Soy amante de las causas perdidas (carlos monsiváis)
1. LITERATURA
“S0y amante de las causas perdidas”
Por María Amparo Lasso
La ciudad de México rinde este mes un inédito homenaje a Carlos Monsiváis por sus 70 años.
El emblemático escritor habló con NEWSWEEK.
La figura de un intelectual repletará por primera vez autobuses, estaciones del metro,
parques y centros culturales de la capital mexicana. Carteles, videos y hasta papalotes con su
imagen y sus frases más ingeniosas se desplegarán por la urbe durante este mes de mayo.
Sólo Carlos Monsiváis, considerado el “ultimo escritor público” de México, podía inspirar este
homenaje.
El escritor confiesa que está “abrumado” por la dimensión del festejo de sus 70 años, que
incluye coloquios y entrega de medallas. Por eso, antes de disfrutar de este ejercicio mitad
lúdico, mitad solemne, hará un ajuste de cuentas consigo mismo. “Planeo encerrarme un día
conmigo o lo que queda de mí, para después salir a la calle”, dice Monsiváis en entrevista con
Newsweek.Gran cronista de la ciudad de México, Monsiváis ha tomado durante 50 años el
pulso del cuerpo urbano y ha registrado a la luz pública las luces y las miserias de la
megalópolis y sus sobrevivientes. Ha lanzado su lapidaria e irónica pluma contra los abusos
de la clase política, contra las injusticias y la desigualdad y a favor de las causas de las
minorías y de la acción colectiva. “Me considero un amante de las causas perdidas, que, por
otra parte constituyen el 90 por ciento de las causas”, dice Monsiváis.
Innumerables intelectuales y periodistas han desfilado por la modesta casa que habita el
escritor desde niño en la colonia Portales, en el suroeste de la capital. En la penumbra de su
sala, atiborrada de libros y miniaturas e impregnada del aroma de su docena de gatos, ha
seducido a sus interlocutores echando al vuelo aforismos que terminan dando la vuelta al
mundo.
Nacido el 4 de mayo de 1938, Monsiváis creció como hijo único sin padre devorando cuanto
libro llegaba a sus manos, desde los ejemplares de la revista argentina Billiken hasta la Biblia,
siempre ante la amorosa presencia de su madre doña Esther. Cuando se le ha preguntado
sobre sus maestros suele mencionar al intelectual y político José Vasconcelos, figura
fundamental de la primera mitad del siglo XX en México, al Nobel de Literatura Octavio Paz o
al poeta Salvador Novo.
En el campo de sus contemporáneos, se identifica con los escritores reunidos en la década de
1950 en torno al suplemento capitalino “México en la Cultura”, entre ellos, sus grandes
amigos Sergio Pitol y Elena Poniatowska.
Desde su primer libro de crónicas, “Días de guardar” (1970), que recoge sobre todo la
atmósfera de 1968, año de la matanza estudiantil en la plaza de Tlatelolco, Monsiváis
comenzó a cosechar reconocimiento. Siguieron, entre muchos otros, “Amor perdido”,
“Escenas de pudor y liviandad”, “Entrada libre”, “Los rituales del caos” y “Aires de familia”.
“Nuevo catecismo para indios remisos” es su única obra de ficción, género al que no ha vuelto
ni tiene por ahora planeado hacerlo. Y son miles y miles las páginas que ha producido
2. generosamente en forma de crónicas, ensayos y columnas periodísticas para publicaciones de
diversas clases en México y otros países. Son tantas que, en verdad, son inabarcables.
“Monsiváis es un luchador social disfrazado de hombre cínico y despreocupado”, sentenció el
escritor Emmanuel Carballo.
“Nada de lo que ocurre en el país escapa a su mirada. La primera mitad del siglo XX es de
José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Salvador Novo, como la segunda es de Octavio Paz, Carlos
Fuentes y Carlos Monsiváis”, considera Elena Poniatowska. Aunque estas definiciones “me
enaltecen”, dice Monsiváis, “no corresponden a la percepción que tengo de mi trabajo y de mi
actitud. Para empezar, porque si uno consigue verse con objetividad casi de seguro anda de
visita por sus cenizas”. “Y —añade— si tuviera una visión clara de mi desempeño, estaría
interpretando un papel, sería un actor de mis propias convicciones, y eso es lo propio de un
líder, ciertamente no es mi caso”.
SU ENTORNO: Monsiváis narra la vida de la Ciudad de México
“Monsimanía”
Es un lugar común decir que Monsiváis tiene el don de la ubicuidad, que está en todas partes,
trátese de mítines, lanzamientos de libros, estrenos de películas, mesas redondas, happenings.
