez, el conservadurismo aún pervive. Linda Stone (2012) recuerda, por ejemplo, como los trabajos de científicos como Barbara McClintock o Stanley Prusiner —antes de que ambos ganaran el Nobel en Fisiología y Medicina, la una en 1983 y el otro 1997— fueron ridiculizados y rechazados por la comunidad científi- ca. Stone considera este conservadurismo del pensamiento como una “utilización crítica y reactiva de nuestras facultades intelectuales [que] reduce nuestro campo de visión” (p. 325), por lo cual opone a este la actitud abierta y generativa denominada por Edward de Bono como “pensamiento proyectivo”. Este pensamiento posee a diferencia del con- servador “[…] un carácter expansivo, ‘abierto’ y especulativo, circuns- tancia que exige a su vez que el pensador se convierta en el creador del contexto, de los conceptos y de los objetivos” (p. 325). Estas cualidades del pensamiento proyectivo, como se verá más adelante, son cruciales para el ejercicio de las reflexiones que aquí se exponen. Principios que atañen a quien realiza la indagación - sariamente enfrentar el miedo a lo desconocido. Bien sea que ese miedo sea promovido por la empresa que implica la exploración Este experimento mental ha sido refutado por otros experimentos mentales como “la habita- ción coreana” propuesto por William Rapaport (Martínez-Freire, 1995).
  • 7. CREATIVIDAD DE FRONTERA 163 de nuevos territorios o por la opinión del público que conocerá los resultados de dicha exploración. En este sentido, quien inda- ga debería aceptar el miedo a lo desconocido y transmutarlo por el tener “precaución con” (De Grey, 2012), es decir, ser cuidado- so con los resultados de su reflexión para no presentarlos como verdades inamovibles o tener presente que el camino que empleó para su reflexión pudo estar errado. - les y de los logros que estos le han permitido alcanzar. Sin embar- go, es posible recordar que también esas capacidades le han llevado a incurrir en grandes errores con resultados desastrosos. Además, gracias a las ciencias cognitivas, se conoce más acerca de los límites que pueden tener sus facultades mentales. Como lo señala acerta- damente Gary Marcus (2012) [p]uede que Hamlet elogiase lo noble que es la razón de los seres huma- nos y la infinitud de dones que estos poseen pero en realidad —como han venido a demostrar cuatro décadas de experimentación en psico- logía cognitiva— nuestras mentes no solo son finitas sino que además distan mucho de calificar de nobles. (p. 86) Por tal motivo, es necesario acoger cierta “humildad cognitiva” cuan- do reflexionamos, especialmente cuando esa reflexión se aventura por nuevos espacios poco o nada explorados. Después de esta exposición su- maria de los principios que podrían guiar la realización de indagaciones sobre problemas poco explorados, se perfila con mayor claridad el ámbito que acoge el objeto de reflexión (el paisaje y la creatividad); ámbito que, por razones ahora entendibles, se calificó como difuso en la introducción de este texto. Es necesario tener en cuenta que estos principios, para no traicionar el espíritu que los anima, deben considerarse en todo momento como abiertos y sujetos a revisión. Antes de entrar de lleno en la reflexión sobre el paisaje y la creatividad, conviene resumir los principios enunciados, para tener una vista panorámica y armónica. Lo primero que hay que recalcar es que estas reflexiones buscan crear modelos que den cuenta sobre las probables condiciones de existencia de paisajes donde la figura del ser humano no se halla presente. Para ello, se apoya en el diálogo de conocimientos ––provenientes de diversos ámbitos y disciplinas–– que deben en todo lugar y momento ser considerados como hi- pótesis. Esta medida, los modelos construidos sobre esas hipótesis abandonan
  • 8. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 164 la pretensión de certezas y buscan convertirse en heurísticas que hacen posible formular nuevos interrogantes y hallazgos. El camino que se emprende para lograrlo es el del pensamiento proyectivo que con su carácter especulativo y abierto emplea como herramienta esencial el experimento mental. Finalmente, todo lo anterior solo es posible si se transfigura el miedo a lo desconocido a una forma de ser cuidadoso con, bajo la égida de la humildad cognitiva que recuerda siempre los límites de quien emprende la tarea. El paisaje: de una comprensión reduccionista a una comprensión emergentista El encuentro auspiciado por Adam Bly (2011) entre Joan Fontcuberta, artista y fotógrafo, y Ariel Ruiz i Altaba, artista y biólogo inicia con la intervención de Fontcuberta, quien afirma: Tuvimos la oportunidad de encontrarnos en Paris gracias a Paris Photo, donde los dos estábamos exponiendo. Tú presentabas algunas muestras de tu reciente obra Paisajes mínimos y yo presentaba unas fotografías de mi serie Orogénesis. Y yo pensé que el hecho de que ambos estuviéramos centrándonos en el paisaje era interesante. Por ejemplo, cuando hablamos de paisaje, ¿estamos hablando del mismo concepto? (p. 84) Es notorio que la conversación entre dos artistas dedicados al tema del paisaje inicie con el interrogante de si los dos interlocutores están hablando de lo mismo al referirse a este concepto. Esta situación pone de relieve un hecho interesante: aún entre expertos, el significado de los conceptos no tiene que ser necesariamente idéntico. Como lo ha demostrado la psicología cognitiva, los significados de los conceptos se construyen, deconstruyen y co-constru- yen con la ayuda de los signos y los códigos que se ponen en juego en medio de los universos culturales (Arcila, Mendoza, Jaramillo y Cañón, 2010). De lo anterior, se infiere que el concepto de paisaje también está cir- cunscrito a estos cambios y que su significado puede depender de variados factores como, por ejemplo, el contexto discursivo en el que se lo emplee, las connotaciones que se le impriman, los factores diacrónicos que afectan a los términos, entre otros. Sería una tarea dispendiosa intentar enumerar los significados del concepto de paisaje que abarcasen la mayoría de sus usos posibles, en cuanto, como bien lo señala Ross Cameron —miembro del departamen- to de Paisajismo de la Universidad de Sheffield, Inglaterra—, “[e]l paisaje
