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[1]
Bases teóricas para proyecto
permacultural de ecodesarrollo a partir de
la recuperación de saberes campesinos
“Al menos una vez en la vida necesitarás un médico, un abogado, un arquitecto, …
Pero todos los días, varias veces al día, necesitarás un agricultor."
diciembre de 2015
[2]
Contenido
0.- Introducción 3
1.- El estado actual de nuestro medio (rural). 5
La era Industrial (del petróleo y el carbón) llega a su fin. Un problema sistémico:
económico, ecológico, social, sanitario, cultural, … y de ámbito Global y Local. 6
2.- La necesidad de un cambio de paradigma: 18
El paso de la agricultura campesina (preindustrial) a la agroindustria y de ésta a la
agroecología: de las comunidades campesinas autosuficientes a un medio rural
dependiente, en estado de Indefensión (aprendida), y de éste a la recuperación de
la tradicional resiliencia de las comunidades campesinas vernáculas, a través del
planteamiento de la agroecología y la soberanía alimentaria. 19
El paso de las soluciones globales y de arriba abajo a las soluciones locales
interconectadas: Construir una visión local positiva e implementarla (“muchas
personas pequeñas…”). 23
3.- Modelos para el cambio y su propagación 30
El enfoque de la soberanía alimentaria 30
Los NUEVOS MODELOS de agroecología bajo enfoque holístico sistémico frente al
modelo agroindustrial analítico y sectorial: La agricultura regenerativa, la
permacultura, la agricultura biodinámica. 32
El modelo de La Agroecología 32
El modelo de la Permacultura. 33
La Agricultura Regenerativa 35
Los nuevos modelos económicos postindustriales. Del modelo de economía de
escala industrial centralizada a un modelo de economía postindustrial que recupera
y pone en valor los principios de la cultura campesina preindustrial: la economía
circular, distribuida (de lo local a lo glocal), directa y de alcance, colaborativa y
centrada en el bien común (basada en el “open source” o código abierto). 36
El enfoque del modelo de la Economía Colaborativa 37
El enfoque del modelo de la Economía Directa 39
El enfoque del modelo de la Economía del Bien Común 45
El enfoque del modelo de la Economía Circular 47
En Resumen: 49
4.- Las Fases del proyecto 51
5.- Referencias Bibliográficas 53
[3]
0.- Introducción
Se pretende con estas líneas fundamentar y justificar la necesidad de diseñar y
ejecutar un proyecto (con sus respectivos planes de acción) que transcienda los
intereses y objetivos inmediatos de nuestra Entidad para pilotar o al menos
colaborar en el desarrollo de la agroecología y por tanto del cambio de modelo
productivo en nuestra comarca.
Somos conscientes de la repercusión que nuestra entidad tiene a nivel comarcal
y el nivel de aceptación y seguimiento que las actividades planteadas desde ésta
consiguen. Esto, que no es fruto del azar sino de un trabajo constante y
coherente a nivel comarcal, para nosotros es una gran responsabilidad y nos
exige seguir “acertando” en nuestras acciones y omisiones, pero sabemos que
también supone una gran oportunidad para actuar como agentes de cambio,
hacia una mejora de las condiciones de vida en nuestro territorio, al poder
arrastrar a otros agentes en nuestros objetivos creando sinergias positivas.
La idea fundamental de la que parte este proyecto es que “otra agricultura es
posible, necesaria y urgente porque otro mundo es posible, necesario y urgente”.
Es preciso un cambio de modelo en el sistema alimentario mundial, pero eso no
se va a hacer sólo ni de arriba abajo, dados los enormes intereses existentes en
que no se produzca ese cambio. Igual que en el siglo pasado se cambió de un
modelo de agricultura y consumo campesina y preindustrial, basado en las
necesidades y la adaptación a ciclos naturales, a una agricultura y consumo
industrial y deslocalizado, basado en los postulados de la revolución verde de
maximización de la producción y el consumo para la maximización de los
beneficios de los operadores dominantes en el sistema, ahora, dadas las
nefastas consecuencias de dicho sistema a nivel medioambiental, social,
sanitario, cultural y además económico, es necesario pasar de ese modelo de
agroindustria a un modelo basado en la agroecología, donde se recuperen y
ponga en valor todos los elementos del territorio manifestados en su paisaje y su
cultura, adecuándolos y actualizándolos con las herramientas que estos tiempos
modernos nos brindan. No se trata pues de volver al pasado precario de la era
preindustrial, sino alcanzar el siglo XXI superando los enormes costos que el
modelo industrial acarreó para nuestro territorio, y en general para el planeta,
definidos por dicho modelo como “externalidades” o más eufemísticamente aún
“daños colaterales” entre los que podemos citar daños medioambientales a
veces irreversibles (desde destrucción paisajística y contaminación ambiental
hasta la desaparición de especies), efectos sociales negativos (abandono y
envejecimiento de las zonas rurales, empobrecimiento y endeudamiento
irreversible de los productores (agricultores), psicológicos (creación de un estado
de ánimo generalizado en la población rural que definiríamos como de
indefensión aprendida por el continuo mensaje de menosprecio hacia la cultura
[4]
campesina y los saberes tradicionales y el estado generalizado de personas
dependientes para los campesinos (dependientes de subvenciones, de planes
externos, de apoyos sociales,…) desarmándose paulatinamente la cultura de
autosuficiencia o soberanía que caracterizaba la cultura campesina), y
finalmente sanitarios (incremento de enfermedades profesionales derivadas del
uso de agroquímicos y de una alimentación cada vez más empobrecida y
dependiente del exterior.
Se trata por tanto de plantear un marco teórico para una propuesta de Transición
a un Medio Rural Sostenible frente al actual declive del medio rural, no para
plantear una vuelta al pasado, a una aldea autosuficiente y autárquica, sino al
planteamiento consciente de ese nuevo modelo de aldea global interconectada
y ecológica, basada en los nuevos preceptos económicos del siglo XXI donde.
frente al modelo industrial de economías de escala, se están planteando
conceptos como la economía colaborativa, la economía del bien común, la
economía circular, la economía de alcance y distribuida; todo ello sustentado en
una tecnología y una forma de funcionar donde la interconexión entre iguales es
la base del funcionamiento frente al aislamiento preindustrial y la centralización
industrial.
Como vemos, muchos de esos conceptos eran la base del funcionamiento de la
“sociedad reloj” de las aldeas preindustriales (bien común o comunidad,
economía circular o de residuo cero, economía colaborativa o de uso compartido
en vez del consumo posesivo,…) y nuestros paisanos eran gurús en dicho
conocimiento, expertos en economía colaborativa y en economía circular como
se dice hoy: no extraían del territorio más que lo que éste les podía dar pues
tenían una postura largoplacista (permacultural) de su acción sobre el territorio.
Como en el actual modelo de economía colaborativa, la vida se hacía en
comunidad (hoy comunidades abiertas interconectadas y temáticas), donde la
base era la confianza (reputación offline, hoy online) y eso llevaba a constituir
comunidades fuertes, donde la comunidad era más fuerte que el individuo y
obligaba a una gran transparencia, conocimiento mutuo y respeto por el otro,
como para procurar la convivencia y el trabajo en común.
Pero lejos de postular una vuelta a esa aldea preindustrial de vida dura y
precaria, lo que pretendemos es desarrollar un proyecto que desde la
recuperación de esos saberes y de ese modelo productivo de economía circular
adaptado al territorio y basado en una cultura comunitaria desarrollada durante
siglos, nos permita actualizar dichos saberes a nuestra época y ponerlos en valor
a través de los conocimientos y las tecnologías actuales, y así, poder formular
un modelo productivo adecuado a nuestros tiempos y a nuestro territorio, que
permita recuperar el papel protagonista de los paisanos en su territorio, en el
cuidado y conservación del mismo, en sus vidas, en su salud…
Lejos de pretender hacer un ensayo académico explicativo y justificativo de la
necesidad de un cambio de modelo y de cómo debe de ser éste, nuestra
[5]
pretensión es más desiderativa y movilizadora; pretendemos más alertar sobre
la necesidad y urgencia de ese cambio y de por dónde pueden y/o deben ir
nuestras acciones, y por dónde creemos que se puede ir más rápido y con más
posibilidad de acierto.
Para el que quiera profundizar en los planteamientos justificativos, explicativos
etc. Se propone una bibliografía en la que basamos nuestros planteamientos,
una serie de documentales muy explícitos y con datos muy claros como
fundamento a los planteamientos que exponen y una serie de portales en internet
donde profundizar y ampliar datos, información y reflexiones sobre lo que aquí
se plantea.
Pretendemos por tanto sólo la formulación sinérgica de teorías que plantean la
necesidad de un cambio sistémico en el medio rural (a nivel social, cultural,
ambiental, ,,,) recuperando los valores permaculturales fundamentales de la vida
en sintonía con el medio para postular una revisión de los mismos bajo el prisma
de las nuevas tecnologías existentes y un uso social y colaborativo de las
mismas, donde lo local recupera la importancia en un contexto global gracias a
tecnologías que permiten tener un alcance impensable hasta ahora por lo local
(e individual) y donde frente al modelo industrial centralizado, lo local y distribuido
va a recobrar su protagonismo y donde el diferencial de lo local va a ser un
elemento de éxito frente a la uniformidad industrial centralizada.
1.- El estado actual de nuestro medio (rural).
Se puede definir el estado de nuestro medio rural como de declive, donde
especialmente el despoblamiento de las áreas de montaña es un asunto
trascendente, lo que ha llevado a constituir comisiones en los distintos
ámbitos de gobierno con el fin de estudiarlo a fondo. Los máximos
expertos nacionales en la materia desfilan por las sesiones
parlamentarias para ofrecer su visión sobre este grave problema y aportar
luz a las soluciones.
Este primer paso para interesarse por el medio rural no debería quedar
en una toma de conciencia testimonial. Los diagnósticos son
archiconocidos y las urgencias, cada vez mayores. Un eslabón rompe
delante de nuestras narices sin que nadie mueva un dedo para evitarlo.
No podemos permitir que el campo se convierta en el asilo barato de los
que no tienen más remedio que quedarse.
La tendencia a abandonar la actividad rural es común a los países
desarrollados, aunque no todos presentan un grado semejante de
hundimiento ni reaccionan con igual capacidad de respuesta. Basta
recorrer la exquisita campiña francesa, el floreciente norte de Italia o la
cuidada Baviera alemana para comprobarlo. Las sociedades nuevas se
están haciendo cada vez más viejas, metropolitanas y litorales. Trasladan
población a las ciudades y la aglomeran en la costa, dejando un mundo
huero a la espalda. Asturias, por padecer además los rigores añadidos de
[6]
una superficie en su práctica integridad rugosa, ve agudizada esta
tendencia.
Las recetas pasadas fueron erróneas. Las subvenciones de cualquier tipo
(a vacas nodrizas, a forrajes, a recursos forestales, a producción láctea,
…) han sido el único recurso para fijar población en los pueblos, lo que
denota su concepción meramente asistencial e improductiva, condenada
al fracaso de antemano. Las compensaciones han resultado un fiasco
porque tres décadas y miles de millones después, el campo sigue
desangrándose hasta cotas increíbles, con elevados niveles de
dependencia. En realidad, las ayudas significaron por su efecto
desmotivador la puntilla a un sistema que para continuar precisaba
reinventarse y en vez de eso se ha ido tornando dependiente y pasivo:
frente a la resiliencia que tradicionalmente lo caracterizaba ahora vive
sumido en un estado de indefensión cada vez más sumido en un estado
de abandono a la suerte de lo que decidan desde entornos cada vez más
lejanos.
Donde había grupos activos, humildes, respetuosos con el entorno,
depositarios de un saber agrícola, ganadero y artesano ancestral, reina
ahora casi el vacío. En los casos favorables, la ocupación a larga distancia
de los que emigran y no cortan el vínculo con la raíz mantiene en pie la
casa, los prados y las huertas. Afortunadamente también quedan joyas
demográficas peculiares, como las villas, que ejercen de dique intermedio
frente a la desertización y amortiguan el impacto radical de la huida a las
urbes. Aunque los rendimientos económicos de aquel modelo no eran
altos, alcanzaban para sostener una cultura. La vida agrícola no
representa lo caduco, como equivocadamente la conquista trepidante de
la modernidad intentó imponer. El cataclismo llegó aquí parejo al declive
de las explotaciones familiares, un arquetipo que Asturias no fue capaz
de preservar ni reciclar.
En esta globalización de competencia exacerbada hay que descubrir las
oportunidades, que una vez identificadas multiplican sus posibilidades en
el mercado abierto. Las alternativas están ahí, esperando, existen en el
territorio rural. Es necesario adecuar a los nuevos tiempos esos saberes
ancestrales, a veces milenarios, convertidos y actualizados con las
nuevas herramientas, técnicas y tecnologías en formas de producción y
productos aptos para una nueva forma de hacer mercado y relación
humana directa.
La era Industrial (del petróleo y el carbón) llega a su fin. Un problema
sistémico: económico, ecológico, social, sanitario, cultural, … y de ámbito
Global y Local.
El problema del medio rural es ante todo un problema eco sistémico global
que deriva de la adopción de un modelo de producción industrial, de híper
especialización, basado en un sistema de economía centralizada y en la
supuesta eficiencia de “la escala” de producción, donde sólo se tiene en
cuenta el beneficio a corto plazo sin tener en cuenta las externalidades (o
[7]
efectos colaterales) en el funcionamiento del mismo, al estar
fundamentado en unos preceptos científicos, analíticos, de visión
cortoplacista y sin una visión sistémica (eco sistémica) del territorio y del
impacto de la actividad del hombre en éste, tomando en consideración por
tanto sólo aquellas variables que interesan y apoyan esa visión o
concepción del desarrollo enfocada en el crecimiento ilimitado (del
beneficio, del PIB, ...).
Así, hace unos 150 años la humanidad inició su dependencia de los
combustibles fósiles. Su incomparable poder energético y versatilidad
disparó un crecimiento económico que era inimaginable hasta ese
momento. Durante milenios, los seres humanos habíamos funcionado
más o menos al mismo ritmo y con los mismos límites que nos imponía la
naturaleza, pero a partir de ahí nos convertimos en seres absolutamente
dependientes de sistemas súper productivos, vertiginosos, que funcionan
doblegando el pulso de los sistemas naturales, pero que dentro de poco
serán completamente inviables por depender de unos recursos que son
agotables y finitos y de los que ya sabemos prácticamente la fecha de
agotamiento.
Como sociedad (e individualmente) nos hemos vuelto adictos,
dependientes absolutamente a ese elemento y nuestra forma de vida gira
y depende de él; y como adictos es muy difícil darnos cuenta de que
tenemos un gran problema. Estamos demasiados acostumbrados -entre
muchas otras cosas- a subirnos a un vehículo propulsado por
combustibles fósiles y trasladarnos de aquí para allá para cumplir con
nuestros trabajos, para ir de compras, enviar y recibir mercancías a
cualquier parte del mundo, para irnos de vacaciones o por simple
diversión. Del mismo modo nuestra alimentación depende de esos
productos, en forma de agroquímicos de los que depende la agricultura
predominante (abonos, pesticidas, …). Usar productos fabricados al otro
lado del mundo con plásticos y polímeros es parte de nuestras vidas.
Tenemos muy internalizado que esto es algo natural, que siempre fue así
y que lo seguirá siendo. Todavía no podemos aceptar que la Era del
Petróleo y los combustibles fósiles es una época efímera, excepcional e
irrepetible en la historia de la humanidad, y que está por terminar.
Mientras tanto hay que ir a buscar el petróleo a lugares cada vez más
complicados, más arriesgados y de menores rendimientos relativos. Esto
no es teoría, si podemos levantar la mirada más allá de la superficialidad
de las noticias, cosas como el desastre ambiental de la Deepwater
Horizon en el Golfo de México o el estado de guerra permanente en Medio
Oriente nos dicen a gritos algo que no todo el mundo quiere ver.
Nos enfrentamos pues a los inapelables límites de la naturaleza. Hemos
traspasado la primera mitad de la era del petróleo y ésta ha sido una
época muy excepcional en la historia de la humanidad, en la que hemos
visto el rápido desarrollo de todo lo que conocemos, donde las irracionales
reglas de las especulaciones financieras han tomado el control del mundo.
En la actualidad todo se rige por estos principios económicos, los del
[8]
mundo financiero, las deudas nacionales en constante aumento y la
economía de casino global. Pero las variables de ajuste están entrando
en una etapa de colapso final porque dependen de un crecimiento
económico permanente, el cual a su vez requiere de una energía
abundante e ilimitada que cada vez escasea más hasta que se agote
finalmente.
Tal como lo demuestran los estudios mejor fundamentados sobre las
energías así llamadas "alternativas", de ninguna manera tienen la
posibilidad de convertirse en opción de reemplazo en el plazo de tiempo
requerido, si es que la pretensión fuera seguir manteniendo los
descomunales niveles de consumo energético que la economía global
requiere. Por supuesto, menos todavía estaríamos en condiciones de
hablar de crecimiento (se puede consultar este artículo para profundizar
sobre el tema), o también la siguiente conferencia:
1.- Conferencia Pedro Prieto: La Transición Energética
El hecho es que no existe tecnología humana que pueda cambiar las leyes
de la física, que son las leyes de la naturaleza. Ellas son inalterables,
inmutables, inapelables, y la ciencia no puede modificarlas. Hoy estamos
chocando contra esa pared, y nos encontramos ante una crisis ambiental,
económica y social de una magnitud que no tiene precedentes. Es un
problema gigantesco, y esto explica por qué los gobiernos se muestran
tan reticentes a informar, a tratar el asunto, y ni siquiera a aceptarlo. Están
entrampados en un sistema de crecimiento exponencial inviable que no
pueden desarmar, y al que no son capaces de encontrar una solución,
fundamentalmente por la falta de voluntad.
Pero siendo un problema global que tiene su origen en un modelo
económico y de producción basado en el crecimiento y maximización del
beneficio, en la producción industrial centralizada de gran escala y en la
dependencia de un recurso limitado y altamente contaminante, el
problema se puede y debe identificar para luego abordar en la escala
local, en la escala en la que “muchas personas pequeñas, haciendo cosas
pequeñas, podemos conseguir un gran cambio”; las soluciones globales
necesitarían de organizaciones globales independientes que actuasen a
[9]
favor de los intereses del medio ambiente y de los ciudadanos y no vemos
que ésta sea la situación.
2.- Documental: el fin del petróleo. (click en la imagen para verlo)
En cuanto al sistema alimentario (en el que el medio rural juega un papel
fundamental), el actual sistema de producción, distribución y consumo de
alimentos ha ido liberalizándose progresivamente, principalmente desde
los años 90, con el objetivo primordial de producir comida para la
exportación, anteponiendo el comercio internacional a la producción
interna de alimentos para la distribución local y transformándose de un
modelo local de producción campesina en un modelo industrial, de escala
y orientado a la exportación (producción para el exterior de la localidad),
pasando de esta forma los productores a ser cada vez más dependientes
dentro del sistema tanto en los insumos como en los consumos
Este sistema fue impulsado en fases, con la Revolución Verde, la
Revolución Azul y la Ganadera, que fueron tres políticas financiadas por
el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), e
ideadas por las Fundaciones Ford y Rockefeller, y cuyo objetivo era
intensificar la producción de alimentos mediante el incremento de insumos
externos.
La Revolución Verde (desde 1960 hasta principios de los años 90)
consistió en la venta de paquetes tecnológicos (semillas híbridas,
fertilizantes y pesticidas químicos) a los agricultores y agricultoras.
Aunque a los pequeños productores se les “otorgaban” créditos al
desarrollo para que pudieran comprar dichos paquetes, los grandes
agricultores los adoptaron con mayor facilidad, de forma que invadieron
con sus cultivos intensivos tierras bajas, selva tropical, bosques, etc. Ello
conllevó que la diversidad de variedades locales cultivadas durante siglos
por el campesinado tradicional disminuyera en un 90%.
[10]
Durante la Revolución Verde la producción agrícola se triplicó, pero
también se multiplicó por ocho el uso de fertilizantes, lo que agotó y
degradó la tierra. Se necesitaron cada vez más fertilizantes para producir
la misma cantidad de alimentos, degradándose a su vez aún más la tierra.
De este modo, la Revolución Verde arruinó la capacidad del campesinado
de alimentarse a sí mismo y a sus poblaciones, pasando a depender de
la compra de alimentos importados. Como consecuencia de ello aumentó
la producción de alimentos per cápita en un 11% en occidente y creció,
en el mismo porcentaje, la población con hambre.
La Revolución Verde también vino acompañada de los transgénicos.
Aunque, por razones éticas, hasta 1930 no se permitió patentar ningún
alimento, a partir de 1990 los intereses económicos, de maximización de
beneficios y crecimiento ilimitado que definen el actual sistema, se
impusieron a todas las demás cuestiones y comenzó a patentarse la forma
de producir semillas de todo tipo. Los transgénicos fueron vendidos a los
agricultores con la excusa de que permitirían prescindir del uso de
plaguicidas en los cultivos al incorporar en el genoma de sus células
vegetales genes de bacterias resistentes a plagas. La generalización y la
monopolización de estas patentes por parte de un reducido grupo de
multinacionales ha permitido que Monsanto tenga en su poder
actualmente más de 11.000 patentes y que domine el 90% de la industria
agroalimentaria (aunque su nombre se esconda tras sus múltiples filiales).
Pero además uno de los más graves riesgos y consecuencias del uso de los
transgénicos es que están terminando con las variedades naturales
puesto que su polen puede alcanzar cualquier otra planta de su especie
generando un cruce transgénico. Se trata de un proceso irreversible de
destrucción de las variedades locales y del patrimonio genético y la
biodiversidad, fuente de resiliencia del planeta.
Como conclusión podemos decir que la Revolución Verde benefició a los
científicos estadounidenses que se apropiaron del germoplasma de Asia
y América Latina; y a las multinacionales Pioneer Hy-Brid y Cargil, que se
apropiaron del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo. Con
la Revolución Verde definitivamente los perdedores fueron los
agricultores, el medio ambiente y la sociedad en su conjunto.
Por otro lado, el carácter agroexportador de este sistema implica que los
alimentos recorren grandes distancias desde que se producen hasta que
se consumen, entrando en juego durante su ruta multitud de
intermediarios entre los que destacan las grandes distribuidoras de
alimentos que controlan la mayor parte de la distribución de alimentos.
Este poder de control sobre el mercado es el que les permite ser los
agentes que marcan los precios de venta al consumidor y los márgenes
comerciales de los productores.
El productor no participa más que en un 30% (de media) en el precio final
del producto, lo que supone que recibe menos de un tercio de lo que paga
el consumidor. Esto provoca debilidad en el sector primario -campesinado
y pequeños y medianos productores- y, a largo plazo (con la imposición
[11]
por la distribución de la necesidad de aumentar su escala productiva con
el consiguiente endeudamiento y con el aumento de precio de los insumos
dependientes del petróleo cada vez más escaso y caro) en definitiva
provoca su desaparición por falta de viabilidad.
