Los secretos de la capilla de Pasión: Un relicario lleno de símbolos sacramentales
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Los secretos de la capilla de
Pasión
Anexa al Salvador, es un auténtico relicario lleno de
símbolos sacramentales en el que brilla el Señor
Aurora Flórez / Sevilla 31 de marzo de 2011
Son aproximadamente 182 metros cuadrados los que ocupa la capilla
sacramental de Pasión, un espacio que se convierte en un auténtico
relicario que no solamente cobija a la portentosa imagen que
tallara Juan Martínez Montañés sino que guarda joyas y detalles
en su propia configuración que, sin una observación detenida,
pasarían inadvertidos a ojos del visitante, y que van ligados al propio
devenir histórico artístico y carácter eucarístico de la Archicofradía.
La oportunidad única para conocer los entresijos de esta espléndida
capilla, adosada a la iglesia colegial del Divino Salvador, ha venido de
la mano de la propia Hermandad y de la Real Academia de Bellas
Artes de Santa Isabel de Hungría, que entre sus actividades
cuaresmales visita cada año una corporación para conocer su
patrimonio. En esta ocasión, la visita a los secretos, al arte, a la
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2. historia y a la devoción que encierra el recinto fue guiada por el
catedrático de Historia del Arte y vicepresidente de la Academia, Juan
Miguel González Gómez, quien calificó la capilla de museo en el que
la Archicofradía, tras las distintas fusiones, ha ido acumulando obras
de arte.
Hay que remontarse al siglo XVI y a la difusión del culto eucarístico
que realizara Teresa Enríquez, y en el culto que se daba al Santísimo
en una capilla en el Patio de los Naranjos en 1580, para adentrarse
en el carácter de la Hermandad, que fue fundada en la Casa Grande
de la Merced. Y hay que fijar los ojos en el Salvador, cuya
construcción finalizó Leonardo de Figueroa en 1712, cuyos
canónigos cedieron en 1726 a la Archicofradía Sacramental terrenos
para su capilla, sacristía de Ánimas y dependencias auxiliares —éstas
últimas son hoy la casa hermandad—.
La capilla fue construida por el arquitecto Vicente Bengoechea —
maestro mayor de la Real Fábrica de Tabacos— entre 1750 y 1756, y
su configuración, explicó el catedrático, se debe a la «filosofía e
interpretación teológica» emanentes del Concilio de Trento, que dio
lugar al «arte de la Contrarreforma, al arte barroco,
eminentemente didáctico y pedagógico para servir de soporte de
la palabra y la predicación». En ese contexto, eminentemente
sacramentalista, nacieron muchas capillas, Sancta Sanctorum en las
iglesias para reservar la Sagrada Eucarística y ahí se ubica la de
Pasión, «uno de los ejemplos más bellos». Creó Bengoechea un
espacio suntuoso. Jaspes rojos y negros para el zócalo, las 16 basas
con sendas pilastras-estípites de yeso, los enmarques de las dos
puertas laterales, el enmarque del retablo y el arco que da a la
Colegial. Todo ello enriquecido por la labor escultórica del
decorador y retablista portugués Cayetano de Acosta, autor del
retablo rococó, con santos, angeles, personajes del Antiguo y Nuevo
Testamentos, y rematado por la figura de Dios sobre un trono de
ocho ángeles, que conecta con el arco interior desde el Salvador, y en
el que puede verse, ajena a su configuración, a la Virgen del Voto,
titular de la antigua Hermandad Sacramental. Acosta fue el creador
asimismo del retablo barroco que presidía la capilla y que sucumbió,
junto a otras obras de arte y a la cúpula oval, en un incendio ocurrido
en 1905.
Hoy, además de toda la labor en jaspe, vemos la capilla con la
reforma de Juan Talavera de la Vega y la decoración de
paredes, con elementos vegetales, racimos de espigas y uvas, de
Manuel Cañas, pero de Acosta quedan sobre las portadas laterales las
tallas en piedra de San Miguel y San Rafael acompañados de
angelotes barrocos. Dos grandes lienzos junto a las citadas portadas
en los que figuran San Carlos Borromeo y la Inmaculada, completan
la visión.
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3. En sustitución de aquel retablo perdido, hoy vemos una pieza de
«excepcional valía», a juicio del catedrático. Se trata de un
retablo en plata cincelada, espléndida muestra de la orfebrería del
siglo XVII, que perteneció a la Casa Profesa de la Compañía de Jesús
y por ello en este este espectacular relicario, que hoy preside Nuestro
Padre Jesús de la Pasión, pueden admirarse dos altorrelieves en
madera tallada y policromada de San Ignacio de Loyola y San
Francisco Javier, además de múltiples reliquias de mártires jesuitas.
Este retablo se ha adelantado para recuperar un ventanal trasero
sobre el que se recorta la figura del Señor.
Todo en la capilla, plagada de símbolos eucarísticos, es obra de arte y
joya. Pero, indudablemente, las miradas se dirigen hacia el Señor de
Pasión. «una de las grandes obras maestras de la estatuaria religiosa
del barroco europeo», según el catedrático, quien desmenuzó con
delicadeza las características escultóricas de la imagen, el
dramatismo en la figura que, dijo «se aparta de la idealización del
Cristo de la Clemencia —también de Montañés, que se encuentra en
la Catedral— para incidir en el sufrimiento humano», en el
«equilibrio inestable» que presenta, «descargando todo el
peso en su pierna izquierda, dejando la derecha exonerada, una
técnica de escultura clásica retomada en el Renacimiento», el
«virtuosismo de la forma», el logro de Montañés para «que el dolor,
la emoción, no descompongan los rasgos», «su inefable belleza»...
Sobre sendos pedestales de plata se hallan la Virgen de la Merced, de
Santos Rojas, y el San Juan de Gabriel de Astorga, que representan
la Sacra Conversación el Jueves Santo.
El catedrático, por último, abogó por la inclusión en el paso
procesional del Cirineo de Sebastián Santos, «porque la
Hermandad se funda» con referencia a la «V estación del Vía
Crucis», cuestión que fue inmediatamente respondida desde la
Hermandad alegando que los hermanos, en cabildo, decidieron que el
Señor de Pasión siguiera saliendo solo.
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