  • 9. CREATIVIDAD DE FRONTERA 165 es, obviamente, un término muy abierto e indefinido” (Redacción BBC Mundo, 2016). En relación con las intenciones que guían estas reflexiones se contra- pondrán únicamente dos conceptos de paisaje, en tanto representan dos polos extremos, entre los que se establece un continuo entre el criterio de cierre y el criterio de apertura, el cual es tanto comprensivo como discur- sivo del concepto. Se está hablando entonces de un significado reduccio- nista para el primer caso y de un significado emergentista para el segundo. Esta imposibilidad de establecer límites cerrados para definir un con- cepto no es propia únicamente del vocablo “paisaje”. Por el contrario, exis- te un gran número de conceptos que poseen la misma particularidad, los cuales se denominan, dentro de las teorías de la lingüística y la psicología cognitiva como “conceptos prototípicos”. Un concepto prototípico es aquel que no puede ser definido por una serie de criterios necesarios y suficientes, por lo cual sus ejemplares se agrupan de acuerdo con algunos rasgos más o menos compartidos. En términos de Wittgenstein, se afirmaría que los ejemplares tienen entre sí un “parecido de familia” (Pozo, 2002, p. 94). El paisaje desde una visión reduccionista El uso cotidiano del término paisaje contempla dos elementos: un sujeto observador y lo observado. El primer elemento tiene como rasgo funda- mental la capacidad de percibir; el segundo, el de la espacialidad, el cual reúne una diversidad de seres u objetos. En otros términos, el observador está dotado de facultades que le permiten convertir en información tanto el espacio que observa como lo que contiene dicho espacio. En palabras de Fermín Villarroya (2011): Quizá la definición más acertada sea ésta: “Paisaje es la percepción de un territorio por parte de una persona”. El paisaje como tal no existe si no hay una persona visionándolo, percibiéndolo. La percepción es la aprehensión intelectual, el acto del entendimiento por el que se capta el paisaje sin apenas reflexionar sobre él. Me sobrecoge pensar que sin personas no hay paisaje: solo territorio, rocas, agua, elementos antró- picos… Un pájaro es una realidad en sí misma, es un ser vivo con en- tidad propia, lo observe una persona o no. El paisaje existe en cuanto hay una persona contemplándolo. (p. 39)
  • 10. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 166 Esta definición, por completa que parezca, presenta, en un primer momento, algunos inconvenientes: a) Establece una división irreductible entre el observador y lo observado. b) La principal dimensión que concibe como configurativa del paisa- je es el “espacio”. c) El único tipo de sujeto que puede fungir como observador perte- nece a la clase humana (“persona”). Las anteriores restricciones derivan de una concepción epistemológica que asume que la comprensión de una determinada parcela de la realidad puede ser alcanzada examinando sus componentes de forma aislada. Según lo anterior, las propiedades de esa porción de la realidad (sea cual sea) re- sultan de la suma de las propiedades de los elementos que la componen. Y, simultáneamente, el análisis de la totalidad no añade nada a la comprensión de las características de las partes. Desde este horizonte comprensivo, la realidad se muestra como explica- ble fácilmente y predecible, debido a que los factores y las relaciones que la constituyen se presentan como claramente identificables y perdurables. Esta actitud frente al mundo es la que adopta la persona en su vida cotidiana como un producto de la economía cognitiva requerida para ejecutar acciones y to- mar decisiones que casi siempre se realizan en contextos conocidos. En oposición a la visión reduccionista, existe un paradigma filosófi- co que considera que todo cuanto existe, así como sus propiedades, no se derivan de forma mecánica de la suma de sus componentes, sino que cualquier sistema posee unas cualidades que no pueden reducirse a las de las partes que lo constituyen. El paisaje desde una visión emergentista Según el paradigma emergentista, el todo es más que la suma de sus partes, debido a que existen propiedades del todo que no pueden hallarse en ningu- no de los elementos que lo componen y, por lo tanto, las cualidades de las partes parecen transmutarse o desaparecer cuando están integradas al todo. La vida y la conciencia son dos fenómenos excelentes para compren- der lo enunciado. Siguiendo a Nicholas Christakis (2012), se pueden mencionar como elementos constituyentes de la esencia de la vida al car- bono, el fósforo, el nitrógeno, el azufre, el oxígeno, el hidrógeno y el hierro, entre otros. No obstante,
  • 11. CREATIVIDAD DE FRONTERA 167 […] la vida posee una serie de propiedades emergentes que no solo no se hallan presentes en ningunos de los elementos o partes que la inte- gran, sino que surgen de una forma que tampoco resulta predecible. Hay una especie de maravillosa sinergia entre las distintas partes que la componen. (p. 134) Con respecto a la conciencia, se puede afirmar que “[p]ese a tener en el cerebro su correlato neuronal, […] no puede explicarse en un plano neurológico. Podemos saber qué están haciendo todas las neuronas, pero [la conciencia] seguirá envuelta en el misterio” (Alonso, 2014, p. 96). Los siguientes son dos ejemplos suficientes para ilustrar la distancia entre el paradigma reduccionista y el emergentista. Examinado el paisaje desde el emergentismo, este no se puede com- prender recurriendo al examen de sus componentes básicos y a la forma como se relacionan. Es necesario contemplar, entonces, las propiedades que emergen de este sustrato básico. En este sentido, la relación entre el observador y lo observado obli- ga a considerar las cualidades que emergen de dicha relación, esto es, la manera cómo está constituido el sistema mental del observador en el mo- mento de la observación (percepción, memoria, razonamiento, emoción y volición), el lapso de la observación, las relaciones entre los factores que configuran lo observado, etcétera. Asimismo, obliga a tener presente la introducción de instrumentos de observación, los cuales median entre los sentidos del observador y lo observado. Como se puede observar, la relación es mucho más compleja de lo que se deriva de la visión reduccio- nista, en tanto a lo mencionado anteriormente se podría seguir sumando factores de diversa índole que alterarían el paisaje. Un sencillo experimento mental puede ayudar a comprender mejor lo expresado: un sujeto X contempla un escenario, cuyas características se mantendrán, pero no el estado funcional del sistema mental del sujeto X: Escenario: una llanura verde se extiende en el horizonte, el clima es cálido y la luz del sol ilumina el arroyo que la traviesa, cuyas aguas apenas producen un ligero murmullo. El sujeto X (en un estado mental sin alteraciones) describe este esce- nario probablemente con palabras que aludan a conceptos relacionados con placidez, calma, belleza, etcétera. El mismo sujeto X (en un estado de despersonalización) afirmaría lo siguiente frente al mismo escenario: “[t]odo me resulta embotado e irreal.