Pero además, este sistema agroalimentario, con sus objetivos y
características anteriormente perfilados, se enmarca en el actual contexto
de crisis energética, de lucha por los recursos (hídricos y de suelo
principalmente), de cambio climático y de crisis financiera. Esto está
originando que el cultivo de alimentos para consumo humano actualmente
compita con el uso de las tierras y la producción de alimentos para otros
fines, entre los que se encuentran principalmente los cultivos energéticos
para biocombustibles, la plantación de especies de crecimiento rápido o
de grandes extensiones de monocultivo de soja transgénica para
alimentación de ganado, produciéndose cada vez más un conflicto de
intereses que supone un desplazamiento del campesinado de sus tierras
al dejar de ser la base del sistema productivo, a la par que pone en riesgo
el derecho universal a la alimentación (seguridad y soberanía alimentaria).
Actualmente, en el mundo, "se producen alimentos suficientes para dar
de comer a 12 mil millones de personas, según datos de la FAO", afirmaba
Jean Ziegler (relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la
alimentación entre los años 2000 y 2008). Y recordemos que el planeta,
lo habitan 7.000 millones.
Pero cada día se tiran 1.300 millones de toneladas de comida (a escala
mundial), un tercio del total que se produce, conforme un estudio de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO). Según estos datos, no falta comida. Las cifras señalan que el
problema del hambre no se debe a la escasez de alimentos, a pesar de
que algunos se empeñen en afirmar todo lo contrario. El mismo Jean
Ziegler lo decía: "Las causas del hambre son provocadas por el hombre.
Se trata de un problema de acceso, no de sobrepoblación o sub-
producción". En definitiva, es una cuestión de falta de democracia en las
políticas agrícolas y alimentarias. De hecho, en la actualidad, se estima
que casi una de cada ocho personas en el mundo pasa hambre, según
datos de la FAO, a pesar de la abundancia de comida.
Por tanto, este actual sistema agroalimentario –tal como se define más
arriba- hace que muchas personas no pueden pagar el precio cada día
más caro de los comestibles, ya sea aquí o en los países del Sur. Los
alimentos se han convertido en una mercancía y si no puedes costearlos
se tiran antes que darlos para comer. Se elabora comida, pero una gran
cantidad de la misma no acaba en nuestro estómago. El sistema de
producción, distribución y consumo de alimentos está diseñado
únicamente para dar dinero a aquellas empresas del agro-negocio que
monopolizan de origen a fin la cadena agroalimentaria. He aquí, la causa
del hambre.
[12]
Por consiguiente, ¿por qué algunos siguen insistiendo en que hay que
producir más? ¿Por qué nos dicen que hace falta una agricultura
industrial, intensiva y transgénica que nos permita alimentar al conjunto
de la población? Nos quieren hacer creer que las causas del hambre
serán la solución, pero esto es falso. Más agricultura industrial, más
agricultura transgénica, como ya se ha demostrado, significan más
hambre. Hay mucho en juego, cuando hablamos de comida. Las grandes
empresas del sector lo saben bien. De aquí que el discurso hegemónico,
dominante, nos diga que ellas tienen la solución a la hambruna mundial,
cuando en realidad son quienes, con sus políticas, la provocan.
Desde el punto de vista medioambiental, un desarrollo desequilibrado
como el actual pasa factura: contaminación, extinción de especies
(pérdida de biodiversidad), desertificación, contribución al cambio
climático (según un estudio de 2014, los gases de efecto invernadero
procedentes de la agricultura, la silvicultura y la pesca se han duplicado
en los últimos 50 años y concretamente los fertilizantes químicos
utilizados en la agricultura suponen hasta un 10% de la emisión global de
estos gases), destrucción de recursos naturales (hídricos, forestales, …).
Se calcula que, si sumamos los efectos de la agricultura intensiva en
cuanto a deforestación y consumo energético, ésta es responsable de la
emisión de un 32% de los gases que provocan el efecto invernadero a
nivel global.
Los procesos productivos ponen en marcha una maquinaria que explota
y devora los recursos (materiales, agua, combustibles fósiles, biomasa…)
que, una vez consumidos y procesados, acaban convirtiéndose en
residuos. El planteamiento del crecimiento económico ilimitado choca
tanto con el límite a la disponibilidad de recursos naturales como con la
capacidad de los ecosistemas de asimilar los residuos: los plaguicidas los
tenemos ya en el agua y en el aire amenazando la biodiversidad (cada
vez más especies animales amenazadas de extinción). En una
comparación de dos granjas en la misma región, una orgánica y otra de
producción intensiva, en la ecológica había 200 especies de plantas
diferentes y en la convencional, solo 40. Y así se podrían multiplicar los
ejemplos. Otro problema importante es la polución por nitratos: la
contaminación del nitrógeno es ya comparable en gravedad a la de CO2;
desde que se fabrica el abono químico, se añaden cada año 90 millones
de toneladas a las que ya están en el entorno y que perturban totalmente
el sistema. Excesivo para lo que las plantas necesitan y el suelo puede
captar, así que todo ese exceso va a los ríos, a las capas freáticas de
agua potable; se va a evaporar en forma de amoniaco, que es un producto
tóxico tanto para la salud como para el entorno ya que provoca lluvia
ácida. Además, en muchas regiones ha sustituido al estiércol con el que
se abonaban las tierras, con lo cual hay una pérdida de materia orgánica
impresionante. Esa pérdida de materia orgánica se agrava al sustituir las
rotaciones en agricultura por monocultivo, sin añadir abono orgánico. Las
tierras faltas de materia orgánica absorben mucha menos cantidad de
agua, lo que provoca fuertes escorrentías hacia los cauces fluviales y al
estar saturadas de nitrógeno químico resultan fatales para los acuíferos y
[13]
en definitiva para todo el ecosistema incluidos nosotros. Un estudio
realizado en Francia constata que el contenido de materia orgánica en las
tierras ha bajado entre el 20 y el 30 %. A todo ello añadiremos que el
monocultivo ha provocado que se eliminen los árboles de las tierras de
cultivo para facilitar la mecanización, lo que conlleva un incremento de la
deforestación con la consiguiente erosión por escorrentías, además de la
desaparición de especies auxiliares (que necesitaban de esa vegetación
auxiliar que existía en el entorno de los campos de cultivo) las cuales
contribuían al equilibrio eco-sistémico lo que deriva en el consiguiente
aumento de plagas y problemas fitosanitarios en los cultivos.
A los aspectos anteriores hemos de añadir el punto de vista sanitario,
desde el cual encontramos numerosos estudios publicados en la revista
científica Nature que señalan que los pesticidas químicos además de
provocar alteraciones en los ecosistemas, suponen un riesgo para la
salud; por ejemplo, pueden provocar que los bebés de las embarazadas
expuestas a estos productos nazcan con discapacidad mental y aumenta
las posibilidades de padecer cáncer, parkinson, alzheimer o de sufrir un
infarto, lo que al problema ambiental se añade el problema sanitario.
Para la salud, el principal problema son los plaguicidas. Un estudio
reciente ha demostrado que un francés medio ingiere unos 30 plaguicidas
diferentes, y se han encontrado en la sangre y en la orina al menos 21
pesticidas. Cada vez más publicaciones certifican la relación entre
plaguicidas y enfermedades como el cáncer, la pérdida de fertilidad,
diabetes y alteraciones del sistema nervioso (enfermedades neurológicas
degenerativas). Se dice que entre los agricultores está demostrada esa
relación, pero que, en los consumidores, como son cantidades muy
pequeñas, no hay riesgo. Pero eso lejos de ser cierto tiene el problema
de que se tardarían 40 años en demostrar que son perjudiciales, sin
embargo, en mucho menos tiempo se ha permitido que se utilicen. El
problema es que no se ha investigado, no se ha buscado la relación entre
esas afecciones y el consumo combinado en dosis bajas, lo cual no quiere
decir que no exista ni se pueda demostrar, simplemente no se hace (cada
investigación se lleva a cabo sólo sobre el principio activo a autorizar y o
sobre el consumo de un mix de dichos substancias).
Pasando al punto de vista social y cultural, varios son los problemas:
despoblamiento rural, deterioro del paisaje por falta de cuidados
(especialmente incendios forestales), aumento de la dependencia de la
población rural, pérdida de resiliencia e iniciativa, olvido y destrucción de
los saberes y tradiciones vernáculas exclusivas del territorio y adaptadas
a éste…
La intensificación de los sistemas de producción basados en
centralización y economías de escala necesitan de una concentración de
tierras. Se está produciendo así un acaparamiento y concentración de
tierras en manos no campesinas, consecuencia de la liberalización y de
la desregulación del sector y de la entrada de las multinacionales en el
agro-negocio. Además, la crisis financiera propicia que gobiernos e
[14]
inversores privados especulen con la producción agrícola y con las
existencias alimentarias futuras. La concentración de tierras en manos del
capital privado conlleva que un reducido grupo de empresas (Monsanto,
Syngenta, Bayer, Dow y Dupont) posea el 90% de los beneficios del sector
agroalimentario. Esta concentración provocada por la exigencia de los
grandes intermediarios de productores a su escala expulsa a los
campesinos pequeños, provocando migraciones internas y externas, un
aumento del desempleo rural y grandes bolsas de pobreza en las urbes
en un proceso de despoblamiento rural y “descampesinización” con
efectos negativos para la conservación del paisaje y del medioambiente.
Ese abandono provoca asimismo desde el punto de vista cultural, una
pérdida irreparable de tradiciones y saberes ancestrales en el manejo y
aprovechamiento de la naturaleza, una percepción por parte del
campesinado de inutilidad y dependencia del exterior en un proceso que
bien podríamos asimilar al de indefensión aprendida, por el que la persona
o el colectivo se ve cada vez menos capaz de buscar solución a sus
problemas y resolver éstos por sí mismo, por una pérdida de autoestima
y autoconfianza que lo lleva a la inacción. Esto en definitiva conlleva la
desaparición de la cultura emprendedora y de la tradicional resiliencia de
las comunidades campesinas basada en los valores culturales de dichas
comunidades campesinas: pertenencia, confianza, respeto al otro, ayuda
mutua, …
Pero ese abandono no fue fortuito: "El conocimiento local fue despreciado
e ignorado en España, cuando no perseguido, durante la dictadura militar
por la tecnocracia, la política, la burocracia paternalista y las ciencias
especializadas y fragmentadas propias de la era industrial" (Jaime
Izquierdo, “la casa de mi padre”, 2012 ) Y así el abandono de la actividad
campesina en lugares manejados por el hombre durante siglos resultó ser
tan perjudicial para la conservación de la naturaleza como la propia
expansión urbana a consta de los territorios rurales.
El desamparo académico y político que han sufrido las culturas paisanas,
en especial a partir de la segunda mitad del siglo XX, está relacionada con
el monopolio intelectual y político del pensamiento industrial tecno-
científico y urbano que se autoerigió en el único capaz de generar el
“progreso”, o mejor dicho crecimiento. No se tuvo en cuenta, porque se
despreció y no se supo interpretar (por esa visión parcial y analítica, frente
a la visión más holística y sistémica preindustrial) que el paisaje
campesino hablaba y transmitía la información de lo que se hacía, de
cómo e incluso de quien lo hacía. Para los que entendían su idioma era
como un libro de historia. A través de los signos presentes en el paisaje
se puede leer, como si fuera un libro de instrucciones, cómo se hicieron
las cosas y hasta quién las hizo y finalmente cuánto tiempo hace que ya
no están allí los que las hicieron. El paisaje y la biodiversidad e incluso la
supervivencia de especies silvestres dependen en buena parte del
manejo que del mismo hace el campesino.
[15]
Los campesinos, tras siglos de evolución y adaptación a sus territorios,
construyeron una civilización rústica capaz de organizar el territorio y
adaptarse a él para ajustar su forma de vida hasta el punto de fundirse
con el paisaje y por eso es fundamental, urgente y prioritario recuperar los
saberes y pautas de manejo de ese paisaje, y del uso y gestión de los
recursos naturales asociados. Es decir, recuperar y poner en valor esa
cultura campesina con su perspectiva ecológica de adaptación a su
territorio que dejaron en herencia generaciones y generaciones de
campesinos.
Se necesita una agricultura basada en los principios agroecológicos de
los campesinos “históricos” mejorada y actualizada con las tecnologías y
los conocimientos de los que hoy disponemos; una agroecología basada
en la innovación retroprogresiva: recuperación, conservación y
transformación de los saberes transmitidos oralmente generación a
generación para su conservación y difusión una vez actualizados con los
conocimientos y técnicas que los puedan mejorar y complementar. Se
trata de salvaguardar y hacer viables modelos culturales locales (Sistema
agroecológicos y alimentarios locales) adaptados a su territorio por siglos
de ensayo en la supervivencia del mismo, recopilando las informaciones,
conocimientos y tradiciones, de esos sistemas campesinos inteligentes
que gestionaban localmente sus territorios, abordando su estudio con una
nueva perspectiva (sistémica) que integre y contemple especies y razas,
vegetales y animales, domésticas y silvestres con sus respectivos
manejos e interacciones. Lo que hicieron los campesinos de toda la vida
que en definitiva no era otra cosa que Agroecología en un modelo de
“economía circular” o de coste marginal cero.
Otro efecto perverso del modelo agroindustrial que debemos abordar por
ser igualmente importante y preocupante es el efecto sobre las personas
tanto a nivel individual como colectivo. El desprecio por lo campesino y
todo lo relativo a la cultura campesina (desde las variantes dialectales al
desprecio por las tradiciones y /o saberes campesinos) manifestado de
múltiples formas y medios no sólo supuso una pérdida muchas veces
irreparable de saberes sobre un manejo sistémico del paisaje sino que
además supuso el desarrollo de un estado de ánimo individual y colectivo
similar al que M. Seligman denomina de “Indefensión (o vulnerabilidad)
Aprendida”.
Todos hemos experimentado indefensión aprendida a nivel personal en
algún momento de nuestra vida: cuando queremos darnos de baja de una
empresa de telefonía y tras mil trámites, y sin lograrlo, optamos por dejarlo
y seguir de alta en ella; o los viajeros habituales de los aeropuertos que
ven con impotencia como su vuelo se retrasa y no presentan ninguna
reclamación al respecto; o cuando tras múltiples entrevistas de trabajo
fallidas optamos por dejar de buscar trabajo o si en el colegio tuvimos un
profesor que nos tenía manía y daba igual lo que hicieras siempre el
resultado era negativo, con lo que dejabas de hacer…
[16]
Pero la indefensión aprendida no sólo nos ocurre a nivel individual,
también sucede a nivel colectivo cuando de forma reiterada se ejerce una
influencia y control sobre un colectivo estigmatizándolo, ninguneándolo,
haciéndole dependiente de las decisiones de alguien sobre el que no tiene
control, despojándolo de la capacidad de decidir, creando una situación a
nivel de colectivo de total vulnerabilidad sobre las decisiones que se
tomen por otros, en el exterior, sobre los que no hay posibilidad de
influencia y control.
Esto es lo que se ha producido en los últimos 50 años en las sociedades
campesinas, sociedades adaptadas a su territorio, resilientes, capaces de
afrontar embates climáticos o de otra naturaleza, gracias a una estructura
de comunidad de autoayuda y un acervo de saberes que se transmitían
generación a generación que los hacía muy poco dependientes del
exterior.
Pero con la llegada e implantación del modelo agroindustrial, las
necesidades y dependencias del exterior cada vez fueron mayores, las
comunidades se fueron debilitando bien por abandono de sus efectivos
por la emigración o bien porque ya no era necesario el trabajo comunitario,
base de la relación social comunitaria (trabajo comunitario + celebración
al final del mismo) al ser sustituido por la mecanización y el desarrollo de
un modelo de explotaciones especializadas e independientes donde lo
que primaba era cada vez más la escala de la explotación agraria (exigida
por la escala de la industria y de la distribución), llevando a los
campesinos a convertirse en industriales agrarios hiperespecializados y
dependientes del exterior. Así es que se fue dando una concentración
cada vez mayor de las explotaciones lo que fue orillando a aquellas que
por falta de recursos o de patrimonio no podían subirse a esa vorágine de
crecimiento y endeudamiento expulsando así del territorio a las
generaciones jóvenes. De esta forma se fue conformando una población
rural cada vez más dependiente del exterior, donde los nuevos
campesinos dejaron de serlo para ser industriales de la agricultura
dependientes del exterior (en insumos, en subvenciones, en financiación),
de un exterior cada vez más lejano y más grande donde las decisiones se
toman cada vez más lejos y por tanto sobre las que se tiene cada vez
menos capacidad de influencia y donde el resto de la población está
formada cada vez más por personas mayores a su vez cada vez más
dependientes (a nivel alimentario, sanitario, económico,…).
Y el efecto de esta indefensión aprendida se traduce en desafección
política y pasividad ciudadana, desinterés por la información y falta de
respuesta; aumenta así la brecha entre ciudadanos y políticos
concediendo a estos últimos una enorme capacidad de maniobra para
actuar al margen (y casi siempre en contra) de los ciudadanos. En
definitiva, la calidad de la democracia (del poder del pueblo) se reduce a
medida que aumenta la indefensión aprendida.
El psicólogo social Martín Baró, indicó que la indefensión que se
experimenta a nivel social no constituye solamente una consecuencia
tanto de discursos o prácticas de socialización que fomentan la inacción
política, sino que más bien, tanto la indefensión como el fatalismo
subsecuente a la misma, serían el resultado de una experiencia reiterada
[17]
de fracaso en los esfuerzos dirigidos a controlar o influir sobre el entorno.
El fatalismo sería, por tanto, una actitud que tendría un enorme poder a la
hora de favorecer la desmovilización política y, por tanto, el
mantenimiento de la situación actual, del statu quo.
Así, los factores claves que definen el fatalismo, según estos psicólogos
sociales, serían: en primer lugar, el conformismo y la sumisión; en
segundo lugar, una tendencia a no realizar esfuerzos y a mostrarse pasivo
y, en tercer lugar, una excesiva focalización en el presente a la que
denominan presentismo, el cual implicaría una falta de memoria del
pasado y una ausencia de planificación del futuro (de la que el
consumismo es una muy buena expresión).
A continuación, recomendamos el siguiente documental, bastante
elocuente sobre los resultados del modelo agroindustrial tras apenas 50
años de implantación “exitosa”:
3.- Documental: Food Inc. (click en la imagen para verlo)
[18]
2.- La necesidad de un cambio de paradigma:
Ante la situación descrita en la que el pico de los combustibles fósiles ya
se ha pasado, ante la imposibilidad de desarrollar energías alternativas
que satisfagan la demanda actual (y menos aún con la demanda que se
prevé, proveniente de los pises emergentes) y teniendo en cuenta la
exigencia energética que la implantación de dichas alternativas supondría
y el largo plazo de tiempo necesario para hacerlo, y los destrozos
medioambientales provocados por el actual sistema, el más dramático de
todos y definitivo manifestado en el Calentamiento Global y sus nefastas
consecuencias y, teniendo como tenemos capacidad para reconocer la
situación, existen cuatro fases bien definidas en el proceso de cambio de
modelo que se está dando:
1. Negación: la fase en la que creemos que no tenemos ningún
problema. “Bueno, ¿qué tiene de malo esta situación? Todo va mejor
que en cualquier otra época de la historia”. (Puras tonterías, no se
producirá ningún declive del petróleo y respecto a eso del
calentamiento global, siempre hubo fases como ésta…, y en tal caso
los científicos encontrarían una alternativa y energías alternativas…; -
vamos lo del primo de algún presidente-).
2. Conciencia: Pasaremos a esta fase al darnos cuenta que algo no
anda bien y las cosas no cuadran. “esto está bastante mal, vamos a
tratar de cambiarlo”. (El panorama socioeconómico y el futuro
ambiental es decididamente preocupante, deberíamos hacer algo; las
cumbres como la de rio y otras que han venido después en las que la
conclusión fue que deberíamos, que hay que …).
3. Preparación: Es la fase en la que ya estamos totalmente
convencidos de que no queda otro camino que actuar. “Esto no puede
seguir así, en el curso de este año iniciaremos un proyecto de cambio”.
(Es imprescindible comenzar a hacer algo ahora mismo para que
nuestros hijos puedan vivir en un mundo sostenible. ¿cumbre de París
de 2015?).
4. Acción: Es cuando ya lo estamos haciendo. En ello estamos
nosotros.
La “Red de Transición” propone una visión alternativa y se basa en los
siguientes postulados básicos:
 Una vida con un consumo energético drásticamente menor que el actual
es inevitable y es mejor planificarla, en vez de esperar a que esta nueva
realidad (decrecimiento energético) se presente por sí misma.
 Nuestros pueblos y asentamientos actuales carecen de las herramientas
esenciales para enfrentar los serios desequilibrios que provocará el
declive de los combustibles fósiles. La clave de la sostenibilidad futura es
aumentar la resiliencia. Debemos actuar colectivamente, y es
imprescindible comenzar ahora.
 Si logramos una suficiente masa crítica inicial, permitiendo que la
creatividad y la imaginación colectiva comiencen a diseñar una nueva
forma de vida a medida que se profundice el descenso energético, todavía
[19]
estamos a tiempo de crear gradualmente las redes humanas necesarias,
y un nuevo paradigma socio-cultural que pueda desarrollarse
reconociendo y respetando los límites bio-geológicos del planeta.
El paso de la agricultura campesina (preindustrial) a la agroindustria y de
ésta a la agroecología: de las comunidades campesinas autosuficientes a
un medio rural dependiente, en estado de Indefensión (aprendida), y de
éste a la recuperación de la tradicional resiliencia de las comunidades
campesinas vernáculas, a través del planteamiento de la agroecología y la
soberanía alimentaria.
Como veníamos diciendo más arriba la sociedad y cultura campesina se ha
ido desmantelando y abandonando convirtiéndose por los motivos expuestos
en una sociedad dependiente y vulnerable. Se puede decir que hay tres tipos
de vulnerabilidad adquirida, es decir, de dificultades para superar las
situaciones adversas como ésta a la que nos enfrentamos: 1) la indefensión
aprendida; 2) la carencia de buenas estrategias de afrontamiento (falta de
resiliencia); y 3) la intolerancia a la frustración.
1. La indefensión aprendida es el estado de pasividad, ansiedad y
depresión que aparece cuando una persona piensa que no puede
controlar su entorno, que está a merced de los acontecimientos o que sus
acciones no producen los efectos esperados.
La situación le zarandea sin que pueda hacer nada para estabilizarla.