En confianza, Monsiváis suele conceder que es presa de una paralizante timidez y que suele
tener problemas en decir “no” cuando le invitan a las más descabelladas iniciativas. Pero no
hay duda que disfruta ser reconocido en la calle y que le complace haber pasado de ser testigo
a protagonista y recibir mimos de una legión de aduladores.
Su fama, que se extiende fuera de las fronteras nacionales (basta seguir los recibimientos que
le prodigan cuando visita otros países de América Latina) ha sido objeto de análisis. Se habla
de “monsimanía” o “monsivaítis”.
Abonan en su luna de miel con los lectores su sentido del humor y su versatilidad: pasa de la
disección de figuras del espectáculo como Juan Gabriel o Gloria Trevi al análisis de los
asesinatos homofóbicos o las corruptelas bancarias.
“Como los movimientos marginales que Monsiváis ha contribuido a poner en el centro, él
mismo ocupa el espacio axial de un personaje que con el tiempo va cobrando una dimensión
que obliga a repetir su nombre una y otra vez”, escribió en 1988 el crítico literario Christopher
Domínguez Michael.
Algunos temen que esta calidad de “celebridad” merme la eficacia y el vigor de los gestos del
escritor; que esta “mitificación” pueda abonar a su banalización.
¿Se le ha mitificado? “No tengo nada mitificable, carezco en absoluto de las condiciones de la
representación de tendencias o sectores”, responde Monsiváis.
“Por lo demás —añade—, y salvo rarísimas excepciones, el tiempo de los mitos se ha
desvanecido. Lo que hay, y en profusión, son alquileres de un mes o seis meses de lugarcitos
en el imaginario colectivo. Así, en el futuro no tendremos por lo general 15 minutos de fama
sino 15 minutos de atención desmedida en el imaginario familiar, o de aplauso inesperado en
3. el imaginario laboral, o de éxito sorprendente en el imaginario del Ligue”. “Quince minutos,
hasta allí. Y si no seré jamás un mito sí es probable que rente un cuarto de azotea en el
imaginario colectivo”, sentencia.
La obra de Monsiváis ha sido multipremiada. En 2006 obtuvo su más reciente galardón, el
Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Antes recibió el Villaurrutia,
el Mazatlán, el Anagrama y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2005. Pero pese a los
galardones y a sus miles de lectores, su obra ha sido, paradójicamente, poco estudiada y ha
escapado de la crítica. Aunque Octavio Paz dijo tempranamente que Monsiváis inauguraba un
nuevo género, pocos se han dedicado a examinar su literatura. Mexicanistas en Estados
Unidos han sido los más entusiastas.
Uno de ellos, Linda Egan, destaca, entre otras cosas, la voz periodística de Monsiváis. “Si
bienla crónica es literatura y, cuando la practica un autor del calibre de Monsiváis, literatura
de estatus canónico, es ante todo periodismo, un género veraz. Por lo tanto, los méritos
teóricos y literarios de sus escritos se fundan en la credibilidad de su voz de reportero”,
escribe Egan, quien precisamente por estos días asistirá a un coloquio sobre la obra del autor
en la ciudad de México.
Aunque agradece esa visión, Monsiváis no la comparte del todo. “Porque en un buen número
de mis crónicas la veracidad, entendida como testimonio fidedigno, no cuenta demasiado o
simplemente no cuenta, y no hay engaño posible. Si en la crónica, cuando la ocasión lo
amerita, uno no imagina y construye personajes, etcétera, está faltando a la verdad”, señala.
No deja títere con cabeza
La derecha política ha pasado por el paredón de su pluma por décadas. A los miembros del
gabinete del ex presidente Vicente Fox, que terminó con 70 años de dominio del Partido
Revolucionario Institucional, PRI, los calificó como “migrantes de la política-ficción, los
indocumentados del sueño porque va a ningún lado y creen que están cambiando el rumbo
del país”. El actual gabinete de Felipe Calderón representa para él “la inexperiencia a cargo de
la improvisación”. “A diario estrenan incomprensiones y torpezas, y en esto son incluso
novedosos, desaprenden con celeridad lo todavía no aprendido”, señala. Monsiváis se
identificó siempre con la izquierda, aunque su temprana crítica al despotismo estalinista y a
los excesos y errores del régimen cubano de Fidel Castro le valieron no pocas enemistades.
Ahora son blanco de su sátira lo mismo el presidente venezolano Hugo Chávez y su
socialismo del siglo XXI que el subcomandante Marcos, líder de una insurrección indígena a
mediados de la década de 1990.