  • 12. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 168 Los colores del paisaje, el cielo azul y los rayos del sol me dejan indiferen- te. No los puedo sentir” (Canterino y Michal, 2013, p. 45). Si bien el escenario es el mismo, no se puede decir que el paisaje, enten- dido como las propiedades que emergen del observador, el acto de observar y lo observado, sea el mismo paisaje, debido a que sus propiedades no lo son. Ahora bien, es pertinente recurrir a un segundo experimento: si un pai- saje se ve alterado por factores externos a los observadores, ¿qué consecuencias trae esto sobre ellos y cómo un tercer observador interpreta lo acaecido? Este experimento está basado en un hecho real: Observadores: una población conformada por un grupo reducido de habitantes. Escenario original: el ambiente natural ha sido escasamente modifica- do por los habitantes de la comunidad. Este ha sido alterado solamente para acoger sencillas viviendas y para la realización de actividades que permitan su supervivencia, cuidando de la naturaleza. La relación entre el escenario y los habitantes puede catalogarse como simbiótico. Escenario alterado: el ambiente natural en el que vive la población se ve rápidamente transformado por las acciones de los miembros de una compañía minera dedicada a la extracción a cielo abierto de carbón mine- ral. Los observadores-habitantes empiezan a padecer trastornos emocio- nales, caracterizados por un sentimiento de pérdida similar, aunque no de la misma intensidad, que el sufrido en caso de muerte de un ser querido. Para un observador en tercera persona, conocedor tanto de los esta- dos emocionales de los habitantes como del escenario, se trataría en reali- dad de dos paisajes distintos, no debido únicamente a la modificación del escenario, sino también por los cambios actitudinales de los habitantes. Como se mencionó anteriormente, este experimento mental está basa- do en un hecho real, que acaeció en dos casos de poblaciones aborígenes de Australia y que llevó al filósofo ambiental Glenn Albrecht a crear el neolo- gismo “solastalgia”, el cual significa dolor por pérdida del hogar (Corraliza, 2012, entrevistado por Buchholz). Esta palabra fue acuñada a partir de la fusión de los vocablos en latín solacium o consuelo y algia o dolor. El experimento anterior sirve para señalar que, si se introduce un ob- servador en tercera persona, el paisaje se transforma con respecto al primer grupo de observadores; en este caso, los pobladores. El observador en terce- ra persona ve los estados emocionales de los habitantes como propiedades emergentes que, a manera de síntomas, padecen los pobladores, quienes,
  • 13. CREATIVIDAD DE FRONTERA 169 a su vez, contemplan los cambios de escenario desde el cristal de su alte- ración emocional. Entonces, es pertinente preguntarse, ¿cuántos paisajes existen en este experimento? Esta pluralidad de ambientes y connotaciones paisajísticas también se podría sustentar con otro ejemplo: para quienes habitan los centros de una gran ciudad en donde se concentran las actividades comerciales de la urbe, el paisaje se transforma dependiendo de los días de la semana. Se puede suponer que las actividades mercantiles se llevan a cabo de lunes a viernes, días en los que las tiendas y oficinas permanecen abiertas y el tránsito de personas y autos por las calles es incesante, con todo lo que ello comporta: ruido, movimiento agitado, desorden, etcétera. Esta situación cambia los fines de semana: los inmuebles se desocupan, los sonidos son escasos y la soledad campea en las vías antes atiborradas. Los edificios, las calles y los lugares de encuentro son los mismos, pero, para una persona que se acerque a conocer el lugar por primera y única vez, el registro que quedará grabado en su memoria será distinto dependiendo de si su encuentro con el paisaje sucede en un día laboral o en uno de descanso. Por tanto, el espacio tempo- ral, por breve que sea, también transforma de manera sustantiva el paisaje. Hasta aquí se han ofrecido algunos ejemplos, empleando como vía el experimento mental, para señalar el carácter complejo del paisaje y sub- rayar la distancia que media entre una visión reduccionista del mismo y una emergentista. La primera simplifica la cuestión, a expensas de cerrar el universo de entendimiento y de acción; la segunda, lo complejiza, pero abre el horizonte a nuevos sentidos y aproximaciones comprensivas y de actuación. Sin embargo, este ejercicio está incompleto si no se vuelven a retomar las objeciones que en el apartado anterior se formularon al para- digma reduccionista. Algunas ya se han resuelto, pero otras no. En este punto es necesario retomarlas. Según se expuso anteriormen- te, la visión reduccionista presenta los siguientes inconvenientes: a) Establece una división irreductible entre el observador y lo observado. b) La principal dimensión que concibe como configurativa del paisa- je es el “espacio”. c) El único tipo de sujeto que puede fungir como observador perte- nece a la clase humana (“persona”).