Recibe castigos de forma injustificada y aleatoria, se encuentra sometida
a demandas contradictorias, a situaciones de doble vínculo que provocan
impulsos de acercamiento y evitación. Como consecuencia, se instala en
una creencia básica y aniquiladora –“nada de lo que yo haga importa”–
que produce pasividad, enlentecimiento de las reacciones, tristeza,
carencia de deseos, incapacidad de indignarse, resignación. El sujeto
inhibe la acción, retrasa la iniciación de respuestas voluntarias (déficit
motivacional), le resulta difícil aprender que una respuesta controla una
consecuencia (déficit cognitivo) y experimenta ansiedad o angustia.
Esta situación conduce a una inactividad aprendida (Bracewel y Black,
1974), o a una depresión (Seligman, 1983). Seligman relacionó la
indefensión aprendida con el pesimismo, y con la epidemia de depresión
que sufre nuestra sociedad (Seligman, 2005).
A nivel social, se define y postula de forma muy clara en “la doctrina del
shock: el auge del capitalismo del desastre (en inglés The Shock Doctrine:
The Rise of Disaster Capitalism)”, un libro de 2007 de la periodista
canadiense Naomi Klein. (En 2009 se realizó el documental The Shock
Doctrine inspirado en el libro, bajo la dirección de Michael Winterbottom y
Mat Whitecross). El libro sostiene que las políticas económicas del Premio
Nobel Milton Friedman y de la Escuela de Economía de Chicago han
alcanzado importancia en países con modelos de libre mercado no porque
fuesen populares, sino a través de impactos en la psicología social a partir
[20]
de desastres o contingencias (guerras, crisis, atentados), provocando que,
ante la conmoción y confusión acaecida o provocada, se puedan hacer
reformas impopulares al provocar en la población estados de indefensión,
fatalismo y dependencia.
2. En cuanto a las estrategias de afrontamiento, son el modo en que una
persona se enfrenta a las dificultades. Se han identificado tres estilos de
afrontamiento: a) el resiliente o basado en la resolución de situaciones
perturbadoras y problemáticas (concentrarse, esforzarse, invertir en
relaciones, buscar la pertenencia a un grupo, fijarse en lo positivo, …); b)
el relacional o referenciado al apoyo en los otros (buscar apoyo social,
buscar apoyo espiritual, buscar apoyo profesional); y c) el de
afrontamiento no productivo o “pasota” (preocuparse, hacerse ilusiones,
ignorar el problema, no afrontarlo, autoinculparse) -Frydenberg, 1897-.
Las estrategias de afrontamiento activo (basadas en la resiliencia) son las
que permiten un mejor ajuste. En cambio, podemos considerar la
pasividad derivada de la impotencia o indefensión aprendida como una
mala estrategia de afrontamiento. Y desgraciadamente podemos
constatar por la elevada tasa de depresión y otros problemas de ansiedad
(o derivados de ésta) que dicha indefensión puede estar detrás de dicha
pasividad y en definitiva de esa falta de afrontamiento a una situación que
nos viene impuesta y ante la que creemos que no podemos hacer nada.
A nivel social por tanto la Resiliencia sería esa capacidad de un sistema
social o comunidad para absorber situaciones perturbadoras o
problemáticas y reorganizarse durante un proceso de cambio más o
menos traumático, manteniendo en esencia la misma función, la
estructura, la identidad y la retroalimentación. Un sistema social resiliente
será diversificado, adaptable (modular), y poseedor de una especie de
“redundancia intrínseca”, es decir con capacidad de reconstruirse o
regenerarse en otro punto.
3. El tercer caso de vulnerabilidad aprendida está provocado por un fallo
educativo de nuestra sociedad: un exceso de permisividad que puede
disminuir la capacidad de soportar la adversidad y el esfuerzo. Albert Ellis
llamó la atención sobre lo que denominó “Low Frustration Tolerance” (Baja
Tolerancia a la Frustración), que está en el origen de numerosos
problemas psicológicos y conductuales. Las personas que tienen LFT
(Baja Tolerancia a la Frustración) no están nunca satisfechos, siempre
están pidiendo algo, o quejándose de algo, solo piensan en el placer
inmediato y con frecuencia se convierten en tiranos de su familia o grupo.
El problema es que esta situación que se da en el ámbito educativo
familiar se multiplica y acrecienta por el modelo de sociedad de híper-
consumo, híper-estimulación, sobrevaloración, sobreprotección e híper-
comunicación a la que nos ha llevado el actual sistema de producción y
consumo Todos estos factores participan en la fragilización y
vulnerabilidad de las personas, porque impiden soportar la frustración
(Pleux, 2010). La sociedad de consumo favorece esa incapacidad de
resistir al deseo (Marina, 2007). Así, las nuevas generaciones son más
vulnerables a la depresión. “Las personas que siguen el planteamiento del
[21]
“hacerlo bien” (y no meramente de “sentirse bien”) están dispuestas a
intervenir para cambiar el pensamiento acerca del fracaso, para estimular
la tolerancia a la frustración y para recompensar el empeño antes que el
éxito” (Seligman, 2005).
Necesitamos elaborar una nueva cultura que recupere los valores
anteriores a esta etapa híper-productivista e híper-consumista pero
¿Cómo conseguir que una persona persevere en un entrenamiento para
la perseverancia, el sacrificio, el esfuerzo, la colaboración, el bien común,
…? Es preciso generar una nueva visión de sociedad que sea atractiva y
permita a las personas recuperar un sentido de la vida propio y no
impuesto, empoderarse ante sus circunstancias para tomar el control de
sus problemas tanto en lo particular como en lo social y en lo
medioambiental.
En definitiva, para superar esa indefensión aprendida y individual y
colectiva (y las consiguientes actitudes fatalistas) predominante en
nuestro medio rural (no sólo) debemos dar una serie de pasos: 1º.- la toma
de conciencia de dicho estado de indefensión individual y colectiva; 2º.- la
organización colectiva en asociaciones, cooperativas, plataformas… que
den sentido de pertenencia y dibujen o diseñen una visión colectiva de la
que estar orgullosos y que impulsen individual y colectivamente a la
tercera fase; 3º.- la movilización en pro de la ejecución de esa visión
colectiva.
Así pues, ¿podemos hacer algo como individuos de este colectivo de
población rural dependiente? En primer lugar, tomar conciencia acerca
de la Indefensión Aprendida y recuperar nuestra confianza como
ciudadanos.
En segundo lugar, organizarse. Formando parte de un colectivo y
creando actores sociales (ya sea una organización política, cooperativa,
asociación social, cultural, de vecinos, etc.). Los colectivos dentro de una
sociedad son como las especies dentro de un bosque, cada una tiene su
propia función dentro del ecosistema. Y cuántas más especies haya en el
bosque más preparado estará éste para hacer frente a las adversidades.
Lo importante es la generación de la visión colectiva de la entidad y el
sentido de pertenencia que otorga a los miembros de la misma, así como
el sentimiento de orgullo o autoestima recuperada por la mera
pertenencia, y por los éxitos colectivos (desde la pertenencia a un coro
hasta una cooperativa local, desde una asociación para la recuperación y
puesta en valor de tradiciones campesinas hasta un grupo de teatro
costumbrista). Y para impulsar a los diversos colectivos hacia la tercera
fase serían muy convenientes metodologías participativas de generación
de visión como “Dragon Dreaming”, desde la que bajo un paradigma de
“ganar, ganar, ganar” los distintos colectivos pueden confluir en una visión
común, de territorio (de paisaje y paisanaje), que focalice y alinee las
visiones y acciones de los distintos colectivos e individuos en el bien
común (su bien común) empoderándolos en la consecución de los
mismos.
[22]
Y así empoderados y con una visión colectiva, en tercer lugar,
movilizarse. Pero no sólo desde la protesta y la acción repentina “en
contra de” sino siendo parte activa de la construcción de la realidad social
colectiva. Participando en el proceso de toma de decisiones y en su
ejecución a todos los niveles: desde la política, la educación, el desarrollo
urbano, la cultura, el deporte, etc. Somos parte del ecosistema, y cómo
tal debemos tener un papel activo dentro de él.
En definitiva la Indefensión Aprendida está aún presente en nuestros días
a través del discurso del fatalismo -descrito como “Doctrina del Shock”
por Naomi Klein, como se mencionó antes- que anula el debate socio-
económico y deriva en un discurso de la existencia de una “única” solución
a la situación de crisis permanente en que nos ha situado el actual modelo
socioeconómico, que pasa permanentemente por medidas austericidas,
cuyas consecuencias sobre la sociedad son el aumento de la desigualdad
en la distribución de la renta, incremento de la pobreza, incremento de la
emigración, aumento de la pobreza (energética), y en definitiva
incremento de la dependencia en un sistema de ayuda-limosna (a base
de subvenciones a ONGs como Cáritas, Cruz Roja,…) que provoca cada
vez más indefensión y dependencia, hasta alcanzar un estado de
anulación del individuo tal, que muchas veces deriva en el suicidio.
Por ello, luchar contra la Indefensión Aprendida requiere una triple batalla:
luchar contra nuestra Indefensión Aprendida individual, contra nuestra
Indefensión Aprendida colectiva y contra nuestra Indefensión Aprendida
social. Y es posible, necesario y urgente hacerlo siguiendo los pasos que
se detallaron más arriba.
Para profundizar en el conocimiento del mecanismo de la “indefensión
aprendida” puedes ver el siguiente video explicativo a continuación:
[23]
El paso de las soluciones globales y de arriba abajo a las soluciones
locales interconectadas: Construir una visión local positiva e
implementarla (“muchas personas pequeñas…”).
Una cosa es protestar en contra del cambio climático y otra bien distinta
es tener una visión atractiva y convincente de un futuro postindustrial, sin
combustibles fósiles, con la que entusiasmar a los demás para
embarcarse en el viaje hacia ella. Tan solo estamos empezando a rayar
la superficie del poder de una visión positiva ante un futuro en
abundancia: con menos consumo, con más tiempo, menos estresante,
más sano y feliz. Es esencial ser capaces de asociar estas imágenes a
una visión clara sobre cómo sería un futuro con menos consumo.
Crear una visión funciona de muchas formas interrelacionadas. Tom Atlee
escribió acerca de lo que él llamó un "campo de historias alternativo". Esto
es, básicamente, crear nuevos mitos e historias que empiecen a formular
cómo sería un mundo sustentable. Nos habla del poder potencial de reunir
a activistas, escritores, artistas, diseñadores y periodistas creativos para
formar un grupo de expertos que puedan crear nuevas historias para
nuestro tiempo. Cuando se empieza a hacer el trabajo de diseño
postindustrial y postconsumista, se deberían atraer a novelistas, poetas,
artistas y cuentacuentos. La narración de nuevas historias es
fundamental. En Totnes empezaron a hacer esto con la iniciativa de
“Cuentos de la Transición”, que tenía como objetivo hacer que hubiera
gente escribiendo historias de diferentes tipos durante la transición, tales
como artículos de periódicos, cuentos o columnas sentimentales que se
publicaban en distintos medios para que la gente las visualizara y
desarrollaran esa imagen de visión movilizadora. Estas historias pueden
ser de cualquier tipo.
El experimento que se hizo con la Libra de Totnes en "Totnes Pueblo en
Transición" (Transition Town Totnes) hasta junio de 2007 fue también un
ejemplo. Las personas pudieron tener en sus manos un billete bonito,
tangible, y que les provocaba deseos de utilizar. Eso contó una nueva
historia acerca del dinero, sobre sus posibilidades y sobre la comunidad.
El concepto de contar nuevas historias también surgió en la “Suelta de
Amarras” oficial de Transition Town Totnes en septiembre de 2006,
cuando Chris Johnstone dijo:
"Totnes tiene la oportunidad de ser la ciudad de la innovación a
nivel internacional. Quizás dentro de 400 años, si la humanidad
encuentra la forma, mirarán atrás, a principios del siglo XXI como
un momento crucial, como la última década de la Era del Petróleo.
Quizás cuenten historias sobre lo que ocurrió en Totnes. Tal vez
esta misma tarde sea el comienzo de una de esas historias. Si
miramos hacia el futuro puede que haya pocas posibilidades, pero
[24]
hay posibilidades esperanzadoras y tú formas parte de esa
posibilidad por el hecho de estar aquí esta noche."
La herramienta de la visión ofrece un enfoque nuevo y poderoso para los
defensores del medio ambiente. Nos hemos acostumbrado tanto a las
manifestaciones en contra de las cosas, que hemos perdido de vista hacia
dónde queríamos llegar. Uno de los mejores ejemplos de esto lo
proporcionó Lewes Ciudad en Transición (Transition Town Lewes),
cuando enfrentó a un promotor local que quería urbanizar un área clave
de la ciudad, y no respondieron con peticiones ni protestas, lo hicieron con
una visión.
Esto es un gran ejemplo de lo que Atlee llama "ingeniería de la
imaginación" (del inglés imagineering) y la creación de algo que él ha
denominado como “La Gaceta del Viñedo Ecotópico” (The Ecotopian
Grapevine Gazette), y lo describe de la siguiente forma: “Es el contenedor
de nuevas historias imaginarias sobre eventos e innovaciones que aún no
han ocurrido, pero que queremos que ocurran, y fueron escritas como si
realmente hubieran sucedido. Al final de cada artículo, se pone el nombre
de la persona de contacto para que los lectores puedan llamar y con su
participación lograr que esa historia se convierta en realidad.”
Peter Russell, físico y escritor, describe la visión colectiva en términos de
un “Atractor Extraño”, como se describe en la Teoría del Caos. En efecto,
es como provocar un remolino en frente tuyo que luego te atrae hacia él.
Tiene energía, es dinámico. Russell dice:
"Hay algo más profundo que realmente no puedo explicar, pero
cuando hay una visión, no es sólo una motivación, de alguna
manera la psique se involucra de forma que parece interactuar con
el mundo de manera que facilita que las cosas ocurran en la
realidad, todo parece tener su lugar. No se puede explicar de forma
racional, pero es algo que la gente nota una y otra vez. Si tienes
una visión clara de hacia dónde vas, es como si el mundo pareciera
querer apoyar tu visión, y da la sensación de que lo hace."
De esta manera la visión tiene el valor agregado de contrarrestar el
desánimo. El cambio climático y el pico del petróleo pueden ser
terroríficos, desconcertantes o vistos como una catástrofe inevitable. El
último libro de James Lovelock, La venganza de Gaia, en su edición de
bolsillo tiene una cubierta de película de terror serie B de los años 50, y
páginas web tales como www.dieoff.org presentan escenarios tan tristes
que la gente simplemente desconecta, no quieren participar de ellos. Hay
quien puede leer un libro desesperante y deprimente sobre el pico del
petróleo y el colapso de la sociedad y sacar de él la motivación o la
inspiración para hacer algo práctico, sin embargo, son una pequeña
minoría.
Como especie con capacidad creativa, adaptable y con pulgares
oponibles que nos permitió, entre otras cosas crear una Era del Petróleo,
[25]
podemos estar bastante seguros de que habrá vida más allá de esto. Del
mismo modo es posible que seamos capaces de evitar las peores
consecuencias del cambio climático, y de hecho casi con certeza, las
medidas que tomemos harán que el mundo sea un lugar mucho mejor.
Sin embargo, el punto es que el mundo y nuestro estilo de vida serán muy
diferentes al presente. Vale la pena recordar que se necesita una gran
cantidad de energía barata para mantener los niveles de desigualdad
social que tenemos hoy en día, los índices de obesidad, los niveles
históricos de endeudamiento, el alto uso del automóvil... Sin embargo, el
primer paso para crear un futuro enfocado en lo local, de bajo consumo y
con abundancia, es en realidad la visión de que es posible, y atractivo.
¿Qué es en realidad una Iniciativa de Transición? El término inicial
usado para describir este concepto era “Ciudades en Transición”, pero
estas ideas van cambiando todo el tiempo, y ahora se prefiere hablar de
regiones, áreas, valles, aldeas, barrios, comarcas o islas en transición.
Por lo tanto “Iniciativas de Transición” parece ser el mejor término
general. Las Iniciativas de Transición son una propuesta emergente y en
evolución, que apuntan a la sostenibilidad de las comunidades en el futuro
cercano. Son, para emplear un término inventado por Jeremy Leggett,
“microcosmos escalables de esperanza”. La idea comenzó con el Plan de
Acción para el Descenso Energético de Kinsale en Irlanda, y desde
entonces se ha extendido a varias comunidades en todo el Reino Unido y
otros países.
Las Iniciativas de Transición se basan en cuatro supuestos básicos:
1) Que es inevitable vivir con un consumo de energía mucho más
bajo, y que es mejor planearlo en lugar de ser tomados por
sorpresa.
2) Que nuestras comunidades y asentamientos han perdido la
resiliencia que les permitiría adaptarse al dramático cambio de
paradigmas que acompañarán al descenso energético.
3) Que tenemos que actuar colectivamente, y hay que hacerlo
ahora.
4) Que liberando nuestra creatividad y capacidad colectiva
podremos construir nuevas formas de vida más enriquecedoras,
más conectadas a lo comunitario, y reconociendo los límites
biológicos del planeta.
La forma en que se explora y desarrolla todo esto en la práctica será
diferente en cada sitio: más que ofrecer recetas o soluciones
estandarizadas, las Iniciativas de Transición intentan actuar como
catalizadores para que la comunidad pueda explorar y descubrir sus
propias respuestas.
Concentran la mente colectiva en los aspectos prácticos del descenso
energético y que serán parte del resultado inevitable, tanto del pico del
petróleo como del cambio climático. Las Iniciativas de Transición intentan
crear comunidades sólidas, esto es, más resilientes, y capaces de
soportar perturbaciones externas, tanto sean causadas por el cambio
climático, deficiencias de seguridad energética o precios crecientes de los
[26]
combustibles. Más que proponer solamente un ejercicio intelectual,
exploran los aspectos prácticos de una vuelta consciente de una
comunidad a una vida local pero interconectada, Parafraseando a
David Holmgren, las Iniciativas de Transición son “la aceptación positiva
del descenso energético, no sólo como la realidad inevitable, sino también
como la deseada.”
Dado que los combustibles fósiles son recursos en vías de agotamiento,
y que necesitamos urgentemente implementar reducciones extremas de
las emisiones de CO2, hasta el punto de que nuestras propias vidas
diarias secuestren más dióxido de carbono del que producen, las
Iniciativas de Transición preguntan: ¿Qué aspecto tendría en realidad un
mundo como ése? ¿Cómo viviríamos? ¿De dónde vendría nuestra
comida? ¿Qué escucharíamos al abrir la ventana por la mañana? El
proceso de Transición ofrece una propuesta positiva y enfocada en las
soluciones, uniendo los diversos elementos de una comunidad para
enfrentarse a este desafío común, y ve buena parte de las soluciones
como algo que viene desde adentro, a través de un proceso de redescubrir
y destrabar lo que ya está ahí, más que mediante los consejos de expertos
y consultores que vengan de otro sitio.
Los 6 Principios del modelo de Transición.
Hay seis principios que definen lo distintivo acerca del concepto de
Transición. Emergieron al observar el proceso según se ha
desarrollado, y creo que resumen la singularidad de esta propuesta
en permanente evolución.
1. Visión. En el contexto de estos seis principios, la Visión se
refiere a una creencia fundamental que tienen las Iniciativas de
Transición, en el sentido de que sólo estamos en condiciones de
acercarnos a algo, si podemos imaginar cómo será cuando
lleguemos a la meta. Nos llevará una buena parte del camino
determinar dónde terminaremos a partir de la visión que tenemos
en mente cuando empecemos este trabajo. ¿Estamos trabajando
hacia la “explosión tecnológica” que dice Holmgren, o quizá hacia
algo más realista y deseable? Crear una visión clara y atrayente de
nuestro resultado deseado es un principio fundamental del proceso
de Transición.
2. Inclusión. No podremos enfrentar el desafío del Pico del
Petróleo y el cambio climático si elegimos quedarnos en nuestra
zona de confort, si los “verdes” hablamos sólo con otros “verdes”,
si la gente de negocios sólo habla con gente de negocios. La
propuesta de la Transición busca facilitar un nivel de diálogo e
inclusión que raramente se ha alcanzado antes, y ha empezado a
desarrollar algunas formas innovadoras de conseguirlo.
3. Concienciación. El fin de la Era del Petróleo es un tiempo
confuso. Estamos expuestos constantemente a mensajes
[27]
mezclados y desconcertantes. Los medios de comunicación nos
presentan titulares tales como: “Según un nuevo estudio, el declive
en la producción de petróleo conlleva el riesgo de guerras y
tensiones sociales” y “Las emisiones de dióxido de carbono
aumentan más rápido que lo previsto”, pero seguidamente los
anuncios publicitarios nos dan un mensaje que entra en conflicto
con lo anterior, en el sentido de que debemos seguir consumiendo
como siempre, que la globalización es el único modelo que puede
alimentar el mundo, y que comprar esta nueva cosa nos hará
felices. De hecho, el contraste puede ser a veces muy llamativo,
mostrando el deshielo del Ártico, al lado de un anuncio de coches
o vuelos baratos.
Las noticias a las que estamos cada vez más expuestos
continuamente nos dan todo el tiempo estos dobles mensajes, y
pueden dejarnos perplejos. A veces caemos en el error de creer
que no es necesario hacer mucho trabajo de concienciación,
porque podemos suponer que, a estas alturas, todo el mundo se
da cuenta de cosas así, pero resulta primordial partir de la
suposición de que la gente no sabe nada de estos asuntos.
Necesitamos asumir que no hay ningún conocimiento previo, y
explicar los argumentos tan clara, accesible y entretenidamente
como sea posible, brindando a la gente los razonamientos clave
para permitirles formular sus propias respuestas.
4. Resiliencia. La reconstrucción de resiliencia es central para la
idea de la Transición, de igual manera que la necesidad de
convertirnos rápidamente en una sociedad con cero emisiones de
dióxido de carbono. De hecho, hacer una cosa sin la otra fallaría al
enfrentarse a dos desafíos que vienen juntos. Ya se vio antes cuál
sería el proceso para conseguir ser más resilientes individualmente
y formar comunidades más resilientes.
5. Percepciones psicológicas. Tener en cuenta varias
percepciones psicológicas es también fundamental para el modelo
de Transición. Entendemos que entre las barreras principales a la
participación están la sensación de falta de poder, aislamiento y la
angustia que los problemas ambientales a menudo pueden
generarnos (ya hablamos de la indefensión aprendida producida
por la repetición de mensajes fatalistas conjugada con hechos
críticos (catástrofes, crisis, …). Esta conjunción de factores
posicionan el psiquismo de la gente en ese estado desde el que
cuesta actuar (y como vimos éstos es válido tanto a nivel individual
como colectivo). El modelo de Transición actúa sobre estas
percepciones, en primer lugar, mediante la creación de una visión
positiva; en segundo lugar, creando espacios emocionales seguros
donde la gente puede hablar, compartir y sentir cómo le afectan
estos asuntos, y en tercer lugar, consolidando los pasos y acciones
que la gente toma, al generar en este proceso tantas oportunidades
como resulte posible para celebrar los éxitos. Resulta muy
[28]
poderoso juntarse, percibir la sensación de no ser la única persona
que está informada y que tiene miedo ante el cambio climático o el
pico del petróleo. Le permite a la gente sentirse integrada a una
respuesta colectiva, formar parte de algo más grande que ellos y
participar de esa visión de solución colectiva. (tal como ya se habló
más arriba respecto de la indefensión aprendida colectiva y las 3
fases para su superación).
