1. Un experimento causó la catástrofe
de Chernóbil
La comunidad internacional sigue sin reunir el dinero que hace falta para
construir el nuevo sarcófago sobre la central y los científicos mantienen las
discrepancias sobre el número de afectados por la tragedia.
Imagen actual de uno de los pisos abandonados en Pripiat, junto a la central
nuclear - REUTERS1RAFAEL M. MAÑUECOCorresponsal En Moscú - 24/04/2016 a las 06:51:37h. -
Act. a las06:52:05h.Guardado en: Internacional - Temas: Ucrania , Pripyat , Rusia , Catástrofes , Centrales
nucleares
El 26 de abril de 1986 reventó el recubrimiento del cuarto reactor de la central
atómica de Chernóbil, causando el accidente más grave en la historia de la
industria nuclear civil. Han pasado tres décadas, pero todavía no se conocen en
profundidad las secuelas. Sigue la controversia en torno al número real de
personas afectadas y la fuerte contaminación presente en el suelo mantiene la
zona prácticamente cerrada, aunque no totalmente. Allí vive un puñado de
ancianos que no pudieron encontrar un lugar mejor.
Aún no se ha conseguido la suma necesaria para un nuevo sarcófago que aísle
con mayor hermetismo el reactor siniestrado, circunstancia que preocupa a
especialistas y ecólogos porque amenaza con provocar la fuga de las
sustancias radiactivas que se encuentran en su interior.
El viejo recubrimiento se construyó deprisa y corriendo en los días posteriores a
la catástrofe y el nuevo, que empezó a ser levantado en 2010, está todavía sin
terminar. Tendrá un coste previsto de más de 2.000 millones de euros y en su
financiación participan la Unión Europea, Estados Unidos y distintos organismos
internacionales. Sin embargo, faltan todavía aportaciones para cerrar la cifra,
cuestión que se tratará el lunes en la conferencia de donantes que se reunirá en
Kiev.
2. La catástrofe se desencadenó a la una y 23 minutos de la madrugada del día 26
de abril. En menos de un minuto, dos explosiones se sucedieron con un
intervalo de escasos segundos. El edificio que albergaba el reactor quedó
derruido, se declaró un voraz incendio y el material radiactivo empezó a
escapar a la atmósfera.
Víctor Zajárchenko, de 74 años, era entonces el jefe de la unidad de bomberos
enviada a apagar las llamas. «No era la primera vez que teníamos que extinguir
un fuego en la central, pero lo que no pude imaginar es que esa vez se trataba
del propio reactor», comentaba la semana pasada en Kiev tras recibir una
nueva condecoración. «En lugar de los 15 días que duraba cada turno estuve
45 en Chernóbil», aseguró.
Zajárchenko no quiere hablar de sus enfermedades y evita pronunciar la
palabra cáncer, pero ha tenido que pasar por varias intervenciones quirúrgicas,
la última en la sección de neurocirugía de uno de los hospitales de la capital
ucraniana. La primera operación que le practicaron fue en las glándulas tiroides.
El accidente tuvo su origen en un experimento con el que se pretendía
comprobar si, en el caso de un corte total del fluido eléctrico, la inercia de la
turbina del generador principal podría ser suficiente para alimentar los sistemas
de seguridad, control y refrigeración del reactor hasta la puesta en
funcionamiento de los generadores de emergencia.
Pero una caída repentina del nivel de potencia, por razones hasta hoy no del
todo esclarecidas, hizo que el reactor se desbocase. La potencia osciló
bruscamente en un primer momento y después se disparó. La falta de
refrigeración agravó el problema e hizo que la temperatura en el núcleo del
reactor empezara a elevarse. El jefe de turno apretó el botón de parada del
reactor, pero las barras de grafito que sirven para moderar la reacción en
cadena se quedaron bloqueadas. fue entonces cuando se produjeron las
explosiones.
Los habitantes de la ciudad de Prípiat, situada a poco más de dos kilómetros al
norte de la planta atómica, fueron los primeros en enterarse que algo grave
había sucedido. Allí precisamente vivían los trabajadores de la central nuclear
de Chernóbil y en la oscuridad de la noche pudieron ver perfectamente el
resplandor del incendio. El reactor había empezado a escupir a la atmósfera
abundante material radiactivo. La dirección comunista trató de fingir normalidad
y ocultar lo sucedido. De ahí que la decisión de evacuar Prípiat no se adoptase
hasta el mediodía del día 27. En ese momento, la gente llevaba ya expuesta a
la radiación casi 36 horas. Hacia las dos de la tarde, llegaron tres trenes de
pasajeros y más de 1.200 autocares. Los casi 50.000 habitantes fueron
desalojados en poco más de tres horas, portando consigo sólo lo que llevaban
puesto. La fuga radiactiva no pudo ser detenida hasta diez días después.
La decisión de evacuar a la población de la zona no llegó hasta 36
horas después de explotar el reactor
La zona contaminada se extiende a través de 150.000 kilómetros cuadrados e
incluye unos 200 centros de población, entre ellos el pueblecito de Chernóbil,
enclavado a 12 kilómetros al sureste de la central y del que ésta tomó el
3. nombre. De todo el área tuvieron que ser evacuadas casi 120.000 personas en
los días siguientes. Pero lo cierto es que en los territorios contaminados hay hoy
día cinco millones de habitantes. El mayor impacto radiactivo se lo llevó la
vecina Bielorrusia y la región rusa de Briansk. La nube tóxica llegó también a
una gran parte de Europa. Suecia fue la primera en dar la voz de alarma, dos
días después del accidente.
Los más de 600.000 «liquidadores» (bomberos, operarios, militares y
voluntarios) que hicieron frente a la catástrofe sin apenas protección malviven
hoy día aquejados por distintas enfermedades y olvidados por la autoridades,
salvo cuando se celebran actos públicos en recuerdo de la tragedia.
Los «liquidadores» malviven hoy día olvidados por las autoridades
Por otro lado, continúa la controversia en torno a las secuelas del accidente. No
hay unanimidad sobre las cifras de afectados ni sobre la tipología de las
enfermedades ligadas directamente al escape radiactivo ni tampoco sobre la
magnitud del daño causado al medio ambiente.
Iván Shamiánok, de 90 años de edad, es uno de los pocos ancianos que
todavía viven en la zona cerrada en torno a la central y su salud aguanta. «El
secreto de la longevidad está en vivir en el lugar en donde uno nació y creció»,
asegura.
La ONU hace tiempo que estableció el número de muertes directamente ligadas
al escape de Chernóbil en poco más de medio centenar. Sin embargo, la Unión
Chernóbil, asociación creada por los «liquidadores» habla de "decenas de
miles" mientras que Greenpeace afirma en que la cantidad total de muertos por
el accidente es superior a los 200.000, incluyendo a los habitantes de las zonas
afectadas. Según fuentes oficiales, el número de discapacitados rondaría los
35.000, en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, dato con el que tampoco están de
acuerdo las ONG.