  • 14. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 170 Las dos primeras cuestiones pueden considerarse suficiente explica- das con lo analizado hasta aquí. No se puede sostener una relación pu- ramente mecanicista entre observador y observado, así como tampoco se puede aceptar un distanciamiento entre ambos que impida la mutua interacción y modificación recíprocas. De igual manera, no se puede seguir sosteniendo que solo el espacio sea configurativo del paisaje, debido a que el tiempo viene a constituirse en factor esencial y reformador. Es necesario hablar de espacio-tiempo, como una dupla inseparable en la “maravillosa sinergia” de elementos que cons- tituyen el paisaje. Además de la realidad “objetiva”, pueden presentarse como modelos de esta relación espacio-temporal escenarios mediáticos como en las películas (Davenport, 2001), las cuales hacen pasar frente a los ojos del espectador escenarios que, por un lado, solo son posibles gracias a la interacción entre imágenes de espacios representados que se despliegan en una línea temporal y, por el otro lado, solo son inteligibles gracias al recurso de trastrocamientos entre el tiempo de la historia narra- da y el tiempo del relato (prolepsis, analepsis, elipsis, etcétera) (Contursi y Ferro, 2000). Otros escenarios mediáticos que refuerzan esta idea de la dupla espacio-tiempo, como factor indisoluble de los paisajes, lo consti- tuyen los escenarios creados a través de la realidad virtual que hacen parte actualmente de un gran número de elementos de la vida cotidiana de las personas como, por ejemplo, juegos, museos virtuales, simulaciones de entornos naturales, etcétera. La tercera cuestión —la cual se refiere a que solo el ser humano pue- de considerarse como observador de escenarios o como afirma Fermín Villarroya (2011) que sin personas no hay paisaje— será analizada en los siguientes apartados, en cuanto es parte de la cuestión medular de las presentes reflexiones. Para ello, se examinará brevemente el tema de la naturaleza de lo humano y cómo los avances en ciertas ramas de la tecno- ciencia han abierto nuevas fronteras para su comprensión. La creatividad y la naturaleza de lo humano Un tema recurrente en las tradiciones de pensamiento tanto de Occiden- te como de Oriente ha sido determinar si los seres humanos poseen una esencia o naturaleza que les sea propia y, en tal sentido, los distinga de manera radical de los demás seres vivos (Ferrater, 2002). A pesar del gran
  • 15. CREATIVIDAD DE FRONTERA 171 número de respuestas que se han dado a este interrogante, estas pueden ser agrupadas en dos grandes conjuntos. El primero que reúne las posi- ciones que consideran que el ser humano ostenta una o varias propieda- des que le pertenecen de forma exclusiva y que conforman su “esencia”. El segundo recoge las posiciones que afirman lo contrario. Este segundo conjunto se puede dividir en dos de acuerdo con la manera como niegan la existencia de una naturaleza privativa del ser humano. Por un lado, se hallan las posturas que afirman que, si bien existen diferencias entre el hombre y los animales, estas son de grado y no de “esencia” y, por el otro lado, las que consideran que no existe en modo alguno algo a lo cual denominar “naturaleza humana”, en cuanto el hombre es un ser que está en constante estado de apertura y reconstrucción. Al primer subconjunto pertenecen las respuestas que se pueden considerar naturalistas y, al se- gundo, las historicistas o existencialistas (Ferrater, 2002). Las respuestas dadas en uno u otro sentido a lo largo de la historia han provenido de diversos ámbitos como la religión, la filosofía, las cien- cias, etcétera. Incluso, muchas de esas respuestas proceden de la intersec- ción de algunos de esos ámbitos. Con el nacimiento de las ciencias cognitivas, a mediados del siglo XX y su posterior desarrollo, la respuesta a la pregunta ¿qué significa ser humano? ha tomado un nuevo rumbo. Si bien los hallazgos de estas disciplinas no son concluyentes ni homogéneos, sí permiten observar la aparición de un tercer conjunto de respuestas, en donde se entrecruzan las posturas antagó- nicas enunciadas al inicio de este apartado. Se acepta que un grupo de pro- piedades del ser humano es exclusivo de este, concretamente algunas de sus facultades cognitivas, pero que han surgido de una combinación, tanto “de capacidades básicas, algunas comunes a muchas especies […]” (Bickerton, citado por Villarroya, 2007, p. 2) como de otras propias de los humanos. Esta combinación ha tenido lugar a lo largo del proceso evolutivo. De acuerdo con lo expuesto, lo característico de lo humano es el re- sultado de un conjunto de propiedades emergentes surgidas de la com- binación de capacidades elementales, algunas de las cuales comparte con otros seres vivos y algunas otras no. Ni las primeras ni las segundas serían suficientes para que el humano se distinguiera de manera radical de las demás especies. En otras palabras, el hecho de que el humano pueda, por ejemplo, formular la pregunta de ¿qué significa ser humano? es un atributo que no comparte con ningún otro animal. Sin embargo, esto solo es posible
  • 16. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 172 gracias a ese fantástico telar de elementos básicos que hacen emerger niveles superiores de organización cuyas cualidades hacen del humano lo que es. En este punto surge la pregunta sobre qué propiedades son exclu- sivamente humanas y no compartimos con ninguna otra especie. La conciencia, el pensamiento, la capacidad para formar conceptos son, por regla general, los ejemplos a los que se alude para caracterizar las capacidades que son exclusivas de los humanos. Sin embargo, trabajos como los de William H. Calvin y Derek Bickerton (2001) han demos- trado que estas capacidades las comparte en algún grado el humano con otros animales. Para estos autores, y otros científicos cognitivos, lo que caracteriza al hombre es su sintaxis mental, la cual le permite combinar largas cadenas de signos para representar y comunicar significados. En esta medida, la sintaxis