6. Soluciones creíbles y apropiadas. En el documental What a
way to go: Life at the End of Empire (La Vida al final del Imperio),
Tim Bennett habla de lo que llama “el capítulo feliz” al final de la
mayoría de los libros acerca del medio ambiente, que pasan nueve
capítulos contándote qué horrible es todo, y uno al final con unas
pocas soluciones de muestra. De manera similar, en muchas
charlas el conferenciante explica la tremenda escala del cambio
climático, y al final pone una diapositiva acerca de reducir el nivel
de los termostatos y usar lamparitas de bajo consumo. Es
importante que después de explicar los argumentos acerca del pico
del petróleo y el cambio climático, las Iniciativas de Transición
permitan explorar soluciones a una escala creíble. La gente a
menudo sólo es capaz de concebir dos escalas de respuesta:
individuos haciendo cosas en sus propias casas, o el gobierno
actuando a escala nacional. El modelo de Transición explora el
terreno entre esos dos extremos, es decir, lo que se puede lograr
a nivel de colectividad, de la comunidad, a nivel local.
La Transición es pues una manifestación de la idea de que la acción local
puede cambiar el mundo. Es un intento de crear un contexto de apoyo,
enriquecedor y saludable, en que las soluciones prácticas que todos
necesitamos puedan florecer. “Movimiento de Transición”, “pueblos en
transición” o “grupo de Transición” son expresiones que se refieren a esta
metodología de intervención para el cambio. Es un experimento lanzado
por personas que comparten una pasión, un experimento que se ha
ampliado y ha llegado lejos, surgiendo en los lugares más inesperados,
en miles de comunidades en más 40 países de todo el mundo.
Pueblos en Transición, ciudades, comunidades de vecinos, proyectos,
empresas, universidades, escuelas, modos de vida… El propósito del
Movimiento de Transición es ayudar a personas que quieran ser un
catalizador, un agente activo de cambio en su comunidad, a que puedan
dar un impulso histórico para convertir la comunidad en la que viven en un
lugar resiliente, más sano y vibrante, de fuerte carácter local, que reduce
al mismo tiempo la huella ecológica.
Como se dijo antes podría concebirse la Transición como algo intermedio
entre lo que una persona puede hacer como individuo y todas las grandes
cosas que el gobierno puede hacer. Es algo que solo puede surgir de
abajo arriba, dirigido por gente corriente. Es la pieza que falta en el
rompecabezas.
[29]
¿Cómo sería la Transición en una comunidad? Podemos dar rienda suelta
a la creatividad e imaginación. Aquí van algunos ejemplos:
 Grupos de producción y consumo de alimentos La mayoría de
los grupos de Transición empiezan por producir alimentos locales
y ecológicos, bien en una parcela, en un huerto comunitario o a
través de proyectos de huertos compartidos, grupos de consumo,
así como creando nuevas empresas relacionadas con la
alimentación.
 Panaderías de propiedad comunitaria. Cada comunidad
necesita (amasar) una. Es una pieza vital de la estructura local que,
lamentablemente ya no se encuentra tan fácilmente en nuestras
calles y que a menudo son reemplazadas por supermercados en
las afueras.
 Cerveceras y llagares de propiedad comunitaria. una de las
maneras de que el dinero circule localmente al tiempo que innova
y crea empleo.
 Proyectos de Calles en Transición. Las Calles en Transición
muestran cómo los cambios pueden producirse calle por calle,
reduciendo los costes domésticos y el uso de energía y creando al
mismo tiempo un sentimiento de comunidad.
 Energía de propiedad comunitaria. Las energías renovables
ofrecen un enorme potencial para que las comunidades puedan
utilizar energía limpia en sus casas, escuelas y negocios,
generando ingresos y proporcionando un espacio más seguro para
realizar inversiones.
 Proyectos REconomy. Todo lo anterior está suponiendo una
diferencia real para estas comunidades. De forma creciente, los
grupos de Transición están creando nuevos puestos de trabajo y
modos de vida, y nuevas empresas, vivas y viables, que mantiene
el dinero en lo local, aumentan la resiliencia y empoderan a la
gente. Estos grupos están mapeando sus economías locales para
medir los beneficios potenciales del proceso. (El proyecto de
REconomy de Transition Network ofrece las herramientas, la red y
el apoyo necesario para hacerlo posible).
A continuación, se puede ver un documental sobre el movimiento de
pueblos en transición con varios ejemplos:
[30]
3.- Modelos para el cambio y su propagación
A continuación, iremos definiendo una serie de modelos que se están
adoptando por distintas comunidades, colectivos, emprendedores,
poblaciones, empresas, organizaciones e individuos que en cierta medida
recuperan buena parte de los preceptos del enfoque holístico y sistémico
preindustrial: son una mirada al pasado para ver lo que funcionaba antes
de la borrachera de las energías fósiles de la era industrial para recuperar
esa visión sistémica, holística, comunitaria pero actualizándola y
compartiéndola a través de los nuevos elementos de comunicación global
para superar el característico aislamiento de las comunidades
campesinas preindustriales y así ir formando una aldea global de
comunidades e individuos interconectados (actuando en lo local pero
pensando en global …).
El enfoque de la soberanía alimentaria
La Soberanía Alimentaria es un concepto introducido en 1996 con motivo
de la Cumbre Mundial de la Alimentación (FAO) por Vía Campesina; un
movimiento internacional que coordina organizaciones campesinas,
pequeños y medianos productores, mujeres rurales y comunidades
indígenas de los cinco continentes. Es el derecho que naciones y pueblos
tienen para mantener y desarrollar su propia capacidad de producción
básica de alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles,
producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su
propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellas personas
que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los
sistemas y políticas alimentarias. Es la facultad de cada nación o pueblo
para definir sus propias políticas agrarias, pesqueras y alimentarias de
acuerdo con objetivos de desarrollo sostenible, equidad y seguridad, por
encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Incluye a
las futuras generaciones y defiende sus intereses. Nos ofrece una
estrategia para resistir el libre comercio impuesto por las grandes
corporaciones globales y el régimen alimentario actual, y para encauzar
los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen
a estar gestionados por los productores y productoras locales.
Implica la protección del mercado interno contra los productos extranjeros
que se venden en el mercado mundial por debajo de los costes de
producción (dumping), y contra la mercantilización de la agricultura y la
globalización, que han traído el desmantelamiento de los sistemas
alimentarios basados en la satisfacción de las necesidades locales.
Economía y mercado local y nacional, campesinado, pesca artesanal,
pastoreo tradicional, sostenibilidad ambiental, social y económica,
comercio transparente, derecho a la tierra, a los recursos productivos,
[31]
proximidad y comercio local, son otros de los conceptos unidos a la
Soberanía Alimentaria.
La Soberanía Alimentaria trata de rescatar la identidad, las prácticas y
métodos de la agricultura campesina, base de la Soberanía Alimentaria y
de la capacidad de alimentar el planeta, y que durante más de diez mil
años ha seleccionado las mejores semillas y realizado los mejores cruces
para mejorar el rendimiento y calidad del arroz, el trigo, la patata, el frijol
y el maíz, …, base alimentaria de la humanidad (FAO, 2000). La
Soberanía Alimentaria, pues, es un concepto integral que protege tanto
derechos de primera como de segunda y de tercera generación.
Para entender la importancia de la soberanía alimentaria en este proceso
de transición, se puede ver el siguiente documental que recoge la
experiencia real de un país que por su situación sociopolítica ya pasó por
la fase de fin de los combustibles fósiles (al quedar drásticamente sin
suministro y verse en la obligación de cambiar de modelo energético y
productivo) y la necesaria transición a un modelo de decrecimiento
energético. En él se expone cómo se fueron sorteando los inconvenientes
procedentes de esa falta de energías fósiles y alternativas en los distintos
ámbitos que fueron afectados (alimentación, movilidad, educación,
vivienda, sanidad, …), y cómo gracias a las medidas de transición
adoptadas finalmente resultó una comunidad más empoderada, y
comprometida con su desarrollo y futuro. Actualmente es un modelo
estudiado por distintas universidades, ONGDs y gobiernos de otros
países (sobre todo latinoamericanos) como “experimento” real de
transición y resiliencia.
El poder de la comunidad. Cómo un país sobrevivió al "pico del petróleo”
[32]
Los NUEVOS MODELOS de agroecología bajo enfoque holístico sistémico
frente al modelo agroindustrial analítico y sectorial: La agricultura
regenerativa, la permacultura, la agricultura biodinámica.
El modelo de La Agroecología
La agroecología que consiste en la aplicación de los principios de la
ecología a la agricultura, con el fin de que ésta sea ambientalmente
sostenible, considerando el contexto socioeconómico del lugar, es un pilar
de la Soberanía Alimentaria.
Es un tipo de agricultura alternativo frente a las prácticas agroindustriales,
por lo general basadas en el despilfarro del agua, el uso de productos
químicos y los monocultivos. La unidad sobre la que trabaja, el agro-
ecosistema, busca la sostenibilidad y la productividad mediante la
aplicación del conocimiento ecológico a su diseño y manejo.
Podemos definir agroecología como la ciencia que busca la aplicación de
conceptos y principios ecológicos en esos agro-ecosistemas para lograr
una doble sostenibilidad, tanto a nivel del cultivo como de las sociedades
locales que lo producen. Básicamente, los agro-ecosistemas son
sistemas agroalimentarios sostenibles que se basan en principios como
el reciclaje de nutrientes, la diversidad, las sinergias o la integración. Es
decir, el tratamiento del espacio de cultivo como un lugar vivo, que tiene
valor como fin en sí mismo. El utilitarismo de la agricultura industrial se
sustituye por una visión más respetuosa con el entorno, que implica un
uso óptimo del agua, la elección de las variedades idóneas según el
territorio, la preservación de la biodiversidad, el uso de biopesticidas y
abonos verdes… Se trabaja para el logro de sistemas agroforestales y
silvopastoriles viables, se realiza la rotación de cultivos, entre otros
métodos de preservación de la calidad del suelo. En definitiva, estas
prácticas agroecológicas buscan regenerar el entorno sin atentar contra
él. Como consecuencia de ello, se minimiza el impacto ambiental y la
toxicidad de los alimentos a la vez que se invierte la producción de
carbono favoreciendo su captura.
Para profundizar en el concepto de agroecología puede ver el siguiente
video explicativo: “la agricultura del futuro”, por Miguel Altieri:
La agricultura del futuro: La Agroecología
[33]
El modelo de la Permacultura.
El término fue acuñado por Bill Mollison a mediados de los setenta para
describir un sistema integrado y evolutivo de plantas perennes o
autoperpetuantes y de especies animales útiles para el hombre. Una
definición más actual de Permacultura, es: “El diseño consciente de
paisajes que imitan los patrones y las relaciones de la naturaleza,
mientras suministran alimento, fibras y energía abundantes para
satisfacer las necesidades locales”. Las personas, sus edificios y el modo
en que se organizan a sí mismos son fundamentales en Permacultura. De
esta manera la visión de la Permacultura como agricultura permanente o
sostenible ha evolucionado hacia la visión de una cultura permanente y
sostenible. Empezando por la ética y los principios enfocados en el
ámbito crítico del manejo y la administración de la tierra y la naturaleza, la
permacultura evoluciona hacia la aplicación progresiva de esos principios
en la integración de siete ámbitos necesarios para sostener a la
humanidad durante el descenso energético.
La Permacultura ha de entenderse pues como el uso del pensamiento
sistémico (el uso de la teoría de sistemas de forma holística) y de los
principios de diseño que proporcionan el marco organizativo para
implementar la visión anterior. Agrupa las diversas ideas, habilidades y
modos de vivir que necesitan redescubrirse y desarrollarse, para
hacernos capaces de cubrir nuestras necesidades, al mismo tiempo que
incrementamos el capital natural para las futuras generaciones. En este
sentido, la Permacultura no es tan sólo el paisajismo, las habilidades de
la horticultura biológica, la agricultura sostenible, la construcción de
edificios energéticamente eficientes o el desarrollo de eco-aldeas, sino
que también puede usarse para diseñar, establecer, gestionar y mejorar
todo eso y los demás esfuerzos que individuos, familias y comunidades
realizan hacia un futuro sostenible.
El concepto de permacultura es sobre todo práctico y se puede aplicar en
muchos ámbitos y disciplinas. Si bien históricamente la permacultura se
ha enfocado el manejo de la tierra y la naturaleza como fuente y aplicación
de los principios éticos y de diseño, actualmente estos principios se
aplican en otros ámbitos relacionados con los recursos físicos y
energéticos, así como a la organización social (a menudo llamados
estructuras invisibles en la enseñanza de permacultura).
La Acción Permacultural se ha expresado durante los últimos 30 años en
estas siete áreas o “dominios” que nos pueden servir de referencia para
nuestro proyecto de transición como ámbitos de estudio e intervención:
1.- Manejo de la tierra y la naturaleza: en cuanto al estudio y
recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en
el ámbito de la agricultura y horticultura, conservación, regeneración y
manejo sostenible de los espacios silvestres o la conservación de la
biodiversidad cultivada mediante bancos de semillas, actualizándolas
[34]
con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas
herramientas.
2.- Ambientes construidos: en cuanto al estudio y recuperación
actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de
diseño de viviendas y otras construcciones, uso de materiales locales
y naturales, el empleo de técnicas de eco-construcción (materiales y
técnicas tradicionales de construcción …), y el empleo de técnicas que
faciliten la autoconstrucción, actualizándolas con conocimientos y
técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas.
3.- Herramientas y tecnología: en cuanto al estudio y recuperación
actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de
la vida en el campo en aspectos como reciclaje, captación y uso
eficiente de aguas limpias y sucias, energías renovables como la solar,
eólica o mico-hidroeléctrica, así como una gran variedad de
“ecotécnicas” y tecnologías apropiadas, actualizándolas con
conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas.
4.- Educación y cultura: en cuanto al estudio y recuperación
actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de
la educación ambiental, la participación en la vida comunitaria, la
transmisión de conocimientos intergeneracionales, la educación del
espíritu de arraigo o la observación e investigación activa
actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de
nuevas herramientas.
5.- Bienestar físico y espiritual: en cuanto al estudio y recuperación
actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de
la alimentación y de las medicinas alternativas y complementarias, los
ciclos naturales de vida-muerte, … actualizándolas con conocimientos
y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas y técnicas como
la práctica del. yoga u otras disciplinas de cuerpo/ mente/ espíritu …
6.- Economía y finanzas: en cuanto al estudio y recuperación
actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de
formas colaborativas de producción, el uso, aprovechamiento y
funcionamiento del “bien común” (los comunales), los sistemas
tradicionales de trueque o voluntariado (andechas y sextaferias…),
actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de
nuevas herramientas como las nuevas tecnologías para financiación
colaborativa y en red, las inversiones éticas, los sistemas justos y
bioregionales de ahorro y préstamo.
7.- Tenencia de la tierra y gobierno comunitario: en cuanto al
estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos
preindustriales en el ámbito de formas colaborativas de
Cooperativización de la producción y consumo, como comunidades
intencionales, procesos participativos de toma de decisiones y
resolución de conflictos… actualizándolas con conocimientos y
técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas como las
derivadas de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Estos ámbitos claves que requieren integración y transformación para
crear una cultura sostenible, se pueden ubicar en la “Flor de la
Permacultura”. El sendero evolucionario en espiral que comienza con
[35]
los principios éticos y de diseño, sugieren el entretejido de estos
ámbitos, inicialmente a nivel personal y local para proceder con los
niveles colectivo y global. La naturaleza arácnida de esa espiral
sugiere la naturaleza incierta y variable de ese proceso de integración
de ese sistema holístico.”
La Agricultura Regenerativa
La Agricultura Regenerativa por su parte es un desarrollo de la
Permacultura (agricultura y cultura permanentes) dirigido a agricultores y
ganaderos que ven que el sistema actual de producción de alimentos no
es rentable ni sano, y que hoy en día se encuentran atrapados entre los
cada vez más altos precios de insumos, agro-químicos y combustibles, y
los cada vez más bajos precios impuestos por los mercados. Estos
procesos modernos además han provocado que los suelos pierdan su
fertilidad, que depende de la presencia y dinamismo entre la microbiología
(vida), los minerales (nutrientes) y la materia orgánica (combustible). La
Agricultura Regenerativa comienza por devolver estos componentes
dinámicos al suelo, como base de un sistema agro-ganadero productivo
inteligente y holístico.
Un objetivo esencial de la Agricultura Regenerativa es hacer rentables las
explotaciones agro-ganaderas, reduciendo sus gastos y aprovechando
las asombrosas relaciones simbióticas entre animales, plantas y vida en
el suelo.
Otro objetivo vital es la recuperación de nuestra humanidad interior y de
la comunidad humana exterior, a través de la reconexión con la naturaleza
[36]
de la que somos parte y de la recuperación de los vínculos entre las
personas y los pueblos.
El resultado, además, son alimentos sanos y nutritivos a precios
asequibles para todos. Una población con buena salud y energía podrá
desarrollar con plenitud su potencial humano y generar el cambio que
queremos ver en el mundo.
Todo ello se logra con la aplicación de conocimientos y prácticas basados
en una profunda comprensión de la sabiduría ancestral de la naturaleza,
maximizada por los más punteros descubrimientos científicos y
tecnológicos, empoderando así a las personas con el objetivo de
regenerar nuestros sistemas alimentarios, económicos, laborales,
sociales, ecológicos, culturales…
Se puede ver un ejemplo de la implementación de las técnicas de la
agricultura regenerativa en su granja, por uno de sus creadores en este
vídeo:
Polifaces: la granja multifacética del futuro
Y a continuación se puede consultar un interesante proyecto de
investigación participativa desde la agricultura regenerativa en nuestras
latitudes. El proyecto Life Regen Farming: “Prácticas de agricultura
regenerativa: Demostración de una alternativa de gestión sostenible de los suelos
agroganaderos”.
Los nuevos modelos económicos postindustriales. Del modelo de
economía de escala industrial centralizada a un modelo de economía
postindustrial que recupera y pone en valor los principios de la cultura
[37]
campesina preindustrial: la economía circular, distribuida (de lo local a lo
glocal), directa y de alcance, colaborativa y centrada en el bien común
(basada en el “open source” o código abierto).
El enfoque del modelo de la Economía Colaborativa
La Economía colaborativa es un modelo económico en el que se
comparten y se intercambian bienes y servicios a través de plataformas
digitales. Se refiere a la manera tradicional de compartir, intercambiar,
prestar, alquilar y regalar, redefinida a través de las tecnologías de la
información y la comunicación y la nuevas maneras de medir la reputación
de las personas como indicador de confianza en la que se basan esos
intercambios.
El movimiento del consumo colaborativo supone un cambio cultural y
económico en los hábitos de consumo marcado por la migración de un
escenario de consumismo individualizado basado en la propiedad o la
tenencia de bienes hacia nuevos modelos potenciados por los medios
sociales y las plataformas de tipo peer-to-peer (red-entre-pares o red-
entre-iguales) basados en el uso y disfrute antes que en la posesión (paso
de la “necesidad” de tener un coche a la de usar un coche).
En los servicios de consumo colaborativo las barreras de desconfianza se
ven minimizadas gracias al uso de perfiles de usuarios con valoraciones
y referencias añadidas por otros usuarios, (reputación online en vez de
offline) lo que da origen a nuevas maneras de relacionarse, intercambiar,
y monetizar habilidades y/o bienes económicos, lo que era impensable
hace unos años.
La sociedad de propietarios, el hiperconsumo y el diseño para la basura
son simplemente insostenibles. (se puede ver los videos de Story of stuff
o el reportaje “Comprar, tirar, comprar” para ver a que nos referimos). La
buena noticia es que actualmente se está cuestionando la sociedad de
propietarios en muchos ámbitos. Y la tendencia es evidente: el acceso
(uso) va ganando terreno a la posesión; el acceso es mejor (tiene más
ventajas) que la propiedad. (Kevin Kelly). La digitalización de los
contenidos (fotografías, música, vídeos, libros) ha permitido a mucha
gente darse cuenta de que a menudo lo que queremos no es el disco en
sí, sino la música que está grabada en él (quizá en forma de MP3). Con
servicios como Spotify se ha visto que no es necesario poseer aquella
canción que sólo escucharás cuatro o cinco veces. Mientras podamos
acceder cuando lo necesitemos, estaremos satisfechos.
Con la reciente crisis económica, esta tendencia de poseer menos se ha
extendido y ha llegado al ámbito de los bienes materiales (para qué
quieres comprar un taladro que sólo usarás durante 15 minutos en toda
su vida o un coche que se pasa el 90% del tiempo aparcado?). La gente
presta mucha atención al gastar el dinero y observa qué tipo de
retribución, en cuanto a felicidad o necesidad cubierta, consiguen.
Consumo Colaborativo, Economía de la Colaboración o Economía del
Acceso son algunos de los términos utilizados para describir este
movimiento donde el acceso prima frente a la propiedad. El Consumo
Colaborativo se puede definir como la manera tradicional de
[38]
compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar redefinida a través
de la tecnología moderna y las comunidades
Los críticos argumentan que el movimiento del Consumo Colaborativo
basado en compartir / dejar / alquilar no es ningún invento nuevo y se trata
simplemente de marketing. Las principales voces que defienden el
Consumo Colaborativo no han dejado nunca de reconocer que no se trata
de ninguna idea nueva pero que la tecnología actual permite hacer que el
servicio sea mucho más eficiente.
Utilizando palabras de Rachael Botsman y Roo Rogers: “Ahora vivimos
en un mundo global interconectado donde podemos imitar los
intercambios que antes tenían lugar cara a cara, pero a una escala y de
una manera que nunca habían sido posibles. La eficiencia de Internet,
combinada con la capacidad de crear confianza entre extraños ha creado
un mercado de intercambios eficientes entre productor y consumidor,
prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, de forma directa, sin
intermediarios”.
