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Razones y actores de apoyo u oposición a la República en sus inicios
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Bloque 10
Diferencia las fuerzas de apoyo y oposición a la República en sus comienzos y
describe sus razones y principales actuaciones
Tras la proclamación de la República, Niceto Alcalá Zamora constituía, bajo su
presidencia, un gobierno provisional. Había en él republicanos de distintas tendencia:
la Derecha Liberal Republica, el Partido Radical, Acción Republicana, el Partido
Republicano Radical-Socialista, el Partido Socialista (PSOE) y representando a partidos
nacionalistas, figuraban un representante del republicanismo catalán y otro del
gallego.
Este gobierno provisional convocó, para el mes de junio, elecciones para Cortes
Constituyentes, iniciando a la vez una intensa e inmediata labor legislativa. Esta labor
reformista se continuó con el primer gobierno constitucional establecido tras la
aprobación de la Constitución, presidido por Manuel Azaña, que contaba con los
mismos partidos (menos el Partido Radical de Lerroux).
Pero las reformas emprendidas por los gobiernos de coalición republicano-socialista
fueron contestadas por diversos sectores sociales.
1. Por un lado, la derecha y los grupos de presión (organizaciones patronales, la
Iglesia y el ejército) mostraron una fuerte resistencia al proceso reformista.
a) La política religiosa de la República, tendente a limitar la influencia de la Iglesia
y secularizar la sociedad española, a través de medias como la no
confesionalidad del Estado, la libertad de cultos la supresión del presupuesto
del culto y clero, el divorcio y matrimonio civil, prohibición a las órdenes
religiosas de dedicarse a la enseñanza…hizo que la Iglesia católica rechazase a
la República. Los primeros enfrentamientos entre República e Iglesia se
iniciaron muy pronto. El cardenal Pedro Segura, arzobispo de Toledo y Primado
de España, que terminó siendo expulsado de España, publicó una pastoral el 1
de mayo en defensa de la monarquía de Alfonso XIII. Pero lo más grave ocurría
en Madrid, tras una asamblea de monárquicos, convocada para el 10 de mayo,
y que terminó en un enfrentamiento en las calles entre monárquicos y grupos
populares. Al día siguiente, en Madrid, volvía el anticlericalismo y grupos de
incontrolados se dedicaban a incendiar iglesias, conventos y colegios
religiosos. El día 12, la agitación se extendía a otras poblaciones, como Málaga,
Sevilla, Cádiz y Alicante.
b) La reforma de las instituciones militares y policiales con la que se pretendía
asegurar la obediencia del ejército al poder civil y a la vez modernizar su
estructura y organización, fue recibida por algunos sectores militares como
una agresión a la tradición militar y al poder del ejército. Algunos jefes
militares, como Goded, Varela o Sanjurjo, comenzaran a conspirar contra la
República. El 10 agosto de 1932 se produce la Sanjurjada: intento de golpe de
Estado del general Sanjurjo que fracasó. Sanjurjo fue capturado, junto a otros
rebeldes, cuando intentaba escapar a Portugal (juzgado y condenado a muerte
su pena fue conmutada).
c) Además, la República generó desconfianza entre los empresarios industriales y
los grandes propietarios agrícolas, y la inversión privada tuvo un hundimiento
espectacular. En efecto, el aumento de los salarios decretado por el Gobierno
tuvo efectos positivos sobre la economía al elevar la renta de los trabajadores y
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aumentar la demanda de bienes de consumo. Sin embargo, no se correspondió
con un crecimiento de la productividad e hizo descender los beneficios
empresariales, incrementado la desconfianza del empresario industrial. Por
otro lado, la reforma agraria impulsada por el Gobierno hizo que los grandes
terratenientes y propietarios agrícolas se opusieran de forma rotunda a la
República.
2. Por otro, las reformas de parecían lentas e insuficientes a la izquierda obrera
(anarquistas y comunistas), que defendía la necesidad de llevar a cabo una
revolución social inmediata.
Estas posturas, junto con el deterioro de la economía como consecuencia de la
crisis del 29 y las medidas de contención del gasto de los gobierno, hicieron
aumentar la conflictividad social y las huelgas, que a menudo derivaron en
motines y conatos de insurrección. Esta conflictividad fue impulsada
fundamentalmente por las corrientes anarquistas (CNT y FAI). La UGT, en
cambio, estaba con el gobierno, al igual que su organización campesina, la
Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT).
Los conflictos sociales fueron continuos durante estos años, con
enfrentamientos entre las masas obreras y campesinas y las fuerzas del orden
público (Guardia Civil y Guardia de Asalto). El 31 de diciembre (de 1931) tenía
lugar un episodio sangriento en Castilblanco (Badajoz) y el 6 de enero (de
1932) otro en Arnedo (La Rioja) donde los enfrentamientos con la Guardia Civil
finalizaron en un reguero de sangre. Días después, el 21 de enero de 1932, se
producía, bajo la dirección de la CNT y la FAI, el primer intento revolucionario
protagonizado por los mineros del Alto Llobregat, para proclamar el
comunismo libertario en varias de sus poblaciones. El balance fue sangriento:
una decena de muertos y la orden de deportación a Guinea de 104 anarquistas.
A comienzos de 1933, la CNT y la FAI desencadenaron nuevamente fuertes
movilizaciones. En Andalucía hubo levantamientos en varios pueblos, pero en
Casas Viejas (Cádiz) los sucesos ocurridos fueron muy graves (11 y 12 de enero
de 1933). La sangrienta represión, por miembro de la Guardia Civil y de la
Guardia de Asalto, contra los supuestos cabecillas de la insurrección se saldó
con una refriega con ocho muertos; después fueron asesinados otros doce y
entre los guardias también hubo tres muertos.
El incremento de la violencia política fue desacreditando a la República y
erosionando la autoridad de los gobiernos.
La pérdida de popularidad y el desgaste de la coalición de partidos que
respaldaba al Gobierno fueron en aumento durante la primavera-verano de
1933. Con las derechas en proceso de reorganización (surgen nuevos partidos
como Acción Popular, la CEDA, Renovación Española, Comunión Tradicionalista
Española, Falange Española, etc..), las repercusiones del escándalo de Casas
Viejos, los reveses en las elecciones municipales parciales de abril y los efectos
de la crisis económica, la colaboración entre republicanos y socialistas fue
haciéndose cada vez más difícil. En septiembre, Alcalá Zamora retiro su
confianza al Gobierno y nombró a Diego Martínez Barrio presidente de un
nuevo gabinete con la finalidad de disolver el Parlamento y convocar elecciones
generales, fijadas para el 19 de noviembre de 1933.