mental sería la responsable del refinamiento de esas capacidades compartidas hasta un grado tal que parecieran exclu- sivas del humano. Esta facultad mental —a la que ambos investigadores llaman propia- mente como el Lenguaje— se encontraría en la base y haría posible la exis- tencia de las demás capacidades cognitivas exclusivas del homo sapiens. En la cúspide de esas capacidades que emergen de la sintaxis mental estaría la “ge- neralizada creatividad de los humanos” (Calvin y Bickerton, 2001, p. 230). A pesar de que durante mucho tiempo se consideró a la creatividad como una característica propia solo de ciertas mentes iluminadas, se sabe contemporáneamente que es una cualidad que todo ser humano posee. Como lo afirma Gardner (2005), las primeras nociones de la creatividad destacaban el papel de la divinidad o del azar. Quienes formulaban teorías sobre la creatividad suponían que ciertas personas estaban tocadas por la genialidad, aunque algún que otro rebelde (como Edgar Allan Poe) afirmaban que la creatividad seguía una forma lógica accesible a todo el mundo. (p. 61) En la actualidad, los trabajos en ciencias cognitivas han demostrado que la creatividad debe ser entendida como un tipo especial de procesa- miento mental resultado de la interacción de diversos mecanismos cog- nitivos y del conocimiento experto que posee el sujeto (Boden, 1994; Finke, Ward y Smith, 1992). De acuerdo con esto, todos los seres hu- manos son creativos, aunque depende de la manera cómo empleen sus facultades cognitivas y el conocimiento que han adquirido, por lo cual se han reconocido “varios niveles de creatividad, desde la creatividad
  • 17. CREATIVIDAD DE FRONTERA 173 «con c minúscula» que interviene en un nuevo arreglo floral, hasta la Creatividad «con C mayúscula capaz de producir la teoría de la relativi- dad” (Gardner, 2005, p. 61). Volviendo a la pregunta ¿qué significa ser humano?, podría contes- tarse que la cualidad radical que lo distingue es su maravillosa capacidad creadora; capacidad que lo llevó a la cúspide evolutiva de los seres vivos, y que tuvo como punto de inflexión la aparición de la sintaxis mental humana hace aproximadamente 100000 años. En palabras de Bickerton (citado por Peiró, 2006): Hasta hace 100000 años apenas había cultura humana. Durante casi dos millones de años, las herramientas y útiles que utilizaban no cambiaron. Lo que distingue al Homo Sapiens del resto es precisamente la creatividad. Constantemente estamos creando cosas nuevas, no podemos parar. Pen- samos que esto puede ser mejor que lo que conocemos y experimentamos para ver si sacamos algo diferente. Nunca estamos satisfechos con lo que ya existe y antes de nosotros no ocurría esto. (párr. 6) Siguiendo las reflexiones de Calvin y Bickerton, se podría afirmar que la evolución biológica del ser humano ha finalizado para dar paso a la evolución cultural. Esta última es la responsable no solo de la apa- rición y desarrollo de la ciencia, la tecnología, el arte, las nuevas formas de organización social y de producción económica, sino también de la transformación radical del planeta que habita: la Tierra. El ejemplo más agudo de esta transformación es el que el ganador del Premio Nobel Paul Crutzen ha denominado Antropoceno, término con el cual designa una nueva época geológica producto del impacto que la actividad del ser hu- mano ha tenido sobre los ecosistemas terrestres. El Antropoceno sucede al Holoceno, la última y actual época del periodo cuaternario (Zalasiewicz, 2016). Según Kate Peek (Citada por Zalasiewicz, 2016): Los científicos acumulan cada vez más datos que apoyan la idea de que la actividad humana ha conducido al planeta a una nueva época geológica, el Antropoceno. Se cree que este podrá distinguirse con claridad del Ho- loceno (que comenzó cuando los glaciares se retiraron hace 11700 años) y que el año 1950 podría representar un umbral lógico entre ambas épocas. Según Colin Waters, del Servicio Geológico Británico, los marcadores del Antropoceno […] se han extendido por todo el globo: “Efectivamente, nos hemos convertido en una nueva fuerza geológica”. (p. 28)
  • 18. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 174 Si bien entre la comunidad científica se discute todavía sobre la acepta- ción o no del Antropoceno como una auténtica época geológica, es innega- ble, sin embargo, que la mano del hombre ha alterado de manera sustancial los sistemas terrestres; alteración resultante de su actividad creadora. Al contrario de lo que hasta aquí se podría inferir, la actividad creadora humana no ha llegado al límite de las transformaciones que puede produ- cir, debido a que, desde mediados del siglo XX, otro objeto de intervención ha aparecido en su horizonte: el mismo ser humano, así como la creación de seres con capacidades cognitivas similares o superiores a las que este po- see. Esta circunstancia lleva a examinar la posibilidad de la alteración de las facultades humanas en función de su optimización y la aparición de nue- vos seres dotados de inteligencia, conciencia y emoción. Lo que supondría contemplar no solamente la posibilidad de una nueva época geológica, sino la emergencia de una nueva etapa en la historia evolutiva, jalonada esta vez por los avances tecnocientíficos y no por cambios biológicos. Este será el tema que se abordará en el siguiente apartado. De los paisajes poshumanos a los paisajes metaónticos Michael Gazzaniga, fundador del Centro de Neurociencias Cognitivas en la Universidad de California, ha expresado con claridad que “nuestra capacidad de desear o imaginar que podemos ser mejores es notable. Ninguna otra es- pecie aspirará a ser más de lo que es” (citado por Stalman, 2018, p. 95). A lo largo de la historia humana, esta aspiración se ha expresado a través de la crea- ción de artefactos, tanto físicos como simbólicos, que han buscado ampliar las funciones de los órganos del hombre al igual que sus facultades mentales. En la actualidad, esa aspiración está cobrando forma a través de dos búsquedas particulares: a) la mejora de las capacidades mentales de los humanos, a través de diversos medios, y b) la creación de máquinas que posean inteligencia y conciencia si- milar a la humana. (Gardner, 2005) Junto a la búsqueda mencionada, es posible añadir una búsqueda más, la cual ya no tiene al ser humano como centro de indagación y mejo- ra, sino que pretenden ampliar el horizonte para acoger la posibilidad de