La lista de ejemplos no para de crecer y se pueden consultar en el
directorio de proyectos de consumo colaborativo. El libro “What ‘s Mine Is
Yours: The Rise of Collaborative Consumption” es el texto de referencia
para el Consumo Colaborativo. En el libro y artículos relacionados los
autores organizan la amplia selección de ejemplos en tres sistemas en los
que opera la economía colaborativa:
1.- Sistemas Basados en Producto. Pagar por el beneficio de utilizar
un producto sin la necesidad de adquirirlo. Se cambia el modelo
basado en la propiedad privada individual por el uso compartido (ej.
compartir coche y alquiler P2P de coches entre usuarios). Estos
sistemas atraen cada vez a un mayor número de usuarios y el Bicing
sería un ejemplo así como el alquiler de entre particulares (tal como
Relendo).
2.- Mercados de redistribución. Redistribuir los bienes usados o
adquiridos de donde ya no se necesitan hacia algún lugar o alguien
que sí los necesita (ej. Mercados de intercambio y de segunda mano).
En algunos mercados los productos pueden ser gratuitos (No Lo Tiro),
en otros se intercambian (Grownies, para ropa de niños) o se venden
(eBay). Con el tiempo, Redistribuir puede convertirse en la quinta “R”,
junto con Reducir, Reutilizar, Reciclar y Reparar.
3.- Estilos de vida colaborativos. No sólo se pueden compartir o
intercambiar bienes materiales. Gente con intereses comunes se
están juntando para compartir e intercambiar bienes menos tangibles
como tiempo, espacio, habilidades y dinero (ej. préstamos entre
particulares). Estos intercambios tienen lugar principalmente a nivel
local o de barrio, donde se comparten espacios para trabajar
(Coworking Barcelona), cultivar (Huertos Compartidos), la wifi (Fon o
guifi.net ) o se presta dinero entre particulares (Comunitae). A nivel
más global, tenemos alquiler de habitaciones a viajeros (Airbnb) o
simplemente dejar dormir a la gente en tu casa (Couchsurfing)
Actualmente bajo el modelo de economía colaborativa se enmarcan
cuatro epígrafes: Conocimiento abierto, consumo colaborativo,
finanzas compartidas y producción colaborativa. Pero en un sentido
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Recuperación saberes campesinos proyecto permacultura

  • 1. [1] Bases teóricas para proyecto permacultural de ecodesarrollo a partir de la recuperación de saberes campesinos “Al menos una vez en la vida necesitarás un médico, un abogado, un arquitecto, … Pero todos los días, varias veces al día, necesitarás un agricultor." diciembre de 2015
  • 2. [2] Contenido 0.- Introducción 3 1.- El estado actual de nuestro medio (rural). 5 La era Industrial (del petróleo y el carbón) llega a su fin. Un problema sistémico: económico, ecológico, social, sanitario, cultural, … y de ámbito Global y Local. 6 2.- La necesidad de un cambio de paradigma: 18 El paso de la agricultura campesina (preindustrial) a la agroindustria y de ésta a la agroecología: de las comunidades campesinas autosuficientes a un medio rural dependiente, en estado de Indefensión (aprendida), y de éste a la recuperación de la tradicional resiliencia de las comunidades campesinas vernáculas, a través del planteamiento de la agroecología y la soberanía alimentaria. 19 El paso de las soluciones globales y de arriba abajo a las soluciones locales interconectadas: Construir una visión local positiva e implementarla (“muchas personas pequeñas…”). 23 3.- Modelos para el cambio y su propagación 30 El enfoque de la soberanía alimentaria 30 Los NUEVOS MODELOS de agroecología bajo enfoque holístico sistémico frente al modelo agroindustrial analítico y sectorial: La agricultura regenerativa, la permacultura, la agricultura biodinámica. 32 El modelo de La Agroecología 32 El modelo de la Permacultura. 33 La Agricultura Regenerativa 35 Los nuevos modelos económicos postindustriales. Del modelo de economía de escala industrial centralizada a un modelo de economía postindustrial que recupera y pone en valor los principios de la cultura campesina preindustrial: la economía circular, distribuida (de lo local a lo glocal), directa y de alcance, colaborativa y centrada en el bien común (basada en el “open source” o código abierto). 36 El enfoque del modelo de la Economía Colaborativa 37 El enfoque del modelo de la Economía Directa 39 El enfoque del modelo de la Economía del Bien Común 45 El enfoque del modelo de la Economía Circular 47 En Resumen: 49 4.- Las Fases del proyecto 51 5.- Referencias Bibliográficas 53
  • 3. [3] 0.- Introducción Se pretende con estas líneas fundamentar y justificar la necesidad de diseñar y ejecutar un proyecto (con sus respectivos planes de acción) que transcienda los intereses y objetivos inmediatos de nuestra Entidad para pilotar o al menos colaborar en el desarrollo de la agroecología y por tanto del cambio de modelo productivo en nuestra comarca. Somos conscientes de la repercusión que nuestra entidad tiene a nivel comarcal y el nivel de aceptación y seguimiento que las actividades planteadas desde ésta consiguen. Esto, que no es fruto del azar sino de un trabajo constante y coherente a nivel comarcal, para nosotros es una gran responsabilidad y nos exige seguir “acertando” en nuestras acciones y omisiones, pero sabemos que también supone una gran oportunidad para actuar como agentes de cambio, hacia una mejora de las condiciones de vida en nuestro territorio, al poder arrastrar a otros agentes en nuestros objetivos creando sinergias positivas. La idea fundamental de la que parte este proyecto es que “otra agricultura es posible, necesaria y urgente porque otro mundo es posible, necesario y urgente”. Es preciso un cambio de modelo en el sistema alimentario mundial, pero eso no se va a hacer sólo ni de arriba abajo, dados los enormes intereses existentes en que no se produzca ese cambio. Igual que en el siglo pasado se cambió de un modelo de agricultura y consumo campesina y preindustrial, basado en las necesidades y la adaptación a ciclos naturales, a una agricultura y consumo industrial y deslocalizado, basado en los postulados de la revolución verde de maximización de la producción y el consumo para la maximización de los beneficios de los operadores dominantes en el sistema, ahora, dadas las nefastas consecuencias de dicho sistema a nivel medioambiental, social, sanitario, cultural y además económico, es necesario pasar de ese modelo de agroindustria a un modelo basado en la agroecología, donde se recuperen y ponga en valor todos los elementos del territorio manifestados en su paisaje y su cultura, adecuándolos y actualizándolos con las herramientas que estos tiempos modernos nos brindan. No se trata pues de volver al pasado precario de la era preindustrial, sino alcanzar el siglo XXI superando los enormes costos que el modelo industrial acarreó para nuestro territorio, y en general para el planeta, definidos por dicho modelo como “externalidades” o más eufemísticamente aún “daños colaterales” entre los que podemos citar daños medioambientales a veces irreversibles (desde destrucción paisajística y contaminación ambiental hasta la desaparición de especies), efectos sociales negativos (abandono y envejecimiento de las zonas rurales, empobrecimiento y endeudamiento irreversible de los productores (agricultores), psicológicos (creación de un estado de ánimo generalizado en la población rural que definiríamos como de indefensión aprendida por el continuo mensaje de menosprecio hacia la cultura
  • 4. [4] campesina y los saberes tradicionales y el estado generalizado de personas dependientes para los campesinos (dependientes de subvenciones, de planes externos, de apoyos sociales,…) desarmándose paulatinamente la cultura de autosuficiencia o soberanía que caracterizaba la cultura campesina), y finalmente sanitarios (incremento de enfermedades profesionales derivadas del uso de agroquímicos y de una alimentación cada vez más empobrecida y dependiente del exterior. Se trata por tanto de plantear un marco teórico para una propuesta de Transición a un Medio Rural Sostenible frente al actual declive del medio rural, no para plantear una vuelta al pasado, a una aldea autosuficiente y autárquica, sino al planteamiento consciente de ese nuevo modelo de aldea global interconectada y ecológica, basada en los nuevos preceptos económicos del siglo XXI donde. frente al modelo industrial de economías de escala, se están planteando conceptos como la economía colaborativa, la economía del bien común, la economía circular, la economía de alcance y distribuida; todo ello sustentado en una tecnología y una forma de funcionar donde la interconexión entre iguales es la base del funcionamiento frente al aislamiento preindustrial y la centralización industrial. Como vemos, muchos de esos conceptos eran la base del funcionamiento de la “sociedad reloj” de las aldeas preindustriales (bien común o comunidad, economía circular o de residuo cero, economía colaborativa o de uso compartido en vez del consumo posesivo,…) y nuestros paisanos eran gurús en dicho conocimiento, expertos en economía colaborativa y en economía circular como se dice hoy: no extraían del territorio más que lo que éste les podía dar pues tenían una postura largoplacista (permacultural) de su acción sobre el territorio. Como en el actual modelo de economía colaborativa, la vida se hacía en comunidad (hoy comunidades abiertas interconectadas y temáticas), donde la base era la confianza (reputación offline, hoy online) y eso llevaba a constituir comunidades fuertes, donde la comunidad era más fuerte que el individuo y obligaba a una gran transparencia, conocimiento mutuo y respeto por el otro, como para procurar la convivencia y el trabajo en común. Pero lejos de postular una vuelta a esa aldea preindustrial de vida dura y precaria, lo que pretendemos es desarrollar un proyecto que desde la recuperación de esos saberes y de ese modelo productivo de economía circular adaptado al territorio y basado en una cultura comunitaria desarrollada durante siglos, nos permita actualizar dichos saberes a nuestra época y ponerlos en valor a través de los conocimientos y las tecnologías actuales, y así, poder formular un modelo productivo adecuado a nuestros tiempos y a nuestro territorio, que permita recuperar el papel protagonista de los paisanos en su territorio, en el cuidado y conservación del mismo, en sus vidas, en su salud… Lejos de pretender hacer un ensayo académico explicativo y justificativo de la necesidad de un cambio de modelo y de cómo debe de ser éste, nuestra
  • 5. [5] pretensión es más desiderativa y movilizadora; pretendemos más alertar sobre la necesidad y urgencia de ese cambio y de por dónde pueden y/o deben ir nuestras acciones, y por dónde creemos que se puede ir más rápido y con más posibilidad de acierto. Para el que quiera profundizar en los planteamientos justificativos, explicativos etc. Se propone una bibliografía en la que basamos nuestros planteamientos, una serie de documentales muy explícitos y con datos muy claros como fundamento a los planteamientos que exponen y una serie de portales en internet donde profundizar y ampliar datos, información y reflexiones sobre lo que aquí se plantea. Pretendemos por tanto sólo la formulación sinérgica de teorías que plantean la necesidad de un cambio sistémico en el medio rural (a nivel social, cultural, ambiental, ,,,) recuperando los valores permaculturales fundamentales de la vida en sintonía con el medio para postular una revisión de los mismos bajo el prisma de las nuevas tecnologías existentes y un uso social y colaborativo de las mismas, donde lo local recupera la importancia en un contexto global gracias a tecnologías que permiten tener un alcance impensable hasta ahora por lo local (e individual) y donde frente al modelo industrial centralizado, lo local y distribuido va a recobrar su protagonismo y donde el diferencial de lo local va a ser un elemento de éxito frente a la uniformidad industrial centralizada. 1.- El estado actual de nuestro medio (rural). Se puede definir el estado de nuestro medio rural como de declive, donde especialmente el despoblamiento de las áreas de montaña es un asunto trascendente, lo que ha llevado a constituir comisiones en los distintos ámbitos de gobierno con el fin de estudiarlo a fondo. Los máximos expertos nacionales en la materia desfilan por las sesiones parlamentarias para ofrecer su visión sobre este grave problema y aportar luz a las soluciones. Este primer paso para interesarse por el medio rural no debería quedar en una toma de conciencia testimonial. Los diagnósticos son archiconocidos y las urgencias, cada vez mayores. Un eslabón rompe delante de nuestras narices sin que nadie mueva un dedo para evitarlo. No podemos permitir que el campo se convierta en el asilo barato de los que no tienen más remedio que quedarse. La tendencia a abandonar la actividad rural es común a los países desarrollados, aunque no todos presentan un grado semejante de hundimiento ni reaccionan con igual capacidad de respuesta. Basta recorrer la exquisita campiña francesa, el floreciente norte de Italia o la cuidada Baviera alemana para comprobarlo. Las sociedades nuevas se están haciendo cada vez más viejas, metropolitanas y litorales. Trasladan población a las ciudades y la aglomeran en la costa, dejando un mundo huero a la espalda. Asturias, por padecer además los rigores añadidos de
  • 6. [6] una superficie en su práctica integridad rugosa, ve agudizada esta tendencia. Las recetas pasadas fueron erróneas. Las subvenciones de cualquier tipo (a vacas nodrizas, a forrajes, a recursos forestales, a producción láctea, …) han sido el único recurso para fijar población en los pueblos, lo que denota su concepción meramente asistencial e improductiva, condenada al fracaso de antemano. Las compensaciones han resultado un fiasco porque tres décadas y miles de millones después, el campo sigue desangrándose hasta cotas increíbles, con elevados niveles de dependencia. En realidad, las ayudas significaron por su efecto desmotivador la puntilla a un sistema que para continuar precisaba reinventarse y en vez de eso se ha ido tornando dependiente y pasivo: frente a la resiliencia que tradicionalmente lo caracterizaba ahora vive sumido en un estado de indefensión cada vez más sumido en un estado de abandono a la suerte de lo que decidan desde entornos cada vez más lejanos. Donde había grupos activos, humildes, respetuosos con el entorno, depositarios de un saber agrícola, ganadero y artesano ancestral, reina ahora casi el vacío. En los casos favorables, la ocupación a larga distancia de los que emigran y no cortan el vínculo con la raíz mantiene en pie la casa, los prados y las huertas. Afortunadamente también quedan joyas demográficas peculiares, como las villas, que ejercen de dique intermedio frente a la desertización y amortiguan el impacto radical de la huida a las urbes. Aunque los rendimientos económicos de aquel modelo no eran altos, alcanzaban para sostener una cultura. La vida agrícola no representa lo caduco, como equivocadamente la conquista trepidante de la modernidad intentó imponer. El cataclismo llegó aquí parejo al declive de las explotaciones familiares, un arquetipo que Asturias no fue capaz de preservar ni reciclar. En esta globalización de competencia exacerbada hay que descubrir las oportunidades, que una vez identificadas multiplican sus posibilidades en el mercado abierto. Las alternativas están ahí, esperando, existen en el territorio rural. Es necesario adecuar a los nuevos tiempos esos saberes ancestrales, a veces milenarios, convertidos y actualizados con las nuevas herramientas, técnicas y tecnologías en formas de producción y productos aptos para una nueva forma de hacer mercado y relación humana directa. La era Industrial (del petróleo y el carbón) llega a su fin. Un problema sistémico: económico, ecológico, social, sanitario, cultural, … y de ámbito Global y Local. El problema del medio rural es ante todo un problema eco sistémico global que deriva de la adopción de un modelo de producción industrial, de híper especialización, basado en un sistema de economía centralizada y en la supuesta eficiencia de “la escala” de producción, donde sólo se tiene en cuenta el beneficio a corto plazo sin tener en cuenta las externalidades (o
  • 7. [7] efectos colaterales) en el funcionamiento del mismo, al estar fundamentado en unos preceptos científicos, analíticos, de visión cortoplacista y sin una visión sistémica (eco sistémica) del territorio y del impacto de la actividad del hombre en éste, tomando en consideración por tanto sólo aquellas variables que interesan y apoyan esa visión o concepción del desarrollo enfocada en el crecimiento ilimitado (del beneficio, del PIB, ...). Así, hace unos 150 años la humanidad inició su dependencia de los combustibles fósiles. Su incomparable poder energético y versatilidad disparó un crecimiento económico que era inimaginable hasta ese momento. Durante milenios, los seres humanos habíamos funcionado más o menos al mismo ritmo y con los mismos límites que nos imponía la naturaleza, pero a partir de ahí nos convertimos en seres absolutamente dependientes de sistemas súper productivos, vertiginosos, que funcionan doblegando el pulso de los sistemas naturales, pero que dentro de poco serán completamente inviables por depender de unos recursos que son agotables y finitos y de los que ya sabemos prácticamente la fecha de agotamiento. Como sociedad (e individualmente) nos hemos vuelto adictos, dependientes absolutamente a ese elemento y nuestra forma de vida gira y depende de él; y como adictos es muy difícil darnos cuenta de que tenemos un gran problema. Estamos demasiados acostumbrados -entre muchas otras cosas- a subirnos a un vehículo propulsado por combustibles fósiles y trasladarnos de aquí para allá para cumplir con nuestros trabajos, para ir de compras, enviar y recibir mercancías a cualquier parte del mundo, para irnos de vacaciones o por simple diversión. Del mismo modo nuestra alimentación depende de esos productos, en forma de agroquímicos de los que depende la agricultura predominante (abonos, pesticidas, …). Usar productos fabricados al otro lado del mundo con plásticos y polímeros es parte de nuestras vidas. Tenemos muy internalizado que esto es algo natural, que siempre fue así y que lo seguirá siendo. Todavía no podemos aceptar que la Era del Petróleo y los combustibles fósiles es una época efímera, excepcional e irrepetible en la historia de la humanidad, y que está por terminar. Mientras tanto hay que ir a buscar el petróleo a lugares cada vez más complicados, más arriesgados y de menores rendimientos relativos. Esto no es teoría, si podemos levantar la mirada más allá de la superficialidad de las noticias, cosas como el desastre ambiental de la Deepwater Horizon en el Golfo de México o el estado de guerra permanente en Medio Oriente nos dicen a gritos algo que no todo el mundo quiere ver. Nos enfrentamos pues a los inapelables límites de la naturaleza. Hemos traspasado la primera mitad de la era del petróleo y ésta ha sido una época muy excepcional en la historia de la humanidad, en la que hemos visto el rápido desarrollo de todo lo que conocemos, donde las irracionales reglas de las especulaciones financieras han tomado el control del mundo. En la actualidad todo se rige por estos principios económicos, los del
  • 8. [8] mundo financiero, las deudas nacionales en constante aumento y la economía de casino global. Pero las variables de ajuste están entrando en una etapa de colapso final porque dependen de un crecimiento económico permanente, el cual a su vez requiere de una energía abundante e ilimitada que cada vez escasea más hasta que se agote finalmente. Tal como lo demuestran los estudios mejor fundamentados sobre las energías así llamadas "alternativas", de ninguna manera tienen la posibilidad de convertirse en opción de reemplazo en el plazo de tiempo requerido, si es que la pretensión fuera seguir manteniendo los descomunales niveles de consumo energético que la economía global requiere. Por supuesto, menos todavía estaríamos en condiciones de hablar de crecimiento (se puede consultar este artículo para profundizar sobre el tema), o también la siguiente conferencia: 1.- Conferencia Pedro Prieto: La Transición Energética El hecho es que no existe tecnología humana que pueda cambiar las leyes de la física, que son las leyes de la naturaleza. Ellas son inalterables, inmutables, inapelables, y la ciencia no puede modificarlas. Hoy estamos chocando contra esa pared, y nos encontramos ante una crisis ambiental, económica y social de una magnitud que no tiene precedentes. Es un problema gigantesco, y esto explica por qué los gobiernos se muestran tan reticentes a informar, a tratar el asunto, y ni siquiera a aceptarlo. Están entrampados en un sistema de crecimiento exponencial inviable que no pueden desarmar, y al que no son capaces de encontrar una solución, fundamentalmente por la falta de voluntad. Pero siendo un problema global que tiene su origen en un modelo económico y de producción basado en el crecimiento y maximización del beneficio, en la producción industrial centralizada de gran escala y en la dependencia de un recurso limitado y altamente contaminante, el problema se puede y debe identificar para luego abordar en la escala local, en la escala en la que “muchas personas pequeñas, haciendo cosas pequeñas, podemos conseguir un gran cambio”; las soluciones globales necesitarían de organizaciones globales independientes que actuasen a
  • 9. [9] favor de los intereses del medio ambiente y de los ciudadanos y no vemos que ésta sea la situación. 2.- Documental: el fin del petróleo. (click en la imagen para verlo) En cuanto al sistema alimentario (en el que el medio rural juega un papel fundamental), el actual sistema de producción, distribución y consumo de alimentos ha ido liberalizándose progresivamente, principalmente desde los años 90, con el objetivo primordial de producir comida para la exportación, anteponiendo el comercio internacional a la producción interna de alimentos para la distribución local y transformándose de un modelo local de producción campesina en un modelo industrial, de escala y orientado a la exportación (producción para el exterior de la localidad), pasando de esta forma los productores a ser cada vez más dependientes dentro del sistema tanto en los insumos como en los consumos Este sistema fue impulsado en fases, con la Revolución Verde, la Revolución Azul y la Ganadera, que fueron tres políticas financiadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), e ideadas por las Fundaciones Ford y Rockefeller, y cuyo objetivo era intensificar la producción de alimentos mediante el incremento de insumos externos. La Revolución Verde (desde 1960 hasta principios de los años 90) consistió en la venta de paquetes tecnológicos (semillas híbridas, fertilizantes y pesticidas químicos) a los agricultores y agricultoras. Aunque a los pequeños productores se les “otorgaban” créditos al desarrollo para que pudieran comprar dichos paquetes, los grandes agricultores los adoptaron con mayor facilidad, de forma que invadieron con sus cultivos intensivos tierras bajas, selva tropical, bosques, etc. Ello conllevó que la diversidad de variedades locales cultivadas durante siglos por el campesinado tradicional disminuyera en un 90%.
