El documento discute el papel de la universidad en la enseñanza de saberes éticos y ciudadanos. Argumenta que las universidades no solo deben enfocarse en crear profesionales excelentes, sino también ciudadanos completos mediante programas que fortalezcan la ética y la moral. Además, propone que los profesores deben servir como buenos ejemplos éticos y asegurar que la formación cívica y ética sea transversal en todas las asignaturas.