  • 19. CREATIVIDAD DE FRONTERA 175 vida extraterrestre o de formas de existencia en otras dimensiones (Rees y Hawking, 1997). A continuación, se analizan estas búsquedas por separado, teniendo presente la premisa que ha guiado estas reflexiones: la relación entre creati- vidad y la posibilidad de existencia de paisajes sin la presencia del humano. Creatividad y paisajes poshumanos El futuro de la creatividad lo condiciona Howard Gardner (2005) al avan- ce en tres tecnociencias: “[l]as tecnologías del cerebro, de los genes y del silicio” (p. 72). Para este autor, el conocimiento y las aplicaciones que se alcancen en estas tres áreas repercutirán en un nivel superior de desarrollo de la capacidad creadora del humano, junto con las consecuencias que se deriven de tal situación6 . En otras palabras, Gardner vislumbra un futuro cercano, en donde el ser humano llegaría a rendimientos más altos de producción creativa, bien sea alterando su biología (cerebro y genes), empleando máquinas in- teligentes a manera de prótesis intelectuales o en una circunstancia donde se presente una mezcla de las dos posibilidades anteriores. En el primer caso, se puede imaginar cómo la vida mental humana se alteraría si se modifican cualquiera o todas sus facultades de procesamien- to de la información (percepción, memoria, pensamiento o volición) o su conciencia. En esta situación tendríamos un observador capaz de con- templar y manipular los escenarios presentes en el paisaje que distarían de la forma en que lo hace el ser humano que no ha sido modificado. Un ejemplo puede ser la suposición de lo que significaría el poder percibir nuevos sonidos o colores que, por el momento, están fuera del rango de percepción de los ojos u oídos del hombre del común. Probablemente, los nuevos datos proporcionados por sus órganos optimizados harían posible disfrutar de nuevas sensaciones o divisar cualidades que hasta el momen- to no hubiera descubierto como molestas. En todo caso, de la relación con los escenarios, emergerían cualidades que hasta ahora habrían pasado inadvertidas para el hombre tal y como está constituido en la actualidad. 6 En realidad, Gardner enuncia de forma taquigráfica el desarrollo de múltiples tecnociencias: la nanobiotecnología, la nanomedicina, las ciencias cognitivas, la biología artificial, entre otras.
  • 20. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 176 En el segundo caso, con la ayuda de máquinas inteligentes a manera de prótesis también podría manipular información emergente de los esce- narios existentes o crear escenarios hasta ahora insospechados. Un ejemplo de esto son las experiencias con gafas que ofrecen visión de “realidad mixta (RM)” —como, por ejemplo, las Hololens de Microsoft®— que permiten al usuario interactuar con realidades virtuales que se superponen a la reali- dad objetiva, posibilitando el acceso a nueva información que toma cuerpo en escenarios donde la línea entre lo material y lo virtual se diluye (Bolter y Engberg, 2016). Para el tercer caso, la relación entre las capacidades mentales poten- ciadas mediante la manipulación biológica y la ayuda de máquinas inteli- gentes abriría el espectro de posibilidades a una gama de experiencias impensadas. Un ejemplo extremo de esta relación sería lo que Calvin (2001) denomina “la máquina de la inmortalidad”, la cual sería “el cere- bro de un individuo cargado en un ordenador que funciona de manera similar” (p. 216). Aquí, comienza a prefigurarse un universo de paisajes que por el momento estarían fuera de la competencia imaginativa del ser humano. Tal y como lo afirma Joseph Paradiso —titular de la cátedra Alexander W. Dreyfoosen de Artes y Ciencias Multimedia del MIT—: En el futuro, cuando vivamos y aprendamos en un mundo profunda- mente surcado por redes de dispositivos ponibles y, en última instancia, implantables, la manera en que nuestra esencia e individualidad se repar- tirá entre las neuronas orgánicas y aquello en lo que se haya convertido el ecosistema de información planteará una frontera fascinante que promete redefinir la humanidad. (BBVA, 2016, p. 71) Con lo expuesto por Paradiso, se lleva a un punto extremo la relación entre creatividad y las tecnociencias señaladas por Gardner al inicio de este apartado. Mientras Gardner considera la intervención biológica del humano o el empleo de máquinas inteligentes únicamente como una vía para potenciar su creatividad, Paradiso, por otro lado, advierte cómo este camino puede conducir a resignificar aquello que se considera como lo propiamente humano. Se está delante, entonces, de lo que algunos auto- res han denominado el poshumanismo. Si bien este término está siendo empleado con diversos sentidos por distintos autores, aquí se emplea para denominar a la condición del ser humano que ha sido trasformada para optimizar sus capacidades cognitivas. En este sentido, el humano mejo- rado no compartiría la misma naturaleza que el homo sapiens, en cuanto