  • 10. [10] Durante la Revolución Verde la producción agrícola se triplicó, pero también se multiplicó por ocho el uso de fertilizantes, lo que agotó y degradó la tierra. Se necesitaron cada vez más fertilizantes para producir la misma cantidad de alimentos, degradándose a su vez aún más la tierra. De este modo, la Revolución Verde arruinó la capacidad del campesinado de alimentarse a sí mismo y a sus poblaciones, pasando a depender de la compra de alimentos importados. Como consecuencia de ello aumentó la producción de alimentos per cápita en un 11% en occidente y creció, en el mismo porcentaje, la población con hambre. La Revolución Verde también vino acompañada de los transgénicos. Aunque, por razones éticas, hasta 1930 no se permitió patentar ningún alimento, a partir de 1990 los intereses económicos, de maximización de beneficios y crecimiento ilimitado que definen el actual sistema, se impusieron a todas las demás cuestiones y comenzó a patentarse la forma de producir semillas de todo tipo. Los transgénicos fueron vendidos a los agricultores con la excusa de que permitirían prescindir del uso de plaguicidas en los cultivos al incorporar en el genoma de sus células vegetales genes de bacterias resistentes a plagas. La generalización y la monopolización de estas patentes por parte de un reducido grupo de multinacionales ha permitido que Monsanto tenga en su poder actualmente más de 11.000 patentes y que domine el 90% de la industria agroalimentaria (aunque su nombre se esconda tras sus múltiples filiales). Pero además uno de los más graves riesgos y consecuencias del uso de los transgénicos es que están terminando con las variedades naturales puesto que su polen puede alcanzar cualquier otra planta de su especie generando un cruce transgénico. Se trata de un proceso irreversible de destrucción de las variedades locales y del patrimonio genético y la biodiversidad, fuente de resiliencia del planeta. Como conclusión podemos decir que la Revolución Verde benefició a los científicos estadounidenses que se apropiaron del germoplasma de Asia y América Latina; y a las multinacionales Pioneer Hy-Brid y Cargil, que se apropiaron del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo. Con la Revolución Verde definitivamente los perdedores fueron los agricultores, el medio ambiente y la sociedad en su conjunto. Por otro lado, el carácter agroexportador de este sistema implica que los alimentos recorren grandes distancias desde que se producen hasta que se consumen, entrando en juego durante su ruta multitud de intermediarios entre los que destacan las grandes distribuidoras de alimentos que controlan la mayor parte de la distribución de alimentos. Este poder de control sobre el mercado es el que les permite ser los agentes que marcan los precios de venta al consumidor y los márgenes comerciales de los productores. El productor no participa más que en un 30% (de media) en el precio final del producto, lo que supone que recibe menos de un tercio de lo que paga el consumidor. Esto provoca debilidad en el sector primario -campesinado y pequeños y medianos productores- y, a largo plazo (con la imposición
  • 11. [11] por la distribución de la necesidad de aumentar su escala productiva con el consiguiente endeudamiento y con el aumento de precio de los insumos dependientes del petróleo cada vez más escaso y caro) en definitiva provoca su desaparición por falta de viabilidad. Pero además, este sistema agroalimentario, con sus objetivos y características anteriormente perfilados, se enmarca en el actual contexto de crisis energética, de lucha por los recursos (hídricos y de suelo principalmente), de cambio climático y de crisis financiera. Esto está originando que el cultivo de alimentos para consumo humano actualmente compita con el uso de las tierras y la producción de alimentos para otros fines, entre los que se encuentran principalmente los cultivos energéticos para biocombustibles, la plantación de especies de crecimiento rápido o de grandes extensiones de monocultivo de soja transgénica para alimentación de ganado, produciéndose cada vez más un conflicto de intereses que supone un desplazamiento del campesinado de sus tierras al dejar de ser la base del sistema productivo, a la par que pone en riesgo el derecho universal a la alimentación (seguridad y soberanía alimentaria). Actualmente, en el mundo, "se producen alimentos suficientes para dar de comer a 12 mil millones de personas, según datos de la FAO", afirmaba Jean Ziegler (relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación entre los años 2000 y 2008). Y recordemos que el planeta, lo habitan 7.000 millones. Pero cada día se tiran 1.300 millones de toneladas de comida (a escala mundial), un tercio del total que se produce, conforme un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Según estos datos, no falta comida. Las cifras señalan que el problema del hambre no se debe a la escasez de alimentos, a pesar de que algunos se empeñen en afirmar todo lo contrario. El mismo Jean Ziegler lo decía: "Las causas del hambre son provocadas por el hombre. Se trata de un problema de acceso, no de sobrepoblación o sub- producción". En definitiva, es una cuestión de falta de democracia en las políticas agrícolas y alimentarias. De hecho, en la actualidad, se estima que casi una de cada ocho personas en el mundo pasa hambre, según datos de la FAO, a pesar de la abundancia de comida. Por tanto, este actual sistema agroalimentario –tal como se define más arriba- hace que muchas personas no pueden pagar el precio cada día más caro de los comestibles, ya sea aquí o en los países del Sur. Los alimentos se han convertido en una mercancía y si no puedes costearlos se tiran antes que darlos para comer. Se elabora comida, pero una gran cantidad de la misma no acaba en nuestro estómago. El sistema de producción, distribución y consumo de alimentos está diseñado únicamente para dar dinero a aquellas empresas del agro-negocio que monopolizan de origen a fin la cadena agroalimentaria. He aquí, la causa del hambre.
  • 12. [12] Por consiguiente, ¿por qué algunos siguen insistiendo en que hay que producir más? ¿Por qué nos dicen que hace falta una agricultura industrial, intensiva y transgénica que nos permita alimentar al conjunto de la población? Nos quieren hacer creer que las causas del hambre serán la solución, pero esto es falso. Más agricultura industrial, más agricultura transgénica, como ya se ha demostrado, significan más hambre. Hay mucho en juego, cuando hablamos de comida. Las grandes empresas del sector lo saben bien. De aquí que el discurso hegemónico, dominante, nos diga que ellas tienen la solución a la hambruna mundial, cuando en realidad son quienes, con sus políticas, la provocan. Desde el punto de vista medioambiental, un desarrollo desequilibrado como el actual pasa factura: contaminación, extinción de especies (pérdida de biodiversidad), desertificación, contribución al cambio climático (según un estudio de 2014, los gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura, la silvicultura y la pesca se han duplicado en los últimos 50 años y concretamente los fertilizantes químicos utilizados en la agricultura suponen hasta un 10% de la emisión global de estos gases), destrucción de recursos naturales (hídricos, forestales, …). Se calcula que, si sumamos los efectos de la agricultura intensiva en cuanto a deforestación y consumo energético, ésta es responsable de la emisión de un 32% de los gases que provocan el efecto invernadero a nivel global. Los procesos productivos ponen en marcha una maquinaria que explota y devora los recursos (materiales, agua, combustibles fósiles, biomasa…) que, una vez consumidos y procesados, acaban convirtiéndose en residuos. El planteamiento del crecimiento económico ilimitado choca tanto con el límite a la disponibilidad de recursos naturales como con la capacidad de los ecosistemas de asimilar los residuos: los plaguicidas los tenemos ya en el agua y en el aire amenazando la biodiversidad (cada vez más especies animales amenazadas de extinción). En una comparación de dos granjas en la misma región, una orgánica y otra de producción intensiva, en la ecológica había 200 especies de plantas diferentes y en la convencional, solo 40. Y así se podrían multiplicar los ejemplos. Otro problema importante es la polución por nitratos: la contaminación del nitrógeno es ya comparable en gravedad a la de CO2; desde que se fabrica el abono químico, se añaden cada año 90 millones de toneladas a las que ya están en el entorno y que perturban totalmente el sistema. Excesivo para lo que las plantas necesitan y el suelo puede captar, así que todo ese exceso va a los ríos, a las capas freáticas de agua potable; se va a evaporar en forma de amoniaco, que es un producto tóxico tanto para la salud como para el entorno ya que provoca lluvia ácida. Además, en muchas regiones ha sustituido al estiércol con el que se abonaban las tierras, con lo cual hay una pérdida de materia orgánica impresionante. Esa pérdida de materia orgánica se agrava al sustituir las rotaciones en agricultura por monocultivo, sin añadir abono orgánico. Las tierras faltas de materia orgánica absorben mucha menos cantidad de agua, lo que provoca fuertes escorrentías hacia los cauces fluviales y al estar saturadas de nitrógeno químico resultan fatales para los acuíferos y
  • 13. [13] en definitiva para todo el ecosistema incluidos nosotros. Un estudio realizado en Francia constata que el contenido de materia orgánica en las tierras ha bajado entre el 20 y el 30 %. A todo ello añadiremos que el monocultivo ha provocado que se eliminen los árboles de las tierras de cultivo para facilitar la mecanización, lo que conlleva un incremento de la deforestación con la consiguiente erosión por escorrentías, además de la desaparición de especies auxiliares (que necesitaban de esa vegetación auxiliar que existía en el entorno de los campos de cultivo) las cuales contribuían al equilibrio eco-sistémico lo que deriva en el consiguiente aumento de plagas y problemas fitosanitarios en los cultivos. A los aspectos anteriores hemos de añadir el punto de vista sanitario, desde el cual encontramos numerosos estudios publicados en la revista científica Nature que señalan que los pesticidas químicos además de provocar alteraciones en los ecosistemas, suponen un riesgo para la salud; por ejemplo, pueden provocar que los bebés de las embarazadas expuestas a estos productos nazcan con discapacidad mental y aumenta las posibilidades de padecer cáncer, parkinson, alzheimer o de sufrir un infarto, lo que al problema ambiental se añade el problema sanitario. Para la salud, el principal problema son los plaguicidas. Un estudio reciente ha demostrado que un francés medio ingiere unos 30 plaguicidas diferentes, y se han encontrado en la sangre y en la orina al menos 21 pesticidas. Cada vez más publicaciones certifican la relación entre plaguicidas y enfermedades como el cáncer, la pérdida de fertilidad, diabetes y alteraciones del sistema nervioso (enfermedades neurológicas degenerativas). Se dice que entre los agricultores está demostrada esa relación, pero que, en los consumidores, como son cantidades muy pequeñas, no hay riesgo. Pero eso lejos de ser cierto tiene el problema de que se tardarían 40 años en demostrar que son perjudiciales, sin embargo, en mucho menos tiempo se ha permitido que se utilicen. El problema es que no se ha investigado, no se ha buscado la relación entre esas afecciones y el consumo combinado en dosis bajas, lo cual no quiere decir que no exista ni se pueda demostrar, simplemente no se hace (cada investigación se lleva a cabo sólo sobre el principio activo a autorizar y o sobre el consumo de un mix de dichos substancias). Pasando al punto de vista social y cultural, varios son los problemas: despoblamiento rural, deterioro del paisaje por falta de cuidados (especialmente incendios forestales), aumento de la dependencia de la población rural, pérdida de resiliencia e iniciativa, olvido y destrucción de los saberes y tradiciones vernáculas exclusivas del territorio y adaptadas a éste… La intensificación de los sistemas de producción basados en centralización y economías de escala necesitan de una concentración de tierras. Se está produciendo así un acaparamiento y concentración de tierras en manos no campesinas, consecuencia de la liberalización y de la desregulación del sector y de la entrada de las multinacionales en el agro-negocio. Además, la crisis financiera propicia que gobiernos e
  • 14. [14] inversores privados especulen con la producción agrícola y con las existencias alimentarias futuras. La concentración de tierras en manos del capital privado conlleva que un reducido grupo de empresas (Monsanto, Syngenta, Bayer, Dow y Dupont) posea el 90% de los beneficios del sector agroalimentario. Esta concentración provocada por la exigencia de los grandes intermediarios de productores a su escala expulsa a los campesinos pequeños, provocando migraciones internas y externas, un aumento del desempleo rural y grandes bolsas de pobreza en las urbes en un proceso de despoblamiento rural y “descampesinización” con efectos negativos para la conservación del paisaje y del medioambiente. Ese abandono provoca asimismo desde el punto de vista cultural, una pérdida irreparable de tradiciones y saberes ancestrales en el manejo y aprovechamiento de la naturaleza, una percepción por parte del campesinado de inutilidad y dependencia del exterior en un proceso que bien podríamos asimilar al de indefensión aprendida, por el que la persona o el colectivo se ve cada vez menos capaz de buscar solución a sus problemas y resolver éstos por sí mismo, por una pérdida de autoestima y autoconfianza que lo lleva a la inacción. Esto en definitiva conlleva la desaparición de la cultura emprendedora y de la tradicional resiliencia de las comunidades campesinas basada en los valores culturales de dichas comunidades campesinas: pertenencia, confianza, respeto al otro, ayuda mutua, … Pero ese abandono no fue fortuito: "El conocimiento local fue despreciado e ignorado en España, cuando no perseguido, durante la dictadura militar por la tecnocracia, la política, la burocracia paternalista y las ciencias especializadas y fragmentadas propias de la era industrial" (Jaime Izquierdo, “la casa de mi padre”, 2012 ) Y así el abandono de la actividad campesina en lugares manejados por el hombre durante siglos resultó ser tan perjudicial para la conservación de la naturaleza como la propia expansión urbana a consta de los territorios rurales. El desamparo académico y político que han sufrido las culturas paisanas, en especial a partir de la segunda mitad del siglo XX, está relacionada con el monopolio intelectual y político del pensamiento industrial tecno- científico y urbano que se autoerigió en el único capaz de generar el “progreso”, o mejor dicho crecimiento. No se tuvo en cuenta, porque se despreció y no se supo interpretar (por esa visión parcial y analítica, frente a la visión más holística y sistémica preindustrial) que el paisaje campesino hablaba y transmitía la información de lo que se hacía, de cómo e incluso de quien lo hacía. Para los que entendían su idioma era como un libro de historia. A través de los signos presentes en el paisaje se puede leer, como si fuera un libro de instrucciones, cómo se hicieron las cosas y hasta quién las hizo y finalmente cuánto tiempo hace que ya no están allí los que las hicieron. El paisaje y la biodiversidad e incluso la supervivencia de especies silvestres dependen en buena parte del manejo que del mismo hace el campesino.
  • 15. [15] Los campesinos, tras siglos de evolución y adaptación a sus territorios, construyeron una civilización rústica capaz de organizar el territorio y adaptarse a él para ajustar su forma de vida hasta el punto de fundirse con el paisaje y por eso es fundamental, urgente y prioritario recuperar los saberes y pautas de manejo de ese paisaje, y del uso y gestión de los recursos naturales asociados. Es decir, recuperar y poner en valor esa cultura campesina con su perspectiva ecológica de adaptación a su territorio que dejaron en herencia generaciones y generaciones de campesinos. Se necesita una agricultura basada en los principios agroecológicos de los campesinos “históricos” mejorada y actualizada con las tecnologías y los conocimientos de los que hoy disponemos; una agroecología basada en la innovación retroprogresiva: recuperación, conservación y transformación de los saberes transmitidos oralmente generación a generación para su conservación y difusión una vez actualizados con los conocimientos y técnicas que los puedan mejorar y complementar. Se trata de salvaguardar y hacer viables modelos culturales locales (Sistema agroecológicos y alimentarios locales) adaptados a su territorio por siglos de ensayo en la supervivencia del mismo, recopilando las informaciones, conocimientos y tradiciones, de esos sistemas campesinos inteligentes que gestionaban localmente sus territorios, abordando su estudio con una nueva perspectiva (sistémica) que integre y contemple especies y razas, vegetales y animales, domésticas y silvestres con sus respectivos manejos e interacciones. Lo que hicieron los campesinos de toda la vida que en definitiva no era otra cosa que Agroecología en un modelo de “economía circular” o de coste marginal cero. Otro efecto perverso del modelo agroindustrial que debemos abordar por ser igualmente importante y preocupante es el efecto sobre las personas tanto a nivel individual como colectivo. El desprecio por lo campesino y todo lo relativo a la cultura campesina (desde las variantes dialectales al desprecio por las tradiciones y /o saberes campesinos) manifestado de múltiples formas y medios no sólo supuso una pérdida muchas veces irreparable de saberes sobre un manejo sistémico del paisaje sino que además supuso el desarrollo de un estado de ánimo individual y colectivo similar al que M. Seligman denomina de “Indefensión (o vulnerabilidad) Aprendida”. Todos hemos experimentado indefensión aprendida a nivel personal en algún momento de nuestra vida: cuando queremos darnos de baja de una empresa de telefonía y tras mil trámites, y sin lograrlo, optamos por dejarlo y seguir de alta en ella; o los viajeros habituales de los aeropuertos que ven con impotencia como su vuelo se retrasa y no presentan ninguna reclamación al respecto; o cuando tras múltiples entrevistas de trabajo fallidas optamos por dejar de buscar trabajo o si en el colegio tuvimos un profesor que nos tenía manía y daba igual lo que hicieras siempre el resultado era negativo, con lo que dejabas de hacer…
  • 16. [16] Pero la indefensión aprendida no sólo nos ocurre a nivel individual, también sucede a nivel colectivo cuando de forma reiterada se ejerce una influencia y control sobre un colectivo estigmatizándolo, ninguneándolo, haciéndole dependiente de las decisiones de alguien sobre el que no tiene control, despojándolo de la capacidad de decidir, creando una situación a nivel de colectivo de total vulnerabilidad sobre las decisiones que se tomen por otros, en el exterior, sobre los que no hay posibilidad de influencia y control. Esto es lo que se ha producido en los últimos 50 años en las sociedades campesinas, sociedades adaptadas a su territorio, resilientes, capaces de afrontar embates climáticos o de otra naturaleza, gracias a una estructura de comunidad de autoayuda y un acervo de saberes que se transmitían generación a generación que los hacía muy poco dependientes del exterior. Pero con la llegada e implantación del modelo agroindustrial, las necesidades y dependencias del exterior cada vez fueron mayores, las comunidades se fueron debilitando bien por abandono de sus efectivos por la emigración o bien porque ya no era necesario el trabajo comunitario, base de la relación social comunitaria (trabajo comunitario + celebración al final del mismo) al ser sustituido por la mecanización y el desarrollo de un modelo de explotaciones especializadas e independientes donde lo que primaba era cada vez más la escala de la explotación agraria (exigida por la escala de la industria y de la distribución), llevando a los campesinos a convertirse en industriales agrarios hiperespecializados y dependientes del exterior. Así es que se fue dando una concentración cada vez mayor de las explotaciones lo que fue orillando a aquellas que por falta de recursos o de patrimonio no podían subirse a esa vorágine de crecimiento y endeudamiento expulsando así del territorio a las generaciones jóvenes. De esta forma se fue conformando una población rural cada vez más dependiente del exterior, donde los nuevos campesinos dejaron de serlo para ser industriales de la agricultura dependientes del exterior (en insumos, en subvenciones, en financiación), de un exterior cada vez más lejano y más grande donde las decisiones se toman cada vez más lejos y por tanto sobre las que se tiene cada vez menos capacidad de influencia y donde el resto de la población está formada cada vez más por personas mayores a su vez cada vez más dependientes (a nivel alimentario, sanitario, económico,…). Y el efecto de esta indefensión aprendida se traduce en desafección política y pasividad ciudadana, desinterés por la información y falta de respuesta; aumenta así la brecha entre ciudadanos y políticos concediendo a estos últimos una enorme capacidad de maniobra para actuar al margen (y casi siempre en contra) de los ciudadanos. En definitiva, la calidad de la democracia (del poder del pueblo) se reduce a medida que aumenta la indefensión aprendida. El psicólogo social Martín Baró, indicó que la indefensión que se experimenta a nivel social no constituye solamente una consecuencia tanto de discursos o prácticas de socialización que fomentan la inacción política, sino que más bien, tanto la indefensión como el fatalismo subsecuente a la misma, serían el resultado de una experiencia reiterada
  • 17. [17] de fracaso en los esfuerzos dirigidos a controlar o influir sobre el entorno. El fatalismo sería, por tanto, una actitud que tendría un enorme poder a la hora de favorecer la desmovilización política y, por tanto, el mantenimiento de la situación actual, del statu quo. Así, los factores claves que definen el fatalismo, según estos psicólogos sociales, serían: en primer lugar, el conformismo y la sumisión; en segundo lugar, una tendencia a no realizar esfuerzos y a mostrarse pasivo y, en tercer lugar, una excesiva focalización en el presente a la que denominan presentismo, el cual implicaría una falta de memoria del pasado y una ausencia de planificación del futuro (de la que el consumismo es una muy buena expresión). A continuación, recomendamos el siguiente documental, bastante elocuente sobre los resultados del modelo agroindustrial tras apenas 50 años de implantación “exitosa”: 3.- Documental: Food Inc. (click en la imagen para verlo)
  • 18. [18] 2.- La necesidad de un cambio de paradigma: Ante la situación descrita en la que el pico de los combustibles fósiles ya se ha pasado, ante la imposibilidad de desarrollar energías alternativas que satisfagan la demanda actual (y menos aún con la demanda que se prevé, proveniente de los pises emergentes) y teniendo en cuenta la exigencia energética que la implantación de dichas alternativas supondría y el largo plazo de tiempo necesario para hacerlo, y los destrozos medioambientales provocados por el actual sistema, el más dramático de todos y definitivo manifestado en el Calentamiento Global y sus nefastas consecuencias y, teniendo como tenemos capacidad para reconocer la situación, existen cuatro fases bien definidas en el proceso de cambio de modelo que se está dando: 1. Negación: la fase en la que creemos que no tenemos ningún problema. “Bueno, ¿qué tiene de malo esta situación? Todo va mejor que en cualquier otra época de la historia”. (Puras tonterías, no se producirá ningún declive del petróleo y respecto a eso del calentamiento global, siempre hubo fases como ésta…, y en tal caso los científicos encontrarían una alternativa y energías alternativas…; - vamos lo del primo de algún presidente-). 2. Conciencia: Pasaremos a esta fase al darnos cuenta que algo no anda bien y las cosas no cuadran. “esto está bastante mal, vamos a tratar de cambiarlo”. (El panorama socioeconómico y el futuro ambiental es decididamente preocupante, deberíamos hacer algo; las cumbres como la de rio y otras que han venido después en las que la conclusión fue que deberíamos, que hay que …). 3. Preparación: Es la fase en la que ya estamos totalmente convencidos de que no queda otro camino que actuar. “Esto no puede seguir así, en el curso de este año iniciaremos un proyecto de cambio”. (Es imprescindible comenzar a hacer algo ahora mismo para que nuestros hijos puedan vivir en un mundo sostenible. ¿cumbre de París de 2015?). 4. Acción: Es cuando ya lo estamos haciendo. En ello estamos nosotros. La “Red de Transición” propone una visión alternativa y se basa en los siguientes postulados básicos:  Una vida con un consumo energético drásticamente menor que el actual es inevitable y es mejor planificarla, en vez de esperar a que esta nueva realidad (decrecimiento energético) se presente por sí misma.  Nuestros pueblos y asentamientos actuales carecen de las herramientas esenciales para enfrentar los serios desequilibrios que provocará el declive de los combustibles fósiles. La clave de la sostenibilidad futura es aumentar la resiliencia. Debemos actuar colectivamente, y es imprescindible comenzar ahora.  Si logramos una suficiente masa crítica inicial, permitiendo que la creatividad y la imaginación colectiva comiencen a diseñar una nueva forma de vida a medida que se profundice el descenso energético, todavía