El escritor hace la distinción entre las diversas izquierdas y su “perjudicial vocación de
partenogénesis”. Reconoce que en este momento en México la izquierda nacionalista está a
cargo de iniciativas que él comparte: contra la privatización del petróleo, contra la “política de
doblegamiento absoluto a la jerarquía católica” de parte de los gobernadores del Partido
Acción Nacional (PAN, en el poder), contra el desastre en las zonas rurales. Pero cree que a la
izquierda partidaria le siguen haciendo falta proyectos más sólidos y convincentes.
“Para mí, como votante, no hay opciones: el Partido de la Revolución Democrática (PRD),
vagamente conectado con la izquierda, es un desastre, pero el PAN y el PRI son simplemente
fosas comunes de la mala voluntad”, dice. Monsiváis, ávido lector de Tom Wolfe y Norman
Mailer y otros intelectuales y representantes del nuevo periodismo estadounidense, ha
dedicado también buena parte de su obra a dilucidar las relaciones entre América Latina y
Estados Unidos, la migración, los procesos de americanización, el antiyanquismo, el
nacionalismo.
Ahora, cuando predomina la izquierda en el ajedrez político de América del Sur, la retórica
antiestadounidense ha vuelto a tomar brío. Pero Monsiváis cree que el tiempo del
antiyanquismo ya pasó. “Sí hay, y en forma casi unánime, un repudio a la política del
presidente George W. Bush, a su exaltación de la tortura ¡legal!, a las matanzas en Iraq, a su
rechazo del Protocolo de Kioto, y así sucesivamente.
Hay, y extendidas, críticas muy sólidas al Fondo Monetario Internacional, a las políticas de las
transnacionales, a la semiesclavitud en las fábricas de maquila, todo esto sí, pero dejó de
4. funcionar el “Yankee Go Home”, como el insulto a una población. Estados Unidos es un país
tan diverso que exige de sus críticos cargos específicos”.
Las memorias para el blog
¿Qué es lo que motiva ahora a Monsiváis a seguir, después de tantos años, iluminando el
debate sobre la construcción de ciudadanía y la perfección de la democracia en México? “Si
continúo en mi trabajo no es con el afán de iluminar a nadie, sino de encontrar por algún lado
mi sentido de orientación, de allí una de mis máximas: ‘O ya no entiendo lo que está pasando,
o ya pasó lo que estaba entendiendo”, responde.
A sus 70 años, el escritor no tiene pensado hacer un alto. Varios proyectos en el horno están
destinados a engrosar su voluminosa producción. El que está a punto de terminar se titulará
Apocaliptstick, un nuevo libro de crónicas donde la protagonista es, nuevamente la ciudad de
México. “Es una crónica sobre aspectos del ir y venir entre el sueño y la pesadilla, un ir y venir
tan exaltado que ya quienes lo practican no saben si el gran momento de felicidad a su
disposición es del sueño o, más bien, si el tedio de la bienaventuranza es el de la pesadilla, la
ciudad de México ya tocó su techo histórico y lo que ahora se experimenta es el training
requerido para habitar entre las ruinas”.
A los 28 años tuvo la audacia de publicar una autobiografía precoz. ¿Se arrepiente? “Con tal
de no arrepentirme de lo que he publicado, trato de no releerlo”, contesta Monsiváis. Quien
aguarde una edición autobiográfica corregida y aumentada se puede quedar esperando, al
menos por ahora. “El que se proponga escribir sus memorias que instale un blog y vaya
dando a conocer su autobiografía por entregas. La red es el ámbito por excelencia de las
confesiones, tanto que muy pronto, estoy seguro, en las iglesias sólo habrá confesionarios
virtuales y los sacerdotes chatearán con el objeto de dar instrucciones: “Cincuenta Aves
Marías, pero una por una y no hagan trampa. ¡Ah! Y si tus pecados son veniales chatea con
otro”.
Monsiváis había dicho que le gustaría que dispersaran sus cenizas en el California Dancing
Club, un emblemático salón de baile de la capital “para que sobre ellas bailen un conmovido
danzón”. Ahora pide que sus cenizas se esparzan más bien en el Zócalo, la inmensa plaza
central de la ciudad de México, para presumir de un “funeral céntrico”.
LECTURAS: En la presentación de un libro con el exrector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente
Fuente:
Lasso, María Amparo: «Soy amante de las causas perdidas» en: Newsweek en español, Vol. 19
No. 19, 12 de mayo de 2008, p. 42-44.