  • 21. CREATIVIDAD DE FRONTERA 177 se estaría ante un ser cuyas características distarían en gran medida de las del hombre actual. Asimismo, la condición poshumana continúa desplazando la visión antropocéntrica del universo hacia márgenes cada vez más alejados de la posición privilegiada que se había concedido al ser humano a lo largo de varios siglos. No obstante, no se trata ahora de poner en el centro al poshumano (o todas las posibles versiones que pueden surgir de tal con- dición), sino, por el contrario, de señalar la imposibilidad de encumbrar a un ser como punto de referencia ontológica, epistemológica y metodoló- gica. En tal medida, se entra en una época de exocentrismo, caracterizada por la posibilidad de pasar de uno a múltiples centros de referencia. Creatividad y paisajes metaónticos Aceptada la posibilidad de la existencia de humanos mejorados (poshuma- nos) y de la emergencia de nuevos paisajes, producto tanto de la transfor- mación de la naturaleza humana como de la intervención de tecnologías inteligentes, es posible explorar ahora la posibilidad de paisajes en ausencia de los humanos y los poshumanos. Se ha mencionado la búsqueda de nuevas formas de vida inteligen- tes fuera de la Tierra o como seres que habitan otras dimensiones (Rees y Hawking, 1997). Al respecto, Dimitar Sasselov (2012) —profesor de astronomía de la Universidad de Harvard y director de la iniciativa Orí- genes de la Vida, de la misma institución— afirma que [t]anto la astronomía como las ciencias del espacio están intensifican- do la búsqueda de vida en otros planetas […]. Las posibilidades de éxito podrían depender de nuestra capacidad para comprender la po- sible diversidad que pueden presentar los fundamentos químicos de la propia vida, esto es, de lo bien o lo mal que alcancemos a entender la “alteridad” que correspondería no ya a las especies que codifican su información genética en forma de secuencias de ADN sino a aquellas formas de vida que utilizan moléculas distintas para codificar sus ca- racterísticas. (pp. 390-391) Pero entender la alteridad, además de lo expuesto por el autor búlga- ro, implica que, en caso de encontrar vida inteligente, se tenga también, de una parte, un modo de identificarla como poseedora de inteligencia y, de otra parte, un sistema para entablar una comunicación con ella. De
  • 22. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 178 estas dos exigencias, la primera es esencial, la segunda no. Como resul- tado, aparece una distinción clave: una cosa es encontrar formas de vida primitivas y otra distinta es hallar vida inteligente, en el sentido en que se aplica este adjetivo a lo humano, incluyendo la creatividad (Rees y Hawk- ing, 1997). Si se lograse obtener cualquier indicio de vida extraterrestre, a través de la recepción de una señal claramente artificial, advierte, el cos- mólogo y astrofísico británico, Martin (Rees y Hawking, 1997): No sabríamos, por supuesto, si la transmisión proviene de cierto ser cons- ciente, o de un artefacto abandonado por una especie que se hubiera ex- tinguido mucho tiempo antes de que el mensaje fuera emitido. Ese primer contacto, sin embargo, confirmaría que los conceptos de lógica y física habrían aparecido en algún lugar fuera de la mente humana. (pp. 41-42) Habría que agregar a lo dicho por Rees que también la facultad crea- tiva, tan distintiva de lo humano, pudo aparecer en otras mentes: las extraterrestres, en cuanto estas serían las que habrían producido —a par- tir de la creación de códigos y artefactos— la señal artificial que con an- helo buscan un buen número de astrofísicos, cosmólogos y exobiólogos. La posibilidad de que existan mentes dotadas de inteligencia y crea- tividad, que habiten planetas distintos a la Tierra, permite suponer que tales criaturas entablarían relaciones con sus entornos similares, aunque sea en una forma estructural básica a la señalada anteriormente para el humano y los escenarios. En otras palabras, existirían paisajes que serían el resultado de las propiedades emergentes del vínculo establecido entre esas mentes extraterrestres y el escenario o conjunto de escenarios que fueran capaces de observar o habitar. De acuerdo con lo expuesto, podrían existir paisajes en ausencia del humano; donde el lugar de éste estaría ocupado por esas formas de vida extraterrestres y los escenarios podrían, a su vez, estar ocupados por en- tes distintos a cualquier forma conocida por el hombre. Se llega, de esta forma, a un estado de cosas que cabría denominar como metaóntico. Estos paisajes metaónticos, en tanto posibilidad, quedan por definición fuera del alcance de la imaginación humana, debido a que no podrían describirse hasta no se identifique alguna forma de vida extraterrestre junto con el entorno o entornos que habitan. El neologismo “metaónti- co”, aquí acuñado, pretende abrir el horizonte comprensivo a la existen- cia plausible de seres, los cuales, tanto por su constitución como por la relación que establecen con sus entornos, no puedan ser identificados ni
  • 23. CREATIVIDAD DE FRONTERA 179 entendidos con el lente proporcionado por las categorías con las cuales hasta ahora se ha querido explicar la realidad en la tradición occidental. En tal medida, se refuerza la idea, ya expuesta en al apartado anterior, de seguir abandonando la posición antropocéntrica por una excocén- trica que contemple la coexistencia de múltiples centros de referencia tanto epistemológicos como metodológicos. Volviendo a los trabajos de Rees y Hawking (1997), este autor no solo considera la posibilidad de vida extraterrestre, sino también la exis- tencia de un multiverso o de universos paralelos, que surgen de las teorías de investigadores como Hugh Ewerett, John Wheeler, Alan Guth y Lee Smolin (Rees y Hawking, 1997). Si bien estos autores advierten que estas teorías están basadas “en suposiciones bien definidas, aunque, a fin de cuen- tas, especulativas” (p. 43). Por el momento, solo se puede aventurar ante tales especulaciones la existencia de seres y paisajes, donde nuevamente el hombre no tiene cabida. Conclusiones Recuérdese que el tema que condujo estas reflexiones fue la exploración de las posibilidades y condiciones de emergencia de paisajes donde el ser humano no se hallara presente, pero sí otros seres que pudieran ocupar su posición. Considerados en conjunto los análisis realizados, se pueden preci- sar ahora dos circunstancias en las que esto puede tener lugar, a la primera se la denominó la condición poshumana y a la segunda, la metaontológica. Con el advenimiento de las nuevas tecnociencias, se ha abierto la po- sibilidad de que en un futuro no lejano puedan existir seres humanos modi- ficados —bien sea biológicamente, empleando máquinas inteligentes como prótesis de sus capacidades mentales o en una combinación de ambas even- tualidades—, quienes posean capacidades mentales optimizadas que obli- gue a redefinir en qué consiste su naturaleza. De acuerdo con lo anterior, estos humanos mejorados poseerían unas facultades mentales, en particular las referidas a su capacidad creativa, que los distanciarían cualitativamente del hombre actual de la misma manera en que este lo está de su antecesor el homo habilis. A estos humanos mejorados, de los que podría existir más de una versión, se los ha denominado como poshumanos. Los poshuma- nos entablarían una relación con los escenarios que habitan o perciben que sería cualitativamente distinta a la que en la actualidad puede establecer