  • 19. [19] estamos a tiempo de crear gradualmente las redes humanas necesarias, y un nuevo paradigma socio-cultural que pueda desarrollarse reconociendo y respetando los límites bio-geológicos del planeta. El paso de la agricultura campesina (preindustrial) a la agroindustria y de ésta a la agroecología: de las comunidades campesinas autosuficientes a un medio rural dependiente, en estado de Indefensión (aprendida), y de éste a la recuperación de la tradicional resiliencia de las comunidades campesinas vernáculas, a través del planteamiento de la agroecología y la soberanía alimentaria. Como veníamos diciendo más arriba la sociedad y cultura campesina se ha ido desmantelando y abandonando convirtiéndose por los motivos expuestos en una sociedad dependiente y vulnerable. Se puede decir que hay tres tipos de vulnerabilidad adquirida, es decir, de dificultades para superar las situaciones adversas como ésta a la que nos enfrentamos: 1) la indefensión aprendida; 2) la carencia de buenas estrategias de afrontamiento (falta de resiliencia); y 3) la intolerancia a la frustración. 1. La indefensión aprendida es el estado de pasividad, ansiedad y depresión que aparece cuando una persona piensa que no puede controlar su entorno, que está a merced de los acontecimientos o que sus acciones no producen los efectos esperados. La situación le zarandea sin que pueda hacer nada para estabilizarla. Recibe castigos de forma injustificada y aleatoria, se encuentra sometida a demandas contradictorias, a situaciones de doble vínculo que provocan impulsos de acercamiento y evitación. Como consecuencia, se instala en una creencia básica y aniquiladora –“nada de lo que yo haga importa”– que produce pasividad, enlentecimiento de las reacciones, tristeza, carencia de deseos, incapacidad de indignarse, resignación. El sujeto inhibe la acción, retrasa la iniciación de respuestas voluntarias (déficit motivacional), le resulta difícil aprender que una respuesta controla una consecuencia (déficit cognitivo) y experimenta ansiedad o angustia. Esta situación conduce a una inactividad aprendida (Bracewel y Black, 1974), o a una depresión (Seligman, 1983). Seligman relacionó la indefensión aprendida con el pesimismo, y con la epidemia de depresión que sufre nuestra sociedad (Seligman, 2005). A nivel social, se define y postula de forma muy clara en “la doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre (en inglés The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism)”, un libro de 2007 de la periodista canadiense Naomi Klein. (En 2009 se realizó el documental The Shock Doctrine inspirado en el libro, bajo la dirección de Michael Winterbottom y Mat Whitecross). El libro sostiene que las políticas económicas del Premio Nobel Milton Friedman y de la Escuela de Economía de Chicago han alcanzado importancia en países con modelos de libre mercado no porque fuesen populares, sino a través de impactos en la psicología social a partir
  • 20. [20] de desastres o contingencias (guerras, crisis, atentados), provocando que, ante la conmoción y confusión acaecida o provocada, se puedan hacer reformas impopulares al provocar en la población estados de indefensión, fatalismo y dependencia. 2. En cuanto a las estrategias de afrontamiento, son el modo en que una persona se enfrenta a las dificultades. Se han identificado tres estilos de afrontamiento: a) el resiliente o basado en la resolución de situaciones perturbadoras y problemáticas (concentrarse, esforzarse, invertir en relaciones, buscar la pertenencia a un grupo, fijarse en lo positivo, …); b) el relacional o referenciado al apoyo en los otros (buscar apoyo social, buscar apoyo espiritual, buscar apoyo profesional); y c) el de afrontamiento no productivo o “pasota” (preocuparse, hacerse ilusiones, ignorar el problema, no afrontarlo, autoinculparse) -Frydenberg, 1897-. Las estrategias de afrontamiento activo (basadas en la resiliencia) son las que permiten un mejor ajuste. En cambio, podemos considerar la pasividad derivada de la impotencia o indefensión aprendida como una mala estrategia de afrontamiento. Y desgraciadamente podemos constatar por la elevada tasa de depresión y otros problemas de ansiedad (o derivados de ésta) que dicha indefensión puede estar detrás de dicha pasividad y en definitiva de esa falta de afrontamiento a una situación que nos viene impuesta y ante la que creemos que no podemos hacer nada. A nivel social por tanto la Resiliencia sería esa capacidad de un sistema social o comunidad para absorber situaciones perturbadoras o problemáticas y reorganizarse durante un proceso de cambio más o menos traumático, manteniendo en esencia la misma función, la estructura, la identidad y la retroalimentación. Un sistema social resiliente será diversificado, adaptable (modular), y poseedor de una especie de “redundancia intrínseca”, es decir con capacidad de reconstruirse o regenerarse en otro punto. 3. El tercer caso de vulnerabilidad aprendida está provocado por un fallo educativo de nuestra sociedad: un exceso de permisividad que puede disminuir la capacidad de soportar la adversidad y el esfuerzo. Albert Ellis llamó la atención sobre lo que denominó “Low Frustration Tolerance” (Baja Tolerancia a la Frustración), que está en el origen de numerosos problemas psicológicos y conductuales. Las personas que tienen LFT (Baja Tolerancia a la Frustración) no están nunca satisfechos, siempre están pidiendo algo, o quejándose de algo, solo piensan en el placer inmediato y con frecuencia se convierten en tiranos de su familia o grupo. El problema es que esta situación que se da en el ámbito educativo familiar se multiplica y acrecienta por el modelo de sociedad de híper- consumo, híper-estimulación, sobrevaloración, sobreprotección e híper- comunicación a la que nos ha llevado el actual sistema de producción y consumo Todos estos factores participan en la fragilización y vulnerabilidad de las personas, porque impiden soportar la frustración (Pleux, 2010). La sociedad de consumo favorece esa incapacidad de resistir al deseo (Marina, 2007). Así, las nuevas generaciones son más vulnerables a la depresión. “Las personas que siguen el planteamiento del
  • 21. [21] “hacerlo bien” (y no meramente de “sentirse bien”) están dispuestas a intervenir para cambiar el pensamiento acerca del fracaso, para estimular la tolerancia a la frustración y para recompensar el empeño antes que el éxito” (Seligman, 2005). Necesitamos elaborar una nueva cultura que recupere los valores anteriores a esta etapa híper-productivista e híper-consumista pero ¿Cómo conseguir que una persona persevere en un entrenamiento para la perseverancia, el sacrificio, el esfuerzo, la colaboración, el bien común, …? Es preciso generar una nueva visión de sociedad que sea atractiva y permita a las personas recuperar un sentido de la vida propio y no impuesto, empoderarse ante sus circunstancias para tomar el control de sus problemas tanto en lo particular como en lo social y en lo medioambiental. En definitiva, para superar esa indefensión aprendida y individual y colectiva (y las consiguientes actitudes fatalistas) predominante en nuestro medio rural (no sólo) debemos dar una serie de pasos: 1º.- la toma de conciencia de dicho estado de indefensión individual y colectiva; 2º.- la organización colectiva en asociaciones, cooperativas, plataformas… que den sentido de pertenencia y dibujen o diseñen una visión colectiva de la que estar orgullosos y que impulsen individual y colectivamente a la tercera fase; 3º.- la movilización en pro de la ejecución de esa visión colectiva. Así pues, ¿podemos hacer algo como individuos de este colectivo de población rural dependiente? En primer lugar, tomar conciencia acerca de la Indefensión Aprendida y recuperar nuestra confianza como ciudadanos. En segundo lugar, organizarse. Formando parte de un colectivo y creando actores sociales (ya sea una organización política, cooperativa, asociación social, cultural, de vecinos, etc.). Los colectivos dentro de una sociedad son como las especies dentro de un bosque, cada una tiene su propia función dentro del ecosistema. Y cuántas más especies haya en el bosque más preparado estará éste para hacer frente a las adversidades. Lo importante es la generación de la visión colectiva de la entidad y el sentido de pertenencia que otorga a los miembros de la misma, así como el sentimiento de orgullo o autoestima recuperada por la mera pertenencia, y por los éxitos colectivos (desde la pertenencia a un coro hasta una cooperativa local, desde una asociación para la recuperación y puesta en valor de tradiciones campesinas hasta un grupo de teatro costumbrista). Y para impulsar a los diversos colectivos hacia la tercera fase serían muy convenientes metodologías participativas de generación de visión como “Dragon Dreaming”, desde la que bajo un paradigma de “ganar, ganar, ganar” los distintos colectivos pueden confluir en una visión común, de territorio (de paisaje y paisanaje), que focalice y alinee las visiones y acciones de los distintos colectivos e individuos en el bien común (su bien común) empoderándolos en la consecución de los mismos.
  • 22. [22] Y así empoderados y con una visión colectiva, en tercer lugar, movilizarse. Pero no sólo desde la protesta y la acción repentina “en contra de” sino siendo parte activa de la construcción de la realidad social colectiva. Participando en el proceso de toma de decisiones y en su ejecución a todos los niveles: desde la política, la educación, el desarrollo urbano, la cultura, el deporte, etc. Somos parte del ecosistema, y cómo tal debemos tener un papel activo dentro de él. En definitiva la Indefensión Aprendida está aún presente en nuestros días a través del discurso del fatalismo -descrito como “Doctrina del Shock” por Naomi Klein, como se mencionó antes- que anula el debate socio- económico y deriva en un discurso de la existencia de una “única” solución a la situación de crisis permanente en que nos ha situado el actual modelo socioeconómico, que pasa permanentemente por medidas austericidas, cuyas consecuencias sobre la sociedad son el aumento de la desigualdad en la distribución de la renta, incremento de la pobreza, incremento de la emigración, aumento de la pobreza (energética), y en definitiva incremento de la dependencia en un sistema de ayuda-limosna (a base de subvenciones a ONGs como Cáritas, Cruz Roja,…) que provoca cada vez más indefensión y dependencia, hasta alcanzar un estado de anulación del individuo tal, que muchas veces deriva en el suicidio. Por ello, luchar contra la Indefensión Aprendida requiere una triple batalla: luchar contra nuestra Indefensión Aprendida individual, contra nuestra Indefensión Aprendida colectiva y contra nuestra Indefensión Aprendida social. Y es posible, necesario y urgente hacerlo siguiendo los pasos que se detallaron más arriba. Para profundizar en el conocimiento del mecanismo de la “indefensión aprendida” puedes ver el siguiente video explicativo a continuación:
  • 23. [23] El paso de las soluciones globales y de arriba abajo a las soluciones locales interconectadas: Construir una visión local positiva e implementarla (“muchas personas pequeñas…”). Una cosa es protestar en contra del cambio climático y otra bien distinta es tener una visión atractiva y convincente de un futuro postindustrial, sin combustibles fósiles, con la que entusiasmar a los demás para embarcarse en el viaje hacia ella. Tan solo estamos empezando a rayar la superficie del poder de una visión positiva ante un futuro en abundancia: con menos consumo, con más tiempo, menos estresante, más sano y feliz. Es esencial ser capaces de asociar estas imágenes a una visión clara sobre cómo sería un futuro con menos consumo. Crear una visión funciona de muchas formas interrelacionadas. Tom Atlee escribió acerca de lo que él llamó un "campo de historias alternativo". Esto es, básicamente, crear nuevos mitos e historias que empiecen a formular cómo sería un mundo sustentable. Nos habla del poder potencial de reunir a activistas, escritores, artistas, diseñadores y periodistas creativos para formar un grupo de expertos que puedan crear nuevas historias para nuestro tiempo. Cuando se empieza a hacer el trabajo de diseño postindustrial y postconsumista, se deberían atraer a novelistas, poetas, artistas y cuentacuentos. La narración de nuevas historias es fundamental. En Totnes empezaron a hacer esto con la iniciativa de “Cuentos de la Transición”, que tenía como objetivo hacer que hubiera gente escribiendo historias de diferentes tipos durante la transición, tales como artículos de periódicos, cuentos o columnas sentimentales que se publicaban en distintos medios para que la gente las visualizara y desarrollaran esa imagen de visión movilizadora. Estas historias pueden ser de cualquier tipo. El experimento que se hizo con la Libra de Totnes en "Totnes Pueblo en Transición" (Transition Town Totnes) hasta junio de 2007 fue también un ejemplo. Las personas pudieron tener en sus manos un billete bonito, tangible, y que les provocaba deseos de utilizar. Eso contó una nueva historia acerca del dinero, sobre sus posibilidades y sobre la comunidad. El concepto de contar nuevas historias también surgió en la “Suelta de Amarras” oficial de Transition Town Totnes en septiembre de 2006, cuando Chris Johnstone dijo: "Totnes tiene la oportunidad de ser la ciudad de la innovación a nivel internacional. Quizás dentro de 400 años, si la humanidad encuentra la forma, mirarán atrás, a principios del siglo XXI como un momento crucial, como la última década de la Era del Petróleo. Quizás cuenten historias sobre lo que ocurrió en Totnes. Tal vez esta misma tarde sea el comienzo de una de esas historias. Si miramos hacia el futuro puede que haya pocas posibilidades, pero
  • 24. [24] hay posibilidades esperanzadoras y tú formas parte de esa posibilidad por el hecho de estar aquí esta noche." La herramienta de la visión ofrece un enfoque nuevo y poderoso para los defensores del medio ambiente. Nos hemos acostumbrado tanto a las manifestaciones en contra de las cosas, que hemos perdido de vista hacia dónde queríamos llegar. Uno de los mejores ejemplos de esto lo proporcionó Lewes Ciudad en Transición (Transition Town Lewes), cuando enfrentó a un promotor local que quería urbanizar un área clave de la ciudad, y no respondieron con peticiones ni protestas, lo hicieron con una visión. Esto es un gran ejemplo de lo que Atlee llama "ingeniería de la imaginación" (del inglés imagineering) y la creación de algo que él ha denominado como “La Gaceta del Viñedo Ecotópico” (The Ecotopian Grapevine Gazette), y lo describe de la siguiente forma: “Es el contenedor de nuevas historias imaginarias sobre eventos e innovaciones que aún no han ocurrido, pero que queremos que ocurran, y fueron escritas como si realmente hubieran sucedido. Al final de cada artículo, se pone el nombre de la persona de contacto para que los lectores puedan llamar y con su participación lograr que esa historia se convierta en realidad.” Peter Russell, físico y escritor, describe la visión colectiva en términos de un “Atractor Extraño”, como se describe en la Teoría del Caos. En efecto, es como provocar un remolino en frente tuyo que luego te atrae hacia él. Tiene energía, es dinámico. Russell dice: "Hay algo más profundo que realmente no puedo explicar, pero cuando hay una visión, no es sólo una motivación, de alguna manera la psique se involucra de forma que parece interactuar con el mundo de manera que facilita que las cosas ocurran en la realidad, todo parece tener su lugar. No se puede explicar de forma racional, pero es algo que la gente nota una y otra vez. Si tienes una visión clara de hacia dónde vas, es como si el mundo pareciera querer apoyar tu visión, y da la sensación de que lo hace." De esta manera la visión tiene el valor agregado de contrarrestar el desánimo. El cambio climático y el pico del petróleo pueden ser terroríficos, desconcertantes o vistos como una catástrofe inevitable. El último libro de James Lovelock, La venganza de Gaia, en su edición de bolsillo tiene una cubierta de película de terror serie B de los años 50, y páginas web tales como www.dieoff.org presentan escenarios tan tristes que la gente simplemente desconecta, no quieren participar de ellos. Hay quien puede leer un libro desesperante y deprimente sobre el pico del petróleo y el colapso de la sociedad y sacar de él la motivación o la inspiración para hacer algo práctico, sin embargo, son una pequeña minoría. Como especie con capacidad creativa, adaptable y con pulgares oponibles que nos permitió, entre otras cosas crear una Era del Petróleo,
  • 25. [25] podemos estar bastante seguros de que habrá vida más allá de esto. Del mismo modo es posible que seamos capaces de evitar las peores consecuencias del cambio climático, y de hecho casi con certeza, las medidas que tomemos harán que el mundo sea un lugar mucho mejor. Sin embargo, el punto es que el mundo y nuestro estilo de vida serán muy diferentes al presente. Vale la pena recordar que se necesita una gran cantidad de energía barata para mantener los niveles de desigualdad social que tenemos hoy en día, los índices de obesidad, los niveles históricos de endeudamiento, el alto uso del automóvil... Sin embargo, el primer paso para crear un futuro enfocado en lo local, de bajo consumo y con abundancia, es en realidad la visión de que es posible, y atractivo. ¿Qué es en realidad una Iniciativa de Transición? El término inicial usado para describir este concepto era “Ciudades en Transición”, pero estas ideas van cambiando todo el tiempo, y ahora se prefiere hablar de regiones, áreas, valles, aldeas, barrios, comarcas o islas en transición. Por lo tanto “Iniciativas de Transición” parece ser el mejor término general. Las Iniciativas de Transición son una propuesta emergente y en evolución, que apuntan a la sostenibilidad de las comunidades en el futuro cercano. Son, para emplear un término inventado por Jeremy Leggett, “microcosmos escalables de esperanza”. La idea comenzó con el Plan de Acción para el Descenso Energético de Kinsale en Irlanda, y desde entonces se ha extendido a varias comunidades en todo el Reino Unido y otros países. Las Iniciativas de Transición se basan en cuatro supuestos básicos: 1) Que es inevitable vivir con un consumo de energía mucho más bajo, y que es mejor planearlo en lugar de ser tomados por sorpresa. 2) Que nuestras comunidades y asentamientos han perdido la resiliencia que les permitiría adaptarse al dramático cambio de paradigmas que acompañarán al descenso energético. 3) Que tenemos que actuar colectivamente, y hay que hacerlo ahora. 4) Que liberando nuestra creatividad y capacidad colectiva podremos construir nuevas formas de vida más enriquecedoras, más conectadas a lo comunitario, y reconociendo los límites biológicos del planeta. La forma en que se explora y desarrolla todo esto en la práctica será diferente en cada sitio: más que ofrecer recetas o soluciones estandarizadas, las Iniciativas de Transición intentan actuar como catalizadores para que la comunidad pueda explorar y descubrir sus propias respuestas. Concentran la mente colectiva en los aspectos prácticos del descenso energético y que serán parte del resultado inevitable, tanto del pico del petróleo como del cambio climático. Las Iniciativas de Transición intentan crear comunidades sólidas, esto es, más resilientes, y capaces de soportar perturbaciones externas, tanto sean causadas por el cambio climático, deficiencias de seguridad energética o precios crecientes de los
  • 26. [26] combustibles. Más que proponer solamente un ejercicio intelectual, exploran los aspectos prácticos de una vuelta consciente de una comunidad a una vida local pero interconectada, Parafraseando a David Holmgren, las Iniciativas de Transición son “la aceptación positiva del descenso energético, no sólo como la realidad inevitable, sino también como la deseada.” Dado que los combustibles fósiles son recursos en vías de agotamiento, y que necesitamos urgentemente implementar reducciones extremas de las emisiones de CO2, hasta el punto de que nuestras propias vidas diarias secuestren más dióxido de carbono del que producen, las Iniciativas de Transición preguntan: ¿Qué aspecto tendría en realidad un mundo como ése? ¿Cómo viviríamos? ¿De dónde vendría nuestra comida? ¿Qué escucharíamos al abrir la ventana por la mañana? El proceso de Transición ofrece una propuesta positiva y enfocada en las soluciones, uniendo los diversos elementos de una comunidad para enfrentarse a este desafío común, y ve buena parte de las soluciones como algo que viene desde adentro, a través de un proceso de redescubrir y destrabar lo que ya está ahí, más que mediante los consejos de expertos y consultores que vengan de otro sitio. Los 6 Principios del modelo de Transición. Hay seis principios que definen lo distintivo acerca del concepto de Transición. Emergieron al observar el proceso según se ha desarrollado, y creo que resumen la singularidad de esta propuesta en permanente evolución. 1. Visión. En el contexto de estos seis principios, la Visión se refiere a una creencia fundamental que tienen las Iniciativas de Transición, en el sentido de que sólo estamos en condiciones de acercarnos a algo, si podemos imaginar cómo será cuando lleguemos a la meta. Nos llevará una buena parte del camino determinar dónde terminaremos a partir de la visión que tenemos en mente cuando empecemos este trabajo. ¿Estamos trabajando hacia la “explosión tecnológica” que dice Holmgren, o quizá hacia algo más realista y deseable? Crear una visión clara y atrayente de nuestro resultado deseado es un principio fundamental del proceso de Transición. 2. Inclusión. No podremos enfrentar el desafío del Pico del Petróleo y el cambio climático si elegimos quedarnos en nuestra zona de confort, si los “verdes” hablamos sólo con otros “verdes”, si la gente de negocios sólo habla con gente de negocios. La propuesta de la Transición busca facilitar un nivel de diálogo e inclusión que raramente se ha alcanzado antes, y ha empezado a desarrollar algunas formas innovadoras de conseguirlo. 3. Concienciación. El fin de la Era del Petróleo es un tiempo confuso. Estamos expuestos constantemente a mensajes
  • 27. [27] mezclados y desconcertantes. Los medios de comunicación nos presentan titulares tales como: “Según un nuevo estudio, el declive en la producción de petróleo conlleva el riesgo de guerras y tensiones sociales” y “Las emisiones de dióxido de carbono aumentan más rápido que lo previsto”, pero seguidamente los anuncios publicitarios nos dan un mensaje que entra en conflicto con lo anterior, en el sentido de que debemos seguir consumiendo como siempre, que la globalización es el único modelo que puede alimentar el mundo, y que comprar esta nueva cosa nos hará felices. De hecho, el contraste puede ser a veces muy llamativo, mostrando el deshielo del Ártico, al lado de un anuncio de coches o vuelos baratos. Las noticias a las que estamos cada vez más expuestos continuamente nos dan todo el tiempo estos dobles mensajes, y pueden dejarnos perplejos. A veces caemos en el error de creer que no es necesario hacer mucho trabajo de concienciación, porque podemos suponer que, a estas alturas, todo el mundo se da cuenta de cosas así, pero resulta primordial partir de la suposición de que la gente no sabe nada de estos asuntos. Necesitamos asumir que no hay ningún conocimiento previo, y explicar los argumentos tan clara, accesible y entretenidamente como sea posible, brindando a la gente los razonamientos clave para permitirles formular sus propias respuestas. 4. Resiliencia. La reconstrucción de resiliencia es central para la idea de la Transición, de igual manera que la necesidad de convertirnos rápidamente en una sociedad con cero emisiones de dióxido de carbono. De hecho, hacer una cosa sin la otra fallaría al enfrentarse a dos desafíos que vienen juntos. Ya se vio antes cuál sería el proceso para conseguir ser más resilientes individualmente y formar comunidades más resilientes. 5. Percepciones psicológicas. Tener en cuenta varias percepciones psicológicas es también fundamental para el modelo de Transición. Entendemos que entre las barreras principales a la participación están la sensación de falta de poder, aislamiento y la angustia que los problemas ambientales a menudo pueden generarnos (ya hablamos de la indefensión aprendida producida por la repetición de mensajes fatalistas conjugada con hechos críticos (catástrofes, crisis, …). Esta conjunción de factores posicionan el psiquismo de la gente en ese estado desde el que cuesta actuar (y como vimos éstos es válido tanto a nivel individual como colectivo). El modelo de Transición actúa sobre estas percepciones, en primer lugar, mediante la creación de una visión positiva; en segundo lugar, creando espacios emocionales seguros donde la gente puede hablar, compartir y sentir cómo le afectan estos asuntos, y en tercer lugar, consolidando los pasos y acciones que la gente toma, al generar en este proceso tantas oportunidades como resulte posible para celebrar los éxitos. Resulta muy
  • 28. [28] poderoso juntarse, percibir la sensación de no ser la única persona que está informada y que tiene miedo ante el cambio climático o el pico del petróleo. Le permite a la gente sentirse integrada a una respuesta colectiva, formar parte de algo más grande que ellos y participar de esa visión de solución colectiva. (tal como ya se habló más arriba respecto de la indefensión aprendida colectiva y las 3 fases para su superación). 6. Soluciones creíbles y apropiadas. En el documental What a way to go: Life at the End of Empire (La Vida al final del Imperio), Tim Bennett habla de lo que llama “el capítulo feliz” al final de la mayoría de los libros acerca del medio ambiente, que pasan nueve capítulos contándote qué horrible es todo, y uno al final con unas pocas soluciones de muestra. De manera similar, en muchas charlas el conferenciante explica la tremenda escala del cambio climático, y al final pone una diapositiva acerca de reducir el nivel de los termostatos y usar lamparitas de bajo consumo. Es importante que después de explicar los argumentos acerca del pico del petróleo y el cambio climático, las Iniciativas de Transición permitan explorar soluciones a una escala creíble. La gente a menudo sólo es capaz de concebir dos escalas de respuesta: individuos haciendo cosas en sus propias casas, o el gobierno actuando a escala nacional. El modelo de Transición explora el terreno entre esos dos extremos, es decir, lo que se puede lograr a nivel de colectividad, de la comunidad, a nivel local. La Transición es pues una manifestación de la idea de que la acción local puede cambiar el mundo. Es un intento de crear un contexto de apoyo, enriquecedor y saludable, en que las soluciones prácticas que todos necesitamos puedan florecer. “Movimiento de Transición”, “pueblos en transición” o “grupo de Transición” son expresiones que se refieren a esta metodología de intervención para el cambio. Es un experimento lanzado por personas que comparten una pasión, un experimento que se ha ampliado y ha llegado lejos, surgiendo en los lugares más inesperados, en miles de comunidades en más 40 países de todo el mundo. Pueblos en Transición, ciudades, comunidades de vecinos, proyectos, empresas, universidades, escuelas, modos de vida… El propósito del Movimiento de Transición es ayudar a personas que quieran ser un catalizador, un agente activo de cambio en su comunidad, a que puedan dar un impulso histórico para convertir la comunidad en la que viven en un lugar resiliente, más sano y vibrante, de fuerte carácter local, que reduce al mismo tiempo la huella ecológica. Como se dijo antes podría concebirse la Transición como algo intermedio entre lo que una persona puede hacer como individuo y todas las grandes cosas que el gobierno puede hacer. Es algo que solo puede surgir de abajo arriba, dirigido por gente corriente. Es la pieza que falta en el rompecabezas.
