Luisa de Marillac y la educación de las niñas pobres
Hojita para niños 17 septiembre
1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.375 • 17 de septiembre de 2017
¡La buena noticia para todos! • Domingo 24º durante el año
ROMPECABEZAS BÍBLICO
Mensaje de La Palabra de Dios para esta semana
Jesús nos dice que tenemos que perdonar siempre. Para perdonar es ne-
cesario, imprescindible, que haya arrepentimiento. Sin arrepentimiento y
reconocimiento de que actuaron mal, no puede haber perdón y tampoco
reconciliación. Lo que podemos hacer es quitar el rencor de nuestro co-
razón, para que se pueda llenar de amor.
Colocá cada pieza en su lugar, para leer una frase
del papa Francisco relacionada al perdón.
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Primera lectura: Romanos 14, 7-9
ermanos: Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere
para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos
para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.
Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los
muertos.
H
Evangelio: Mateo 18, 21-35
e acercó Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuántas veces tendré que per-
donar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete ve-
ces?.”
Jesús le respondió: ¿No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con
sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y to-
do lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: «Señor,
dame un plazo y te pagaré todo». El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó
la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien
denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: «Págame lo que me debes».
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: «Dame un plazo y te pagaré la deuda». Pero él
no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás
servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su
señor. Este lo mandó llamar y le dijo: «¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de
ti?». E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo
que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de
corazón a sus hermanos”.
S
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3. Estela, una niña de diez años, estaba cansa-
da de Simón, y, con razón. Lo había perdo-
nado en numerosas oportunidades. Una vez
pasó corriendo y le tiró todo lo que tenía
sobre el escritorio. Las
carpetas se abrieron y
las hojas alfombraron el
suelo. Él se agachó para
ayudarla:
—Perdoname, fue sin
querer, te ayudo.
—Sí, está bien, te perdo-
no, pero dejame, yo aco-
modo todo.
Cuando terminaba el
recreo corría a toda ve-
locidad hacia donde es-
taban formados el resto
de los compañeros y, casi siempre se choca-
ba contra alguno. Una tarde se chocó contra
Estela que estaba agachada atándose el cor-
dón de la zapatilla y terminaron los dos con
las rodillas lastimadas.
—Perdoname, no te vi, fue sin querer.
El “perdoname, fue sin querer”, le salía con
suma rapidez y facilidad.
Una mañana de calor, Estela se había com-
prado un helado en el bar de la escuela. Sa-
lió al patio y un pelotazo estrelló el helado
contra su delantal blanco.
—Perdoname, fue sin…
Estela no dejó que Simón terminara la frase.
—¡Estoy harta de tu “perdoname, fue sin
querer”!
Se armó una gran discusión en la cual inter-
venían cada vez más compañeros a favor de
una o del otro.
La maestra de turno escuchó y se aceró. Les
dijo que se fueran y se llevó a Estela a la sa-
la de maestros. Le pidió
que se sacara el delantal,
lo enjuagara un poco y
luego lo colgara en una
percha.
—Quedate así, no im-
porta, lo ponemos al sol,
en un ratito se va a secar.
Andá y tratá de arreglar
las cosas con tu compa-
ñero.
—¡Estoy harta de Si-
món!, todo el tiempo
pide perdón, pero no
se fija por dónde camina, corre de un lado
hacia otro, se choca, tira todo. ¡Basta!, no lo
perdono más.
—Bueno, hacé como quieras, le dijo la
maestra y, no intentó convencerla.
Estela pasó el resto del día enojada. No sólo
con Simón, sino con todo el que se le acer-
caba.
De la misma forma llegó a su casa. Durante
el almuerzo sólo se habló de Simón, lo mis-
mo en la hora de la merienda y durante la
cena. Esa noche Estela tuvo un sueño extra-
ño. Era su cumpleaños y recibía un regalo,
no distinguía bien qué era, pero en el sueño
estaba feliz de lo que llevaba en sus manos.
Entraba a su casa e intentaba dejar el regalo
en alguna parte. Pero todo estaba ocupado:
El cuento
Perdonar siempre
de María Inés Casalá y aportes de Andrés Pisano Casalá • Dibujo de Hania Kollenberger
Si querés contactar a la autora podés escribirle a: inescasala@gmail.com
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4. la mesa, los estantes, los cajones, los si-
llones. Cada vez que se acercaba a alguna
parte para apoyar ese regalo que llevaba
protegido entre sus brazos, encontraba
que no había lugar para dejarlo. Sabía que
si lo colocaba en el suelo se iba a estropear.
La única forma de poder disfrutarlo era
deshacerse de algo de lo que había en la
casa. Mientras miraba qué sacar, su mamá
la despertó. Estela le contó el sueño y le
preguntó qué significaría.
—No sé interpretar los sueños, pero qui-
zás la casa sos vos. Fijate con qué tenés
ocupado tu interior que no podés disfrutar
de lo que te gustaría.
Estela pensó y se dio cuenta que la tarde
anterior había estado tan llena del enojo
hacia Simón, que no había disfrutado de
nada de lo que le había sucedido. Y eso
que su mamá se esforzó haciendo su torta
de manzana preferida y su papá le había
leído varios capítulos del libro que tanto le
gustaba antes de dormirse.
Misericordiosos
Como el Padre
Jesús nos dice que no sólo el Pa-
dre actúa con misericordia, sino
que también nosotros debemos
hacer lo mismo con nuestros her-
manos, porque Dios lo ha hecho
primero con nosotros. Tengamos
en cuenta el consejo de san Pablo
que nos dice: “Que el enojo no les
dure hasta que se termine el día”
(Efesios 4, 26).
Curiosidades de la Hojita
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
www.sanpablo.com.ar
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5291558 del 31/5/16
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá. Diagramación: Alfredo Repetto
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
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En Uruguay: SAN PABLO, Colonia 1591 (11200) MONTEVIDEO.
Tel.:24018332, cels.:09494307/095728681, Mail: libreria@san-pablo.com.uy
¿Por qué Estela no podía disfrutar
de lo que le gustaba?
¿Cómo podía sacar de su corazón
tanto enojo?
¿Viviste situaciones similares?,
¿qué hiciste?
Para pensar y
conversar después
de leer el relato
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