  • 24. PAISAJES ARTIFICIALES: VIRTUALES, INFORMALES Y EDIFICADOS 180 cualquier ser humano con su entorno. Como consecuencia de esta relación, emergerían también paisajes cualitativamente distintos. Se puede entonces inferir la primera posibilidad de existencia de paisajes sin humanos, pues el poshumano poseería una naturaleza distinta que llevaría a la emergencia de paisajes imposibles de configurar con un observador humano. Una derivación de la condición poshumana es la probable apari- ción y conformación de escenarios habitados únicamente por entidades robóticas o por “cuerpos virtuales que habitan de una manera autóno- ma realidades virtuales” (Iglesias, 2016, p. 188), lo cual es resultado de avances tecnocientíficos que acontecerían por la autogestión de entida- des maquínicas o virtuales capaces de autorreplicarse y mejorarse sin la intervención humana. El segundo escenario, el metaóntico, contemplando la posibilidad de existencia de vida exoterrestre —sea porque habitan planetas diferentes a la Tierra o porque se hallan en un universo paralelo— pero con cualidades similares a la inteligencia y la creatividad humana, aunque su conformación química podría emplear moléculas distintas a las de la secuencia del ADN para codificar sus características. Estos seres muy posiblemente manipula- rían la información de maneras distintas a la humana, haciendo que, de su relación con los entornos que habitan, emergieran paisajes que los huma- nos no tomaran como tales o, por lo menos, que estos percibieran solamen- te unas cualidades emergentes de dichos paisajes, pero no otras. Pese a que la posibilidad de vida exoterrrestre —en especial la que contempla la existencia de un multiuniverso o de universos paralelos— parece más un tema propio de la ciencia ficción que de la reflexión cien- tífica, social o estética, lo cierto es que, como lo afirman Martin Rees y Stephen Hawking (1997), muchas de las teorías que se han formulado sobre esa posibilidad “pueden rebatirse, como debe suceder con cualquier buena hipótesis científica” (p. 50). En tal medida, siguiendo a este autor, no deberían descartarse de plano, en cuanto “[p]uede que otros universos pasen a formar parte del discurso científico del mismo modo que lo ha hecho la noción de ‘otros mundos’ durante siglos” (p. 51). Las reflexiones que hasta aquí han permitido prefigurar las condicio- nes poshumana y metaontológica se han enmarcado en una aproximación transdisciplinar, en el sentido propuesto por la tercera cultura de Brock- man. Para ello, fue necesario establecer, con el apoyo de ciertos autores, una serie de principios epistemológicos y metodológicos que orientaran
  • 25. CREATIVIDAD DE FRONTERA 181 las indagaciones en términos de los resultados que se pretendían alcanzar, la manera de lograrlo y la actitud a adoptar por quien indaga. En consecuencia, las reflexiones llevadas a cabo no son un mero ejer- cicio intelectual, debido a que han obligado a redefinir conceptos como el de paisaje o naturaleza humana, contemplar aspectos como el de la facul- tad creativa en relación con los anteriores y a postular nuevos conceptos como el de exocentrismo o condición metaóntica. Parafraseando el epígrafe que aparece al inicio de este documento: la única manera de descubrir los límites de nuestro conocimiento es aventu- rarse un poco más allá de dichos límites, en lo que ontológica, epistemo- lógica y metodológicamente resultaría imposible o, por lo menos, poco probable (Rees, 2016). Referencias Alonso, L. (2014). Ética. Consideraciones históricas sobre el comportamiento humano. Mente y Cerebro (67), 92-96. Recuperado de https://www.investigacionyciencia.es/ files/15902.pdf Arcila Mendoza, P. A., Mendoza Ramos, Y. L., Jaramillo, J. M., y Cañón Ortiz, Ó. E. (2010). Comprensión del significado desde Vygotsky, Bruner y Gergen. Diversitas: Perspectivas en Psicología, 6(1), 37-49. BBVA. (2016). El próximo paso. La vida exponencial. España: Turner Ediciones. Bickerton, D. (marzo 9, 2007). Las capacidades cognitivas propias de los humanos son todas debidas al lenguaje [Entrevista]. Recuperado de: http://quark.prbb.org/25/025085.htm Bly, A. (2010). La ciencia es cultura. Conversaciones en la nueva intersección entre ciencia y sociedad. España: Biblioteca Buridán. Boden, M. A. (1994). La mente creativa. Barcelona: Gedisa. Bolter, J. D. y Engberg, M. (2016). Entornos aumentados y nuevos medios digitales. En BBVA El próximo paso. La vida exponencial (pp. 142-161). España: Turner Ediciones. Brockman, J. (s. f.). THE REALITY CLUB. Recuperado el 27 de febrero de 2019 de https://www.edge.org/about-edgeorg Canterino, M. y Michal, M. (2013). Alienados de sí mismos. Mente y cerebro, (58), 72-77. Calvin, W. (2001). Cómo piensan los cerebros. Madrid: Debate. Calvin, W. y Bickerton, D. (2001). Lingua ex Machina. La conciliación de las teorías de Darwin y Chomsky sobre el cerebro humano. Barcelona: Gedisa Christakis, N. (2012). El holismo. En J. Brockman (ed.), Este libro le hará más inteligente (pp. 133-135). Barcelona: Paidós. Contursi, M. y Ferro, F. (2000). La narración. Usos y teorías. Bogotá: Norma. Corraliza, J. A. (2012). Somos los lugares que habitamos. Entrevistado por Yvonne Buchholz. Mente y Cerebro, 54, 14-15. Recuperado de https://www.investigacion- yciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/naturaleza-y-psique-550/somos-los-luga- res-que-habitamos-8637
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