  • 29. [29] ¿Cómo sería la Transición en una comunidad? Podemos dar rienda suelta a la creatividad e imaginación. Aquí van algunos ejemplos:  Grupos de producción y consumo de alimentos La mayoría de los grupos de Transición empiezan por producir alimentos locales y ecológicos, bien en una parcela, en un huerto comunitario o a través de proyectos de huertos compartidos, grupos de consumo, así como creando nuevas empresas relacionadas con la alimentación.  Panaderías de propiedad comunitaria. Cada comunidad necesita (amasar) una. Es una pieza vital de la estructura local que, lamentablemente ya no se encuentra tan fácilmente en nuestras calles y que a menudo son reemplazadas por supermercados en las afueras.  Cerveceras y llagares de propiedad comunitaria. una de las maneras de que el dinero circule localmente al tiempo que innova y crea empleo.  Proyectos de Calles en Transición. Las Calles en Transición muestran cómo los cambios pueden producirse calle por calle, reduciendo los costes domésticos y el uso de energía y creando al mismo tiempo un sentimiento de comunidad.  Energía de propiedad comunitaria. Las energías renovables ofrecen un enorme potencial para que las comunidades puedan utilizar energía limpia en sus casas, escuelas y negocios, generando ingresos y proporcionando un espacio más seguro para realizar inversiones.  Proyectos REconomy. Todo lo anterior está suponiendo una diferencia real para estas comunidades. De forma creciente, los grupos de Transición están creando nuevos puestos de trabajo y modos de vida, y nuevas empresas, vivas y viables, que mantiene el dinero en lo local, aumentan la resiliencia y empoderan a la gente. Estos grupos están mapeando sus economías locales para medir los beneficios potenciales del proceso. (El proyecto de REconomy de Transition Network ofrece las herramientas, la red y el apoyo necesario para hacerlo posible). A continuación, se puede ver un documental sobre el movimiento de pueblos en transición con varios ejemplos:
  • 30. [30] 3.- Modelos para el cambio y su propagación A continuación, iremos definiendo una serie de modelos que se están adoptando por distintas comunidades, colectivos, emprendedores, poblaciones, empresas, organizaciones e individuos que en cierta medida recuperan buena parte de los preceptos del enfoque holístico y sistémico preindustrial: son una mirada al pasado para ver lo que funcionaba antes de la borrachera de las energías fósiles de la era industrial para recuperar esa visión sistémica, holística, comunitaria pero actualizándola y compartiéndola a través de los nuevos elementos de comunicación global para superar el característico aislamiento de las comunidades campesinas preindustriales y así ir formando una aldea global de comunidades e individuos interconectados (actuando en lo local pero pensando en global …). El enfoque de la soberanía alimentaria La Soberanía Alimentaria es un concepto introducido en 1996 con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación (FAO) por Vía Campesina; un movimiento internacional que coordina organizaciones campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales y comunidades indígenas de los cinco continentes. Es el derecho que naciones y pueblos tienen para mantener y desarrollar su propia capacidad de producción básica de alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellas personas que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias. Es la facultad de cada nación o pueblo para definir sus propias políticas agrarias, pesqueras y alimentarias de acuerdo con objetivos de desarrollo sostenible, equidad y seguridad, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Incluye a las futuras generaciones y defiende sus intereses. Nos ofrece una estrategia para resistir el libre comercio impuesto por las grandes corporaciones globales y el régimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales. Implica la protección del mercado interno contra los productos extranjeros que se venden en el mercado mundial por debajo de los costes de producción (dumping), y contra la mercantilización de la agricultura y la globalización, que han traído el desmantelamiento de los sistemas alimentarios basados en la satisfacción de las necesidades locales. Economía y mercado local y nacional, campesinado, pesca artesanal, pastoreo tradicional, sostenibilidad ambiental, social y económica, comercio transparente, derecho a la tierra, a los recursos productivos,
  • 31. [31] proximidad y comercio local, son otros de los conceptos unidos a la Soberanía Alimentaria. La Soberanía Alimentaria trata de rescatar la identidad, las prácticas y métodos de la agricultura campesina, base de la Soberanía Alimentaria y de la capacidad de alimentar el planeta, y que durante más de diez mil años ha seleccionado las mejores semillas y realizado los mejores cruces para mejorar el rendimiento y calidad del arroz, el trigo, la patata, el frijol y el maíz, …, base alimentaria de la humanidad (FAO, 2000). La Soberanía Alimentaria, pues, es un concepto integral que protege tanto derechos de primera como de segunda y de tercera generación. Para entender la importancia de la soberanía alimentaria en este proceso de transición, se puede ver el siguiente documental que recoge la experiencia real de un país que por su situación sociopolítica ya pasó por la fase de fin de los combustibles fósiles (al quedar drásticamente sin suministro y verse en la obligación de cambiar de modelo energético y productivo) y la necesaria transición a un modelo de decrecimiento energético. En él se expone cómo se fueron sorteando los inconvenientes procedentes de esa falta de energías fósiles y alternativas en los distintos ámbitos que fueron afectados (alimentación, movilidad, educación, vivienda, sanidad, …), y cómo gracias a las medidas de transición adoptadas finalmente resultó una comunidad más empoderada, y comprometida con su desarrollo y futuro. Actualmente es un modelo estudiado por distintas universidades, ONGDs y gobiernos de otros países (sobre todo latinoamericanos) como “experimento” real de transición y resiliencia. El poder de la comunidad. Cómo un país sobrevivió al "pico del petróleo”
  • 32. [32] Los NUEVOS MODELOS de agroecología bajo enfoque holístico sistémico frente al modelo agroindustrial analítico y sectorial: La agricultura regenerativa, la permacultura, la agricultura biodinámica. El modelo de La Agroecología La agroecología que consiste en la aplicación de los principios de la ecología a la agricultura, con el fin de que ésta sea ambientalmente sostenible, considerando el contexto socioeconómico del lugar, es un pilar de la Soberanía Alimentaria. Es un tipo de agricultura alternativo frente a las prácticas agroindustriales, por lo general basadas en el despilfarro del agua, el uso de productos químicos y los monocultivos. La unidad sobre la que trabaja, el agro- ecosistema, busca la sostenibilidad y la productividad mediante la aplicación del conocimiento ecológico a su diseño y manejo. Podemos definir agroecología como la ciencia que busca la aplicación de conceptos y principios ecológicos en esos agro-ecosistemas para lograr una doble sostenibilidad, tanto a nivel del cultivo como de las sociedades locales que lo producen. Básicamente, los agro-ecosistemas son sistemas agroalimentarios sostenibles que se basan en principios como el reciclaje de nutrientes, la diversidad, las sinergias o la integración. Es decir, el tratamiento del espacio de cultivo como un lugar vivo, que tiene valor como fin en sí mismo. El utilitarismo de la agricultura industrial se sustituye por una visión más respetuosa con el entorno, que implica un uso óptimo del agua, la elección de las variedades idóneas según el territorio, la preservación de la biodiversidad, el uso de biopesticidas y abonos verdes… Se trabaja para el logro de sistemas agroforestales y silvopastoriles viables, se realiza la rotación de cultivos, entre otros métodos de preservación de la calidad del suelo. En definitiva, estas prácticas agroecológicas buscan regenerar el entorno sin atentar contra él. Como consecuencia de ello, se minimiza el impacto ambiental y la toxicidad de los alimentos a la vez que se invierte la producción de carbono favoreciendo su captura. Para profundizar en el concepto de agroecología puede ver el siguiente video explicativo: “la agricultura del futuro”, por Miguel Altieri: La agricultura del futuro: La Agroecología
  • 33. [33] El modelo de la Permacultura. El término fue acuñado por Bill Mollison a mediados de los setenta para describir un sistema integrado y evolutivo de plantas perennes o autoperpetuantes y de especies animales útiles para el hombre. Una definición más actual de Permacultura, es: “El diseño consciente de paisajes que imitan los patrones y las relaciones de la naturaleza, mientras suministran alimento, fibras y energía abundantes para satisfacer las necesidades locales”. Las personas, sus edificios y el modo en que se organizan a sí mismos son fundamentales en Permacultura. De esta manera la visión de la Permacultura como agricultura permanente o sostenible ha evolucionado hacia la visión de una cultura permanente y sostenible. Empezando por la ética y los principios enfocados en el ámbito crítico del manejo y la administración de la tierra y la naturaleza, la permacultura evoluciona hacia la aplicación progresiva de esos principios en la integración de siete ámbitos necesarios para sostener a la humanidad durante el descenso energético. La Permacultura ha de entenderse pues como el uso del pensamiento sistémico (el uso de la teoría de sistemas de forma holística) y de los principios de diseño que proporcionan el marco organizativo para implementar la visión anterior. Agrupa las diversas ideas, habilidades y modos de vivir que necesitan redescubrirse y desarrollarse, para hacernos capaces de cubrir nuestras necesidades, al mismo tiempo que incrementamos el capital natural para las futuras generaciones. En este sentido, la Permacultura no es tan sólo el paisajismo, las habilidades de la horticultura biológica, la agricultura sostenible, la construcción de edificios energéticamente eficientes o el desarrollo de eco-aldeas, sino que también puede usarse para diseñar, establecer, gestionar y mejorar todo eso y los demás esfuerzos que individuos, familias y comunidades realizan hacia un futuro sostenible. El concepto de permacultura es sobre todo práctico y se puede aplicar en muchos ámbitos y disciplinas. Si bien históricamente la permacultura se ha enfocado el manejo de la tierra y la naturaleza como fuente y aplicación de los principios éticos y de diseño, actualmente estos principios se aplican en otros ámbitos relacionados con los recursos físicos y energéticos, así como a la organización social (a menudo llamados estructuras invisibles en la enseñanza de permacultura). La Acción Permacultural se ha expresado durante los últimos 30 años en estas siete áreas o “dominios” que nos pueden servir de referencia para nuestro proyecto de transición como ámbitos de estudio e intervención: 1.- Manejo de la tierra y la naturaleza: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de la agricultura y horticultura, conservación, regeneración y manejo sostenible de los espacios silvestres o la conservación de la biodiversidad cultivada mediante bancos de semillas, actualizándolas
  • 34. [34] con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas. 2.- Ambientes construidos: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de diseño de viviendas y otras construcciones, uso de materiales locales y naturales, el empleo de técnicas de eco-construcción (materiales y técnicas tradicionales de construcción …), y el empleo de técnicas que faciliten la autoconstrucción, actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas. 3.- Herramientas y tecnología: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de la vida en el campo en aspectos como reciclaje, captación y uso eficiente de aguas limpias y sucias, energías renovables como la solar, eólica o mico-hidroeléctrica, así como una gran variedad de “ecotécnicas” y tecnologías apropiadas, actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas. 4.- Educación y cultura: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de la educación ambiental, la participación en la vida comunitaria, la transmisión de conocimientos intergeneracionales, la educación del espíritu de arraigo o la observación e investigación activa actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas. 5.- Bienestar físico y espiritual: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de la alimentación y de las medicinas alternativas y complementarias, los ciclos naturales de vida-muerte, … actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas y técnicas como la práctica del. yoga u otras disciplinas de cuerpo/ mente/ espíritu … 6.- Economía y finanzas: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de formas colaborativas de producción, el uso, aprovechamiento y funcionamiento del “bien común” (los comunales), los sistemas tradicionales de trueque o voluntariado (andechas y sextaferias…), actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas como las nuevas tecnologías para financiación colaborativa y en red, las inversiones éticas, los sistemas justos y bioregionales de ahorro y préstamo. 7.- Tenencia de la tierra y gobierno comunitario: en cuanto al estudio y recuperación actualizada de los saberes vernáculos preindustriales en el ámbito de formas colaborativas de Cooperativización de la producción y consumo, como comunidades intencionales, procesos participativos de toma de decisiones y resolución de conflictos… actualizándolas con conocimientos y técnicas modernas y el uso de nuevas herramientas como las derivadas de las nuevas tecnologías de la comunicación. Estos ámbitos claves que requieren integración y transformación para crear una cultura sostenible, se pueden ubicar en la “Flor de la Permacultura”. El sendero evolucionario en espiral que comienza con
  • 35. [35] los principios éticos y de diseño, sugieren el entretejido de estos ámbitos, inicialmente a nivel personal y local para proceder con los niveles colectivo y global. La naturaleza arácnida de esa espiral sugiere la naturaleza incierta y variable de ese proceso de integración de ese sistema holístico.” La Agricultura Regenerativa La Agricultura Regenerativa por su parte es un desarrollo de la Permacultura (agricultura y cultura permanentes) dirigido a agricultores y ganaderos que ven que el sistema actual de producción de alimentos no es rentable ni sano, y que hoy en día se encuentran atrapados entre los cada vez más altos precios de insumos, agro-químicos y combustibles, y los cada vez más bajos precios impuestos por los mercados. Estos procesos modernos además han provocado que los suelos pierdan su fertilidad, que depende de la presencia y dinamismo entre la microbiología (vida), los minerales (nutrientes) y la materia orgánica (combustible). La Agricultura Regenerativa comienza por devolver estos componentes dinámicos al suelo, como base de un sistema agro-ganadero productivo inteligente y holístico. Un objetivo esencial de la Agricultura Regenerativa es hacer rentables las explotaciones agro-ganaderas, reduciendo sus gastos y aprovechando las asombrosas relaciones simbióticas entre animales, plantas y vida en el suelo. Otro objetivo vital es la recuperación de nuestra humanidad interior y de la comunidad humana exterior, a través de la reconexión con la naturaleza
  • 36. [36] de la que somos parte y de la recuperación de los vínculos entre las personas y los pueblos. El resultado, además, son alimentos sanos y nutritivos a precios asequibles para todos. Una población con buena salud y energía podrá desarrollar con plenitud su potencial humano y generar el cambio que queremos ver en el mundo. Todo ello se logra con la aplicación de conocimientos y prácticas basados en una profunda comprensión de la sabiduría ancestral de la naturaleza, maximizada por los más punteros descubrimientos científicos y tecnológicos, empoderando así a las personas con el objetivo de regenerar nuestros sistemas alimentarios, económicos, laborales, sociales, ecológicos, culturales… Se puede ver un ejemplo de la implementación de las técnicas de la agricultura regenerativa en su granja, por uno de sus creadores en este vídeo: Polifaces: la granja multifacética del futuro Y a continuación se puede consultar un interesante proyecto de investigación participativa desde la agricultura regenerativa en nuestras latitudes. El proyecto Life Regen Farming: “Prácticas de agricultura regenerativa: Demostración de una alternativa de gestión sostenible de los suelos agroganaderos”. Los nuevos modelos económicos postindustriales. Del modelo de economía de escala industrial centralizada a un modelo de economía postindustrial que recupera y pone en valor los principios de la cultura
  • 37. [37] campesina preindustrial: la economía circular, distribuida (de lo local a lo glocal), directa y de alcance, colaborativa y centrada en el bien común (basada en el “open source” o código abierto). El enfoque del modelo de la Economía Colaborativa La Economía colaborativa es un modelo económico en el que se comparten y se intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales. Se refiere a la manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar, redefinida a través de las tecnologías de la información y la comunicación y la nuevas maneras de medir la reputación de las personas como indicador de confianza en la que se basan esos intercambios. El movimiento del consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico en los hábitos de consumo marcado por la migración de un escenario de consumismo individualizado basado en la propiedad o la tenencia de bienes hacia nuevos modelos potenciados por los medios sociales y las plataformas de tipo peer-to-peer (red-entre-pares o red- entre-iguales) basados en el uso y disfrute antes que en la posesión (paso de la “necesidad” de tener un coche a la de usar un coche). En los servicios de consumo colaborativo las barreras de desconfianza se ven minimizadas gracias al uso de perfiles de usuarios con valoraciones y referencias añadidas por otros usuarios, (reputación online en vez de offline) lo que da origen a nuevas maneras de relacionarse, intercambiar, y monetizar habilidades y/o bienes económicos, lo que era impensable hace unos años. La sociedad de propietarios, el hiperconsumo y el diseño para la basura son simplemente insostenibles. (se puede ver los videos de Story of stuff o el reportaje “Comprar, tirar, comprar” para ver a que nos referimos). La buena noticia es que actualmente se está cuestionando la sociedad de propietarios en muchos ámbitos. Y la tendencia es evidente: el acceso (uso) va ganando terreno a la posesión; el acceso es mejor (tiene más ventajas) que la propiedad. (Kevin Kelly). La digitalización de los contenidos (fotografías, música, vídeos, libros) ha permitido a mucha gente darse cuenta de que a menudo lo que queremos no es el disco en sí, sino la música que está grabada en él (quizá en forma de MP3). Con servicios como Spotify se ha visto que no es necesario poseer aquella canción que sólo escucharás cuatro o cinco veces. Mientras podamos acceder cuando lo necesitemos, estaremos satisfechos. Con la reciente crisis económica, esta tendencia de poseer menos se ha extendido y ha llegado al ámbito de los bienes materiales (para qué quieres comprar un taladro que sólo usarás durante 15 minutos en toda su vida o un coche que se pasa el 90% del tiempo aparcado?). La gente presta mucha atención al gastar el dinero y observa qué tipo de retribución, en cuanto a felicidad o necesidad cubierta, consiguen. Consumo Colaborativo, Economía de la Colaboración o Economía del Acceso son algunos de los términos utilizados para describir este movimiento donde el acceso prima frente a la propiedad. El Consumo Colaborativo se puede definir como la manera tradicional de
  • 38. [38] compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar redefinida a través de la tecnología moderna y las comunidades Los críticos argumentan que el movimiento del Consumo Colaborativo basado en compartir / dejar / alquilar no es ningún invento nuevo y se trata simplemente de marketing. Las principales voces que defienden el Consumo Colaborativo no han dejado nunca de reconocer que no se trata de ninguna idea nueva pero que la tecnología actual permite hacer que el servicio sea mucho más eficiente. Utilizando palabras de Rachael Botsman y Roo Rogers: “Ahora vivimos en un mundo global interconectado donde podemos imitar los intercambios que antes tenían lugar cara a cara, pero a una escala y de una manera que nunca habían sido posibles. La eficiencia de Internet, combinada con la capacidad de crear confianza entre extraños ha creado un mercado de intercambios eficientes entre productor y consumidor, prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, de forma directa, sin intermediarios”. La lista de ejemplos no para de crecer y se pueden consultar en el directorio de proyectos de consumo colaborativo. El libro “What ‘s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption” es el texto de referencia para el Consumo Colaborativo. En el libro y artículos relacionados los autores organizan la amplia selección de ejemplos en tres sistemas en los que opera la economía colaborativa: 1.- Sistemas Basados en Producto. Pagar por el beneficio de utilizar un producto sin la necesidad de adquirirlo. Se cambia el modelo basado en la propiedad privada individual por el uso compartido (ej. compartir coche y alquiler P2P de coches entre usuarios). Estos sistemas atraen cada vez a un mayor número de usuarios y el Bicing sería un ejemplo así como el alquiler de entre particulares (tal como Relendo). 2.- Mercados de redistribución. Redistribuir los bienes usados o adquiridos de donde ya no se necesitan hacia algún lugar o alguien que sí los necesita (ej. Mercados de intercambio y de segunda mano). En algunos mercados los productos pueden ser gratuitos (No Lo Tiro), en otros se intercambian (Grownies, para ropa de niños) o se venden (eBay). Con el tiempo, Redistribuir puede convertirse en la quinta “R”, junto con Reducir, Reutilizar, Reciclar y Reparar. 3.- Estilos de vida colaborativos. No sólo se pueden compartir o intercambiar bienes materiales. Gente con intereses comunes se están juntando para compartir e intercambiar bienes menos tangibles como tiempo, espacio, habilidades y dinero (ej. préstamos entre particulares). Estos intercambios tienen lugar principalmente a nivel local o de barrio, donde se comparten espacios para trabajar (Coworking Barcelona), cultivar (Huertos Compartidos), la wifi (Fon o guifi.net ) o se presta dinero entre particulares (Comunitae). A nivel más global, tenemos alquiler de habitaciones a viajeros (Airbnb) o simplemente dejar dormir a la gente en tu casa (Couchsurfing) Actualmente bajo el modelo de economía colaborativa se enmarcan cuatro epígrafes: Conocimiento abierto, consumo colaborativo, finanzas compartidas y producción colaborativa. Pero en un sentido